martes, 31 de agosto de 2021
lunes, 30 de agosto de 2021
Sobre pájaros, trenes, televisión y radio...
Sobre pájaros, trenes, televisión y radio…
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
“Minuto Odol en el aire”,
decía el conductor, Jorge “Cacho” Fontana tras lo cual se escuchaba el ruido del
segundero de un supuesto reloj invisible. El concursante tenía entonces unos
pocos segundos para contestar su pregunta; si lo hacía correctamente, el
conductor agregaba con énfasis: “¡Con
seguridad!”.
“Odol
Pregunta” había comenzado en 1956 y fue el primer
programa local de preguntas y respuestas. Se presentó en Canal 7, aunque luego
pasó a Canal 13 y más tarde a Canal 11.
En sus inicios
lo condujo Carlos D’Agostino, y luego pasaron Nicolás “Pipo” Mancera, Silvio
Soldán, Antonio Carrizo y Héctor Larrea. Sin embargo, el programa quedó
asociado para siempre a la presencia, y sobre todo la voz, de Fontana, quien
estuvo al frente de la emisión entre 1963 y 1973.
La publicidad
vendía al programa como “el único que
premia su saber”, y desafiaba a “expertos
en física cuántica o el reino animal”, como ejemplos de la amplitud de las
temáticas a concursar. El participante solicitaba responder sobre un tema. Un
equipo de producción seleccionaba las temáticas hasta que aceptaba la
solicitud. Luego, y para reducir el margen de error causado por los nervios,
había una serie de cinco exámenes previos hasta la presentación televisada.
De acuerdo a
un informe de A.P.T.R.A. (Asociación de Periodistas de la Televisión y la
Radiofonía Argentinas), durante las 24 temporadas del programa, se abordaron
158 temas, tuvo 442 participantes y 66 ganadores, entre ellos el querido y
recordado Mario Miguel Marateo.
Plumas…
Desde pequeño,
Mario Miguel había tenido una frenética pasión por los pájaros y a través de
los años fue profundizando su estudio, sin tutores ni maestros, simplemente
guiado por su espíritu curioso y taurino. A partir de 1960 comenzó a mandar
cartas al programa televisivo “Odol
pregunta”, para concursar, e incluso su hermana "Mecha" lo anotó
personalmente en 1965, pero no obtuvo respuesta hasta dos años después. Marateo
fue citado para un examen previo, a cargo del doctor León Benarós, evaluación
que aprobó satisfactoriamente y con muy buenos elogios.
Todo estaba
listo. El miércoles 5 de julio de
El
concurso se desarrolló durante dos meses, con niveles impensados de
televidentes, llegando a alcanzar picos de audiencia de 39 puntos la noche del 30 de
agosto, cuando Mario Miguel Marateo contestó correctamente la pregunta
Odol por un millón de pesos.
Ese
día, como cada año hasta el presente, se celebraba el Día de los Ferrocarriles
Argentinos, ya que en 1857 se había inaugurado la primera línea
ferroviaria del país (cuyo recorrido inaugural fue desde la
Plaza del Parque hasta la estación Floresta de Buenos Aires). Justamente, Mario
Miguel era un querido peón ferroviario al que algún periodista “culpó” por “pintar de ‘azul’
el mapa de la República”, ganándose para siempre el apodo de “El
hombre de los pájaros”.
La humildad de
un grande
Mario Miguel Marateo nació el 2 de mayo de 1928. Sus
padres fueron Antonio Marateo y Mercedes Angélica Álvarez. Tuvo una hermana
mayor: María de las Mercedes.
Cursó parte de
sus estudios primarios en
Pronto comenzó
a vender diarios y luego trabajó en el Mercado Municipal (ubicado en la esquina
este de 25 de Mayo y San Martín); fue cadete de
Cuando
los ferrocarriles pasaron a manos del Estado argentino, Mario Miguel se anotó
junto a otros postulantes. En las oficinas del Ferrocarril Roca, en Plaza
Constitución de Buenos Aires, le hicieron un examen físico, le tomaron un
dictado y las cuatro operaciones matemáticas básicas. Finalmente ingresó como
peón de cargas el 5 de octubre de 1947 y a los pocos días le asignaron como
destino
Durante
algunos años, el matrimonio vivió en el desvío ferroviario del kilómetro 243
(entre Parish y Cacharí), donde Mario Miguel había sido nombrado como efectivo.
