Darhanpé, un apellido ejemplificador
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Jules Romain Darhanpé y Marie
Elene Esteguy (nacida en 1844, sabía leer y escribir), ambos de origen
francés, se conocieron tras su llegada al Río de la Plata, a donde los dos
habían venido con más ilusiones que recursos. Enamorados, ambos católicos,
contrajeron matrimonio en Paysandú, República Oriental del
Uruguay.
El arribo de Julio al país se debió a cuestiones económicas. Se dedicaba a
comprar y vender empresas o comercios que estuvieran en crisis o a punto de
quebrar; él se ocupaba de recuperarlos y cuando volvían a funcionar los vendía
a un buen precio.
Tuvieron nueve hijos, cuatro de
los cuales fallecieron a temprana edad. En el Uruguay nacieron los dos primeros: José María, en 1872, y Eduardo,
tres años más tarde.
El matrimonio cruzó el Río de la Plata hacia nuestro país y
se instalaron temporalmente en la cosmopolita ciudad de Buenos Aires, donde
nacieron Victoria, Justina y Ernestina. Empero pronto
el interior, y particularmente Azul, atrajo la atención de Julio Román quien
impulsó a la familia a trasladarse hasta aquí.
María Elene se sintió tan cómoda en nuestra ciudad que, cuando él le
propuso seguir viaje hacia otro lugar, ella insistió en que no estaba dispuesta
a marcharse. Azul le había robado el corazón.
Se instalaron en el domicilio de Rauch 136 (vieja numeración).
Más allá de su labor, Julio Román se dedicó a la política, aunque con un
bajo perfil, y asimismo integró la “Sociedad Francesa de Azul” donde
mantuvo vivas sus raíces y costumbres.
En el año 1890, mientras Manuel Toscano ejercía como
intendente, Julio Román trabajó como Tesorero de la Municipalidad,
mientras que su hijo Eduardo lo acompañaba como Auxiliar.
El 30 de julio
de 1893, Hipólito Yrigoyen encabezó la Revolución del ’93, cuyo epicentro
bonaerense -con su presencia-, fue Azul. El pueblo azuleño hizo causa común “porque el gobierno municipal era un
semillero de escándalos y latrocinios” de la mano de los hermanos Manuel
y Evaristo Toscano.
Las autoridades
municipales y los toscanistas se
atrincheraron en el Palacio Municipal, encontrándose entre ellos Julio
Román y, posiblemente su hijo Eduardo. Sin embargo, pronto
debieron deponer su actitud. Hipólito Yrigoyen armó una comisión y puso al
frente de la Comisaría al “Gorra Colorada”, el comisario Luis Aldaz, quien supo
con habilidad persuadir a los que se resistían. La revolución que se había
iniciado simultáneamente en 82 ciudades, con un ejército de unos 8.000 hombres,
triunfó en todas partes de la provincia. Empero cuando ya se celebraba la
victoria, sus principales dirigentes cometieron importantes errores que los
llevaron a la derrota…
Tal vez en estos
enfrentamientos nació el marcado encono anti-radical de los varones Darhanpé
(incluido José María), que quedaría en evidencia en las páginas de “El
Imparcial”.
A temprana edad, Julio Román (Jules Romain), falleció en 1894. Así, aunque
ya sus hijos eran maduros, cuando María Elene cumplió cincuenta años, había
enviudado tras treinta años de matrimonio, quedando con la misión de bregar por
el bienestar de su familia.
Un dato curioso
es que la empresa que hacía la distribución de energía eléctrica, en los
albores del 1900, era “Esteguy y Cía.”, la cual perteneció
al francés Juan Pedro Esteguy, hermano de María Elene. Es decir, de alguna
u otra forma, la familia en su conjunto se vio vinculada con nuestros pagos.
Marie Elene (María) Esteguy de Darhanpé falleció el 16 de noviembre de
1929.
Cinco hermanos
para honrar un apellido
La
familia Darhanpé tuvo una destacada actuación en nuestra ciudad. Desde el
periodismo, la docencia, la religión, la política y prácticamente casi todos
los ámbitos de la vida, los cinco hermanos no dudaron en honrar su apellido
encarando juntos titánicos proyectos o tomando caminos inclusive opuestos.
José María
Nació en la República Oriental
del Uruguay en 1872.
A muy temprana edad, con su
igualmente inquieto hermano, fundó el periódico “El Imparcial” en la
ciudad de Montevideo, medio que podemos presumir ha sido de reducida tirada y
corta existencia.
