sábado, 17 de julio de 2021

Piadosa sucesora

 Piadosa sucesora

 

El pasado 13 de julio se cumplieron 145 años del nacimiento de la porteña Josefina Anchorena quien, tras el fallecimiento de su madre Mercedes Castellanos de Anchorena, fuera la continuadora de su legado en Azul, contribuyendo a la construcción del Asilo y la Capilla del Buen Pastor.

 

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Josefina Anacleta del Corazón de Jesús Anchorena nació en Buenos Aires el 13 de julio de 1876. Sus padres fueron Nicolás Hugo Anchorena Arana y Mercedes Castellanos; tuvo diez hermanos.

Contrajo matrimonio con el escritor Enrique Rodríguez Larreta, el 15 de noviembre de 1900, en la Basílica Nuestra Señora de la Merced de Buenos Aires. Unos días después, en su edición del 24 de noviembre, la revista “Caras y Caretas”, con dos fotografías como complemento a la nota, brindaba detalles sobre la ceremonia:

 

“El templo de la Merced, uno de los preferidos por la alta sociedad porteña para esta clase de ceremonias, el jueves de la semana anterior por la mañana resplandecía de luces profusamente distribuidas en el altar mayor. Daban una nota animada y fresca a la decoración de la iglesia los ramos de flores artísticamente combinados en doble hilera, en el presbiterio.

Ibase a celebrar el casamiento de la señorita Josefina Anchorena con el doctor Enrique Rodríguez Larreta, y una selecta concurrencia había acudido a presenciar el acto de la bendición nupcial.

A los acordes de la marcha de ‘El Profeta’ hicieron su entrada los novios: la señorita Anchorena daba el brazo al doctor Carlos Rodríguez Larreta, y el doctor Enrique Rodríguez Larreta daba el suyo a la señora Castellanos de Anchorena.

Acompañado por su familiar, el padre Viacava y dos padres franciscanos, el obispo monseñor Terrero bendijo el enlace, oficiando después una misa que fue oída por los desposados y los asistentes a la ceremonia.

En el cortejo nupcial que acompañaba a los contrayentes figuraban las señoras: Matilde Anchorena de Ortiz Basualdo, Clara Ocampo de Rodríguez Larreta, Ángela Cullen de Castellanos, Sofía Castellanos de Martínez, Amalia Anchorena de Blaquier, Sofía Yáñiz de Leanes, Carmen Marcó del Pont de Rodríguez Larreta, la señorita Elisa M. Peña, y los señores Carlos Ortiz Basualdo, Horacio Rodríguez Larreta, Miguel Castellanos, Bartolomé Martínez, Juan José Blaquier, Ángel Leanes y Enrique y Emilio Anchorena.

Una vez bendecida la unión por monseñor Terrero, que pronunció algunas elocuentes palabras alusivas a los vínculos que acababa de consagrar la iglesia, los desposados recibieron los parabienes de la concurrencia, entre la cual abundaban elegantes señoritas, en quienes no sería de extrañar que hubiese producido la consiguiente emulación el ejemplo que les acababa de dar la recién casada y de quienes, por consiguiente, tuviésemos que ocuparnos, dentro de esta misma sección, en no muy lejano plazo, no en calidad de espectadoras, como hoy, sino de protagonistas.”.

Como regalo de casamiento, Mercedes les obsequió a su hija y su flamante yerno, un palacio construido en 1886 por el arquitecto Ernesto Bunge (constituido hoy en el Museo de Arte Español “Enrique Larreta”), ubicada en el barrio de Belgrano.

            En 1916, al regresar Enrique de su misión como embajador en París, se ocupó de la remodelación de aquella casa-quinta, que ocupaba una manzana, para convertirla en un “palacio castellano”, de estilo neocolonial, con un jardín andaluz, plagado de especies exóticas.

Entrado el siglo XX, Enrique, Josefina y sus cinco hijos (Mercedes, Enrique, Josefina, Agustín María y Fernando Carlos), comenzaron a pasar largas temporadas de descanso o veraniegas entre la casa del barrio de Belgrano y la estancia “Acelain”, en Tandil, alternando esporádicamente con la estancia que poseían en Córdoba.

