sábado, 19 de julio de 2025

Historias de Francia al Azul: DESDE LOS CIMIENTOS

                                                         Desde los cimientos

 

Antes de casarse, en sociedad con su futuro suegro Martín Robiz, en la esquina norte de Colón entre 9 de Julio, Adrián Loustau había fundado el Hotel “De la Paix” o “De la Paz”, en la década de 1870.En la cuadra que en la actualidad ocupa el Colegio “Inmaculada Concepción” estaban: el mencionado local de Loustau, luego seguía hacia mitad de cuadra el modesto Hotel “Bonne Soupe” o de la “Buena Sopa”, de Marcial Fortanet (quien promocionaba su local con el nombre tanto en francés como en español), el Almacén de Ramos Generales de Alejandro Malére (francés, abuelo del célebre intendente Ernesto María Malére), y en el último tramo de la cuadra -esquina de Colón y Bolívar-, se hallaba el Instituto de Enseñanza Popular.

          

Instituto Popular de Enseñanza

  

            En su obra “Historia del antiguo pago del Azul” el Dr. Alberto Sarramone rescata las palabras del hijo de Aquiles Pouyssegur, uno de los fundadores del “Instituto Popular de Enseñanza” y cuenta:

             “La idea original –decía Hipólito Pouyssegur- era crear un Liceo, como los de Francia, orientado en el sentido científico para que las inteligencias nacientes pudieran primero comprender la región y luego servirla en la solución de sus problemas; se quería, en suma, hacer dedicaciones reales, y no lo que es por desgracia, aún hoy la instrucción, mera capacidad de acopio retórico… Históricamente para el Azul, demuestra una época de energía, de optimismo, de generosidad. Un noble deseo de no ser amparados por el Estado.”

           

            El Instituto Popular de Enseñanza surgió por iniciativa de un grupo de vecinos que se reunieron el 5 de diciembre de 1895, en el “Hotel de la Paz” de Adrián Loustau. El grupo, conformado mayoritariamente por franceses, contaba con nombres como: Pedro Maschio, José María Berdiñas, Alejandro Malére, Luciano Fortabat, Antonio Aztiria, Ruperto Dhers, Juan Darros, Santiago Dieffenbacher, Leoncio Daugá, Bernardo Naulé, Esteban Louge, José Gil Navarro, Rafael Viñas, Juan Carlos Ball, Miguel Hournau, Benigno Ramos, Félix Piazza, Santiago Sanguinetti, Jaime Vilaseca y Velazco, Bernardo Clérice, Juan Nocetti, Enrique Pol, Floriano Riviére, Ulrico Filippa, Agustín Lafontaine, Emilio Pourtalé y Andrés Fernández, entre otros tantos.

            El Instituto Popular de Enseñanza comenzó a funcionar en 1896, en el edificio de Colón N° 104 (vieja numeración), esquina oeste con calle Bolívar, brindando educación primaria y secundaria con una duración de 5 años en el Colegio Nacional y de 2 años, en el Comercial. También se daban clases especiales de dibujo. Actuaba como incorporado del Colegio Nacional de La Plata, llegando a Azul, anualmente, una comisión evaluadora para tomar los exámenes del nivel secundario.

            Para la constitución del establecimiento, se destacó el activo Aquiles Pouyssegur quien motivó a un grupo de accionistas del “Banco Comercial del Azul” (que él mismo había impulsado), para que donara una importante cifra de dinero. Asimismo, el noble francés fue presidente del Instituto, sucediéndolo destacados vecinos como el Dr. Ángel Pintos, Ingersoll Brown, Abelardo Cano, Claudio Troncoso y Reynaldo G. Marín.

Siguiendo una vez más la investigación del Dr. Sarramone podemos agregar: “El profesor Marín se aleja por algunos años de nuestro medio hasta que vuelve para hacerse cargo del Colegio Nacional. Aprovechando la visita del Ministerio de Instrucción Pública, en 1905, a la Escuela Normal la comunidad solicita que “como elemento de progreso social” se proceda a la fundación de un Colegio Nacional, sobre la base del instituto que estamos estudiando.”.

