Música, fotos y moral…
La otrora Plaza Colón, hoy San Martín, supo ser escenario de múltiples
sucesos de la historia azuleña. La música amenizaba las tardes y algún
fotógrafo capturó mágicos momentos. Pero también en ella, como cuenta alguna
crónica de la época, se actuaba de forma poco habitual…
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
El
sábado 8 de febrero de 1902,
desde la redacción de “El Imparcial” se planteaba una
simpática observación y se hacía un requerimiento que tiempo después se tomaría
como una costumbre:
“En
A propósito de la plaza debemos hacer una
observación a la banda de música, y es que no debe tocar casi siempre las
mismas piezas.
También sería bueno que el director de la
banda hiciera conocer del público cada domingo y jueves las piezas que se
tocarán en la noche.”
Poco más
tarde, en los periódicos de la
época se tornaría habitual que se dieran a conocer los programas completos
que se ejecutarían por las noches en las retretas, aunque los
temas se siguieron repitiendo…
El primer fotógrafo
El
siempre inquieto periódico “El Imparcial”, en una nota del 20 de
octubre de 1903, pintó en pocas palabras una tarde de domingo... Pero
una en la que particularmente Domingo Di Ferrante había salido con
su cámara a “preservar en el tiempo” simplemente momentos...
Di Ferrante se había afincado en el
Azul en marzo de 1883. Considerado “el primer fotógrafo”, por muchas
décadas se dedicó a retratar la vida social azuleña y sus lugares:
“Con toda la animación que era de esperarse y
favorecido por una hermosísima tarde primaveral tuvo lugar el domingo el
acostumbrado paseo de la plaza Colón.
Un considerable número de damas de nuestra
alta sociedad hizo acto de presencia en ella, contribuyendo eficazmente a darle
mayor animación y brillo, la banda de música municipal que dirige el profesor
señor Bertolini.
El conocido fotógrafo Sr. Di Ferrante tomó
algunas vistas desde los altos del Teatro Español. Igualmente fueron tomadas
algunas instantáneas de interesantes grupos de niñas y caballeros por los
‘dilectanti’ de la revista ilustrada “
Vimos en dicho paseo a las familias de Olmos,
Arana, Garay, Bellocchio, Somigliana, Uzos, Bertolini, De Marzo, Blasco,
Montes, Giménez, Dindart, Martínez, Reger, Lufrano, Castellár, Gallardo, Lavat,
Arrastia (F.), Basterra, Loustau, Funicelli, Crespi, Donadio, Gómez, de
Valorando un gran
tesoro
El 29 de enero de
1909, el periódico “El Imparcial” de los hermanos Darhanpé realizaba un simpático
comentario sobre la plaza:
“
El director de paseos públicos de
Ayer uno de nuestros redactores, en plenas funciones reporteriles, pasó por
la plaza y ya sea por el hermoso día, por el aspecto “de nuevo” que presentaban
las plantas lavadas por las recientes lluvias, ó por su romanticismo, decidió
subir al salón de baile de la municipalidad y de allí absorberse contemplando
el hermoso conjunto de la inmensa variedad de plantas y de los senderos
limpios, blancos…
La plaza tal cual está hoy es como la ideó el señor Thays, un verdadero
jardín, pero un jardín artístico. (…)”.
Una rara costumbre
azuleña
El 17 de
febrero de 1914, “El Orden” publicaba una nota
singular en la cual se daba cuenta de la extraña costumbre de los jóvenes
azuleños al caminar por
-Para las niñas-
Hemos recibido ayer la siguiente carta, la que
transcribimos en obsequio a las niñas azuleñas, dado que a ellas interesa
directamente y son las llamadas a responder del porqué de ese hábito.
Azul, Marzo 22 de 1914.
Señor Director de El Orden:
¿Por qué en las reuniones que se realizan en
En una ciudad progresista y de cultura social
evidente, es esa una nota discordante.
Abra una encuesta entre sus gentiles lectoras
con el objeto de conocer la opinión de cada una respecto del asunto que provoca
mi crítica y espere los resultados.
Con seguridad que casi todas las lindas
azuleñas, si responden a la consulta sinceramente, le dirán que sería mucho más
agradable reunirse en la plaza con los representantes del sexo feo cada noche
de moda para conversar con ellos, en vez de tenerlos como ahora condenados a
contemplarlas y admirarlas a la distancia.
Las contestaciones favorables o adversas, con
sus fundamentos, resultarían de interés y podría publicarse en la sección “Día
Social” de “El Orden”.
Anuncie la admisión de respuestas firmadas con
pseudónimos y bien pronto quedará convencido del éxito de dicha encuesta.
Saluda al señor director muy atentamente. UN
FORASTERO.
N. de
Las respuestas pueden venir firmadas, o con
pseudónimo, prometiendo reserva a quienes así lo solicite.
Las
respuestas no se hicieron esperar. Entre todas sobresale una, que vale la pena
rescatar y que fuera publicada el 29 de marzo:
-Encuesta-
Azul, Marzo 26 de 1914.
Señor Director de El Orden:
También yo voy a molestar la atención de sus
amables lectores, emitiendo mi opinión con motivo de la encuesta abierta en su
diario. (…). Yo
no soy señorita, soy madre con hijas casaderas (con dote) ¡ojo!, pero eso no me
inhabilita para manifestar mi opinión, opinión que no ha de diferir en mucho de
las que hasta la fecha he visto en “El Orden”.
Todas estamos convencidas que la culpa del
aislamiento entre ambos sexos es del hombre y no de la mujer.
El “forastero” que firma la encuesta ha
notado, como todos los que vienen de afuera, el feo papel que hace nuestra
juventud.
En el Azul, debido a la falta de mayor
sociabilidad, se quedan muchas niñas, lindas, educadas y con dote, sin unir su
existencia a la de un hombre que las haga dichosas, pues no es justo que ellas
salgan en busca de él.
¿Cuántas bellas azuleñas han pasado de la edad
de la ilusión, y que, contando en su abono las más preciosas cualidades, no han
conseguido formar el amoroso nido a que las leyes humanas nos empujan!...
Todas las familias azuleñas comentamos
favorablemente la iniciativa de su diario “El Orden”, y mucho esperamos que ha
de influir para modificar el feo hábito de de unión que hoy impera entre ambos
sexos.
El peor castigo que se les inflinge a los
azuleños, es que viene un forastero y escoge para esposa la mejor flor del
jardín azuleño y los azuleños, para no dar lugar a habladurías, los jóvenes no
conocían a sus futuras compañeras en la vida, y viceversa, únicamente lo que el
interesado quería dejar traslucir; las uniones que eran la resultante de ese
estado de cosas daban lugar en el menage ya formado a muchas sorpresas.
Sin ir más lejos, en este tema escabroso, yo
creo que la moralidad y la civilización bien entendidas ganarían mucho en dejar
a la juventud más libertad tomando ejemplo de la simple naturaleza que la
mezcla todo sin dar lugar a inmoralidad.
Nuestra plaza se presta admirablemente a un
ensayo decoroso.
Que cosa más natural y práctica ver en ella
las parejas mezclarse según sus gustos, atracciones y simpatías, estudiando
mutuamente los caracteres para poder, antes de unirse en indisolubles lazos,
conocerse mutuamente completándose entre ambos y poder afrontar juntos la lucha
por la vida.