Un
poco de amor francés… o mejor italiano
Augusto José María Arieu nació en Azul el 14 de mayo de 1866, su padre, Jean-Marie Arieu, de 29 años de edad y su madre, Dominga Birabent, de 22, eran jóvenes inmigrantes franceses. Tuvo al menos cinco hermanos: María Magdalena (1863), Paula (1864), Pedro (1867), Luis Esteban (1869) y Beltrán (1873).
Augusto, al igual que su familia
–que tenía residencia en la ciudad en calle Bolívar Nº 218, casi Patagones
(actual 1º de Mayo)-, se dedicó a las actividades agropecuarias.
Contrajo matrimonio con Rosalía
Francisca Peyrouselle, el 29 de julio de 1893, en la iglesia Nuestra
Señora de Rosario de Azul. Ella también era hija de inmigrantes franceses; nacida
en Azul el 13 de febrero de 1872, sus padres fueron Jean Francois Peyrouselle y Marie Jeanne Quereilhac.
Augusto y Rosalía tuvieron dos
hijas: Lía María Magdalena (6 de julio de 1894) y Celia Josefa (19 de marzo
de 1900).
En 1899,
el reconocido Emiliano Bargas había encomendado al arquitecto Julio
Caccialatti el proyecto y la construcción de su imponente casa ubicada en
Bolívar Nº 601 esquina sur con Av. 25 de Mayo, que quedó terminada en 1900.
Casi inmediatamente, Bargas vendió la residencia al joven matrimonio
Arieu-Peyrouselle.
Durante los pocos años que el matrimonio vivió en la casa, Rosalía empezó a tener problemas de salud que la llevaron a un estado de profunda depresión. Comenzó entonces a atenderla el Dr. Ulrico Filippa, médico italiano que alcanzó gran renombre en Azul.
El célebre profesional
Ulrico
Ludovico Emmanuele Segundo Filippa nació en
Turín (Torino), Piamonte, Italia, el 9 de julio de 1862. Sus padres
fueron Raquel María Valle y Tommaso Benedetto Filippa. Fue bautizado el 12 de
julio en la Basílica del Corpus Domini, de su lugar natal. Tuvo dos hermanos
mayores: Alessandro Carlo Francesco Giogio y Giuseppina.
Se
recibió de médico y con su espíritu emprendedor, decidió viajar a la Argentina
para construir su futuro. En el “Anuario
del Ferrocarril del Sud”, del año 1884, ya figuraba instalado en Azul
como profesional de la salud, domiciliado en la calle Burgos N° 313. Sin
embargo, volvió a su patria para convertirse en padre y luego contraer
matrimonio con una coterránea. El 25 de enero de 1888, en Torino, se
casó con Carolina Giovana María Staffico (nacida el 27 de junio de 1865,
en Turín; hija de Giuseppe Staffico y Emilia Defilippi). La pareja tuvo sus dos
primeros hijos en Turín: Felipe (30 de octubre de 1886) y Adalgisa
(11 de agosto de 1888).
Los
Filippa se instalaron en Azul, participando activamente de la vida social de la
ciudad. De hecho, Ulrico se ligó a la Sociedad Filantrópica Italiana y
Carolina comenzó a trabajar con las “Hermanas de los Pobres”, entidad
que llegaría a presidir en 1895.
La
familia se agrandó con la llegada de Raquel Natalia Filippa, nacida el 6
de marzo de 1896 en Azul y bautizada en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario
el 13 de febrero del año siguiente (fallecería en Francia, el 27 de octubre de
1974).
Ulrico
se convirtió en médico de la Municipalidad, trabajando también en la Policía.
Además, formó un instituto con el Dr. Hermetti Bluia y laboralmente
estrechó lazos con Constantino Rey (joyero, relojero y boticario del Hospital) y
el célebre Dr. Ángel Pintos.
El
Dr.
Emiliano Astorga, vecino domiciliado en Burgos N° 295, se convirtió en
su socio en un gran emprendimiento. El Dr. Jorge L. Zandoná en su libro “Los
primeros 110 años del Hospital de Azul ‘Dr. Ángel Pintos’”, bajo el
subtítulo “Los Rayos X en Azul”,
cuenta: “El 6 de octubre de 1897, en
Azul, los doctores Filippa y Astorga invitaron a los periodistas de ‘El
Imparcial’ a apreciar las experiencias que realizarían con el aparato de Rayos
X que recientemente adquirieran para utilizarlo en el diagnóstico médico. Este
invento del físico alemán Wihelm C. Roentgen, del año 1895, a solo dos años de
su descubrimiento Azul lo tenía instalado, destinado al estudio de enfermedades
del ser humano”.
