lunes, 20 de julio de 2020

Amigos son los amigos

Amigos son los amigos


Manuel Castellár y el general Francisco Leyría mantuvieron una estrecha amistad durante toda su vida. Tras la muerte del destacado militar, Castellár, que se desempeñaba por entonces como Intendente Municipal, impulsó la imposición del nombre del General a la calle Dolores. Años más tarde, tras el fallecimiento del célebre Jefe Cominal, la arteria Bahía Blanca fue rebautizada y así ambas calles paralelas desde entonces llevan los nombres de dos grandes amigos…


Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Francisco Leyría tuvo una exquisita vida social en la cual habitualmente su hogar (esquina norte de Alvear e Yrigoyen), se constituía en un atractivo centro de destacadas reuniones de la alta sociedad. Tenía una gran predilección por la música y eso lo llevó a establecer un estrecho vínculo con el que fuera conocido como el “decano de los guitarristas”, el artista Juan Alais (1844-1914).
Asimismo, dentro del mundo de intelectuales con el que solía mantener amplias charlas sobre los más variados temas, se destacaba como amigo personal el brillante santafesino Estanislao Severo Zeballos, por quien tenía un especial afecto.
También es importante agregar la estrecha afición que mantenía con el maestro y periodista Paulino Rodríguez Ocón, con quien más allá de la relación laboral que los unió en un principio, con el correr de los años mantuvieron un excelente vínculo.
En el mismo sentido, dentro de las fuerzas armadas y la política cosechó la amistad de dos personalidades sumamente destacadas como el general Ignacio Rivas y el que fuera el más progresista de los Intendentes del Azul de la primera mitad del siglo XX, el señor Manuel Castellár.


El General


Francisco Leyría había nacido el 4 de octubre de 1845 en la ciudad de Córdoba. Sus padres fueron Juan Francisco Leyría y Cayetana Camelo.
En 1861 ingresó como soldado al Batallón N° 3 de Infantería de Línea con asiento en el Fortín (hoy Río Cuarto). El 4 de marzo de 1862 fue promovido a subteniente y destinado por primera vez a Azul.
En 1865, iniciada la Guerra del Paraguay, fue trasladado a la provincia de Corrientes con el grado de Teniente 1°. Participó de la reconquista de la ciudad de Corrientes combatiendo luego en Yatay, Uruguayana, Pasaje de Paso de la Patria, Itapirú, Estero Bellaco, Tuyutí y YataytíCorá.
Intervino en el pasaje del campamento de Tuyutí a Tuyú-Cue en 1867, en Paso Pacú y en el segundo combate de Tuyutí en el mismo año. En 1868 fue promovido a sargento mayor graduado. Pasó luego al frente del Chaco participando en varios combates, entre ellos Humaitá, La Laguna y La Península.
En marzo de 1870, bajo las órdenes del general Ignacio Rivas, marchó a combatir la rebelión de los partidarios de López Jordán en la provincia de Entre Ríos. Intervino en El Tala y participó de la victoria de Santa Rosa. De regreso al frente marchó contra Gualeguaychú amenazada nuevamente por los revolucionarios consiguiendo derrotarlos.
Con esmero, propició los medios para lograr la instalación del Batallón 2 de Ingenieros en Azul.
Comandó una columna en la batalla de San Carlos, compuesta mayormente por “indios amigos”, entre ellos varias lanzas de Catriel, venciendo al temible Calfucurá.
Fue nombrado jefe del Regimiento 9 de Caballería de Línea, asentado en la frontera. Luego, participó en la marcha hasta Salinas Grandes y se dedicó a perseguir a la indiada.
