lunes, 21 de diciembre de 2020

Los balnearios de Azul

Los balnearios de Azul


 

Constituido en sus 80 años de existencia en uno de los paseos predilectos de los azuleños y de muchos vecinos de la región, el Balneario Municipal “Almirante Guillermo Brown” es uno de los espacios más convocantes de Azul, contando además con una rica historia de antecesores…


Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

El Arroyo Azul desde la fundación misma del Fuerte San Serapio Mártir hoy devenido en ciudad, fue un elemento esencial del desarrollo comercial e industrial y, con el tiempo, de muchas actividades sociales.

En agosto de 1858, desde la Corporación Municipal  se autorizó a los señores Marcelino Rivière y Blas Dhers a construir sendos molinos harineros hidráulicos a la vera del arroyo. A tales molinos se los conocería como: el Molino Mecánico “Estrella del Norte” (Costanera Cacique Catriel y Santa Fe –actual Amado Diab-) y el “Estrella del Sud” (también llamado “Molino Azul”, Costanera Cacique Catriel y Guaminí). De esta manera se comenzaba a desarrollar un nuevo perfil económico para Azul y la región.

           

El primigenio…

           

            Muchos puntos del largo recorrido del Arroyo fueron desde siempre utilizados para la recreación, esencialmente en verano. Pero por diversas razones esto provocaba protestas o preocupación en los vecinos. Algunos se molestaban por los bañeros nudistas (o tal vez con demasiada poca ropa), que atentaban contra la moral y las buenas costumbres. Y otros pensaban en la seguridad de los niños y jóvenes que se refrescaban en las aguas del no siempre manso arroyo azuleño.

En 1886 se inauguró el primer balneario que tuvo Azul. Funcionaba en la margen izquierda del arroyo, en el embalse formado por el tajamar del Molino Harinero La Estrella del Norte” (actual ex Papelera) de Marcelino Rivière. Se trataba de un emprendimiento privado realizado por Floriano Marcelino Rivière, hijo de dueño, quien promocionaba su creación en los medios locales. El miércoles 13 de enero de 1886, el periódico La Enseña Liberalinformaba:

            “Baños de natación. Recreo de estación. El domingo 31 del corriente, si el tiempo lo permite, tendrá lugar la inauguración de los Baños de natación, recién establecidos al lado del Molino Rivière, en la margen izquierda del arroyo.

            La empresa tiene carruajes especiales para los bañistas, que saldrán de la plaza principal cada media hora y tendrán derecho a atravesar el puente del molino. Habrá carpa de refrescos y candiales, tiendas para vestirse, música, etc. El precio de ida y vuelta en carruaje, solo costará 20 centavos moneda nacional por persona; la entrada al Establecimiento es gratis.”

 

Sin embargo, las retenciones de aguas realizadas por los molinos, desde siempre provocaron problemas con las crecidas del Arroyo, provocando la inundación o anegamiento de las calles aledañas al cauce y hasta llegando el agua a ingresar a hogares precarios.

Para cuando comenzó el siglo XX ya no funcionaba el primer balneario de Azul. Y peor aún, el Ejecutivo municipal encabezado por el doctor Ángel Pintos, emitió un severo decreto que el 4 de febrero de 1902, el periódico “El Imparcial” publicó:

“Considerando que es imposible consentir que se utilice el arroyo Azul como bañadero público, especialmente en lugares transitados, porque ello importaría tolerar abusos contra las buenas costumbres y la moralidad pública, el intendente municipal DECRETA:

Art. 1º Desde la fecha, queda vedado bañarse en el arroyo Azul, en el espacio comprendido entre el puente de “San Benito” y el molino “Estrella del Norte”.

Art. 2º Solo se permitirá bañarse fuera del radio indicado, y aún en este caso se exigirá el uso de ropas de baño.

Art. 3º Los infractores a esta disposición incurrirán en la multa de diez pesos m/n cada vez. (…)”.

 

Proyectos y demoras…

 

El 7 de abril de 1924, Pedro Guiraut asumió como intendente interino, reemplazando al destacado médico, Ángel Pintos, quien en las elecciones del 23 de marzo de ese mismo año había resultado electo Diputado por la Provincia de Buenos Aires por un período de cuatro años. Por entonces, envió un proyecto de Ordenanza al Concejo para dotar a la ciudad de un balneario y procurar el embellecimiento y las defensas del Arroyo Azul. Pero la obra ni siquiera sería analizada seriamente…

            Casi una década después, el periódico “El Ciudadano”, en 1932, publicó un minucioso estudio referido a las posibles ubicaciones de un futuro balneario que la comunidad reclamaba como necesario. Se barajaron varias opciones: instalarlo a la misma altura del ya viejo Molino Harinero, algunos lo planteaban en el Parque Municipal, mientras otros miraban con insistencia hacia la zona del paraje San Benito. Sin embargo, la iniciativa una vez más se vería demorada…

 

En “San Benito”

 

En noviembre de 1939, el intendente municipal interino, Luis Hugo Mauri, dispuso la construcción de un balneario provisorio en la zona que los vecinos ya utilizaban en el verano como sector recreativo. A unos cien metros del Puente “San Benito” se iniciaron las obras. No sin esfuerzo se limpió el cauce del arroyo hasta el lecho rocoso. Luego se construyó un paredón y una compuerta para contener y elevar el hilo de agua. Se construyó una escalinata, se colocaron plantas, sillas y casillas para bañistas.