Cuando la situación económica mejoró un poco para la pareja, volvieron a vivir
en la ciudad, en la casa de los padres de Mario. Y finalmente, en 1962, por
medio de un crédito del Banco Hipotecario, pudieron comprar el que sería su
hogar definitivo en la calle General Ignacio Rivas N° 874, sencilla casita a la
que como muestra de cariño Mario Miguel bautizó, tal como rezaba un cartel en
el frente: “Teresita”.
Después del
primer millón…
En 1972 volvió
a concursar en “Odol pregunta. Ronda de ganadores”. Allí compitió por dos
millones de pesos, sin embargo, tras tres empates consecutivos con Claudio
Domínguez (quien contestaba sobre mitología griega), se decidió desde
la producción del programa repartir el premio en partes iguales, siendo ambos
ganadores.
Todas las
publicaciones y diarios del país se ocuparon de la historia del humilde
ferroviario que había ganado el prestigioso “Odol Pregunta”. Hasta Mirtha
Legrand lo tuvo en su mesa en seis oportunidades. El anonimato pasó a
ser parte del pasado, sin embargo, para Mario Miguel no había mejores momentos
que los que pasaba con sus padres, su adorada Teresita y su familia.
Más tarde publicó
el libro “El aficionado a los pájaros”.
Escribió
múltiples artículos para los diarios “El Tiempo” y “Diario del Pueblo”,
abrió su propio local comercial, participó de diversas charlas y disertaciones
y volvió a la televisión en reiteradas oportunidades, pero la popularidad nunca
lo mareó, porque jamás perdió su humildad y carisma.
Al aire
En octubre de
2002 su amigo Félix Campodónico le propuso hacer juntos un programa radial
todos los domingos por la mañana. Así comenzó por FM del Pueblo “En
familia y sin Re-Fu-Po” (En Familia y sin religión, fútbol ni
política).
Un tiempo
después, Teresita pasó a ocupar el lugar de Campodónico y realmente la emisión
radial quedó “en familia”, alegrando con música antigua, pero por sobre todo,
abrigando con calidez a mucha gente, lo cual los hizo merecedores del Premio
CADUCEO 2006.
La audiencia siempre
fue sumamente nutrida e inclusive, a través de Internet el programa era
escuchado por azuleños en las Islas Canarias, Sydney Australia,
El matrimonio desplegaba
toda su ternura y simpatía, amenizando las mañanas con rancheras, valses,
tarantelas, tangos y todo tipo de música. Como buen admirador de Carlos
Gardel y del tango en general, Mario Miguel conservaba una importante
colección musical con unas ocho mil canciones diferentes, grabadas en cassettes
y discos compactos, superando ampliamente las veinte mil versiones. Cada
canción era acompañada por comentarios referidos a la historia del autor, del
intérprete o alguna curiosidad vinculada.
En alguna
efeméride, Mario Miguel y Teresita hicieron referencia a “Los Locos de la Azotea”,
como fueran conocidos a lo largo de la historia Enrique Susini,
César Guerrico, Luis Romero Carranza y
Miguel Mujica, quienes el 27 de agosto de 1920 dieron inicio a
la radiofonía argentina cuando transmitieron la ópera Parsifal desde la terraza
del Teatro Coliseo. Esa fue la primera transmisión radiofónica, integral y
completa, de un programa de radio, realizada justamente hace 100 años,
conmemorándose desde entonces el Día de la Radiofonía Argentina (a
pesar de que el Día Mundial de la Radio se celebra cada 13 de febrero).
En julio de
2017, gracias a la ayuda de Alberto Sarramone, Editorial Biblos
Azul reeditó “El aficionado a los
pájaros”, tal como reza la contratapa “…en
homenaje a este gran estudioso autodidacta de nuestra naturaleza, en el 50°
aniversario de aquel famoso programa”.
En enero de 2018,
pocos días después de cumplir 65 años de matrimonio, falleció Teresita. Y desde
entonces la salud de “El hombre de los pájaros” comenzó a deteriorarse añorando
la compañía de su amada.
