domingo, 30 de agosto de 2020

Sobre pájaros, trenes, televisión y radio...

Sobre pájaros, trenes, televisión y radio…

 

Hoy se cumplen 53 años desde el día en que Mario Miguel Marateo ganó el concurso “Odol Pregunta”. Pero, además, también hoy es el día de los ferrocarriles argentinos y, el pasado 27, la radiofonía argentina arribó a sus cien años, actividades a las que el amable vecino azuleño estuvo estrechamente ligado.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

  

“Minuto Odol en el aire”, decía el conductor, Jorge “Cacho” Fontana tras lo cual se escuchaba el ruido del segundero de un supuesto reloj invisible. El concursante tenía entonces unos pocos segundos para contestar su pregunta; si lo hacía correctamente, el conductor agregaba con énfasis: “¡Con seguridad!”.

“Odol Pregunta” había comenzado en 1956 y fue el primer programa local de preguntas y respuestas. Se presentó en Canal 7, aunque luego pasó a Canal 13 y más tarde a Canal 11.

En sus inicios lo condujo Carlos D’Agostino, y luego pasaron Nicolás “Pipo” Mancera, Silvio Soldán, Antonio Carrizo y Héctor Larrea. Sin embargo, el programa quedó asociado para siempre a la presencia, y sobre todo la voz, de Fontana, quien estuvo al frente de la emisión entre 1963 y 1973.

La publicidad vendía al programa como “el único que premia su saber”, y desafiaba a “expertos en física cuántica o el reino animal”, como ejemplos de la amplitud de las temáticas a concursar. El participante solicitaba responder sobre un tema. Un equipo de producción seleccionaba las temáticas hasta que aceptaba la solicitud. Luego, y para reducir el margen de error causado por los nervios, había una serie de cinco exámenes previos hasta la presentación televisada.

De acuerdo a un informe de A.P.T.R.A. (Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentinas), durante las 24 temporadas del programa, se abordaron 158 temas, tuvo 442 participantes y 66 ganadores, entre ellos el querido y recordado Mario Miguel Marateo.


Plumas…

 

Desde pequeño, Mario Miguel había tenido una frenética pasión por los pájaros y a través de los años fue profundizando su estudio, sin tutores ni maestros, simplemente guiado por su espíritu curioso y taurino. A partir de 1960 comenzó a mandar cartas al programa televisivo “Odol pregunta”, para concursar, e incluso su hermana "Mecha" lo anotó personalmente en 1965, pero no obtuvo respuesta hasta dos años después. Marateo fue citado para un examen previo, a cargo del doctor León Benarós, evaluación que aprobó satisfactoriamente y con muy buenos elogios.

Todo estaba listo. El miércoles 5 de julio de 1967, a las 22 horas, todos los azuleños sintonizaron Canal 13 para ver al hijo pródigo de la comunidad contestando sobre “Pájaros de la provincia de Buenos Aires”.

            El concurso se desarrolló durante dos meses, con niveles impensados de televidentes, llegando a alcanzar picos de audiencia de 39 puntos la noche del 30 de agosto, cuando Mario Miguel Marateo contestó correctamente la pregunta Odol por un millón de pesos.

            Ese día, como cada año hasta el presente, se celebraba el Día de los Ferrocarriles Argentinos, ya que en 1857 se había inaugurado la primera línea ferroviaria del país (cuyo recorrido inaugural fue desde la Plaza del Parque hasta la estación Floresta de Buenos Aires). Justamente, Mario Miguel era un querido peón ferroviario al que algún periodista “culpó” por “pintar de ‘azul’ el mapa de la República”, ganándose para siempre el apodo de “El hombre de los pájaros”.

  

La humildad de un grande


Mario Miguel Marateo nació el 2 de mayo de 1928. Sus padres fueron Antonio Marateo y Mercedes Angélica Álvarez. Tuvo una hermana mayor: María de las Mercedes.

Cursó parte de sus estudios primarios en la Escuela N° 1 y luego estuvo en el Asilo San Antonio durante dos años, terminando el 6° grado de la mano del maestro Alfonso Cataldo.

Pronto comenzó a vender diarios y luego trabajó en el Mercado Municipal (ubicado en la esquina este de 25 de Mayo y San Martín); fue cadete de la Farmacia Mola y vendedor en la Zapatería Astral de Gabriel Villanueva. Ingresó en la Marina y después de cuatro meses de reclutamiento pasó a la Fragata Sarmiento, de donde, por “problemas de conducta”, lo dieron de baja. En consecuencia, volvió a su querida ciudad donde trabajó en Casa Etam y más tarde volvió a trabajar en la Zapatería Astral.

            Cuando los ferrocarriles pasaron a manos del Estado argentino, Mario Miguel se anotó junto a otros postulantes. En las oficinas del Ferrocarril Roca, en Plaza Constitución de Buenos Aires, le hicieron un examen físico, le tomaron un dictado y las cuatro operaciones matemáticas básicas. Finalmente ingresó como peón de cargas el 5 de octubre de 1947 y a los pocos días le asignaron como destino la Estación Coronel Rodolfo Bunge. Sin embargo, más allá de este paso trascendental en su vida laboral, ya que finalmente se jubilaría como peón de cargas años más tarde, había conocido a una joven que cambiaría realmente su vida. Tras unos años de noviazgo, Teresa Ida Bonora, se convirtió en su esposa el 17 de enero de 1953.

            Durante algunos años, el matrimonio vivió en el desvío ferroviario del kilómetro 243 (entre Parish y Cacharí), donde Mario Miguel había sido nombrado como efectivo. Cuando la situación económica mejoró un poco para la pareja, volvieron a vivir en la ciudad, en la casa de los padres de Mario. Y finalmente, en 1962, por medio de un crédito del Banco Hipotecario, pudieron comprar el que sería su hogar definitivo en la calle General Ignacio Rivas N° 874, sencilla casita a la que como muestra de cariño Mario Miguel bautizó, tal como rezaba un cartel en el frente: “Teresita”.

