Historias y Personajes del Azul
Ruega por nosotros…
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
El primer Libro de Bautismos de la
Parroquia de Azul comienza llamando a ésta, “Parroquia de Nuestra Señora del
Rosario”. Y ese primer libro fue iniciado por el Padre Manuel
del Carmen Roguer, llegado a Azul en septiembre de 1833, después de la
trágica muerte del Padre Fray Hipólito Castañón.
En su obra “La Parroquia de Azul. Un siglo de vida, de cristianismo y de
civilización” publicada en 1934, el presbítero Luis J. Actis señala: “Cuando buscamos el motivo que pudo mover a
nuestros primeros sacerdotes a elegir a la Virgen del Rosario como Patrona de
la población de Azul, no hallamos otro que el de ser la protectora de ‘las
causas de la civilización contra la barbarie’, según la tradición europea”.
La segunda Capilla
El 19 de enero de 1835 se designó al
Padre Clemente Ramón de la Sota, Cura Castrense para el Fuerte Azul
de San Serapio Mártir y Cura Párroco de la Iglesia de Nuestra Señora del
Rosario. El Presbítero levantó en Azul el primer templo de material, pues la
humilde capillita de Fray Castañón, el “ranchito de Dios” de los primeros
tiempos, no podía ya seguir prestando servicio.
De lo poco que se sabe de la nueva
construcción, se afirma que poseía un altar con la Virgen de Nuestra Señora del
Rosario, con el Niño en brazos y un rosario de nácar. Además, tenía tres
nichos: en el primero estaba colocada la Virgen de Nuestra Señora del Carmen;
en el segundo, Jesucristo crucificado, a su derecha la Virgen de los Dolores y
a su izquierda San Juan; y en el último una imagen de San Benito de Palermo.
El tercer Templo
El segundo edificio de la Iglesia, en
evidente estado de ruina, fue de muy precaria construcción y no duró más de
veinte años. Esta situación hizo pensar al Jefe del Ejército de la Frontera
Sud, general Manuel Escalada (cuñado del general José de San Martín), en la
necesidad de una nueva construcción.
El Padre Eduardo Martini, de
nacionalidad italiana, llegó a Azul en febrero de 1862 y permaneció al frente
de la Parroquia por el término de diez años.
Para diciembre de 1864, quedó terminada
la construcción parcial (la nave central) del nuevo templo y “arreglado el
frente”. La Comisión Pro Templo estuvo encargada de la ornamentación interior de
la nueva Iglesia, comisionándose a Vicente Pereda para que adquiriera
en Buenos Aires un altar de madera, tallado, y un púlpito del mismo estilo.
La Municipalidad contrató a un tallista
y doradores para la colocación y retoque del nuevo altar, donde fue colocada la
imagen de Nuestra Señora del Rosario, traída desde Italia en 1863 por el Padre
Martini.
Presidiendo el Altar Mayor de la Catedral
Al concluirse el cuarto Templo azuleño
-la actual Catedral, inaugurada parcialmente el 7 de octubre de 1906-, en la
parte superior del hoy antiguo Altar Mayor se entronizó la misma imagen de
Nuestra Señora del Rosario donada por el presbítero Martini. Es una pieza de
bulto, de madera maciza y de una dureza especial, policromada, a la que se le
incorporó una exquisita corona de plata, que lleva grabadas la fecha “20
de mayo de 1865” y la frase “Devoción de Pedro Zabala”, quien ha
sido el donante de la misma.
Corría el año 1933 cuando se creó la Diócesis
de Azul siendo César Antonio Cáneva designado su primer Obispo,
quien asumió el 24 de febrero de 1935. De esta manera, su mano laboriosa
alcanzó a otras localidades como Ayacucho, Azul, Benito Juárez, Bolívar,
General Alvear, General Lamadrid, Laprida, Las Flores, Olavarría, Rauch, Roque
Pérez, Saladillo, Tandil y Tapalqué.
