domingo, 7 de diciembre de 2025

LA BANCARIA: Banco de la Nación Argentina

 

                                 Banco de la Nación Argentina


          El Banco de la Nación Argentina fue fundado el 26 de octubre de 1891 por iniciativa del presidente de la Nación, Carlos Pellegrini, mediante la Ley Nº 2.841, comenzando a funcionar el 1 de diciembre de ese año en la sede ubicada en la ciudad de Buenos Aires (en la manzana de las calles Rivadavia, Reconquista y Bartolomé Mitre).

El Banco Nación es una entidad autárquica del Estado, con autonomía presupuestaria y administrativa, que coordina su acción con las políticas económico-financieras que establezca el Gobierno Nacional. No siéndole de aplicación, las normas dispuestas con carácter general para la organización y funcionamiento de la administración pública nacional, en particular los actos de los cuales, resulten limitaciones a la capacidad de obrar o facultades que le confiere su régimen específico.

Fue creado debido a que el sistema financiero argentino se encontraba colapsado, y en ese momento era necesaria la promoción de la agricultura, la ganadería y diferentes actividades relacionadas con el modelo agroexportador que se había iniciado en la Argentina a finales del siglo XIX.

En 1936, la Dirección de la entidad resolvió llamar a concurso de proyectos para la sede definitiva, que ocuparía la manzana completa. La propuesta ganadora fue la de Alejandro Bustillo, construida en dos etapas entre 1940 y 1955. Este edificio se ha transformado en uno de los más representativos de Buenos Aires, y por ejemplo, ha dado origen al actual logo de la institución, un pórtico de estilo griego con un frontis.

Especialmente en los casos de las sucursales de comienzos del siglo XX, el Banco se encargó de contratar a los arquitectos más prestigiosos de la época. Es así que Julio Dormal, Adolfo Büttner, Carlos Nordmann, Fernando Moog, Salvador Mirate, Arturo Prins, han proyectado sucursales en varios barrios de Buenos Aires y en capitales y pueblos de las distintas provincias. En la segunda mitad del siglo XX, han trabajado para el Banco Nación las más importantes firmas de la arquitectura argentina, como Miguel Ángel Roca, Mario Roberto Álvarez, SEPRA y Clorindo Testa.

 

Primera administración en Azul


            La expansión de este nuevo Banco fue muy rápida. A fines de 1892 tenía 61 casas y filiales habilitadas en el conjunto de la República, de las cuales correspondían 16 a localidades bonaerenses. Azul tuvo la quinta sucursal de Buenos Aires, siendo sus antecesoras las de Chivilcoy, Pergamino, Bahía Blanca y San Nicolás.

En el Nº 2 de la “Guía-Anuario Comercial, Industrial y Rural del Azul”, publicada en 1892 por Juan Forns y Artigas, se destacan quienes trabajaban en la sucursal Azul en dicho año, que justamente fue el de la apertura en Azul:

 

Banco de la Nación: San Martín y Rivadavia. Gerente: Pedro Domínguez. Contador: Juan Vilaseca. Tesorero: Pedro Muñoz. Auxiliar: Aurelio Abeberry”.

 

No existiendo más sucursales en esta región, desde Azul se manejaron las funciones bancarias de doce partidos de la Provincia, en un índice indiscutible de importancia económico y financiero, desarrollando una intensa tarea que se prolongó hasta que se crearon las de Tandil, Olavarría, Rauch, Ayacucho, etc.

  

Sucursal azuleña

    La primera sede del Banco de la Nación Argentina en Azul estuvo ubicada en la esquina este de San Martín y Rivadavia, hoy conocida como "Casa Ronco".


            La sucursal Azul del Banco de la Nación Argentina fue inaugurada el 15 de febrero de 1892. En sus primeros tiempos ocupó el domicilio que le perteneciera a Mariano Roldán, en la esquina este de San Martín y Rivadavia, residencia construida en 1882 y que en la actualidad conocemos como “Casa Ronco”.

Al producirse el 6 de julio de 1895 el cierre de la sucursal local del Banco de la Provincia de Buenos Aires, que estaba ubicada sobre la calle Burgos entre San Martín y Alsina (actual Yrigoyen), frente a la Plaza Colón (hoy “Gral. San Martín”), desde la administración del Banco de la Nación se planteó hacer un cambio radical.         

            El diario porteño La Nación”, en su edición del 6 de noviembre de 1895, informaba sobre el traslado que en breve se produciría de la sucursal azuleña del Banco de la Nación. Finalmente, el periódico azuleño “El Imparcial” del miércoles 8 de enero de 1896 informaba:

 

            NOTICIAS. Banco de la Nación.- Las oficinas del Banco de la Nación, han sido instaladas en su nuevo y espacioso local, calle Burgos entre Alsina y San Martín, casa del célebre Banco de la Provincia.