Siguiendo a su familia, más
puntualmente a su padre, se radicó en la ciudad de Buenos Aires, donde se abrió
frente a él un nuevo abanico de posibilidades. Prácticamente al mismo tiempo,
como Escribano (notario), resultó cofundador del Colegio de Escribanos de la
Provincia de Buenos Aires el 18 de febrero de 1889.
Estudió derecho, y aunque se dice
que ejerció como abogado, no hay pruebas documentales que lo respalden.
La familia Darhanpé volvió a cambiar
su domicilio y así se radicaron en Azul.
Aquí, José María comenzó a
ejercer como maestro en la Escuela Normal, en el mismo
establecimiento en el que estudiaban sus cuatro hermanos.
Lleno de inquietudes, junto a
otros Maestros Normales -incluido su hermano Eduardo-, en 1892, fundó la Biblioteca
Popular de Azul, la cual con el correr de los años se convertiría en un
faro cultural para toda la comunidad.
Al mismo tiempo, honrando las
raíces de sus padres, integró la comisión directiva de la “Sociedad Francesa de Socorros
Mutuos”.
Asimismo, durante varios
años trabajó como Secretario del Juzgado de Paz de Azul.
En 1894, fundó la que resultara
su obra más reconocida y perdurable. Aquél año nació el periódico “El
Imparcial”, del cual fue director y redactor.
José María contrajo matrimonio
con Amalia
O’Connor y Rosendi (nacida en Mercedes, Buenos Aires, en el
año 1876), con quien al menos tuvo ocho hijos, todos los cuales nacieron en
Azul: Amalia;
Julia Esther (“Morocha”,
nació el 31 de agosto de 1899; falleció en La Plata); José María (“Poroto”, nació el 12 de marzo de 1902;
murió en La Plata el 2 de diciembre de 1974); Enrique (nació el 9 de
febrero de 1903; murió en Las Flores, Bs. As.); Guillermo (nació en
septiembre de 1905; murió el 25 de julio de 1989 en Punta Lara); Alfredo;
Elena
(“Haity”, nació en marzo de 1906) y Adela.
Interesado por los quehaceres
locales, el progreso y la prosperidad de la ciudad, en el año 1900 José María
publicó la “Guía del Azul”, editada en la Imprenta Popular.
En 1905 retornó a la dirección de
su periódico, el cual se había convertido en el más importante e influyente de
nuestro medio.
En el año del “Centenario
de la Revolución de Mayo”, José María se instaló en la capital
bonaerense con su familia, donde, a pesar de sentirse aquejado por el imprevisto
deterioro de su salud, comenzó a desarrollar nuevos emprendimientos.
Repentinamente,
José María Darhanpé falleció en La Plata en el año 1914.
Su esposa, Amalia, era
propietaria de la Farmacia “La Estrella” (nombre particular si tenemos en cuenta
la Logia a la que pertenecía su difunto esposo), en la ciudad de las
diagonales, de la cual obtuvo buenos réditos hasta su fallecimiento acaecido el
7 de enero de 1930.
Una curiosidad: Amalia era medio
hermana del Teniente de Marina Eduardo O’Connor, cuyo nombre quedó plasmado
en una calle azuleña mediante el Decreto N° 441 del 16 de diciembre
de 1979; también de él y su historia nos ocuparemos en su debido momento.
Eduardo Guillermo
Nació en la República Oriental
del Uruguay, en el año 1875.
Fue cofundador
de “El Imparcial” de Montevideo y arribó a nuestra ciudad con sus padres y
hermanos tras algunos años de estadía en Buenos Aires.
Se graduó como Maestro
de la Escuela Normal en 1891, junto a Manuela Alonso, Matilde Abeberry
(hija del reconocido Martín Abeberry), Carmen González y Arturo López Claro.
Al año siguiente, junto a su
hermano y otros docentes de la Escuela Normal fue fundador de la Biblioteca
Popular de Azul. En 1895 se convirtió en su Secretario, y aunque luego
no aparecería ocupando cargos relevantes en la Comisión Directiva de la misma,
siempre fue un férreo sostenedor de la brillante institución.
Cuando en 1896
se constituyó el “Centro Uruguayo de Azul”, con muchos adherentes, la comisión directiva
quedó conformada con Gustavo Duprat como presidente, secundado por Eduardo
G. Darhanpé desempeñándose como Secretario, Juan B. Abreo como
Tesorero y los vocales Pedro Hardoy, Francisco Vigna, Simón Vigna, Carlos
Viana, Juan P. Iriarte, Santiago Moya, Felipe Vigna y Carlos Milone.