El 25 de enero de 1873 fue nombrado Teniente Coronel efectivo y con ese grado participó de la Revolución del ’74. Fracasado el movimiento y retirado del ejército, se dedicó al comercio, agricultura y ganadería en Azul, actuando como “voluntario” en las milicias con el general Zacarías Supisiche, persiguiendo a los indígenas y recuperando numerosos arreos.
A fines de 1877  se reincorporó al ejército. Así como varios azuleños, participó de la “Conquista del Desierto”, acompañando como ayudante de campo al general Julio Argentino Roca. Luego, volvió a radicarse en Azul.
Iniciada la Revolución del ’80, a pesar de que Leyría había pertenecido a las fuerzas nacionales, adhirió a los rebeldes apoyando a Carlos Tejedor. Puede considerarse el último episodio de las guerras civiles que pusieron en pugna a las provincias argentinas con Buenos Aires. El enfrentamiento se saldó con cruentas luchas que culminaron con la derrota de la Provincia, la ciudad convertida en territorio federal y el inició de la larga hegemonía de Julio Argentino Roca en la política argentina.
Entre muchos otros, el 14 de noviembre de 1880, Francisco Leyría fue uno de los fundadores del pronto afamado “Club Unión”. Se hallaba ubicado en la calle Alsina (actual Yrigoyen), entre Buenos Aires (De Paula) y Burgos, en el actualmente en desuso ex Club Social.
Francisco tuvo una casa de remates de hacienda frente a la Plaza central. Y desde allí fue donde cultivó su profunda amistad con Manuel Castellár.
Junto a Paulino Rodríguez Ocón, realizó diversas tramitaciones en el Ministerio de Instrucción Pública para que se construyera la Escuela Normal Mixta. En idéntico sentido, la misma dupla se interesó por la sanción de la ley para la creación del Colegio Nacional local, aunque su concreción sería muy posterior a los pedidos.
En 1888 nuestro destacado militar fue promovido a Coronel.
Ante el fallecimiento de su esposa, Justina Leal, Francisco cayó preso de una dura depresión.
Volcado nuevamente al Ejército, fue jefe del Regimiento 11 de Caballería de Línea. En la Capital Federal, participó activamente contra la Revolución del ’90. Poco después fue ascendido a General de Brigada.
            En 1895, como parte de una extensa estructura de stands de tiro al blanco creada en el país para enseñar a la ciudadanía el manejo de armas de fuego, se creó en Azul el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”, núcleo fundacional del actual “Tiro Federal”.        El 28 de febrero de aquel año, la Comisión Directiva de la Institución, nombró a los generales Francisco Leyría y Zacarías Suspisiche como representantes del Centro ante las autoridades militares para gestionar armas e instructores “así como el establecimiento de un polígono de tiro para la instrucción de la guardia nacional”.
Dentro de los primeros partícipes de esta institución, que con el paso del tiempo logrará arraigarse férreamente en la comunidad, se destacaron Manuel Castellár y Paulino Rodríguez Ocón.
Después de un discreto noviazgo, en segundas nupcias, Francisco Leyría contrajo matrimonio en 1908 con la alemana Ana María Recklinger.
En la formación del Centenario de la Revolución de Mayo, Leyría fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la División Especial de los Institutos Militares, y desempeñando tal función formó parte del desfile cívico-militar en la Capital Federal. La misma fue su última aparición pública…
A los 65 años, en plena madrugada, Francisco Leyría falleció en Buenos Aires el 11 de septiembre de 1911. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y luego trasladado al Cementerio de la Chacarita.