Mario Miguel Marateo falleció el viernes 14 de
diciembre de 2018.
domingo, 29 de agosto de 2021
Los hermanos Darhanpé
Los hermanos Darhanpé
José
María y Eduardo Guillermo, fueron dos de los miembros de una familia que cobró
notoriedad en Azul gracias a las distintas tareas sociales y culturales en las
que se vieron involucrados, sin descontar su participación en otras actividades
ligadas a la política, la iglesia o la masonería.
Jules Romain Darhanpé y Marie Elene Esteguy, ambos de origen francés, se conocieron
tras su llegada al Río de la Plata, y contrajeron matrimonio en Paysandú,
República Oriental del Uruguay. Tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales
fallecieron a temprana edad. En el Uruguay nacieron los dos primeros: José
María, en 1872, y tres años más tarde, Eduardo Guillermo.
Radicados luego en Buenos Aires, nacieron Victoria, Justina y Ernestina.
José María
A muy temprana edad, con su
igualmente inquieto hermano, fundó el periódico “El Imparcial” en la
ciudad de Montevideo, medio que podemos presumir ha sido de reducida tirada y
corta existencia.
Siguiendo a su familia, más
puntualmente a su padre, se radicó en la ciudad de Buenos Aires, donde se abrió
frente a él un nuevo abanico de posibilidades. Prácticamente al mismo tiempo,
como Escribano (notario), resultó cofundador del Colegio de Escribanos de la
Provincia de Buenos Aires el 18 de febrero de 1889.
Estudió derecho, y aunque se dice
que ejerció como abogado, no hay pruebas documentales que lo respalden.
La familia Darhanpé volvió a
cambiar su domicilio y así se radicaron en Azul.
Aquí, José María comenzó a
ejercer como maestro en la Escuela Normal, en el mismo
establecimiento en el que estudiaban sus cuatro hermanos.
Lleno de inquietudes, junto a
otros Maestros Normales -incluido su hermano Eduardo-, en 1892, fundó la Biblioteca
Popular de Azul, la cual con el correr de los años se convertiría en un
faro cultural para toda la comunidad.
Al mismo tiempo, honrando las raíces
de sus padres, integró la comisión directiva de la “Sociedad Francesa de Socorros
Mutuos”.
Asimismo,
durante varios años trabajó como Secretario del Juzgado de Paz de Azul.
En 1894, fundó la que resultara
su obra más reconocida y perdurable. Aquél año nació el periódico “El
Imparcial”, del cual fue director y redactor.
José María contrajo matrimonio
con Amalia O’Connor y Rosendi (nacida en Mercedes, Buenos Aires, en el año 1876), con quien al menos
tuvo ocho hijos, todos los cuales nacieron en Azul: Amalia;
Julia Esther, José María, Enrique, Guillermo,
Alfredo,
Elena
y Adela.
Interesado por los quehaceres
locales, el progreso y la prosperidad de la ciudad, en el año 1900 José María
publicó la “Guía del Azul”, editada en la Imprenta Popular.
En 1905 retornó a la dirección de
su periódico, el cual se había convertido en el más importante e influyente de
nuestro medio.
En
el año del “Centenario de la Revolución de Mayo”, José María se instaló en la capital bonaerense con su familia, donde,
a pesar de sentirse aquejado por el imprevisto deterioro de su salud, comenzó a
desarrollar nuevos emprendimientos.
Repentinamente,
José María Darhanpé falleció en La Plata en el año 1914.
Su
esposa, Amalia, era propietaria de la Farmacia “La Estrella” (nombre particular
si tenemos en cuenta la Logia a la que pertenecía su difunto esposo), en la
ciudad de las diagonales.
Eduardo Guillermo
Fue
cofundador de “El Imparcial” de Montevideo y arribó a nuestra ciudad con sus
padres y hermanos tras algunos años de estadía en Buenos Aires.
Se
graduó como Maestro de la Escuela Normal en 1891, junto a Manuela Alonso,
Matilde Abeberry (hija del reconocido Martín Abeberry), Carmen González y
Arturo López Claro.
