Modestos apuntes de la vida de un
Crotto
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Felipe José
Camilo Crotto nació el 26 de mayo de 1862 en
Dolores, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Giuseppe (José) Crotto y Valeria
Villas. El matrimonio tuvo, además, nueve hijos, de los cuales llegaron
a la adultez: Jacinto Vicente, Enrique Celestino, Francisco, Eduardo, María y
Filomena.
En el partido
de Tordillo, “Camino del Médano”, Giuseppe Crotto y sus cuñados Paulino y
Enrique Villas en campos que pertenecieron a Tomás de Anchorena fundaron, en
1856, la pulpería conocida como “Esquina de Crotto” (el edificio,
que fuera construido con maderas de barcos encontradas en la costa, sirvió
hasta 1938 de posta del servicio de la galera “La Central ” de Serafín Dávila
y sus hijos y aún se mantiene en pie).
José Camilo
recibió el título de abogado en la
Facultad de Derecho de Buenos Aires en el año 1887.
Con destacada
actuación, participó en la fundación de la Unión Cívica y
también combatió en la
Revolución del Parque como jefe de uno de los cinco grupos
que integraban la “Legión Ciudadana”.
Acostumbrado a
las luchas ciudadanas, en 1891 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica
Radical.
Familia y política
El 18 de
noviembre de 1896 en la iglesia de San Cristóbal, Crotto contrajo
matrimonio con Eva Ángela Mazzini, de apenas 17 años de edad, hija de Emilio
Mazzini y Carmen Ramos, ambos naturales del país.
La pareja tuvo
ocho hijos: Eva (1897), José Camilo (1899), Carmen (1901), Emilio (1904), Raúl
(1905), Blanca Rosa (1908), Nélida (1912) y Héctor Julio (1916).
Junto a Hipólito
Yrigoyen, Crotto fue uno de los líderes de la Revolución de
1905 y en 1909, gracias a la trascendencia que alcanzó como dirigente,
fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical.
Dicha designación se debió a la injerencia que tenía el radicalismo de la Provincia de Buenos
Aires y en particular Hipólito Yrigoyen dentro de la política interna del
partido.
Entre 1912 y
1918 fue Senador Nacional en representación de la ciudad de Buenos
Aires.
“Azul, siempre Azul”
En septiembre
de 1905 el diputado provincial, Matías Pinedo Oliver, presentó un
proyecto de ley con la intención de cambiar el nombre de Azul por el de General
Ignacio Rivas, pues consideraba que “Azul” como tal no significaba
absolutamente nada, en cambio el nombre del valiente militar debía perpetuarse
en la toponimia bonaerense como recuerdo de sus hazañas.
Inmediatamente
la comunidad azuleña reaccionó ante la propuesta.
El italiano José
Peluffo, dueño de una flota de carros, los pintó de azul y les colocó
la leyenda “Azul, siempre Azul”. Por su parte la señorita Justa
Gallardo convocó con inclaudicable fervor desde los balcones de su
domicilio a varios vecinos para defender tenazmente el nombre de la ciudad.
En octubre se
realizó una nutrida reunión en el Teatro Español. Una semana más
tarde, el domingo 29, se realizó otra convocatoria para informar que se habían
recolectado más de 17.000 firmas en contra del proyecto, como así también las
adhesiones a la acciones ejecutadas por los azuleños del Dr. Estanislao
S. Zeballos y del dirigente ruralista y radical, José Camilo Crotto.
El pueblo
estaba decidido a defender su nombre a cualquier precio… Y ganó.
El candidato
Finalizando la intervención de la
provincia de Buenos Aires, el gobernador José Luis Cantilo llamó a elecciones
para el 1 de febrero de 1918.
En aquella
elección, la Unión Cívica
Radical impulsó la fórmula José Camilo Crotto -proveniente del yrigoyenismo,
más cercano al presidente-, y Luis Monteverde -alineado al sector
antipersonalista o provincialista-, como candidatos a gobernador y vice
respectivamente. Con dicho binomio, Hipólito Yrigoyen medió de tal forma que
las disputas internas del partido en la Provincia quedaron alejadas y despejadas, al
menos temporalmente.
La elección daría como resultado
una aplastante victoria de los candidatos de la Unión Cívica Radical
que se alzó con 114.158 sufragios, mientras que el Partido Conservador
consiguió 67.963 votos y los Socialistas apenas fueron respaldados por 6.968
votantes.
Resulta
interesante destacar que en Azul, la fórmula Crotto-Monteverde, obtuvo 2.107
votos, mientras que el binomio conservador Echagüe-Pintos, siendo éste último
el emblemático caudillo azuleño, se alzó con 1.888 sufragios. La diferencia, de
apenas 219 votos, fue mínima, pero marcó el declive inevitable de un
ciclo y el comienzo de otro…
José Camilo
Crotto asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires el 1 de
mayo de 1918. Poco antes, había renunciado a la presidencia del Comité
Nacional; Rogelio Araya, el vicepresidente primero, lo reemplazó y en
1920, ante la dimisión de este último, accedió a la presidencia el
vicepresidente segundo, Francisco Beiró. La carta orgánica
del partido establecía que la renovación de las autoridades directivas se
realizara anualmente. Este precepto no se cumplió.
