domingo, 9 de enero de 2022

Sobre Hesperidina, mermelada, galletitas y Azul

                        Sobre Hesperidina, mermelada, galletitas y Azul

  

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

            

En su más reciente libro, titulado Grandes historias de la cocina argentina”, el historiador Daniel Balmaceda narra en el capítulo “Naranjas, Hespérides y cócteles patrios”, la historia de la célebre bebida creada por Bagley en la segunda mitad del siglo XIX y que se convirtiera en un verdadero furor:

           Melville Sewell Bagley, nacido en la ciudad norteamericana de Bangor, en el estado de Maine, tenía 24 años cuando arribó a Buenos Aires en 1862. Consiguió trabajo con los hermanos suizos Demarchi en la droguería ‘La Estrella’, antecesora de la farmacia que lleva el mismo nombre, una de las clásicas de la ciudad. Su desempeño le valió la confianza de los boticarios que lo contrataron. No solo aprendió rápidamente el idioma, sino que encontró un nicho donde desarrollar su potencial.

Luego de dos años de servicios intachables, se asoció con sus empleadores y estableció una casa de pastas y licores que era una novedad para esos tiempos. Y fue en esa época cuando, impulsado por el bioquímico Domingo Parodi, asociado a los suizos, Bagley ideó el primer producto de la compañía: la Hesperidina, una bebida estimulante y con virtudes curativas. El nombre era una evocación al mítico Jardín de Hespérides, con el árbol cuyo fruto eran las manzanas doradas que en varias interpretaciones figuraron como naranjas.

Bagley comenzó a preparar su producto en 1864, empleando una fórmula que contenía, además de las cáscaras, agua de azahar, manzanilla y otras hierbas importadas. De las propias manifestaciones del autor del elixir se desprende que aplicó la receta del doctor Samuel Cooley, a quien podemos citar como el padre de las bitter oranges (naranjas amargas) en los Estados Unidos. Sin duda, el brebaje argentino contendría ciertas adaptaciones locales.

El éxito de la bebida curativa fue inmediato. Influyeron las propiedades sanadoras de las naranjas y el sabor que cautivó a argentinos y uruguayos. Pero estos factores se complementaron con una genialidad de Bagley, la original campaña publicitaria del lanzamiento del producto, basada en la intriga.

Antes de que irrumpiera la primera botella en el mercado, en los cordones de las veredas aparecían pintadas misteriosas con el nombre ‘Hesperidina’. También se veían carteles que comunicaban un extraño mensaje: ‘Se viene la Hesperidina’.

En el popular diario ‘La Tribuna’, a través de avisos enigmáticos, se anunciaba la llegada de una nueva bebida. La incógnita fue develada con una publicidad en el mismo diario, el 24 de diciembre de 1864. En la gráfica se informaban los beneficios que el ‘bitter estomacal’ aportaba a la salud (para contrarrestar dispepsia, indigestión, cólicos, ataques nerviosos y dolores de cabeza, entre otros) y los lugares donde podía adquirirse, como la droguería de los Demarchi, la Confitería del Cabildo, el Café de los Catalanes o la botica de Aurelio French, hijo del conocido militar que actuó en la Revolución de Mayo.

En las etiquetas de las primeras botellas, similares a las de ginebra, señalaba: ‘Estimula y entona el sistema nervioso, promueve las saludables secreciones del cuerpo’ y ‘Es un licor exquisito de mesa para disponer el apetito y facilitar la digestión de los alimentos’.

Tuvo, además, una valiosa e inesperada ayuda que le posibilitó multiplicar la difusión del aperitivo. Durante la cruenta Guerra del Paraguay, los jefes argentinos advirtieron una gran cantidad de bajas debidas al paludismo o malaria. Los remedios aportados por los médicos no lograban detener los contagios. Sin embargo, la solución se encontraba al alcance de la mano y en abundancia. Los soldados que masticaban cáscaras de naranjas amargas como una golosina no eran derrotados por el paludismo. Lo mismo ocurría con aquellos que saciaban el hambre cotidiana con esa fruta. Se corrió la voz para que todos se proveyeran en los miles de naranjos que crecían naturalmente. ¿El tratamiento puso fin al problema? No en forma completa. Pero el descenso de casos de malaria fue notable.

Mientras las tropas aplicaban la terapia de las naranjas amargas en territorio guaraní, el joven Bagley preparaba en Buenos Aires su bebida curativa a base de naranjas amargas que revolucionaba el mercado, sin descuidar ninguna arista del negocio.

