Casa Vigna
Por Eduardo
Agüero Mielhuerry
Los
hermanos Francisco (1854) y Simón Vigna (1858), nacidos en Montevideo,
República Oriental del Uruguay, fueron los primeros de la familia en arribar
muy jóvenes a nuestra ciudad. Iniciaron su actividad comercial en un modesto
local ubicado en la calle 9 de Julio N° 221 hacia mediados del año 1884.
Con esfuerzo y dedicación, el almacén, que vendía al por mayor y menor, poco a
poco fue creciendo e incorporando diversos rubros que iban desde alimentos a
tienda y zapatería.
Lentamente
los Vigna se fueron afianzando en la comunidad. Francisco contrajo
matrimonio con Francisca Toribia Monteguilfo, con quien tuvo cuatro hijos:
José, Antonio, María Modesta y Rosita.
En
1896 se constituyó el “Centro Uruguayo”. Francisco y Simón
integraron la comisión de la institución como vocales, al igual que el
recientemente llegado hermano Felipe Vigna. Nacido en Montevideo
en 1860, casado con Catalina Rosso, Felipe se había radicado en nuestra ciudad
junto a su esposa y sus hijos Pedro, Catalina y Sara. Aquí pronto comenzó a
trabajar en su oficio de licorista.
Con
el pasar de los años, toda la familia Vigna quedó finalmente radicada en la
Argentina y buena parte de ella en Azul, donde los pioneros marcarían la
historia comercial del pueblo-ciudad.
Un cruce de
calles con historia…
Poco
tiempo después, ante el crecimiento de la actividad, la “Casa Vigna” abrió sus
puertas en un local ubicado en la esquina Sur de la Avenida 25 de Mayo
y calle General José de San Martín. En una modesta pero amplia casa de una
única planta, con importantes frentes sobre ambas arterias, la casa comercial
progresaba aún más en su nueva y céntrica ubicación.
En
el flamante siglo XX, sobre una avenida empedrada y sumamente transitada, la
“Casa Vigna” ampliaba sus rubros incorporando bazar, juguetería y lozas,
teniendo un amplio surtido en “artículos para regalo” tal como promocionaban
desde los carteles pintados en los muros frontales del local.
Después
de casi dos décadas de arduo trabajo, devenido en un puntal fundamental de la
activa sociedad, soltero y sin hijos, Simón Vigna falleció a los 47 años
de edad el 18 de julio de 1905 víctima de hepatitis.
Agobiado,
Francisco
decidió vender la llave de comercio a una firma constituida por algunos de los
que habían sido empleados de la Casa y de esta manera replanteó su vida y su
actividad laboral.
El
establecimiento comercial fue adquirido a finales de 1905 por la firma social “Lobato,
Inza y Cía.”, desde cuya fecha tomó vuelo y acentuó sus progresos, bajo
la competente dirección de sus nuevos dueños.
En
el año del Centenario de la Revolución de Mayo, entre los propietarios de
la “Casa Vigna” se comenzó a gestar un importante proyecto. Habían adquirido un
extenso solar en la esquina Norte de la Avenida 25 de Mayo y la calle General José
de San Martín. Allí, la Empresa constructora del señor José Hilario Brumana (con
domicilio en la calle 9 de Julio 475), fue la proyectista y ejecutora de una
monumental obra.
El
magnífico edificio construido, que se culminó hacia 1912, se constituyó en el
más amplio –y posiblemente también el más lujoso-, de los establecimientos
comerciales de la ciudad, con dos pisos y grandes sótanos, anchas y cómodas
entradas, nueve vidrieras que medían, cinco de ellas, 3 metros por 2,70,
y las restantes 1,00 por 2,70 metros, exhibiéndose en las mismas prolija y
artísticamente distribuidos todo tipo de artículos.
Para
lograr formarse una idea acabada de la
magnitud del edificio, alcanza con decir que el mismo ocupaba un cuarto
de manzana, y que su construcción, de sólido material, era para la
época, desde todo punto de vista, elegante y moderna.
De todo un
poco
El
establecimiento comercial de los señores Laureano Lobato, Casiano Inza y otros
socios, por su magnitud, por su capital, por los diversos ramos que explotaba y
las diferentes operaciones en las que intervenía, reflejaba el desenvolvimiento
incesante y progresivo de Azul.
