Amigos son los amigos
Manuel Castellár y el general Francisco
Leyría mantuvieron una estrecha amistad durante toda su vida. Tras la muerte
del destacado militar, Castellár, que se desempeñaba por entonces como
Intendente Municipal, impulsó la imposición del nombre del General a la calle
Dolores. Años más tarde, tras el fallecimiento del célebre Jefe Cominal, la
arteria Bahía Blanca fue rebautizada y así ambas calles paralelas desde
entonces llevan los nombres de dos grandes amigos…
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Francisco
Leyría tuvo una exquisita vida social en la
cual habitualmente su hogar (esquina norte de Alvear e Yrigoyen), se constituía
en un atractivo centro de destacadas reuniones de la alta sociedad. Tenía una
gran predilección por la música y eso lo llevó a establecer un estrecho vínculo
con el que fuera conocido como el “decano
de los guitarristas”, el artista Juan Alais (1844-1914).
Asimismo,
dentro del mundo de intelectuales con el que solía mantener amplias charlas
sobre los más variados temas, se destacaba como amigo personal el brillante
santafesino Estanislao Severo Zeballos, por quien tenía un especial afecto.
También es
importante agregar la estrecha afición que mantenía con el maestro y periodista
Paulino
Rodríguez Ocón, con quien más allá de la relación laboral que los unió
en un principio, con el correr de los años mantuvieron un excelente vínculo.
En el mismo
sentido, dentro de las fuerzas armadas y la política cosechó la amistad de dos
personalidades sumamente destacadas como el general Ignacio Rivas y el que
fuera el más progresista de los Intendentes del Azul de la primera mitad del
siglo XX, el señor Manuel Castellár.
El General
Francisco Leyría
había nacido el 4 de octubre de 1845 en la ciudad de Córdoba. Sus padres fueron
Juan Francisco Leyría y Cayetana Camelo.
En 1861 ingresó como soldado al Batallón
N° 3 de Infantería de Línea con asiento en el Fortín (hoy Río Cuarto). El 4 de
marzo de 1862 fue promovido a subteniente y destinado por primera vez a Azul.
En 1865, iniciada la Guerra
del Paraguay, fue trasladado a la provincia de Corrientes con el grado
de Teniente 1°. Participó de la reconquista de la ciudad de Corrientes
combatiendo luego en Yatay, Uruguayana, Pasaje de Paso de la Patria, Itapirú,
Estero Bellaco, Tuyutí y YataytíCorá.
Intervino en el pasaje del campamento de
Tuyutí a Tuyú-Cue en 1867, en Paso Pacú y en el segundo combate de Tuyutí en el
mismo año. En 1868 fue promovido a sargento mayor graduado. Pasó luego al
frente del Chaco participando en varios combates, entre ellos Humaitá, La
Laguna y La Península.
En marzo de 1870, bajo las órdenes del
general Ignacio Rivas, marchó a combatir la rebelión de los partidarios
de López
Jordán en la provincia de Entre Ríos. Intervino en El Tala y participó
de la victoria de Santa Rosa. De regreso al frente marchó contra Gualeguaychú
amenazada nuevamente por los revolucionarios consiguiendo derrotarlos.
Con esmero, propició los medios para
lograr la instalación del Batallón 2 de Ingenieros en Azul.
Comandó una columna en la batalla de San
Carlos, compuesta mayormente por “indios amigos”, entre ellos varias
lanzas de Catriel, venciendo al temible Calfucurá.
Fue nombrado jefe del Regimiento
9 de Caballería de Línea, asentado en la frontera. Luego, participó en
la marcha hasta Salinas Grandes y se dedicó a perseguir a la indiada.
El 25 de enero de 1873 fue nombrado
Teniente Coronel efectivo y con ese grado participó de la Revolución del ’74.
Fracasado el movimiento y retirado del ejército, se dedicó al comercio,
agricultura y ganadería en Azul, actuando como “voluntario” en las milicias con el general Zacarías Supisiche,
persiguiendo a los indígenas y recuperando numerosos arreos.
A fines de 1877 se reincorporó al ejército. Así como varios azuleños,
participó de la “Conquista del Desierto”, acompañando como ayudante de campo al
general Julio Argentino Roca. Luego, volvió a radicarse en Azul.
Iniciada la Revolución del ’80, a pesar
de que Leyría había pertenecido a las fuerzas nacionales, adhirió a los
rebeldes apoyando a Carlos Tejedor. Puede considerarse el último episodio de las guerras civiles que pusieron en pugna a las
provincias argentinas con Buenos Aires. El enfrentamiento se saldó con cruentas
luchas que culminaron con la derrota de la Provincia, la ciudad convertida en
territorio federal y el inició de la larga hegemonía de Julio Argentino Roca en
la política argentina.