 

Por Azul…

 

La inauguración de la Parroquia del “Sagrado Corazón de Jesús” de Chillar se produjo el 25 de abril de 1920, día de San Marcos Evangelista. La iglesia, como la casa parroquial y el Hogar “Cristo Rey”, son de estilo neocolonial y fueron diseñados por el arquitecto Martín Noel, autor de la remodelación de la casa del matrimonio Rodríguez Larreta-Anchorena en el barrio porteño de Belgrano y de la construcción del castillo de la estancia “Acelain” en Tandil, propiedad también de la misma pareja. Su construcción fue posible gracias a la donación de Rosa Irene Anchorena de Fernández. Como la benefactora y su esposo, Juan Antonio Fernández, residían en París, Francia, después de un desafortunado accidente de éste último, el templo contó con el apadrinamiento de la tía de la donante, Mercedes Castellanos de Anchorena, de sus primos, Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta y Aarón Anchorena, y de su hijo, Marcelo Germán Fernández Anchorena.

En la oportunidad, además, se descubrió una placa en el templo e hicieron uso de la palabra los vecinos Delia Pomphile y Sebastián Darmandray.

            Asistieron a la celebración un gran número de familias de Benito Juárez, Olavarría, Azul y Tandil. También estuvieron presentes el por entonces intendente de Azul, Abelardo Cano, y el desplazado ex jefe comunal, José María Lier, ambos radicales presos de luchas internas del Partido que los llevaron a enemistarse, produciéndose en Chillar el último cruce público entre ambos personajes de la política azuleña.

            Aquel 25 de abril de 1920 fue también la última vez que estuvieron juntas públicamente en tierras azuleñas Mercedes y su hija Josefina… Mercedes falleció poco más de dos meses después…

 

Campo y religión

 

Una vez concluida la construcción del casco de “Acelain” en 1924, el matrimonio comenzó a instalarse con mayor frecuencia en los campos tandilenses, recibiendo habitualmente la visita de muchos amigos.

Ferviente creyente y devota como su madre, Josefina solía ocuparse de las necesidades espirituales y cristianas del personal del establecimiento y muchas veces de los demás lugareños. Era habitual –como recuerdan diversas crónicas de la época-, que se dedicara a visitar todos los puestos de la propiedad y las estancias vecinas en busca de las parejas que querían regularizar su unión, recién nacidos para bautizar y niños en edad de hacer la primera comunión.

            De hecho, tal como había sucedido en “San Ramón” en vida de doña Mercedes, Josefina fomentaba los servicios religiosos dominicales en la Capilla de “Acelain”. También enseñaba catecismo ella misma a los chicos que se preparaban para tomar la primera comunión y, además, les obsequiaba vestimenta apropiada para tan relevante ocasión. Sin descanso, también se ocupaba de los festejos de Navidad y Reyes Magos, convirtiéndose aquella época del año en un auténtico goce para los niños de los campos aledaños e hijos de la peonada del propio establecimiento.

 

De la desolación a la esperanza

 

Los trabajos de construcción del Asilo Buen Pastor en Azul apenas habían pasado de los cimientos cuando falleció la gran benefactora y toda la obra se detuvo. Los sucesores de Mercedes Castellanos de Anchorena retiraron completamente todo apoyo al proyecto, logrando que en lo sucesivo aquellos terrenos se convirtieran en un sector ruinoso, mostrando un marcado abandono y alejándose así cualquier posibilidad de concretar el anhelado objetivo de la gentil benefactora. De hecho, en 1927, el “Diario de Pueblo”, en su edición del 4 de enero, narraba: “El Asilo del Buen Pastor. El aspecto de desolación que presenta.- Toda una ruina, es el aspecto que hoy presenta el poco edificio que se hizo para el funcionamiento del Asilo del Buen Pastor, cuyas obras iniciara la caritativa señora Mercedes Castellanos de Anchorena, meses antes de fallecer. Pese a las manifestaciones hechas por algunos de los sucesores de la extinta dama, las obras continúan todos los días envejeciendo por la acción del tiempo y del descuido y debido también a la voracidad de algunos amigos de lo ajeno que han hecho desaparecer por completo enormes pilas de ladrillos que habían sido depositadas dentro del terreno para continuar las obras (…).”.

En el detallado “Libro de Fundadores y Bienhechores…” se cuenta: “La Sra. Josefina Anchorena de Larreta, propuso a nuestra muy Honorable Madre Provincial, María del Corazón de María Faverio, hacerle varias entregas de dinero hasta la suma de $ 100.000 m/m para que se fuera construyendo algo de lo mucho proyectado por su santa madre.”.

