domingo, 22 de noviembre de 2020

Tiros y muerte en el Concejo Deliberante

 Tiros y muerte en el Concejo Deliberante

 

El 26 de noviembre de 1906, durante una sesión legislativa, se produjo un tiroteo en el recinto que concluyó con la trágica muerte del Presidente del cuerpo, el reconocido y estimado vecino Eufemio Zavala y García. Por entonces era comisionado de nuestra ciudad Carlos Vega Belgrano, nieto del creador de nuestra Bandera.


 

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

 

El senador por Santa Fe, Lisandro de la Torre, denunció en el Congreso una monumental estafa contra el Estado como una de las consecuencias del pacto Roca-Runciman, firmado dos años antes. Los ministros de Agricultura, Luis Duhau, y de Hacienda, Federico Pinedo, se hicieron presentes en la sesión del 23 de julio de 1935 para contestar los cargos ante los legisladores reunidos.

En un momento, De la Torre abandonó su banca y se dirigió hacia la mesa donde estaban sentados los dos ministros. Atacado por las contundentes palabras del Senador, Duhau le dio un empujón que lo hizo caer de espaldas. Enzo Bordabehere se dirigió hacia el sitio donde se hallaba su compañero de banca. En ese instante de confusión, detrás de Bordabehere apareció el ex comisario Ramón Valdés Cora -hombre de confianza de Duhau; “matón a sueldo” según otros-, revólver en mano, disparando varias veces. Varios fueron heridos, inclusive el propio Duhau, sin embargo, Bordabehere recibió tres impactos fatales.

El legislador falleció pasadas las 17 horas en el Hospital “Ramos Mejía”. Su homicida fue condenado a 20 años de cárcel, pero fue indultado en 1953. La investigación se convirtió en uno de tantos expedientes “durmientes”. Los ministros fueron reemplazados unos meses después y… todo siguió su curso.

Aquella tragedia de politiquería, matones, tiros y muerte había tenido un antecedente ni más ni menos que en el Azul de principios de siglo…

 

 

Casi calcado en el Azul…

 

 

En enero de 1905, el Dr. Ángel Pintos fue electo intendente de Azul por el “Comité Popular” -de extracción mitrista-. Aquellos conflictos que siempre habían estado latentes durante la administración de Federico Urioste -quien con su carácter conciliador había logrado en algunos momentos apaciguar los ánimos-, se desencadenaron cuando los férreos opositores decidieron solicitar la impugnación de las elecciones ante la Justicia del Crimen.

El Juez de Paz dictó una rápida sentencia que no fue acatada por el flamante Intendente, quien en agosto fue injustamente detenido y “conducido preso por las calles”, pretendiendo menospreciar y vapulear su imagen pública.

Finalmente, el 14 de octubre de aquél año, Pintos renunció a su cargo asumiendo interinamente como intendente Eufemio Zavala y García (que había sido elegido presidente del Concejo Deliberante). Pero la situación continuó deteriorándose hasta que el 24 de junio de 1906 se llamó nuevamente a elecciones, ganadas una vez más por el afamado médico.

Tras numerosas idas y vueltas judiciales, se designó a Manuel Aztiria como intendente y a Eufemio Zavala y García como presidente del Concejo Deliberante. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires anuló las elecciones y el Ejecutivo culminó designando como comisionado de Azul a Carlos Vega Belgrano.


 Repercusión en la prensa

  

            En su edición del jueves 22 de noviembre de 1906, el periódico “El Imparcial” informaba:

DR. CARLOS VEGA BELGRANO. COMISIONADO MUNICIPAL.- El P.E. ha designado comisionado especial para constituir la municipalidad azuleña, al doctor Carlos Vega Belgrano.

La designación ha causado excelente impresión en el vecindario, pues el Dr. Belgrano es y ha sido siempre persona grata para el Azul, que lo cuenta entre uno de sus mejores amigos.

El doctor Vega Belgrano llegará hoy en el tren de las 2:10 de la tarde, y será recibido en la estación por un nutrido grupo de vecinos.

Trae como secretario al Sr. De Cucco, de la redacción de “El Día” de la Plata.

Anticipámosle nuestra cordial bienvenida.”

Al día siguiente, el mismo periódico comunicaba:

“LLEGADA DEL COMISIONADO.- Llegó ayer en el tren de la tarde el comisionado del poder ejecutivo para presidir la constitución de la municipalidad, Dr. Carlos Vega Belgrano.

El Dr. Vega Belgrano fue recibido en la estación por gran número de personas de espectabilidad.

De la estación el distinguido viajero se trasladó a la municipalidad, donde fue muy visitado durante toda la tarde.

Ayer produjo el comisionado su primer acto oficial, y declaró que su propósito es terminar cuanto antes la misión que lo ha traído al Azul.

