miércoles, 15 de abril de 2020

El Banco Nación y la Avenida Pellegrini

El Banco Nación y la Avenida Pellegrini

  
Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Carlos Enrique José Pellegrini nació en la ciudad de Buenos Aires, el 11 de octubre de 1846. Sus padres fueron la inglesa María Bevans Bright y el ingeniero saboyano-suizo Carlos Enrique Pellegrini.
Aprendió a leer y a escribir en francés e inglés en su casa, donde tuvo como maestros a sus padres. Paralelamente, a los tropiezos, aprendió el español que no pronunciaba con corrección.
Recién a los ocho años ingresó a la escuela de su tía Ana Bevans Bright. En el establecimiento continuó sus estudios de manera formal y luego, en el Colegio Nacional de Buenos Aires ligó el apodo de “el gringo”, dado su mezclado y exquisito acento.
Ingresó a la Facultad de Derecho en 1863, pero a los dos años abandonó sus estudios para incorporarse al ejército y combatir en la Guerra del Paraguay, donde alcanzó el rango de Oficial. Allí tuvo una actuación destacada en la batalla de Tuyutí y en otros combates hasta que cayó enfermo y debió abandonar definitivamente el frente de lucha.
De regreso a Buenos Aires y recuperado de sus afecciones, ingresó como periodista al diario “La Prensa” y pudo terminar sus estudios de derecho. Su tesis de graduación fue “El derecho electoral”, en la que criticaba el sistema vigente y proponía una campaña de educación cívica. Decía en uno de sus párrafos: “La protección del gobierno es necesaria para el desarrollo industrial de la República Argentina”.
Con su flamante título se incorporó a la administración estatal durante el gobierno de Domingo F. Sarmiento, con el cargo de Subsecretario del Ministerio de Hacienda, a cuyo frente se hallaba el constituyente Benjamín Gorostiaga.
El 25 de diciembre de 1871, Carlos Pellegrini contrajo matrimonio con Carolina Ignacia Lagos García (nacida el 1 de febrero de 1852), bisnieta de Pablo Villarino, quien, beneficiado por el régimen rosista, tuvo Suertes de Estancias en Azul y Dolores.
El feliz matrimonio, a pesar del deseo de ambos, no tuvo hijos.


El mundillo político


A través del Partido Autonomista de Adolfo Alsina, el 31 de marzo de 1873 llegó al Congreso como Diputado Nacional por la provincia de Buenos Aires, siendo, con 26 años, el más joven del cuerpo.
En el Parlamento, se manifestó partidario de la libertad de enseñanza poniendo como ejemplo, al igual que Domingo F. Sarmiento, al modelo norteamericano. Durante los debates producidos en 1875 en torno al liberalismo o el proteccionismo, se mostró como un vehemente partidario de la adopción por parte del Estado de políticas de protección de la incipiente industria nacional y fue uno de los promotores de la fundación del Club Industrial.
En 1878 el gobernador Carlos Casares lo nombró Ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires. El 9 de octubre de 1879 el presidente Nicolás Avellaneda nombró a Pellegrini ministro de Guerra y Marina en reemplazo de Julio Argentino Roca (cargo que desempeñó también durante el gobierno del mismo Roca hasta el 12 de octubre de 1886). En aquel cargo tuvo que enfrentar la rebelión de 1880 del gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. Éste se negaba a aceptar la Ley de Federalización, la cual le quitaba a la provincia de Buenos Aires el territorio de la Capital Federal.
Carlos Pellegrini había defendido la doctrina federal, oponiéndose al abuso de las intervenciones nacionales. En esta gran contienda entre porteños y provincianos, entre el espíritu localista y el concepto nacionalista, Pellegrini no vaciló en apoyar la cruzada nacional que conducía el joven general Julio A. Roca, a quien respaldaba el interior del país. Además de partidario fue consejero de Roca, con quien también trabó una estrecha amistad. La unión y complicidad de estas dos personalidades, el astuto provinciano y el arrogante porteño, gravitó durante más de veinte años en la política nacional, al punto que ningún asunto institucional, económico o político se resolvía sin el concurso de Roca y Pellegrini.