Al año siguiente, junto a su
hermano y otros docentes de la Escuela Normal fue fundador de la Biblioteca
Popular de Azul. En 1895 se convirtió en su Secretario, y aunque luego
no aparecería ocupando cargos relevantes en la Comisión Directiva de la misma,
siempre fue un férreo sostenedor de la brillante institución.
Cuando
en 1896 se constituyó el “Centro Uruguayo de Azul”, con
muchos adherentes, la comisión directiva quedó conformada con Gustavo Duprat
como presidente, secundado por Eduardo G. Darhanpé desempeñándose
como Secretario,
Juan B. Abreo como Tesorero y los vocales Pedro Hardoy, Francisco Vigna, Simón
Vigna, Carlos Viana, Juan P. Iriarte, Santiago Moya, Felipe Vigna y Carlos
Milone.
Tras el
nacimiento de su primogénito, al que bautizó con el nombre de su padre, Julio
Román, acaecido el 25 de enero de 1899, pocos días
después Eduardo contrajo matrimonio en la Iglesia de Azul, el 1 de
febrero, con Julia Celia Laborda.
La
pareja tuvo al menos diez hijo, todos los cuales nacieron en Azul: el ya
mencionado Julio Román, Eduardo Guillermo, Alicia, Julia Celia, José,
Nicolás,
Ernesto
Uruguayo, Gilberto Florencio y dos niñas de las cuales solamente se recuerdan
sus sobrenombres: Coca y Peta.
Habiendo sido Auxiliar
de su padre Julio Román, que actuaba como Tesorero de la intendencia de Manuel
Toscano (1891-1893), Eduardo continuó involucrado en la política e
interesado profundamente en las cuestiones públicas. Así fue como se encolumnó
bajo las ideologías del Dr. Ángel Pintos, quien tuvo un
meteórico ascenso en el mundo de la política local (y de Olavarría), gracias a
sus claras y concisas ideas que buscaban el progreso del pueblo, habiendo sido
inclusive candidato a Vice gobernador bonaerense. Eduardo se convirtió en su Secretario
y mano derecha durante un largo tiempo.
Al
convertirse en intendente don Federico Urioste, Eduardo comenzó a
desempeñarse como Secretario del Concejo Deliberante.
Eduardo actuó en “El Imparcial” como redactor, siendo
sumamente duro con la Iglesia, enfrentándose abiertamente en muchas
oportunidades. Inclusive, junto a Manuel G. López, quien fuera el
primer bibliotecario de la Biblioteca Popular y escribiera en el periódico bajo
el seudónimo “Tubalcaín”, supieron alzar grandes polémicas en repudio del
catolicismo y de la monumental obra que se elevaba con la construcción de la
actual Catedral, polémicas que muchas veces resultaron estériles ante el
infatigable trabajo que comenzó a realizar el joven sacerdote César
A. Cáneva. Cabe resaltar que tanto Eduardo como Manuel formaban parte (inclusive
José María) de la Logia “Estrella del Sud” N° 25 que actuaba en nuestro medio.
Hacia finales de 1905 y
principios del año siguiente, reemplazó en la dirección del periódico a su
hermano José María.
En 1917 fue director de la Escuela N° 7.
Tras el fallecimiento de su hermano mayor, Eduardo y su
esposa decidieron mudarse a la Capital Federal junto a sus hijos, en busca de
nuevos aires, dado que la situación del periódico dejó de ser la mejor.
Ocupó un puesto en el magisterio
de la Capital Federal y otro en la
redacción del afamado diario “La Prensa”. En dicho periódico
continuó profundizando su oposición al radicalismo, en contra del cual había
entablado tantas luchas políticas a través de sus editoriales en “El Imparcial”
enfrentados a los de “El Ciudadano” azuleño.
Repentinamente,
tuvo que abandonar toda actividad, pues una cruel enfermedad fue minando su
organismo.
José María Darhanpé junto a su esposa Amalia
O’Connor.
domingo, 22 de agosto de 2021
Cultor de los Sagrados Corazones
Cultor de los Sagrados Corazones
El 9 de noviembre de 1946 se inauguró
en nuestra ciudad la Capilla Sagrado Corazón de María,
más conocida por los azuleños como Capilla del Buen Pastor.