Escritas las procedentes líneas, se nos remite para su publicación, por orden del señor comisionado especial D. Carlos Vega Belgrano, la siguiente convocatoria para la constitución de la municipalidad, que insertamos en lugar preferente:

El que suscribe, comisionado del P.E. en el partido del Azul, nombrado por decreto de fecha 21 del corriente, a los efectos de constituir la municipalidad conforme lo dispone el fallo de la Suprema Corte de Justicia, convoca a una reunión que se celebrará con ese objeto en el local de la municipalidad, el día 26 del corriente a las 3 de la tarde, a los siguientes municipales electos: Titulares: señores Eufemio Zavala y García, Bernardo Guiraut, Manuel Aztiria, Luis Saint Germes, Gumersindo L. Cristobó, Ángel G. Toscano, José Magdaleno (hijo), Pacomio F. Ávila e Hipólito V. Dhers, y al municipal don José Vidal, que continúa en ejercicio. Suplentes: señores Martín Alves, Bernardo Domecq, Pedro C. de Altamira y Luis J. Cornille –Azul, 22 de noviembre de 1906- Carlos Vega Belgrano. (…).”.

 

El día funesto

 

El 26 de noviembre se realizó una nueva sesión en el recinto del Concejo Deliberante, en el primer piso del Palacio Municipal, la cual tomó un rumbo insospechado y dramático.

Tal como lo había establecido el comisionado Vega Belgrano, a las 15 horas, comenzaron a reunirse los municipales convocados para constituir la municipalidad de acuerdo a lo establecido por la Suprema Corte de Justicia bonaerense. Uno a uno arribaron los concejales y numerosos vecinos. 

Cuando el recinto estaba colmado y apenas se habían iniciado las formalidades, sin ningún fundamento salvo un absurdo entredicho, uno de los presentes -identificado con “la barra” opositora ligada a los hermanos Manuel y Evaristo Toscano- comenzó a disparar con un arma de fuego a mansalva.

Un confuso griterío, corridas y balazos por doquier configuraron una escena que dejó perplejo al comisionado Carlos Vega Belgrano. Enmudecido, apenas atinó a socorrer a Paulino Rodríguez Ocón, quien cayó a su lado herido en una pierna.

Más allá también fueron heridos Gumersindo L. Cristobó, Juan Bosch y Luis Cornille.

Cuando los ánimos se calmaron, abatidos sobre amplios charcos de sangre se hallaban los cuerpos sin vida de Miguel “Marota” Biggi (quien inició los disturbios) y el presidente del Concejo, Zavala y García.

La policía, que arribó “tarde”, se llevó a varios detenidos…

Los restos del Presidente del Concejo Deliberante fueron inhumados en el Cementerio local, donde descansan en un nicho cuyo epitafio reza:

 

“Eufemio Zavala y García. Q.E.P.D.

Fue víctima en el cumplimiento de su deber el 26 de noviembre de 1906 a la edad de 76 años.

Su esposa e hijos le dedican este recuerdo.”

 

La muerte del concejal sirvió para tapar que en las arcas municipales apenas se registraban $200 m/n. Faltaba dinero, faltaba honor. Sobraban muertes…

Desde entonces, el gobernador bonaerense, Marcelino Ugarte, quien de por sí era adicto a controlar férreamente el poder a través de cualquier estrategia “caudillista”, iniciaría un período signado por el sucesivo nombramiento de comisionados para Azul.

Días después de los hechos, el comisario Luis Aldaz fue convocado otra vez para reemplazar al comisario Páez y reimplantar el orden en la ciudad. El tema no era materia de un solo hombre, sin embargo, realmente él tenía muy claro el camino a seguir. Y así lo entendía la gente, por eso, literalmente, “…el pueblo lo recibió en las calles con flores, simpatías y aplausos…”.

Aquellos que habían sido detenidos por la policía fueron liberados lenta y sucesivamente.

  

¿Los culpables de siempre?

  

El domingo 16 de diciembre de 1906, el periódico “El Imparcial” brindaba los detalles de lo que había acontecido en el Senado de la Provincia de Buenos Aires. La crónica era prácticamente el punto final de los trágicos sucesos acaecidos en el recinto del Concejo Deliberante de Azul:

 

LA INTERPELACIÓN EN EL SENADO- CARGOS COMPROBADOS.- Como lo anticipamos ayer, en nuestra sección telegráfica, el ministro de gobierno Dr. Carranza contestó anteayer en el senado platense la interpelación del senador Sojo sobre los sucesos sangrientos del Azul.

Publicamos a continuación las palabras pronunciadas por el ministro, no sin observar que han quedado plenamente comprobadas las denuncias hechas por éste diario contra la policía.

El ministro, a propósito de los sucesos que motivaron la interpelación, ha hecho además algunas declaraciones interesantes, que merecen consignarse.

He aquí la crónica de la interpelación.

