domingo, 4 de abril de 2021

Entre Martín Malharro y el nieto de Belgrano: Azul

 

Entre Martín Malharro y el nieto de Belgrano: Azul

  

El artista azuleño y Carlos Vega Belgrano, nieto del creador de la Bandera, tuvieron una muy rica vida ligada a la cultura y el arte. Ambos transitaron por senderos muy interesantes, fueron amigos, y tuvieron en sus historias a nuestra ciudad grabada a fuego.

  

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

  

Martín Arturo Mailharro nació en Azul el 25 de agosto de 1865. Fue el primer hijo de Pedro Mailharro y Juliana Yriburu, ambos de origen vascofrancés, unidos en matrimonio en la Iglesia Parroquial de Azul, el 15 de septiembre de 1863. Sus hermanos fueron Pedro y Victorina.

El pueblo del Azul aún se hallaba azotado por los sucesivos malones, sin embargo, la actividad comercial había crecido vertiginosamente y eso había atraído a don Mailharro, quien por su ocupación contaba con un buen pasar económico, teniendo propiedades en la ciudad de Buenos Aires y otros pueblos bonaerenses.

Respaldado por su madre, la vocación artística de Martín se manifestó desde muy pequeño. Sin embargo, esto lo llevó a enfrentarse con su padre quien consideraba que la prosperidad no estaba entre los trazos que se pudieran hacer en un papel y los coloridos óleos, sino en el trabajo arduo del comercio y el campo.

Juliana buscó la manera de enviar a su hijo a la ciudad de Buenos Aires a donde llegó Martín con apenas 14 años de edad. Familiares le allanaron los primeros tiempos de vida, pero pronto el joven e intrépido comenzó a trazar por sí solo su propio camino. Para empezar, su apellido se convirtió en Malharro.

Diseñó rótulos para cigarrillos, tarjetas comerciales, membretes, etc. Asimismo, por dinero, se vio impulsado a ilustrar hechos policiales, lo cual no le agradaba demasiado. Durante 1882 asistió a las clases nocturnas de dibujo que dictaban los italianos Francesco Romero y Benito Panunzi en la Asociación Estímulo de Bellas Artes.

            Con apenas veinte años, agobiado económicamente, decidió cambiar de aires y empezó a viajar hacia Rosario y Córdoba donde plasmó sus paisajes urbanos con gran avidez. No tuvo la fortuna que esperaba, pero adquirió nuevas experiencias y así arremetió una vez más contra los cánones artísticos de la sociedad porteña.

A su regreso conoció al por entonces diputado nacional, doctor José María Ramos Mejía. Notando el talento de Martín y los pesares que lo perturbaban, el médico lo invitó a pasar un tiempo en su Chacra de “Los Tapiales” (cuyo casco actualmente está en torno al Mercado Central de Buenos Aires). Allí, el artista se vio protegido y hasta apadrinado por Ramos Mejía.

Hacia 1891 viajó a Tierra del Fuego y Punta Arenas, donde la luz y el ambiente marino lo incitaron a cambiar su paleta, y las sombras propias del claroscuro se tiñeron de color. En esa travesía insólita para la época, comenzó a trabajar una serie de paisajes en tinta china que luego fueron parte de las ilustraciones para el libro “El faro”. También pintó la acuarela Acorazado Huáscar y el acorazado francés El Bayard.

 

Una familia y nuevas relaciones

 

Martín Malharro contrajo matrimonio en la ciudad de Buenos Aires con María Luisa Laborit, con quien tuvo dos hijos: María Amalia y Martín.

En su viaje por el sur argentino, Martín había conocido al escritor mercedino Roberto J. Payró (quien publicara en 1898 su obra La Australia Argentina: Excursión periodística a las costas patagónicas, Tierra del Fuego e Islas de los Estados”). De vuelta en la Capital, el periodista pronto supo valorar y apreciar la obra de Martín, poniéndolo entonces en contacto con Martiniano Leguizamón.