Gracias
a las actas de la “Sociedad Filantrópica
Italiana”, podemos saber la vinculación de los socios médicos con la
institución y con la tierra que los vio nacer:
“El 2 de agosto de
1900 solemne funeral en homenaje al rey Humberto cobardemente asesinado por una
mano sicaria. Los médicos sociales señores Astorga y Filippa piden permiso para
ausentarse a Europa; se concede y se reemplazan con los Doctores Pintos y
Esquivel. (…).
El Dr. Filippa de vuelta de su viaje se hace
cargo de todo el servicio médico, hasta tanto no vuelva el señor Astorga que
todavía permanece en el extranjero. (…).
El 1° de febrero de 1901 reasume el servicio
médico el Dr. Astorga: En ocasión de la fiesta social se le hará entrega del
diploma de Socio Honorario que le ha sido discernido por la asamblea de los
socios. El 28 de Febrero los Dres. Astorga y Filippa hacen donación de dos
oleografías representando SS. MM. el Rey y la Reina de Italia”.
En
el periódico “El Imparcial” del 24 de mayo de 1902 se publicaba:
“UNA NOVEDAD.- ¡Todo el mundo en automóvil! Además de los juegos
atléticos que se celebrarán mañana de 2 a 5 en el velódromo, los concurrentes
se encontrarán con una novedad: la facilidad de pasear en espléndido, seguro y
cómodo automóvil del Dr. Ulrico Filippa quien personalmente lo dirigirá.
Por dar dos vueltas
en automóvil los interesados pagarán un peso m/n y el producido será destinado
a beneficio del Hospital Municipal de modo que a la par de proporcionarse un
nuevo placer, se sabe que el dinero será destinado a una obra de caridad”.
Se
estima que el doctor Ulrico Filippa fue el tercer
propietario de un automóvil en Azul, antecedido por el renombrado Esteban
Marquestau y el reconocido vecino Rosa V. Ávila. A su vez, vale
aclarar que cuando se habla del “Velódromo”
se hace referencia al sector conocido también como “Plaza Marte” y posteriormente “Plaza
General Rivas”, las que en la actualidad constituyen las cuatro manzanas de
acceso al Parque Municipal “Domingo F.
Sarmiento”. La segunda noticia, gira sobre la misma cuestión y apareció el
día jueves 29 del mismo mes:
“PASEOS EN AUTOMÓVIL. Las numerosas personas que debido a un pequeño
contratiempo no pudieron pasear en automóvil el domingo ppdo .pueden aprovechar
hoy la ocasión de 2 a 5 en el velódromo.
El Dr. Filippa
dirigirá el automóvil. Para los niños se ha hecho una rebaja de precios: se les
cobrará 50 centavos solamente.
Repetimos que el
producido se destinará a las obras del Hospital”
Resta
agregar que, según informara el mismo medio, lo recaudado para el nosocomio
ascendió a un total de $32 (“El Imparcial”, jueves 5 de junio de 1902).
Amores
que matan
Augusto
J. M. Arieu contrató al Dr. Filippa para atender a su amada esposa Rosalía cuya
salud se había agravado con la pérdida de la pequeña Celia Josefa.
Prontamente
la señora de la casa comenzó a mostrar una notoria recuperación que alegró a su
hasta entonces preocupado esposo. Sin embargo, lo que éste no esperaba
descubrir el tipo de remedio que el galeno le estaba proporcionando…
El 4 de
marzo de 1903, se convertiría en un día revelador. Sin saberse
exactamente en qué circunstancias, Augusto descubrió que entre su esposa y el doctor
había más que una relación profesional, entre ambos se había gestado un vínculo
amoroso.
Apesadumbrado,
Augusto fue hasta la residencia de sus padres cerca del Arroyo Azul y recurrió
a un arma de fuego para tratar de restaurar su quebrantado honor. Dudó, lloró y
terminó con su angustia de una drástica manera. Se efectuó un disparo en la
cabeza. Tenía 37 años de edad.
Escuetamente,
el periódico “El Imparcial” en su edición del día 5 de marzo publicaba:
“Suicidio.
Puso ayer fin a sus días descerrajándose un tiro de revolver en la sien
derecha, el apreciable vecino Juan Augusto Arieu.
Deploramos sinceramente el inesperado y fatal
suceso, enviando a la familia del extinto la expresión de nuestra condolencia”.
El error
en el nombre del difunto fue tan notorio como la poca relevancia que tuvo el
suceso para otros. Los amantes descubiertos continuaron con sus vidas… y con el
romance…
Y
la vida siguió…
El 18
de mayo de 1904, “El Imparcial” informaba
a la comunidad la triste noticia del fallecimiento del joven Felipe
Filippa, que por entonces estaba estudiando en el tercer año de
medicina. Su féretro, como cuenta el periódico, fue depositado en el panteón de
la familia Pourtalé. Un detalle no menor es la falta de mención a su madre en
las notas necrológicas, destacándose en cambio: “Las tristes palabras de despedida fueron
escuchadas con intensa emoción por todas la personas allí reunidas y esta
emoción fue aún más viva cuando se vio aparecer en medio del inmenso grupo al
doctor Filippa, el desventurado y afligido padre, seguido de sus hijas, que iba
a dar el último adiós al llorado muerto”.