  

Después del primer millón…

 

Tras una numerosísima recepción en la Estación de Trenes de Azul y múltiples entrevistas radiales y periodísticas, Mario Miguel editó su primer libro “Pájaros argentinos”, del cual se agotó la tirada de 30.000 ejemplares.

En 1972 volvió a concursar en “Odol pregunta. Ronda de ganadores”. Allí compitió por dos millones de pesos, sin embargo, tras tres empates consecutivos con Claudio Domínguez (quien contestaba sobre mitología griega), se decidió desde la producción del programa repartir el premio en partes iguales, siendo ambos ganadores. 

Todas las publicaciones y diarios del país se ocuparon de la historia del humilde ferroviario que había ganado el prestigioso “Odol Pregunta”. Hasta Mirtha Legrand lo tuvo en su mesa en seis oportunidades. El anonimato pasó a ser parte del pasado, sin embargo, para Mario Miguel no había mejores momentos que los que pasaba con sus padres, su adorada Teresita y su familia.

Más tarde publicó el libro “El aficionado a los pájaros”.

Escribió múltiples artículos para los diarios “El Tiempo” y “Diario del Pueblo”, abrió su propio local comercial, participó de diversas charlas y disertaciones y volvió a la televisión en reiteradas oportunidades, pero la popularidad nunca lo mareó, porque jamás perdió su humildad y carisma.


Al aire

 

En octubre de 2002 su amigo Félix Campodónico le propuso hacer juntos un programa radial todos los domingos por la mañana. Así comenzó por FM del Pueblo “En familia y sin Re-Fu-Po” (En Familia y sin religión, fútbol ni política).

Un tiempo después, Teresita pasó a ocupar el lugar de Campodónico y realmente la emisión radial quedó “en familia”, alegrando con música antigua, pero por sobre todo, abrigando con calidez a mucha gente, lo cual los hizo merecedores del Premio CADUCEO 2006.

La audiencia siempre fue sumamente nutrida e inclusive, a través de Internet el programa era escuchado por azuleños en las Islas Canarias, Sydney Australia, La Plata y Bahía Blanca.

El matrimonio desplegaba toda su ternura y simpatía, amenizando las mañanas con rancheras, valses, tarantelas, tangos y todo tipo de música. Como buen admirador de Carlos Gardel y del tango en general, Mario Miguel conservaba una importante colección musical con unas ocho mil canciones diferentes, grabadas en cassettes y discos compactos, superando ampliamente las veinte mil versiones. Cada canción era acompañada por comentarios referidos a la historia del autor, del intérprete o alguna curiosidad vinculada.

En alguna efeméride, Mario Miguel y Teresita hicieron referencia a “Los Locos de la Azotea”, como fueran conocidos a lo largo de la historia Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, quienes el 27 de agosto de 1920 dieron inicio a la radiofonía argentina cuando transmitieron la ópera Parsifal desde la terraza del Teatro Coliseo. Esa fue la primera transmisión radiofónica, integral y completa, de un programa de radio, realizada justamente hace 100 años, conmemorándose desde entonces el Día de la Radiofonía Argentina (a pesar de que el Día Mundial de la Radio se celebra cada 13 de febrero).

 

 Despedida

  

Mario Miguel Marateo fue declarado Ciudadano Ilustre del Partido de Azul, pero el reconocimiento más grande que tuvo fue el cariño y el afecto de la gente.

En julio de 2017, gracias a la ayuda de Alberto Sarramone, Editorial Biblos Azul reeditó “El aficionado a los pájaros”, tal como reza la contratapa “…en homenaje a este gran estudioso autodidacta de nuestra naturaleza, en el 50° aniversario de aquel famoso programa”.

En enero de 2018, pocos días después de cumplir 65 años de matrimonio, falleció Teresita. Y desde entonces la salud de “El hombre de los pájaros” comenzó a deteriorarse añorando la compañía de su amada.

            Mario Miguel Marateo falleció el viernes 14 de diciembre de 2018.




martes, 18 de agosto de 2020

Lo que se viene...

En medio de un año complicado me siento sumamente feliz de, igualmente, poder ir dándole forma y concretando hermosos proyectos con Claudia Uberuaga, Mirian Conte y Eduardo Luis Farina.

Me acaba de llegar la documentación sobre la registración de los proyectos que tenemos en marcha:

"Los Belgrano y el Azul" (verá la luz antes de fin de año).

"Balneario Municipal de Azul".

"Por una cabeza. Breve historia del Hipódromo de Azul".

"Parque Municipal de Azul".

"Los Rosas y el Azul".

"Ernestina, los abuelos y Nuestra Señora de Lourdes".

"Los secretos del silencio. Breve historia del Monasterio Trapense".

"La Casa de Dios. Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario de Azul".

"Las calles del Azul".

Posiblemente este sea el orden de salida... Pero más allá de los detalles, los más lindo que nos sucede es seguir trabajando POR LA HISTORIA DE AZUL.

FELIZ!!!!!! MUY FELIZ!!!!!!!!!

lunes, 17 de agosto de 2020

El general San Martín y el Azul

 Historias y Personajes del Azul


El general San Martín y el Azul

 

            


            A los 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno, el José de San Martín pasó a la inmortalidad. Según cuenta la leyenda, el reloj de la casa que alquilaban en Boulogne-sur-Mer dejó de funcionar en el momento de su fallecimiento.

