lunes, 24 de julio de 2023

Historias embotelladas

Historias embotelladas

 


Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

             Hace unos días llegó a mis manos una carta mecanografiada, fechada en 1956, con la que confirmé que el mundo es un pañuelo. Esa nota, que ocupa dos carillas, unió impensadamente libros en los que mucho trabajé. La carta escondida en la propiedad que otrora se ubicaba en la esquina oeste de las actuales Cnel. Pedro Burgos y Dr. Alfredo Prat, destinada para “los lectores del futuro” reza lo siguiente:

 

            “En la ciudad de Azul, Provincia de Buenos Aires, a treinta días del mes de octubre del año mil novecientos cincuenta y seis, en ocasión de una reforma del edificio ubicado en la esquina de las calles Burgos y Entre Ríos, de propiedad de JOSÉ GARAVAGLIA, se deposita este documento en el hueco de la pared -parte superior de la puerta de la esquina-para dejar constancia abreviada de los antecedentes de esta propiedad, poniendo en esto un poco de buen humor y pensando que, con el correr de muchos años, esta hoja saldrá a la luz para satisfacer la curiosidad del nuevo propietario del solar y de paso hacer un poco de historia de este rincón que está ligado al afecto de los firmantes y sus familiares.

            ANTECEDENTES: Según las escrituras aparece como propietaria del terreno que hoy ocupa esta casa, Doña Juana Cruse, hasta e1 año 1854. Con fecha 5 de septiembre de 1854, ante el Juez de Paz Don Pablo C. Muñoz, se concretó la venta a favor de Don Manuel Vega Belgrano. La escritura definitiva se hizo el 5 de octubre de 1871, actuando como escribano el señor Federico J. Olivencia. Posteriormente Don Juan Uhalde y Don Pedro Ornague compraron el terreno a Vega Belgrano, escritura del 28 de julio de 1877. Escribano Don José Martínez.---

            Don Juan Uhalde y Don Pedro Ornague hicieron construir la casa (con m. 21,75 sobre la calle Burgos y 43,30 sobre Entre Ríos), en el año 1877. Don Juan Uhalde compró a Don Pedro Ornague su parte, en el año 1881. Al fallecer Don Juan Uhalde, se dispuso la venta por sucesión, comprándola Don Julián Larrecochea. Año 1901. Escribano Don Marcelino D. Dhers. En el año 1909 compró esta propiedad Doña María Elvira Arredondo de Dhers. Con fecha 15 de septiembre de 1910 la compró Don Juan José Camba. Este la vendió a Don Enrique Garavaglia; escritura del 18 de abril de 1911. Escribano Don Pedro L. Ramírez.

            Don Enrique Garavaglia la vendió a Don Juan Carboni el 12 de septiembre de 1936. Escribano Don Antonio Blanco y Unzué. Al señor Carboni la compró el señor JOSÉ GARAVAGLIA -actual propietario- el 30 de abril de 1938. La familia Garavaglia ocupó la propiedad con los negocios de peluquería y almacén, casa habitación para la familia (desde 1911). En el transcurso de varios años se realizaron reformas y ampliaciones en el local, siendo la de ahora la que dividió al salón del almacén en dos locales para comercio. Al hacerse estas reformas que modernizan al local, suponemos que por muchísimos años no será demolido para dar paso al progreso que, fatalmente traerá la pica demoledora algún día.

            Acontecimientos del momento: En Azul se ha constituido la Cooperativa de Electricidad, que proporcionará corriente alternada y dará un impulso a la vida comercial e industrial del pueblo. Se ha dispuesto la construcción de la red de cloacas, lo que llenará una sentida necesidad y dará satisfacción a un reiterado pedido de la población. El General Aramburu anunció hace pocos días que se llamará a elecciones de convencionales constituyentes para reformar la Constitución de 1853. Al tirano Perón le negaron asilo en Bolivia; todavía goza de buena salud y le quedan muchos dólares para seguir su triste peregrinación. En nuestro país se respira LIBERTAD y hay OPTIMISMO en cuanto al futuro de la Nación. Los israelitas invadieron a Egipto. Polonia y Hungría luchan por independizarse de Rusia. El conflicto del Canal de Suez no ha sido resuelto. Se prepara el primer satélite interplanetario que lanzará Estados Unidos de Norte América.

 

 

José Garavaglia, propietario del local.

Alberto Uhalde, nieto de Don Juan Uhalde

Juan Carboni, ex propietario del local.”