Entre muchos otros, el 14 de noviembre de 1880,
Francisco Leyría fue uno de los fundadores del pronto afamado “Club
Unión”. Se hallaba ubicado en la calle Alsina (actual Yrigoyen), entre
Buenos Aires (De Paula) y Burgos, en el actualmente en desuso ex Club Social.
Francisco tuvo una casa de remates de hacienda frente
a la Plaza central. Y desde allí fue donde cultivó su profunda amistad con Manuel
Castellár.
Junto a Paulino Rodríguez Ocón, realizó diversas
tramitaciones en el Ministerio de Instrucción Pública para que se construyera
la Escuela
Normal Mixta. En idéntico sentido, la misma dupla se interesó por la
sanción de la ley para la creación del Colegio Nacional local, aunque su
concreción sería muy posterior a los pedidos.
En 1888 nuestro destacado militar fue
promovido a Coronel.
Ante el fallecimiento de su esposa, Justina
Leal, Francisco cayó preso de una dura depresión.
Volcado nuevamente al Ejército, fue jefe
del Regimiento 11 de Caballería de Línea. En la Capital Federal, participó
activamente contra la Revolución del ’90. Poco después fue
ascendido a General de Brigada.
En 1895, como parte de una extensa
estructura de stands de tiro al blanco creada en el país para enseñar a la
ciudadanía el manejo de armas de fuego, se creó en Azul el “Centro de Instrucción Militar y
Tiro al Blanco”, núcleo fundacional del actual “Tiro Federal”. El 28 de febrero de aquel año, la
Comisión Directiva de la Institución, nombró a los generales Francisco Leyría y
Zacarías Suspisiche como representantes del Centro ante las autoridades
militares para gestionar armas e instructores “así como el establecimiento de un polígono de tiro para la instrucción
de la guardia nacional”.
Dentro de los primeros partícipes de
esta institución, que con el paso del tiempo logrará arraigarse férreamente en
la comunidad, se destacaron Manuel Castellár y Paulino Rodríguez Ocón.
Después de un discreto noviazgo, en
segundas nupcias, Francisco Leyría contrajo matrimonio en 1908 con la alemana Ana
María Recklinger.
En la formación del Centenario de la
Revolución de Mayo, Leyría fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la División Especial
de los Institutos Militares, y desempeñando tal función formó parte del
desfile cívico-militar en la Capital Federal. La misma fue su última aparición
pública…
A los 65 años, en plena madrugada,
Francisco Leyría falleció en Buenos Aires el 11 de septiembre de 1911.
Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y luego trasladado al Cementerio
de la Chacarita.
El Señor Intendente
Manuel Castellár nació en Azul
el 18
de agosto de 1859. Sus padres fueron don Miguel Castellár y Eufemia
Bazante.
Desde joven Manuel se dedicó a las actividades rurales, consolidándose
entre los productores ganaderos y entabló una estrecha amistad con dos
personalidades destacadas: por un lado, con Francisco Leyría, quien
poseía una casa de remates frente a la Plaza Colón (actual Plaza San Martín),
en la esquina de las calles Burgos y Alsina (actual Hipólito Yrigoyen); y por
otra parte, con el joven maestro y futuro periodista Paulino Rodríguez Ocón,
quien a su vez se desempeñaba primeramente como dependiente y luego Gerente de
la Casa de Leyría.
Procedente de una cuna mitrista por excelencia, Manuel Castellár comenzó
a participar en la vida política de Azul. Formó parte de la “Unión
Cívica”, donde compartió filas con Rodríguez Ocón entre otros. Desde
entonces, su actuación política lo fue conduciendo y posicionando como
referente.
Contrajo matrimonio el 2 de septiembre de 1885 con Bernardina Rodríguez. La
pareja tuvo once hijos: Ángel Cándido, Eufemia, Miguel, Rosalía, Manuel,
Concepción, María Luisa, Roberto, Emilio, Rodolfo y Angélica.
El 16 de enero de 1888, fue elegido para integrar el Concejo
Deliberante, convirtiéndose en vicepresidente del cuerpo. Un año más tarde,
Castellár participó de la reunión de socios fundadores del Banco Comercial del Azul.
La “Casa Brid y Castellár” surgió en el año 1894, entrando como
puntos principales del programa de dicha razón social las transacciones de
hacienda y campos en venta privada, la administración de establecimientos
rurales, y comisiones y corretajes en general. En el mismo año, el martillero
Castellár comenzó a dar remates de hacienda particulares en los corrales de la Sociedad
Rural de Azul.
