Desde los cimientos
Antes de casarse, en sociedad con su futuro suegro Martín
Robiz, en la esquina norte de Colón entre 9 de Julio, Adrián
Loustau había fundado el Hotel “De la Paix” o “De
la Paz”, en la década de 1870.En la cuadra que en la actualidad ocupa
el Colegio “Inmaculada Concepción”
estaban: el mencionado local de Loustau, luego seguía hacia mitad de cuadra el
modesto Hotel “Bonne Soupe” o de la “Buena Sopa”, de Marcial
Fortanet (quien promocionaba su local con el nombre tanto en francés
como en español), el Almacén de Ramos Generales de Alejandro Malére (francés,
abuelo del célebre intendente Ernesto María Malére), y en el último tramo de la
cuadra -esquina de Colón y Bolívar-, se hallaba el Instituto de Enseñanza Popular.
Instituto Popular de Enseñanza
En su
obra “Historia
del antiguo pago del Azul” el Dr. Alberto Sarramone rescata las
palabras del hijo de Aquiles Pouyssegur, uno de los
fundadores del “Instituto Popular de Enseñanza” y cuenta:
El
Instituto Popular de Enseñanza surgió por iniciativa de un grupo de vecinos que
se reunieron el 5 de diciembre de 1895, en el “Hotel de la Paz” de
Adrián Loustau. El grupo, conformado mayoritariamente por franceses, contaba
con nombres como: Pedro Maschio, José María Berdiñas, Alejandro Malére, Luciano
Fortabat, Antonio Aztiria, Ruperto Dhers, Juan Darros, Santiago Dieffenbacher,
Leoncio Daugá, Bernardo Naulé, Esteban Louge, José Gil Navarro, Rafael Viñas,
Juan Carlos Ball, Miguel Hournau, Benigno Ramos, Félix Piazza, Santiago
Sanguinetti, Jaime Vilaseca y Velazco, Bernardo Clérice, Juan Nocetti, Enrique
Pol, Floriano Riviére, Ulrico Filippa, Agustín Lafontaine, Emilio Pourtalé y Andrés
Fernández, entre otros tantos.
El
Instituto Popular de Enseñanza comenzó a funcionar en 1896, en el edificio de Colón N° 104 (vieja numeración), esquina oeste
con calle Bolívar, brindando educación primaria y
secundaria con una duración de 5 años en el Colegio Nacional y de 2 años, en el
Comercial. También se daban clases especiales de dibujo. Actuaba como
incorporado del Colegio Nacional de La Plata, llegando a Azul, anualmente, una
comisión evaluadora para tomar los exámenes del nivel secundario.
Para
la constitución del establecimiento, se destacó el activo Aquiles Pouyssegur quien
motivó a un grupo de accionistas del “Banco Comercial del Azul” (que él
mismo había impulsado), para que donara una importante cifra de dinero.
Asimismo, el noble francés fue presidente del Instituto, sucediéndolo
destacados vecinos como el Dr. Ángel Pintos, Ingersoll Brown, Abelardo Cano,
Claudio Troncoso y Reynaldo G. Marín.
Siguiendo una vez más la
investigación del Dr. Sarramone podemos agregar: “El profesor Marín se aleja por algunos años de nuestro medio hasta que
vuelve para hacerse cargo del Colegio Nacional. Aprovechando la visita del
Ministerio de Instrucción Pública, en 1905, a la Escuela Normal la comunidad solicita
que “como elemento de progreso social” se proceda a la fundación de un Colegio
Nacional, sobre la base del instituto que estamos estudiando.”.
Congregación
En 1836, bajo el lema “Dieu
Seul” (Sólo Dios), fundó su propia congregación, la Congregación de las
Hermanas de la Inmaculada Concepción, llamadas corrientemente “Hermanas Azules”.
El reducido número de religiosas
con el que se inició la Congregación, tuvo como sitio para su primera misión
Senegambia, África, donde con gran esfuerzo lograron erigir varios
establecimientos educativos religiosos.
Enferma de cólera, en Castres, el 2
de octubre de 1854, Emilie entregó su alma al Creador. Pero como legado, su
obra comenzó a fructificar en diversos países. A principios del siglo XX, sus
seguidoras viajaron a Latinoamérica, donde fundaron diversas escuelas
religiosas en Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Argentina.
“Hermanas Azules” en el Azul
El 17 de octubre de 1907, llegaron a Azul
diecinueve Hermanas de la Congregación de la Inmaculada Concepción
(habían arribado a Buenos Aires a bordo del “Magallan”
desde Francia, previa escala en Lisboa). Fueron recibidas por María
Gómez de Enciso, presidenta de las “Damas de Caridad del Sagrado Corazón de Jesús”, y el Padre César Antonio Cáneva. Marie Alphonse
Rheit se convirtió en la primera superiora de la casa y a su vez y desde ese
momento, en la primera superiora provincial de Argentina. También llegaron con
ella Sylvie Azais, Saint Emile, Saint Robert, Francois de Borgia, Marcellin y
Clementine, entre otras.