Aquella jornada, los actos se
iniciaron muy temprano por la mañana, con la consagración de los altares por
parte del obispo diocesano monseñor César A. Cáneva, de cuyas ceremonias
fue madrina la señora Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta.
Luego, el Vicario General de la Diócesis y asesor religioso de la Congregación
capellán del nuevo templo monseñor Santiago A. Rava, procedió a la
bendición de las imágenes, ceremonia que tuvo a varios vecinos azuleños como
padrinos; entre ellos, de la imagen de San Juan Eudes, fueron padrinos el
entonces comisionado municipal Dr. Juan Carlos Peralta Reyes y su
madre doña Julia Reyes de Peralta.
De escayola policromada y adquirida en la “Casa Majó” de Buenos
Aires, la imagen de San Juan Eudes fue entronizada en la capilla menor de la
izquierda de la nave principal. El altar de esta capilla es, como el mayor, de
mármoles y en un relicario se exhiben las reliquias del santo. A su vez, a los
pies del altar descansan
actualmente los restos mortales de monseñor Rava.
El camino de la caridad
Juan Eudes
nació el 14 de noviembre de 1601, en una granja cerca de la Villa de Ri,
Normandía, Francia. Sus padres fueron Isaac Eudes y Marta Corbin. Tuvo seis
hermanos, entre los que estuvo el historiador Francisco Eudes de Mecerac
A los catorce años de edad ingresó al Colegio de los Jesuitas en Caen.
Sus padres deseaban que él continuara con el legado familiar,
casándose y trabajando en la granja, sin embargo, se unió al Oratorio de Jesús el 25 de marzo de
1623. Uno de sus maestros y modelo en la vida espiritual fue el fundador del
Oratorio, Pedro de Bérulle, quien lo recibió en la orden. Poco después,
el futuro cardenal Bérulle, le dio permiso de predicar, aunque sólo había
recibido las órdenes menores. Al cabo de un año, en París, Juan fue enviado a
Aubervilliers a estudiar bajo la dirección del padre contemplativo y ascético Carlos
de Condren.
Juan Eudes fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1625 y celebró
su primera misa en Navidad. Dos años más tarde, se desató en Normandía una
violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció para asistir a sus compatriotas.
Bérulle lo envió ante el obispo de Séez con una carta de presentación, en la
que decía: “La caridad exige que emplee
sus grandes dones al servicio de la provincia en la que recibió la vida, la
gracia y las órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los
frutos que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia, energía y
vida”. Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo
espiritual y en lo material, administrando los sacramentos. Después fue enviado
al Oratorio de Caen, donde permaneció hasta que una nueva epidemia se desató en
esa ciudad, en 1631.
En 1633 comenzó a predicar misiones parroquiales, y finalmente predicó
más de cien misiones en toda su propia región, así como en la Isla de Francia y
Borgoña y también en Bretaña. Jean-Jacques Olier se refirió a
Eudes como “el prodigio de su edad”. Eudes se convirtió en un destacado
predicador y confesor con un don para la evangelización.
Después del Concilio de Trento (1545-1563)
proliferaron los seminarios de la Iglesia. Eudes fundó varios seminarios en la
zona, incluido el de Rennes. En 1674 recibió seis bulas papales de indulgencias
del Papa
Clemente X para cofradías y seminarios dedicados a los Sagrados
Corazones.
Magdalena
Una de las experiencias que adquirió durante sus años de misionero,
fue que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse, se encontraban en
una situación particularmente difícil. Durante algún tiempo, trató de resolver
la dificultad alojándolas provisionalmente en las casas de familias piadosas,
pero cayó en la cuenta de que el remedio no era del todo adecuado. Magdalena
Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias
convertidas, dijo un día al santo: “Ahora
os vais tranquilamente a una iglesia a rezar con devoción ante las imágenes y
con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro deber es
alojar decentemente a estas pobres mujeres que se pierden porque nadie les
tiende la mano”. Estas palabras produjeron profunda impresión en Juan,
quien alquiló una casa para las mujeres arrepentidas, en la que podían
albergarse en tanto que encontraban un empleo decente. Tres monjas visitandinas
colaboraron arduamente con él. En 1641 fundó la Orden de Nuestra Señora de la
Caridad del Refugio en Caen para proporcionar asilo a las prostitutas
que deseaban redención.
