Había una vez… un circo… ¿el primero en Azul?
En enero de 1880, es
decir, hace ciento cuarenta y un años, arribaba a nuestro pueblo la compañía
del afamado Pablo Raffetto. Ese acontecimiento resulta ser el espectáculo circense
más antiguo del que se tenga registro en Azul –tal vez el primero-, y se agrega
como perla a la ocasión el debut de los Podestá en el interior, ni más ni menos
que en nuestras tierras.
Por Eduardo Agüero
Mielhuerry
Pablo Raffetto
nació en Génova, Italia, el 23 de abril de 1841. Sus padres fueron Nicolás
Raffetto y María Berta Picasso. Fue bautizado por el Reverendo Francesco
Brignardello Avate, en
A los 19 años fundó una Sociedad
Gimnástica y se especializó en ejercicios atléticos, siendo sus
maestros el luchador profesional, “Anguila” Leonard, y el experto
griego en lucha romana, Sicurgo Amato.
Pablo se trasladó a Marsella
donde lo contrataron en el “Real Circo” como luchador y por
atracción presentó el que luego se constituiría en su número fuerte: el “Disparo
de cañón”.
En cierta ocasión llegó a
Marsella el francés Roger Cadet, “le roi des
luttes du monde” (rey de las luchas del mundo). Pronto se concertó un
encuentro entre él y Raffetto, “le
cannonier” (el cañonero). Las instalaciones del “Real Circo” fueron
colmadas por más de tres mil espectadores; apenas iniciada la lucha, Raffetto
echó de espaldas a su antagonista venciéndolo inmediatamente.
Dos meses después, Raffetto
triunfó en un campeonato realizado en Turín con luchadores de varias naciones.
Particularmente fornido, Pablo se había hecho conocido por su
habilidad y afición por las “luchas romanas”. Considerado un Hércules, se ganó
el apodo de “Cuarenta Onzas” dado el premio en oro que obtuvo. Hallándose en su ciudad natal, leyó unos panfletos publicados por la
empresa Giovanni Chiarella en los que se anunciaba al invencible
campeón francés de lucha romana, Amateur. Se presentó al empresario y
cruzó con él una apuesta de cuarenta onzas (aproximadamente 1 kilo) de
oro. El encuentro concertado tuvo lugar en una gran cancha conocida
como “de Balón”, en los alrededores
de Génova. Una gran concurrencia presenció los tres asaltos tras los cuales
Raffetto dio por tierra con su adversario. El público se encendió en una
ferviente ovación. Sin embargo, los jueces declararon que la espalda del
vencido no había tocado el piso. Entonces, se llevó a cabo un nuevo asalto y a
los cuatro minutos Raffetto venció a su contrincante. Pero no lo soltó; lo tuvo
tendido en el suelo varios minutos con los brazos abiertos, mientras vociferaba
que si no le entregaban el premio no lo dejaría levantarse. Los jueces no tuvieron otra alternativa...
Un próspero horizonte…
A fines de 1867 contrajo matrimonio con su coterránea Luisa Tasso, apenas tres años menor que él. Y al poco tiempo, buscando nuevos horizontes, ambos decidieron viajar a América. La joven pareja llegó a Buenos Aires el 19 de diciembre de 1869 y se hospedaron en el Hotel Marítimo.
Meses más tarde Pablo arrendó el “Teatro
Alcázar”. En aquel teatro porteño realizó diecinueve espectáculos
programados con exhibiciones de “lucha romana”, ejercicios y su popular número
del cañón.
Asimismo,
en 1870 nació su primer hijo, Antonio.
Terminada la temporada se embarcó
hacia Río de Janeiro, donde trabajó con gran éxito. Cuando retornó al
Plata, vivió un tiempo en Montevideo.
Pablo y su familia volvieron a la
ciudad de Buenos Aires. Él reapareció en el “Teatro Rivadavia” de
Barracas, exhibiendo sus particulares habilidades como “forzudo”,
pasando luego al “Teatro
de París” en
Pablo andaba por Rosario cuando nació su primera hija, Juana
Victoria, que llegó al mundo el 6 de junio de 1872.
Raffetto actuó casi tres años
consecutivos en el circo de Chiarini. Allí prosperó económicamente e incursionó
como empresario trayendo celebridades mundiales y buscando renovar
constantemente los atractivos para el público. Ya como propietario de un circo
viajó nuevamente a Brasil y a Montevideo.
De regreso a Buenos Aires alquiló
el terreno de Corrientes y Paraná. Allí presentó una gran compañía y con buena
fortuna reavivó el interés que había en los espectadores porteños por los
espectáculos de lucha.
Invencible…
Algunos entusiastas del deporte decidieron hacer venir desde Francia al famoso luchador Ceferino “Rayo” Capdevila, para que enfrente a Raffetto. El encuentro entre ambos alcanzó gran resonancia en la juventud porteña. La lucha se llevó a cabo ante la inusitada concurrencia de unas tres mil personas. La nueva hazaña de Raffetto hizo crecer la admiración que por él sentían los amantes de este tipo de exhibiciones.
