Entre Martín Malharro y el nieto
de Belgrano: Azul
El artista
azuleño y Carlos Vega Belgrano, nieto del creador de la Bandera, tuvieron una
muy rica vida ligada a la cultura y el arte. Ambos transitaron por senderos muy
interesantes, fueron amigos, y tuvieron en sus historias a nuestra ciudad
grabada a fuego.
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Martín Arturo Mailharro nació en Azul el 25 de agosto de 1865.
Fue el primer hijo de Pedro Mailharro y Juliana
Yriburu, ambos de origen vascofrancés, unidos en matrimonio en
El pueblo del
Azul aún se hallaba azotado por los sucesivos malones, sin embargo, la
actividad comercial había crecido vertiginosamente y eso había atraído a don
Mailharro, quien por su ocupación contaba con un buen pasar económico, teniendo
propiedades en la ciudad de Buenos Aires y otros pueblos bonaerenses.
Respaldado por su madre, la vocación artística de Martín
se manifestó desde muy pequeño. Sin embargo, esto lo llevó a enfrentarse con su
padre quien consideraba que la prosperidad no estaba entre los trazos que se
pudieran hacer en un papel y los coloridos óleos, sino en el trabajo arduo del
comercio y el campo.
Juliana buscó la manera de enviar a su hijo a la ciudad
de Buenos Aires a donde llegó Martín con apenas 14 años de edad. Familiares le
allanaron los primeros tiempos de vida, pero pronto el joven e intrépido
comenzó a trazar por sí solo su propio camino. Para empezar, su apellido se
convirtió en Malharro.
Diseñó rótulos para cigarrillos, tarjetas comerciales,
membretes, etc. Asimismo, por dinero, se vio impulsado a ilustrar hechos
policiales, lo cual no le agradaba demasiado. Durante 1882 asistió a las clases
nocturnas de dibujo que dictaban los italianos Francesco Romero y Benito
Panunzi en
Con apenas veinte años,
agobiado económicamente, decidió cambiar de aires y empezó a viajar hacia Rosario
y Córdoba donde plasmó sus paisajes urbanos con gran avidez. No
tuvo la fortuna que esperaba, pero adquirió nuevas experiencias y así arremetió
una vez más contra los cánones artísticos de la sociedad porteña.
A su regreso conoció al por entonces diputado nacional, doctor
José
María Ramos Mejía. Notando el talento de Martín y los pesares que lo
perturbaban, el médico lo invitó a pasar un tiempo en su Chacra de “Los Tapiales” (cuyo casco actualmente
está en torno al Mercado Central de Buenos Aires). Allí, el artista se vio
protegido y hasta apadrinado por Ramos Mejía.
Hacia 1891 viajó a Tierra del Fuego y Punta
Arenas, donde la luz y el ambiente marino lo incitaron a cambiar su
paleta, y las sombras propias del claroscuro se tiñeron de color. En esa travesía insólita para la época, comenzó a trabajar
una serie de paisajes en tinta china que luego fueron parte de las
ilustraciones para el libro “El faro”.
También pintó la acuarela Acorazado
Huáscar y el acorazado francés El Bayard.
Una
familia y nuevas relaciones
Martín Malharro contrajo
matrimonio en la ciudad de Buenos Aires con María Luisa Laborit, con
quien tuvo dos hijos: María Amalia y Martín.
En su viaje por el sur argentino, Martín había conocido al
escritor mercedino Roberto J. Payró (quien publicara en 1898 su obra “
Asimismo, Payró presentó a Malharro en el
diario
El Ateneo y Vega Belgrano
En 1892, por
iniciativa del escritor Rafael Obligado, se concretó la idea
de fundar una sociedad que sirviera para reunir a los intelectuales de entonces.
Creado con propósitos literarios, artísticos y musicales, el 26 de
abril de 1893 nació oficialmente El Ateneo de Buenos Aires,
bajo la presidencia de Carlos Guido y Spano y con la intensa participación de
Lucio V. Mansilla, Calixto Oyuela, Joaquín V. González, Ernesto Quesada, Miguel
Cané y Carlos Vega Belgrano, entre otros.
En el segundo
semestre de 1894, el nieto del general Belgrano asumió como presidente de la
institución (cargo que volvería a ocupar en otras oportunidades). Durante los
años siguientes le imprimió a la sociedad un fuerte impulso renovador. Y como
afirmara Eduardo Schiaffino, Carlos Vega Belgrano se convirtió en “el primer mecenas argentino”, “el alma de aquella institución” y “una garantía de amplitud de miras”.
Bajo la nueva
conducción, el 3 de noviembre, se inauguró el Segundo Salón del Ateneo. Para la
oportunidad, Vega Belgrano invitó a Eduardo Sívori, Ángel Della Valle, Ernesto
de la Cárcova y Martín Malharro. Respectivamente, entre diversas obras, ellos
presentaron: “Las gauchitas”, “La vuelta del malón”, “Sin pan y sin trabajo” y “El corsario
‘La Argentina’”. A éste último trabajo, el azuleño agregó un paisaje titulado “Al caer la tarde” y “El acorazado Huáscar y el corsario…”.
