Periodista,
comisionado de Azul y nieto de Belgrano
Por Eduardo
Agüero Mielhuerry
Carlos
Manuel Silvano Vega Belgrano y Belgrano nació en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1858.
Sus padres fueron Manuela Mónica Belgrano y Manuel Vega Belgrano, hija y
sobrino nieto, respectivamente, del General Manuel Belgrano.
Perdió a su madre cuando apenas
tenía 7 años. Sin embargo, a pesar de las prolongadas ausencias de su padre -quien
comerciaba en Azul-, éste le aseguró una buena formación y educación,
enviándolo al Seminario Inglés.
Fundó
y dirigió con Gregorio Uriarte “El Plata
literario”, en 1875. Ese mismo año, falleció su padre, dejándole a él y sus
hermanos (Manuel y “Florita”) una considerable fortuna que les garantizó el
porvenir.
En 1877
viajó a Europa. Estudió en París, Francia, y en Heidelberg
y Bonn,
Alemania, a cuyas universidades concurrió.
En 1885 se integró a la delegación nacional en Berlín,
que estaba a
cargo de Carlos Calvo (el autor del “Antiguo
Nobiliario del Río de la Plata”).
Estando en el
“viejo continente” escribió “Pensamientos”. La obra fue publicada en Hamburgo, en 1890, en
dos volúmenes, siendo muy bien recibida por la crítica en general y
especialmente elogiada por el reconocido onegliense Edmundo D’Amicis.
Fue cónsul
general entre 1886 y 1891.
Al regresar
al país se consagró al periodismo y comenzó su actuación como excepcional
mecenas de escritores y periodistas. Gracias a su intervención, el nicaragüense
Rubén
Darío pudo publicar “Prosas Profanas”.
“El Tiempo”
En 1894
(y hasta 1913) comenzó a editar el diario “El Tiempo”, de tendencia radical. Allí transcribía
notas de diarios especializados de Europa, que traducía del francés, inglés,
italiano, alemán y hasta del ruso.
En
la afamada “Caras y Caretas”, en la edición del 28 de julio de 1900, se
daba una auspiciosa noticia con simpáticos detalles:
“…Este
importante diario, fundado en Octubre de 1894, por su actual director, señor
Carlos Vega Belgrano, ha instalado su imprenta y oficinas en la gran casa
próxima á la que antes ocupaba en la calle Piedad, traslado que reclamaban las
mejoras materiales en él introducidas. (…) A los progresos realizados por ‘El
Tiempo’, que han exigido su traslado, debe añadirse la instalación de una
máquina rotativa Derrier, que empezará á funcionar próximamente, y que alcanza
á tirar quince mil ejemplares por hora. Nos congratulamos de la prosperidad de
nuestro colega haciendo votos por que ésta siga en aumento.”.
Además de darle muchas
satisfacciones y unos cuantos dolores de cabeza, el diario se llevaría su
fortuna…
En abril de
1902, Carlos compró en Azul una propiedad en Mitre 431, entre Burgos y
Colón.
Los tiempos duros…
En enero de 1905, el Dr. Ángel Pintos fue electo
intendente de Azul por el “Comité Popular” -de extracción mitrista-. Aquellos
conflictos que siempre habían estado latentes durante la administración de Federico
Urioste -quien con su carácter conciliador había logrado en algunos
momentos apaciguar los ánimos-, se desencadenaron cuando los férreos opositores
decidieron solicitar la impugnación de las elecciones ante la Justicia del
Crimen.
El Juez de Paz dictó una rápida sentencia que no fue acatada por el
flamante Intendente, quien en agosto fue injustamente detenido y “conducido preso por las calles”,
pretendiendo menospreciar y vapulear su imagen pública.
Finalmente, el 14 de octubre de aquel año, Pintos renunció a su cargo
asumiendo interinamente como intendente Eufemio Zavala y García (que había
sido elegido Presidente del Concejo). Pero la situación continuó deteriorándose
hasta que el 24 de junio de 1906 se llamó nuevamente a elecciones, ganadas una
vez más por el afamado médico.
Tras numerosas idas y vueltas judiciales, se designó a Manuel Aztiria como
intendente y a Eufemio Zavala y García como
Presidente
del Concejo Deliberante. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de
la provincia de Buenos Aires designó como Comisionado de Azul a Carlos
Vega Belgrano.
El día funesto
El 26 de
noviembre se realizó
una nueva sesión en el recinto del Concejo, la cual tomó un rumbo insospechado
y dramático.