Después de 10 años de inactividad, en 1930, se reiniciaron las obras de construcción del Asilo. Finalmente, con la inconmensurable ayuda de Josefina, el Buen Pastor fue formalmente inaugurado el 15 de febrero de 1932. El acto contó con la presencia de los sacerdotes Andrés Calcagno, César Cáneva, Luis Actis, Anunciado Serafini y el capellán de la Orden, Juan Di Falco, el comisionado municipal Francisco O. Pourtalé, el intendente electo escribano Dante Bernaudo y el juez del Crimen, Dr. Benito N. Valdovinos. También estuvieron presentes la Madre Provincial Sor María del Corazón de María Faverio; la Madre Superiora del Asilo, madre María Angélica del Santísimo Sacramento Arocena y las hermanas se quedarían en las flamantes instalaciones azuleñas. Lamentablemente, Josefina no pudo asistir, pero pronto visitó el Asilo para seguir contribuyendo solidariamente.

 

Una parte brillante del mismo legado

 

El Asilo funcionó más de una década a pesar de que las obras no habían culminado plenamente, pues faltaba la construcción de la cada vez más necesaria Capilla.

El 13 de marzo de 1944, comenzó su construcción, bajo el amparo de Santa Teresita del Niño Jesús, a quien se le encomendó su especial protección. Aquél día, Monseñor César A. Cáneva bendijo el terreno y se colocó la piedra fundamental.

Para la erección del templo hicieron sus aportes económicos: la señora Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta, los veintiún Monasterios del Buen Pastor del país, los de Montevideo (Uruguay) y monseñor Santiago Rava. Pero también la comunidad azuleña realizó diversas y grandes contribuciones.

Esta Capilla es conocida por los azuleños como Iglesia del Buen Pastor, pero su verdadero nombre es Sagrado Corazón de María, como lo atestigua la blanca escultura entronizada en su fachada y la consagración de su Altar Mayor.

Cuando la Capilla fue inaugurada, el 9 de noviembre de 1946, Josefina “Fina” Anchorena de Rodríguez Larreta fue la madrina de la ceremonia. Y a pesar de que aquél fue el punto final del magnánimo proyecto que compartió con su madre, ella continuó colaborando en numerosas oportunidades, imbuyendo de la obra también a su hija Josefina “Finita”, que sería su especial sucesora.

 

Generosidad hasta el final…

 

            De exquisita estampa a pesar su avanzada edad, con refinados modales y una generosidad bien aprendida desde la cuna, Josefina continuó contribuyendo con diferentes obras religiosas siempre en beneficio de los menesterosos. A los 83 años de edad, Josefina Anacleta del Corazón de Jesús “Fina” Anchorena de Rodríguez Larreta falleció el 22 de mayo de 1960. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.



Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta continuó y multiplicó la benéfica labor de su madre. Azul se vio ampliamente beneficiada…

  

  

 

EL DATO


    
    El presente artículo es un adelanto exclusivo para “El Tiempo” del libro
‘Yo soy el Buen Pastor’. Breve historia de la Capilla ‘Sagrado Corazón de María’ de Azul”, que Eduardo Agüero Mielhuerry presentará el próximo 9 de noviembre, al cumplirse el 75° aniversario de la inauguración del emblemático templo local.





martes, 13 de julio de 2021

Doña Mercedes y el Buen Pastor

 

Doña Mercedes y el Buen Pastor

 

El pasado 9 de julio se cumplieron 101 años del fallecimiento de Mercedes Castellanos de Anchorena, una de las grandes benefactoras de la obra de la actual Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario” y madrina de la misma, como así también impulsora del Asilo del Buen Pastor.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

María Lina de las Mercedes Castellanos nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el 24 de septiembre de 1840. Sus padres fueron el salteño Aarón Castellanos Velasco y la porteña Secundina Juana María de la Iglesia Castro. Tuvo doce hermanos y completó su educación en París, con las Hermanas Canonesas de San Agustín.

Dueña de una exquisita belleza, supo destacarse en los círculos más selectos de la aristocracia porteña, haciendo gala de su refinamiento y estampa. Así también supo conquistar el corazón de un próspero comerciante y acaudalado estanciero porteño... El 24 de septiembre de 1864, contrajo matrimonio con Nicolás Hugo Anchorena Arana.

