Santo Glorioso
Santo Glorioso nació en Azul el 13 de agosto de 1910. Sus padres
fueron Antonio Glorioso y Francisca Ciampanella, ambos
inmigrantes italianos, que se unieron en matrimonio en
La pareja tuvo, además, seis hijos, Aníbal, Roberto
y Lila,
que fallecieron a temprana edad, y Rosalía, Vicente (Pilo) y Omar
Víctor (Bebe).
El despertar de su pasión por el dibujo y la pintura tal vez
se dio cuando, siendo muy pequeño, con tizas o pedazos de ladrillos dibujaba
las baldosas de la vereda de su casa.
Cuando
pasaron los años, su ductilidad para el dibujo se hizo notoria y pronto buscó
una mano rectora, la que halló en la reconocida y estimada Ángela Di Ferrante, hija
del célebre fotógrafo Domingo.
Luego de culminar el Servicio Militar Obligatorio se
dedicó a hacer caricaturas, las que vendía a falta de otro trabajo. Tiempo más
tarde, logró trasladarse a Tandil donde cursó sus estudios
específicos.
Con una forma sumamente especial y con una técnica
sabiamente practicada, incursionó por el mundo de las caricaturas representando
a diversas personalidades azuleñas de la época con una tónica festiva, pero
absolutamente respetuosa.
Ingresó a la docencia azuleña e inmediatamente se destacó por
su carácter afable. Por entonces había establecido un estrecho vínculo con Alberto
López Claro, con quien coincidía en una irrefrenable pasión por la
pintura, aunque ambos distaban en sus técnicas y estilos.
Durante
muchos años, Santo dictó cursos libres de Dibujo y Pintura en
Signado por la pujanza de su juventud y su natural talento,
Santo se convirtió en un excelente educador de la escuela común. Dictó cátedra
de Dibujo en el Colegio Nacional “Esteban Echeverría” y en
Junto
a personalidades de la cultura azuleña como Alberto López Claro y
María Aléx Urrutia Artieda, formó parte -durante 25 años- del
cuerpo de docentes de la Universidad Popular “José
Hernández” -emplazada en el edificio que actualmente ocupa la Facultad
de Derecho en la calle Bolívar entre Burgos y De Paula-, fundada por el doctor
Bartolomé J. Ronco, en la cual dictó clases de dibujo.
Hacia 1932 comenzó a recorrer la región, recibiendo el
elogio de quienes contemplaban sus obras en ciudades como General Lamadrid,
Benito Juárez, Bahía Blanca, Tandil, Rauch y Tapalqué.
En 1934 ganó el premio Rotary Club con una obra dedicada al
carismático mendigo Aranda, hecha en una enorme tela.
Enseñaba el arte de dibujar y pintar a la vez que él mismo
cultivaba su propio crecimiento y afianzamiento, creando constantemente,
incursionando también en la escultura y en el bajorrelieve. Interesado por las
manifestaciones culturales en forma integral, durante muchos años fue
integrante de la comisión de
Obras
para la posteridad
En 1937, Santo pintó al Padre César Antonio Cáneva.
Esta obra, de importantes dimensiones, hoy se halla en el primer piso de
Con un destino específico -y predeterminado- nacieron: “Bartolomé
Mitre”, donado a la Escuela N° 17; “El Cacique Cipriano Catriel”,
destinado para una escuela rural; “San Martín” obsequiado a la Escuela
Industrial (ubicado en el hall de la esquina de Colón y Belgrano); y “Maternidad”
y un dibujo norteño regalados al Hospital de Niños “Argentina Diego”. También
supo plasmar a personajes lugareños como Castrito, Cobanea, Acosta, De los
Santos.
El retrato de Juan Carlos Dhers fue confeccionado
para
Pero por sobre todos sus modelos, siempre sintió un afecto
especial por la talentosa María Aléx Urrutia Artieda, con
quien conformó una interesante dupla cultural, ilustrando varios de sus poemas
y libros, realizando algunos retratos de la joven poetisa.
En 1940 realizó la primera “Exposición de Caricaturas
Azuleñas” en el Hotel Argentino, cuando este ocupaba el añejo edificio
de la esquina Este de Yrigoyen y Burgos, demolido para construir el Cine Teatro
San Martín y el Edificio Miranda (donde supo estar en la esquina el Trust
Joyero Relojero).
A los 30 años de edad, contrajo matrimonio con Irma
Alejandrina Pérez (hija de Manuel Antonio Pérez y Agripina Cuevas), el
día 26
de abril de 1941 en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Los recién
casados se radicaron en el que sería su hogar por el resto de sus vidas, en la
calle Colón 391.
Santo sacó su caballete a la calle y entre “manchas” plasmó
obras que finalmente “Maná” expuso en 1942 en
Poco después, el 12 de febrero de 1943 nació la única hija
de la pareja, María Irma.
Más tarde, Santo tomó clases con el joven profesor Fioravanti
Bangardini, quien en los años ’50 sería uno de los precursores del
grupo de artistas ópticos e impulsor del arte cinético (arte abstracto y
contemporáneo que se basa en crear objetos cambiantes con movimiento real o
virtual para producir ilusiones ópticas).
En los años 1946 y 1948 fue merecedor del premio Adquisición
de Maná.
Para el centenario de la muerte del general José
de San Martín, el entonces intendente Ernesto María Malére le
solicitó la realización de una obra como homenaje al Padre de la Patria, cuadro
de grandes dimensiones que una vez culminado pasó a engalanar el despacho del
Jefe Comunal (donde aún se encuentra). Pronto se convirtió en el pintor oficial
del Municipio, comenzando a trabajar como empleado municipal, en pleno auge del
Peronismo a pesar de ser abiertamente radical. Doce años estuvo en
Artista de vocación, Santo jamás persiguió el lucro.
