Alfredo Miguelez, pelotari de alma
Su
infancia se desarrolló en Dionisia (Comandante Nicanor
Otamendi, Partido de General Alvarado) y estuvo marcada por el bullicio de sus
numerosos hermanos, encontrando en los más grandes que él las enseñanzas y
picardías propias de los niños.
Para
cuando Alfredo tenía unos doce años, comenzó a pasar tiempo en el almacén-bar
de su padre, no sólo ayudándolo, sino siendo además un atento espectador de los
partidos de pelota a paleta que se disputaban en “La Cancha”, lindera al comercio. Alfredo le dedicó mucho tiempo a
examinar a los competidores; los entendía y hasta casi podía anticipar sus
jugadas. Era un pibe, pero los analizaba callada y atentamente. Todos habían
aprendido a jugar jugando, sin entrenamientos ni demasiadas reglas. Él asimiló
la técnica de cada uno de los pelotaris amateurs que pasaron por la cancha de
su padre y, de alguna manera, creó su estilo propio. Posiblemente su gran destreza
en la billarda (juego infantil de moda) fue el cimiento de su virtuosismo. Y un
día, se largó a jugar con sus hermanos mayores… Golpe a golpe, tanto a tanto,
Alfredo fue creciendo y ganando talento con la paleta. La pelota parecía atada
a su voluntad y apostar por él era certeza de victoria.
Recorriendo
Buenos Aires
Tenía unos catorce o quince años
cuando decidió “salir al mundo”. Así,
dejó atrás definitivamente su Dionisia natal para ganarse la vida, retornando
esporádicamente a visitar a su familia y amigos. Recorrió distintos pueblos y ciudades
y recayó, con unos veinte años de edad, en La Dulce, Partido
de Necochea, donde descolló jugando a la pelota a paleta para el “Club
Juventud Unida Progresista”.
En aquella
localidad, además de brillar como pelotari, conoció a la que se convertiría en
su esposa, Carmen Isolina Ortiz, con quien –ya en Azul- tendría dos hijos:
Alfredo
Ricardo “Bocha” (29 de marzo de 1943) y Carlos Enrique “Tata” (26
de abril de 1946).
Azul como destino…
El
talento de Alfredo y su dominio de la pelota con la paleta eran realmente
destacados. El veinteañero pelotari hizo pareja con otro joven, Juan
Bethular, constituyéndose ambos en la renombrada dupla de la institución
de La Dulce, además de entablar entre ellos una muy estrecha amistad.
En
los sucesivos partidos que Alfredo jugó para el Club de La Dulce, siempre
estuvo bajo a la atenta mirada de uno de los hombres más importantes en los
ámbitos dirigenciales del centro bonaerense. El azuleño Ricardo Elizagaray,
presidente de la Federación de Pelota a Paleta de la Provincia de Buenos Aires,
siempre se mantuvo atento al extraordinario juego del “Vasco” y no dudó en
proponerle su incorporación a Azul Athletic Club. Además, sabiendo
que trabajaba moviéndose de pueblo en pueblo y que estaba recientemente casado,
le propuso un empleo en Obras Sanitarias de la Nación. Sin
dudarlo demasiado, Alfredo habló con su flamante esposa Carmen y juntos
emprendieron el camino hacia un nuevo destino.
En
1942,
el Azul Athletic Club incorporó a sus filas de jugadores a dos pelotaris que
marcarían a fuego la historia de la institución. El primero fue Alfredo Díaz y,
posteriormente, Alfredo “Paisano” Miguelez.
¡Brillante triunfo!
Los partidos disputados
durante el III Campeonato Nacional de Pelota a Paleta, tanto en
cancha abierta como cerrada, generaron una enorme expectativa entre los
espectadores. El diario “La Nación”, en su edición del día
miércoles 10 de noviembre de 1943, informaba:
“(Paraná
– Entre Ríos) Con sostenido entusiasmo el público siguió hoy el desarrollo de
los distintos partidos que por el 4to. Campeonato Argentino de Pelota en Cancha
Cerrada y 3ro. De Cancha Abierta.