            De la Gerencia se nos remite para su publicación el siguiente aviso:

Banco de la Nación Argentina

            Se avisa al público, que las oficinas de este Banco han sido trasladadas al local del Banco de la Provincia. El Gerente.

            Azul, enero 8 de 1896.”.

 

El Banco Nación también alquiló las casas que habían pertenecido a sucursales del Provincia en Bahía Blanca, Patagones y Chascomús; al año siguiente ocurrió lo mismo con 25 de Mayo y Lobos, en 1897 Chivilcoy y Las Flores, en 1898 Olavarría, y en 1899 San Pedro.

Al tiempo, la sede dejada por el Banco de la Provincia comenzó a mostrar deficiencias en cuanto a comodidad para el desarrollo de la actividad del Banco de la Nación, por ende, se decidió la adquisición de la propiedad y su completa remodelación a comienzos del siglo XX. Y años más tarde, el diario “La Nación”, en notas publicadas el 21 de julio de 1918 y el 16 de marzo de 1919, informaba que, respectivamente, se tenía planeado un nuevo edificio para el Banco Nación y que temporalmente el mismo se había trasladado a una “casa particular”. Sin embargo, no sería la única obra… Tal como cuenta el arquitecto Augusto Rocca en su libro sobre diferentes residencias y edificios públicos de Azul:

 “El primer edificio propio del Banco Nación en Azul fue levantado en 1905 por el constructor José Negretti. En 1918, el Directorio del Banco Nación decidió reemplazarlo por una moderna sucursal. En un principio se pensó en ubicar la obra en el terreno baldío que la institución ocupa actualmente, en Burgos y San Martín.

Finalmente se decidió demoler el antiguo edificio y construir la nueva obra en el mismo terreno, en Burgos entre Yrigoyen y San Martín. El proyecto fue encomendado a Dhers, López Cabanilla y Devoto, quienes lo concibieron en un severo estilo neoclásico, con un salón interior decorado con luminosos vitreaux y por finos muebles de madera y mármol, típicos de aquella época. Las obras fueron adjudicadas a la empresa porteña ‘Grandi y Macchi’ por $97.000 m/n y comenzaron en abril de 1919. Los trabajos se demoraron por las repetidas huelgas de albañiles de 1920, concluyéndose la obra en 1921. La inauguración oficial se realizó el 25 de septiembre de ese año.

Este edificio, siempre recordado por su gran valor estético, fue penosamente demolido en 1979, tan gratuitamente que el solar que ocupaba no fue más que un desolado baldío durante casi 30 años, hasta que se construyó allí la torre Milenium”.

 

Como resalta el arquitecto Rocca, aquel edificio que aún permanece en el recuerdo de muchísimos azuleños, conoció el principio de su triste final en 1969. El 12 de abril de dicho año, la Casa Central del Banco Nación informó públicamente que se construiría un nuevo edificio para la sucursal azuleña, en la esquina sur de San Martín y Burgos. Aunque, a decir verdad, ya se barajaba la posibilidad de construir una nueva sede desde mucho tiempo atrás, tal como se contaba en la edición de 28 de mayo de 1957 del diario porteño “La Razón”. Finalmente, en “La Nación” del 3 de abril de 1971 se informaba que Se abre hoy la licitación para el nuevo edificio del Banco Nación”. La obra tardó algunos años en concretarse. El 4 de abril de 1975, el Banco atendió por última vez en su tradicional edificio a mitad de cuadra sobre calle Burgos frente a la Plaza Gral. San Martín. Al día siguiente, en un amplio y luminoso edificio, abrió sus puertas en la tristemente célebre “esquina del fuego”. Nadie imaginó entonces que, como cuenta Rocca, el antiguo edificio sería completamente demolido en 1979.

 

 

LA ESQUINA DEL FUEGO

 

Enviado con órdenes especificas del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el coronel Pedro Burgos llegó a la vera del Arroyo Azul con la intención de establecer allí un fuerte que sirviera como nueva frontera con los “dominios de los indios”. El agrimensor Francisco Mesura fue el encargado de diseñar la cuadrícula del Fuerte. Como signo de preocupación ante los malones, la planta originaria en forma de damero, con múltiples solares, se enmarcó en profundos y anchos fosos que tenían como respaldo occidental el arroyo y abarcaban las que hoy son avenidas: Presidente Juan. D. Perón, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo.

La Plaza Mayor (conocida hoy como Plaza Gral. San Martín), no era más que un alfalfar en el cual pastaban los caballos del Ejército y se detenían las carretas de provisiones. Y en torno a ella se comenzaron a erigir los edificios necesarios para la administración y el culto, el cuartel, la habitación del cura, ranchos y tres locales comerciales.