Antes de morir, San Martín le había legado su sable al gobernador Juan Manuel de Rosas, como agradecimiento por su obra realizada con valentía y patriotismo en la Vuelta de Obligado contra los ingleses. Mariano Balcarce, yerno del General, le escribió a Rosas para darle a conocer la noticia:

            “Como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: ‘3ro. El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla’”.

Tras la muerte de Mercedes San Martín en febrero de 1875, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, se creó la “Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador”. Después de varios contratiempos, el objetivo finalmente fue alcanzado el 28 de mayo de 1880. Desde entonces, los restos del “Padre de la Patria” descansan en un mausoleo en una nave lateral de la Catedral de Buenos Aires bajo el epitafio que reza: “Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes y llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador”.



La cuna del héroe



José Francisco de San Martín y Matorras nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, una ex misión jesuítica situada a orillas del río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata, en la actual provincia de Corrientes.

Sus padres fueron Gregoria Matorras del Ser y Juan de San Martín, quien sirvió como militar a la Corona española y fue el primer Gobernador de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú. Tuvo cuatro hermanos mayores: Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo Rufino y María Elena.

            Cuando tenía cinco años, junto a su familia se trasladó a España, pues su padre había sido destinado a Málaga. Comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga. Posteriormente, ingresó en el ejército español haciendo su carrera militar en el Regimiento de Murcia.

Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera.

 

De regreso…

 

Antes de embarcarse a Sudamérica, estuvo un tiempo en Londres donde adquirió su célebre sable corvo. Posteriormente, armaría a su Regimiento de Granaderos a Caballo con armas similares, ya que las consideraba ideales para los ataques de carga de caballería.

Con 34 años, habiendo alcanzado el grado de Teniente Coronel, regresó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812, siendo recibido por los miembros del Primer Triunvirato.

A poco de su llegada, se ocupó de instruir a las tropas del Ejército en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón Bonaparte.

Junto con Carlos María de Alvear fundó, a mediados de 1812, una filial de la Logia de los Caballeros Racionales, que rebautizó con el nombre de Logia Lautaro (Lautaro fue un Cacique araucano que en el siglo XVI se había sublevado contra los españoles). La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres. Su objetivo era “trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad”.

En octubre, San Martín dirigió un movimiento militar preparado por la Logia, con el objeto de derrocar al gobierno, al cual juzgaban poco decidido por la independencia. Bajo la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombró un Segundo Triunvirato al que se le exigió llamar a una Asamblea Suprema de delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una constitución.

El 12 de noviembre de 1812, José Francisco contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada, de 14 años, en la Iglesia de la Merced de Buenos Aires. Cuatro años después, el 24 de agosto, nació Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, única hija de la pareja.

 

Veintidós años de epopeyas

 

La primera acción militar de San Martín y su recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo estuvo dirigida a detener las incursiones con que los realistas de Montevideo asolaban las costas del río Paraná. Se instaló con sus tropas en el Convento de San Carlos, posta de San Lorenzo, en el sur de la actual provincia de Santa Fe. El 3 de febrero de 1813 y ante el desembarco de 300 realistas, se libró el Combate de San Lorenzo.

Dado que existían aún sospechas acerca de la fidelidad a la causa independentista por parte del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente de la reducida tropa de Granaderos. Como consecuencia, su caballo fue mortalmente herido y quedó aprisionado bajo su cabalgadura, a punto de ser ultimado por un realista. Le salvó la vida el soldado también correntino Juan Bautista Cabral (ascendido post mortem a Sargento), que antepuso su cuerpo a dos bayonetazos.

Esta batalla, que por la cantidad de combatientes de ambos bandos podría parecer secundaria, permitió alejar para siempre a las flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones.

Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al general Manuel Belgrano. Su encuentro con el jefe saliente ha sido llamado “Abrazo de Yatasto”, ya que se dio en la Posta de Yatasto, en la provincia de Salta.

Como comandante del Ejército Auxiliar del Perú decidió reorganizar las tropas en San Miguel de Tucumán, donde se acantonó en una fortaleza en construcción, conocida como la Ciudadela. Al poco tiempo, convencido de que no podría arribar por el camino del Alto Perú hasta Lima (que en ese momento era el centro del poderío realista), concibió la idea de cruzar la Cordillera de los Andes y atacar la ciudad desde el mar.

En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró Gobernador de la Intendencia de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la Campaña al Perú.

El Cruce de la Cordillera de los Andes fue un conjunto de maniobras realizadas por el Ejército de los Andes de las Provincias Unidas del Río de la Plata entre el 12 de enero y el 8 de febrero de 1817, para atravesar las montañas desde la región de Cuyo hasta Chile, y enfrentar a las tropas realistas leales a la Corona española que allí se encontraban, llevando luego la Expedición Libertadora por mar al Perú. El Cruce es considerado uno de los grandes hitos de la historia argentina, así también como una de las mayores hazañas de la historia militar universal.

Chile, tras una ofensiva realista había perdido su independencia. San Martín decidió tomar partido rápidamente y se alió al general Bernardo O'Higgins. Como parte importante de su plan, además,  presionó a los diputados del Congreso de Tucumán para que declaren la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816.

Contrariamente a lo pretendido por el Director Supremo y sus partidarios, entró en correspondencia con José Gervasio Artigas y se negó a distraer su esfuerzo bélico de las campañas emancipadoras en Chile y en Perú para enfrentar a los federales. Por este motivo los unitarios, en particular Bernardino Rivadavia, llegaron a acusarlo de “traidor”.

El grueso del Ejército al mando del propio Jefe de la expedición, el general San Martín, tomó la ruta llamada Paso de Los Patos. El cuerpo abrió la marcha desde El Plumerillo, tomó por Jagüel, Yalguaraz, Río de los Patos, salvó el alto cordón del Espinacito por el paso homónimo, situado a 5.000 metros. El avance por el Paso de Uspallata y el valle del Río Mendoza, se inició el 18 de enero de 1817. A cargo de las tropas se hallaba el Brigadier Juan Gregorio de Las Heras. Tras vencer en los combates de Picheuta, Combate de Potrerillos y Guardia Vieja, pudo ingresar en Santa Rosa de los Andes.