Tras el
nacimiento de su primogénito, al que bautizó con el nombre de su padre, Julio
Román, acaecido el 25 de enero de 1899, pocos días
después Eduardo contrajo matrimonio en la Iglesia de Azul, el 1 de
febrero, con Julia Celia Laborda.
La pareja tuvo
al menos diez hijo, todos los cuales nacieron en Azul: el ya mencionado Julio
Román; Eduardo Guillermo (18 de marzo de 1901); Alicia (4 de noviembre de 1902); Julia Celia (21
de agosto de 1904); José; Nicolás; Ernesto Uruguayo (18 de
junio de 1908); Gilberto Florencio (27 de octubre de 1909), y dos niñas de las cuales solamente se recuerdan
sus sobrenombres: Coca y Peta.
Habiendo sido Auxiliar
de su padre Julio Román, que actuaba como Tesorero de la intendencia de Manuel
Toscano (1891-1893), Eduardo continuó involucrado en la política e
interesado profundamente en las cuestiones públicas. Así fue como se encolumnó
bajo las ideologías del Dr. Ángel Pintos, quien tuvo un
meteórico ascenso en el mundo de la política local (y de Olavarría), gracias a
sus claras y concisas ideas que buscaban el progreso del pueblo, habiendo sido
inclusive candidato a Vice gobernador bonaerense. Eduardo se convirtió en su Secretario
y mano derecha durante un largo tiempo.
El 8 de enero de
1902, el intendente Dr. Ángel Pintos emitió un decreto por el cual confió la
Dirección del Hospital Municipal a la Comisión de Damas integrada por Honoria
L. de Lafontaine, María Luisa G. de Dhers, Aurora G. de Decoud, Regina G. de
Vázquez, María B. de Wolterboer, Honoria L. de Piazza, Magdalena Dhers, María
Chelle, Úrusla V. de Zapata, Rosa de Cajaraville y Leonor F. de Pintos, quienes
debían remitir mensualmente una planilla de gastos y movimientos de enfermos.
Se les entregó bajo inventario todas las existencias del Hospital y los empleados
quedaron bajo las órdenes de la comisión la que debía informar al municipio
sobre la inconducta de los mismos para adoptar las medidas disciplinarias,
elevando anualmente al Concejo Deliberante un informe.
Así fue como el
9 de enero, a las 17, el secretario de la Intendencia, Eduardo G. Darhanpé,
hizo entrega “de las llaves” del Hospital a la Comisión.
Al convertirse
en intendente don Federico Urioste, Eduardo comenzó a desempeñarse como Secretario
del Concejo Deliberante.
Eduardo actuó
en “El
Imparcial” como redactor, siendo sumamente duro con la Iglesia,
enfrentándose abiertamente en muchas oportunidades. Inclusive, junto a Manuel
G. López, quien fuera el primer bibliotecario de la Biblioteca Popular
y escribiera en el periódico bajo el seudónimo “Tubalcaín”, supieron
alzar grandes polémicas en repudio del catolicismo y de la monumental obra que
se elevaba con la construcción de la actual Catedral, polémicas que muchas
veces resultaron estériles ante el infatigable trabajo que comenzó a realizar
el joven sacerdote César A. Cáneva. Cabe resaltar que tanto Eduardo como Manuel
formaban parte de la Logia “Estrella del Sud” N° 25 que
actuaba en nuestro medio.
Hacia finales de 1905 y
principios del año siguiente, reemplazó en la dirección del periódico a su
hermano José María.
Hacia 1917 fue
director de la Escuela N° 7.
Tras el
fallecimiento de su hermano mayor, Eduardo y su esposa decidieron mudarse a la
Capital Federal junto a sus hijos, en busca de nuevos aires, dado que la
situación del periódico dejó de ser la mejor.
Ocupó un puesto en
el magisterio
de la Capital Federal y otro en la redacción del afamado
diario “La Prensa”. En dicho periódico continuó profundizando su
oposición al radicalismo, en contra del cual había entablado tantas luchas
políticas a través de sus editoriales en “El Imparcial” enfrentados a los de “El
Ciudadano” azuleño.
Repentinamente,
tuvo que abandonar toda actividad, pues una cruel enfermedad fue minando su
organismo.