 

            Más allá de las apreciaciones del final, con las que se puede o no coincidir, se resalta en un principio que el segundo propietario del terreno fue Manuel Vega Belgrano. Él fue parte esencial de la actividad comercial de Azul a mediados del siglo XIX y también fue uno de los personajes centrales de mi libro “Los Belgrano y el Azul” (2020). En apretada síntesis de Manuel Vega Belgrano podemos decir que:

 

Nació en Buenos Aires en 1813. Fue hijo del portugués Claudio Vega Torres y Josefa Belgrano Melián. Ambos contrayentes eran parientes; sin embargo, no se conoce ciertamente la filiación de Josefa. Algunos indican que era hija de Joaquín Cayetano Lorenzo Belgrano González –hermano del General- y de Catalina Melián y Correa, pero no se ha hallado documentación que confirme dicha afirmación. Otros sostienen que ese matrimonio no tuvo hijos biológicos y sí se ocuparon de la crianza del hijo sacrílego del canónigo Domingo Belgrano, Joaquín Eulogio Estanislao Belgrano. De acuerdo a estas posibilidades, de todas maneras, Manuel Vega Belgrano terminaría siendo a la postre sobrino nieto y/o yerno del general Manuel Belgrano.

Siendo muy joven, en 1836, Manuel se radicó en los incipientes pagos del Azul, donde abrió una pulpería para lo que obtuvo licencia, según consta, el 29 de julio de aquél año. Y luego un almacén de ramos generales, al que seis años después logró adquirir, teniendo patente en 1848.

Casi inmediatamente a su actividad comercial, comenzó a desarrollarse como productor agropecuario tanto en Azul como en lo que años más tarde sería el Partido de Olavarría, en la zona cercana entre Nieves e Hinojo.

Las suertes de estancia Nº 59 (‘Las Catalinas’), 67, 213 y 274 alguna vez pertenecieron a Manuel Vega Belgrano. También él fue uno de los primeros interesados en la suerte de estancia Nº 70, más conocida posteriormente como ‘La Chumbeada’, solicitando a las autoridades pertinentes ‘para ubicarse’, tal como se expresaba por entonces la intención de poblar extensiones pertenecientes al Estado, aunque finalmente se mandó a escriturar en 1879 a favor de Andrés Fernández por transferencia de los herederos de Tiburcio Martínez.

Con su sencillo accionar y su don de gente, sumando su íntima amistad con Pedro Pablo Rosas y Belgrano –que en un futuro se convertiría en su cuñado-, logró cultivar estrechas relaciones entre los azuleños, quienes lo vieron contribuir con las más variadas propuestas que se ejecutaban en el pueblo. De hecho, vale como ejemplo de su vocación de servicio el hecho de que después de Caseros cedió gratuitamente su casa en Azul para Juzgado de Paz. Y, además, solicitó al gobierno provincial que los $300 que le correspondían por el alquiler fueran afectados a la construcción de una escuela.

Debido a su actividad comercial, Manuel viajaba con frecuencia entre Buenos Aires y Azul. Según sostienen, en aquella primera ciudad, habría sido el propio Pedro Pablo Rosas y Belgrano quien le presentó a su hermana paterna Manuela Mónica.

Se desconoce cuánto tiempo duró el noviazgo entre Manuel y Manuela Mónica, pero lo cierto es que cuando ella contaba con 34 años de edad y él 40, el 30 de mayo de 1853, contrajeron matrimonio. Tuvieron seis hijos: Gregoria Flora “Florita”; Manuel León; Manuel Félix; Carlos Manuel Silvano; Josefa Luisa Nicolasa; y Máxima Josefa del Corazón de Jesús “Pepita”.

El segundo edificio de la Iglesia de Azul, en evidente estado de ruina, fue de muy precaria construcción y no duró más de veinte años. Esta situación llevó al Jefe del Ejército de la Frontera Sud, general Manuel Escalada (cuñado del general José de San Martín), a plantear la necesidad de una nueva edificación. El presbítero Eduardo Martini, de nacionalidad italiana, llegó a Azul en febrero de 1862, coincidiendo su arribo con la conformación de una nueva Comisión “Pro Templo”, la que traería nuevos aires a la obra. La misma estaba constituida de la siguiente manera: “Manuel B. Belgrano (Presidente), Eduardo Martini (Cura Párroco), Vicente Pereda, Alejandro Brid, Martín Abeberry, Juan Lartigó, Marcelino Riviére y Aureliano Lavie”. Aunque inconcluso, el nuevo templo fue inaugurado, según consta en el Libro de Actas de la Iglesia, el día 25 de marzo de 1863. El presidente de la Corporación Municipal y, al mismo tiempo, presidente de la Comisión “Pro Templo”, Manuel Vega Belgrano, dirigió finalmente algunas palabras a los presentes en el atrio de la iglesia, al tiempo que lo saludaban y felicitaban por el logro alcanzado. El día de la inauguración parcial del tercer templo, lucían relucientes las flamantes Pila Bautismal y Fuentes de Agua Bendita donadas por el propio Manuel Vega Belgrano. Las piezas de mármol veteado beige oscuro y blanco -que años más tarde fueron colocadas en la actual Catedral-, tienen la leyenda: ‘OBSEQUIO DE MANUEL B. BELGRANO-1863’. Cabe aclarar que el respetado vecino escribía indistintamente Vega Belgrano o Bega Belgrano.