Con el apoyo del cardenal Richelieu y varios obispos, dejó a
los oratorianos para establecer la “Congregación de Jesús y María”
(Eudistas) para la educación de los sacerdotes y para las misiones
parroquiales. Esta congregación se fundó en Caen el 25 de marzo de 1643. Sus
miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban
obligados por ningún voto. Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se
consagraron a “la Santísima Trinidad, que
es el primer principio y el último fin de la santidad del sacerdocio”. El
distintivo de la congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba
incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por
los hombres.
Eudes también fundó la Sociedad de la Madre Más Admirable,
que actuó como una especie de Tercera Orden.
Mientras Juan se hallaba en misión en la iglesia de San Sulpicio de
París, recibió la noticia de que el obispo de Bayeux acababa de aprobar la
congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio,
formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caen. En
1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen en
1659.
Pronto, Eudes se dirigió a Roma a tratar de conseguir la aprobación
pontificia para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San
Juan Eudes fracasó en Roma.
Un año después, una bula del Papa Alejandro VII aprobó la
Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese
fue el coronamiento de la obra que el padre Eudes y Magdalena Larny habían
emprendido treinta años antes en favor de las pecadoras arrepentidas.
Eudes siguió predicando misiones con gran éxito; en 1666, fundó un
seminario en Evreux y, en 1670, otro en Rennes. Al año siguiente, publicó un
libro titulado “La Devoción al Adorable Corazón de Jesús”.
Santidad
Durante los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado
sobre “el Admirable Corazón de la
Santísima Madre de Dios”; trabajó en la obra mucho tiempo y la terminó un
mes antes de morir. Su última misión fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en
plena plaza pública, con un frío intenso. La misión duró nueve semanas. El
esfuerzo enorme acabó con su salud y a partir de entonces se retiró
prácticamente de la vida activa.
Juan
Eudes falleció el 19 de agosto de 1680 y fue canonizado en 1925.
El Papa León XIII -al proclamar las virtudes heroicas de Eudes en
1903 - le otorgó el título de “Autor del culto litúrgico del Sagrado
Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María”. Eudes había dedicado
las capillas de los seminarios de Caen y Coutances al Sagrado Corazón. La
fiesta del Inmaculado Corazón de la Madre de Dios se celebró por primera
vez el 8 de febrero de 1648 y la del Sagrado Corazón de Jesús
el 20
de octubre de 1672.
domingo, 15 de agosto de 2021
Revolucionario
Revolucionario
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Juan Carlos Belgrano
Martínez nació en Pelotas, Imperio del Brasil, el 11 de
julio de 1848. Sus padres fueron Juan Francisco Estanislao Belgrano
(sobrino del general Manuel Belgrano) y Carolina Martínez Nieto. Tuvo dos
hermanas menores: Herminia y Cora.
Gracias a las inclementes
persecuciones sufridas durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el joven
matrimonio Belgrano–Martínez había huido al Brasil, pudiendo regresar a la
Argentina recién en 1852, tras la caída del “Restaurador
de las Leyes”.
Juan Carlos estudió en el
Colegio Nacional de Buenos Aires, donde se destacó como poeta, publicando sus
obras en el periódico “El Pueblo” de
su amigo Juan Chassaing. También tradujo obras del inglés y del francés para su
publicación en otros periódicos de la época. Entre estos trabajos sobresalieron
las traducciones de “La libertad y el
gobierno” de Hippolyte Bosselet, e “Influencia
de la mujer en el progreso de la ciencia” de Henry Thomas Buckle.
Cursó sus estudios en la Universidad
de Buenos Aires donde se doctoró en jurisprudencia en 1872, con la
tesis: “El gobierno representativo y la
soberanía del pueblo”. Un año antes había intervenido activamente en el
movimiento estudiantil que se considera uno de los antecedentes de la “Reforma
Universitaria”.