 El 2 de febrero inició el paso de la cadena limítrofe por el Paso de las Llaretas. Esta columna tropezó con las mayores dificultades, pues fue preciso escalar cuatro cordilleras. Soler que iba adelante logró las victorias de Achupallas (4 de febrero de 1817) y Las Coimas (7 de febrero de 1817). Al día siguiente ingresaron en San Felipe.

El Cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (por ejemplo Las Heras registró que cruzó el paso de la Cumbre, de 3.500 metros, a las tres de la mañana), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua.

Las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler se reunieron el 8 de febrero en el Campamento de Curimón. Cuatro días después se libró la Batalla de Chacabuco, en la que el Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los realistas. De inmediato se convocó a un Cabildo abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente República, pero éste rechazó el ofrecimiento para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la Provincias Unidas del Río de la Plata sobre la autonomía de Chile. Pronto el Cabildo nombró a O'Higgins como Director Supremo.

El 19 de marzo de 1818, en Cancha Rayada, el Ejército Unido bajo las órdenes de San Martín fue derrotado cuando realizaba una maniobra nocturna para evitar un inminente ataque. La desmoralización hizo efecto en Santiago, pero San Martín no se dio por vencido y en quince días puso nuevamente a su ejército en condiciones de luchar.

            Finalmente, el 5 de abril se produjo la Batalla de Maipú, en la que las fuerzas patriotas obtuvieron una completa victoria. El Brigadier O'Higgins, se hizo presente una vez finalizada la lucha, para abrazar a San Martín y llamarlo “Salvador de Chile”. En efecto, con la batalla de Maipú se obtuvo definitivamente la victoria sobre las tropas realistas, asegurando la Independencia de Chile.

El 8 de septiembre, el Ejército al mando de San Martín desembarcó en la playa de Paracas, cerca del puerto de Pisco, Perú, haciendo retroceder al ejército realista, que se replegó a la zona de las sierras. En los primeros días de noviembre San Martín desembarcó en la localidad de Huacho, donde fortificó su posición e inició su estrategia para sitiar definitivamente Lima.

El sitio de Lima se prolongó por algunos meses; en el mes de marzo arribó al Perú el Capitán Manuel Abreu, enviado por el Rey de España como emisario pacificador. San Martín decidió iniciar una nueva estrategia y envió dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur, y otra al mando del general Arenales, hacia las sierras.

            Pocos días después se pasó a sus filas uno de los más destacados regimientos de las fuerzas del Virrey: el Regimiento Realista Numancia, compuesto de venezolanos y neogranadinos. Esta deserción en masa desmoralizó al resto de las fuerzas realistas, obligándolas a abandonar la ciudad. Esto le abrió las puertas de Lima a San Martín, quien la ocupó y reunió a un Cabildo abierto. Ante una multitud reunida en la Plaza de Armas de Lima, San Martín declaró la Independencia y fue nombrado “Protector del Perú” con autoridad civil y militar. De inmediato dictó un Estatuto Provisorio de Gobierno, en el cual se establecía la división territorial, la libertad de vientres y la libertad de los indígenas; además fundó la Biblioteca Nacional del Perú, a la cual donó su colección personal de libros. Estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, pero no permitió otro culto religioso más que el católico.

Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador, en la que reclamaba la incorporación a la misma del batallón Numancia. San Martín se negó a perder la excelente unidad y en su lugar envió una División Auxiliar, al mando de Andrés de Santa Cruz, que participó en las batallas de Riobamba y Pichincha.

Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 tuvo la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con el general Simón Bolívar, teniendo como tema principal la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica. Finalmente, San Martín cedió a Bolívar la iniciativa y conclusión de la campaña libertadora.

Poco después decidió retirarse de todos los cargos y volvió a nuestro país.

Vuelto a Mendoza, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro que vuelva a la ciudad. A decir verdad, el apoyo de San Martín a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del Gobierno de reprimir a los federales, le había valido que los unitarios quisieran someterlo a juicio.

Al empeorar la salud de María de los Remedios, desafiando las órdenes de Rivadavia (declarado abiertamente enemigo), regresó a Buenos Aires. Al llegar, su mujer ya había fallecido, el 3 de agosto de 1823. Angustiado, José Francisco solamente pudo disponer el epitafio de su sepultura que reza: “Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín”.

 

Lejos, pero no tanto…

 

Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador y muchos los juzgaban injustamente como si todo lo hecho no hubiese valido de nada. Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija Mercedes, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partieron hacia el puerto de El Havre (Francia) y, luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París.

Desde el nacimiento de su hija, su única obsesión fue la educación de la pequeña, por lo que en 1825 redactó las “Máximas para Merceditas”, donde sintetizó sus ideales educativos.

Con motivo de la guerra con Brasil, ofreció sus servicios a las autoridades argentinas sólo después de la renuncia a la Presidencia de su despreciado enemigo Bernardino Rivadavia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.

En marzo de 1829 intentó regresar a Buenos Aires, al saber que había vuelto a estallar la guerra civil. Su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle, había derrocado y fusilado al Gobernador bonaerense  Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, ofreció a San Martín, la gobernación de la provincia. Éste último juzgó la situación y le respondió a Lavalle que: “el General San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos”. Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.

En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años se encontró con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y gracias a la venta de las fincas con que lo habían premiado los gobiernos de Mendoza y Perú, se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.

En su residencia recibió la visita de varios personajes americanos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido (padre del poeta Carlos Guido y Spano), quien lo mantenía informado sobre la situación política en América.