Mientras se daba la fundación del Fuerte, el clima no resultaba favorable a finales de 1832 en la pampa bonaerense. Tal como lo expresó Juan Manuel de Rosas en una carta a Burgos, tras la fundación del Fuerte: solo espero que llueva paraque entre usted y yo, le demos el impulso necesario a esta buena obra”.

El 10 de enero de 1833, tras una sucesión de días secos y calurosos, se produjo un voraz incendio. El siniestro se inició accidentalmente en los campos del general Gervasio Espinosa, ubicados a un tercio de legua de la Plaza Mayor. Al día siguiente, durante toda la jornada, Pedro Burgos y sus hombres hicieron todo lo posible y lograron desplazar el fuego a un lado del Pueblo, para que éste no fuese afectado. Sin embargo, cuando ya se creía que la situación había sido plenamente controlada y el fuego no haría ningún daño a la población por la distancia en que se hallaba, desgraciadamente como a las cinco de la tarde del día 12 cambió la dirección del viento reavivando las llamas.

Burgos y sus hombres emprendieron la dura tarea de abrir varios fosos para poder controlar el avance del siniestro. Pese a los denodados esfuerzos, buena parte del caserío del poblado fue devorado por las llamas, siendo los tres más perjudicados los señores Francisco Serantes, Juan Rovira y Ramón Santillán, quienes perdieron sus viviendas, sus comercios y los productos que vendían junto a numerosas cabezas de ganado tanto bovino como ovino.

          En el reparto de solares, a Francisco Serantes le había correspondido la esquina sur del cruce de las actuales calles San Martín y Burgos. Allí Serantes había instalado su pulpería con una nutrida dotación de productos que fueron completamente consumidos por el voraz incendio que casi borró definitivamente del mapa al incipiente poblado del Azul.

            Ante su desgracia, Serantes fue compensado con una suerte de estancia, siendo luego juez de Paz del pueblo en 1836. Años más tarde, terminaría siendo socio de Manuel Vega Belgrano (sobrino nieto y yerno del general Manuel Belgrano), teniendo una importante casa comercial en Azul.

          Y la historia se repetiría…Aniceto Angulo, nacido en España en 1871, llegó a nuestro país en el año 1886. Como muchos inmigrantes trajo tantos sueños como ganas de prosperar… Comenzó a trabajar como empleado de Gregorio Olaso en la ciudad de Tandil, que resultara su primer destino. En 1896, la firma “Gregorio Olaso y Cía.” fundó en Azul la tienda “La Pampa Florida”. Apenas dos años más tarde, gracias a su esfuerzo y tesón, el comercio pasó a manos de la firma “Alonso, Angulo, Ormazabal y Cía.”; y aunque temporalmente estuvo en manos de “Casas, Villanueva, López y Cía.”, para 1911 era plena propiedad de Aniceto Angulo. La gran tienda se ubicó en la calle Burgos Nº 651 esquina San Martín, es decir, la misma esquina donde años antes Francisco Serantes había tenido su local comercial...

Con ritmo vertiginoso, “La Pampa Florida” progresó y se “instaló” en la sociedad azuleña, destacándose por los ramos explotados y sus “instalaciones elegantes y vastísimo y variado surtido”. Asimismo, la tienda se consolidó con diversas ramificaciones como el “Bazar del Teatro” -situado frente por frente del local que ocupara “La Pampa Florida”-, y la tienda “San Juan”, fundada por éste en 1908, en Olavarría, en las calles Vicente López esquina General Paz, comprendiendo los ramos de tienda, sastrería, zapatería, mercería, talabartería y anexos. Por su parte, la sucursal de Cacharí, denominada también “La Pampa Florida”, estaba instalada en un local de 25 por 25 metros, teniendo un surtido completo de tienda, zapatería y talabartería.

Lamentablemente, en 1912, “La Pampa Florida” azuleña sufrió un descomunal incendio que redujo sus instalaciones completamente a cenizas. De alguna manera, la historia se repitió en dicha esquina…

Desde aquel entonces, por muchos años, el predio se mantuvo como un terreno baldío. Sin embargo, hubo un tiempo en el que la esquina volvió a cobrar protagonismo. “La Revista”, en su edición del 18 de abril de 1925 contaba:

 

Espectáculo interesante.- Así titulábamos el que iba a ofrecer una Empresa mediante la doma de potros y vacunos (vulgo corrida de toros).

Y a fe que fue de lo más interesante que se haya presenciado en el Azul en cuestión de mieditis, chucho, canguelo, pánico, etc. etc. Un torito se salió del redondel y visitó al público que presenciaba el espectáculo. Fue este un momento que sólo una máquina de impresionar películas podría describir en todos sus detalles… Tal fue la algarabía y desorden que se posesionó de todos. El toro y sus mochadas astas se veían por todas partes. Muchos llevan en su cuerpo cornadas imaginarias, pues, cualquiera que atropellara en su afán de poner su vida a salvo, era un toro para el atropellado… ¡Y fueron tantos!... Moretones, pantalones rotos, sacos con grandes sietes, polleras rotas también… casi el fin del mundo.