En el Barrio
de Flores, donde residía, confortado con los Santos Sacramentos y la
Bendición Apostólica, es decir, sorpresivamente convertido al catolicismo que
tanto había combatido en el Azul, Eduardo Guillermo Darhanpé, falleció
el martes 9 de mayo de 1922.
Victoria Rosa
Nació en Buenos
Aires, en el año 1877. Llegó a Azul con toda su familia y aquí inició sus
estudios en la Escuela Normal.
En el año 1894
egresó del establecimiento educacional recibida como Maestra Normal junto a
Silvana Ollo, Ana Darrós, Alfredo Ronchetti, Carlos López y Rafael Furcate.
Precisamente éste último, dos años mayor que ella, se convirtió en su novio.
El 9 de febrero
de 1907, Victoria contrajo matrimonio con Rafael Furcate en la Iglesia Nuestra
Señora del Rosario de nuestra ciudad. La pareja tuvo al menos tres hijos que
nacieron en Azul: María
Carlota, María Victoria y Rafael
Julio.
Ejerció como docente
en el mismo establecimiento de su formación hasta su jubilación.
Falleció en el
año 1938.
Justina
Nació en la
ciudad de Buenos Aires, en el año 1879.
Radicada
en Azul junto a su familia, comenzó sus estudios en la Escuela Normal, de la
cual egresó como Maestra en 1897, siendo la novena promoción junto a Adela
Alonso, Julia Andía, Justa Carnota, Gabriel Daugá y Ana López.
Con el previo
consentimiento de su madre María Esteguy (dado que Julio Román había
fallecido), Justina contrajo matrimonio el 8 de abril de 1899 con Carlos
María de San Martín, en la Iglesia de la Inmaculada Concepción
de la localidad de General Acha, La Pampa.
Tuvieron al
menos siete hijos: María Justina, Carlos María, Ernesto (murió infante), Asunción
Evangelina, Delia Esther, Mario César y Zulema Irene.
Cabe resaltar
que Carlos María había nacido en Baradero el 2 de enero de 1869. Recibido de Contador
Público, arribó al Territorio Nacional de La Pampa, donde fue elegido
como Secretario
de la gobernación en 1899. Murió el 11 de agosto de 1917 en Buenos
Aires, en donde se había radicado con su numerosa familia.
En la Capital
Federal, una vez viuda, Justina profundizó sus nexos con su
hermano Eduardo y esporádicamente con la viuda de José María, Amalia, quien se
hallaba al frente de su farmacia en La Plata.
Ernestina Francisca María
Nació en Buenos
Aires el 4 de octubre de 1882.
La menor de los Darhanpé
egresó de la Escuela Normal como Maestra en 1898, junto a Aurora
Cano, Juana Gicolini, María M. de Islas, Isabel Merodio y Emma Montes.
Ejerció precisamente como docente
en el mismo establecimiento y luego fue nombrada directora de la Escuela
N° 1 “General San Martín” a cuyo frente se hallaba hacia 1917. Luego
fue nombrada en la Escuela N° 17, establecimiento al cual durante su dirección se
lo llamó “Bartolomé Mitre” -nombre que paradójicamente también defenderá
su hijo Ernesto siendo intendente en los años ’50, cuando algunos
pretendían cambiarle la denominación a la neurálgica avenida por el de Eva
Duarte-.
El
9 de mayo de 1914, en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Azul, Ernestina contrajo
matrimonio con Pedro Malére, con quien tuvo tres hijos: Alejandro María, José
María y Ernesto María.
Pedro
Malére había nacido en Azul el 27 de agosto de 1874. Era hijo del
comerciante francés Alejandro Malére y María Chayé. Aquí había cursado sus
estudios primarios, luego de lo cual se había trasladado a Buenos Aires para
hacer el bachillerato. Graduado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad
de Buenos Aires con medalla de oro en 1897, inmediatamente había comenzado a
ejercer su profesión en la función pública. Entre tantas, dirigió las obras
ferroviarias a Bolivia. Empero quiso la suerte que tras el fallecimiento de su
padre, ocurrido en 1909, debió regresar a Azul para administrar los negocios de
su familia.
Aquí conoció a
la que sería su esposa y madre de sus tres hijos. Años después proyectó
y dirigió
ad honorem las obras del Asilo
de Ancianos, que hoy, convertido en Hogar de Ancianos, lleva
el nombre de su abnegada mujer.
Malére ejerció
el cargo de Jefe de la Oficina Técnica Municipal en forma ininterrumpida entre
1917 y 1922. Desde esa función emprendió trabajos en distintas zonas de la
ciudad, proyectó y dirigió las compuertas del Parque Municipal y las obras de
nivelación de ese paseo y realizó un plano gráfico de la ciudad que fue editado
en 1923.
