viernes, 4 de agosto de 2023

El fotógrafo de la Plaza

 El fotógrafo de la Plaza

 

 Por Eduardo Agüero Mielhuerry

            En el siglo XX muchos otros fotógrafos, además de Domingo Di Ferrante, recorrieron la ciudad con sus cámaras. En su ameno y simpático libro “Historias de aquellos tiempos”, Fernando Nicolás Fortunato describió numerosos episodios de la historia azuleña entre los que sobresale su recuerdo sobre “El fotógrafo de la Plaza, tal y como titula a su relato. Aunque no hace referencia a ninguno en particular, y sus palabras bien podrían comprender a cualquiera que haya tenido aquella ocupación, quienes lo conocieron saben que en su relato hace referencia a Nicolás De Luca:

         “Todavía me parece verlo, guardapolvo beige, sombrero oscuro y la máquina, esa máquina con trípode, pintada de color rojo, que mostraba con fines publicitarios, muchas fotografías tomadas en distintos lugares de la plaza, la fuente, los caminos rojos de granza, los pinos, la foto de aquel pequeño en su primer día de clase, o la de algún turista, que quería llevarse un recuerdo de Azul. A veces era un soldado del Regimiento 2 de Artillería el que posaba con su uniforme de gala, para mandar la foto a su hogar, donde la madre la esperaba desde el día de la incorporación; la clásica de los novios de la mano o tal vez de recién casados.

La figura del fotógrafo de la plaza tenía algo de misteriosa, sobre todo, cuando luego de sacar la foto, desaparecía debajo del paño de color negro, que luego, al paso de los años, logramos entender que era su “laboratorio” y en instantes aparecía con la foto en sus manos, como si enarbolara un precioso trofeo. Muchas tardes en las que su trabajo era escaso y también lo eran nuestras ganas de estudiar, nos llegábamos hasta la plaza y allí manteníamos largas charlas con él. Nos contaba cosas de su lejana patria, de sus oficios anteriores, de sus clientes, y algunas veces, hasta nos mostró el funcionamiento de su máquina, pero eso sí, nunca aunque se tratase de quien más lo conociera, logró colocarse debajo del paño negro, eso era como un secreto de estado, como también lo era el revelado de las fotos, utilizando tan sólo una pequeña porción de un líquido, que guardaba en una botella colocada al lado de la máquina, y que a nosotros, en nuestra corta edad, se nos antojaba la famosa poción mágica de los cuentos de brujos de la época.

Los tiempos fueron cambiando, y la foto en la plaza fue perdiendo vigencia, será tal vez porque se acabó el romanticismo de la pareja de novios, o el padre, ahora desocupado, no puede gastar en la foto del primer día de clases, o la eliminación del servicio militar obligatorio, desalojó la foto del uniforme de gala, el caso que junto con esa costumbres, también se fue perdiendo el fotógrafo de la plaza.

Muchas veces paseamos por la plaza y miramos con avidez, como buscando al fotógrafo, pensamos qué habrá sido de la máquina pintada de rojo y de aquel paño negro, que al principio nos causaba temor y curiosidad; ¿dónde estarán aquellas fotos que servían de publicidad, dónde estará el viejo fotógrafo?

Casi llegando a la fuente y enfrascados en estos pensamientos, observamos a un señor, sacando una foto a dos niños, enfocó, accionó la máquina y al instante observó cómo había salido la toma. Al mirarlo comprendimos que se trataba de una cámara digital y entendimos el porqué de la desaparición del fotógrafo.

            Por nuestra mente desfilaron máquinas importadas de Japón, de Corea, de Taiwan, de Alemania, de casi todo el mundo, algunas muy modernas  y de muy elevado costo, pero para nosotros, ninguna tan valiosa como aquella vieja máquina cuadrada de color rojo con un paño negro entre mágico y misterioso.”.

             Nicolás De Luca había nacido en Nápoles, Italia, el 4 de diciembre de 1924. Sus padres fueron Pascual De Luca y Concetta Pietrontuono. Tuvo al menos tres hermanos varones y una única mujer. Llegó a la Argentina en 1950. Su primer destino fue Balcarce y luego pasó por Ayacucho. Finalmente, después arribó a Azul. Solo, sin familia, casi inmediatamente, y por poco más de veinte años, se convirtió en el querido “Fotógrafo de la Plaza.

            En nuestra ciudad contrajo matrimonio con la italiana Grazia Corrente, quien había llegado a nuestro país en abril de 1957. La pareja tuvo una única hija: Graciela.

            En algún momento se reencontró con uno de sus hermanos, que se había radicado en Balcarce. Sin embargo, nunca volvió a ver al resto de su familia, salvo a sus sobrinos a quienes conoció con el transcurso de los años.

            Además de haber sido modelo en Bellas Artes, cuando mermó el trabajo como fotógrafo, Nicolás ingresó en el frigorífico La Azuleña.

            A mediados de la década del ’90, Nicolás volvió “como turista” a su tierra natal…

            Falleció en Azul, a los 92 años de edad, el 22 de junio de 2017





    Nicolás De Luca, el fotógrafo de la Plaza