Una comisión de caballeros le
entregó una medalla de oro con la siguiente inscripción en el anverso: “Al
hércules italiano Pablo Raffetto. Sus amigos y admiradores.”, mientras
que en el reverso rezaba: “En honor de haber volteado al famoso
luchador francés Ceferino Capdevila. Buenos Aíres, Enero 7 de
Al siguiente domingo, Pablo luchó
y venció al inglés John “El Gigante” Farrel y en breve venció a “El
Polaco” Iván.
El 4 de
febrero de 1874 nació en la ciudad de Buenos Aires su hija Agustina.
A fines de este mismo año
Raffetto hizo una rápida visita a Montevideo, invitado a luchar con un francés
tenido por invencible: Batailler. Al derrotarlo, Raffetto
ya no tuvo contrincante en el Plata y, para no dejar enfriar el entusiasmo de
sus admiradores, ofreció un considerable premio al que lo venza. Como nadie lo
lograba, el interés comenzó a mermar, entonces la imaginación del genovés
concibió la posibilidad de una lucha con un animal pesado. Así,
compró un oso y lo adiestró para ejercicios de lucha; al poco tiempo lo
presentó al público y ofreció 50 pesos oro al que fuera capaz de voltearlo. El
número en el circo de las calles Europa y Piedras constituyó un resonante
éxito.
Muy
emprendedor y lleno de inquietudes, cuando se retiró como luchador, se
convirtió en director de pista y luego en empresario circense. Su castellano
sumamente precario y mezclado con su italiano natal, hacía que la gente se
riera enfáticamente en sus graciosísimos diálogos con los payasos en la pista.
Pero
nada se comparaba con su “Disparo del cañón”. Se colocaba un
pequeño cañón de aproximadamente
Hacía
1877, Raffetto se trasladó hacia Canelones, Uruguay, donde realizó numerosas
presentaciones con variadas repercusiones. Tiempo después, enterado del éxito
obtenido por los hermanos Podestá en las funciones que
brindaron en el Jardín Florida, viajó desde Dolores a la ciudad de Buenos Aires
para reunirse con ellos.
Prácticamente
sin mayores prolegómenos, Raffetto y los Podestá hicieron un arreglo para
trabajar juntos por seis meses en la provincia de Buenos Aires. El ferrocarril
entonces solo llegaba hasta el Azul y ese fue el destino elegido.
Raffetto y los
Podestá en el Azul
Finalizaba
el primer mes del año cuando llegó a nuestra ciudad
En esos días de calor, la compañía comenzó a recorrer el pueblo para
promocionar “de boca en boca” el show. Una nota
publicada en el periódico local “El Eco del Azul”, el día 1 de
febrero de 1880, describe el espectáculo que pronto se estaría
brindando en el pueblo:
“Circo
Olímpico de Raffetto - Dirigido por el invencible Hércules italiano Pablo
Raffetto, a beneficio del Hospital de las infatigables ‘Damas de la Caridad’.
1°
Apertura por
2° La
batuta elástica por varios artistas de la compañía, con la presencia de José
Suárez en la peligrosa prueba del doble salto mortal o sea dar dos vueltas en
el aire antes de tocar el suelo.
3° Gran
volteo a caballo por la niña de 5 años, Agustina Raffetto en la petisa ‘Vicenta’.
4°
Sorprendentes trabajos de fuerza por el invencible Pablo Raffetto.
5° Acto
principal por el niño Luis Fenegra saltando lienzos, arcos y toneles en su
caballo “Colonia”.
6° Gran
volteo terrestre por varios artistas.
7°
Tranca española por el niño Antonio Raffetto.
8°
Percha indiana ejecutada por Enrique Monfran y su esposa María.
Intervalo de
9°
Apertura por
10° La
sin rival traga espada, en la peligrosísima prueba de tragarse una bayoneta
colocada en el fusil.
11° ‘El
negro esclavo Lilo Grandisse’, a caballo por el Sr. Francisco.
12°
Aéreo volante por el equilibrista José Suárez.
13° Caballo
en libertad con el petiso ‘Loreste’, por el domador Emilio Fernández.
14° La
grandiosa prueba de la cuerda fija por Enrique Monfran.
15° La
gran corrida sobre el globo subiendo por un tablón a una altura de
16°
Terminada esta grandiosa función con el
interesante clarinete.
El baile de máscaras
A las 8
y 30 en punto nota del gracioso clown de la compañía en honor del acto
filantrópico que se obsequiará al pueblo con las escogidas piezas de su jocoso
repertorio.
Si por
mal tiempo u otra causa imprevista tuviese que suspenderse la función será
realizada en la noche del día siguiente.”