El Señor Intendente


Manuel Castellár nació en Azul el 18 de agosto de 1859. Sus padres fueron don Miguel Castellár y Eufemia Bazante.
Desde joven Manuel se dedicó a las actividades rurales, consolidándose entre los productores ganaderos y entabló una estrecha amistad con dos personalidades destacadas: por un lado, con Francisco Leyría, quien poseía una casa de remates frente a la Plaza Colón (actual Plaza San Martín), en la esquina de las calles Burgos y Alsina (actual Hipólito Yrigoyen); y por otra parte, con el joven maestro y futuro periodista Paulino Rodríguez Ocón, quien a su vez se desempeñaba primeramente como dependiente y luego Gerente de la Casa de Leyría.
Procedente de una cuna mitrista por excelencia, Manuel Castellár comenzó a participar en la vida política de Azul. Formó parte de la “Unión Cívica”, donde compartió filas con Rodríguez Ocón entre otros. Desde entonces, su actuación política lo fue conduciendo y posicionando como referente.
Contrajo matrimonio el 2 de septiembre de 1885 con Bernardina Rodríguez. La pareja tuvo once hijos: Ángel Cándido, Eufemia, Miguel, Rosalía, Manuel, Concepción, María Luisa, Roberto, Emilio, Rodolfo y Angélica.
El 16 de enero de 1888, fue elegido para integrar el Concejo Deliberante, convirtiéndose en vicepresidente del cuerpo. Un año más tarde, Castellár participó de la reunión de socios fundadores del Banco Comercial del Azul.
La “Casa Brid y Castellár” surgió en el año 1894, entrando como puntos principales del programa de dicha razón social las transacciones de hacienda y campos en venta privada, la administración de establecimientos rurales, y comisiones y corretajes en general. En el mismo año, el martillero Castellár comenzó a dar remates de hacienda particulares en los corrales de la Sociedad Rural de Azul
En 1895, el señor Alejandro Brid se retiró de la Casa para atender personalmente su establecimiento ganadero del Azul. Un año más tarde, “Casa Castellár”, fue ensanchando el radio de acción de sus operaciones de acuerdo con la importancia de los negocios en que era llamada a intervenir, y empezó a dedicarse a la venta de haciendas en remate.
La Casa tuvo sedes en Azul, Capital Federal, Coronel Suárez, Laprida, Coronel Pringles, Tandil, General Lamadrid, Olavarría y Rocha. Y editaba la “Revista Ganadera”, donde informaba a toda su amplia clientela y a la región sobre las transacciones realizadas y las que estaban proyectadas en lo venidero.
Integró el “Partido Popular” y el 7 de abril de 1911 asumió como Intendente. Médicos, abogados, comerciantes, periodistas y productores agropecuarios, entre otros, daban cuerpo a un Poder Ejecutivo de ideologías “conservadoras intermedias”, que tenía como destino marcado constituirse en la única salida válida ante tanto descontrol y desequilibrio en la administración y la economía municipal.
Con el respaldo en conjunto del Ministerio de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires, el Intendente proyectó un ambicioso plan de trabajo que pretendía una mejora sustancial del Azul de sus amores.
Fue el ejecutor del Mercado Municipal –ubicado en la esquina este de 25 de Mayo y San Martín-, proyectado por el ingeniero Domingo Selva y planificado durante la administración del intendente Federico Urioste, el cual era “cómodo y estético” y “no monumental”. A cargo de la obra estuvieron los señores Zone y Brumana.
En lo que respecta al Hospital Municipal, la administración de Castellár planteó la construcción de un tercer pabellón que oficiase de conector entre los dos existentes. Asimismo proyectó y concretó obras para alcanzar un espacio más que óptimo para la atención de los pacientes.
Dentro del amplio abanico de obras viales que se ejecutaron en la ciudad y el partido de Azul, que incluyó el arreglo del camino hacia el puente del “Paso del Cura”, es decir, la actual Avenida Juan José Mujica; la construcción de grandes terraplenes y reparaciones en el Camino a Tandil, puentes sobre el arroyo La Corina y otro sobre Las Cortaderas; reparaciones de caminos en Cacharí, Parish, Shaw, Benito Juárez y el camino a Siempre Amigos, entre otros; asimismo se obtuvo por parte del Ministerio la construcción de un puente sobre el Arroyo Azul en la terminal de la Av. Humberto I y el ensanche y reparación del puente sobre la calle San Martín.
Los trabajos mencionados trajeron aparejado el comienzo de otro plan de obras que se desarrolló en varias etapas mediante el impulso de las sucesivas administraciones municipales: “El paseo de la ribera”, el que en la actualidad conocemos como Costanera Cacique Cipriano Catriel.
También le encomendó al ingeniero Jorge E. Bosh, la proyección y el trazado de un futuro parque, teniendo como punto de partida la Plaza General Rivas, adelantándose casi ocho años a la obra real que se materializaría en octubre de 1918 con la inauguración del Parque Municipal.
Alguna vez, don Manuel escribió: “No aspiro al aplauso de mis amigos que mucho me halaga y mucho estimo, sino entrego mis actos a la justicia de los hombres. En cuanto me es personal, tengo la altísima satisfacción de haber aportado al progreso y bienestar de mi pueblo…”.
A los 65 años, el sábado 24 de enero de 1925, Manuel Castellár falleció en su hogar de la Capital Federal. Sus restos fueron trasladados a la bóveda familiar del Cementerio Central de Azul.


Las calles que recuerdan la amistad


A través de la Ordenanza N° 659 del 23 de septiembre de 1911, aprobada por el Concejo Deliberante de Azul, pero impulsada por el intendente Castellár, se dispuso: “Considerando, que los servicios prestados por el benemérito general de la Nación don Francisco Leyría, a la cultura y el progreso azuleños, desde sus luchas con el salvaje hasta nuestros días, han ligado su nombre a la historia del Azul, siendo un deber de las autoridades rendir justo y merecido homenaje a los buenos servidores, el Concejo Deliberante acuerda y resuelve: Art I: Desígnase con el nombre de “General Francisco Leyría” a la actual calle Dolores.”

Poco más de un año después del fallecimiento del reconocido Manuel Castellár, el intendente Juan José Mujica promulgó la Ordenanza N° 812 del 3 de julio de 1926, a través de la cual le impuso el nombre de Intendente Manuel Castellár a la otrora calle Bahía Blanca, en homenaje al laborioso ex mandatario.



 Francisco Leyría y Manuel Castellár, dos amigos con historia...