Cuando enviudó, en 1866, Manuel Vega Belgrano dispuso que sus dos hijos, Manuel y Carlos, se sumaran al Seminario Inglés. Mientras que su hija ‘Florita’ quedó al cuidado de sus primas Flora y Josefa. Él continuó viajando entre Azul y Buenos Aires…

Ante la inminente invasión que realizaría el cacique Calfucurá, tres vecinos en particular del Azul colaboraron con el general Ignacio Rivas. Inmediatamente el General procuró reforzar sus tropas recibiendo la ayuda de Manuel Vega Belgrano, Vicente Pereda y el doctor Alejandro Brid, quienes aportaron importantes sumas de dinero para dotar a las tropas de caballos y otros insumos. Finalmente, gracias a la importante colaboración que recibiera, el general Rivas resultó vencedor de las tropas de Calfucurá, en la que se conocería como Batalla de San Carlos de Bolívar, desencadenada en 8 de marzo de 1872.

Manuel Vega Belgrano falleció el 28 de febrero de 1875. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta. Había nombrado albacea testamentario a Luis Belgrano Ramos y tutor de sus hijos menores.

           

            La otra coincidencia se encuentra en el libro “La Casa de Dios” (2022), de la historiadora Norma Iglesias, de cuya edición me ocupé junto a la hermana de la autora, Elma Iglesias, para concretar la publicación de un extraordinario trabajo sobre la Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario”. Al momento de realizar su compaginación y armado en general nos surgió una inquietud sobre la muerte de Santiago Monetti, principal artista y realizador de la Cruz enclavada en la cima del templo. Y allí se halla la otra historia que se reúne en la “carta embotellada”, ¿cuál fue el destino del artista?:

 

            “El ‘Diario del Pueblo’, en su edición del viernes 8 de abril de 1927, describía el episodio que se desarrolló en la noche anterior que terminara con la trágica muerte del herrero Monetti, principal realizador de la Cruz encomendada a la Herrería Bugallo:

 

‘Anoche fue muerto un hombre de un puñetazo. Pormenores del suceso y declaraciones de testigos presenciales.- Anoche, en el almacén y despacho de bebidas que el señor Enrique Garavaglia tiene instalado en la esquina de las calles Burgos y Entre Ríos ocurrió un suceso que pasamos a relatar en todos sus pormenores:

Eran las 23:30 horas y se hallaban en el negocio su propietario señor Enrique Garavaglia, su hijo y dependiente José Garavaglia, y los parroquianos César Dulbecco, Santiago Monetti, Urpiano Martínez y Benjamín Negrini.

Parece que entre los dos primeros, que se hallaban en evidente estado de ebriedad se produjo un altercado por el pago de las copas y luego se discutió sobre el poder de las trompadas, diciendo Monetti que él era capaz de voltear un hombre de una trompada. A estas palabras contestó Dulbecco con una formidable trompada que dio en la sien izquierda de Monetti, quien cayó pesadamente en el suelo y sin pronunciar palabra alguna. Al concurrir las demás personas en auxilio del caído, se comprobó que Monetti por el efecto de la trompada había fallecido.

Dulbecco inmediatamente se dio a la fuga y después de una hora fue detenido en la calle Guido Spano y Burgos por el cabo Blas Zárate y el agente Juan Huertas, siendo conducido a la comisaría local donde se halla detenido e incomunicado.

Al tener conocimiento la policía se trasladaron al lugar del hecho el oficial Cano y los empleados D. Di Paola, S. Di Paola, Ciancio y otros procediéndose a detener previamente a los testigos presenciales, Enrique y José Garavaglia, Urpiano Martínez y Benjamín Negrini, quienes una vez que han declarado fueron puestos en libertad.

El cadáver de Monetti fue llevado al Hospital Municipal a los efectos de practicársele la autopsia.

La policía dio cuenta anoche mismo al juez del crimen, concurriendo al lugar del hecho el secretario doctor Samuel P. Blake.