Sin
lugar a dudas, el payaso al que se hace referencia es al personaje de José
“Pepe” Podestá, quien poco después se convertiría en el célebre “Pepino
el
En
septiembre de 1880 los Raffetto y los Podestá dejaron
Azul en varias carretas tiradas por caballos. El siguiente destino era Tandil...
Familia de artistas
Pablo y su esposa recorrieron los principales puntos poblados del país, siendo siempre muy bien recibidos y con un destacado éxito en cada una de sus presentaciones. Al mismo tiempo, la familia se fue agrandando. El 19 de diciembre de 1880, en Ranchos –actual General Paz, Buenos Aires- nació Luisa Rosa; en la ciudad de Buenos Aires nacieron los últimos tres hijos de la pareja: el 6 de febrero de 1882 nació Magdalena, al año siguiente nació Margarita y, finalmente, el 17 de septiembre de 1884, Ángel. Éste último, con el paso del tiempo continuó la tradición familiar convirtiéndose en un verdadero gran artista integral de circo.
En los años que estuvieron juntos, Pablo y Luisa tuvieron un total de
dieciséis hijos, de los cuales solamente sobrevivieron ocho.
Con el tiempo, la familia íntegra se incorporó al circo. Su mujer,
doña Luisa, antigua ecuestre, pasó en la vejez a la boletería. Sus hijos:
Ángel, Agustina, Josefa, Rosa y Margarita, desarrollaban en el circo las más
diversas actividades: pruebista, malabarista y gimnasta, el primero; écuyères,
prestimanos y pantomimos, las mujeres.
Por aquí y por allá…
En Rosario Pablo administraba el llamado “Politeama Humberto I” (habilitado en 1882), que básicamente era un galpón, ubicado detrás de un gran patio abierto, donde se presentaron casi todos los circos que pasaron por la ciudad.
En pleno San Telmo levantó hacia
1886 otro local -galpón de hierros y chapas-, en la intersección de las calles
Europa y Piedras, donde ya en otras ocasiones había plantado su carpa de lona.
Y también habilitó el Politeama Gálvez, en Santa Fe, y otro establecimiento en
Rosario.
En 1887
debutó en el Politeama la “Imperial Compañía Japonesa”. Para
promocionar el show, Raffetto y los japoneses paseaban por las calles de la
ciudad en dos grandes jardineras (especie de carruaje abierto y con toldo),
acompañados por una banda de música.
Hacia 1890 triunfó la obra “Juan
Moreira” en Buenos Aires, iniciando la “época de oro” del circo
criollo. Poco después se hizo una versión con actrices en los roles masculinos
en el Circo San Carlos. La crítica de “El Diario” del 22 de marzo de 1893
opinaba: “Agustina Raffetto hizo un Juan
Moreira al pelo y todas sus hermanitas contribuyeron al éxito de la pieza. Juan
Moreira representado por mujeres era lo único que nos faltaba ver. Esta noche
se repite”.
En abril de 1900 el afamado
Raffetto llegó a Tandil. Sus artistas promocionaron el espectáculo por las
calles y los equilibristas hicieron lo propio caminando en la altura sobre una
cuerda metálica tendida entre los edificios públicos. El acróbata italiano Santin
Vanzella se subió a la monumental “Piedra Movediza”, hizo su número de
acrobacia y se colocó cabeza abajo y se sostuvo unos instantes con un solo
brazo. En la edición del 5 de mayo de aquél año, la revista “Caras
y Caretas” publicó la fotografía de ese momento tomada por Pedro
Momini.
A principios del siglo XX
recorrieron provincias como Santa Fe y Entre Ríos, para llegar finalmente en
1905 hasta Jujuy.
El cielo Azul…
Con 67 años de edad y su Compañía a cuestas, Pablo Raffetto volvió a Azul en enero de 1909. Aquel pueblo que había conocido, de casas bajas y humildes, ya no era el mismo; ahora ostentaba elegantes casonas de dos pisos, una delicada plaza que separaba un bello Palacio Municipal de estilo francés de un exquisito teatro y una gigantesca iglesia neogótica que aún se estaba construyendo… las calles adoquinadas… El progreso en cada esquina evidenciaba el esfuerzo conjunto de la ciudad y el campo. Pero algo no había cambiado y eso era el afecto que los azuleños dispensaban por los espectáculos circenses.
Las
funciones fueron sucesivas y muy concurridas. Todas ellas mostraban una particularidad:
Raffetto había incluido en su circo, tal vez volviendo a sus raíces,
espectáculos de “luchas romanas”.
Cuando
el trashumante cirquero dejó atrás la ciudad, íntimamente tal vez se despidió
definitivamente de aquella tierra que tantas satisfacciones le había dado. Y
siguió su camino por el interior de su Patria adoptiva…
La
compañía recorrió Corrientes, Córdoba y en 1912 Raffetto
adquirió un terreno en Tucumán, donde construyó un local de espectáculos
circenses.