Las Hermanas Azules, con el impulso irrefrenable
del Padre Cáneva y el apoyo incondicional de María Gómez de Enciso, lograron
inaugurar el Colegio Inmaculada Concepción. Las
infatigables religiosas Madre Saint Román, sor María Henriette, sor Antoniette,
sor Adele, sor Phillipine, sor Virginnie, sor Marie Bernard y sor Juliette,
emprendieron la ardua tarea de consolidar el funcionamiento de la Congregación
en Azul, conduciendo como ícono fundamental el Colegio. En su libro “Historia
de la arquitectura de Azul”, el arquitecto Augusto Rocca cuenta:
“Tras
las medidas dictadas por el gobierno francés, que obligaron a las Hermanas de
la Inmaculada de Castres a cerrar sus colegios y obras asistenciales, la
congregación tuvo que emigrar a otros países para continuar su obra. Así fue
como se radicó en España, Italia y en la Argentina.
Una vez aquí, un grupo de Hermanas
Azules, que llegó a Buenos Aires en 1904, fundó el Colegio de la Inmaculada
Concepción de Lomas de Zamora. Entonces, el padre Cáneva escribió a la
congregación en Francia para ofrecer su hospitalidad y convocarlas a trabajar
en Azul. En un principio les ofrecía la dirección del Asilo del Sagrado Corazón
y en 1914 gestionó que se ocuparan de la atención del Hospital Municipal. Fue
así como en 1907 se estableció en Azul un grupo de hermanas de la congregación,
que fundarían el Colegio Inmaculada Concepción de nuestra ciudad. El colegio
abrió sus puertas el 15 de marzo de 1908, en una casa ubicada en Belgrano y
Colón.”.
Una cuadra con mucha historia
Cuando
en 1890 Adrián Loustau mudó su hotel a la vereda este del mismo cruce de calles
(Colón y 9 de Julio) y cambió la denominación por la de “Colón”, el edificio desocupado en la esquina norte pasó a ser
temporalmente el“Hotel de France”con
nuevos dueños. Iniciado el siglo XX, el hotel cerró sus puertas –repitiendo lo
que ya había hecho Marcial Fortanet con el suyo- y Alejandro Malére vendió su
comercio… Apenas se inició la década del ’10, el “Instituto Popular de
Enseñanza” dejó su sede, lo que permitió poco después la llegada del
Colegio de la Inmaculada Concepción.
Todas
las propiedades de la cuadra de calle Colón entre Bolívar y 9 de Julio se
unificaron para dar un lugar acorde a las Hermanas, las alumnas y pupilas. Así
cuenta una vez más el arquitecto Rocca:
“En 1912 se trasladó a la casa que le cediera la familia Pourtalé, que constituyó el embrión del actual edificio del colegio. Unos años después, uno de los miembros de la familia, el joven arquitecto Héctor Pourtalé, junto a su socio, Victorio Lavarello, realizó las reformas necesarias para adaptar la casa a su nueva función y proyectó la capilla. Esta última es de estilo gótico y fue bendecida el 2 de febrero de 1923. Cabe señalar que el altar de la misma fue costeado mediante una suscripción realizada entre alumnas y ex alumnas del colegio.
En
1937, la institución obtuvo la incorporación de la educación secundaria, lo que
generó un gran aumento en el número de alumnas que hizo necesaria la
ampliación y transformación del edificio
original. El colegio funcionaba con alumnas pupilas y medio-pupilas, por tal
motivo, el proyecto no solo debía contemplar aulas y aposentos para las
hermanas sino también habitaciones para las pupilas.
Dicho
proyecto fue encargado a los arquitectos Dhers y Garbarini, quienes concibieron
el edificio tal cual lo vemos hoy, que ocupa aproximadamente media manzana en
la calle Colón entre 9 de Julio y Bolívar. Las obras se desarrollaron en la
década de 1940 y estuvieron a cargo de la empresa ‘Toscano, Lattanzi y
Barbetti’. Inicialmente, en 1943, se construyó el salón de actos y entre 1944 y
1945 se amplió el conjunto edificándose la planta alta.
La
obra es casi simétrica, se desarrolla en dos plantas y está organizada en torno
a dos patios que flanquean la capilla. Las fachadas corren paralelas a las
calles sin más que mínimos adelantamientos a modo de pilastras, que permiten un
seccionamiento muy rudimentario de los frentes. El estilo es un clasicismo
tardío, muy despojado de ornamentación, que se hace apenas reconocible por la
simetría y el entablamento superior.”.
Sucesivamente diversas religiosas continuaron la labor en la comunidad azuleña, destacándose entre ellas la madre Helena que llegó a Azul en 1911, trabajando como maestra de grado, profesora de francés y catequista hasta que fue nombrada Madre Superiora en 1953. Fue ella quien completó la obra del Colegio.
En 1937, la Madre Provincial
Germaine obtuvo la incorporación de la enseñanza secundaria y las alumnas
pudieron así egresar con el tal ansiado título de Maestra Normal Nacional. La
Congregación nombró entonces, a la señorita Vicenta Trapaglia en la Rectoría,
quien con acierto y prudencia cumplió la difícil misión encomendada.
Con la incorporación de la
enseñanza secundaria, la obra empezó a desarrollarse en toda su plenitud. En la
actualidad, ya no hay una comunidad religiosa establecida en el lugar. Sin
embargo, el Colegio sigue en pleno funcionamiento.