  

Congregación

            Emilie de Villeneuve (1811-1854), nieta del conde de Villeneuve, fue una religiosa católica francesa que fundó su propia congregación, la que se estableció en muchas partes de África y América Latina. Impulsada por su vocación de servicio y gran amor por el prójimo, Emilie tuvo numerosas entrevistas con el Padre Le Blanc porque quería ingresar a la Orden de las Hermanas de San Vicente Paul Castres. Sin embargo, ante la imposibilidad de hacerlo, comprendió que Dios le pedía que fundara una congregación, la cual debía tener el color azul como característico.

En 1836, bajo el lema “Dieu Seul” (Sólo Dios), fundó su propia congregación, la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, llamadas corrientemente “Hermanas Azules”.

El reducido número de religiosas con el que se inició la Congregación, tuvo como sitio para su primera misión Senegambia, África, donde con gran esfuerzo lograron erigir varios establecimientos educativos religiosos.

Enferma de cólera, en Castres, el 2 de octubre de 1854, Emilie entregó su alma al Creador. Pero como legado, su obra comenzó a fructificar en diversos países. A principios del siglo XX, sus seguidoras viajaron a Latinoamérica, donde fundaron diversas escuelas religiosas en Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Argentina.

  

“Hermanas Azules” en el Azul


El 17 de octubre de 1907, llegaron a Azul diecinueve Hermanas de la Congregación de la Inmaculada Concepción (habían arribado a Buenos Aires a bordo del “Magallan” desde Francia, previa escala en Lisboa). Fueron recibidas por María Gómez de Enciso, presidenta de las “Damas de Caridad del Sagrado Corazón de Jesús”, y el Padre César Antonio Cáneva. Marie Alphonse Rheit se convirtió en la primera superiora de la casa y a su vez y desde ese momento, en la primera superiora provincial de Argentina. También llegaron con ella Sylvie Azais, Saint Emile, Saint Robert, Francois de Borgia, Marcellin y Clementine, entre otras.

Las  Hermanas Azules, con el impulso irrefrenable del Padre Cáneva y el apoyo incondicional de María Gómez de Enciso, lograron inaugurar el Colegio Inmaculada Concepción. Las infatigables religiosas Madre Saint Román, sor María Henriette, sor Antoniette, sor Adele, sor Phillipine, sor Virginnie, sor Marie Bernard y sor Juliette, emprendieron la ardua tarea de consolidar el funcionamiento de la Congregación en Azul, conduciendo como ícono fundamental el Colegio. En su libro “Historia de la arquitectura de Azul”, el arquitecto Augusto Rocca cuenta:

“Tras las medidas dictadas por el gobierno francés, que obligaron a las Hermanas de la Inmaculada de Castres a cerrar sus colegios y obras asistenciales, la congregación tuvo que emigrar a otros países para continuar su obra. Así fue como se radicó en España, Italia y en la Argentina.

            Una vez aquí, un grupo de Hermanas Azules, que llegó a Buenos Aires en 1904, fundó el Colegio de la Inmaculada Concepción de Lomas de Zamora. Entonces, el padre Cáneva escribió a la congregación en Francia para ofrecer su hospitalidad y convocarlas a trabajar en Azul. En un principio les ofrecía la dirección del Asilo del Sagrado Corazón y en 1914 gestionó que se ocuparan de la atención del Hospital Municipal. Fue así como en 1907 se estableció en Azul un grupo de hermanas de la congregación, que fundarían el Colegio Inmaculada Concepción de nuestra ciudad. El colegio abrió sus puertas el 15 de marzo de 1908, en una casa ubicada en Belgrano y Colón.”.