La política y los caballos…


En 1881 Carlos Pellegrini fue elegido Senador Nacional por la provincia de Buenos Aires. El 15 de abril de 1882, junto a un grupo de amigos apasionados como él por las carreras de caballos, entre los que se contaba Miguel Cané, Carlos Pellegrini fundó el Jockey Club. La institución surgió precisamente en el contexto de euforia creativa de los hombres de la Generación del ’80. Pellegrini fue su impulsor más decidido y primer presidente, secundado en la empresa por un entusiasta conjunto de caballeros representativos de la actividad política y económica del país. La idea que los animaba era la de dar origen en nuestro medio a una entidad capaz de organizar y regir la actividad turfística nacional.
En 1886, cuando terminó su período como Senador, fue candidato a vicepresidente en fórmula con Miguel Juárez Celman como candidato a presidente. Gracias al sistema de fraude electoral, los nuevos candidatos por el Partido Autonomista Nacional (P.A.N.) salieron victoriosos.
En 1889, emprendió un viaje a Europa como representante argentino para la Exposición Universal que se celebró en París entre el 6 de mayo y el 31 de octubre, en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa.
Esta exposición marcó un momento culminante que dio cierre a un largo periodo. Nuevas concepciones en la construcción, y nuevos adelantos en la industria se unieron para darle a la Exposición una radiante brillantez y una enorme influencia.
El Pabellón argentino, diseñado por el arquitecto francés Albert Ballú, fue la gran sorpresa. Era un edificio construido en hierro y vidrio, totalmente desmontable, profusamente decorado y muy moderno que ocupaba un predio de 1.600 metros cuadrados en el Campo de Marte, muy cerca de la “Torre Eiffel”. Fue inaugurado el 25 de mayo de 1889 y obtuvo el primer premio entre los pabellones de los países extranjeros. La ciudad de La Plata fue premiada en la exposición otorgándosele dos medallas doradas en las categorías “Ciudad del Futuro” y “Mejor realización construida”.


La crisis se pasea por las calles…


Durante la presidencia de Juárez Celman, más precisamente desde marzo de 1890, el peso argentino comenzó a perder bruscamente su valor con respecto al oro (medio de pago internacional), empezaron a producirse quiebras y colapsos en la bolsa de valores y aumentó considerablemente el costo de vida.
Las crecientes acusaciones de corrupción, el autoritarismo y la aguda crisis económica desembocó en un estallido en Buenos Aires conocido como Revolución del Parque, cuando el 26 de julio de 1890 un grupo cívico-militar dirigido por la recién formada Unión Cívica, bajo el liderazgo de Leandro N. Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y otros, intentaron sacar a la fuerza al gobierno.
El Presidente resistió, pero quedó debilitado.Y finalmente, el 5 de agosto los legisladores oficialistas pidieron su renuncia. Carlos Pellegrini asumió la presidencia el 6 de agosto de 1890.
El país se hallaba abatido por la crisis, con ingresos fiscales que cayeron drásticamente con respecto a los años anteriores; los bancos estaban paralizados y el oro se encontraba en alza, llevando a la economía a una gran recesión que “congeló” a las entidades financiaras.
El Presidente y su ministro de Hacienda, Vicente López, se dedicaron con urgencia a remediar la bancarrota financiera del Estado y restablecer los estímulos al trabajo nacional. Al proponer su plan de medidas, adusto e imperturbable, Pellegrini expresó: “Mi primer deber es levantar a nuestro país de la postración inmensa que lo abate, lo consume y lo desacredita… salvemos al país de la bancarrota… primero, habrá tiempo mañana para corregir todos los vicios y defectos que lo afean.”.


Luchando contra viento y marea…


Sin perder un segundo, Pellegrini le solicitó a un grupo de banqueros, estancieros y comerciantes que suscribieran un empréstito de 15 millones de pesos para pagar los vencimientos externos. Una vez reunido ese capital, Victorino de la Plaza fue seleccionado para negociar la deuda y debió embarcarse hacia Londres, en donde recibió negativas de la banca londinense. Sin embargo logró que la Banca Rothschild admitiese una moratoria antes del cese del pago por parte del gobierno argentino.
Logrado este primer paso, Pellegrini aplicó medidas de austeridad y de ajuste, como la suspensión de obras públicas como la Casa de Gobierno, el Congreso, el edificio de correos (las cuales volvieron a ponerse en marcha poco antes de culminar su mandato), y nacionalizó las obras sanitarias privatizadas por Miguel Juárez Celman, recuperando a su vez más de tres mil leguas de tierras fiscales entregadas anteriormente a los especuladores.
Durante el ejercicio de la presidencia, gracias a sus actitudes intrépidas y las soluciones generadas, supo ganarse el virtuoso título de “piloto de tormentas”.
Antes de un mes de constituido el nuevo gobierno, Pellegrini envió al Senado un “plan completo de finanzas”.
El ministro de Hacienda Vicente López presentó al Congreso varias leyes con el fin de mejorar y ampliar la recaudación fiscal. Otra medida que completó el plan para salir de la crisis fue el proyecto que presentó con Aristóbulo del Valle, durante su época de Senador Nacional por la provincia de Buenos Aires. Este nuevo esquema consistía en la creación del Banco de la República.