El 23 de enero de 1844 redactó su testamento ológrafo, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce que ejercía como embajador argentino en París. En ese documente, también decidió el destino de su sable corvo. El arma había quedado en Mendoza, al cuidado de una familia amiga y, tras una carta que él había enviado, su hija y su yerno se habían ocupado de hacérsela llegar a su residencia francesa.    El 17 de agosto de 1850 su corazón se detuvo…


San Martín y Azul


Los homenajes que evocan el nombre del “Padre de la Patria” en nuestra ciudad son numerosos al igual que en todo el país (calles, avenidas, clubes, barrios, bibliotecas, equipos de futbol, etc.).

La plaza central de Azul originalmente fue conocida como Plaza Mayor (según el plano trazado por el Agrimensor Francisco Mesura en 1832) y, al mismo tiempo, era llamada popularmente Plaza de las Carretas. Luego recibió el nombre de Plaza Colón y conservó la misma denominación hasta 1939 cuando se inauguró la remodelación que hoy todos disfrutamos, la cual tiene como elemento principal el monumento ecuestre de San Martín. La obra fue ejecutada por iniciativa del intendente Agustín Carús, en concordancia con el plan desarrollado por el gobernador bonaerense Manuel Fresco y llevada a la práctica por el Arquitecto e Ingeniero Francisco Salamone.

El monumento emplazado en Azul es una reproducción del inaugurado el 13 de julio de 1862 en la ciudad de Buenos Aires. Este último, a su vez, es una réplica del que mandara a construir el gobierno de Chile en 1859, como el primer homenaje en el mundo al heroico militar argentino. En efecto, en el país trasandino se le había encargado al escultor francés, especialista en caballos, Louis Joseph Daumas, la realización de un monumento ecuestre conmemorativo al Libertador que se emplazaría en la ciudad de Santiago de Chile. Aunque la obra fue terminada por Daumas en 1860, su inauguración recién se realizaría el 5 de abril de 1863. Apresurado y pretendiendo anticiparse a su par chileno, el gobierno argentino le encomendó al mismo Daumas una réplica de la estatua la cual pronto se emplazó en el Barrio de Retiro de Buenos Aires.

Por otra parte, en Azul, en nuestro Parque Municipal “Domingo F. Sarmiento”, en la Plaza Blas Dhers -a la que conocemos como “La Loma”- podemos encontrarnos con un retoño del célebre Pino de San Lorenzo. Fue plantado allí en 1941 y declarado “Árbol de Azul”, durante la gestión del comisionado Alfredo Pascual Ferro, por iniciativa de varios vecinos encabezados por la Asociación Cultural Sanmartiniana, la cual había sido fundada y era presidida por el doctor en Historia Exequiel C. Ortega. El basamento fue proyectado con posterioridad por los Arquitectos Pedro Hernández y Joaquín García, y finalmente ejecutado por la Municipalidad de Azul con la adhesión de la misma Asociación Cultural, la cual contribuyó aportando los materiales utilizados.

Poco después de terminado el Combate de San Lorenzo (Santa Fe), un pino brindó reparo del caluroso sol del verano al Gral. Don José de San Martín a cuya sombra le dictó el Parte de Batalla a su ayudante Mariano Necochea. Aquella conífera fue declarada “Árbol Histórico” el 30 de enero de 1946 por Decreto N° 3038 del Poder Ejecutivo Nacional. Se trata de un Pinus Pinea o pino piñonero (conífera originaria de la costa del mar Mediterráneo) que fue transportado siendo una pequeña planta desde Europa o plantado de semilla por los frailes franciscanos al instalarse en la zona santafesina hacia el año 1790 aproximadamente. Fue ubicado en lo que eran los fondos de la huerta del Convento San Carlos con el objetivo de obtener sus piñas, cuyo fruto -el piñón- era utilizado en confituras de panificación.

            Por último, otro dato pocas veces tenido en cuenta, es que en nuestros pagos –a mediados del siglo XIX-, vivió el general Manuel de Escalada, hermano de María de los Remedios, esposa del prócer. Entre otras obras, el cuñado del  “Padre de la Patria” resolvió donar, a numerosas familias de pobladores originarios, las tierras que dieran nacimiento a Villa Fidelidad.


 

sábado, 8 de agosto de 2020

Horacio de Dominicis, el amigo de la Democracia

Historias y Personajes del Azul


Horacio de Dominicis, el amigo de la Democracia


Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Horacio Alberto de Dominicis nació el 19 de enero de 1917, en Chascomús, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Claudino Horacio de Dominicis y María Gorostiague. Tuvo cinco hermanos menores: Héctor Salustiano, Ader Roberto, Ernesto Bernardo, Jorge y Omar.

La familia se instaló en el campo La Unión, sobre la Ruta Provincial Nº 50, entre Cacharí y Rauch.

Horacio llegó a Azul para hacer el servicio militar, en el año 1938, cuando el Regimiento 2 de Artillería Montada llevaba apenas un año de asentamiento en nuestro medio.

Contrajo matrimonio con Amada Ángela Felisa Ippólito Funiccelli, con quien tuvo cuatro hijos: Norma, Mabel, Horacio y Liliana.


En Azul…


Horacio estuvo estrechamente ligado a la Cooperativa Eléctrica de Azul (C.E.A.L.), Horizontal Azul, Curtiembre de Azul, Jockey Club de Azul, y comisiones de Desarrollo Industrial –entre otros-, por supuesto al margen de su constante actividad particular en el comercio de lanas y cueros.

Asimismo el automovilismo deportivo lo contó como entusiasta integrante de los grupos o peñas que espiritual y económicamente respaldaban a los amigos corredores Héctor Cachenaut y Carlos J. Tártara.

