El destacado general Francisco Leyría
Por
Eduardo Agüero Mielhuerry
Francisco
Leyría nació el 4 de octubre de 1845 en la
ciudad de Córdoba. Fue hijo de Juan Francisco Leyría y Cayetana Camelo.
En 1861
ingresó como soldado al Batallón N° 3 de Infantería de Línea con asiento en el
Fortín (hoy Río Cuarto), y fue enviado a luchar contra los caudillos Ángel
Vicente Peñaloza, Francisco Saá, Juan de Dios Videla y Francisco Clavero. El 4
de marzo de 1862 fue promovido a subteniente y destinado por primera vez a Azul
a la frontera con el indio.
En 1865,
iniciada la Guerra del Paraguay, fue trasladado a la provincia de
Corrientes con el grado de Teniente 1°. Participó de la reconquista de la
ciudad de Corrientes combatiendo luego en Yatay, Uruguayana, Pasaje de Paso de
la Patria, Itapirú, Estero Bellaco, Tuyutí y Yataytí Corá, en el cual fue
herido de bala por lo que fue enviado a Buenos Aires para su recuperación.
Dos meses
después volvió al frente e intervino en el pasaje del campamento de Tuyutí a
Tuyú-Cue en 1867, en Paso Pacú y en el segundo combate de Tuyutí en el mismo
año. En 1868 fue promovido a sargento mayor graduado. Pasó luego al frente del
Chaco participando en varios combates, entre ellos Humaitá, La Laguna y La
Península.
En marzo de
1870 bajo las órdenes del general Ignacio Rivas marchó a combatir la
rebelión de los partidarios de López Jordán en la provincia de
Entre Ríos. Intervino en El Tala y participó de la victoria de Santa Rosa,
siendo portador del parte a Buenos Aires. De regreso al frente marchó contra
Gualeguaychú amenazada nuevamente por los revolucionarios consiguiendo
derrotarlos.
Con esmero,
propició los medios para lograr la instalación del Batallón 2 de Ingenieros
en Azul.
Comandó una
columna en la batalla de San Carlos, la retaguardia,
compuesta mayormente por “indios amigos”, entre ellos varias lanzas de Catriel.
Allí fue vencido Calfucurá, el más bravo de los guerreros indígenas. Leyría fue
recomendado por Rivas en el parte de guerra de ese combate. Ello le mereció una
distinción: fue nombrado jefe del Regimiento 9 de Caballería de Línea,
asentado en la frontera. Luego, participó en la marcha hasta Salinas Grandes y
se dedicó a perseguir a la indiada.
El 25 de enero
de 1873 fue nombrado Teniente Coronel efectivo y con ese grado participó de la Revolución
del ’74. Fracasado el movimiento y retirado del ejército, se dedicó al
comercio, agricultura y ganadería en Azul, actuando como “voluntario” en las milicias que luchaban contra las incursiones
indias. Con el general Zacarías Supisiche persiguió a los
indígenas recuperando numerosos arreos.
Amigos son los amigos
Más allá de su
dilatada trayectoria militar y de haber alcanzado un alto rango habiéndose
iniciado con la menor jerarquía, Francisco Leyría tuvo una exquisita vida
social en la cual habitualmente su hogar se constituía en un atractivo centro
de destacadas reuniones de la alta sociedad. Tenía una gran predilección por la
música y eso lo llevó a establecer un estrecho vínculo con el que fuera
conocido como el “decano de los
guitarristas”, el artista Juan Alais (1844-1914).
Asimismo,
dentro del mundo de intelectuales con el que solía mantener amplias charlas
sobre los más variados temas, se destacaba como amigo personal el brillante
santafesino Estanislao Severo Zeballos, por quien tenía un especial afecto.
En el mismo
sentido, dentro de las fuerzas armadas y la política cosechó la amistad de dos
personalidades sumamente destacadas como el general Ignacio Rivas y el que
fuera el más progresista de los Intendentes del Azul de la primera mitad del
siglo XX, el señor Manuel Castellár.
También es
importante agregar la estrecha afición que mantenía con el maestro y periodista
Paulino
Rodríguez Ocón, con quien más allá de la relación laboral que los unió
en un principio, con el correr de los años mantuvieron un excelente
vínculo.
La Conquista del Desierto
A fines de
1877 Francisco Leyría se reincorporó al
ejército.