A los dos años del lanzamiento, rediseñó la botella original. Fue entonces cuando adoptó la forma clásica de barril y causó sensación. Esto se debió a un problema que se había presentado: los imitadores. En 1866, el emprendedor debió concurrir a la Justicia en dos oportunidades. Pero no alcanzó. De vez en cuando surgía un nuevo intento de aprovecharse y una vez más el norteamericano buscaba amparo en los tribunales. Incluso, encargó la impresión de las etiquetas al Bank Note Company de Nueva York, una de las entidades donde se imprimían los dólares norteamericanos. Y eso no fue todo. En 1876 consiguió la atención del presidente Nicolás Avellaneda, quien creó la Oficina Nacional de Patentes de Invención. El primer registro, del 27 de octubre, corresponde a la Hesperidina de Bagley.”.

            En otro capítulo, titulado Si es Bagley, tiene historia”, Balmaceda agrega a la historia del inventor:

“Hasta que Melville Bagley compró una quinta en Bernal, fueron los propios vecinos de la ciudad de Buenos Aires quienes proveyeron la materia prima para su genial Hesperidina. Un carrito recorría las calles y paraba en las casonas para preguntar: ‘¿Tiene naranjas para vender?’. Los frondosos naranjeros eran habituales en los patios del fondo por una costumbre de contar con cítricos a fin de disimular los malos olores.

(…) Bagley disfrutaba del éxito, pero había asumido que no podía quedarse con su producto estrella, sino que debía diversificarse. En 1875, un año antes de patentar la marca Hesperidina, Melville lanzó las primeras galletitas Bagley: Lola. Y luego una mermelada (donde se aprovechaba la pulpa de las naranjas amargas que se usaban para su popular bebida). (…).

Bíter, galletitas y mermelada. Los tres productos se afianzaron en el mercado gracias, una vez más, a la visión publicitaria del innovador, quien creó el eslogan: ‘Las tres cosas buenas de Bagley’.”.

 

Si es Bagley, es bueno…

  

Balmaceda transcribe diversas recetas vinculadas justamente con los cocteles que surgieron con base en la Hesperidina y otras tantas comidas elaboradas con los productos que se promocionaban bajo el eslogan: “Si es Bagley, es bueno”.

La empresa de Melville S. Bagley (que murió el 14 de julio de 1880, a los 42 años de edad), diversificó su producción y sumó a su oferta conservas, encurtidos,  vinagre y una línea de postres llamada Jelina. Y más tarde llegaron: Ópera, Criollitas, Merengadas, Sonrisas, Rex, Mellizas, Amor, Rumba, Traviata, Chocolinas y más… 


 ¿Y en Azul?

 

            Una característica particular de nuestra ciudad es la abundancia en las veredas de varias calles de longevos naranjos. En el libro “Los Belgrano y el Azul”, en el capítulo titulado “El arbolado de la calle Belgrano”, el ingeniero agrónomo Eduardo Luis Farina describe el relevamiento realizado en dicha arteria, el cual sirve como un perfecto muestrario del potencial que preserva nuestra ciudad:

             “El 17 de junio de 1950, el municipio prevenía a los vecinos comprendidos en las calles Belgrano de Lavalle a 1º de Mayo, Yrigoyen de Colón a 1º de Mayo, y San Martín de Colón a 1º de Mayo, como asimismo al público en general, sobre “la existencia de hoyos que personal municipal está abriendo en las citadas arterias con el fin de embellecerlas mediante la plantación de naranjos”. Poco después, el 12 de julio, también por disposición del intendente doctor Ernesto María Malére, se comenzaron a remover los árboles existentes en la calle Necochea, desde Avenida Mitre a Sarmiento, para también poner en su reemplazo naranjos.

En la actualidad, la calle General Belgrano, en el sector comprendido entre 1º de Mayo y Av. Cáneva, se caracteriza por la abundancia de Naranjo Amargo, especie que fue  implantada por el Municipio. Se registraron 182 arbolitos, siendo la cuadra entre Rivadavia y Colón la que posee mayor número de ejemplares, llegando a veintiuno.

Pertenece a la Familia Rutáceas, su nombre latino Citrus aurantium (Citrus, nombre clásico del cidro (Citrus medica), aurantium, alude al color dorado de sus frutos). En castellano se llama en comúnmente naranjo amargo, naranjo agrio, naranjo de Sevilla.

            Hábitat: sudeste de Asia, aunque no se conoce en estado silvestre, su cultivo fue difundido por los árabes en todo el litoral mediterráneo.

Características morfológicas:

Hábito de crecimiento: arbolito de copa redondeada y de follaje siempre-verde, ramitas angulosas, verdosas, con espinas solitarias.

Hojas: compuestas por un folíolo, alternas, enteras, con glándulas en su superficie, de color verde oscuro en la cara superior, más clara en la inferior, pecíolo ensanchado en forma de ala, adoptando la imagen de un corazón.

Flores: hermafroditas, blancas, aromáticas, dispuestas en racimos axilares.