Los toreros se hicieron humo con semejante bicho… pero la ‘afición reaccionó’, y a la voz de ¡que lo maten! docenas de revólveres descargaron sus balas, incrustándolas en el suelo… ¡tal era la puntería! Y en el cuerpo del animal. Las primeras balas le enfurecían más, hasta que fueron tantas las alojadas en su cuerpo que por fin quedó desplomado y lleno de plomo, por estar materialmente cosido a tiros. Por un gran milagro, ningún tiro fue a alojarse en algún cuerpo humano, lo que pudo muy bien suceder en medio de tanta confusión. Hay que afirmar que no bajaron de 150 los tiros disparados.

Hemos oído censurar docenas de veces las corridas de toros en España. Por violenta que sea la muerte de un toro allí, no lo será tanto como la realizada con el torito de la ganadería del señor Irurzun, el Duque de Veragua azuleño, por la excelsa calidad de sus reses lidiables.

Los que asistieron a la corrida creemos no les habrá quedado ganas de tentar nuevamente la suerte. Fue demasiado general… la corrida…

La pista o redondel era reducido; las barreras bajas; el sitio demasiado céntrico. La víspera antes de la corrida, oímos decir a un joven que el toro iría a tomar chocolate en el ‘Tokio’. No erró por mucho...”.

 

El 12 de abril de 1969, llegó la noticia a Azul –que reprodujo diario “El Tiempo”- que la Casa Central del Banco de la Nación Argentina tenía previsto construir un nuevo edificio para la sucursal Azul en el terreno de la esquina sur de San Martín (Nº 451) y Burgos, “la esquina del fuego”…

 

Cambios de billetes y empleados

 

            A finales del siglo XIX, el papel moneda circulante pasó por varios cambios de diseño y de lugar de emisión (aunque la emisión descontrolada se vería en la segunda mitad del siglo XX y en los comienzos del XXI). Los reemplazos se anunciaban con antelación para darle tiempo a la gente a cambiar el efectivo circulante y adaptarse a los nuevos billetes o monedas. El periódico azuleño “El Imparcial” del viernes 18 de agosto de 1899, alertaba:

 

            CAJA DE CONVERSIÓN. BILLETES DE EMISIÓN MENOR.-Se previene al público que por disposición del P.E., los billetes de emisión menor de 5, 10 y 20 centavos, solo tendrán valor legal hasta el 31 de octubre del corriente año, pudiendo ser canjeados antes de esa fecha por monedas de nikel o billetes de emisión mayor en la caja de Conversión o en las sucursales del Banco de la Nación Argentina en la provincia.

            Buenos Aires, agosto 1º/99. Alberto Aubone, Secretario.”

 

            Al mismo tiempo, también se producían modificaciones en el plantel de personal:

 

            Banco de la Nación. Cambio de empleados.- El Sr. Aurelio F. Abeberry, actual tesorero de la sucursal local del Banco de la Nación, pasa a la sucursal de Santa Fe, a desempeñar el puesto de contador.

            El Sr. Alberto S. Brougnes, auxiliar de la sucursal del Azul, también pasa a la sucursal de Monte Caseros, Corrientes, con el mismo cargo de contador.

            Dos ascensos bien merecidos por cierto.

            En reemplazo del Sr. Abeberry viene al Azul el tesorero de la sucursal de Goya, Sr. César A. Gómez, y en reemplazo del Sr. Brougnes, el auxiliar de la de Chivilcoy, Sr. Francisco Velurtaz.”(“El Imparcial” viernes 22 de septiembre de 1899).

 

            Aurelio Francisco Abeberry nació en Azul el 7 de mayo de 1870. Era uno de los nueve hijos que tuvieran los inmigrantes franceses, Martín Abeberry y Mathilde Etchébéhéré. Su padre era parte de la Junta Consultiva del Banco de la Provincia de Buenos Aires, además de desempeñarse en numerosos cargos públicos y martillero. Y aunque Aurelio no tuvo una participación descollante como la de su padre en el ámbito azuleño, supo ganarse el afecto y respeto de toda la comunidad al igual que, por ejemplo, sus hermanas docentes.