Los
ramos que explotaba la Casa con provechosos resultados, y de los cuales tuvo
siempre un variado surtido, eran: almacén de comestibles y bebidas, por mayor y
menor; Ferretería, Bazar, Juguetería. Librería, Papelería, Casa de música,
Grafófonos, Mueblería, Máquinas de coser, Tienda, Sastrería, Zapatería, Agentes
de la Cervecería Quilmes, Casa de giros, máquinas agrícolas -de las cuales poseían
un stock permanente-, objetos de arte, artefactos eléctricos en general,
automóviles, carruajes, etc.. De los ramos mencionados, constituyen su
especialidad descollante, los de almacén, tienda y artículos rurales.
La
firma de este establecimiento poseía la representación de las principales casas
de artículos rurales; de la Cervecería Quilmes; de los
automóviles Ford y E.M.F. Company (firma fundada por
Barney Everitt, William Metzger y Walter Flanders); y de los fonógrafos y
grafófonos Columbia y Pathé.
La
Casa ocupaba alrededor de unos 30 empleados y contaba con una clientela asidua
y numerosa en todo el Partido de Azul y en la región, a donde eran remitidos
los artículos requeridos mediante un servicio propio de distribución.
Los nuevos
dueños
Laureano
Lobato había nacido en 1872, en España, llegando
a la Argentina en 1887 y ese mismo año a nuestra ciudad. Tenía 15 años de edad cuando
comenzó a trabajar como un modesto empleado de tienda. Durante 18 años trabajó
en tres casas comerciales. En la “Casa Vigna” fue empleado por un período de 8
años.
Lobato
fue consejero de la sucursal del Banco de la Provincia, demostrando una
importante preparación en asuntos financieros. También durante varios períodos
fue nombrado por el superior gobierno de la Provincia para fiscalizar las
declaraciones sobre el capital en giro. Formó parte por más de 10 años de la
Comisión Directiva de la Sociedad Española de Socorros Mutuos y del Club
Español, desde la fundación de éste último.
El
portentoso desarrollo realizado por el establecimiento, que sobresale entre los
de su género, por su fuerte venta, su amplio surtido y vistosas instalaciones,
se debe, en gran parte, al señor Lobato, que, con su práctica, en los negocios,
lo habìa impulsado poderosamente secundado con eficacia
por sus socios.
Casiano
Inza había nacido en España en el año
1874. Era hijo de José Manuel Inza y Rosa Urreta. Arribó a la Argentina en
1887. Fue empleado comercial durante 18 años y trabajó en la “Casa Vigna” como
empleado por 7 años, de la cual se convirtió en propietario junto a su socio
Lobato y otros.
En
1898, cuando se inició la guerra entre España y Estados Unidos (Guerra
hispano-estadounidense, denominada comúnmente en España como Guerra de Cuba o
Desastre del ’98, en Cuba como Guerra hispano-cubano-norteamericana, y en
Puerto Rico como Guerra hispanoamericana), su patriotismo llevó a Inza a alistarse
como voluntario, sirviendo dos años y haciendo la campaña de Cuba en donde
recibió varias heridas como lo demostraban las cicatrices que ostentaba.
Retornó a su patria adoptiva a principios del siglo XX y retomó sus labores
como comerciante en Azul.
El
2 de agosto de 1917 contrajo matrimonio en Azul con la argentina Teresa
Demar de 27 años de edad, hija de los italianos Próspero Demar y María
D’Elía. Tuvieron al menos un hijo, José Manuel Inza, que nació el 14 de
mayo de 1918 y fuera bautizado el 6 de enero de 1920.
Hacia el
final…
Los
señores Manuel Gurruchaga, Pedro Felipe Ibarborday Tomás
Galarraga -socios también de la firma- cooperaban eficazmente en el
engrandecimiento de la casa, con sus esfuerzos y energías. Los socios
comanditarios, eran los conocidos capitalistas señores José A. Vigna y Antonio
Vigna, hijos de Francisco, uno de los fundadores de la casa.
La casa comercial supo también estar
bajo la firma “Vigna, Ibarborda y Cía.”.
Una
publicidad de mediados de los años ’20 rezaba:
La
“Casa Vigna” en el Azul lo que “Gath & Chaves” en Buenos Aires, “El Louvre”
en París, “El Siglo” en Barcelona. Con esto está todo dicho.
Y
precisamente esta misma publicidad encierra uno de los puntos que llevó al
cierre de la Casa. El 16 de abril de 1928, en un destacado
local de la calle San Marín entre Moreno y Buenos Aires (actual De Paula), la
famosa tienda Gath& Chaves abrió su sucursal número diecinueve de la
Argentina en nuestra ciudad. Dos años después, el 7 de abril, la firma abrió su
magnífico local en la esquina Oeste de las calles San Martín y Moreno, edificio
que con los años iría adquiriendo una impronta imponente con sus amplios
salones en el subsuelo y en el primer piso anexado con posterioridad.