Se
jugaron en los Club Social y Estudiantes de la Ciudad. En el Campeonato de
Cancha Abierta se registraron escenas emotivas en el partido que disputaron
provincia de Bs. As. y Entre Ríos, que finalizó con la victoria de aquel, luego
de una emotiva y larga lucha, en la que se sucedieron los empates desde los
primeros tantos hasta después de las cifras que determinaron el alargue. (…) De
esta forma el mejor cotejo de este concurso estuvo a cargo de Buenos Aires y
Entre Ríos, definido de esta forma: BUENOS AIRES (Miguelez - Díaz) 35 – ENTRE
RÍOS (Caballero – Cuenca) 32.”.
Después de mucho batallar, tras largos y
extenuantes partidos, el 12 de noviembre, los azuleños Alfredo
Miguelez y Alfredo Díaz, representando a la provincia de Buenos Aires. Disputaron
la semifinal contra dos excelentes pelotaris, José Cuenca y Alberto
Caballero. El cruce entre pelotaris fue muy entretenido y sobre todo
reñido, manteniendo siempre la delantera la dupla Miguelez-Díaz.
La
final fue disputada contra Juan Francisco Fittipaldi y Belisario
Nocetto (o Nosetto), fue una verdadera demostración del poderío de la
dupla azuleña. Como destacaran las crónicas periodísticas de la época, el juego
culminó con 30 puntos a favor de Miguelez - Díaz, contra 18 de los
representantes de la Capital Federal.
Los jugadores de la “Estrellita”,
representando a la Provincia de Buenos Aires, se consagraron campeones. Los dos
primeros campeonatos, en los años anteriores, los había obtenido la Capital
Federal. Luego del triunfo de los representantes de la Provincia de Buenos
Aires en el ’43, la próxima victoria bonaerense recién se alcanzaría en 1959.
En una actuación para el recuerdo de
los amantes del juego vasco, los bonaerenses se alzaron con el título máximo.
En esa oportunidad, periodistas especializados del diario “La Nación” y la revista “El
Gráfico”, resaltaron la calidad del binomio, y especialmente del “Paisano”
Miguelez, quien fue objeto de marcados elogios.
Dejando la práctica formal
Después de construir un extenso
rosario de victorias representando a Azul Athletic Club, a mediados de 1954,
Alfredo tomó la decisión de dejar la práctica formal. El martes 7 de diciembre se realizó un
considerable agasajo al “Paisano”, recibiendo múltiples
elogios y reconocimientos.
Desde entonces, sin dejar nunca la
práctica de la pelota a paleta, el “Paisano” se dedicó a la bella tarea de
abuelo. Alegre y juguetón, solía llegar al hogar de sus nietos con los bolsillos
del saco y el pantalón repletos de caramelos. Y era el juego dilecto de los
niños “colgarse” de él y escudriñar sus bolsillos para deleitarse con los
caramelos que encontraban como enorme tesoro escondido. Llegó a conocer a
cuatro de sus nietos (hijos de su primogénito Alfredo Ricardo y María
Cristina Tomac): Alfredo Esteban, Mauricio,
Leandro
y Sebastián.
Después la familia siguió creciendo, pero el destino de Alfredo estaba escrito…
La hora de la triste despedida
Después de una Nochebuena en familia,
en la mañana del día de Navidad de 1975, Alfredo
decidió ir a visitar y saludar a un amigo y compañero de trabajo que vivía en
la calle Rauch entre Av. Humberto –actual Av. Perón- y Gral. Roca. Al llegar a
su destino, se descompensó y se desplomó en la calle. Algunos vecinos se
apresuraron a asistirlo, pero no hubo nada que hacer. Tenía 57 años de edad.
La noticia al día siguiente en “El
Tiempo”, llevaba un título contundente “Murió una gloria del deporte
azuleño: Alfredo Miguelez”.
EL
DATO:
En
marzo de 2022, el autor de la nota presentará la biografía titulada “Alfredo ‘Paisano’ Miguelez, pelotari”.
Alfredo
“Paisano” Miguelez fue un destacado jugador de pelota a paleta que obtuvo
múltiples títulos y reconocimientos, jugando por más de una década para Azul
Athletic Club.
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