domingo, 17 de enero de 2021

El "Niño rico" derrotado por azuleños

El “Niño rico” derrotado por azuleños



Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Máximo Marcelo Torcuato de Alvear nació en la ciudad de Buenos Aires, el 4 de octubre de 1868. Sus padres fueron Torcuato de Alvear y María Elvira Dolores Pacheco. El matrimonio tuvo siete hijos pero sólo sobrevivieron Carmen, Ángel, Carlos y el propio Marcelo.

Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en 1891 obtuvo en la Universidad de Buenos Aires su doctorado en Jurisprudencia. Inmediatamente, la política se convirtió en un fuerte atractivo para él, trabando en ese “mundillo” amistad con personalidades como Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen.

Pero por sobre todas las cosas fue un gran cultor del deporte en sus más variadas expresiones. Frecuentaba la Sociedad Deportiva como también el Bois de Boulogne en donde montaba a caballo, practicaba natación y fundó con ayuda de otros miembros el salón de esgrima del Jockey Club; además hizo boxeo en la casa del doctor César Viale. Asimismo, fue un audaz corredor de automóviles y un eximio tirador con armas de fuego.

 

Alvear versus Cassoulet

 

Las Damas de la Sociedad de Beneficencia llevaron a cabo, con la ayuda de los primeros propietarios de automóviles, un espectáculo a beneficio del “Asilo Siglo XX”, en el cual, como plato fuerte, se llevaría a cabo una serie de carreras sobre la recta principal del desaparecido Hipódromo Nacional (en el Barrio de Núñez, en parte sobre la actual cancha del Club River Plate).

El evento se realizó el día sábado 16 de noviembre de 1901, alrededor de las 4 de la tarde. Se inscribieron cinco corredores, y uno de ellos, Marcelo T. de Alvear se inscribió en dos de las categorías disponibles. La primera fue para automóviles de hasta 500 kilos, con un recorrido en línea recta de 1.000 metros, siendo reservada la segunda categoría para vehículos de  peso libre y con un recorrido a cubrir de 3.000 metros. Tanto automóviles a vapor como a gasolina podían inscribirse en ambas categorías, mientras que los automóviles eléctricos solo podían competir entre sí, al igual que los triciclos mecánicos, abriendo la primera de las competencias.

Lamentablemente, la primera prueba, reservada para las máquinas de tres ruedas, debió suspenderse, por no anotarse participantes.

La segunda prueba, reservada para coches de hasta 500 kilos de peso, se corrió con cuatro competidores. Estos fueron los señores Juan Abella, Marcelo T. de Alvear, Eguisto Gismondi y el azuleño Juan Cassoulet. La carrera estuvo a la altura de lo esperado por todos, y fue ganada por nuestro coterráneo, conduciendo un “Rochester” a vapor. Pero la exigencia fue tal, que al llegar a la meta, debido a la falta de presión en la caldera, comenzó a incendiarse, llegando Cassoulet a apagar el fuego, retirando los asientos acolchonados para evitar una verdadera desgracia.

Mientras tanto, el coche de Alvear, debido a la fuerza del motor al ser acelerado de manera excesiva rompió la cadena de transmisión, quedando muy limitado para ofrecer una velocidad más exigente.

La velocidad del ganador fue de casi 74 Km/h, tardando 49 segundos en completar la distancia, recibiendo como premio, una cigarrera y una fosforera, ambas de plata 900 labrada, adquiridas en la reconocida “Casa Escasany” (preservadas en la actualidad en el Museo Juan Manuel Fangio de la ciudad de Balcarce).

La última carrera de la tarde, con peso libre y con 3.000 metros para cubrir contó con dos participantes: Aarón de Anchorena y Marcelo T. de Alvear. El primero utilizó un “Panhard & Levasseur”, mientras que el otro condujo un “Locomobile” a vapor, con el que logró desquitarse y ganó la carrera…

 

¿Quién era ese azuleño?


Juan Cassoulet había nacido en Azul en el año 1873. Hijo de franceses, su familia contaba con una posición medianamente acomodada en la sociedad, comerciando velocípedos, motociclos y automóviles. No en vano, por ejemplo, Hipólito Cassoulet, hermano de Juan, se halla entre los fundadores del “Ciclista Club Azuleño”, cuya primera comisión directiva, constituida el 17 de junio de 1899 lo contaba entre sus notables miembros, sumándose Floriano M. Reviere, Silvano Bonnet, Arturo López Claro, Juan Donadío, Héctor Urioste, Remigio Piazza, Manuel Castellár, Pablo Menetret y Manuel Aztiria entre otros.

Juan contrajo matrimonio con una también descendiente de franceses, Berta Dencansse, con quien tuvo al menos tres hijos: Eugenio Francisco (1894), Ana Benita (1896) y Laura Lila (1898).

Fue agente de la marca De Dion Bouton y luego de las marcas Benz, de Macchi, Pozzi y Riva.

            En 1905, a bordo de otro De Dion Bouton, pero de dos cilindros y 12 caballos de fuerza, realizó el primer raid a Bahía Blanca acompañado por su hermano Luis, Esteban Marquestau y Belisario Zapata. Cuenta la historia o tal vez la leyenda que, al encontrarse con un pantano cerca de Azul, voltearon el alambrado y penetraron en un campo arado. Apareció el dueño del campo y, cuchillo en mano, les ordenó que salieran de inmediato. Pero los automovilistas no se intimidaron y, revólver en mano, siguieron en la competencia.

Un año más tarde, con un De Dion Bouton, compitió en la primera prueba oficial del ACA en ruta entre La Recoleta y El Tigre, pero abandonó.