Banco de la Nación Argentina


El Banco de la Nación Argentina fue fundado el 26 de octubre de 1891 por iniciativa del presidente Carlos Pellegrini y mediante la Ley Nº 2.841, comenzando a funcionar el 1 de diciembre de ese año en la sede ubicada en la ciudad de Buenos Aires.
Fue creado debido a que el sistema financiero argentino se encontraba colapsado, y en ese momento era necesaria la promoción de la agricultura, la ganadería y diferentes actividades relacionadas con el modelo agro-exportador que se había iniciado.
El primer presidente del Banco fue el honorable ciudadano Vicente Casares.
La eficacia con que sirvió a los intereses del país, la confianza que inspiró a los depositantes y los privilegios que le otorgó el gobierno hicieron de él, muy pronto, el primer banco de la República, fundado con capitales mixtos y con la suma de cincuenta millones de pesos.
Luego de que la moneda argentina recuperara respaldo, se creó la Caja de Conversión. Con estas medidas, sumadas al aumento de la moneda en circulación, cautelosamente se puso fin a la crisis.
Por estas políticas y sus palabras, Pellegrini fue considerado proteccionista. Él mismo decía: “Cuando hace falta, el Estado debe meterse en la vida económica, y si no es indispensable no debe hacerlo. Así de sencillo.”.


Una fractura anunciada


Tras varios problemas políticos, en una confusa trama de alianzas y traiciones, Pellegrini presentó su renuncia a la Presidencia en agosto de 1892, sin embargo fue convencido para seguir hasta el 12 de octubre.
Al dejar la Presidencia, volvió a ejercer su profesión de martillero al mismo tiempo que asumió como presidente del Banco Hipotecario Nacional.
            Fue electo Senador para el período de 1895 a 1904, volviendo a sobresalir en los debates producidos en el cuerpo. Dado su prestigio, tuvo numerosas e insistentes ofertas para ser candidato a presidente en las elecciones de 1898, pero las rechazó.


Con  fe en el porvenir


En 1904 Pellegrini realizó un viaje a los Estados Unidos en donde fue testigo de la toma de poder del presidente Theodore Roosevelt. Al volver, relató las vivencias de este viaje en seis cartas que después aparecieron en el diario “La Nación”, en donde entre otras cosas, hablaba de estrechar relaciones con el país norteamericano, reafirmando las impresiones que había tenido cuando más joven había hecho un viaje similar.
Pellegrini se impuso con comodidad en las elecciones del 16 de junio de 1905 regresando a la Cámara de Diputados después de veintiocho años.
Entre los vaivenes institucionales de la política presidencial de Manuel Quintana y la Revolución Radical de 1905, los enemigos de Julio A. Roca superaban en número a sus amigos y aliados.
El 9 de enero de 1906 falleció Bartolomé Mitre, que aunque había anunciado su retiro de la política al cumplir los 80 años de edad seguía gozando de cierta influencia al menos en la Capital y la provincia de Buenos Aires; y el 12 de marzo, menos de veinticuatro horas después de la derrota del oficialismo en la Capital, murió el presidente Manuel Quintana. En ese contexto, Carlos Pellegrini tenía chances para ser candidato “natural” de los conservadores reformistas para la futura presidencia de 1910, por su prestigio nacional, su conocimiento de las finanzas públicas y su posición en torno a la reforma del sistema electoral. Pero los acontecimientos tomaron otro rumbo…
Carlos Pellegrini tuvo durante sus últimos años de vida una salud muy deteriorada.

La caída del más fuerte…


Tras un acelerado deterioro de su salud, Carlos Pellegrini falleció el 17 de julio de 1906, a los 59 años de edad, en la ciudad de Buenos Aires.
Durante su sepelio en el Cementerio de La Recoleta, el presidente José Figueroa Alcorta sentenció acongojado: “Apretemos las filas, porque ha caído el más fuerte”.