El 14 de agosto de 1878, se había presentado en el
Congreso de la Nación un proyecto cuyo objetivo consistía en una guerra
ofensiva contra los indígenas que habitaban la Patagonia, con el fin último de
ampliar el territorio bajo soberanía de la Nación… Así nació la “Conquista
del Desierto”. Roca, arribó en tren a Azul el 17 de abril de
1879, donde se lo agasajó fervientemente y pernoctó. Al día siguiente, partió
desde estos pagos al mando de un ejército moderno con una considerable tropa.
Varios
azuleños acompañaron la expedición en la que el comandante Francisco Leyría
actuó como ayudante de campo del general Julio A. Roca.
Luego de la
campaña hasta Río Negro, Leyría volvió a radicarse en Azul.
A lo largo de
su vida, mientras vivió en nuestra ciudad, Leyría estableció su hogar en la
esquina norte de Alvear y Alsina (actual Yrigoyen) y, según algunas versiones,
también se radicó algún tiempo en la esquina oeste de Belgrano y Buenos Aires
(actual De Paula) y luego en una amplia casona en la calle San Martín entre
Rivadavia y Alvear (propiedad de la familia Laffose).
Un año revolucionario
El 13 de
febrero de 1880 el gobierno del presidente Nicolás Avellaneda prohibió a los
comandantes José Inocencio Arias, Hilario Lagos y Julio Campos, continuar
apoyando al Tiro Nacional de Buenos Aires, donde más de 2000 jóvenes porteños
se entrenaban militarmente. Los tres renunciaron al ejército el mismo día y
fueron imitados posteriormente por Leyría, Benito Meana, Eliseo Acevedo, el
coronel José María Morales, Segundo Bonahora, los mayores Francisco Faramiñan,
Herrera y Antonio M. Silva, y el capitán Ramón Lorenzo Falcón, entre otros.
Iniciada la
Revolución del ’80, a pesar de que Leyría había pertenecido a las fuerzas
nacionales, adhirió a los rebeldes apoyando a Carlos Tejedor. José
Inocencio Arias le encargó la defensa del puente de Barracas, reforzándolo con
una división de quinientos hombres y dos cañones al mando del coronel José
María Morales. Leyría distribuyó sus hombres en el puente mismo, en las
márgenes del Riachuelo, en la estación de Barracas al Sud, en las azoteas de la
esquina de Mitre y Pavón, en el Teatro Rivadavia y en la iglesia de La
Asunción.
El 20 de
junio, el general del ejército nacional Nicolás Levalle ocupó con sus hombres
un expreso del Ferrocarril del Sud en las inmediaciones de la actual estación
Lanús, cargó a parte de sus tropas en el tren y avanzó hacia Barracas al Sud.
La batalla de Barracas se inició cerca del mediodía y se extendió por varias
horas. El Batallón N° 7 de las fuerzas nacionales se lanzó sobre el puente con
el tren pero el fuego enemigo lo obligó a frenarse del otro lado del Riachuelo.
En momentos en
que las fuerzas provinciales estaban ya por retirarse, llegaron refuerzos al
mando de Julio Campos con cuatro cañones Krupp, que volcaron la acción a
favor de los sublevados. La locomotora fue rápidamente retirada de la acción
cuando los Krupp enfilaron sus disparos sobre ella y al morir el jefe de la
escasa artillería nacional, Levalle ordenó replegarse hacia la estación Lanús.
La Revolución de 1880 puede considerarse el último
episodio de las guerras civiles que pusieron en pugna a las provincias
argentinas con Buenos Aires. El enfrentamiento, signado por la sucesión del
presidente Nicolás Avellaneda y la federalización del territorio de la ciudad
de Buenos Aires, se saldó con cruentas luchas que culminaron con la derrota de
la Provincia, la ciudad convertida en territorio federal y el inició de la
larga hegemonía de Julio Argentino Roca en la política argentina.
Por
su parte, la provincia de Buenos Aires se vio en la necesidad de construir su
nueva capital. El gobernador Dardo Rocha ordenó un completo estudio para
establecer el asentamiento de la sede del gobierno bonaerense; las opciones
eran: Azul, Campana, las Lomas de Ensenada de Barragán, Zárate, Moreno
y Mercedes. Por entonces, nuestra ciudad era llamada la “Gran Capital del Sud” (ocupaba el primer lugar en cantidad de
población de la Provincia con poco más de 26.000 habitantes).
