domingo, 6 de septiembre de 2020

Contradicciones

 Contradicciones

  

Hoy se cumplen 90 años del primer Golpe de Estado del siglo XX, luego del cual se iniciaría una triste sucesión de gobiernos militares que marcaron amargamente la historia de la Argentina. Azul vivió en carne propia muchos acontecimientos en los sucesivos períodos de facto y tuvo, como muchos otros pueblos del interior, no solo contradicciones en el plano político sino también hasta en su quehacer cotidiano.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

El 6 de septiembre de 1932, cuando se cumplió el segundo aniversario del derrocamiento del gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, y a cuatro meses del fallecimiento del golpista y Presidente de facto, general José Félix Uriburu, el entonces intendente de Azul, Dante Bernaudo, decidió renombrar a la céntrica calle Buenos Aires (denominada así desde 1879), como Teniente General José Félix Uriburu.

Una placa, colocada durante un acto al que asistieron unas quinientas personas y autoridades municipales, militares, provinciales y hasta nacionales, llevado a cabo el 11 de noviembre de aquel año en la esquina Este del cruce de la renombrada arteria y San Martín rezaba:

 

“CALLE TENIENTE GENERAL JOSÉ F. URIBURU. 1868-1932. HOMENAJE DE AZUL. 6 DE SETIEMBRE DE 1932”

 

El primer Presidente de facto


José Félix Benito Uriburu nació en la ciudad de Salta, el 20 de julio de 1868. Fue  hijo de José de Uriburu y Poveda y Serafina de Uriburu y Álvarez de Arenales.

Ingresó como cadete en el Colegio Militar el 17 de marzo de 1885.

En 1890, cuando tan sólo contaba treinta y dos años y era un joven oficial, fue el cofundador de una sociedad militar secreta en Argentina dedicada a preservar la trascendencia política de la oligarquía militar.

Con el grado de subteniente era uno de los jefes de la Logia de los 33 Oficiales que participó en la organización de la Revolución del Parque en 1890, que aunque derrotada causó la renuncia del Presidente Miguel Juárez Celman. El 19 de noviembre de 1894 se casó con Aurelia Madero Buján (1873-1959), hija de Eduardo Madero y Marcelina Buján Ellauri, y con la que tuvo tres hijos.

En 1896 formó parte de la comisión que dirimió el grave (y largo en el tiempo) problema fronterizo que existía entre Argentina y Chile. Pronto demostró un carácter enérgico y dotes de mando.

Fue ayudante de su tío José Evaristo Uriburu y del presidente Luis Sáenz Peña. En 1905 apoyó a Manuel Quintana para sofocar la revolución radical de ese año.

En 1907, fue director de la Escuela Superior de Guerra y posteriormente fue enviado a Berlín por tres años, para perfeccionarse en programas de entrenamiento militar y equipos. Durante su estancia en Alemania tuvo ocasión de entrar en contacto con la guardia imperial del kaiser, donde se convirtió en un acérrimo defensor del militarismo prusiano.

Cuando regresó a Buenos Aires, asistió a los congresos científicos de la celebración del Centenario y luego estuvo a cargo de puestos fronterizos como oficial de estado mayor.

En 1913, regresó a Europa como agregado militar en Madrid, Londres y Berlín. Cuando retornó a la Argentina, en 1914, fue elegido diputado nacional en el Congreso de la Nación.

En 1921 ascendió a general de división. Al año siguiente, actuó como inspector general de la Armada designado por el presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Intentó implantar las ideas de cómo debía gobernarse una nación, imbuidas de los planes militaristas del régimen alemán y en la concepción del estado corporativo impuesto por Benito Mussolini en la Italia fascista.

Fue miembro del Consejo Supremo de Guerra desde 1926 hasta que Yrigoyen lo hizo retirar por haber alcanzado la edad reglamentaria.

Durante la Gran Depresión, cuando era teniente general en la reserva, en 1930, Uriburu encabezó la sublevación contra el presidente Hipólito Yrigoyen.

El golpe de Estado que le permitió llegar al poder fue algo inédito en la Historia de la Argentina. Con el golpe militar del 6 de septiembre de 1930 fue también la primera vez en el continente que el fascismo levantó la cabeza y la primera en la historia del país que las Fuerzas Armadas encabezaron el poder político.

Uriburu le encomendó al poeta Leopoldo Lugones la redacción de la proclama revolucionaria que decía:

“El Ejército y la Armada de la Patria, respondiendo al calor unánime del pueblo de la Nación y a los propósitos perentorios que nos impone el deber de argentinos en esta hora solemne para el destino del país, han resuelto levantar su bandera para intimar a los hombres que han traicionado en el gobierno la confianza del pueblo y de la República el abandono inmediato de los cargos, que ya no ejercen para el bien común, sino para el logro de sus apetitos personales. Les notificamos categóricamente que ya no cuentan con el apoyo de las fuerzas armadas, cuyo objetivo primordial es defender el decoro personal, que ellos han comprometido, y que no habrá en nuestras filas un solo hombre que se levante frente a sus camaradas para defender una causa que se ha convertido en vergüenza de la Nación. Les notificamos también que no toleraremos que por maniobras y comunicaciones de última hora pretendan salvar a un gobierno repudiado por la opinión pública, ni mantener en el poder los residuos del conglomerado político que está estrangulando a la República.”

El 10 de septiembre, Uriburu fue reconocido como presidente de la Nación mediante una célebre y cuestionada Acordada de la Corte Suprema de Justicia que dio origen a la doctrina de los gobiernos de facto. Disolvió el Congreso, declaró el Estado de Sitio, intervino todas las provincias y, en rasgos generales, quiso implantar un gobierno similar al fascismo, régimen en el que veía un ejemplo de paz y orden político del cual se podía aprender útiles lecciones.