Al final… Pellegrini


            Tras la realización de la primera “Exposición Cervantes” en 1932, organizada por la Biblioteca Popular de Azul y su presidente, el Dr. Bartolomé J. Ronco, éste presentó la propuesta de imponerle el nombre de Miguel de Cervantes Saavedra a la prolongación de la calle Colón desde Guaminí hasta el Puente San Benito.
            El proyecto de Ordenanza fue tratado en la sesión del Concejo Deliberante del jueves 13 de octubre de aquel año, sin embargo, por motivos que se desconocen, pasó a estudio de la Comisión de Homenajes y el mismo nunca fue aprobado.
Sin tener en cuenta la propuesta antes dicha, a través del Decreto del 24 de octubre de 1966, firmado por el intendente designado Julio Villanueva, se dispuso: “Visto que el 26 del corriente se cumplirán setenta y cinco años de la fundación del Banco de la Nación Argentina, institución que honra a nuestro país y que fue fundada por el eminente estadista doctor Carlos Pellegrini, preclaro ciudadano que además ejerció las más importantes y elevadas funciones, incluso la de Presidente de la Nación, con verdadero patriotismo, celo y eficiencia, y atento a que en tan significativo acontecimiento se habrá de recordar la augusta memoria del gran tribuno, con el propósito de que Azul esté presente en el homenaje a rendírsele, en la imposición de su nombre a una calle de esta ciudad.”.
A su vez, en el artículo primero se detallaba: “Designase con el nombre de ‘Avenida Carlos Pellegrini’ al tramo comprendido por la actual calle Colón, desde la calle Guaminí (portada del Parque Municipal) hasta la Avenida Urioste en el Balneario Municipal”.
Y en el tercero: “Autorizase al Banco de la Nación Argentina a colocar, igualmente, una placa de bronce alusiva al nombre de la citada Avenida”. En consecuencia, la placa fue colocada en la portada del Parque Municipal “Domingo F. Sarmiento” y reza: “Avenida Dr. Carlos Pellegrini -75° aniversario fundación del Banco de la Nación Argentina- 1891 -26 Octubre-1966”.





Al cumplirse 75 años de la creación de Banco Nación, en nuestra ciudad se denominó a una avenida con el nombre de Carlos Pellegrini y se colocó una placa en la portada del Parque Municipal “Domingo F. Sarmiento” recordando el acontecimiento.



A Carlos Pellegrini debió asumir la presidencia de la Nación en un momento complejo, de gran inestabilidad económica y política. 

Modestos apuntes de la vida de un Crotto

Modestos apuntes de la vida de un Crotto

           
Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Felipe José Camilo Crotto nació el 26 de mayo de 1862 en Dolores, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Giuseppe (José) Crotto y Valeria Villas. El matrimonio tuvo, además, nueve hijos, de los cuales llegaron a la adultez: Jacinto Vicente, Enrique Celestino, Francisco, Eduardo, María y Filomena.
En el partido de Tordillo, “Camino del Médano”, Giuseppe Crotto y sus cuñados Paulino y Enrique Villas en campos que pertenecieron a Tomás de Anchorena fundaron, en 1856, la pulpería conocida como “Esquina de Crotto” (el edificio, que fuera construido con maderas de barcos encontradas en la costa, sirvió hasta 1938 de posta del servicio de la galera “La Central” de Serafín Dávila y sus hijos y aún se mantiene en pie).
José Camilo recibió el título de abogado en la Facultad de Derecho de Buenos Aires en el año 1887.
Con destacada actuación, participó en la fundación de la Unión Cívica y también combatió en la Revolución del Parque como jefe de uno de los cinco grupos que integraban la “Legión Ciudadana”.
Acostumbrado a las luchas ciudadanas, en 1891 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical.


Familia y  política


El 18 de noviembre de 1896 en la iglesia de San Cristóbal, Crotto contrajo matrimonio con Eva Ángela Mazzini, de apenas 17 años de edad, hija de Emilio Mazzini y Carmen Ramos, ambos naturales del país.
La pareja tuvo ocho hijos: Eva (1897), José Camilo (1899), Carmen (1901), Emilio (1904), Raúl (1905), Blanca Rosa (1908), Nélida (1912) y Héctor Julio (1916).
Junto a Hipólito Yrigoyen, Crotto fue uno de los líderes de la Revolución de 1905 y en 1909, gracias a la trascendencia que alcanzó como dirigente, fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Dicha designación se debió a la injerencia que tenía el radicalismo de la Provincia de Buenos Aires y en particular Hipólito Yrigoyen dentro de la política interna del partido.
Entre 1912 y 1918 fue Senador Nacional en representación de la ciudad de Buenos Aires.