Fue nombrado juez civil y
comercial en los Tribunales de Mercedes, que tenían jurisdicción sobre todo el
centro y el oeste de la provincia de Buenos Aires, y en 1875 fue nombrado juez
del fuero civil en la ciudad de Buenos Aires.
Familia y política
El 16 de diciembre de 1876,
Juan Carlos contrajo matrimonio con su prima segunda, Gregoria Flora Vega Belgrano,
hija de Manuel Vega Belgrano y Manuela Belgrano. Carlos Vega Belgrano, su
cuñado, y Carolina Martínez de Montier, fueron los testigos. La ceremonia,
entre la nieta y el sobrino nieto del general Belgrano, se realizó en la
Iglesia de Nuestra Señora de la Merced.
Incorporado al partido
alsinista, el 25 de marzo de 1877, por segunda vez fue electo Diputado en la
provincia de Buenos Aires (la primera había sido en 1873, pero había
renunciado). Integró las comisiones de legislación, procedimientos civiles y
biblioteca del cuerpo. El 3 de mayo del año siguiente, al renunciar Roque Sáenz
Peña a la presidencia de la Cámara, Juan Carlos le sucedió en el cargo.
El 19 de octubre de aquél
mismo año nació su primer hijo, Manuel Belgrano Vega Belgrano. Luego
llegaría Adolfo, nacido el 18 de mayo de 1881. Sin embargo, este niño
falleció inmediatamente, lo que provocó una profunda tristeza en sus
progenitores. Poco después de aquella fatídica pérdida, Juan Carlos y “Florita”
decidieron viajar a Europa. El joven matrimonio junto al pequeño Manuel se
instaló por algunos años en París, Francia. Allí nacieron Néstor
–el 1 de septiembre de 1882- y Mario -7 de abril de 1884-.
La agitada vida política
argentina y la necesidad de atender algunos negocios, hicieron que la familia
retorne a Buenos Aires alrededor de 1887.
En 1890 Juan Carlos
participó activamente en la Revolución del Parque, sumándose inmediatamente a
las filas de la Unión Cívica Radical, siendo proclamado poco después
vicepresidente del Comité Provincia de Buenos Aires.
En la ciudad de Buenos
Aires, el 2 de mayo de 1891, con apenas 36 años, falleció su amada esposa
“Florita”.
Revolucionario…
El doctor Juan Carlos Belgrano gobernó la
provincia de Buenos Aires del 9 al 14 de agosto de 1893, mientras
la Revolución
Radical se encontraba triunfante.
La revolución
fue la primera en concretarse en la provincia de Buenos Aires y comenzó, tal
como lo había decidido Hipólito Yrigoyen, con la toma del Azul.
El día 30 de julio, el “Peludo” había arribado en tren con una
considerable fuerza revolucionaria armada con la que buena parte del pueblo
azuleño hizo causa común.
Muchos
destacados pobladores participaron de los sucesos, los cuales muy probablemente
hayan sido puestos al corriente de lo que sucedería por parte del propio
Belgrano, quien no sólo tenía propiedades en el pueblo sino que
también contaba con lazos familiares y numerosas amistades.
Dos hombres de
profunda raigambre local sobresalieron en los hechos. Por un lado, el
comandante Matías B. y Miñana, quien a pesar de que ya era un “noble
anciano”, que al paso de los años y de las ingratitudes de la Patria bien
podría haberse mantenido ajeno, integró fervientemente el grupo de sublevados.
Una fotografía, tomada aquél año, presenta al luchador ciñendo la gloriosa
espada que el pueblo del Azul le regalara en 1871, y la cual sacara a relucir
para participar en el referido movimiento cívico.
Otro destacado
entre los sublevados fue Paulino Rodríguez Ocón quien, adherente
al yrigoyenismo, portando su Winchester y con boina blanca, recorrió las
calles céntricas organizando a los revolucionarios. Vinculado a políticos,
escritores y artistas de todo tipo, poseía una vida social muy nutrida que
intercalaba entre Buenos Aires y Azul. Posteriormente integraría el Subcomité
Radical local “Diputado Nacional
Gumersindo L. Cristobó”, pero su pasión inquebrantable sería el periodismo.