Los Embajadores de los Estados Unidos e Inglaterra, país éste último en el que había sido agregado militar, hicieron saber a Uriburu que las potencias por ellos representadas habían reconocido al gobierno provisional.

Aunque públicamente Uriburu declaraba respetar la Constitución, personalmente sentía que el país necesitaba retornar al régimen de gobierno conservador, previo a la sanción de la Ley Sáenz Peña de voto universal y secreto para varones. En un discurso pronunciado en la Escuela Superior de Guerra, Uriburu expresaba su oposición al sufragio universal con las siguientes palabras:

“Debemos tratar de conseguir una autoridad política que sea una realidad para no vivir puramente de teorías... La democracia la definió Aristóteles diciendo que era el gobierno de los más ejercitados por los mejores. La dificultad está justamente en hacer que lo ejerciten los mejores. Eso es difícil que suceda en todo país que, como en el nuestro, hay un sesenta por ciento de analfabetos, de lo que resulta claro y evidente, sin tergiversación posible, que ese sesenta por ciento de analfabetos es el que gobierna al país, porque en elecciones legales ellos son una mayoría”.

Decretó la ley marcial e hizo ejecutar militantes políticos clandestinamente. Asimismo, detuvo a varios dirigentes políticos, entre ellos a Hipólito Yrigoyen, impuso censura a los diarios, intervino las universidades anulando el régimen de autonomía y cogobierno establecido desde la Reforma Universitaria de 1918. Una vez producido el golpe, la flamante Confederación General del Trabajo adoptó actitudes de complacencia frente al régimen militar.

Estableció un régimen represivo que incluyó por primera vez la utilización sistemática de la tortura contra los opositores políticos, en particular anarquistas, comunistas y radicales, mediante la Sección de Orden Político de la Policía de la Capital, al mando de Leopoldo “Polo” Lugones (nombrado por José Félix Uriburu como Comisario Inspector de la Policía sin pertenecer a la fuerza de seguridad).

A principios de 1931, Uriburu llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires, pero luego las anuló debido a que había ganado la Unión Cívica Radical. En noviembre de ese año convocó nuevamente a elecciones luego de prohibir las candidaturas del radicalismo y organizar un sistema que se reconocía públicamente como fraudulento, dando comienzo a la que se denominó “Década Infame”. En esas condiciones resultó “electo” presidente el general Agustín Pedro Justo, quien representaba el conservadurismo liberal que había terminado con la sanción de la Ley Sáenz Peña, y además aseguraba la continuidad en el poder de la oligarquía militar, ya que gozaba del favor de los altos mandos del ejército.

En marzo del mismo año, Uriburu recibió al Príncipe de Gales Eduardo de Windsor. El heredero al trono británico visitó Campo de Mayo, el Hipódromo Nacional y el balneario de Mar del Plata, para luego inaugurar la Exposición Británica de Artes e Industrias en el predio de La Rural.

Luego de entregar el poder, el 20 de febrero de 1932, Uriburu marchó al extranjero por motivos de salud y murió en París, dos meses más tarde, el 29 de abril, luego de una intervención quirúrgica por un cáncer en el estómago.


Curando heridas…

 

            En el caso de la calle Tte. Gral. José F. Uriburu, es importante aclarar que el homenaje rendido en los años ’30 no fue una exclusividad azuleña. Por el contrario, en pleno desarrollo de la que la historia recuerda como “Década Infame”, fue totalmente habitual en cada rincón del país.

Con el retorno de la Democracia, la historia argentina retomó su cauce por una senda de estabilidad institucional y, al menos a nivel local, tuvo como a uno de sus principales protagonistas al queridísimo y recordado Rubén César De Paula, “Poliya”, quien marcó a fuego los azuleños, propios y opositores, haciendo que su administración sea entrañablemente recordada hasta la actualidad.  

A través de la Ordenanza 2283/04 aprobada por el Honorable Concejo Deliberante de Azul el 29 de noviembre de 2004 y promulgada, por el Poder Ejecutivo, el 17 de diciembre del mismo año mediante el Decreto 1721/04, el intendente Omar Arnaldo Duclós dispuso el cambio del nombre de la calle Uriburu por Intendente Profesor Rubén César De Paula.

Poco más tarde, la placa que estaba ubicada en la esquina Este de San Martín y la renombrada arteria, y que había sido colocada en 1932, fue retirada y trasladada al Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” donde actualmente se la preserva como testimonio de una de las grandes contradicciones azuleñas que se mantuvo por 72 años.

  

El dato “del  estribo”

  

El 4 de junio de 1946, el Comisionado Municipal Silverio Carbone, por Decreto N° 293/46, había decidido rebautizar a la calle Adolfo Alsina como Presidente Hipólito Yrigoyen. Ese mismo día quedó inaugurando un busto del líder de la Unión Cívica Radical en la ya desaparecida rambla central de la avenida 25 de Mayo en su intersección con la renombrada arteria (busto que hoy se halla en el frente de la Escuela N°28, en la esquina de Falucho y Av. Pellegrini).

Sin embargo, hubo un detalle que Carbone no tuvo en cuenta o no quiso remediar. Golpista y derrocado “se cruzaban” en la esquina azuleña de Yrigoyen y Uriburu…




La placa que hoy se preserva en el Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” estuvo colocada por muchos años como homenaje al golpista militar en la esquina de las actuales San Martín y De Paula.