También ejerció
la docencia, siendo profesor de Física y Química en el Colegio Nacional.
Militó en las filas
de la Unión Cívica Radical y en la Acción Católica,
institución de la cual era presidente cuando se produjo su deceso, el 17 de
agosto de 1933, en su hogar de Av. Mitre 826.
Aunque viuda, Ernestina siguió
con su lucha y actuó en numerosas obras de beneficencia siendo, asimismo, la
responsable de la construcción de la Capilla Nuestra Señora de Lourdes,
cuya Piedra Fundamental se colocó el 17 de agosto de 1935 y se inauguró el 3 de
mayo del año siguiente, siguiendo los planos de Enrique Douellit y una ardua y
veloz obra de la Empresa “Toscano y
Lattanzi”. Cabe aclarar que la Gruta es una obra posterior inaugurada el 11
de febrero de 1960, réplica de la existente en Massabielle (Francia).
A lo largo de su vida la
apuntalaron cuatro sentidos vocacionales que hicieron a Ernestina un ejemplo de
esposa, madre, maestra y benefactora de los humildes e infortunados.
Ernestina Francisca María
falleció en Azul en la madrugada del 11 de junio de 1940.
Para culminar…
La calle Darhanpé es la segunda de Azul en
llevar un nombre que evoca exclusivamente un apellido familiar. Junto a la Avenida Piazza, son las únicas dos arterias de nuestra
ciudad que “rompieron con la costumbre” de referirse con las denominaciones a
países, provincias, ciudades, actividades sociales y, principalmente,
personalidades destacadas y próceres.
José María, Eduardo, Victoria, Justina y Ernestina Darhanpé.
INFORMACIÓN
EXTRA:
Génesis de la Biblioteca Popular de Azul
La primera
tentativa para fundar una biblioteca pública en Azul se remonta al 12 de
noviembre de 1872, cuando la Comisión Directiva de la Sociedad “La Cosmopolita”
resolvió nombrar una comisión, solicitando también el respaldo del Municipio
con otro órgano idéntico.
El 10 de
diciembre se reunieron ambas comisiones con el fin de constituir sus autoridades
y organizar la futura biblioteca, considerando como puntos principales la
recolección de fondos y la suscripción de adherentes.
La idea no
prosperó y, tras quince años, por invitación del doctor Isidoro Sayús, en junio
de 1887, un nuevo grupo de personas se reunió en el “Café Colón”, con objetivos similares a los de sus antecesores…
Sin embargo,
fracasado este nuevo intento, se produjo un tercero y definitivo. El 18 de
abril de 1892 se reunieron en el hogar de Juan Forns y Artigas los jóvenes
docentes de la Escuela Normal José María Darhanpé, Eduardo
G. Darhanpé, Víctor Nigoul y Arturo López Claro.
Los cinco (masones)
labraron un acta que rezaba:
“En el Azul, a los diez y ocho días del mes de
abril de mil ochocientos noventa y dos, los abajo firmados reunidos con el
objeto de dar forma a la idea de dotar al Azul de una Biblioteca Popular,
teniendo a la vista las actas y decisiones de la Comisión que con idénticos
propósitos se constituyó en el año mil ochocientos setenta y dos, y después de
haber estudiado los distintos trabajos que en varias épocas se han iniciado,
persiguiendo siempre el laudable propósito por aquella iniciada, declaran:
1-
Que
se adhieren a los trabajos que se hagan hasta dejar instalada la Biblioteca
Popular de Azul.
2-
Que
autorizan a Don José María Darhanpé, Don Arturo López Claro, Don Abelardo Cano
y Don Eduardo G. Darhanpé para que inviten al mayor número de vecinos a firmar
la presente declaración.
3-
Que
autorizan a Don José María Darhanpé y a Don Víctor Nigoul, para convocar a
Asambleas de Adherentes cuando lo crean conveniente, debiendo designar para la
reunión un local público o perteneciente a alguna Sociedad con el objeto de
elegir la Comisión definitiva y sancionar las bases de la Asociación.”.
El 8 de mayo del
mismo año se llamó a Asamblea de Adherentes, la cual resolvió dejar por
constituida la “Biblioteca Popular del Azul” y nombrar una Comisión Provisoria
presidida por Emilio F. Recke. Finalmente, se llamó a Asamblea, la cual tuvo
lugar el 18 de abril de 1893, quedando definitivamente establecida la
Biblioteca Popular, encabezada por Silvano Bonnet como presidente,
acompañado por Ramón A. Díaz como secretario, quien tiempo más adelante sería
también director del matutino “El Imparcial”.
