domingo, 26 de diciembre de 2021

Alfredo Miguelez, pelotari de alma

 

Alfredo Miguelez, pelotari de alma

 

 Alfredo Miguelez Pulido nació en Mar del Plata el 4 de febrero de 1918, aunque en el Acta de Bautismo está consignado el día 7. Sus padres fueron Simón Miguelez Fernández y María Josefa Pulido. Tuvo siete hermanos: Adela, Luis, Manuel, Hipólito Francisco, Fermín, Antonio y Celia “Chela” Noemí.

Su infancia se desarrolló en Dionisia (Comandante Nicanor Otamendi, Partido de General Alvarado) y estuvo marcada por el bullicio de sus numerosos hermanos, encontrando en los más grandes que él las enseñanzas y picardías propias de los niños.

Para cuando Alfredo tenía unos doce años, comenzó a pasar tiempo en el almacén-bar de su padre, no sólo ayudándolo, sino siendo además un atento espectador de los partidos de pelota a paleta que se disputaban en “La Cancha”, lindera al comercio. Alfredo le dedicó mucho tiempo a examinar a los competidores; los entendía y hasta casi podía anticipar sus jugadas. Era un pibe, pero los analizaba callada y atentamente. Todos habían aprendido a jugar jugando, sin entrenamientos ni demasiadas reglas. Él asimiló la técnica de cada uno de los pelotaris amateurs que pasaron por la cancha de su padre y, de alguna manera, creó su estilo propio. Posiblemente su gran destreza en la billarda (juego infantil de moda) fue el cimiento de su virtuosismo. Y un día, se largó a jugar con sus hermanos mayores… Golpe a golpe, tanto a tanto, Alfredo fue creciendo y ganando talento con la paleta. La pelota parecía atada a su voluntad y apostar por él era certeza de victoria.

 

Recorriendo Buenos Aires

 

Tenía unos catorce o quince años cuando decidió “salir al mundo”. Así, dejó atrás definitivamente su Dionisia natal para ganarse la vida, retornando esporádicamente a visitar a su familia y amigos. Recorrió distintos pueblos y ciudades y recayó, con unos veinte años de edad, en La Dulce, Partido de Necochea, donde descolló jugando a la pelota a paleta para el “Club Juventud Unida Progresista”.

En aquella localidad, además de brillar como pelotari, conoció a la que se convertiría en su esposa, Carmen Isolina Ortiz, con quien –ya en Azul- tendría dos hijos: Alfredo Ricardo “Bocha” (29 de marzo de 1943) y Carlos Enrique “Tata” (26 de abril de 1946).       

 

Azul como destino…

 

            El talento de Alfredo y su dominio de la pelota con la paleta eran realmente destacados. El veinteañero pelotari hizo pareja con otro joven, Juan Bethular, constituyéndose ambos en la renombrada dupla de la institución de La Dulce, además de entablar entre ellos una muy estrecha amistad.

            En los sucesivos partidos que Alfredo jugó para el Club de La Dulce, siempre estuvo bajo a la atenta mirada de uno de los hombres más importantes en los ámbitos dirigenciales del centro bonaerense. El azuleño Ricardo Elizagaray, presidente de la Federación de Pelota a Paleta de la Provincia de Buenos Aires, siempre se mantuvo atento al extraordinario juego del “Vasco” y no dudó en proponerle su incorporación a Azul Athletic Club. Además, sabiendo que trabajaba moviéndose de pueblo en pueblo y que estaba recientemente casado, le propuso un empleo en Obras Sanitarias de la Nación. Sin dudarlo demasiado, Alfredo habló con su flamante esposa Carmen y juntos emprendieron el camino hacia un nuevo destino.

            En 1942, el Azul Athletic Club incorporó a sus filas de jugadores a dos pelotaris que marcarían a fuego la historia de la institución. El primero fue Alfredo Díaz y, posteriormente, Alfredo “Paisano” Miguelez.

 

¡Brillante triunfo!

 

            Los partidos disputados durante el III Campeonato Nacional de Pelota a Paleta, tanto en cancha abierta como cerrada, generaron una enorme expectativa entre los espectadores. El diario “La Nación”, en su edición del día miércoles 10 de noviembre de 1943, informaba:

 

“(Paraná – Entre Ríos) Con sostenido entusiasmo el público siguió hoy el desarrollo de los distintos partidos que por el 4to. Campeonato Argentino de Pelota en Cancha Cerrada y 3ro. De Cancha Abierta.