Tal como lo había establecido el comisionado Vega Belgrano, a las 15
horas, en el Palacio Municipal comenzaron a reunirse los municipales convocados
para constituir la municipalidad de acuerdo a lo establecido por la Suprema
Corte de Justicia bonaerense. Uno a uno arribaron Eufemio
Zavala y García, Bernardo Guiraut, Manuel Aztiria, Luis Saint Germes,
Gumersindo L. Cristobó, Ángel G. Toscano, Pacomio F. Ávila, Hipólito V. Dhers,
Luis J. Cornille, entre muchos otros vecinos.
Cuando el recinto estaba colmado y apenas se habían iniciado las
formalidades, sin ningún fundamento salvo un absurdo entredicho, uno de los
presentes -identificado con “la barra” opositora ligada a los hermanos Manuel y
Evaristo Toscano- comenzó a disparar con un arma de fuego a mansalva.
Un confuso griterío, corridas y
balazos por doquier configuraron una escena que dejó perplejo al comisionado Carlos
Vega Belgrano. Enmudecido, apenas atinó a socorrer a Paulino
Rodríguez Ocón, quien cayó a su lado herido en una pierna.
Más allá también fueron heridos
Gumersindo L. Cristobó, Juan Bosch y Luis Cornille.
Cuando los ánimos se calmaron,
abatidos sobre amplios charcos de sangre se hallaban los cuerpos sin vida de Miguel “Marota” Biggi (quien inició los disturbios) y el
presidente del Concejo, Zavala y García.
La policía, que arribó “tarde”, se llevó a varios detenidos. Días después,
el comisario Luis Aldaz fue convocado otra vez para reimplantar el orden en
la ciudad.
Aquellos que
habían sido detenidos por la policía fueron liberados lenta y sucesivamente.
El periódico “El
Imparcial”, el viernes 28 de diciembre de 1906, daba la
noticia de la renuncia del Comisionado y su alejamiento de la ciudad. Jugando a
ser ingenuo, el periódico se manifestaba desconocedor de las razones que lo
motivaron a renunciar. Sin embargo, después de lo acontecido en noviembre, a
pocos días de su arribo a la ciudad, el alejamiento de Vega Belgrano era más
que entendible.
Por la cultura…
En varias
oportunidades, Carlos Vega Belgrano presentó su candidatura a diputado
nacional, pero no fue electo.
Fue Presidente de la Comisión Protectora de
Bibliotecas Populares. En 1907, Joaquín V. González
lo nombró bibliotecario de la Universidad de La Plata, cargo que mantuvo hasta
su fallecimiento.
Entre aquél año y 1915 fue
miembro del Consejo de Educación de la provincia de Buenos Aires. Además, en 1910 fue nombrado Director
General de Escuelas.
Asimismo, fue
presidente del Círculo de la Prensa, presidente de la biblioteca municipal,
presidente de El Ateneo, vicepresidente de la conferencia pedagógica de
Córdoba y de la Sociedad de amigos de la educación. Y colaboró asiduamente en
periódicos y revistas.
Viejo y en la pobreza, Carlos recompensaba su parvo sueldo de
bibliotecario llevando cada día en su viaje por tren a La Plata una parte de
sus libros, que donaba a la biblioteca universitaria.
Alguna vez, el
escritor (también pintor y diplomático) Emilio Lascano Tegui o
Vizconde de Lascano Tegui, escribió: “Plantear la figura de Carlos Vega Belgrano como la de un gran
periodista de la época de oro de Buenos Aires sería mezquino. Pero es en parte
culpa suya. Es en la prensa donde ha señalado — a pesar suyo y de esa su gran
modestia que lleva coquetamente a caballo de sus lentes — su extensa obra de
cultura nacional. Ha sido un alto educador, un educador literario. (…) ‘El
Tiempo’ fue el diario más prestigioso de la prensa de la tarde. El más leído.
El más gustado.”
El final…
Soltero y
sin hijos, Carlos Manuel Silvano Vega Belgrano falleció el 19 de
abril de 1930.
Los miembros
del Círculo de la Prensa le hicieron guardia de honor en la capilla ardiente,
junto con los integrantes de la Liga Nacional de Educación.
El
presente artículo es una síntesis del capítulo correspondiente al libro “Los
Belgrano y el Azul” que el autor de la nota editará antes de fin de
año.
Carlos Vega Belgrano