Periódico “El
Imparcial”
Corría el año 1894 cuando José María Darhanpé
decidió darle vida a “El Imparcial”, copiando el mismo
nombre del medio que brevemente había hecho circular en Montevideo.
Nació
como diario de la mañana. Su corte era político, noticioso, comercial y de
intereses locales. A pesar de su nombre, sostenía las ideas de la Unión
Cívica Nacional y era abiertamente anticlerical y poco después
absolutamente anti-radical.
La
edición era un tanto limitada, pues apenas se publicaba tres veces por semana
alcanzando una tirada de doscientos ejemplares impresos en prensas de mano. Sin
embargo, su lenguaje conciso -muchas veces irónico- y eficaz posibilitó al
periódico insertarse con prontitud en un pueblo como Azul, donde la masonería
se desenvolvía con soltura.
El
doctor Narciso Mallea tomó después su dirección, remplazando a éste
poco después el señor Ramón A. Díaz, antiguo profesor de
la Escuela Normal de esta ciudad. Obligado el señor Díaz a abandonar el Azul,
volvió su fundador a la dirección del periódico en la que permaneció hasta
principios de 1905.
El formato del periódico trisemanal
era de cuatro páginas, a 6 columnas en una hoja de 45 por 64
centímetros. El costo del ejemplar era de $ 0,10 m/n, mientras que la
suscripción mensual tenía un costo de $ 1 m/n.
En
tanto la pequeña hoja había ganado muchas simpatías y su redacción sana, seria
y mensurada lo había colocado en uno de los primeros puestos del periodismo
azuleño.
Hacia
1906, Eduardo Darhanpé tomó la dirección y el señor Gilberto
Laurensena se hizo sentir como redactor en poco tiempo.
Tras
trece años de existencia, al finalizar 1906, acumuló un total de 3.014 números,
con un tiraje de 1.500 ejemplares. El formato varió levemente para, a pesar de
seguir siendo de cuatro páginas, pasar a ser de 52 por 72 centímetros, a siete
columnas de 65 milímetros de ancho, impreso el texto con tipo de cuerpo 8 y 10,
frecuentemente ilustrado.
El
precio de la suscripción apenas había cambiado a $ 1,30 m/n mensuales.
“El Imparcial” atravesó algunos
momentos de crisis, sobre todo cuando algunas de las críticas pregonadas desde
el medio se extralimitaban. A veces se defendían absurdamente intereses
políticos y hasta en varios momentos quedaban en evidencia considerables
contradicciones.
Muchas veces, numerosos vecinos no
dudaron en calificar a algunas publicaciones como “…chocantes, groseras, individualistas, puestas incondicionalmente al
servicio de camarillas y caudillos politiqueros…”.
Sin
embargo y haciendo con ellas un contraste visible, “El Imparcial” había
alcanzado una importancia que lo colocaba a la altura de los mejores diarios de
la Provincia.
Pocos
diarios de Buenos Aires tuvieron el extenso y buen servicio telegráfico de “El
Imparcial”. Asimismo, se destacaron en su redacción colaboradores y
corresponsales como Ramiro Blanco, Norberto Astrada, Reader,
José
M. Neyra, y muchos otros. Paulino Rodríguez Ocón y José
Romeo fueron también destacados directores y redactores.
Fue
precisamente en “El Imparcial” donde Rodríguez Ocón mostró su estructura
periodística polémica, en las que serían las segunda y tercera etapas de la
existencia del periódico. Sus comienzos los podemos ubicar en el año 1913 y sus
reafirmaciones más rotundas -como Director- a partir del triunfo radical de
1916 y, sobre todo, tras la intervención a la provincia de Buenos Aires en
1917.
Era
evidente el enfrentamiento entre “El Imparcial” y “El
Ciudadano”. Éste último, de corte radical, en la etapa en la que fuera
conducido por José S. Ferreyro (fundador del diario y agudo polemista),
mantuvo duras “batallas” con su colega. “El Ciudadano” aludía a “El imparcial”
como “el diario oficial” o “el diario africano” (fustigando al
matutino por el color de piel de su director); mientras que “El Imparcial” se
refería al medio de Ferreyro como “el
diario vespertino”, “el que aparecía
‘entre las sombras’”. La lucha entre ambos directores fue durísima y hasta
en muchos momentos pasó al ámbito personal, pues así entendían entonces al
periodismo, poniendo a prueba el límite de sus temperamentos.