Se jugaron en los Club Social y Estudiantes de la Ciudad. En el Campeonato de Cancha Abierta se registraron escenas emotivas en el partido que disputaron provincia de Bs. As. y Entre Ríos, que finalizó con la victoria de aquel, luego de una emotiva y larga lucha, en la que se sucedieron los empates desde los primeros tantos hasta después de las cifras que determinaron el alargue. (…) De esta forma el mejor cotejo de este concurso estuvo a cargo de Buenos Aires y Entre Ríos, definido de esta forma: BUENOS AIRES (Miguelez - Díaz) 35 – ENTRE RÍOS (Caballero – Cuenca) 32.”.

 

Después de mucho batallar, tras largos y extenuantes partidos, el 12 de noviembre, los azuleños Alfredo Miguelez y Alfredo Díaz, representando a la provincia de Buenos Aires. Disputaron la semifinal contra dos excelentes pelotaris, José Cuenca y Alberto Caballero. El cruce entre pelotaris fue muy entretenido y sobre todo reñido, manteniendo siempre la delantera la dupla Miguelez-Díaz.

            La final fue disputada contra Juan Francisco Fittipaldi y Belisario Nocetto (o Nosetto), fue una verdadera demostración del poderío de la dupla azuleña. Como destacaran las crónicas periodísticas de la época, el juego culminó con 30 puntos a favor de Miguelez - Díaz, contra 18 de los representantes de la Capital Federal.

Los jugadores de la “Estrellita”, representando a la Provincia de Buenos Aires, se consagraron campeones. Los dos primeros campeonatos, en los años anteriores, los había obtenido la Capital Federal. Luego del triunfo de los representantes de la Provincia de Buenos Aires en el ’43, la próxima victoria bonaerense recién se alcanzaría en 1959.

            En una actuación para el recuerdo de los amantes del juego vasco, los bonaerenses se alzaron con el título máximo. En esa oportunidad, periodistas especializados del diario “La Nación” y la revista “El Gráfico”, resaltaron la calidad del binomio, y especialmente del “Paisano” Miguelez, quien fue objeto de marcados elogios.

 

Dejando la práctica formal

 

Después de construir un extenso rosario de victorias representando a Azul Athletic Club, a mediados de 1954, Alfredo tomó la decisión de dejar la práctica formal. El martes 7 de diciembre se realizó un considerable agasajo al “Paisano”, recibiendo múltiples elogios y reconocimientos.

            Desde entonces, sin dejar nunca la práctica de la pelota a paleta, el “Paisano” se dedicó a la bella tarea de abuelo. Alegre y juguetón, solía llegar al hogar de sus nietos con los bolsillos del saco y el pantalón repletos de caramelos. Y era el juego dilecto de los niños “colgarse” de él y escudriñar sus bolsillos para deleitarse con los caramelos que encontraban como enorme tesoro escondido. Llegó a conocer a cuatro de sus nietos (hijos de su primogénito Alfredo Ricardo y María Cristina Tomac): Alfredo Esteban, Mauricio, Leandro y Sebastián. Después la familia siguió creciendo, pero el destino de Alfredo estaba escrito…

           

La hora de la triste despedida

 

            Después de una Nochebuena en familia, en la mañana del día de Navidad de 1975, Alfredo decidió ir a visitar y saludar a un amigo y compañero de trabajo que vivía en la calle Rauch entre Av. Humberto –actual Av. Perón- y Gral. Roca. Al llegar a su destino, se descompensó y se desplomó en la calle. Algunos vecinos se apresuraron a asistirlo, pero no hubo nada que hacer. Tenía 57 años de edad.

            La noticia al día siguiente en “El Tiempo”, llevaba un título contundente “Murió una gloria del deporte azuleño: Alfredo Miguelez”.

 

 

EL DATO:

En marzo de 2022, el autor de la nota presentará la biografía titulada “Alfredo ‘Paisano’ Miguelez, pelotari”.

 

Alfredo “Paisano” Miguelez fue un destacado jugador de pelota a paleta que obtuvo múltiples títulos y reconocimientos, jugando por más de una década para Azul Athletic Club.