De la fraternal rueda que cotidianamente se formaba en el viejo Plaza Bar (esquina Este de San Martín y Burgos), entre el rodar de los dados al ritmo de “la morocha” o “la generala” surgían todo tipo de ideas, siempre constructivas, cualquiera fuese su contenido conceptual. Y de esa rueda del café formaba parte Horacio, auténtico cultor de la amistad en su más pura expresión.

Idealista nato, y por eso inclaudicable, su presencia fue un aporte de inestimable valor humano a las agrupaciones cívicas en las cuales volcó su pasión ciudadana.

 

La Casa Radical


Cuando militaba en la vieja U.C.R. junto a su correligionario y entrañable amigo Pedro Armando López, el entonces líder del radicalismo azuleño Juan Prat en nombre de la conducción partidaria les otorgó el visto bueno para que pulsaran el ambiente a fin de constatar qué posibilidades había de obtener apoyo monetario para cristalizar la idea por ellos presentada y que no era otra que la compra del “techo propio”.

Formalmente, se constituyó una Comisión Pro Casa Radical que quedó integrada por: Juan Prat, Alfredo Sarno, Juan Carboni, Horacio de Dominicis, Jacinto Hipólito Bogliano, Juan Iturralde, Juan Carlos Dhers, Florencio Mirande, Pedro Armando López, Palmiro Bogliano, Salvador Duca y Honoria Mirande.

El núcleo de voluntarios creció rápidamente, con los mejores auspicios, y antes de lo previsto se formalizó la operación. Se trataba, por supuesto, de la finca de Burgos 711, que como sede partidaria llevaría luego el nombre del Dr. Prat. Mudados en 1952, había que “vestir” la casa y lo primero que se organizó fue una Comisión de Biblioteca, presidida por Pedro Lorea, para conseguir la mayor cantidad posible de material bibliográfico.

 

Los golpes del Peronismo

 

Iniciada la década del ’50, el gobierno del general Juan Domingo Perón endureció su postura frente a las voces opositoras, ejecutando un duro plan de persecución y encarcelamiento de muchos militantes políticos o simplemente simpatizantes, buscando acallar a todos aquellos que pensaban de manera diferente.

En el Libro de Actas del Comité local de la U.C.R., particularmente en dos documentos, quedó registrado el duro suceso que le tocara vivir a Horacio de Dominicis, cuando fue detenido y “desaparecido”, el 5 de mayo de 1953. En el Acta Nº 136, en la que se refleja la reunión del día 11 de mayo de 1953, quedó asentado lo siguiente: “La presidencia informa y es leído por Secretaría la siguiente declaración, cuyo texto se conviene transcribir en acta: ‘Con motivo de la detención dispuesta por las autoridades policiales contra don Horacio A. de Dominicis, secretario del Comité local de la Unión Cívica Radical, don José María Posada, secretario general del la Juventud y presidente de la Sub Comisión de Biblioteca ‘Hipólito Yrigoyen’ y don Atilio Enrique Belsito, tesorero del Comité de la Juventud Radical y del proceso que se sigue a don Julián Crescencio Maroa (…) con la firma de los abogados del Partido, Juan Prat, Palmiro B. Bogliano, Alfredo Sarno, Rodolfo Prat y Roberto Dours, han sido interpuestos ante el Juzgado Nacional de Azul y Señor Juez del Crimen del Departamento Judicial Sud-Oeste sendos recursos de “Habeas Corpus” reclamando la libertad de los señores de Dominicis, Posada y Belsito y pidiendo así mismo que se investigue su paradero, porque no obstante tener conocimiento de que los mismos fueron detenidos por la autoridad policial, en sus respectivos domicilios, ante el pedido de informe de sus familiares y abogados, la policía niega sistemáticamente se encuentren estos en sus respectivos locales.

(…) De inmediato la Presidencia informó ampliamente de la angustia vivida por el Radicalismo con motivo de la detención y desaparición del Secretario Señor Horacio A. de Dominicis. El mismo fue sacado de su domicilio particular a las veintitrés horas del día martes 5 de mayo, su paradero oficialmente desconocido por la negativa sistemática de la policía de seguridad local, de la policía Regional y de la Policía Federal, a los familiares y abogados del mismo durante los días miércoles y jueves, se tuvo la noticia extraoficial que el mismo estaba detenido en la Comisaría Regional local, al parecer sin ningún peligro ni cuidado por su estado físico y moral. Esa situación motivó la demora de interponer recursos judiciales ante el temor de que el señor de Dominicis pudiera sufrir lesiones de alguna índole de parte de quienes lo retenían ilegalmente. El viernes 8 de mayo en horas de la mañana se supo que el mismo había sido sacado en la noche anterior de la Policía Regional y llevado ocultamente y presumiblemente a la localidad de Chillar; se resolvió transmitir a correligionarios de esa localidad la novedad para seguir sus pasos. Al tomarse conocimiento de la detención del secretario general de la Juventud y el tesorero de la misma don José María Posada y Atilio Enrique Belsito, los abogados del Partido decidieron presentar los recursos judiciales a que alude la declaración que ha sido transcripta en esta acta.

(…) Recién a las veintitrés horas de ese día sábado se tuvo la sensación de que el mismo no había sufrido aparentemente daño alguno en su salud física y a las veinticuatro horas se comunicó en la Policía Federal a familiares del mismo que de Dominicis había prestado declaración y que su incomunicación le había sido levantada, habiéndose resuelto su traslado en la mañana del Domingo a la Cárcel Departamental. El domingo 10 de mayo a las doce y treinta horas los Doctores Juan Prat, Rodolfo Prat y Jacinto Hipólito Bogliano se constituyeron en la Cárcel Departamental y tomaron contacto con los detenidos de Dominicis y Posada por cuanto Belsito había sido liberado por la propia policía Federal por falta de mérito. Se pudo constatar que Posada estaba en perfectas condiciones y que de Dominicis había sufrido las torturas cuya publicidad es conocida por todos y que ante las mismas han tomado estado público por la indignación que provocaron. En cuanto al estado de ánimo de Dominicis, este es espléndido manteniendo su fervor partidario y su adhesión a los principios del Partido. (…)”.