A
pesar del respaldo de muchas personalidades de la época, incluido el mismísimo
ex presidente Domingo F. Sarmiento, la balanza se inclinó en favor de la
creación “desde cero” de una nueva ciudad: La Plata.
Tras haber
sido derrotado el movimiento, Leyría permaneció dado de baja de las fuerzas
armadas por un breve período de tiempo.
El primer gran paso…
Entre muchos otros, el 14 de
noviembre de 1880, Francisco Leyría fue uno de los fundadores del pronto
afamado “Club Unión”. Se hallaba ubicado en la calle Alsina (actual
Yrigoyen), entre Buenos Aires (De Paula) y Burgos, en el actualmente en desuso
ex Club Social. El mismo cumplía actividades culturales de significación, como
conferencias, exposiciones y conciertos. Poseía un salón de fiestas lujosamente
amueblado, una biblioteca para los socios, una sala de billares y salas menores
destinadas a juegos de naipes.
Leyría tenía una casa de remates frente a la Plaza
Colón (actual Plaza San Martín), en la esquina de las calles Burgos y Alsina
(actual Hipólito Yrigoyen), donde el joven Paulino Rodríguez Ocón se desempeñó
primero como dependiente y luego Gerente.
Entre el 21 y el 24 de septiembre de 1884, la Sociedad
Rural de Azul realizó la primera Exposición Rural del Partido. En la
oportunidad, además de un nutrido número de productores locales, también
participaron varios expositores de distintos puntos de la Provincia. La misma
contó con Francisco Leyría como el principal referente; dada la importancia de
su casa comercial -dedicada a los remates, la compra-venta de campos y hacienda
y las operaciones bancarias-, y su interés presto a contribuir al desarrollo de
la ciudad, fue el organizador de una feria exposición que se constituyó en
referente regional, de la cual Rodríguez Ocón resultó el martillero.
Un año después, repentinamente, Leyría decidió cerrar
su comercio y se estableció en Buenos Aires, donde prosiguió su carrera militar
al incorporarse nuevamente al ejército. De todas maneras, su nexo con Azul
continuó siendo estrecho, gestionando desde la gran metrópoli varios avances
para su tierra de adopción.
La educación como pilar
Junto a Paulino Rodríguez Ocón, realizó
diversas tramitaciones en el Ministerio de Instrucción Pública para que se
construyera la Escuela Normal Mixta. Es importante destacar que Azul contó,
junto con San Nicolás, Mercedes y Dolores, con uno de los cuatro primeros
establecimientos de éste tipo en la provincia de Buenos Aires.
En idéntico sentido, la misma dupla se interesó por la
sanción de la ley para la creación del Colegio Nacional local, aunque su
concreción sería muy posterior a los pedidos.
Siempre atento a afianzar la mejora cultural de la
ciudad, Francisco Leyría contribuyó -como tantos otros vecinos- con profunda
convicción a concretar la creación de la Biblioteca Popular de Azul, de la
cual fuera Socio Honorario.
El campo como descanso
En 1888
nuestro destacado militar fue promovido a Coronel.
Pensando en un
futuro más tranquilo, manteniendo una distancia prudencial de las fuerzas
militares, y volcado al campo y la producción rural, Francisco Leyría junto a
su esposa, Justina Leal (hija de Manuel Leal, quien había sido Juez de Paz
de Azul hasta 1874), planeó el centro agrícola “General Rivas”. Para dar
el puntapié inicial, el 19 de diciembre de 1889, le compró al comerciante
Emilio Mallmann un total de 30.142 hectáreas, éste a su vez se las había
adquirido al Estado el 17 de septiembre de ese mismo año. Francisco y Justina
tenían el anhelo de fundar un asentamiento poblacional. Sin embargo, ante el
repentino fallecimiento de su esposa, Leyría cayó preso de una dura depresión que
lo llevó a vender los campos. El comprador resultó ser Guillermo Seré, quien
finalmente donó las tierras para que, el 5 de septiembre de 1903, fuera fundada
la Colonia
Seré (en el actual Partido de Carlos Tejedor).
Volcado
nuevamente al Ejército, Leyría fue jefe del Regimiento 11 de Caballería de
Línea, hasta su reemplazo por el coronel Genaro Racedo.