Se retiró de las competencias a finales de la década del ’10, pero no abandonó su lazo con los vehículos.

Juan Cassoulet murió 9 de octubre de 1949, a los 76 años de edad. Fue sepultado en el Cementerio de la Chacarita.


Alvear versus Bardi

 

 

En otro ámbito, Alvear llegó a coronarse como el mejor tirador de revólver a 50 metros, además de realizar tiro al blanco con máuser y pistola. Participó del Campeonato Mundial de Tiro de 1903 en Buenos Aires, ganando la medalla de bronce. Fue cofundador del Tiro Federal Argentino, además de haber integrado las primeras comisiones directivas.

De joven, Alvear era un tirador deportivo exitoso, ganando una medalla de oro en el Campeonato Mundial participando en equipo en la categoría pistola libre, celebrado en Buenos Aires. Él recibiría también una medalla de plata por equipos en la edición de 1904 en Lyon, Francia.

El edificio primitivo del Tiro Federal de Azul, que tenía la apariencia de una fortificación pétrea y almenada, fue inaugurado con una importante celebración el 9 de julio de 1902 con la presencia del ministro Pablo Riccheri. Desde entonces, la práctica dominical del tiro se hizo regla inquebrantable entre muchos azuleños, que tuvieron en dos tiradores de la época, los señores Gregorio Motti y Agustín Bardi, cultores capaces, que resultaron vencedores del sexto premio en el concurso nacional de tiro, celebrado en la Capital Federal bajo los auspicios del Ministerio de Guerra. Consistía el premio en dos medallas de plata donadas por el Tiro Federal Azuleño.

Hubo una oportunidad en la que Marcelo T. de Alvear y Agustín Bardi se enfrentaron oficialmente en la Capital Federal. Así, en una competición individual, con revólveres de origen estadounidense Colt New Service, calibre 11.5 mm de seis disparos, Bardi venció en excelente forma a uno de los mejores tiradores de la época.

Otro azuleño se había cruzado en el camino del “Niño rico”

 

Carrera en ascenso…

  

Marcelo Torcuato de Alvear desempeñó varios cargos políticos sin privarse de seguir su vida deportiva al tiempo que viajaba por diversos lugares del mundo junto a su esposa Regina Pacini. Y finalmente, se convirtió en Presidente de la República Argentina, asumiendo el 12 de octubre de 1922.

La expansión económica que experimentó la Argentina durante el periodo conocido como “República Radical” (1916-1930),con un crecimiento promedio anual del 8,1 %, sigue siendo considerado como uno de los ciclos de mayor crecimiento económico en la historia del país.

Y para marcar una diferencia sustancial con su correligionario antecesor (Hipólito Yrigoyen), Alvear siempre procuró estar presente en las ceremonias, inauguraciones y en toda clase de eventos sociales… Y tal era su pasión por los deportes que, el 31 de diciembre de 1923, firmó un decreto creando el Comité Olímpico Argentino y así resolvió la concurrencia de Argentina a los Juegos Olímpicos por primera vez al año siguiente.

Creó el Conservatorio Nacional de Música, y por medio de un decreto fundó el Departamento de Artes Musicales y Sonoras. Además creó los cuerpos estables del coro, orquesta y ballet para el Teatro Colón. Por iniciativa de su esposa, motivada por los recuerdos de los tiempos difíciles que tuvieron que pasar sus padres, se le ocurrió fundar una institución que los protegiera, dando inicio a la Casa del Teatro.

Alvear fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (S.A.A.P.), una institución sin fines de lucro, la cual fue testigo de varias corrientes artísticas en todas las disciplinas de las artes visuales.

Una vez finalizado su gobierno, Alvear se radicó en París. Sus allegados le mandaban cartas informándole sobre la caótica situación en que se encontraba la política del país y como se deterioraba la figura de Yrigoyen. Así fue también como se enteró del golpe de Estado de José Félix Uriburu.


Otra vez cara a cara con los azuleños…


        Lejos de la actividad deportiva, Marcelo T. de Alvear como presidente del Comité Nacional de la U.C.R., junto a los candidatos a gobernador y vice, doctores Honorio Pueyrredón y Mario Guido, y una nutrida comitiva arribó a nuestra ciudad el domingo 13 de octubre de 1935.

Cenó en el “Hotel Colón” y disertó ante una sala colmada en el Teatro Español. Inicialmente recordó su primer viaje a Azul cuarenta años antes, en 1895, cuando integraba una división del Ejército que se dirigía a la concentración de Curumalán ante el conflicto limítrofe que se había desatado con Chile, y dijo: “En esa oportunidad un peligro exterior amenazaba la tranquilidad de la Patria; vestía entonces uniforme militar; hoy desaparecida ya la perturbación exterior, pero transformada ésta en un peligro interno, vuelvo a Azul, con mi uniforme no menos digno de ciudadano”.

Pero nada dijo de sus derrotas deportivas… El Teatro lo ovacionó.

            El domingo 15 de agosto de 1937 volvió a pisar las tablas del Teatro Español, pero en la ocasión lo hizo como candidato a Presidente de la Nación encabezando la fórmula junto a Enrique M. Mosca. Entre las figuras nacionales y locales se destacaban en la ocasión Ricardo Balbín y Juan Prat, respectivamente.

            El Teatro Español estaba colmado una vez más. No cabía un alma. Los oradores fueron brillantes y la palabra de Alvear impecable. Pero tampoco habló en la ocasión de sus derrotas deportivas… Había un problema más importante a resolver y era la situación política del país…




Juan Cassoulet


Gregorio Motti y Agustín Bardi