El entorno
consolidado por el pintor azuleño lo llevó a cosechar importantes amistades que
terminaron facilitándole su viaje a París, Francia. Desde allí,
Malharro mantenía correspondencia con distintas amistades del mundo de las
artes, entre ellos Eduardo Schiaffino, a quien en una misiva le envía saludos para
otros dos amigos escribiendo: “Con mis
recuerdos a los señores Carlos Vega Belgrano y Eduardo Sívori, me repito su
amigo.”.
La capital del amor…
Llegó a París
imbuido del romanticismo
y el naturalismo que había internalizado en los talleres de Estímulo,
coincidiendo con la obra de Jean François Millet y de los
pintores de
En la capital francesa se instaló en Montmartre. En este barrio, a mediados del siglo XIX, se habían
comenzado a instalar artistas como Johan Jongkind y Camille
Pissarro, convirtiéndolo en cuna de los impresionistas, de la
bohemia parisina del siglo. Montmartre y su contrapartida en la orilla
izquierda del río Sena, Montparnasse, eran por entonces los
principales centros artísticos de París.
Por
poco tiempo asistió a una Academia y al taller de Fernand Cormon.
Polifacético, Martín estudió francés, inglés, italiano y alemán,
al tiempo que se perfeccionó en grabado (especialmente en la técnica litográfica).
Conoció y
frecuentó a Claude Monet, a
quien solía visitar en su flamante atelier en Giverny, donde compartían
largas tardes nutridas de colores e inspiración.
Su
producción pictórica se hizo prolífica. Parvas de 1900, se centró en un tema
especialmente tratado en una larga serie por Monet. Volvió a tratar este motivo
en 1911 –Las Parvas (Museo Nacional de Bellas Artes) –, enfatizando los
postulados impresionistas.
En 1900, Martín presenció
Repentinamente,
en 1901, Martín decidió regresar a la Argentina.
Con sueños e impresionismo en las
valijas
Al llegar a Buenos Aires con su familia, Martín estaba
convencido y esperanzado en que lograría “conquistar” a los porteños con la
mágica paleta cromática y el ímpetu del impresionismo…
En abril de 1902, Martín Malharro inauguró la temporada de
las Galerías
Witcomb con un éxito considerable. Expuso más de sesenta pinturas de su
producción francesa en la que se diferenciaban sus distintas fases como
artista, desde el naturalismo hasta las búsquedas de vibraciones cromáticas.
Allí
presentó desde sus primeras composiciones hasta las últimas obras de su etapa
europea. Más allá de una gran repercusión en el público y en la prensa, también
obtuvo un importante éxito de ventas. El Museo Nacional de Bellas Artes
adquirió para su colección las obras “Mañana de Auvers” y “Tarde
de otoño en Saint Cloud”.
El presidente Julio Argentino Roca adquirió la
obra “
Con fervor, Malharro inició una intensa batalla por el
ideario estético que tanto había cautivado a Europa. Efectivamente, poco
después, comenzó a publicar artículos (“El Diario”, “Ideas y Figuras”,
“Athinae”, “Tribuna”) y a pronunciar conferencias dando a conocer su
pensamiento y explicando su obra.
Desde 1903, Martín comenzó a dedicarse a la enseñanza junto
a Eduardo Sívori en el Colegio Nacional Central. Al año siguiente ocupó el
cargo de Inspector de Dibujo del Consejo Nacional de Educación, que
ejerció hasta 1909. De hecho, fue uno de los impulsores de que en las escuelas
primarias se dicte la materia dibujo.
También se desempeñó como Inspector Técnico de Dibujo de la
provincia de Buenos Aires, Director de Cursos Temporarios en el
Ministerio de Instrucción Pública; dictó cátedras en
Mientras tanto en Azul…
En enero de 1905, el Dr.
Ángel Pintos fue electo intendente de Azul por el “Comité Popular” -de
extracción mitrista-. Aquellos conflictos que siempre habían estado latentes
durante la administración de Federico Urioste -quien con su
carácter conciliador había logrado en algunos momentos apaciguar los ánimos-,
se desencadenaron cuando los férreos opositores decidieron solicitar la
impugnación de las elecciones ante la Justicia del Crimen.
El Juez de Paz dictó una rápida
sentencia que no fue acatada por el flamante Intendente, quien en agosto fue
injustamente detenido y “conducido preso
por las calles”, pretendiendo menospreciar y vapulear su imagen pública.
Finalmente, el 14 de octubre de
aquél año, Pintos renunció a su cargo asumiendo interinamente como intendente Eufemio
Zavala y García (que había sido elegido presidente del Concejo
Deliberante). Pero la situación continuó deteriorándose hasta que el 24 de
junio de 1906 se llamó nuevamente a elecciones, ganadas una vez más por el
afamado médico.