La pareja tuvo once hijos: Nicolás María Serviliano, Mercedes Benita, Mercedes Dionisia, Amalia Valentina, Aarón, Matilde Lidia, Josefina Anacleta del Corazón de Jesús, Aarón Félix Martín del Corazón de Jesús, Enrique Justino Pascual, Emilio Evaristo y Alberto Florentino del Corazón de Jesús.

Cuando en 1884 murió Nicolás Anchorena, dejó en campos, semovientes, propiedades urbanas y efectivo un capital de cuatro millones de libras esterlinas. Mercedes, se ocupó personalmente de la inmensa fortuna heredada de su esposo, integrada por más de veinte estancias a las que no se limitó a conservar sino que acrecentó notablemente en su producción y extensión anexándoles otras propiedades. Llegó a tener más de 350.000 hectáreas en Buenos Aires y Neuquén.

En los umbrales del siglo XX, pese a los grandes privilegios que le imponía su posición, y la comodidad que eso implicaba, ella mantuvo su generosidad y solidaridad ocupándose de múltiples cuestiones que iban más allá del mero goce de su fortuna. Así como lo había hecho en vida de su marido, Mercedes se abocó también a realizar múltiples donaciones a la Iglesia, contribuyendo no sólo a la erección de suntuosos y refinados templos, sino que colaboró y sostuvo la obra de diversas comunidades religiosas que bregaban por el bienestar de los menesterosos.

 

“San Ramón” en Azul

 

El 19 de diciembre de 1890, en París, Francia, falleció Mercedes Dionisia Anchorena, de apenas 19 años de edad. Poco después, su madre, Mercedes, decidió rendirle homenaje construyendo una capilla en “San Ramón”, estancia azuleña que no conocía hasta entonces, pero a la que decidió acercarse con su familia durante un verano.

Según relata Yuyú Guzmán en su libro “Estancias de Azul”: “Sus hijos, encantados con el lugar, le pidieron a su madre continuar los veraneos en ‘San Ramón’, donde el clima es más fresco que en Pila y se evitan las grandes invasiones de mosquitos, provocadas por los fangales y cangrejales que caracterizan la zona aproximada al Samborombón”, que era el sitio donde descansaban hasta entonces. La autora continúa: “En el año 1895 se inicia la construcción de la capilla y la escuela que iría al lado. Estas edificaciones se inauguran en 1897. Luego se levanta la casa principal, una residencia de dos pisos adosada a la pared lateral de la capilla.”.

En la capilla, de 30 metros de largo por 12 de ancho, diariamente un capellán oficiaba los servicios religiosos para el vecindario y los empleados del establecimiento. La capilla fue puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced, conservándose en ella piezas de relevancia histórica y litúrgica. El 12 de febrero de 1904, el padre César Antonio Cáneva llegó por primera vez a “San Ramón” y entabló un importante vínculo con doña Mercedes.

 

“Por la corrupción de las costumbres”

 

En la edición del 25 de enero de 1957 del “Diario del Pueblo”, bajo el título “Humanitaria obra inspira al Hogar del Buen Pastor”, se cuentan cuáles fueron los orígenes del Asilo Buen Pastor. El escenario del encuentro fue “San Ramón”; la conversación entre el joven sacerdote y la millonaria benefactora, acaecida en 1918, habría nacido ante la creciente preocupación del religioso por la “corrupción de las costumbres en esta ciudad de Azul.”.

Mercedes, que muchas veces había colaborado en tantos requerimientos, “conmovida díjole: ‘y si trajésemos aquí a las religiosas del Buen Pastor para que establezcan una casa’ (…).”. El sacerdote respondió: “Señora, esto me abriría el cielo…” y comenzó a vislumbrar otra obra de calidad y contundencia para la comunidad…

Pocos días después, en Buenos Aires, “La digna señora de Anchorena se dirigió a la Casa Provincial y dijo a la Madre Visitadora: ‘vengo a pedir la fundación de una casa en el Azul y no puede negármela’.”. Y su voluntad comenzó a encaminarse hacia la concreción… La respuesta de la Madre Visitadora, María San Agustín de Fernández Concha, con la anuencia de la Madre General de la Congregación, María de Santa Domitila Larose, ante la generosa benefactora fue afirmativa.