Un tiempo más tarde,  en el Acta Nº 141, del día 14 de diciembre de 1953, se cuenta cómo se resolvió la situación en la que se vieron involucrados los correligionarios radicales. El documento reza: “El Presidente informa que se encuentran en libertad los correligionarios Horacio de Dominicis, secretario del Partido y don Atilio Belsito, tesorero del Comité de la Juventud quienes después de un largo período de encontrarse detenidos en la ciudad Eva Perón (La Plata) habían recobrado su libertad. (…)”.


Las leyes según el General

 

En lo que atañe al recurso a instrumentos legales, contando con la benevolencia judicial frente a las objeciones en términos de constitucionalidad, durante el gobierno del general Perón se sancionaron varias leyes penales, adecuadas para su aplicación persecutoria. Dos ejemplos, ambos del año 1949: la Ley Nº 13.569, que reformó el Código Penal, modificando la tipificación y aumentando las penas del delito de desacato, con grave detrimento de la expresión pública de ideas disidentes; y la Nº 13.985 (que diera “motivo” a la detención de de Dominicis) que, recogiendo la experiencia de decretos-ley dictados en tiempos del gobierno de facto, tipificaba un catálogo de delitos “contra la seguridad de la Nación, tales como traición, espionaje, sabotaje, entre otros, incriminando, sorprendentemente, incluso formas culposas de comisión, de hecho, hasta la huelga de trabajadores podía ser alcanzada por sus disposiciones.

 

Tiempos de fracturas…

 

El 2 de enero de 1956, Juan Prat le entregó la conducción del Partido a Horacio de Dominicis. Sin embargo, por aquél tiempo se estaba gestando un conflicto interno en el radicalismo que lo llevaría a una fractura histórica.

El 15 de agosto de 1946 se había publicado el primer número del periódico “Alem”, órgano oficial del Centro de la Juventud Radical de Azul, que tuvo una relativa breve existencia. Casi una década más tarde, en tiempos convulsionados, el 16 de mayo de 1956, apareció el primer número del periódico “Afirmación”, con información y doctrina del radicalismo.

El 5 de octubre de 1956, en sesión extraordinaria, en la Casa Radical, el Vicepresidente 1º, Florencio Mirande, informó a los demás miembros reunidos de la Comisión Directiva sobre las renuncias presentadas por el Presidente, Horacio de Dominicis, el secretario Roberto Dours y los vocales Omar Soccini y Juan Carlos Mozo. El Dr. Juan Prat tomó la palabra y expresó que se sentía preocupado por las renuncias presentadas y las razones expuestas en las mismas, por cuanto entendía que los correligionarios podían ubicarse en las corrientes ideológicas existentes dentro de la Unión Cívica Radical, ya que eso significaba una exteriorización dentro de la vida democrática del Partido dando una fisonomía y una característica que se necesitaba para una marcha regular. “Las distintas opiniones merecen nuestra consideración y respeto”, manifestó el Dr. Juan Prat,  y siguió: “…es de lamentar las renuncias presentadas por cuanto el Sr. Presidente, el Sr. Secretario y vocales renunciantes en la vida partidaria y desde los cargos que desempeñan, todos los afiliados valoramos su conducta que caracterizó su personalidad, actuando en forma intensa, movilizando al Partido hasta su más completa organización de acuerdo a la Carta Orgánica”. Después de otras consideraciones resumió invitando a todos los correligionarios para que actúen dentro del respeto y la consideración.

            Casi inmediatamente, Mirande transfirió la presidencia al Dr. Horacio Ferro y luego el Comité debió elegir nuevas autoridades, recayendo la conducción en el Dr. Juan Iturralde.

 

El “Intransigente”

 

      A la hora de definirse en medio de dos corrientes internas cuyas posiciones resultaron irreconciliables, de Dominicis, junto con otros correligionarios, eligieron la línea liderada por el Dr. Arturo Frondizi. Así se produjo su plena identificación con la Unión Cívica Radical Intransigente (U.C.R.I.).

            Con el peso de la proscripción “sobre sus espaldas”, el Peronismo volvió a presentar candidatos para las elecciones convocadas por el Presidente de la Nación para el 18 de marzo de 1962.

            En Azul, los principales candidatos fueron tres: Juan Carlos Pourtalé, por el Partido Peronista, que en realidad se encolumnó bajo la denominación de “Unión Popular”; Horacio de Dominicis por la Unión Cívica Radical Intransigente y el doctor Juan Iturralde quien representaba a la lista de la Unión Cívica Radical del Pueblo.

            Los pronósticos que manejaba el oficialismo, le indicaban al presidente Arturo Frondizi que el peronismo no iba a contar con el apoyo suficiente del pueblo para retornar al poder. Sin embargo, las previsiones fallaron sustancialmente.

            La victoria del Peronismo fue abrumadora.

            De acuerdo con los números finales, en nuestra ciudad, la lista encabezada por el intransigente Horacio de Dominicis quedó ubicada en un tercer puesto al alcanzar apenas 5.867 sufragios. La lista ganadora fue la conducida por Pourtalé, quien se alzó con 8.001 votos, mientras que resultó segunda la Unión Cívica Radical del Pueblo con 7.391.