“Azul, siempre Azul”


En septiembre de 1905 el diputado provincial, Matías Pinedo Oliver, presentó un proyecto de ley con la intención de cambiar el nombre de Azul por el de General Ignacio Rivas, pues consideraba que “Azul” como tal no significaba absolutamente nada, en cambio el nombre del valiente militar debía perpetuarse en la toponimia bonaerense como recuerdo de sus hazañas.
Inmediatamente la comunidad azuleña reaccionó ante la propuesta.
El italiano José Peluffo, dueño de una flota de carros, los pintó de azul y les colocó la leyenda “Azul, siempre Azul”. Por su parte la señorita Justa Gallardo convocó con inclaudicable fervor desde los balcones de su domicilio a varios vecinos para defender tenazmente el nombre de la ciudad.
En octubre se realizó una nutrida reunión en el Teatro Español. Una semana más tarde, el domingo 29, se realizó otra convocatoria para informar que se habían recolectado más de 17.000 firmas en contra del proyecto, como así también las adhesiones a la acciones ejecutadas por los azuleños del Dr. Estanislao S. Zeballos y del dirigente ruralista y radical, José Camilo Crotto.
El pueblo estaba decidido a defender su nombre a cualquier precio… Y ganó.


El candidato


            Finalizando la intervención de la provincia de Buenos Aires, el gobernador José Luis Cantilo llamó a elecciones para el 1 de febrero de 1918.
En aquella elección, la Unión Cívica Radical impulsó la fórmula José Camilo Crotto -proveniente del yrigoyenismo, más cercano al presidente-, y Luis Monteverde -alineado al sector antipersonalista o provincialista-, como candidatos a gobernador y vice respectivamente. Con dicho binomio, Hipólito Yrigoyen medió de tal forma que las disputas internas del partido en la Provincia quedaron alejadas y despejadas, al menos temporalmente.
            La elección daría como resultado una aplastante victoria de los candidatos de la Unión Cívica Radical que se alzó con 114.158 sufragios, mientras que el Partido Conservador consiguió 67.963 votos y los Socialistas apenas fueron respaldados por 6.968 votantes.
Resulta interesante destacar que en Azul, la fórmula Crotto-Monteverde, obtuvo 2.107 votos, mientras que el binomio conservador Echagüe-Pintos, siendo éste último el emblemático caudillo azuleño, se alzó con 1.888 sufragios. La diferencia, de apenas 219 votos, fue mínima, pero marcó el declive inevitable de un ciclo y el comienzo de otro…
José Camilo Crotto asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires el 1 de mayo de 1918. Poco antes, había renunciado a la presidencia del Comité Nacional; Rogelio Araya, el vicepresidente primero, lo reemplazó y en 1920, ante la dimisión de este último, accedió a la presidencia el vicepresidente segundo, Francisco Beiró. La carta orgánica del partido establecía que la renovación de las autoridades directivas se realizara anualmente. Este precepto no se cumplió.


El Gobernador en Azul


La Exposición-Feria anual que organizaba la Sociedad Rural de Azul era tan prestigiosa en el centro de la Provincia, que se recibían grandes cantidades de premios instituidos por distintas entidades y personas para otorgarlos durante la feria.
En 1919, la realización del gran evento azuleño se efectuó a partir del domingo 5 hasta el miércoles 8 de octubre, inclusive.
Para la inauguración asistió el primer mandatario de la Provincia de Buenos Aires, José Camilo Crotto, siendo la primera vez que un gobernador en funciones se acercaba a nuestra ciudad.
El Gobernador, sus ministros y su comitiva, fueron agasajados con un almuerzo realizado en el predio de la Sociedad Rural, con la asistencia de las autoridades locales, nacionales, socios y cabañeros.
            El por entonces intendente de Azul, José María Lier, recibió al Gobernador con especial beneplácito, suponiendo tal vez que aquella visita marcaría a las claras cual era su injerencia en las esferas superiores de poder. Sin embargo, su pronóstico fue totalmente desacertado… Antes del desenlace -suscitado con la renuncia del Gobernador-, ya se presagiaba la clara victoria del sector yrigoyenista en el cual se respaldaban Gumersindo Cristobó y su fiel seguidor, Abelardo Cano, quien a la postre culminaría siendo el sucesor de Lier al frente de la Comuna.
            Durante su paso por Azul, el Gobernador también visitó las instalaciones de la cárcel y la comisaría local, reuniéndose, además, brevemente en el despacho del Intendente, en el Palacio Municipal. No trascendió lo que hablaron entre aquellas cuatro paredes…