Después de requerir el consentimiento del obispo de La Plata, monseñor Juan N. Terrero, inmediatamente la viuda de Anchorena efectuó la compra en Azul de tres manzanas de terreno, comprendidas por las calles Guaminí, Buenos Aires (luego General Uriburu; actual Int. Prof. Rubén C. De Paula), Burgos y calle sin nombre (actual Falucho). Aunque finalmente las construcciones se acotarían a dos manzanas, Mercedes “se proponía invertir un millón de pesos en esta obra destinada a salvar innumerables almas”.

A fines de febrero de 1919, Mercedes estuvo recorriendo los terrenos adquiridos para levantar el asilo junto a su joven y viuda nuera, Leonor Uriburu, y el padre César A. Cáneva.

 

Manos a la obra

 

En una nota del periódico “El Ciudadano”, publicada el lunes 3 marzo de 1919, se brindaban algunos detalles de la obra a realizarse y se ponía el acento en el grave problema que vivía la sociedad azuleña: El Asilo del Buen Pastor en el Azul. Una gran institución social. (…) En el Azul se ha extendido la inmoralidad, adquiriendo en estos últimos tiempos todos los caracteres de un verdadero flagelo que amenaza seriamente la familia de las clases proletarias. Según cálculos de algunos médicos, suman centenares las criaturas que sin ser núbiles requieren tratamientos médicos; y la policía registra en sus crónicas diarias también un gran número de intervenciones, por la contravención a las ordenanzas sobre la moralidad pública, debiendo decirse que hasta el presente las autoridades no han prestado mayor atención a ese servicio de vigilancia.

Esto así, el acto altruista de la señora Mercedes Castellanos de Anchorena, significa una verdadera solución, dada a un asunto cuya importancia creemos haber puesto de manifiesto. La obra que dentro de breve será emprendida, traerá incalculables beneficios para la dignidad social del Azul y en tal concepto, debemos todos prestarle nuestro más decidido apoyo.”.

El 12 de marzo de 1919 llegaron dos religiosas del Buen Pastor y se hospedaron en el Colegio de las Religiosas de la Inmaculada Concepción, quienes las recibieron con enorme amabilidad. Las Hermanas visitaron el solar y la parte que contenía una barraca (manzana que finalmente sería vendida y loteada años más tarde) y alguna edificación. Después de verificar la correcta marcha de las incipientes obras, regresaron a Buenos Aires satisfechas por lo que se estaba gestando en Azul.

El edificio debía contar con dos secciones: una con capacidad para 100 niñas pobres y la otra para idéntica cantidad de jóvenes necesitadas de rehabilitación moral. A su vez debía tener departamento para las Hermanas, Iglesia y todas las dependencias necesarias para funcionar intramuros. Mercedes puso un gran empeño para concretar su labor en Azul. Visitaba la ciudad con frecuencia o recibía información de manos del propio padre Cáneva o algún otro allegado. Escribió ella misma la lista de imágenes que debían colocarse en los coros y en los diversos departamentos. Nada escapaba a su ojo minucioso y meticuloso…

 

Enormes legados

 

Entre otras obras, Mercedes impulsó la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento de Buenos Aires (célebre no sólo por su rica arquitectura sino también por su Custodia para la adoración perpetua de la Eucaristía de tres metros, la que obtuvo el premio “Hors Concours” en la Exposición Universal en París), donó y dedicó a la memoria de sus padres el Altar del Señor del Milagro en la Catedral de Salta y parte de las instalaciones del Seminario Conciliar de Buenos Aires.

Contribuyó con el Monasterio de Madres Carmelitas Descalzas “Santa Teresa de Jesús” en el barrio porteño de Almagro y el noviciado de las hermanas del Buen Pastor en Caballito. Respaldó económicamente al Convento e Iglesia de los Franciscanos en Castellanos y el de las Hermanas Franciscanas Misioneras, ambas obras en la provincia de Santa Fe. Asimismo financió la refacción del Convento Franciscano en Santiago del Estero y otras tantas obras a lo largo y ancho de país. También entregó becas a jóvenes que eran aptos para ser admitidos por el Colegio Pío Latino en Roma. Y no dejó de sostener asilos y escuelas hasta en los rincones más recónditos de Argentina.

