domingo, 27 de junio de 2021

El maestro constructor

 

El maestro constructor

  

Hoy se cumplen 40 años de la desaparición física de Umberto Frangi, uno de los grandes hacedores de la exquisita obra de la Iglesia “Sagrado Corazón de María”, conocida popularmente como “Buen Pastor”.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Umberto Carlo Frangi nació el 6 de agosto de 1892, en Olgiate Comasco, Provincia de Como – Lombardía, Italia. Sus padres fueron Celeste Frangi y Margherita Bernasconi.

De joven se dedicó a la albañilería, oficio que un tío suyo le había comenzado a enseñar a los 9 años de edad.

Al cumplir el servicio militar, fue destinado a África durante la Guerra del ’14. Fue llamado a la movilización y participó en la contienda –también conocida como Gran Guerra o Primera Guerra Mundial-, como zapador del ejército. Alcanzó el grado de “Maresciallo” (Mariscal), el más alto dentro de los suboficiales, en el distrito militar de Como, matrícula 27.100 (22), desde el 27 de febrero de 1914 hasta el 6 de octubre de 1919.

Al culminar el conflicto bélico, retornó a su oficio como albañil, contratado por el gobierno para reconstruir los pueblos que habían sido devastados por el ejército austríaco.

A finales de 1920 fue destinado a Riva del Garda para trabajar en el sistema de cañerías de un grupo de turbinas de una central hidroeléctrica. Habitualmente, los trabajadores se trasladaban al cercano pueblo de Biacesa di Ledro, para comer en la cantina de la familia Marchi. Allí, Umberto conoció a Adriana Marchi (nacida en Biacesa el 11 de octubre de 1897, hija de Adamo Marchi y Alma Duchini), de quien se enamoró perdidamente. En 1921 contrajeron matrimonio y nació el primer hijo de la pareja.

Por su ideología política, afín al socialismo, Umberto fue víctima de la persecución fascista, por lo que decidió emigrar a Buenos Aires, aprovechando que su cuñado, Ferruccio Marchi, poseía una hojalatería.

A fines de 1923, a bordo del vapor “Taormina”, Umberto arribó a la Capital Federal. Un año más tarde, en el vapor “Princesa Mafalda”, llegaron su esposa y su pequeño hijo, Gilberto.

En Buenos Aires nació el segundo hijo del matrimonio, Juan Carlos.

Poco después, Umberto entró a trabajar en la empresa constructora “Pini & Cía.”, del arquitecto Francisco Pini, firma que hacía trabajos para la Iglesia, sobresaliendo -como destaca en su libro “Historia de la arquitectura de Azul” el arquitecto Augusto Rocca-, la parroquia de Santa Inés, en Chacarita, y la iglesia de San Carlos, en Almagro.

            Las dos primeras veces en las que Umberto fue enviado por la empresa desde la Capital a Azul, fue para hacer trabajos de relativa importancia en el Asilo del Buen Pastor. Primero tuvo que reconstruir un tanque de agua rajado; en la segunda ocasión tuvo a su cargo la construcción de lavaderos y galerías con arcos. Finalmente, en 1943, la empresa lo envió como encargado general y capataz para llevar adelante la construcción de la Capilla.

 

La perla azuleña

 

La Capilla conocida por los azuleños como Iglesia del Buen Pastor, es oficialmente denominada Sagrado Corazón de María, como lo atestigua la blanca escultura entronizada en su fachada y la consagración de su Altar Mayor.

El 13 de marzo de 1944, comenzó su construcción, bajo el amparo de Santa Teresita del Niño Jesús, a quien se le encomendó su especial protección. Aquél día, Monseñor César A. Cáneva bendijo el terreno y se colocó la piedra fundamental.

Para la erección del templo hicieron sus aportes económicos: la señora Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta, los veintiún Monasterios del Buen Pastor del país, los de Montevideo (Uruguay) y monseñor Santiago Rava. Pero también la comunidad azuleña realizó diversas y grandes contribuciones.