Tras numerosas idas y vueltas
judiciales, se designó a Manuel Aztiria como intendente y a Eufemio
Zavala y García como presidente
del Concejo Deliberante. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de
la provincia de Buenos Aires designó como comisionado de Azul a Carlos
Vega Belgrano.
En su edición del viernes 23 de
noviembre de 1906, el periódico “El Imparcial” informaba:
“LLEGADA DEL COMISIONADO.- Llegó ayer en el tren de la tarde el comisionado del
poder ejecutivo para presidir la constitución de la municipalidad, Dr. Carlos
Vega Belgrano.
El Dr. Vega
Belgrano fue recibido en la estación por gran número de personas de
espectabilidad.
De la estación el
distinguido viajero se trasladó a la municipalidad, donde fue muy visitado
durante toda la tarde.
Ayer produjo el
comisionado su primer acto oficial, y declaró que su propósito es terminar
cuanto antes la misión que lo ha traído al Azul.
Escritas las
procedentes líneas, se nos remite para su publicación, por orden del señor
comisionado especial D. Carlos Vega Belgrano, la siguiente convocatoria para la
constitución de la municipalidad, que insertamos en lugar preferente:
El que suscribe,
comisionado del P.E. en el partido del Azul, nombrado por decreto de fecha 21
del corriente, a los efectos de constituir la municipalidad conforme lo dispone
el fallo de la Suprema Corte de Justicia, convoca a una reunión que se
celebrará con ese objeto en el local de la municipalidad, el día 26 del
corriente a las 3 de la tarde, a los siguientes municipales electos: Titulares:
señores Eufemio Zavala y García, Bernardo Guiraut, Manuel Aztiria, Luis Saint
Germes, Gumersindo L. Cristobó, Ángel G. Toscano, José Magdaleno (hijo),
Pacomio F. Ávila e Hipólito V. Dhers, y al municipal don José Vidal, que
continúa en ejercicio. Suplentes: señores Martín Alves, Bernardo Domecq, Pedro
C. de Altamira y Luis J. Cornille –Azul, 22 de noviembre de 1906- Carlos Vega
Belgrano. (…)”
El 26 de noviembre se realizó una nueva sesión en el recinto del Concejo Deliberante, en el
primer piso del Palacio Municipal, la cual tomó un rumbo insospechado y
dramático.
Tal como lo había establecido el
comisionado Vega Belgrano, a las 15 horas, comenzaron a reunirse los
municipales convocados para constituir la municipalidad de acuerdo a lo establecido
por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
Cuando el recinto estaba colmado
y apenas se habían iniciado las formalidades, sin ningún fundamento salvo un
absurdo entredicho, uno de los presentes -identificado con “la barra” opositora
ligada a los hermanos Manuel y Evaristo Toscano- comenzó a disparar con un arma
de fuego a mansalva.
Un confuso griterío, corridas y balazos por doquier configuraron una escena
que dejó perplejo al comisionado Carlos Vega Belgrano. Enmudecido,
apenas atinó a socorrer a Paulino Rodríguez Ocón, quien cayó a
su lado herido en una pierna. Más allá también fueron heridos Gumersindo L.
Cristobó, Juan Bosch y Luis Cornille.
Cuando los ánimos se calmaron, abatidos sobre amplios charcos de sangre se
hallaban los cuerpos sin vida de Miguel “Marota” Biggi (quien inició los disturbios) y el presidente del Concejo, Eufemio
Zavala y García.
La policía, que arribó “tarde”,
se llevó a varios detenidos… pero todos fueron liberados.
Carlos Vega Belgrano dejó nuestra
ciudad a fin de año, aunque no definitivamente, porque un estrecho lazo lo
vinculaba familiarmente con Azul y la zona.
Últimas
pinceladas…
En junio de 1908, Martín Malharro presentó su segunda
exposición en Witcomb, compuesta por cincuentaiún acuarelas y dos pasteles.
La muestra no obtuvo el éxito de la anterior. Durante ese año y el siguiente
pintó una serie de obras próximas al simbolismo. Ilustró el libro de Estanislao Zeballos
“Reimu, Reina de los Pinares” y también ejerció la docencia en
La importancia de la obra pictórica de Malharro está dada
por haber sido, si no el primero, uno de los pioneros en traer el impresionismo
a nuestro país.
Martín Arturo Mailharro, o simplemente Martín Malharro, falleció
repentinamente a los 45 años de edad, en Buenos Aires, el 17 de agosto de 1911. Estaba
preparando una tercera exposición, que a la sazón sería póstuma y abriría sus
puertas en el mes de octubre. Casi
inmediatamente, sus familiares y amigos se reunieron para concretar la muestra
planeada. La misma se inauguró en las Galerías Witcomb, poniendo a
consideración del público una selección de sus últimas obras además de un
conjunto de las ya consagradas.