En 1895, el señor Alejandro Brid se retiró de la Casa para atender
personalmente su establecimiento ganadero del Azul. Un año más tarde, “Casa
Castellár”, fue ensanchando el radio de acción de sus operaciones de
acuerdo con la importancia de los negocios en que era llamada a intervenir, y
empezó a dedicarse a la venta de haciendas en remate.
La Casa tuvo sedes en Azul, Capital Federal, Coronel
Suárez, Laprida, Coronel Pringles, Tandil,
General
Lamadrid, Olavarría y Rocha. Y editaba la “Revista
Ganadera”, donde informaba a toda su amplia clientela y a la región
sobre las transacciones realizadas y las que estaban proyectadas en lo
venidero.
Integró el “Partido Popular” y el 7 de abril de 1911 asumió como Intendente.
Médicos, abogados, comerciantes, periodistas y productores agropecuarios, entre
otros, daban cuerpo a un Poder Ejecutivo de ideologías “conservadoras intermedias”, que tenía como destino marcado
constituirse en la única salida válida ante tanto descontrol y desequilibrio en
la administración y la economía municipal.
Con el respaldo en conjunto del Ministerio de Obras Públicas de la
provincia de Buenos Aires, el Intendente proyectó un ambicioso plan de trabajo que
pretendía una mejora sustancial del Azul de sus amores.
Fue el ejecutor del Mercado Municipal –ubicado en la
esquina este de 25 de Mayo y San Martín-, proyectado por el ingeniero Domingo
Selva y planificado durante la administración del intendente Federico Urioste,
el cual era “cómodo y estético” y “no monumental”. A cargo de la obra
estuvieron los señores Zone y Brumana.
En lo que respecta al Hospital Municipal, la
administración de Castellár planteó la construcción de un tercer pabellón que
oficiase de conector entre los dos existentes. Asimismo proyectó y concretó obras
para alcanzar un espacio más que óptimo para la atención de los pacientes.
Dentro del amplio abanico de obras viales que se ejecutaron en la ciudad
y el partido de Azul, que incluyó el arreglo del camino hacia el puente del “Paso
del Cura”, es decir, la actual Avenida Juan José Mujica; la
construcción de grandes terraplenes y reparaciones en el Camino a Tandil,
puentes sobre el arroyo La Corina y otro sobre Las Cortaderas; reparaciones de
caminos en Cacharí, Parish, Shaw, Benito Juárez y el camino a Siempre Amigos,
entre otros; asimismo se obtuvo por parte del Ministerio la construcción de un
puente sobre el Arroyo Azul en la terminal de la Av. Humberto I y el ensanche y
reparación del puente sobre la calle San Martín.
Los trabajos mencionados trajeron aparejado el comienzo de otro plan de
obras que se desarrolló en varias etapas mediante el impulso de las sucesivas
administraciones municipales: “El paseo de la ribera”, el que en
la actualidad conocemos como Costanera Cacique Cipriano Catriel.
También le encomendó al ingeniero Jorge E. Bosh, la proyección y el
trazado de un futuro parque, teniendo como punto de partida la Plaza General
Rivas, adelantándose casi ocho años a la obra real que se materializaría en
octubre de 1918 con la inauguración del Parque Municipal.
Alguna vez, don Manuel escribió: “No
aspiro al aplauso de mis amigos que mucho me halaga y mucho estimo, sino
entrego mis actos a la justicia de los hombres. En cuanto me es personal, tengo la altísima satisfacción de haber
aportado al progreso y bienestar de mi pueblo…”.
A los 65 años, el sábado 24 de enero de 1925, Manuel
Castellár falleció en su hogar de la Capital Federal. Sus restos fueron
trasladados a la bóveda familiar del Cementerio Central de Azul.
Las calles que recuerdan la amistad
A través de la Ordenanza
N° 659 del 23 de septiembre de 1911, aprobada por el Concejo
Deliberante de Azul, pero impulsada por el intendente Castellár, se dispuso: “Considerando, que los servicios prestados
por el benemérito general de la Nación don Francisco Leyría, a la cultura y el
progreso azuleños, desde sus luchas con el salvaje hasta nuestros días, han
ligado su nombre a la historia del Azul, siendo un deber de las autoridades rendir
justo y merecido homenaje a los buenos servidores, el Concejo Deliberante
acuerda y resuelve: Art I: Desígnase con el nombre de “General Francisco
Leyría” a la actual calle Dolores.”
Poco más de un año después del
fallecimiento del reconocido Manuel Castellár, el intendente Juan
José Mujica promulgó la Ordenanza N° 812 del 3 de
julio de 1926, a través de la cual le impuso el nombre de Intendente
Manuel Castellár a la otrora calle Bahía Blanca, en homenaje al
laborioso ex mandatario.
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