“El
Imparcial” tuvo varios domicilios: San Martín 256; San Martín 161; esquina
Norte de Mitre y Burgos; Rivadavia entre Alsina (actual Yrigoyen) y Belgrano;
Buenos Aires (actual De Paula) entre Alsina y San Martín; Colón entre San
Martín y Alsina y la esquina Norte de San Martín (105 y 107 de la vieja numeración)
y Alvear.
Durante algún tiempo, funcionó (y
vivió allí José María y su familia), en la esquina Oeste de San Martín y
Necochea, en una de las dos propiedades de estilo ecléctico clasicista, más
precisamente en el edificio de alto de San Martín 645. La propiedad pertenecía
a Andrés
Ginocchio, un hombre clave en el crecimiento y desarrollo de nuestra
ciudad y quizás el mayor desarrollador
inmobiliario de toda su historia.
Mientras
el periódico estuvo en la calle Colón (entre San Martín y Alsina) sufrió un grave
incendio que lo tuvo un tiempo fuera de circulación, tras lo cual se
trasladó a su edificio propio en San Martín y Alvear, donde incorporó una
linotipo.
En su última etapa de existencia, Alberto
Bosch fue tal vez el más destacado y eficaz de sus administradores.
En
1933, después de treinta y nueve años de trayectoria, tras publicaciones
esporádicas, “El Imparcial” debió cerrar sus puertas.
Tres a dos…
Los cinco hermanos
Darhanpé fueron personas muy destacadas en la sociedad azuleña. De hecho, eran
formadores de opinión y educadores. Y es así como, de alguna manera, la masonería
y el catolicismo
se los “disputaban”.
José María y Eduardo
Guillermo eran miembros destacados de la Logia “Estrella del Sud” N° 25
(fundada el 8 agosto de 1867), que operaba libremente en nuestro medio.
Definida a sí misma como una
institución discreta de carácter iniciático, no religiosa, filantrópica, simbólica y filosófica, fundada
en un sentimiento de fraternidad, la masonería en general tiene como objetivo
la búsqueda de la verdad a través de la razón y el fomento del desarrollo
intelectual y moral del ser humano, además de su progreso social.
Azul le debió mucho de sus progresos
a los Hermanos masones, quienes eran hombres de raigambre dentro de la
comunidad. El molino “Estrella del Norte”, perteneciente a
Marcelino Riviére (primero que funcionó en la provincia), el Asilo Hiram
(antecesor del Hospital Municipal “Dr. Ángel Pintos”), el Parque Municipal
“Domingo Sarmiento”, la actual Catedral Nuestra Señora del Rosario, la
Curtiembre y la Cervecería “Piazza Hnos.”,
la Biblioteca
Popular (hoy “Bartolomé J. Ronco), y tantos otros sitios de Azul
encontraron sus orígenes en los esfuerzos y luchas de decenas de masones que
con innovadoras ideas llegaron o nacieron en estas tierras para construir una
ciudad en los cimientos de la Ciencia, la Justicia y el Trabajo...
Lejos -y no tanto- del
catolicismo, los hermanos masones hallaron en el Gran Arquitecto del Universo (G.A.D.U.), el
nombre simbólico para referirse al Principio Creador o Causa Primera,
independientemente de que ésta se interprete desde un punto de vista teísta o deísta.
Y los católicos, aquellos
que tal vez por miedo persiguieron a los herejes Hermanos de la escuadra y el
compás (símbolos por excelencia de los masones), también supieron realizar
diversas obras en beneficio de la comunidad, preocupados por los menesterosos,
los hambrientos y enfermos. Allí estaban las hermanas Victoria, Justina
y, principalmente, Ernestina, quienes desde la iglesia supieron encausar un sinfín
de inquietudes propias, tendientes a mejorar la calidad de vida de aquellos que
tanto lo necesitaban en aquél Azul tan teñido de contradicciones como siempre.
Tres a dos…
Resguardando a los más necesitados
El
“Asilo
de Ancianos” de Azul fue fundado por la “Sociedad Pía Unión de San
Antonio” y comenzó a funcionar originalmente en una humilde casa que
alquilaron en marzo de 1921.