Asimismo, Payró presentó a Malharro en el diario La Nación, donde fue contratado como ilustrador colaborador. Allí se relacionó con otros intelectuales de la época, entre ellos Rubén Darío, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Carlos de Soussens y Estanislao Zeballos. Las posibilidades comenzaron a multiplicarse para Martín…


El Ateneo y Vega Belgrano

 

En 1892, por iniciativa del escritor Rafael Obligado, se concretó la idea de fundar una sociedad que sirviera para reunir a los intelectuales de entonces. Creado con propósitos literarios, artísticos y musicales, el 26 de abril de 1893 nació oficialmente El Ateneo de Buenos Aires, bajo la presidencia de Carlos Guido y Spano y con la intensa participación de Lucio V. Mansilla, Calixto Oyuela, Joaquín V. González, Ernesto Quesada, Miguel Cané y Carlos Vega Belgrano, entre otros.

En el segundo semestre de 1894, el nieto del general Belgrano asumió como presidente de la institución (cargo que volvería a ocupar en otras oportunidades). Durante los años siguientes le imprimió a la sociedad un fuerte impulso renovador. Y como afirmara Eduardo Schiaffino, Carlos Vega Belgrano se convirtió en “el primer mecenas argentino”, “el alma de aquella institución” y “una garantía de amplitud de miras”.

Bajo la nueva conducción, el 3 de noviembre, se inauguró el Segundo Salón del Ateneo. Para la oportunidad, Vega Belgrano invitó a Eduardo Sívori, Ángel Della Valle, Ernesto de la Cárcova y Martín Malharro. Respectivamente, entre diversas obras, ellos presentaron: “Las gauchitas”, “La vuelta del malón”, “Sin pan y sin trabajo” y “El corsario  ‘La Argentina’”. A éste último trabajo, el azuleño agregó un paisaje titulado “Al caer la tarde” y “El acorazado Huáscar y el corsario…”.

El entorno consolidado por el pintor azuleño lo llevó a cosechar importantes amistades que terminaron facilitándole su viaje a París, Francia. Desde allí, Malharro mantenía correspondencia con distintas amistades del mundo de las artes, entre ellos Eduardo Schiaffino, a quien en una misiva le envía saludos para otros dos amigos escribiendo: Con mis recuerdos a los señores Carlos Vega Belgrano y Eduardo Sívori, me repito su amigo.”.

 

La capital del amor…

 

Llegó a París imbuido del romanticismo y el naturalismo que había internalizado en los talleres de Estímulo, coincidiendo con la obra de Jean François Millet y de los pintores de la Escuela de Barbizón. Sin embargo, su percepción artística cambiaría radicalmente...

En la capital francesa se instaló en Montmartre. En este barrio, a mediados del siglo XIX, se habían comenzado a instalar artistas como Johan Jongkind y Camille Pissarro, convirtiéndolo en cuna de los impresionistas, de la bohemia parisina del siglo. Montmartre y su contrapartida en la orilla izquierda del río Sena, Montparnasse, eran por entonces los principales centros artísticos de París.

Por poco tiempo asistió a una Academia y al taller de Fernand Cormon.

Polifacético, Martín estudió francés, inglés, italiano y alemán, al tiempo que se perfeccionó en grabado (especialmente en la técnica litográfica). Conoció y frecuentó a Claude Monet, a quien solía visitar en su flamante atelier en Giverny, donde compartían largas tardes nutridas de colores e inspiración.

Su producción pictórica se hizo prolífica. Parvas de 1900, se centró en un tema especialmente tratado en una larga serie por Monet. Volvió a tratar este motivo en 1911 –Las Parvas (Museo Nacional de Bellas Artes) –, enfatizando los postulados impresionistas.

En 1900, Martín presenció la Exposición Universal de París, inaugurada por el presidente de la República, Emile Loubet. Con esta feria mundial se afianzó el éxito del impresionismo ante el gran público. Dicha circunstancia determinó el alejamiento de Malharro del academicismo y poco después, en el pueblo Auvers-sur-Oise, pintó sus célebres “El arado” y “En plena naturaleza”.