Hacia 1890 la
República Argentina se sumía en una crisis institucional compleja. El gobierno
de Miguel Juárez Celman se hallaba en una ininteligible encrucijada social y
política. El 26 de julio de 1890 se produjeron nutridas manifestaciones en
distintos lugares del país. En nuestra ciudad, varios grupos se desplazaron por
las calles céntricas hasta concentrarse en la Plaza Colón (actual San Martín),
vivando a la “Unión Cívica” y sus
partidarios. Como contracara, en la Capital Federal, Francisco Leyría participó
activamente contra este movimiento -al que la historia recordará como la Revolución
del ’90-, respaldando sólidamente la estructura verticalista del
“régimen”.
Poco después
fue ascendido a General de Brigada.
Vinculado estrechamente con las más diversas
personalidades del ámbito nacional y provincial, muchos de ellos miembros
activos de algunas de las tantas Logias Masónicas del país, Francisco Leyría se
inició el 7 de noviembre de 1892 en la Logia “Confraternidad Argentina N° 2”.
Asimismo, continuó manteniendo una nutrida vinculación con la Logia local “Estrella
del Sud N° 25”, de la cual su suegro Manuel Leal fuera Hermano
(léase miembro activo).
El 9 de junio
de 1894 fue designado Jefe de la Brigada formada con los cuerpos de Guardia
Nacional de la Capital.
Tiro Federal del Azul
En
1895, como parte de una extensa estructura de stands de tiro al blanco creada
en el país para enseñar a la ciudadanía el manejo de armas de fuego, se creó en
Azul el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”, núcleo
fundacional del actual “Tiro Federal”.
El
28 de febrero de aquel año, la Comisión Directiva de la Institución, nombró a
los generales Francisco Leyría y Zacarías Suspisiche como representantes del
Centro ante las autoridades militares para gestionar armas e instructores “así como el establecimiento de un polígono
de tiro para la instrucción de la guardia nacional”.
Dentro de los
primeros partícipes de esta institución, que con el paso del tiempo logrará
arraigarse férreamente en la comunidad, se destacaron Manuel Castellár y
Paulino Rodríguez Ocón.
Los últimos años…
En los
primeros años del deslumbrante siglo XX, Leyría le solicitó al reconocido
artista azuleño Alberto López Claro la concreción de una obra. Así nació el “Retrato
del General Francisco Leyría”, que fuera ejecutado con una pintura
clasicista y moderna, demostrando los sobrados dotes artísticos de quien
adoptara el pseudónimo “Claudio Lantier”.
Ya habían
pasado unos cuantos años desde que, casualmente en la Capital Federal, había
conocido a la mujer que sería su compañera por el resto de sus días. Después de
un discreto noviazgo, en segundas nupcias, Francisco Leyría contrajo matrimonio
en 1908 con la alemana Ana María Recklinger.
El gobierno argentino, presidido por José
Figueroa Alcorta, decidió organizar las festividades del Centenario
como un acontecimiento internacional al que asistieran personalidades de todo
el mundo. Buenos Aires fue el centro de los festejos, realizándose diversas
ceremonias organizadas por el gobierno y particulares con participación del
mundo de la cultura, militares, escolares y de colectividades extranjeras.
En la
formación del Centenario, Leyría fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la
División Especial de los Institutos Militares, y desempeñando tal
función formó parte del desfile cívico-militar del 25 de mayo de 1910. La misma
fue su última aparición pública…
A los 65 años,
en plena madrugada, Francisco Leyría falleció en Buenos Aires el 11 de
septiembre de 1911.
En las
necrológicas del diario “La Prensa”, con acierto y mesura,
escribieron que con su fallecimiento desaparecía “una de las figuras más características de nuestra milicia de
tradición, constituida por hombres formados en las filas y que habían
conquistado sus galones en meritísimas acciones. Fue uno de los militares que
prestaron servicios eficientes al país, distinguiéndose por su lealtad y valor”.
Leyría fue
sepultado en el Cementerio de la Recoleta, en el Panteón de la Sociedad Militar
(sección 20, tablones 5 y 6). Alrededor de 1930, todos los restos que se
hallaban en dicho mausoleo fueron trasladados al Cementerio de la Chacarita
y depositados en el “Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos de las Fuerzas Armadas”.
Retratado
por Henri Stein, el afamado dibujante del periódico “El Mosquito”, el general
Francisco Leyría fue portada de la edición del 22 de agosto de 1886.
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