           Efectivamente, las religiosas se instalaron en una de las tres casas Art Nouveau de la esquina este del cruce de las calles Colón y Belgrano, que en 1906 había construido Andrés Ginocchio.

  

Una cuadra con mucha historia

     

            Cuando en 1890 Adrián Loustau mudó su hotel a la vereda este del mismo cruce de calles (Colón y 9 de Julio) y cambió la denominación por la de “Colón”, el edificio desocupado en la esquina norte pasó a ser temporalmente el“Hotel de France”con nuevos dueños. Iniciado el siglo XX, el hotel cerró sus puertas –repitiendo lo que ya había hecho Marcial Fortanet con el suyo- y Alejandro Malére vendió su comercio… Apenas se inició la década del ’10, el “Instituto Popular de Enseñanza” dejó su sede, lo que permitió poco después la llegada del Colegio de la Inmaculada Concepción.

            Todas las propiedades de la cuadra de calle Colón entre Bolívar y 9 de Julio se unificaron para dar un lugar acorde a las Hermanas, las alumnas y pupilas. Así cuenta una vez más el arquitecto Rocca:

“En 1912 se trasladó a la casa que le cediera la familia Pourtalé, que constituyó el embrión del actual edificio del colegio. Unos años después, uno de los miembros de la familia, el joven arquitecto Héctor Pourtalé, junto a su socio, Victorio Lavarello, realizó las reformas necesarias para adaptar la casa a su nueva función y proyectó la capilla. Esta última  es de estilo gótico y fue bendecida el 2 de febrero de 1923. Cabe señalar que el altar de la misma fue costeado mediante una suscripción realizada entre alumnas y ex alumnas del colegio.

En 1937, la institución obtuvo la incorporación de la educación secundaria, lo que generó un gran aumento en el número de alumnas que hizo necesaria la ampliación  y transformación del edificio original. El colegio funcionaba con alumnas pupilas y medio-pupilas, por tal motivo, el proyecto no solo debía contemplar aulas y aposentos para las hermanas sino también habitaciones para las pupilas.

Dicho proyecto fue encargado a los arquitectos Dhers y Garbarini, quienes concibieron el edificio tal cual lo vemos hoy, que ocupa aproximadamente media manzana en la calle Colón entre 9 de Julio y Bolívar. Las obras se desarrollaron en la década de 1940 y estuvieron a cargo de la empresa ‘Toscano, Lattanzi y Barbetti’. Inicialmente, en 1943, se construyó el salón de actos y entre 1944 y 1945 se amplió el conjunto edificándose la planta alta.

La obra es casi simétrica, se desarrolla en dos plantas y está organizada en torno a dos patios que flanquean la capilla. Las fachadas corren paralelas a las calles sin más que mínimos adelantamientos a modo de pilastras, que permiten un seccionamiento muy rudimentario de los frentes. El estilo es un clasicismo tardío, muy despojado de ornamentación, que se hace apenas reconocible por la simetría y el entablamento superior.”.

Sucesivamente diversas religiosas continuaron la labor en la comunidad azuleña, destacándose entre ellas la madre Helena que llegó a Azul en 1911, trabajando como maestra de grado, profesora de francés y catequista hasta que fue nombrada Madre Superiora en 1953. Fue ella quien completó la obra del Colegio.

En 1937, la Madre Provincial Germaine obtuvo la incorporación de la enseñanza secundaria y las alumnas pudieron así egresar con el tal ansiado título de Maestra Normal Nacional. La Congregación nombró entonces, a la señorita Vicenta Trapaglia en la Rectoría, quien con acierto y prudencia cumplió la difícil misión encomendada.

Con la incorporación de la enseñanza secundaria, la obra empezó a desarrollarse en toda su plenitud. En la actualidad, ya no hay una comunidad religiosa establecida en el lugar. Sin embargo, el Colegio sigue en pleno funcionamiento.

 


Esquina de Colón y Bolívar. Hacia el fondo de la cuadra pueden apreciarse los diferentes edificios de la época.