domingo, 28 de junio de 2020

El homenaje de Azul al general Belgrano

El homenaje de Azul al general Belgrano


Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Hasta 1879 las calles de Azul poseyeron numeración romana entre el I y el XXXVI, aclarando que los límites originales del pueblo estaban desdibujados y había otras arterias, pero las mismas quedaron sin ser numeradas ni nominadas por no estar debidamente trazadas.
            El 25 de marzo de 1879, el Presidente de la Corporación Municipal, Federico Julián Olivencia, dictó el Decreto N° 183:

Nomenclatura de calles. La Municipalidad en sesión de la fecha, acuerda y ordena: Artículo único. Las calles que en la actualidad tienen numeración romana se designarán en adelante con los siguientes nombres: Calle: I, Guaminí; II, Carhué; III, Puan; IV, Olavarría; V, Tapalqué; VI, Juárez; VII, 9 de Julio; VIII, Bolívar; IX, San Martín; X, Alsina; XI, Belgrano; XII, Comercio; XIII, Entre Ríos; XIV, Córdoba; XV, Tucumán; XVI, Corrientes; XVIII, Santa Fe; XVIII, Salta; XIX, La Rioja; XX, Jujuy; XXI, Las Flores; XXII, Patagones; XXIII, Maipú; XXIV, Alvear; XXV, Rivadavia; XXVI, Colón; XXVII, Burgos; XXVIII, Buenos Aires; XXIX, Moreno; XXX, 25 de Mayo; XXXI, Necochea; XXXII, Arenales; XXXIII, Rauch; XXXIV, Tandil; XXXV, Dolores; XXXVI, Bahía Blanca”

Buena parte de las denominaciones mencionadas se siguen utilizando en la cuadrícula urbana de la ciudad, algunas desaparecieron y otras fueron reubicadas años más tarde.
La disposición Nº 183 no especifica las causas que llevaron a elegir los nombres referidos, pero se puede deducir repasando la lista que la gran mayoría se corresponden con pueblos del interior bonaerense y provincias. Aunque, como también es evidente, son homenajes a grandes patriotas como los generales José de San Martín y Manuel Belgrano.
En el año 1953, mediante la Ordenanza N° 18, el Intendente Ernesto María Malére pretendió renombrar a todas las calles con un sistema numérico arábigo, correspondiéndole entonces a la arteria el número 25. Pero el sistema no fue aceptado masivamente y cayó en desuso, aunque nunca fue derogada la disposición.