Azul tampoco estuvo ajena a su mano benefactora… Tal vez el aporte más significativo y caro a los sentimientos de los azuleños está ligado a la actual Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario”, que fuera inaugurada el 7 de octubre de 1906. Mercedes donó, junto a su nieta, Matilde Ortiz Basualdo de Zuberbühler, el Altar Mayor y una importante suma de dinero que contribuyó al avance de la obra que había reiniciado el joven sacerdote César Cáneva. Ella y el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dr. Bernardo de Irigoyen, fueron nombrados padrinos de la ceremonia. Como ambos no pudieron asistir –ella se encontraba en Córdoba-, fueron representados respectivamente por la Presidenta de la “Comisión de Damas Pro-Templo”, Regina Gómez de Vázquez, y por el Presidente de la H. Cámara de Diputados, Dr. José María Vega.

 

La inesperada despedida…

 

El 1 de julio de 1920 visitó las obras desarrolladas en Azul, acompañada de los constructores y a pesar del riguroso frío de aquella mañana, recorrió con ellos toda la casa, haciéndoles tomar exactas medidas, desde la portería, sacristías, salones de labores, coros, oratorios, el campanario, cómodas para ornamentos, oficinas, lavaderos, cocinas, etc. Hizo recomendaciones para que todo se ajustara al “gusto de las religiosas”.

Aquella gélida mañana, Mercedes estuvo dos horas y media recorriendo y supervisando los avances de su nuevo proyecto benéfico. Tenía 79 años de edad, pero no se detuvo en ningún momento. Ni siquiera se sentó. Esa fue su última visita a Azul… Mercedes Castellanos de Anchorena falleció ocho días más tarde, el 9 de julio de 1920, en Buenos Aires. Tras un pomposo funeral, sus restos fueron sepultados en la Cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento.

Diez años después, su hija, Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta retomaría su labor, culminándola efectivamente en 1946 con la inauguración de la Capilla “Sagrado Corazón de María”, más conocida como “Buen Pastor”.



Mercedes Castellanos de Anchorena.

 

 

El presente artículo es un adelanto exclusivo para “El Tiempo” del libro ‘Yo soy el Buen Pastor’. Breve historia de la Capilla ‘Sagrado Corazón de María’ de Azul”, que Eduardo Agüero Mielhuerry presentará el próximo 9 de noviembre, al cumplirse el 75° aniversario de la inauguración del emblemático templo local.

domingo, 11 de julio de 2021

La Historia está de luto: murió "Don Patrimonio"

 LA HISTORIA ESTÁ DE LUTO: MURIÓ “DON PATRIMONIO”

Así nos vamos acostumbrando a quedarnos sin historia, sin pasado… sin raíces. Pueden pensar que es poco, pero el costo será alto. Un árbol sin raíces puede florecer una vez, pero sin nada que lo sostenga será presa de los vientos y de la podredumbre. Y los frutos se perderán y el árbol perecerá. Es inútil regar un árbol sin raíces. Y es triste pensar que es en vano luchar por una ciudad que no respeta su historia. Sobran los ejemplos de destrucción o malos tratos al patrimonio.
La plaza San Martín pintada con grafitis, baldosas rotas, sucia... Nuestra Catedral también dañada. Nuestro Parque Municipal víctima del robo y daño de árboles, estatuas destruidas o sustraídas, mugre por cualquier lugar. Y ni que hablar del robo permanente que sufre nuestro Cementerio, placas y todo tipo de objetos son hurtados cotidianamente.
Las fotos tomadas a tiempo son lindas, son eso, recuerdos y nada más. Felices los ignorantes que se sacaron justo a tiempo una foto en la escalinata del Palacio Municipal con el busto de Pedro Burgos o tiempo atrás con el de Adolfo Alsina. Ya no están. Y no volverán. Esas esculturas fueron hechas por la gran artista Susana Vilardebó. Ella murió. Y sus obras también. Ambos bustos habían sido inaugurados el 16 de diciembre de 1979. Y fueron destruidos por la desidia del Estado ausente y la ignorancia de quienes en su euforia no saben diferenciar entre lo valioso y el barro. Así, como el tango “Cambalache”.
Anunciarán que serán restituidos. Pero es falso, aunque el anuncio aún no se haya hecho. Susana Vilardebó ya no está y no los restaurará. Y por más que los peguemos (o los atemos con alambre como muchas otras cosas en la ciudad), ya no serán los mismos.
Hoy renegamos de nuestra historia. Hoy somos un árbol sin raíces. No tenemos pasado y todo indica que no tenemos futuro. Vivamos el presente sin pensar en nada. Ahoguémonos en la ignorancia y seamos felices mirándonos el ombligo.
O empecemos a valorar nuestra historia, aprendamos de ella y planifiquemos un futuro con sólidas raíces, con un pasado cargado de matices. El futuro no es simplemente mañana. Es también el mes que viene, el año que viene o la década que viene. Dejemos de mirarnos el ombligo… o seguiremos de luto, viendo como la AUSENCIA DEL ESTADO Y LOS IGNORANTES MATAN DIARIAMENTE NUESTRO PATRIMONIO.