Son crotos…


El 7 de enero de 1920, el gobernador Crotto dictó el Decreto Nº 3/1920. A través del mismo estableció que a partir del 1 de febrero de 1920 se les proporcionaría a los obreros de la cosecha, que carecieran de medio de transporte, los pasajes ferroviarios. A tal fin, el Departamento Provincial de Trabajo debía publicar con quince días de anticipación al levantamiento de la recolección, el número de obreros que se necesitaban en cada región y los salarios. A cada uno de ellos se le entregaba un carnet en el que tenían que especificar los datos personales y la clase de trabajo que había efectuado en épocas anteriores. En dicho carnet se debía señalar la conducta de dichos obreros en el citado trabajo.
Fue así como a dichos trabajadores se los empezó a llamar con el apellido del Gobernador. Es decir, cuando los jefes de estación contaban los braceros que viajaban con pasaje gratuito en los ferrocarriles, los enumeraban en voz alta diciendo: “Van por Crotto”, luego esto degeneró en “son de Crotto”, hasta llegar al “son crotos”. Con el tiempo la palabra se usó para referirse a las personas sin hogar.


La “traición” y las interpelaciones…


Crotto había llegado a la gobernación de la provincia de Buenos Aires por el incuestionable liderazgo que ejercía el presidente Hipólito Yrigoyen, quién lo consideraba uno de sus hombres fuertes y de confianza en la provincia. Sin embargo, rápidamente el apoyo presidencial habría de convertirse en oposición.
Este cambio se debió a que Crotto, ni bien asumió la gobernación, dio un giro en sus posicionamientos y designó, sin consultar al Presidente, a allegados suyos como ministros, también desplazó a varios yrigoyenistas nombrados en su momento por el interventor federal Cantilo. Los nuevos ministros, Tomás Puig Lomes de Gobierno, Nicolás Casarino en Hacienda y Enrique de Madrid de Obras Públicas, si bien eran destacados profesionales, no contaban con la aprobación de Yrigoyen.
Desde entonces, estas actitudes que fueron tomadas como una “traición” de parte de Crotto a quién lo había sostenido dentro de su grupo de confianza y lo había catapultado tanto a la gobernación de la Provincia, como antes también a las más altas esferas de la política interna del radicalismo, provocó la ruptura del radicalismo yrigoyenista; los nuevos opositores a Crotto lo atacaron de todas maneras.
Una de las formas de oposición fue a través de las interpelaciones constantes en la legislatura, en especial en la Cámara de Diputados provincial, donde el yrigoyenismo tenía un número considerable de legisladores. Las presiones al gobierno provincial aumentaban y sofocaban al Gobernador.


Hacia la vereda opuesta


Las interpelaciones se convirtieron en una de las armas esgrimidas para, más que oponerse, molestar, levantar cargos y acusaciones y crear dificultades en el ejercicio del gobierno del doctor Crotto. Simultáneamente a las mismas, la presión que ejerció aquel sector, apoyado ampliamente por el presidente Hipólito Yrigoyen, creó las condiciones de inestabilidad necesarias. Finalmente, José Camilo Crotto renunció el 20 de mayo 1921 y el mandato fue completado por el vicegobernador, Luis Monteverde.
Así, el camino a las elecciones quedó expedito. En 1922, la gobernación quedó en manos de un yrigoyenista, el ex interventor, José Luis Cantilo.
A raíz de su distanciamiento de quien fuera su líder político, Crotto formó un grupo interno en el radicalismo opositor a Yrigoyen, conocido inicialmente como “crottismo”, que a partir de 1924 se sumó a la Unión Cívica Radical Antipersonalista, espacio desde donde desarrolló el resto de su carrera y militancia política, acercándose fundamentalmente a Marcelo T. de Alvear.


Lejos de la política


En su vida privada supo desarrollarse como estanciero en la zona de Dolores, también se desempeñó como dirigente de la Sociedad Rural Argentina. Como Gobernador fue el primero en inaugurar una Exposición Nacional de reproductores en Bordeu.
Asimismo, volcó su singular talento en versos que publicó en diversos medios de la época.