La placa del Centenario


El 20 de junio de 1920, en la esquina de la calle Belgrano y la avenida 25 de Mayo, el intendente radical Abelardo Cano descubrió una placa que reza:
“CALLE GENERAL MANUEL BELGRANO. 3 DE JUNIO DE 1770 – 20 DE JUNIO DE 1820. EL PUEBLO DE AZUL EN EL PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE. 1920.”
El periódico “El Ciudadano”, en su edición del 21 de junio de 1920, narraba:
EL CENTENARIO DE BELGRANO. Su celebración en ésta. Todos los números del interesante programa han sido desarrollados en medio del mayor entusiasmo e inusitado esplendor.- Hacer crónica detallada de los festejos realizados a la memoria del ilustre prócer, cuyo primer centenario de su fallecimiento cumplióse ayer, implicaría proyectar lo que cada habitante capacitado de esta ciudad ha visto con sus propios ojos, aquilatando asimismo en toda su magnitud el éxito que ha caracterizado a cada uno de los números del programa, desarrollado en medio del delirante entusiasmo de la población entera.
Por eso es que, nosotros, en esta breve reseña, para no caer en detalles superfluos, desde luego por demasiado sabidos, nos concretamos a puntualizar únicamente aquellos actos en que personas y entidades tomaron parte y que la prensa, intérprete de los sentires del pueblo, tiene el deber de recalcar, llevándoles el incentivo de su aliento y la expresión del aplauso sincero a quienes que, tan gentil y tan patrióticamente, prestaron su valioso concurso e influyeran por ese medio a que el homenaje del pueblo del Azul alcanzara las magnas proporciones, mil y una vez superiores a las calculadas por los espíritus más optimistas.
En aquel sentido, pues, merece mención especial el bizarro Batallón II de Zapadores Pontoneros, cuya participación directa en todos los actos conmemorativos constituyó la nota netamente patriótica y argentinista, robusteciendo en el corazón de los hijos de este suelo la convicción jamás debilitada de que, todavía y aún por los siglos de los siglos, vive latente y seguirá viviendo el entrañable amor a la patria, a esta patria grande, hermosa y libre que nos legaron nuestros abuelos, forjada su actual grandeza en el yunque de sus abnegaciones, de sus viriles arrojos y de sus sublimes aspiraciones.
Otra nota altamente simpática, sin duda, la dieron las escuelas locales y Colegio Nacional, concurriendo igualmente a todos los actos realizados e imprimiéndoles ese brillo característico, exclusivo don de la infancia y de la juventud, que es todo animación y orgullo y vida, máxime cuando como en esta memorable jornada histórica, ella está bien compenetrada de la finalidad que se persigue y de la importante trascendencia que entrañan esos actos cívicos, tradicionales, en estas latitudes en que parecería que el pulpo de las ideas exóticas tendiera hacia nosotros sus poderosos tentáculos, para hacernos presa de su voracidad insaciable, a título de utópicas redenciones.
El acto de colocación de la placa rememorativa, en la calle General Belgrano y 25 de Mayo, dio margen a uno de los más significativos homenajes en el concierto de los muy sentidos y patrióticos tributados ayer.
En esta ceremonia, como estaba oficialmente anunciado, hizo uso de la palabra el rector de nuestro Colegio Nacional, señor Reynaldo Marín. Pretender, tan siquiera en síntesis, recordar en esta reseña las elocuentes frases del orador, resultaría ardua tarea para el cronista. Baste decir que, aunque sabedores nosotros de la sólida preparación del maestro y hombre de ciencias, al igual de la enorme muchedumbre que lo escuchara en medio de un silencio rayano en religiosidad, hubimos de ser sorprendidos también por la vehemencia de sus palabras, por el regio colorido de las imágenes y la novedad histórica de sus argumentos, al trazar la biografía del prócer, con cuya placa perpetúase entre nosotros su venerada memoria.
Insinuó en uno de sus pasajes el señor Marín, la idea, -que ojala no haya caído en el vacío oficial-, de que el escueto pedestal de nuestra plaza Colón debería ser destinado a sostener una estatua, la de Belgrano, insinuación que fue recibida con una atronadora salva de aplausos, elocuentísima exteriorización popular que no a menester traducirla, pues que con ella sintetizóse la unánime aprobación con que fueron recibidas aquellas sus palabras.
Con esta ceremonia, la última de la tarde de ayer, verdadero broche de oro, clausuróse la serie de los actos recordatorios. A las 12 de la noche, muchas fueron las personas que interrumpiendo toda actividad material, dedicaron íntegramente su pensamiento durante 3 minutos ‘a evocar el espíritu del general Belgrano, para que ruegue a Dios fuente de toda razón y justicia que proteja, por los siglos de los siglos, la inmortal bandera que él creó.’.”.

Un nuevo paseo…


Mediante la Ordenanza N° 15, sancionada el 14 de junio de 1952 y promulgada por el intendente Ernesto María Malére, el día 18 del mismo mes, se designó con el nombre de Plaza General Manuel Belgrano al espacio público ubicado en la manzana comprendida por las calles Santa Fe (actual Amado Diab), Intendente Manuel Castellár, Salta y General Lavalle.
El viernes 20 de junio de aquél año, el diario “El Tiempo” anunciaba los actos y celebraciones que se desarrollarían en esa jornada: “Destacados contornos habrán de alcanzar los actos en celebración del Día de la Bandera. En la plaza San Martín y en el Destacamento Naval Azopardo.- Se celebrará hoy en nuestra ciudad, como en todo el país, el Día de la Bandera, con diversos actos que habrán de adquirir indudablemente destacados contornos. Los actos principales se cumplirán en la plaza San Martín (…). A las 9:30, homenaje a Manuel Belgrano al pie de su busto situado en el Parque Municipal, depositándose palmas en nombre del 2 de Artillería y de la Intendencia Municipal, para luego hacer uso de la palabra, en presencia de autoridades civiles y militares, el teniente Federico Siders, guardándose un minuto de silencio al toque de corneta por un trompa de la unidad local (…) a las 16, inauguración y bendición de la plaza General Manuel Belgrano y su mástil, ceremonia éste última que estará a cargo del señor obispo auxiliar monseñor Antonio José Plaza, entonándose a continuación el Himno Nacional, tras lo cual el teniente Faustino Gómez dirá palabras alusivas a la personalidad del prócer y por su parte el jefe de Obras Públicas de la Municipalidad, agrimensor Floriano M. Riviére, declarará incorporado el nuevo lugar de esparcimiento al servicio público, ejecutándose a continuación la Marcha del Azul (…)”.
Curiosamente, el paseo no tuvo una estatua o busto del General hasta varios años después.
En Azul, durante muchos años, los actos por el “Día de la Bandera” se concretaron en la flamante obra de Francisco Salamone, la plaza General San Martín, a pesar de que ya existía un espacio en homenaje a Belgrano. Y, como corolario, se colocaba una ofrenda floral y se rendía homenaje en el busto emplazado en el Parque Municipal, monumento que muchos años después fuera finalmente trasladado a la actual Plaza que lleva el nombre del ilustre patriota argentino.