Busto del Coronel Pedro Burgos, fundador de Azul, destruido en la noche del 10 de julio durante los festejos futboleros.

Busto de Adolfo Alsina, benefactor de Azul, destruido años atrás también en un festejo futbolero.

lunes, 5 de julio de 2021

Julio en la Plaza

 

Julio en la Plaza

 

El próximo 9 de julio se cumplen 145 años de la llegada del Ferrocarril a nuestra ciudad y 96 años de la inauguración en el centro de la otrora “Plaza Colón” (hoy Gral. San Martín), de la denominada “Pirámide de Julio”, demolida pocos años después.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Como miembro de la Corporación Municipal, la que llegó a presidir, Ceferino Peñalva, dirigió la comisión conformada para realizar los festejos por la llegada del Ferrocarril.

Durante los meses previos se suscitaron diversos debates sobre el lugar exacto donde debía instalarse la estación, llegando muchos vecinos a considerar que la misma tenía que construirse frente a la Plaza Mayor. Sin embargo, esta posición fue desechada…

Decidido el lugar, se construyó una modesta estación en las “afueras” del pueblo. Por otra parte, el Municipio ordenó el arreglo de las calles IX y X (actuales San Martín e Hipólito Yrigoyen), incitó a los vecinos a blanquear los frentes de sus viviendas y “hermosearlos” y ordenó “carpir” la Plaza central.

El arribo del tren se produjo finalmente el 9 de julio de 1876. La comunidad se revolucionó considerablemente. Aquél día muchos azuleños se agolparon para presenciar la llegada del convoy en una fría mañana invernal que terminó con un almuerzo a la criolla. Azul no volvió a ser el mismo…

Recién en 1878 por iniciativa -una vez más- de la Corporación Municipal y de algunos vecinos, se organizó una suscripción pública para convertir la otrora Plaza Mayor o “Plaza de las Carretas” en un elegante paseo.

El espacio fue parquizado. Se trazaron dos senderos en cruz y dos senderos diagonales desde las esquinas que se cruzaban en el centro de la manzana delimitando ocho canteros. Inmediatamente se plantaron acacias dealbata (conocida como aromo o acacia mimosa), eucaliptos y otras especies más pequeñas. Finalmente, con una nueva fisonomía, también recibió el flamante nombre de “Plaza Colón”, en homenaje a Cristóbal Colón (Génova, 31 de octubre de 1451 - Valladolid, 20 de mayo de 1506) quien fuera navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias Occidentales al servicio de la Corona de Castilla, pero sobre todo recordado por haber realizado el “descubrimiento” de América, el 12 de octubre de 1492, al llegar a la isla de Guanahani, actualmente en las Bahamas.

 

Pirámide de Julio y Monumento a la Bandera

 

Despojada de toda identidad, la plaza central de Azul supo de varios proyectos y de pretendidos monumentos, pero lo cierto es que pasarían varios años en los que sólo habría un basamento empleado por la Banda para amenizar con música las tardes azuleñas.

En la publicación La Revista del 4 de julio de 1925 se daba una noticia que alegró al vecindario:

Pirámide de Julio-. Entre las novedades que nos ofrecerá la Comisión de fiestas julias para la próxima efeméride patria, figura la pirámide, cuya base la constituye el pedestal del centro de la Plaza Colón. Podremos llamarla Pirámide de Julio, por ser estrenada en las fiestas julias y por tener ya Buenos Aires la Pirámide de Mayo. Felicitamos a la Comisión por la feliz idea; con ella se demuestra que el pedestal tan criticado llegó a servir para algo.”.