La mayoría de sus obras fueron regalos para instituciones, amigos, entidades
públicas. La única recompensa recibida fue el reconocimiento de la gente a
través de múltiples exposiciones que presentó en Azul, Tres Arroyos, General
Lamadrid, Necochea, Capital Federal, etc.
Además de su actividad artística, durante algunos años compartió
con sus hermanos Vicente y Omar la atención del negocio que tenían en San
Martín 466 (al lado de “Óptica Guarella”). El reconocido comercio, “Glorioso
Hermanos”, nació como salón de lustrar, cigarrería y agencia de
lotería, pero con los años prescindió de algunos rubros e incorporó otros, como
por ejemplo perfumería.
Buscando
nuevos colores…
Junto a su esposa y su pequeña hija, en los años ’50, Santo
viajó a Salta y Jujuy donde se nutrió de nuevas experiencias. Decía: “Después de conocer el Norte de nuestro país
sentí la necesidad de todo aquello llevarlo a la pintura con el color de su
tierra y de su piel; es así que preferí las tierras para realizarlos…”. De
esa época son obras admirables “Vendedor de máscaras” y “Coya
con sicure”. Y a partir de entonces, también se evidencia en la obra de
Santo un vuelco drástico en la paleta cromática, intensificando los colores y
buscando inclusive nuevas texturas en las pinceladas.
En las páginas de “El Tiempo” se preserva un dibujo célebre.
Santo diseñó el legendario hombrecito gruñón que pisa unas “Baldosas flojas”, que
por tantos años acompañara el espacio de miscelánea periodística llevado
adelante por el queridísimo Juan Miguel Oyhanarte (y otros colaboradores).
También, en la redacción de nuestro matutino se conserva una de sus pinturas
que recuerda la figura del desaparecido canillita Enrique “Tipo Diario” Acuña.
En Tandil conquistó el premio del Museo de Bellas Artes en
1959 y en el Primer Salón Regional Municipal de Azul conquistó el segundo
premio.
Fue formador de artistas y de docentes de arte en la Escuela
Nacional de Bellas Artes “Luciano Fortabat” (de la cual fue uno de sus
impulsores), plasmando en cada alumno todas esas experiencias logradas día a
día en su taller.
A la Escuela se incorporaron Dohelia Álvarez y Mateo
Amado Sosa, conformando así un equipo de ideales, de amistad y trabajo
pictórico. Surgieron entonces los murales de
En ocasión de celebrarse la “Semana de Azul” en 1971,
el programa cultural del Colegio de Escribanos, del Centro Numismático
Bartolomé Mitre y del Círculo Literario -en conjunto-, incluyó una muestra
homenaje a la tarea ejemplar que hasta entonces Santo había cumplido dentro y
fuera de nuestro medio. En la ocasión se
expusieron treinta óleos de una paleta luminosa que fue variando a través del
tiempo y de las vivencias plenas.
El 28 de julio de 1973 su única hija, María Irma, contrajo
matrimonio con el joven ingeniero Humberto Luis Magistratti. Al año
siguiente nació la primera hija de esta pareja Sofía y dos años después
llegaría Julia.
Después de casi cinco años sin exponer en Azul, el domingo 14 de diciembre de 1975 inauguró una
muestra de unos veinte óleos en el local de su hermano Omar (San Martín y
España).
Últimas
pinceladas
El artista plástico azuleño fue objeto de una expresiva
distinción por parte de la prestigiosa Fundación Givré –entidad que poco
antes también había distinguido al doctor Hugo Bergoglio-. El jurado
constituido al efecto el 4 de diciembre de 1977, seleccionó el cuadro titulado “La
caja” -óleo- para ser exhibido en
En una comunicación suscripta por el presidente de
El 12 de diciembre, en el Auditorio de
Treinta y cinco obras compusieron una exposición
retrospectiva de don Santo tras medio siglo de trayectoria. Fue realizada entre
el 12 y el 19 de octubre de 1985, auspiciada por la Dirección Municipal de
Cultura y Educación, y llevada a cabo en el salón de exposiciones de la Escuela
Nacional de Bellas Artes y organizada por ésta y la Cooperadora del
establecimiento. El pintor decía: “mi
pintura fue figurativa, mi preferencia era el retrato”, al tiempo que se
lucían obras magistrales como “Autorretrato”, “Mi hija” y “Familia”,
entre otras.
Desde 1934 hasta 1984, Santo trabajó intensamente en la
realización y promoción de la plástica bonaerense, presentándose en numerosos
salones regionales, provincial de La Plata, y Nacional de Buenos Aires,
siéndole otorgados distintos premios.
Desafortunadamente, durante los últimos 22 años de su vida
tuvo una extraña enfermedad que le impidió caminar, llevándolo al extremo de
quedar postrado en una silla de ruedas. Sin embargo, a pesar de tal dificultad,
halló la manera de desplazarse en su hogar, obviando casi por completo su
discapacidad. Aquella enfermedad le había afectado la movilidad de sus manos,
pero tal fue su fuerza de voluntad que logró recuperarlas casi por completo.
Sin embargo, quiso el destino que otra desgracia lo
golpeara. El 5 de octubre de 1992 falleció María Irma, su única y adorada hija,
situación que lo sumió en un profundo pesar al igual que a su esposa. Ya no
volvió a pintar. Ya no hubo colores que lo alegren; sólo le quedaron el amparo
de su amada esposa y las añoranzas de recuerdos sepia.
Santo Glorioso falleció en Azul, a los 84 años de edad, el 23 de febrero
de 1995.