Ochenta años del monumento a
Bartolomé Mitre
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
El monumento a Bartolomé Mitre que se emplazó en el cruce
de la Avenida homónima y la 25 de Mayo, fue inaugurado el martes 9 de
julio de 1940 (originalmente iba a ser descubierto el 26 de junio, en
el 119° aniversario del natalicio del ex Presidente). El acto popular fue
organizado por la “Comisión de Fomento de la Avenida Mitre”, que, presidida por
el Sr. Luis Laurencena, concretó la adquisición de la estatua que
había sido proyectada a mediados de 1921 y por diversas razones se había
demorado.
La bendición del monumento estuvo a cargo del obispo
monseñor César Antonio Cáneva. Los padrinos del acto fueron Miguel
Castellár, Pablo Acosta e Ignacio Gurruchaga y sus respectivas
esposas. En la oportunidad, en nombre del Intendente Agustín Carús hizo uso de
la palabra el profesor Teófilo Farcy.
La piedra fundamental había sido colocada el 26 de
junio de 1921, por la primera Comisión Pro Monumento, cuyo presidente
fue el Dr. Ernesto Larrain, desempeñándose como secretarios los
doctores Juan Prat, José María Caputti Ferreyra y Carlos
A. Leiva, destacándose entre los vocales vecinos como Eduardo Naulé,
Antonio Blanco Unzué, Esteban Louge, Lorenzo y Félix Piazza, Luis Robin,
Enrique Squirru, Gumersindo Cristobó, Juan P. Torras y César Cáneva.
Años más tarde, el martes 21 de mayo de 1974, el
personal de la Intendencia Municipal procedió al traslado de la estatua a la
vereda de la Escuela N°17, que lleva el nombre del prócer.
Así se dio cumplimiento al 5° artículo de la Ordenanza de
Tránsito y Estacionamiento, originada en el bloque del FREJULI, que el Concejo
Deliberante sancionó (con la oposición de la UCR) y que el Intendente Juan
Carlos Peralta Reyes promulgó. El referido artículo establecía que el monumento
debía ser “trasladado al veredón de la Escuela 17 con la ceremonia y honores que
correspondan”.
Sin
embargo, no hubo ni ceremonia ni honores, pues el personal municipal, con el
apoyo de pesada maquinaria, cumplió con la tarea. La estatua fue enganchada a
la grúa con sogas cruzadas a la altura del torso y en torno al cuello, de ahí
que al quedar pendiendo del brazo de la máquina daba la patética sensación
de un ahorcado. El traslado, que fuera seguido por múltiples vecinos,
resultó un espectáculo agraviante sin igual a la imagen del ilustre argentino…
Pero hubo más. Como el basamento en su nueva ubicación no había fraguado, la
estatua del General Bartolomé Mitre fue dejada en el suelo y atada con una soga
a un árbol hasta el día siguiente.
El 26 de junio de 1974 se
realizó el acto de homenaje del nuevo emplazamiento de la estatua de Bartolomé
Mitre en la vereda del establecimiento educacional, coincidiendo el mismo con
el 123° aniversario del natalicio del
patricio. La Escuela
Nº 17 lleva el nombre del ex Presidente desde el día 28 de octubre de
1934, en buena parte por iniciativa de la docente Ernestina Darhanpé de Malére.
En los pagos azuleños…
Bartolomé Mitre
nació en la ciudad de Buenos Aires, el 26 de junio de 1821. Fue hijo de Ambrosio
Mitre (el apellido, de raíz griega, era originalmente Mitropoulos) y Josefa
Martínez, y tuvo dos hermanos, Emilio y Federico.
Su trayectoria
como periodista, militar y político es ampliamente conocida y estudiada. Sin
embargo, resulta interesante repasar los momentos en que Mitre estuvo en
nuestro pueblo dirimiendo el rumbo que finalmente, como eco de lo acontecido en
estos pagos, tomarían la provincia de Buenos Aires y en definitiva la República
Argentina.
Azul,
el Cuartel General de Operaciones
A mediados del
siglo XIX, la sublevación de los pampas llegó hasta lugares que nunca antes lo
había hecho. Los daños producidos a las diversas poblaciones atacadas, los
arreos de ganado y las cautivas, plantearon un cuadro sumamente complejo. Todo
ello determinó que el Ministro de Guerra, Coronel Bartolomé Mitre, se
establezca en nuestra ciudad, que por decisión del gobierno bonaerense quedó
constituida en Cuartel General de Operaciones, el 1 de mayo de 1855. Así comenzó
una importante sucesión de vinculaciones permanentes entre el multifacético
Mitre y el pueblo del Azul, que desde entonces se convirtió en su defensor y
admirador.
Mitre se
estableció en el Hotel “De los Catalanes”, ubicado frente a
la Plaza Mayor (hoy San Martín; en la esquina de las calles IX y XXVI, es decir, San Martín y Colón, más
precisamente donde está el edificio “Marchisio”), permaneciendo en nuestra
localidad por poco más de un mes y medio.