Fruto: carnoso, globoso, con la corteza gruesa, rugosa, de color anaranjado, se caracteriza por tener el eje central hueco, una corteza que se separa con facilidad y una pulpa de sabor amargo y agrio.

Multiplicación: por semillas.

Usos: como arbolito de alineación en veredas angostas, por su resistencia ha sido utilizada como pie de injerto de otras especies de cítricos, de sus flores se obtienen esencias para perfumería, los frutos ácidos son utilizados en la fabricación de mermeladas. La Hesperidina es una bebida argentina a base de corteza de naranjas amargas o agrias y dulces de frutos inmaduros. Su creador fue el estadounidense Melville Sewell Bagley, fundador de la empresa argentina Bagley.

Observaciones: florece en octubre, los frutos maduran en otoño y persisten hasta la nueva floración.

Curiosidades:

+ Las flores de los cítricos en general se denominan azahar y son de color blanco, con un perfume inigualable, dulce, suave, embriagador y penetrante. El azahar fue utilizado como el más generalizado de los perfumes, gracias a los árabes llegó a España y luego pasó a Francia, país que supo industrializarlo. El agua de azahar es el producto que se obtiene tras de la destilación  de la flor de naranjo amargo, posee propiedades medicinales entre las que se destacan la de sedante del sistema nervioso. En la actualidad se ha popularizado el consumo de preparados comerciales de infusiones que, con nombres comerciales tan sugerentes como 'buenas noches' o 'dulces sueños', contienen flores de azahar. Pero las aplicaciones del 'agua de azahar' no se limitan a la medicina tradicional, sino que también se utiliza en repostería para dar un especial aroma a ciertos postres y masas pasteleras, por ejemplo las que se usan para preparar el “pan de muerto” en México o el “roscón de reyes” en España.

+ La denominación de mermelada es atribuida a dos versiones: la versión francesa nace del uso que se hacía de la naranja para aportar Vitamina C a los marineros en las largas travesías y poder combatir así la ‘enfermedad del mar’, el escorbuto, que ellos denominaban ‘mar-malade’. La versión inglesa se atribuye al médico francés de la reina María Tudor, cuando padeciendo de falta de apetito por encontrarse muy débil, el médico le recetó mermelada, naciendo el ‘Mary-malade’, que con el tiempo se transformó en ‘marmalade’. En España se hacía también una mermelada de excelente calidad en ciudades como Granada o Sevilla. De hecho, hay una referencia histórica sobre el famoso general inglés, el Duque de Wellington, que durante la Guerra de la Independencia contra los franceses pasó por Sevilla y comprobó personalmente la calidad de la mermelada de naranja, comparable a la mejor de las inglesas y fabricada a partir de los frutos de las naranjas amargas de las huertas de los alrededores de Sevilla y de su Alcázar.

+ Tradicionalmente la Paella Valenciana se debe elaborar al aire libre y si es posible con leña de naranjo (ramas y troncos finos) porque aparte de darle al arroz un sabor especial y único (gracias a la esencia del humo de la leña), proporciona un fuego constante y mucha llama.”.

Aunque muchos intentan vincular la plantación de dichos naranjos con las obras del arquitecto e ingeniero Francisco Salamone, suponiendo que las plantas señalan el camino hacia las obras del mismo, sin ningún otro sustento más que la casualidad de que algunas de las arterias efectivamente conducen a sus legados, lo cierto es que el Concejo Deliberante de Azul, mediante la Ordenanza Nº 3.576, sancionada el día 15 de septiembre de 2014, se declararon “Patrimonio Urbanístico de la Ciudad de Azul a las arboledas de naranjos amargos de las calles Necochea de Belgrano a Sarmiento; Colón desde San Martín a Guaminí; Belgrano, Yrigoyen y San Martín (estas tres últimas en el sector de Cáneva a Av. Catriel).”, prohibiéndose en consecuencia la extracción de los ejemplares existentes –salvo expresa autorización del cuerpo-. Dentro de las consideraciones evaluadas para sustentar la disposición se menciona: “Que los naranjos amargos dan una belleza y un carácter especial a las arterias mencionadas (…)”; “Que, asimismo, con sus frutos se realizan mermeladas, tortas y postres artesanales, habiendo sido una opción tradicional dulce en el Concurso ‘Buscando a Dulcinea: el sabor dulce para Azul’ del II Festival Cervantino de la Argentina.”; “Que, la edad y desarrollo de los ejemplares los hacen irremplazables (…)” y que “…en varias oportunidades, se ha contado con el padrinazgo de instituciones educativas y con participación de funcionarios e intendentes de distintas administraciones, resaltando aún más el valor que estas especies tienen para nuestra ciudad.”.

El inmigrante Melville Sewell Bagley, con su férrea voluntad de progreso y un gran ingenio inventó numerosos productos derivados de las naranjas amargas y construyó una empresa que perdura a través de los años… ¿Y en Azul?