            Los cambios continuaron hasta finalizar el año:

 

            Banco de la Nación.- Llegó ayer al Azul el Sr. César A. Gómez; nuevo tesorero de la sucursal del Banco de la Nación, acompañado de su señora esposa. Ayer mismo se hizo cargo del puesto que viene a desempeñar.”(“El Imparcial” del miércoles 11 de octubre de 1899);

 

            Banco de la Nación.- El señor Rafael Rúa, que desempeña el puesto de contador del Banco de la Nación en esta ciudad, ha sido designado para ocupar el mismo puesto en la sucursal de Bahía Blanca, para donde el citado señor Rúa se ausentará dentro de breves días, acompañado de su familia. La vacante que deja aquí el señor Rúa será llenada por un empleado que actualmente trabaja en la sucursal de Tucumán.”(“El Imparcial” del viernes 3 de noviembre de 1899).

 

 

Operaciones…

 

 

            Aunque medir el impacto de los movimientos o calcular las conversiones sea difícil o hasta imposible, resulta interesante rescatar tres breves artículos publicados en “El Imparcial” que dan cuenta de la ya clásica “inestabilidad argentina”:

 

            Banco de la Nación Argentina (…) AVISO: Estando comprendidos en el radio que abarca la Sucursal de este Banco establecida en el Azul, los partidos de Tapalqué y General Alvear, avisamos a estos vecindarios que esta sucursal atiende las operaciones ya sea de descuentos, depósitos o cobre de documentos por cuenta de terceros.

            OTRO: Que teniendo establecido un servicio completo, vende giros sobre cualquier plaza europea, con la ínfima comisión igual a la que se cobra sobre nuestra casa de Buenos Aires.

            OTRO: Cobra por giros sobre Buenos Aires hasta 300 pesos 0,30 de comisión, y de mayor cantidad 1 por mil o sean 0,10 cts. Por cada 100 pesos o fracción.

Azul, febrero 27 de 1899. EL GERENTE.”(2 de diciembre de 1899).

 

            Caja de conversión.-Tuvo hoy el siguiente movimiento la caja de conversión: entrada: 150.777 pesos oro; salida: 243.380; saldo actual: 2.675.082.”(16 de marzo de 1900).

 

            CAJA DE CONVERSIÓN. La gran corrida.- La caja de conversión quedó hoy sin oro.

            Es un síntoma significativo que tiene nerviosa a la plaza.

            El saldo anterior fue totalmente retirado.

            ORO: Precio del oro: 227,80. A. del Molino Torres.” (24 de marzo de 1900).

 

 

Triste Carnaval sin plata

 

 

            Ha de suponerse que siendo Azul una ciudad pequeña, todos los vecinos se conocían. Sin embargo, lo narrado en “El Imparcial” del 1 de marzo de 1900 demuestra que no sólo los funcionarios actuaban con un celo excesivo, sino que hasta llegaban al punto de desconocer y desconfiar extremadamente de otros:

 

            En la sucursal del Banco de la Nación. Una grave irregularidad.- Conocíamos el hecho y no queríamos tratarlo, por no desprestigiar más de lo que está, a la sucursal del Banco de la Nación en el Azul, y porque creíamos que el buen sentido no tardaría en imponerse y solucionaría satisfactoriamente el incidente; pero en ‘La Nación’ del martes se publica el siguiente telegrama y hemos de ampliarlo:

            ‘Historia de un giro contra la sucursal del Banco de la Nación- Falta de urbanidad de un inspector- Exceso de celo – Epílogo.

            Azul, lunes 26- Hace como ocho días llegó el giro para el pago de los haberes del personal docente de la Escuela Normal Nacional, por el mes de enero, a la orden del director de la Escuela Normal y contra la sucursal del Banco de la Nación.

Hallándose enferma en esta capital la directora de la escuela dirigió un telegrama al vicedirector, Sr. Gil Navarro, autorizándole para firmar el giro, cobrarlo y proceder a los pagos.

            Con esa autorización y el giro, el Sr. Gil Navarro se presentó a la sucursal del Banco a cuyo cargo se hallaba el inspector Martínez. Este no sólo se negó a abonar el giro, pretextando no constarle que el señor Gil Navarro se hallara a cargo de la dirección de la Escuela Normal, sino que ni tuvo la deferencia de recibir a dicho señor, que es todo un cumplido caballero, cuando él lo solicitó.

            El Sr. Gil Navarro se dirigió en queja al presidente del directorio central y puso el hecho en conocimiento del ministro doctor Magnasco.

            Ayer recibió el Sr. Gil Navarro una nota oficial del ministerio, poniéndolo al frente de la dirección de la Escuela Normal por haber concedido licencia a la directora.

            Con ese documento el Sr. Gil Navarro se presentó hoy nuevamente al gerente de la sucursal, Sr. Soriano, que se halla ahora a cargo del establecimiento, y el señor Soriano le manifestó que no le pagaría tampoco, pretextando mil puerilidades, entre otras la duda de la firma del subsecretario del ministerio, Sr. Barros que es quien suscribe la nota.