El Gobernador en Azul
En 1919, la
realización del gran evento azuleño se efectuó a partir del domingo 5 hasta el
miércoles 8 de octubre, inclusive.
Para la
inauguración asistió el primer mandatario de la Provincia de Buenos
Aires, José Camilo Crotto, siendo la primera vez que un gobernador en
funciones se acercaba a nuestra ciudad.
El Gobernador,
sus ministros y su comitiva, fueron agasajados con un almuerzo realizado en el
predio de la Sociedad
Rural , con la asistencia de las autoridades locales,
nacionales, socios y cabañeros.
El
por entonces intendente de Azul, José María Lier, recibió al
Gobernador con especial beneplácito, suponiendo tal vez que aquella visita marcaría
a las claras cual era su injerencia en las esferas superiores de poder. Sin
embargo, su pronóstico fue totalmente desacertado… Antes del desenlace
-suscitado con la renuncia del Gobernador-, ya se presagiaba la clara victoria
del sector yrigoyenista en el cual se respaldaban Gumersindo Cristobó y su
fiel seguidor, Abelardo Cano, quien a la postre culminaría siendo el sucesor
de Lier al frente de la
Comuna.
Durante su paso por Azul, el
Gobernador también visitó las instalaciones de la cárcel y la comisaría local,
reuniéndose, además, brevemente en el despacho del Intendente, en el Palacio
Municipal. No trascendió lo que hablaron entre aquellas cuatro paredes…
Son crotos…
El 7 de enero
de 1920, el gobernador Crotto dictó el Decreto Nº 3/1920. A través del
mismo estableció que a partir del 1 de febrero de 1920 se les proporcionaría a
los obreros de la cosecha, que carecieran de medio de transporte, los pasajes
ferroviarios. A tal fin, el Departamento Provincial de Trabajo debía publicar con
quince días de anticipación al levantamiento de la recolección, el número de
obreros que se necesitaban en cada región y los salarios. A cada uno de ellos
se le entregaba un carnet en el que tenían que especificar los datos personales
y la clase de trabajo que había efectuado en épocas anteriores. En dicho carnet
se debía señalar la conducta de dichos obreros en el citado trabajo.
Fue así como a
dichos trabajadores se los empezó a llamar con el apellido del Gobernador. Es
decir, cuando los jefes de estación contaban los braceros que viajaban con
pasaje gratuito en los ferrocarriles, los enumeraban en voz alta diciendo: “Van por Crotto”, luego esto degeneró en
“son de Crotto”, hasta llegar al “son
crotos”. Con el tiempo la palabra se usó para referirse a las personas
sin hogar.
La “traición” y las
interpelaciones…
Crotto había
llegado a la gobernación de la provincia de Buenos Aires por el incuestionable
liderazgo que ejercía el presidente Hipólito Yrigoyen, quién lo consideraba uno
de sus hombres fuertes y de confianza en la provincia. Sin embargo, rápidamente
el apoyo presidencial habría de convertirse en oposición.
Este cambio se
debió a que Crotto, ni bien asumió la gobernación, dio un giro en sus
posicionamientos y designó, sin consultar al Presidente, a allegados suyos como
ministros, también desplazó a varios yrigoyenistas nombrados en su momento por
el interventor federal Cantilo. Los nuevos ministros, Tomás Puig Lomes de
Gobierno, Nicolás Casarino en Hacienda y Enrique de Madrid de
Obras Públicas, si bien eran destacados profesionales, no contaban con la
aprobación de Yrigoyen.
Desde
entonces, estas actitudes que fueron tomadas como una “traición” de parte de
Crotto a quién lo había sostenido dentro de su grupo de confianza y lo había
catapultado tanto a la gobernación de la Provincia , como antes también a las más altas
esferas de la política interna del radicalismo, provocó la ruptura del
radicalismo yrigoyenista; los nuevos opositores a Crotto lo atacaron de todas
maneras.
Una de las
formas de oposición fue a través de las interpelaciones constantes en la
legislatura, en especial en la
Cámara de Diputados provincial, donde el yrigoyenismo tenía
un número considerable de legisladores. Las presiones al gobierno provincial
aumentaban y sofocaban al Gobernador.
Hacia la vereda opuesta
Las
interpelaciones se convirtieron en una de las armas esgrimidas para, más que
oponerse, molestar, levantar cargos y acusaciones y crear dificultades en el
ejercicio del gobierno del doctor Crotto. Simultáneamente a las mismas, la
presión que ejerció aquel sector, apoyado ampliamente por el presidente
Hipólito Yrigoyen, creó las condiciones de inestabilidad necesarias.
Finalmente, José Camilo Crotto renunció el 20 de mayo 1921 y el mandato fue
completado por el vicegobernador, Luis Monteverde.
Así, el camino
a las elecciones quedó expedito. En 1922, la gobernación quedó en manos de un
yrigoyenista, el ex interventor, José Luis Cantilo.