Modestos apuntes de una vida política


En abril de 1930, el reconocido periodista Juan José de Soiza Reilly –quien años más tarde entrevistaría en el Penal de Ushuaia al asesino múltiple azuleño Mateo Banks-, entrevistó a José Camilo Crotto, logrando una exquisita nota que recuerda aspectos sumamente interesantes y poco conocidos de la vida del que fuera gobernador de la Provincia.
En las que serían sus “Memorias” –definidas por él como “Modestos apuntes de mi vida política”-, el doctor Crotto describió sus aventuras revolucionarias. Entre ellas, la famosa odisea de la barca “Ushuaia”. En 1893 la Unión Cívica Radical decidió ir a la lucha. En Tucumán se encendió la mecha con la sublevación del regimiento 11 de infantería. Hubieran triunfado, pero, el movimiento fracasó por culpa de la provincia de Buenos Aires. El encargado de capturar al doctor Crotto era el comisario Laurentino Mejías. Había rodeado la manzana. Penetró en la casa con la orden del juez en una mano y el revólver en otra. El propio doctor Crotto salió tranquilamente, poniéndose el saco y el sombrero, para ser conducido al puerto y embarcado en la “Ushuaia” en donde ya estaban prisioneros sus compañeros de revolución: Leandro Alem, Hipólito Yrigoyen, Delfor del Valle, Francisco Raynelli (padre del distinguido jurisconsulto), Francisco Ayerza, Julio Figueroa, Teodoro García, Julio Moreno, Alfredo Demarchi. Muchos más. Todo el Estado Mayor del partido...
El propio Crotto recordaría: “Nos embarcaron en la sucia bodega de la "Ushuaia" el 20 de septiembre de 1893. Remolcaron la barca mar afuera y la dejaron sola, fondeada entre las olas que la hacían crujir. Era una barca vieja, rota, llena de ratas, plena de sabandijas. El mar la sacudía con violencia. Nos hubiéramos hundido si Dios no nos ayuda. La catástrofe entraba, sin duda, en el plan del gobierno... No nos ahogamos por milagro, pero, en cambio ¡qué horrible manera de vivir!”.
Y continuaba: “Fue allí donde Delfor del Valle y Francisco de Ayerza me pusieron el cariñoso apodo de ‘Sardetti’. El personal de a bordo se había declarado en huelga. Nadie quería servirnos, ni hacernos la comida. Además, la mayoría de mis compañeros, destrozados por el mareo, preferían tirarse en los rincones dispuestos a morir. Otros, gravemente enfermos, no podían moverse. En esas circunstancias, yo, que era como he sido siempre un hombre fuerte, duro para el dolor, apechugué con la desdicha, y viendo que los enfermos podían morirse si no se les daba de comer, me convertí en el cantinero de la embarcación. ¡Qué diablos! Un criollo no se ahoga así no más... Para hacer el puchero yo tenía que amarrar la olla con sogas y cadenas porque la barcarola bailaba desesperadamente. Sin desanimarme, sin perder mi buen humor, sostenido por mi buena salud, yo me multiplicaba para servir a todos, como un pulpero solícito y barato, olvidando mi título de doctor en leyes.
            Yrigoyen permanecía en la bodega, en un rincón, aislado. Siempre fue un silencioso. Siempre fue un retraído. Un hombre triste que jamás quiso estrechar afectos con los amigos íntimos de Alem. Su amigo más dilecto de entonces ya lo era Delfor. En cuanto a sus cartas amistosas, supongo que no existe ninguna. Las únicas personas que poseían cartas personales del doctor Yrigoyen eran el señor Goyena y don Juan Martin Muñiz, de Crucecita, padrino de óleos del doctor Yrigoyen. Pues bien: poco a poco, Yrigoyen ha ido recuperando esas cartas y las ha destruido. Cuando murió Cayena pidió personalmente a la familia que se las devolvieran. Es, por cierto, un hombre singular...”.


Adiós


A los 74 años de edad, Felipe José Camilo Crotto, falleció el 15 de junio de 1936, en la ciudad de Buenos Aires.




Felipe José Camilo Crotto nació el 26 de mayo de 1862 en Dolores, provincia de Buenos Aires. Fue un destacado político radical que llegó a ser Gobernador de la provincia más importante del país.