            Repentinamente, en 1901, Martín decidió regresar a la Argentina.

 

Con sueños e impresionismo en las valijas

 

Al llegar a Buenos Aires con su familia, Martín estaba convencido y esperanzado en que lograría “conquistar” a los porteños con la mágica paleta cromática y el ímpetu del impresionismo…

En abril de 1902, Martín Malharro inauguró la temporada de las Galerías Witcomb con un éxito considerable. Expuso más de sesenta pinturas de su producción francesa en la que se diferenciaban sus distintas fases como artista, desde el naturalismo hasta las búsquedas de vibraciones cromáticas.

Allí presentó desde sus primeras composiciones hasta las últimas obras de su etapa europea. Más allá de una gran repercusión en el público y en la prensa, también obtuvo un importante éxito de ventas. El Museo Nacional de Bellas Artes adquirió para su colección las obras “Mañana de Auvers” y “Tarde de otoño en Saint Cloud”.

El presidente Julio Argentino Roca adquirió la obra La Argentina y Joaquín V. González aprobó la compra para el Ministerio de Instrucción Pública de la obra “En plena naturaleza”.

Con fervor, Malharro inició una intensa batalla por el ideario estético que tanto había cautivado a Europa. Efectivamente, poco después, comenzó a publicar artículos (“El Diario”, “Ideas y Figuras”, “Athinae”, “Tribuna”) y a pronunciar conferencias dando a conocer su pensamiento y explicando su obra.

Desde 1903, Martín comenzó a dedicarse a la enseñanza junto a Eduardo Sívori en el Colegio Nacional Central. Al año siguiente ocupó el cargo de Inspector de Dibujo del Consejo Nacional de Educación, que ejerció hasta 1909. De hecho, fue uno de los impulsores de que en las escuelas primarias se dicte la materia dibujo.

También se desempeñó como Inspector Técnico de Dibujo de la provincia de Buenos Aires, Director de Cursos Temporarios en el Ministerio de Instrucción Pública; dictó cátedras en la Universidad Nacional de La Plata, en la Escuela Normal de Profesores y en la Escuela Normal de Maestros de Barracas.

 

Mientras tanto en Azul…

 

En enero de 1905, el Dr. Ángel Pintos fue electo intendente de Azul por el “Comité Popular” -de extracción mitrista-. Aquellos conflictos que siempre habían estado latentes durante la administración de Federico Urioste -quien con su carácter conciliador había logrado en algunos momentos apaciguar los ánimos-, se desencadenaron cuando los férreos opositores decidieron solicitar la impugnación de las elecciones ante la Justicia del Crimen.

El Juez de Paz dictó una rápida sentencia que no fue acatada por el flamante Intendente, quien en agosto fue injustamente detenido y “conducido preso por las calles”, pretendiendo menospreciar y vapulear su imagen pública.

Finalmente, el 14 de octubre de aquél año, Pintos renunció a su cargo asumiendo interinamente como intendente Eufemio Zavala y García (que había sido elegido presidente del Concejo Deliberante). Pero la situación continuó deteriorándose hasta que el 24 de junio de 1906 se llamó nuevamente a elecciones, ganadas una vez más por el afamado médico.

Tras numerosas idas y vueltas judiciales, se designó a Manuel Aztiria como intendente y a Eufemio Zavala y García como presidente del Concejo Deliberante. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires designó como comisionado de Azul a Carlos Vega Belgrano.

            En su edición del viernes 23 de noviembre de 1906, el periódico “El Imparcial” informaba:

“LLEGADA DEL COMISIONADO.- Llegó ayer en el tren de la tarde el comisionado del poder ejecutivo para presidir la constitución de la municipalidad, Dr. Carlos Vega Belgrano.

El Dr. Vega Belgrano fue recibido en la estación por gran número de personas de espectabilidad.

De la estación el distinguido viajero se trasladó a la municipalidad, donde fue muy visitado durante toda la tarde.

Ayer produjo el comisionado su primer acto oficial, y declaró que su propósito es terminar cuanto antes la misión que lo ha traído al Azul.