Finalmente, el 9 de Julio de 1925 el intendente Pedro Guiraut inauguró la “Pirámide de Julio”, monumento que tendría una corta existencia, pero que le dio sentido al criticado basamento. Prácticamente al mismo tiempo de su inauguración, en el recinto del Concejo Deliberante, se aprobaba la construcción en la plaza de un “Monumento a la Bandera, proyecto que, como tantos otros, tampoco se concretó.

En la oportunidad, se celebraron las fiestas julias encabezadas por el Jefe Comunal, el cuerpo deliberante a pleno y una nutrida concurrencia de vecinos. La ocasión fue amenizada por la Banda Municipal. Por la noche, los edificios públicos y la flamante Pirámide contaron con una profusa iluminación.

 

Ciento veinte años de “Independencia”

 

Para la celebración de los ciento veinte años de la “Declaración de la Independencia de nuestro país, una Comisión especial organizó las celebraciones.

Los actos previstos para el 9 de julio de 1936 fueron:

“A la salida del sol: Salva de bombas.

 A las 10 horas: Solemne Te Deum en la Catedral, con asistencia de Autoridades, Consulados, Sociedades Nacionales y Extranjeras, Clubes deportivos y pueblo. Alocución patriótica a cargo de Fray Enrique Bessero.

 A las 11 horas: Desfile estudiantil y cívico por las calles Alsina y San Martín y concentración frente al Palacio Municipal.

 A las 14 horas: Reunión hípica en el Hipódromo local.

 A las 18:30 horas: Extraordinarios fuegos de artificio.

 A las 21:15: Función de gala en el Teatro Español con la presentación de la Compañía Lírica Italiana Cogorno-Machiavelli, en la ópera en 4 actos de Giuseppe Verdi ‘Il Trovatore’, con asistencia de autoridades y Comisión de Festejos.”

            Por otra parte, se informaba a la comunidad que el intendente interino, Luis Hugo Mauri, había resuelto que a partir de las 18 horas se suspenda el tráfico alrededor de la Plaza Colón, donde se realizarán los fuegos artificiales en adhesión a los festejos del 120º aniversario de la Declaración de la Independencia, prohibiéndose también en forma terminante el tránsito de peatones dentro de la plaza, en razón del peligro para los mismos, dada la potencia de los fuegos. El público podrá estacionarse en el veredón municipal y en las veredas de frente a la plaza.”.

            La advertencia parece un tanto exagerada, sin embargo, las crónicas posteriores dan cuenta de la importancia y magnitud de los fuegos artificiales disparados en la plaza Colón.    El periódico “El Ciudadano” informó en detalle los actos realizados e hizo hincapié, especialmente, en el espectáculo de fuegos artificiales:

“El acto popular más brillante fue el de los fuegos artificiales. Estos se realizaron en la plaza Colón, que había sido especialmente preparada al objeto.

Varios miles de vecinos, de todas las edades y de ambos sexos se habían reunido en la plazoleta municipal, hasta llenarla completamente, y en las calles adyacentes a la plaza.

Revelando esa cultura laudable no se registraron actos de violencia, muy por el contrario y respetaron la advertencia y prohibición de acercarse a la plaza, donde se habían instalado los aparatos pirotécnicos.

Con una fuerte deflagración se iniciaron no sabiéndose cual elegir más, por su técnica moderna, sus formas novedosas, su aspecto luminoso, la variedad infinita de colores y matices.

Indiscutiblemente impresionó fuertemente el del escudo patrio, que después de encenderse en una luz vívida dejó ver los colores patrios con sus símbolos y un sol naciente que parecía flamear promisoriamente; en un sentido más espectacular agradó el simulacro de bombardeo realizado por medio de bombas diversas que se multiplicaban en otras numerosas, una vez en el aire, recordando la caída de granadas. Gustaron también las luces de bengala, que caían lentamente en pequeños paracaídas, después de haber sido llevadas por una bomba poderosa, llenando el panorama de brillantes policromías.

Debemos hacer llegar, en este aspecto de la fiesta patria un aplauso para los organizadores.”.

Poco tiempo después, la “Pirámide de Julio” fue demolida para darle lugar a la gran remodelación ejecutada por el ingeniero y arquitecto Francisco Salamone.





En la “Plaza Colón” hubo por muchos años –luego de que fueran retiradas las mal llamadas “Nereidas”-, hubo un basamento que nunca tuvo el busto o estatua planeados. 




La “Pirámide de Julio” fue inaugurada en el centro de la Plaza Colón el 9 de julio de 1925.