Prácticamente toda la Provincia sucumbió ante el
movimiento de la Unión Cívica Radical. De inmediato, se conformó una Junta Revolucionaria presidida por Juan
Carlos Belgrano y compuesta por Carlos Vega Belgrano, Rodolfo
Rivarola, José Santos Arévalo, José Nicolás Matienzo, Francisco Ayerza, Juan
Martín de la Serna y Victorio de la Canal.
Poco después, Juan Carlos Belgrano fue electo
Gobernador por el Comité de la Provincia de Buenos Aires -presidido por Yrigoyen-,
que desde el 7 de agosto se encontraba reunido en el salón municipal de Lomas
de Zamora.
Durante su brevísimo mandato, el primer gobernante
radical tuvo la preocupación de reorganizar el Banco de la Provincia de Buenos
Aires y el Hipotecario de Buenos Aires. Como ministros, designó a Abel
Pardo en Gobierno, José de Apellaniz en Hacienda y a Marcelo
T. de Alvear en Obras Públicas. Al jurar, Belgrano proclamó:
“Debe armarse quien va a
asumir a la gobernación de la Provincia donde hasta el código penal había caído
en desuso, por eso pongo en manos del señor presidente de la convención el
inventario de mis bienes... Mi programa es breve: hacer que la Constitución y
las leyes sean realidades palpables y tangibles. Tal es mi deber y tal es mi
programa. Vengo afiliado a un partido político, aclaro que con él gobernaré y
lo declaro así porque son para mí radicales todos aquellos que anhelan comicios
libres, pureza en el manejo de los tesoros públicos y que entienden que los
empleos no son moneda para pagar complacencias o comodidades. El nombre que llevo es tradición en la tierra
argentina. Ofrézcole como prenda de la sinceridad de mis palabras en esta hora
solemne de nuestras vidas.”.
El día 10, el Congreso Nacional decidió la intervención
de la Provincia, y el gobierno inició una persecución a muerte contra los
radicales. Los revolucionarios decidieron deponer las armas…
Vencida la revolución, Belgrano entregó el poder
al interventor Eduardo Olivera, siendo arrestado aunque por poco tiempo. Leandro N. Alem, preso en Rosario, le
envió una carta a Juan Carlos:
“Creo firmemente que el
Partido Popular está hecho y seguirá siempre firme y decidido a pesar de otros
sacudimientos. No habrá fuerza humana que lo destruya… Es una vida nueva, un
espíritu nuevo que surge, un soplo poderoso de las exigencias, un deseo en
nuestra existencia político-social que necesariamente y fatalmente tiene que
imponerse día más o día menos para la salvación de la Patria”.
En su declaración de bienes, al asumir el cargo, el fugaz
Gobernador había manifestado tener “una
suerte de estancia en Olavarría”
y “diez solares y una fracción de quinta
en Azul”.
Lejos de la Patria…
En 1894 fue elegido
Diputado aunque se negó a asumir; en su mente tenía otros planes… Dejó atrás
nuestro país para radicarse definitivamente en París, donde había pasado muchos
de los momentos más felices de su vida junto a su amada “Florita”.
Sin embargo, nunca dejó
de estar al tanto de lo que sucedía en su tierra, pues mantenía frecuente
correspondencia con muchos políticos argentinos, entre ellos, especialmente, Roque
Sáenz Peña.
En 1900 fue designado por
el Ministerio de Instrucción Pública, representante ad honorem de la República
al 6° Congreso Plenipotenciario Internacional, realizado en Bruselas.
El deslumbrante siglo XX
europeo trajo para Juan Carlos un nuevo amor… En 1909 contrajo matrimonio en
Londres con María Ana Alicia Beaudette. La pareja tuvo una niña bautizada
como Juana
Carolina.
Juan Carlos Belgrano Martínez falleció en París, el 12 de
junio de 1911. El 20 de julio del mismo año sus restos fueron
repatriados y depositados en el Cementerio de la Recoleta.
El 16 de diciembre de 1876, Juan Carlos Belgrano Martínez contrajo matrimonio con su prima segunda, Gregoria Flora Vega Belgrano.
Juan Carlos Belgrano Martínez, en el centro de la foto,
junto a sus hijos Manuel, Néstor y Mario.