El
grupo de damas que dirigía el Padre César A. Cáneva, realizaba desde
hacía algún tiempo la caridad domiciliaria, visitando preferentemente los
hogares con ancianos de menos recursos. Entre ellas y los Vicentinos se
repartieron la honrosa distinción de llevar el consuelo caritativo a muchas
familias postergadas por la injusticia y las diferencias sociales.
El
número de ancianos socorridos se fue elevando, haciendo pensar en la necesidad
de mejorar y ampliar las instalaciones para asistirlos.
En
la reunión de la Comisión del 4 de agosto de 1922, se resolvió buscar un
terreno suficientemente amplio para edificar confortables instalaciones. Ernestina
Darhanpé tomó las riendas del proyecto junto a su esposo. Asimismo, Victoria
respaldó con ahínco la labor abnegada de su hermana.
Gracias
a una donación anónima ($ 2.000) y a la ayuda de la comunidad, se
juntaron los $ 5.000 necesarios para comprar el terreno ubicado en el barrio de
“La Tosquera”.
El
7 de octubre de 1923, Día de la Patrona del Azul, el Padre Cáneva bendijo la
Piedra Fundamental del monumental edificio proyectado por Pedro Malére.
Trabajando
sin pausa, bajo la estricta dirección de Malére, el Asilo se inauguró el 11 de
noviembre de 1924, abarcando una superficie de dos manzanas con un complejo
de pabellones, huerta, escuela, iglesia, casa parroquial y comedor escolar.
Las
Hermanas
de la Inmaculada Concepción, tuvieron a su cargo la sacrificada tarea
de dirigir y asistir a los internados, como así también atender la Capilla de
Lourdes.
El 11 de junio de 1948,
cuando se cumplieron ocho años del fallecimiento de Ernestina Darhanpé, esa
infatigable mujer que había puesto todo su esfuerzo por la prosperidad del
Asilo, que en definitiva era el bienestar de los desvalidos abuelos, el Hogar
-como ya se lo llamaba desde un tiempo antes- pasó a denominarse Hogar
de Ancianos “Ernestina Darhanpé de Malére”, descubriéndose asimismo un
busto de la ilustre mujer en la entrada del edificio.
Un intendente en la familia
Ernesto María Malére nació en Azul el 27 de enero de 1921. Sus padres fueron el ingeniero Pedro
Malére y la docente Ernestina Darhanpé.
Egresó como abogado de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional
de La Plata.
En pleno comienzo
de una nueva etapa histórica de nuestro país, los municipios iniciaron sus
campañas políticas para las elecciones que se realizaron el 14 de marzo de
1948. El Dr. Malére llegó al honroso cargo de Intendente
constituyéndose, con tan sólo 27 años, en el Jefe comunal más
joven que registra la historia de Azul y el primero Peronista.
En apenas cuatro
años realizó una serie de obras de pequeña y mediana envergadura que se convirtieron
en verdaderos pilares de desarrollo comunitario. En consecuencia, su Partido lo
postuló para un nuevo período al frente de la Comuna. Así, el 11 de noviembre
de 1951 las urnas volvieron a expresar la voluntad del pueblo y convirtieron a
Ernesto María Malére en el primer Intendente de Azul en ser reelecto
para un segundo mandato consecutivo.
Asumió el 1 de
mayo de 1952 con el respaldo de la comunidad y una gestión exitosa como aval,
procurando profundizar todas las medidas de carácter social y comunitario que
venía desarrollando.
Como si las
tareas al frente del Poder Ejecutivo no fuesen suficientes, sumó varias horas
más a su accionar en la docencia, ejerciendo, ad-honorem, en el Colegio Nacional, la Escuela
Normal y el Comercial Anexo.
Al concluir su
mandato como intendente en 1955, pasó a actuar como Senador Provincial, cargo
que desempeñó durante cuatro meses, hasta la caída del gobierno constitucional
en manos de la “Revolución Libertadora”.
Hacia 1958, el
panorama político de la República Argentina se planteaba complejo. Para Malére
aquellos fueron años de retorno a la profesión y la docencia, aunque muchas
veces fuera perseguido y hasta encarcelado por su “condición de peronista”.
En mayo de 1974 se incorporó al Consejo
Escolar, tras haber sido temporalmente Asesor Legal del
Municipio.
Ernesto María
Malére falleció a los 54 años de edad, el día 8 de agosto de 1975.
Ernesto María Malére
Grandes personas que nos legaron muchísimo!! ojalá muchos los imitaran en la actualidad.
ResponderEliminarGracias Eduardo
Muchas gracias!!!!!
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