            Este hecho irregular es juzgado aquí desfavorablemente para el banco.

            El epílogo de todo esto es que el personal docente ha pasado un carnaval muy triste.

            Es, en efecto, la verdad, lo que en el telegrama de ‘La Nación’ se dice.

            El hecho no tiene precedentes, y viene a contribuir poderosamente al desprestigio notorio en que la sucursal del Banco de la Nación en el Azul se halla.

            El inspector, Sr. Martínez, que con sus procederes descorteses no sólo ha provocado justísimas quejas del vecindario, sino que hasta llegó a ponerse en pugna abierta con el mismo consejo de la sucursal, fue el primero en oponerse decididamente al pago del giro, giro que debió ser protestado, sin más trámites, por falta de pago.

            Nos parece, sin embargo, que el Sr. Soriano, una vez a cargo de la sucursal, es quien ha cometido el error más grave, pues cuando el Sr. Martínez estaba aquí, aun no había sido puesto oficialmente el Sr. Navarro al frente de la dirección de la Escuela Normal. La nota del ministerio, que es terminante, no pudo ser desconocida por el Sr. Soriano, máxime cuando el giro viene a la orden, no de la persona que ejerce el cargo, sino simplemente, del director de la Escuela Normal. ¿Y quién es, pues, hoy, el director de la Escuela Normal, sino el Sr. Gil Navarro? Bastaría sólo la circunstancia de estar ausente la directora o director de un establecimiento, para que la autoridad inmediata ejerza el cargo superior. Esto es elemental.

            Y en el caso ocurrente, para que el hecho irregular sea más típico, no sucede eso solo, sino que el Sr. Gil Navarro presentó la nota ministerial que lo que pone en posesión de la dirección de la Escuela.

            Quiere decir, aceptándose la teoría incalificable sostenida por el inspector Martínez antes, y ahora por el gerente, Sr. Soriano, que en ausencia del intendente municipal del Azul, y estando a cargo de la intendencia el presidente del Concejo Deliberante, este no podría efectuar ninguna operación bancaria en nombre y representación de la intendencia y como intendente perfectamente legal. ¡Es un disparate!

            Es muy de extrañar que el Sr. Soriano, un empleado celoso y competente, cometa semejantes errores.

            ¡Veremos ahora qué giro toma este giro!

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            He aquí, textualmente, la nota que ordena al Sr. Gil Navarro hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal:

            ‘Buenos Aires, febrero 24 de 1900. Al Sr. Vicedirector de la Escuela Normal Mixta del Azul, D. José Gil Navarro:

            Comunico a Ud. que por resolución dictada en esta fecha y a contar desde el 1º de marzo próximo se ha concedido licencia por el término de un mes con goce de sueldo a la Sta. Juana Morales, directora de esa escuela, debiendo quedar Ud. entre tanto, al frente del establecimiento.

            Saluda a Ud. atte. F. Barros.”.

 

 

Comentario…

  

            En la publicación del martes 3 de abril de 1900 de “El Imparcial” se publicó un interesante artículo comparando la actividad del Banco con la de sus pares internacionales y el aporte al desarrollo local:

             “El Banco de la Nación y sus sucursales.-Es de sentir que el Banco de la Nación no haga en sus balances mensuales la distinción que vemos en los grandes establecimientos de su género, de Europa, entre las operaciones de la Casa Central y las sucursales, lo que sería muy importante ahora en que se están discutiendo los servicios que esa institución presta a la producción en las provincias.

            Nos tenemos por eso que atender a las cifras y referencias que sobre las sucursales encontramos en su última memoria, pues si bien son de algunos meses atrasados, permiten por lo menos formar una idea general, no habiéndose modificado sustancialmente la situación desde esa fecha acá.

            Resulta que, en efecto, como lo ha afirmado uno de los directores, se han destinado 35.000.000 de pesos para capital de las sucursales; pero no es exacto que, como algunos creen, que ellas efectivamente giren sin esa ni ninguna parte de los 500.000.000 del capital del banco ni de los depósitos judiciales que ascienden a pesos 18.000.000 y que para sus operaciones constituyen un segundo capital.

            Según los últimos datos publicados, la cartera de las sucursales era de pesos 43.910.567 m/n, y sus depósitos, excluidos los judiciales, ascendían a pesos 37.479.711.92 m/n quedando así a penas pesos 6.430.855.59 m/n en préstamos más de lo que importan los depósitos voluntarios, hechos en las provincias. Si a estos agregamos los judiciales, resulta que el Banco no presta en sus sucursales más de lo que de los recursos locales ellas reciben. Se limitan a distribuir, sin aumentarlos, los fondos propios de las provincias.

            En cuanto al capital adjudicado a las sucursales, está en su parte principal en la caja de la Casa Central, sirviendo de base de desarrollo de su giro.”.