Antecedentes de los sucesos:

El ministro dice que, después de la satisfacción general causada por haberse llevado a cabo en perfecto orden y calma las elecciones de municipalidades en noventa y tres partidos de la provincia, su pueblo y su gobierno habían sido ingratamente impresionados por la regresión a épocas luctuosas que importan los hechos sangrientos del Azul, que son del dominio público. Historió luego los antecedentes relativos a la elección del Azul, a la constitución de las dos municipalidades y a su declaración de nulidad efectuada por la suprema corte de justicia.

Entonces el P. E., agregó, deseoso de restituir a aquella comuna su régimen municipal y de demostrar la alta imparcialidad que inspiran sus actos en lo tocante a la organización de las autoridades comunales designó al señor Vega Belgrano para que promoviese la reorganización de la municipalidad de aquella comuna.

Dio cuenta el ministro, a continuación, de las instrucciones dadas al comisionado señor Vega Belgrano y de los actos realizados por éste para cumplir su misión, leyendo con tal propósito los respectivos documentos oficiales y el informe de dicho comisionado.

La policía:

En este informe consta que el comisionado le indicó con anticipación al comisario señor Páez, que era conveniente establecer vigilancia policial en las proximidades de la casa municipal y en la barra del salón de sesiones y que el comisario Páez manifestó que no había a su juicio, ninguna necesidad de tomar tal medida, con lo que el comisionado, entendiendo que carecía de autoridad para disponer de la policía, no insistió en ordenar la referida vigilancia.

Narró el ministro los hechos acaecidos, apoyándose en los informes recogidos y en las constancias de una conferencia telegráfica que esa misma tarde tuvo el gobernador de la provincia con el comisario Páez, de la que dio lectura íntegra, e informó de las diversas medidas tomadas en seguida por el ministerio y la repartición policial de las cuales fue la suspensión del comisario Páez y de todo el personal de aquella comisaría.

Se comprueba la culpabilidad de la policía:

Dijo luego el ministro que el sumario administrativo había puesto de relieve que en realidad había negligencia e imprevisión en el comisario Páez, por lo que el poder ejecutivo lo había suspendido y tomaría las medidas del caso tan pronto como quedase terminado el respectivo sumario judicial y que no había tomado otra actitud con este funcionario, en atención a sus largos y meritorios servicios.

La conducta del comisionado:

En cuanto al comisionado señor Vega Belgrano, éste ha cumplido satisfactoriamente con su deber.

Habla el senador interpelante:

El senador señor Sojo, autor de la interpelación, se dio por satisfecho con las explicaciones del ministro. Dice que resultaba comprobada una de las informaciones que motivaron la interpelación referida, es decir, la referente a la negligencia de la policía, puesto  que, no obstante ser público y notorio el largo pleito de rencores existentes entre los miembros de la municipalidad y no obstante haberse recabado tales medidas por el comisionado, la policía local no adoptó las que hubieran podido evitar aquellos luctuosos sucesos. Habló luego de los reaccionarios poderes de las policías locales, de la frecuente tergiversación de sumarios, de los servicios que con frecuencia ha prestado a las situaciones ilegales de las localidades, convirtiéndolas en situaciones de fuerza; de las persecuciones que han llevado a cabo contra los corresponsales de los grandes diarios que prestan relevantes servicios a las localidades y a la cultura y progreso del país. Dijo el Dr. Sojo que esta interpelación tenía doble alcance, puesto que ella marcaría definitivamente que el senado, que los poderes públicos, quieren que la policía regresiva desaparezca definitivamente del territorio de la provincia, para dar lugar a la institución guardadora del orden, respetuosa de las garantías individuales, y previsora.

Homenaje a la justicia:

Terminó el Dr. Sojo, manifestando su satisfacción por la forma enérgica, serena e imparcial en que en este desgraciado asunto ha intervenido la justicia encarnada en uno de los más dignos representantes, el juez doctor González Roura.

Dignos propósitos:

Contestó el ministro doctor Carranza que los más ardientes propósitos del P.E. eran precisamente que la policía cumpliese con tan altos deberes, que no estuviera al servicio de los caudillos locales, que se constituyesen legalmente las autoridades comunales en todos los distritos con independencia y legalidad y que el régimen municipal fuera una verdad en todo el territorio de la provincia.

Estas declaraciones fueron recibidas con grandes aplausos en el recinto y en la numerosa barra.”.

Dejando atrás la ciudad…

 

El periódico “El Imparcial”, el viernes 28 de diciembre de 1906, daba la noticia de la renuncia del comisionado Carlos Vega Belgrano y su alejamiento de la ciudad. Jugando a ser ingenuo, el periódico se manifestaba desconocedor de las razones que lo motivaron a renunciar. Sin embargo, después de lo acontecido en noviembre, a pocos días de su arribo a la ciudad, el alejamiento era más que entendible. “Sin arte ni parte”, el nieto del general Manuel Belgrano había vivido en carne propia uno de los episodios más violentos de la historia del Azul.


Eufemio Zavala y García 
(foto Hemeroteca Oyhanarte)