Los militares, que se habían mantenido expectantes y amenazantes durante todo el mandato de Arturo Frondizi, reiniciaron una seguidilla de presiones. Frondizi debió anular las elecciones y finalmente, pocos días después, el 29 de marzo de 1962, se vio forzado a renunciar.

 

Nuevo Banco de Azul

  

Horacio Alberto de Dominicis desempeñó importantes funciones como director del Nuevo Banco de Azul desde el año 1964, ganándose el respeto de sus pares por su estricto concepto de la responsabilidad y dedicación permanente. El 26 de septiembre de aquél año inició su actividad en el Directorio del Nuevo Banco de Azul, como director suplente, hasta el 19 de abril de 1971, pasando a desempeñarse como titular desde el día siguiente hasta el 7 de agosto de 1978.

A partir del 8 de agosto de 1978 fue nombrado secretario del Directorio, cargo en el que se desempeñó hasta el 30 de octubre de 1988.

El 18 de octubre de 1991 fue elegido nuevamente director suplente, función que desempeñó hasta su fallecimiento.

  

El M.I.D

  

El Movimiento de Integración y Desarrollo (M.I.D.) tuvo su origen en un desprendimiento la Unión Cívica Radical Intransigente (U.C.R.I.). Arturo Frondizi había entablado una estrecha relación con Rogelio Frigerio, quién promovía una versión crítica del desarrollismo, una nueva teoría económica creada por los economistas de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Frigerio adhería a la necesidad de contar con una sólida política industrialista, pero a diferencia del organismo de las Naciones Unidas, él hacía hincapié en la necesidad de recurrir a las empresas multinacionales y la inversión extranjera directa para desarrollar industrias de base: siderurgia, petroquímica, fabricación de automóviles y sobre todo, hidrocarburos.

La política económica de Frondizi estuvo plenamente influida por el desarrollismo y las ideas de Frigerio, lo que produjo dos corrientes dentro de la U.C.R.I.: aquella que continuaba sosteniendo la Declaración de Avellaneda, definido en 1945 por la corriente intransigente de la U.C.R.; y la que adhería a las nuevas ideas desarrollistas, definidas por Frigerio y llevadas a la política económica por Frondizi.

Luego del golpe de estado que derrocó a Frondizi, ambos grupos tomaron distancia, y la ruptura fue inevitable. En 1963 los adherentes a las ideas desarrollistas dentro de la U.C.R.I., encabezados por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, se separaron y fundaron el Movimiento de Integración y Desarrollo.

Horacio de Dominicis se identificó plenamente con el M.I.D. y, justamente su amigo, Alberto Sarramone, encabezó en 1964 la lista seccional de candidatos a diputados por dicho sector.

 

Los candidatos de 1985

  

            En 1985, junto a reconocidos vecinos, Alberto Sarramone fundó la Agrupación Municipal Independiente de Azul (A.M.I.). A su lado estuvo de Dominicis.

            La primera prueba de fuego estuvo dada en los comicios que se llevaron a cabo el domingo 3 de noviembre del mencionado año. Aunque los números  finales fueron un poco menores a los esperados, con 6.940 sufragios a favor, Sarramone y Duca se convirtieron en concejales del Partido de Azul representando a la por entonces tercera fuerza política. Y aunque de Dominicis no accedió a una banca, siguió respaldando férreamente a la Agrupación y por sobre todo a sus amigos. Para él llegaron los tiempos de dedicarse plenamente a la actividad privada, sin dejar de ser un gentil consejero ante quienes acudían a su experiencia y equilibrio.

            

Adiós…

  

            Horacio Alberto de Dominicis falleció en Azul, el 2 de agosto de 1995. Las palabras de despedida estuvieron a cargo de Juan Matías Schiaffino y Pedro Armando López.



“A Horacio”

 

 

            Días después del sepelio de de Dominicis, su entrañable amigo y correligionario,  Alberto Sarramone, publicó en “El Tiempo” los siguientes sentidos versos: 

 

Afuera hace frío…

Pero se siente el calor

que brota al rescoldo

de tu recuerdo, Jefecito,

que latirá por siempre,

de tu generoso corazón,

ilimitadamente abierto,

del cual fui, como tantos,

destinatario y testigo.

 

Aunque los viejos amigos,

en la descansada morada,

celebren ya en mayoría,

el reencuentro contigo,

comprende que ello no alcanza

ni es suficiente consuelo:

Padre-hermano-amigo…

 

Pero igual veo o imagino:

Rogelito, Pepe, Amado,

el Patito, los Arnaldos

Rubén, Teté, los Bebes,

Laco, Palmiro, Bernardo,

Ramón, Yiyo, el Fuerte,

Hace poco, Don Arturo…

Tantos… esperándote

para devolver los mates

con los que alimentaste

tantos jóvenes sueños

de una gran Argentina,

hoy muy triste, de duelo.

 

No sé el trecho que queda,

para algunos todavía,

manteniendo las brasas,

del fuego que compartimos:

Pero te hago un postrer pedido:

 

Hasta que mande Dios,

o el inescrutable destino,

ahora que tienen tiempo

ayuden a que pensemos

algo mejor y más justo

para el pueblo argentino.

 

¡Gracias Horacito querido.

por haberte conocido…!

¡Cariños a los muchachos

que están mateando contigo!


 

En 2018, en la red social Facebook, Sarramone reprodujo estas líneas dedicadas “A Horacio”, pero introdujo algunos cambios, siendo el párrafo más notoriamente modificado el siguiente:

 

Pero igual veo o imagino:

Rogelito, Pepe, el intendente Amado

Patito Bianchi, los Arnaldos, los Bogliano

Tellería, Moguillansky, Colotto, tus hermanos:

Yiyo, Jorge, el Fuerte, Omarcito…

El paciente Saparrat, los Saint-André,

Barrere, Azcona, Duca, el matero Don Barbieri…