Escritas las procedentes líneas, se nos remite para su publicación, por orden del señor comisionado especial D. Carlos Vega Belgrano, la siguiente convocatoria para la constitución de la municipalidad, que insertamos en lugar preferente:

El que suscribe, comisionado del P.E. en el partido del Azul, nombrado por decreto de fecha 21 del corriente, a los efectos de constituir la municipalidad conforme lo dispone el fallo de la Suprema Corte de Justicia, convoca a una reunión que se celebrará con ese objeto en el local de la municipalidad, el día 26 del corriente a las 3 de la tarde, a los siguientes municipales electos: Titulares: señores Eufemio Zavala y García, Bernardo Guiraut, Manuel Aztiria, Luis Saint Germes, Gumersindo L. Cristobó, Ángel G. Toscano, José Magdaleno (hijo), Pacomio F. Ávila e Hipólito V. Dhers, y al municipal don José Vidal, que continúa en ejercicio. Suplentes: señores Martín Alves, Bernardo Domecq, Pedro C. de Altamira y Luis J. Cornille –Azul, 22 de noviembre de 1906- Carlos Vega Belgrano. (…)”

El 26 de noviembre se realizó una nueva sesión en el recinto del Concejo Deliberante, en el primer piso del Palacio Municipal, la cual tomó un rumbo insospechado y dramático.

Tal como lo había establecido el comisionado Vega Belgrano, a las 15 horas, comenzaron a reunirse los municipales convocados para constituir la municipalidad de acuerdo a lo establecido por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.

Cuando el recinto estaba colmado y apenas se habían iniciado las formalidades, sin ningún fundamento salvo un absurdo entredicho, uno de los presentes -identificado con “la barra” opositora ligada a los hermanos Manuel y Evaristo Toscano- comenzó a disparar con un arma de fuego a mansalva.

Un confuso griterío, corridas y balazos por doquier configuraron una escena que dejó perplejo al comisionado Carlos Vega Belgrano. Enmudecido, apenas atinó a socorrer a Paulino Rodríguez Ocón, quien cayó a su lado herido en una pierna. Más allá también fueron heridos Gumersindo L. Cristobó, Juan Bosch y Luis Cornille.

Cuando los ánimos se calmaron, abatidos sobre amplios charcos de sangre se hallaban los cuerpos sin vida de Miguel “Marota” Biggi (quien inició los disturbios) y el presidente del Concejo, Eufemio Zavala y García.

La policía, que arribó “tarde”, se llevó a varios detenidos… pero todos fueron liberados.

Carlos Vega Belgrano dejó nuestra ciudad a fin de año, aunque no definitivamente, porque un estrecho lazo lo vinculaba familiarmente con Azul y la zona.

 

Últimas pinceladas…

  

En junio de 1908, Martín Malharro presentó su segunda exposición en Witcomb, compuesta por cincuentaiún acuarelas y dos pasteles. La muestra no obtuvo el éxito de la anterior. Durante ese año y el siguiente pintó una serie de obras próximas al simbolismo. Ilustró el libro de Estanislao Zeballos Reimu, Reina de los Pinares” y también ejerció la docencia en la Universidad de La Plata, en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en la Academia de Bellas Artes.

La importancia de la obra pictórica de Malharro está dada por haber sido, si no el primero, uno de los pioneros en traer el impresionismo a nuestro país.

Martín Arturo Mailharro, o simplemente Martín Malharro, falleció repentinamente a los 45 años de edad, en Buenos Aires, el 17 de agosto de 1911. Estaba preparando una tercera exposición, que a la sazón sería póstuma y abriría sus puertas en el mes de octubre. Casi inmediatamente, sus familiares y amigos se reunieron para concretar la muestra planeada. La misma se inauguró en las Galerías Witcomb, poniendo a consideración del público una selección de sus últimas obras además de un conjunto de las ya consagradas.





Martín Arturo Mailharro, más conocido como Martín Malharro


Carlos Vega Belgrano, nieto del general Manuel Belgrano