            El proyecto fue realizado por el Jefe de la Oficina de Obras Públicas de la Municipalidad, arquitecto Ricardo O. Marré. Trabajaron empleados municipales y los vecinos donaron los materiales.

            Al mismo tiempo, el 12 de octubre de 1939, el obispo monseñor César A. Cáneva había bendecido (aunque en el atrio de la Iglesia Catedral), la piedra fundamental de lo que sería el futuro Seminario Diocesano de Azul, el cual sería construido en la fracción de campo conocida como “Santa Elena” en la margen Oeste del Arroyo Azul. Sin embargo, ante el avance de la Municipalidad y de los propios vecinos en la concreción del anhelado Balneario Municipal, el Obispo decidió la reubicación de la que a la postre sería su mayor obra material.

            El Balneario Municipal se inauguró oficialmente el 6 de enero de 1940. El incipiente espacio, para tomar dimensiones, no abarcaba mucho más de lo que hoy conocemos como “Playa Chica” en la vera oriental del Arroyo, aunque el entusiasmo de los vecinos lo llevaría a crecer y consolidarse como espacio público en muy poco tiempo.

           

Primeros grandes trabajos…

 

Alfredo Pascual Ferro ejerció como Comisionado Municipal en dos oportunidades, la primera desde el 15 de julio de 1940 hasta el 18 de octubre de 1941 y la segunda desde el 7 de febrero de 1945 hasta el 12 de junio del mismo año. Su secretario fue el Dr. Marcelo Baudron.

El 22 de julio de  1940 el Comisionado decretó la construcción del balneario municipal. Designó una “Comisión Pro-Balneario”, que estaba integrada por: Francisco Toscano (presidente), Alfredo Begbeder (secretario), Juan Carboni (tesorero), y Eduardo Rodríguez Bozo, Alberto Cordeu, Luis Hugo Mauri, Trinitario González, Domingo Mujica y César Leo como vocales.

            Las obras de ampliación del primitivo balneario, también fueron proyectadas por el arquitecto Ricardo O. Marré, y la maqueta realizada fue expuesta al público en la “Sastrería Toscano” (Yrigoyen 527). Se realizaron diversas obras, movimientos de tierra, construcción de pircas, vestuarios, kioscos y hasta se trajeron en tren 80 toneladas de arena desde Mar del Plata.

            La Usina Eléctrica colaboró con la energía e iluminación de la por entonces calle Colón (actual Av. Pellegrini), hasta el sector del Puente San Benito y aledaños.

Buena parte de las obras fueron realizadas por los empleados municipales, sin embargo, más de un centenar de empleados de la firma “Toscano, Lattanzi y Barbetti”, donaron medio día de trabajo para imprimirle buen ritmo a la labor.

            El 16 de diciembre de 1940, el comisionado Ferro inauguró oficialmente la temporada en el Balneario. Hicieron uso de la palabra el propio Dr. Ferro y el presidente de la comisión pro balneario señor Francisco Toscano.

 

Duplicando el espacio…

 

            El 21 de mayo de 1942 asumió el intendente José María Peluffo quien inmediatamente se propuso la ampliación sustancial del flamante paseo azuleño.

            Gracias a la intervención del arquitecto Blas J. Dhers, que junto a Ángel Sala trabajaba en la concreción del Patio Andaluz en el Parque Municipal, se trazó la mayor ampliación que sufriera el balneario y que lo llevaría a alcanzar prácticamente sus dimensiones y aspecto general actual. En consecuencia, se compró un amplio terreno en la margen izquierda del Arroyo, lo cual posibilitó duplicar radicalmente la capacidad del Balneario.

            Las obras estuvieron a cargo de empleados municipales y de la empresa “Toscano, Lattanzi y Barbetti”. Los trabajos se inauguraron el 28 de noviembre de 1942.

            El mismo año, los carpinteros Pagano y Santillán construyeron un puente que unía “Playa Grande” y “Playa Chica”, lo que permitía, con el puente de las compuertas, dar la vuelta caminando al paseo, circulando por sus playas…

El 19 de noviembre de 1943, el comisionado municipal teniente coronel Saúl S. Pardo autorizó una línea de colectivos entre la Plaza San Martín y el Balneario, sin resentirse el resto del servicio que prestaba la línea “Ciudad de Azul”.