  

Personal

    

          Centenares de personas, azuleños y foráneos, formaron parte de la trayectoria del Banco Nación. Sin ninguna intención más que la de recopilar algunos datos podemos mencionar que para 1900 el gerente de la sucursal era Enrique Soriano y eran sus consejeros locales, que en esa época tenían además el Banco Provincia: Luis Dhers, Joaquín López, Isidoro Sayús, León López, Irene Navas, Francisco M. Rodríguez y Santiago Aguirrezabala. Hacia 1903, el gerente era Horacio Bozzano, el contador, Marcial Balses, el tesorero César A. Gómez, y los auxiliares 1°y 2°, Nicolás Villa y Alejandro González, respectivamente. Florentino Tejedor también había entrado de consejero y Luis C. Daugá llegó a ser gerente de la Sucursal.

            En “El Diario” de Buenos Aires, en la edición del 19 de febrero de 1903, se comunicaba: “Se ha nombrado gerente del Banco de la Nación en Azul al Sr. Milcíades Arana. Y, por otra parte, años más tarde, en “La Nación” del 19 de septiembre de 1914 se informaba sobre la destitución del gerente Gaspar Cornille.

            En 1928, era gerente de la institución el señor Carlos Milani.

            Mucho después, hacia 1935, ocupaba el cargo de gerente el antiguo funcionario Alfredo Rodríguez. A él lo secundaban: Contador, Héctor Sánchez Cúneo; Tesorero, Pedro Alfredo Fretes; Auxiliares con firma autorizada, Andrés Félix Fulquet, Ismael López Osornio y José Bandieri; Auxiliares, Daniel Carlos Schneider, Federico Orlando Zone, Manuel Arena, Esteban Armendaríz, Miguel Corizzo, Zacarías Olhá, Américo Miguel Di Benedetto, Ricardo Oscar González, Horacio Alberto Michelini; Pablo Cantalicio Ruíz, a cargo de la liquidación del Banco Comercial de Azul; Ordenanzas, Alfredo Raúl Santiago Ifran, Carmelo Gallo, José Vitaliani y Blas Tasías.

            Como ya se dijo, la lista de empleados ha de alcanzar importantes proporciones. Sin embargo, es interesante rescatar una vez más, aunque en un ámbito poco conocido, la trayectoria del Dr. Bartolomé José Ronco (1881-1952). Filántropo, carpintero y gran bibliófilo, fue además abogado por varios años del Banco Nación, jubilándose en 1941. Pero, además, en su largo legado edilicio, hubo otro detalle que lo unió a la institución, sumando su último domicilio y el “Cantocillo de Santa Margarita” que donara a la ciudad junto a su esposa, María de las Nieves Clara “Santa” Giménez, a la memoria de su única hija Carlota Margarita (fallecida con apenas 15 años). Resulta que dicha plazoleta donada por el matrimonio, fue construida con materiales retirados en su momento de otros sitios; al contemplarlo se notarán las piedras de sillería, que están debajo de la ventana y las lajas de piedra que cubre la mayor superficie del terreno, todas las cuales provienen de la casa donde se instaló en sus orígenes la sucursal azuleña del Banco de la Nación Argentina, que fuera edificada, como ya se dijo, por Mariano Roldán en 1882, en la esquina de las calles San Martín y Rivadavia, casa que al momento de donar el “Cantoncillo” era el hogar del desolado matrimonio.

         

Suertudo

            

            “El Ciudadano” en su edición del martes 14 de octubre de 1930 anunciaba:

           LA RIFA DE LA VOITURETTE.- Anoche fue rifada en la kermesse que se realizó en el Jockey Club, el automóvil tipo ‘voiturette’, que estuvo expuesto en el salón de exposiciones de los señores Aztiria y Piazza.

            Salió premiado con el coche tan codiciado el número 2766, del que es feliz poseedor el empleado del Banco de la Nación, señor Esteban Armendariz.

            He aquí el acta que con tal motivo labró el escribano señor Raúl Labarriere:

            ‘En la ciudad-de Azul de la Provincia de Buenos Aires a catorce de octubre de mil novecientos treinta; Yo el Escribano autorizante me traslade a pedido de la Comisión Directiva de la Escuela Profesional de Mujeres de Azul, en el local social del Jockey Club en ésta ciudad a los efectos de verificar con las formalidades legales, el sorteo a efectuarse durante la kermesse que se realiza, de una voiturette sport Chevrolet a beneficio de dicha Escuela y de otras instituciones locales. Siendo las dos horas del día de la fecha y ante un núcleo de señoras y caballeros, se procedió a introducir en una tómbola diez bolillas correlativamente del uno al nueve y el número diez, el cual reemplazaría al número cero, estipulándose previamente que el primer número extraído correspondía a la unidad y así sucesivamente. Procedieron a extraer dichas bolillas las señoritas Noemí Carrera. Martita Baudron, Haydee Castellár y Dora Etchepare resultando insaculado el número dos mil setecientos sesenta y seis. Con lo que se dio por terminado el acto siendo las dos horas y quince minutos y previa lectura se ratifican y firman por ante mí la señora Presidenta de la Escuela Profesional de Mujeres de Azul Doña María de las Nieves Giménez de Ronco y la secretaria de dicha Institución Doña María Edith Cadaval junto con los testigos del acto Don Ernesto Baudron y Don Antonio Louge quedando el presente ejemplar en poder de la Institución patrocinante del sorteo. MARÍA DE LAS NIEVES G. DE RONCO MARÍA EDITH CADAVAL, ERNESTO BAUDRON, ANTONIO LOUGE PICOT. Ante mí: Raúl B. LABARRIERE. Es copia.’.”

           

Una miscelánea blindada

  

            Como una gran novedad, el “Diario del Pueblo” informaba el 20 de enero de 1934sobre la incorporación de un nuevo vehículo:

 

            “UN CAMIÓN BLINDADO. Lo posee la sucursal del Banco de la Nación de Olavarría. - La sucursal del Banco de la Nación de Olavarría, por el sitio estratégico que ocupa la ciudad, es la llamada a remitir los fondos que necesitan otras sucursales de la zona.

            Para evitar cualquier tentativa de atraco de parte de los asaltantes, se ha dotado a la sucursal de un camión blindado que es la última palabra en materia de seguridad. En dicho camino se transportarán los fondos y no habrá peligro, entonces, de que se repita el robo de 50.000 pesos cometido en perjuicio de la sucursal de Azul si es que, realmente, se cometió fuera de la institución, lo que se está todavía por averiguar.”.

  

Anuario

 

            En el Anuario “Kraft” del año 1942, se registraba:

 

Banco de la Nación Argentina (Burgos 623)

Gerente: Víctor Mayer

Contador: Ricardo Alfredo Montes Dhers

Tesorero: Manuel Estevanel”

         

Por entonces, también se encontraba en “liquidación” el Banco Comercial de Azul, cuya Comisión Liquidadora atendía en el Nación.

            Asimismo, Chillar tuvo una agencia del Banco de la Nación Argentina, primero en lo de “Fernández y García”, luego en lo del señor Sanllorenti y después en “La Perla”de Rafael Rodríguez.

 

Camaradería

  

            El diario “El Tiempo” en su edición del 7 de agosto de 1948 informaba:

             “EN HONOR DEL JOVEN HANSEN.-En la fecha será objeto de una demostración de afectos el señor Enrique Hansen con motivo de haber sido trasladado de la sucursal del Banco de la Nación, donde desde hace varios años venía prestando servicios.

Consistirá la demostración que es ofrecida por sus compañeros de tareas en un almuerzo que será servido en el domicilio de uno de los organizadores.

En la ocasión se le será entregado al señor Hansen un obsequio como recuerdo de quienes fueron sus compañeros.

Descuéntase que esta reunión habrá de transcurrir en un gratísimo ambiente de cordialidad y donde ratificarán los sólidos afectos que ha sabido granjearse el joven Hansen”.


Gerentes y otras yerbas

 

Numerosos hombres condujeron la Sucursal Azul desde la gerencia, poseyendo una importantísima responsabilidad considerándose la magnitud de la entidad. Entre muchos nombres se recuerda a Milcíades Arana, Pedro Domínguez, Pondal, Canedo, Enrique Soriano, Borzzano, Bertarelli, Macchi, Rufener, Grunwalt, Luna, Carlos Milani, Alfredo Rodríguez, Víctor Mayer, Pisauri, Robaccio, Chiodini, Temperley, Zanotto, Lucero, Crespo, Martínez, Petite (luego inspector), Orieta, Ges, Emilio Pérez Uriarte, Carpi, Arroyo y Felipe Santiago Pelletier, entre muchos otros.

En los años ’70, acompañando al Gerente Pelletier, era contador Jorge Leandro Díaz, con un personal constituido por 45 empleados. La Asesoría Letrada estaba a cargo del abogado titular Dr. Néstor Daniel Fernández; abogado auxiliar el Dr. Eduardo Julio Pettigiani y dos procuradores doctor Emilio Rodolfo Arpaia y escribano Oscar Víctor Barovero.





Ex sede del Banco de la Provincia de Buenos Aires ocupada por el Banco de la Nación (Burgos entre San Martín e Yrigoyen).




    Sede completamente remodelada del Banco de la Nación Argentina (hoy edificio "Milenium")




Ubicación actual del Banco Nación en San Martín y Burgos, esquina sur.