El hábil Coronel
suponía que el conflicto con los pueblos originarios iba a ser una cuestión
fácil de resolver, sin embargo, se equivocó rotundamente. En Sierra Chica, los
sublevados obtuvieron una importante victoria, obligando a Mitre y sus tropas a
retornar en una ordenada y “honrosa” retirada, que se produjo en horas de la
noche, dejando parte importante de la caballada y los fogones prendidos en el
campamento, para ocultar, con éxito ante los indios, la operación. Casi
doscientas cincuenta fueron las bajas en las tropas mitristas y el Comandante,
ofuscado, no dudó en destacar la desorganización de los Guardias Nacionales que
estaban acantonados en Azul y habían marchado con él. Este duro enfrentamiento
se produjo el 30 de mayo de 1855 y pasó a la historia como combate o derrota de Sierra Chica,
siendo objeto de pugna entre los antagonistas de la época, quienes la
magnificaron o minimizaron según la conveniencia.
A mediados de
junio, Mitre dejó atrás Azul, sin embargo, no por mucho tiempo. Unos años
después, las relaciones entre el Estado de Buenos aires y la Confederación
Argentina -liderada por el Presidente General Justo José de Urquiza-, llegaron
a un punto de inflexión.
En enero de
1856, Mitre y sus hombres habían perseguido a partidarios de Urquiza dentro del
territorio santafesino en un acto que fue considerado como una invasión y que
reactivó los conflictos.
Ambos bandos
pusieron más de una vez en el campo de batalla a sus indios aliados, es decir,
las lanzas de Catriel, leales a Mitre, y las de Juan Calfucurá, seguidoras del
entrerriano. Pero, además, más allá de las lealtades con sus respectivos
Generales, ambas tribus jugaban sus
propias cartas de revancha. Cabe resaltar los planes de Calfucurá expresados en
una misiva a Urquiza: “…mi objeto ha sido
entretener al Comandante del Azul con promesas de paz, y engañar con buenas
palabras a los pampas a quienes quiero pronto hacerles la guerra…”.
Cuando la
guarnición militar de Azul estaba en permanente movilización operativa, y ante
el peligro de un ataque a 25 de Mayo, todas las tropas de frontera se concentraron
para su defensa y Catriel quedó interinamente a cargo de la Comandancia de la
Guarnición Azul. Mitre depositó toda su confianza en la lealtad de Catriel y
éste no le falló.
Azul, Mitre y su Revolución del ’74
Ocupado en su
carrera política y militar, Bartolomé Mitre se mantuvo alejado de Azul por un
lapso prolongado de tiempo… Empero, la gravitación de nuestro pueblo como
límite fronterizo y eje comercial, volvió a captar su atención. La victoria en
las elecciones presidenciales del 12 de abril de 1874, de la fórmula
oficialista encabezada por Nicolás Avellaneda, generó un nuevo
foco de conflicto. Acusando al gobierno de haber falseado los resultados, los
partidarios de Mitre se prepararon para la “Revolución”. La misma estalló 23 de
septiembre.
La revolución
fue encabezada por Mitre en la provincia de Buenos aires y por el General José
María Arredondo en las provincias del interior, contra las autoridades elegidas
que en octubre les correspondería asumir. El principal rebelde en el interior bonaerense,
mitrista a rajatabla, fue el general Ignacio Rivas, al frente de las
tropas de Azul y respaldado por los indios leales del Cacique Cipriano Catriel.
Rivas junto a Juan Andrés Gelly y Obes lograron reunir cerca de cinco mil
hombres, los cuales el 26 de octubre quedaron al mando de Mitre.
Por su parte, el General José Miguel
Arredondo sublevó la frontera sur de la provincia de Córdoba y avanzó hacia
Mendoza, ocupando esa ciudad. Luego marchó hacia Buenos Aires, pero fue
derrotado por Julio Argentino Roca en la batalla de Santa Rosa.
El general
Bartolomé Mitre, se dirigió con sus fuerzas primero al Fortín La Barrancosa
(Azul por entonces, Benito Juárez actualmente). Allí estuvo unos días para
luego marchar al Fuerte de la Blanca Grande. El 26 de noviembre atacó a las
tropas del Teniente Coronel José Inocencio Arias, en la batalla de “La
Verde”. La caballería de Mitre fue destrozada por la infantería de
Arias.
Una semana más
tarde, Mitre se rindió en Junín junto a sus oficiales, siendo arrestados y sometidos
a un Consejo de Guerra y dados de baja del Ejército. Al parecer, Mitre, que
siempre había proclamado que “la peor de
las votaciones legales vale más que la mejor revolución…”, por aquellos
días se había olvidado de sus propias palabras…
En el “Año del General”… su primer
historiador…
Durante un breve
paso por la cárcel, Mitre inició la escritura de su primera obra maestra
historiográfica: “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”. Se
trata de una biografía de Manuel Belgrano (que incluye la primera parte de la
autobiografía del prócer), pero ampliada a toda la Guerra de la Independencia
Argentina, donde aquél estuvo involucrado. Fue publicado en 1857 y resultó el
primer libro sobre la historia de Argentina, y como tal fue el punto de partida
de la historiografía de nuestro país, originando la denominada corriente
historiográfica “oficial" o “mitrista”. Cuando se editó, el libro generó
controversias entre el autor y Dalmacio Vélez Sarsfield y Juan Bautista
Alberdi.
El final
(ARCHIVO EL TIEMPO)
El 9 de julio de 1940, en el cruce de las
avenidas 25 de Mayo y Bartolomé Mitre se inauguró el monumento al controvertido
prócer argentino.
(ARCHIVO MARCOS DELUCA)
Vista del monumento a Mitre y la antigua avenida 25 de Mayo.