En 1905, el Dr. Filippa abandonó el servicio médico de la “Sociedad Filantrópica Italiana” y pronto pasaría a las noticias ante una situación por demás particular…Lejos de Azul, aunque no desvinculado de la ciudad, el médico se casó en Ginebra, Suiza, con la azuleña diez años menor que él, Rosalía F. Peyrouselle, viuda de Arieu. La flamante pareja acompañada por la pequeña Magdalena Arieu, comenzó a disfrutar de Europa residiendo en distintos sitios. Entretanto, en 1906, Rosalía vendió su céntrica residencia azuleña a Santiago Schneider en la suma de $ 40.000 m/n.
A
juicio
Los
flamantes esposos enfrentarían una compleja situación. Entre dimes y diretes,
comenzó a trazarse un sinuoso camino judicial.
El 19 de
octubre de 1908, en Ginebra, Suiza, se dio por disuelto el matrimonio entre el
galeno y Carolina Staffico. Sin embargo, ella lo llevó a juicio justamente por
bigamia, ya que ella no participó del divorcio, llegando el caso a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación Argentina (Causa CXCII). Los medios azuleños se
ocuparon de la cuestión que se extendió largamente en el tiempo. “El
Imparcial” del jueves 22 de diciembre de 1910 publicaba:
“Juicio de divorcio.- La Suprema Corte ha fallado el juicio sobre
divorcio que contra el doctor Ulrico Filippa, seguía la señora Carolina
Staffico de Filippa.
La cámara de apelaciones
declaró competente al juzgado de primera instancia de la Capital para entender
en la causa entablada, por lo que se interpuso ante última instancia un recurso
de inaplicabilidad de ley, impugnando la resolución referida.
Tomando en consideración
ese recurso manifiesta la corte que este solo procede en casos de sentencia
definitiva, es decir, las que terminan el pleito, o hacen imposible su
continuación.
Además, declara que la
resolución impugnada lejos de terminar el pleito, abre por el contrario a ambas
partes la vía legal para continuar la contienda hasta su fallo definitivo a los
efectos del recurso de inaplicabilidad.
Basado su fallo en estas
consideraciones la Corte confirma la denegatoria del recurso dictado por la
Cámara (…)”.
Entretanto,
Carolina solicitó el embargo de los bienes de Rosalía, pues consideraba que
sabiendo ella que él ya estaba casado, había en aquella nueva unión alguna
maniobra económica fraudulenta. Por otra parte, el Tribunal de Apelación de
Turín, en fallo del 4 de noviembre de 1915 (transcripto el 10 de mayo de 1916),
confirmó el divorcio. Y la cuestión judicial se prolongó más de la cuenta en
Argentina. De hecho, promediando la década los expedientes rodaban en los
Tribunales de La Plata, al tiempo que el Doctor y su nueva esposa –y la hija de
ésta-, se alejaron definitivamente de la Argentina (a donde habían regresado
por las cuestiones judiciales), radicándose por largo tiempo en Italia.
Ulrico Filippa falleció el 26 de noviembre de 1920 en
Roccavione, Italia, a los 58 años de edad. Tres días después fue sepultado en
Turín, su ciudad natal.
Más
amor italiano…
La
azuleña de raíces francesas, Lía María Magdalena Arieu, contrajo
matrimonio con el conde italiano Antonio Luigi Armando Nomis Di Pollone
(nacido en 1886, en Villa Biscossi, Italia; sus padres fueron Ernesto Nomis Di
Pollone y Elisa Pallestrini). La pareja tuvo tres hijos: Lía Rosalía, Fausta
Margarita Teresa Amadea y Carlos Alberto.
La familia pasó largas
temporadas en “Villa Rosalía”, ubicada en Roccavione. Hasta 1935, la Condesa participó
de una intensa vida social y religiosa, dada la relevancia que alcanzó la
figura de su esposo. Después de la campaña de Etiopía (1936) el ritmo se
ralentizó y la azuleña se enfocó en sus asuntos financieros en el exterior.
Desde 1940, la “Villa” quedó bajo la custodia de un
cuidador, convirtiéndose en escenario del paso de los ejércitos: italianos
(1940), alemanes (1943), republicanos (1944-45) y luego los partisanos.
Al final de la guerra, las
condiciones del edificio eran deplorables. Prontamente, hacia 1951, se
iniciaron las negociaciones para que un grupo de religiosas convirtiera la “Villa
Rosalía” en una casa de vacaciones, de descanso o posiblemente de
convalecencia para monjas. Finalmente la misma se convirtió en un “Centro
de Espiritualidad”.