La competencia comenzó a ser
implacable…
Erasmo
Berdiñas (1909-1996), quien trabajó en la “Casa
Vigna” desde muy joven, alguna vez contó: “El final de la Casa Vigna se dio un poco porque los patrones fueron
muriendo, los que quedaban, se iban abriendo negocios solos, y la casa iba
cambiando de firma. Los empleados iban transformándose en patrones. Poco a poco
se comenzó a perder clientela, el negocio se iba viniendo abajo con la gente
desconocida que ya no se identificaba como clientes fieles. Entre los empleados
siempre hubo compañerismo, pero ese compañerismo al final se desvirtuó y fue
demasiado. Porque a raíz de eso se vino abajo la casa. Por lo que llamaban
compañerismo, en el final se tapaban macanas del uno al otro, hacían cualquier
cosa. Un empleado de Zapatería se cambiaba un corte de género con un empleado
de la Tienda… En el Empaque sobornaban al empleado con alguna otra cosa… Todos
eran abusos. Era demasiado. Así el negocio no aguantó…”.
Perdida
entre competencia y desidia, la “Casa Vigna” perdió su esplendor y un día cerró
sus puertas. El tiempo impiadoso pasó… Pero algunos fragmentos de su espléndido
edificio aún sirven para recordarnos tiempos gloriosos e historias y personajes
del Azul.
Un
edificio imponente
Por Octavio Fiorenza
El estilo
ecléctico fue un nuevo modo de ver y concebir la ciudad con una arquitectura de
postura intermedia, que no sigue soluciones bien definidas. Un lenguaje que se
manifiesta en todo el mundo occidental entre la segunda mitad del ’800 y la
década del 1920 aproximadamente. Dicha
manifestación se reproduce, como es evidente en nuestra ciudad,
orientándose hacia las principales vanguardias europeas. Casi como una nueva
concepción filosófica del proyecto, el eclecticismo o la integración de
distintos lenguajes historicistas combinan al arquitecto con el artista, capaz
de integrar articuladamente el ornamento y la decoración en línea con aquellos
cánones clásicos del proyecto arquitectónico. Esta “Nueva Arquitectura” fue en
grado de asociar estilos, corrientes y significados del clasicismo en una nueva expresión con
variados mensajes y lecturas. Transmitir al crítico observador los nuevos
códigos significantes de una arquitectura de libre composición, disgregando los convencionales productos neoclásicos de
puro lenguaje historicista, frutos del siglo precedente en Europa.
Así es como
se vuelve rico y complejo el aspecto de nuestra ciudad pensada e
integrada como un único organismo colectivo, no como elementos de
instintiva agregación, sino componibles
de un sistema urbano programado atento a los resultados, donde cada una de las
partes es indicativa de la totalidad.
La poética
neoclásica se desarrolla paralelamente a la innovación en nuevas técnicas
constructivas y funcionales, aplicadas a las formas más variadas, un vínculo
entre modernas tecnologías en fusión de
la proyección y las rigurosas normas de los órdenes arquitectónicos clásicos. Los mismos
arquitectos, formados en las escuelas de las más altas vanguardias europeas,
asociados a las corporaciones de maestranzas (constructores y decoradores),
fruto de la nueva inmigración en nuestro país.
En el caso de la
ex “Casa
Vigna” presenta uno de pocos ejemplos en Azul de ochava en planta semicircular, se articula
en dos niveles. Una serie de arcos rebajados con juego de molduras al exterior o archivolta
los cuales se destacan en toda la estructura inferior, separados por bandas
lombardas estilizadas con decoraciones tendentes al Art-Nouveau. La vista en
ochava se encuentra limitada por dos muros impuestos figurativamente como
bastión que cubre verticalmente las dos plantas. Cada cuerpo de ventanas al
nivel superior, se organiza en grupos de dos, a modo de bíforas, sostenidas
lateralmente por bandas de orden tuscánico. La decoración se manifiesta
mayormente con una austera expresión ecléctico racional, limitándola y
evidenciando los tradicionales lineamientos arquitectónicos.
Toda la composición se concluye con una clásica
solución horizontal de friso y cornisa, soportado por ménsulas; un remate
semicircular de influencia romana que encuadra dicha conformación.