El proyecto original, que databa de 1919, no satisfacía las expectativas a pesar de que se habían construido algunos muros, por lo cual se solicitó un nuevo proyecto a José Ríos, quien presentó uno en estilo románico lombardo. La construcción se le encomendó a la empresa “Pini y Cía.”, del arquitecto Francisco J. Pini, -que ya había erigido el Asilo-, quedando en la práctica la obra en manos de Umberto Frangi y su hijo Gilberto, maestros de albañilería que trabajaban en la firma. Bajo sus órdenes estuvieron: los oficiales Oscar Vergé, Antonio Belsito, los hermanos Cini (Franco, Emilio y Francisco), N. Scaldaferro, José y Francisco Latrónica y los peones Enrique Tresarrieu, José Dátola, Vicente Duba, Joaquín Canale, Felipe Galtieri, José García y N. Ollé.

 

Exquisita exigencia


El Altar Mayor del templo era doble, con único trono -para la Exposición del Santísimo-, que los unía y estaba ubicado en el centro exacto del presbiterio. Monseñor Cáneva dedicó al que da a la nave del público al Sacratísimo Corazón de Jesús. En el mismo acto, el Altar posterior fue dedicado al Sacratísimo Corazón de María. Ambas dedicaciones poseen sello del Obispado de Azul y la rúbrica del Obispo de la Diócesis.

La construcción del Altar Mayor estuvo a cargo de los Frangi, al igual que su posterior reacondicionamiento, en 1975, tras el Concilio Vaticano II, pero esta vez solo estaban los dos hermanos Gilberto y Juan Carlos (pues Umberto tenía más de 80 años de edad). El armado del mismo demandó numerosas jornadas de trabajo dado el complejo y delicado entramado de las diversas piezas de bellos mármoles que lo conforman.

Como consecuencia de los cambios planteados, el doble Altar fue desplazado hacia atrás (corrido del centro preciso de la cúpula del techo) y aunque se mantuvo el retablo en su sitio original, el posterior fue trasladado hacia el frente, ocupando el espacio que dejara el otro. 

Ocupa el centro del Altar Mayor un Sagrario de bronce labrado (idéntico al que estaba hacia la nave trasera, que fuera preservado por las religiosas, desconociéndose su destino), con las alegorías de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

 

La ciudad que lo enamoró…

 

Umberto no sólo trajo a trabajar a su hijo. Como el trabajo prometía una ardua labor prolongada en el tiempo, y habiéndose encantado con la ciudad y las posibilidades de desarrollo y crecimiento que esta le prometía, en 1944 trajo a su esposa e hijo menor. Así, los Frangi se instalaron definitivamente en Azul.

Años después, Gilberto abrió su propia firma constructora, en la que también trabajaba junto a su progenitor. U

Umberto y sus hijos se convirtieron en auténticos protectores de la obra del Buen Pastor, siendo siempre requeridos para solucionar cualquier inconveniente edilicio que pudiera presentarse.

Amante del ciclismo, Umberto no se perdía ninguna carrera en nuestra ciudad y la zona. Comentaba haber visto correr en su país natal a Luigi Ganna, un notable trepador, famoso pedalista de los Giros de Italia (competición ciclista por etapas de tres semanas de duración, disputada en el mes de mayo en Italia –a veces en otros países limítrofes-, con un recorrido diferente cada año), aunque en verdad era admirador de sus compatriotas Gino Bartali y Fausto Coppi, y en Argentina de Remigio Saavedra, Mario Mathieu y Julio Castellani. Esa pasión hizo que la “Agrupación Azuleña de Ciclismo” denominara, por ejemplo en 1993, un Premio con su nombre.

            Umberto Carlo Frangi falleció en Azul, a los 88 años de edad, el 27 de junio de 1981.

 

 

Umberto Frangi junto a su esposa, Adriana Marchi, ambos italianos que decidieron formar una familia y construir su futuro en Azul. 

 

  

El Altar Mayor del templo era doble, con único trono -para la Exposición del Santísimo-, que los unía y estaba ubicado en el centro exacto del presbiterio. El Obispo dedicó al que da a la nave del público al Sacratísimo Corazón de Jesús y al posterior lo hizo al Sacratísimo Corazón de María.

 

 

El presente artículo es un adelanto exclusivo para “El Tiempo” del libro ‘Yo soy el Buen Pastor’. Breve historia de la Capilla ‘Sagrado Corazón de María’ de Azul”, que Eduardo Agüero Mielhuerry presentará el próximo 9 de noviembre, al cumplirse el 75° aniversario de la inauguración del emblemático templo local.