 

 

Más naturaleza

 

 

El 12 de enero de 1946, el comisionado municipal Silverio Carbone, en conferencia de prensa presenta el proyecto de ensanche de la calle Colón desde la portada del Parque hasta el Balneario (actual Avenida Pellegrini).

El 29 de enero, el comisionado municipal Silverio Carbone anuncia la construcción de una plazoleta frente al balneario municipal, en calles Colón (actual Avenida Pellegrini) y Avenida Intendente Urioste, existiendo la posibilidad de que la citada esquina sea adquirida por el señor Héctor Urioste con el fin de donarla en memoria de su padre a la comuna. Al día siguiente, se iniciaron los trabajos de ensanche de la calle Colón, de acuerdo al proyecto presentado. La tarea comienza en la portada del Parque Municipal, para extenderse hasta el Balneario Municipal.

En 1947 se ampliaron las playas de la margen izquierda, extendiéndose pircas y veredas.

Para finales de la década del ’40, entre las sucesivas obras realizadas en el paseo, se reubicaron los juegos infantiles y se plantaron 250 eucaliptos, obra que en el futuro obligaría a las autoridades a remover muchos árboles ya sea por estar muertos o gravemente enfermos o por la peligrosidad de sus grandes ramas quebradizas, absolutamente inapropiadas para un paseo semejante.

En 1949, el intendente Ernesto María Malére recibió la donación para el municipio de un amplio terreno de 14.710 m2 por parte de Samuel Peregrino Fernández y la adquisición de otro terreno casi tan amplio como el donado. Asimismo se forestaron diversos sectores siguiendo los trazados del paisajista francés Luis Rais.

 

Cuestión de nombres…

 

A través de la Ordenanza N° 20, promulgada el 11 de julio de 1953, se le impuso el nombre de Eva Perón a la calle Colón. Un detalle curioso: la Ordenanza disponía específicamente que el cambio entraría en vigencia a partir del 26 de julio de dicho año, a las 20:25, hora en la que, un año antes, Eva Duarte de Perón “había pasado a la inmortalidad”.

Asimismo, la Avenida Centenario pasó a denominarse Avenida Colón. Por si el homenaje fuese poco, la misma Ordenanza dispuso que el Parque Municipal recibiera también el nombre de la fallecida esposa del Presidente, y la calle principal del paseo pasó a ser llamada “La razón de mi vida”. En el mismo sentido, el Balneario Municipal fue denominado “17 de Octubre”.

            Posteriormente, tras la irrupción de la autodenominada “Revolución Libertadora”, el Balneario quedó con su denominación de “Municipal” simplemente hasta que siguiendo la propuesta de los vecinos, desde el bloque de la Unión Cívica Radical, se propuso la denominación de “Almirante Guillermo Brown”, por conmemorarse en 1964 el sesquicentenario de la batalla de Montevideo, librada heroicamente por la escuadra del almirante Guillermo Brown el 17 de mayo de 1814, contra los españoles.

            Entre 1968 y 1970 se construyó la Confitería Cacique Catriel, impulsada por el intendente designado Francisco Toscano, quien había sido uno de los principales impulsores del Balneario. La obra fue erigida en el sitio donde se había instalado primigeniamente el busto de Brown el cual fue desplazado a su ubicación actual.

 

Inundaciones y obras…

 

Tras la inundación de abril de 1980, el Balneario Municipal perdió el puente (construido por Pagano y Santillán) que se hallaba a la altura del sector conocido como “La Terraza”.

En 2002, durante la administración del Dr. Omar A. Duclós, se instalaron modernas compuertas en el Puente Adolfo “Moto” Arias, elevándose asimismo la altura del tradicional cruce para evitar obstruir el normal curso del agua.

Tras las inundaciones del año 2012, desde la gestión del Dr. José Manuel Inza se realizó la limpieza del cauce del Arroyo en diversos sectores y asimismo se planteó una remodelación de algunos sectores del Balneario. Se reconstruyeron los baños y la Oficina de Turismo ubicados a la entrada del paseo y, con la excusa de lograr una mejor perspectiva del paisaje se removió completamente La Terraza, lo cual fue considerado por la mayoría de los azuleños como un golpe lacerante a la estética del tradicional paseo.

Todos los años, el 16 de diciembre, se inaugura oficialmente la temporada de verano en coincidencia con el aniversario de Azul. Para cada ocasión, desde la Municipalidad se plantea la renovación de algún sector o el embellecimiento de otros, tal fue el caso este año (tan especial por la pandemia) de la remoción de árboles muertos o de ramas quebradizas y peligrosas, en la zona de la isla con la consecuente mejora de la accesibilidad al sector.

 

 

 EL DATO: El presente artículo es una síntesis del trabajo que el autor del mismo presentará en 2021 sobre “Los balnearios de Azul”


(Hemeroteca Oyhanarte)