Dentro y frente al negocio se reunió un numeroso público que comentaba lo ocurrido.

 

DECLARACIONES DE LOS SEÑORES GARAVAGLIA

 

Esta mañana visitamos a los dueños del negocio donde se produjo el hecho, quienes nos relataron lo ocurrido en la siguiente forma:

A las 21 horas llegaron al negocio los jóvenes Vidal, Giménez, Lefebre y Dulbecco, quienes después de tomar una vuelta y a invitación de Giménez pasaron al salón de billar, jugando hasta las 21:45 horas, regresando nuevamente al despacho donde volvieron a tomar dos vueltas y en la última, a proposición de Giménez, el primero que hablara le correspondía jugar, resultando castigado el joven Lefebre. En esas circunstancias llegó Monetti y se dirigió al mostrador e invitó al grupo a tomar una vuelta que él pagaría. Solamente aceptó Dulbecco y los demás le expresaron sus propósitos de retirarse, lo que no hicieron a pedido de Dulbecco.

Se hallaban bebiendo Dulbecco y Monetti y en tales circunstancias dijo el primero que Monetti no le resistiría una trompada en el corazón, contestando el aludido que si él le pegaría una trompada se la resistiría. Dulbecco le contestó que él se dejaría pegar una trompada en el corazón pero en la condición que si la resistía se la iba a contestar con una trompada en los ojos.

Viendo que la conversación se excedía de los límites de amistad y con miras de terminar en una pelea, intervino Giménez haciendo ver a Dulbecco que si habían ido era a divertirse y no a salir peleando. Como Dulbecco insistiera en pelear, Giménez, Lefebre y Vidal abandonaron el local, quedando en su interior Monetti, Dulbecco, Martínez y Negrini, éstos dos últimos ajenos a la discusión.

Dulbecco lo desafió a Monetti a pelear afuera en virtud de que Garavaglia lo invitó a que se fuera. Como Monetti se quedara en el negocio, aquél volvió y se encaró nuevamente con Monetti, diciéndole ‘Ud. no es hombre para mí’, y Monetti le respondió ‘Yo soy hombre’ y sin pronunciar ninguna palabra Dulbecco le aplicó un fuerte golpe de puño directo a la sien. Monetti dio una vuelta y cayó pesadamente en el suelo, comprobándose que había fallecido.

Nos hicieron destacar el hecho que la muerte se ha producido por el golpe y no por haberse golpeado en una mesa, la cual estaba distante de donde cayó Monetti y no fue tocada para nada.

Dulbecco fue tomado de la corbata por Garavaglia, pero logró desprenderse y se dio a la fuga y luego fue detenido en una pieza que tiene en Guido y Spano y Burgos.

La víctima era uno de los mejores obreros de la herrería Bugallo, donde estaba bien acreditado y ganaba un respetable jornal. Ayer acababa de terminar la cruz de la Iglesia.

Si bien le gustaba la bebida, poseía un carácter amable y era enemigo de discusiones y peleas. Deja a su familia que la forman 11 hijos a la cual mantenía con el fruto de su honrado trabajo.

Sabemos que la policía ha pedido la ficha personal de Dulbecco a la policía de investigaciones de la Capital para agregarla al sumario que levanta el escribiente Domingo Di Paola’.”.

 

Finalmente, con una relevancia menor –tal vez-, usando como fuente los textos de Alberto Sarramone -“Historia del antiguo pago del Azul”-, lo mencioné en “Alfredo ‘Paisano’ Miguelez, pelotari” (2022) al ubicar las antiguas canchas de pelota a paleta en Azul:

 

“En la esquina de Burgos y Entre Ríos, frente a la peluquería de Enrique Garavaglia, seguramente propiedad de Juan Uhalde, o en la cercanía, estaba la cancha de pelota a paleta de Cristo.”.

 

            En este punto, vale decir que Juan Uhalde –comprador del terreno luego de Vega Belgrano y hacedor de las construcciones hoy ya inexistentes-, era poseedor también de una ladrillera y en 1867 había ganado una licitación por 200 fanegas de polvo de ladrillo para la entonces Plaza Mayor (hoy “San Martín”). Pero más importante resulta destacar que el francés era el abuelo materno de la queridísima Cecilia Argentina Diego (hija de Luis Diego y Graciana Uhalde), de quien tanto escribí para el libro “Historia de la Sociedad Protectora de Niños de Azul” (2022).







Facsímil de la "carta embotellada" facilitada por
Graciela Figueroa y Carlos "Cachorro" Azcona