A raíz de su
distanciamiento de quien fuera su líder político, Crotto formó un grupo interno
en el radicalismo opositor a Yrigoyen, conocido inicialmente como “crottismo”,
que a partir de 1924 se sumó a la Unión Cívica Radical Antipersonalista, espacio
desde donde desarrolló el resto de su carrera y militancia política,
acercándose fundamentalmente a Marcelo T. de Alvear.
Lejos de la política
En su vida
privada supo desarrollarse como estanciero en la zona de Dolores, también se
desempeñó como dirigente de la Sociedad Rural Argentina. Como
Gobernador fue el primero en inaugurar una Exposición Nacional de reproductores
en Bordeu.
Asimismo,
volcó su singular talento en versos que publicó en diversos medios de la época.
Modestos apuntes de una vida
política
En abril de
1930, el reconocido periodista Juan José de Soiza Reilly –quien años
más tarde entrevistaría en el Penal de Ushuaia al asesino múltiple azuleño Mateo
Banks-, entrevistó a José Camilo Crotto, logrando una
exquisita nota que recuerda aspectos sumamente interesantes y poco conocidos de
la vida del que fuera gobernador de la Provincia.
En las que
serían sus “Memorias” –definidas por él como “Modestos apuntes de mi vida política”-, el doctor Crotto describió
sus aventuras revolucionarias. Entre ellas, la famosa odisea de la barca
“Ushuaia”. En 1893 la
Unión Cívica Radical decidió ir a la lucha. En Tucumán se
encendió la mecha con la sublevación del regimiento 11 de infantería. Hubieran
triunfado, pero, el movimiento fracasó por culpa de la provincia de Buenos
Aires. El encargado de capturar al doctor Crotto era el comisario Laurentino
Mejías. Había rodeado la manzana. Penetró en la casa con la orden del juez en
una mano y el revólver en otra. El propio doctor Crotto salió tranquilamente,
poniéndose el saco y el sombrero, para ser conducido al puerto y embarcado en
la “Ushuaia” en donde ya estaban prisioneros sus compañeros de revolución:
Leandro Alem, Hipólito Yrigoyen, Delfor del Valle, Francisco Raynelli (padre
del distinguido jurisconsulto), Francisco Ayerza, Julio Figueroa, Teodoro
García, Julio Moreno, Alfredo Demarchi. Muchos más. Todo el Estado Mayor del
partido...
El propio
Crotto recordaría: “Nos embarcaron en la
sucia bodega de la "Ushuaia" el 20 de septiembre de 1893. Remolcaron
la barca mar afuera y la dejaron sola, fondeada entre las olas que la hacían
crujir. Era una barca vieja, rota, llena de ratas, plena de sabandijas. El mar
la sacudía con violencia. Nos hubiéramos hundido si Dios no nos ayuda. La
catástrofe entraba, sin duda, en el plan del gobierno... No nos ahogamos por
milagro, pero, en cambio ¡qué horrible manera de vivir!”.
Y continuaba: “Fue allí donde Delfor del Valle y Francisco
de Ayerza me pusieron el cariñoso apodo de ‘Sardetti’. El personal de a bordo
se había declarado en huelga. Nadie quería servirnos, ni hacernos la comida.
Además, la mayoría de mis compañeros, destrozados por el mareo, preferían
tirarse en los rincones dispuestos a morir. Otros, gravemente enfermos, no
podían moverse. En esas circunstancias, yo, que era como he sido siempre un
hombre fuerte, duro para el dolor, apechugué con la desdicha, y viendo que los
enfermos podían morirse si no se les daba de comer, me convertí en el cantinero
de la embarcación. ¡Qué diablos! Un criollo no se ahoga así no más... Para
hacer el puchero yo tenía que amarrar la olla con sogas y cadenas porque la barcarola
bailaba desesperadamente. Sin desanimarme, sin perder mi buen humor, sostenido
por mi buena salud, yo me multiplicaba para servir a todos, como un pulpero
solícito y barato, olvidando mi título de doctor en leyes.
Yrigoyen permanecía en la bodega, en
un rincón, aislado. Siempre fue un silencioso. Siempre fue un retraído. Un
hombre triste que jamás quiso estrechar afectos con los amigos íntimos de Alem.
Su amigo más dilecto de entonces ya lo era Delfor. En cuanto a sus cartas
amistosas, supongo que no existe ninguna. Las únicas personas que poseían
cartas personales del doctor Yrigoyen eran el señor Goyena y don Juan Martin
Muñiz, de Crucecita, padrino de óleos del doctor Yrigoyen. Pues bien: poco a
poco, Yrigoyen ha ido recuperando esas cartas y las ha destruido. Cuando murió
Cayena pidió personalmente a la familia que se las devolvieran. Es, por cierto,
un hombre singular...”.
Adiós
Felipe José Camilo
Crotto nació el 26 de mayo de 1862 en Dolores, provincia de Buenos Aires. Fue
un destacado político radical que llegó a ser Gobernador de la provincia más
importante del país.
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