La iglesia quedó constituida en Catedral
y uno de los principales y más bellos templos de Azul y la región.
Nuestra
Señora de las Victorias
El rosario (del latín rosarium “rosal”) es un rezo tradicional
católico que conmemora veinte “misterios” de la vida de Jesucristo y de la
Virgen María, recitando después de cada uno de ellos un padrenuestro, diez
avemarías y un gloria Patri. Es frecuentemente designado como Santo
Rosario por los católicos.
También se llama rosario a la sarta de
cuentas que se utiliza para rezar el rosario. Las cuentas están separadas cada
diez por otras de distinto tamaño y la sarta está unida por sus dos extremos a
una cruz.
El rosario comenzó a utilizarse en el
catolicismo alrededor del año 800. En los monasterios se solían recitar los 150
salmos (así como lo hacían los judíos) en el Breviario monástico, pero a los
fieles que no eran sacerdotes ni monjes, al no poder seguir esta devoción
porque en su mayoría no sabía leer, se les enseñó una práctica más sencilla: la
de recitar 150 avemarías. Esta devoción tomó el nombre de “Salterio de la Virgen”.
Su popularidad y desarrollo se dio en el
siglo XIII, cuando surgió el movimiento albigense. Ante los enfrentamientos
entre católicos romanos y albigenses, (Santo) Domingo de Guzmán,
fundador de la orden de los Predicadores (más conocidos como dominicos),
promovió en sus misiones el rezo de una forma primitiva del rosario. Al ser los
dominicos una orden de predicadores y estar siempre en medio del pueblo, su
devoción se hizo popular, generando la aparición de cofradías y grupos de
devotos por doquier.
En el año
1208, Santo Domingo afirmó que, en una capilla del monasterio de
Nuestra Señora de Prouilhe (fundado por él y el venerable Diego de Acebes, en
la localidad francesa de Prouille, entre los pueblos de Fanjeaux y Montréal,
dentro del departamento del Aude -región de Languedoc-Rosellón-), se le
apareció la Virgen María con un rosario en las manos, que le enseñó
a rezarlo y que le pidió que lo predicara entre los hombres, ofreciéndole
diferentes promesas.
Antes de la Batalla
de Muret, acaecida el 12 de septiembre de 1213, impactado, el Santo les
enseñó el rosario a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort
(dotado estratega militar, obsesionado por manifestar su catolicismo hasta el
punto de ordenar celebrar misa de campaña antes de entrar en combate, por muy
urgente que fuera la situación, empero, como contracara, bastante despiadado).
Aunque la lucha fue compleja, la victoria llegó para las tropas de Montfort,
quien se la atribuyó a la Virgen María y, en consecuencia, mandó a construir la
primera
capilla dedicada a esta advocación.
Con el
transcurso del tiempo, para el siglo XV, la devoción al rosario había decaído.
Sin embargo, el beato Alano de la Roca fue el encargado de hacerla resurgir.
También conocido
como Alano
de Rupe, o por su nombre en francés, Alain de La Roche, fue un
dominico bretón, considerado el primer gran difusor del uso devocional del Santo
Rosario.
Nacido en
torno a 1428 en Bretaña, había ingresado en la Orden de Predicadores a los 22
años. Fue conocido popularmente por ciertas apariciones y visiones y como
predicador del Rosario y su espiritualidad. Fomentó el asociacionismo de
seglares en torno al Rosario, fundando cofradías donde imponía el rezo diario
de 150 Avemarías.
Murió el 8 de
septiembre de 1475 en Zwolle, precisamente el día en que fue erigida por el
Papa la primera cofradía del Rosario, en Colonia, Alemania. Allí fue sepultado
y en su honor se levantó un mausoleo.
Alguna vez
declaró que la Virgen se le apareció y le pidió que recogiera en un libro todos
los milagros llevados a cabo por el rosario y las promesas hechas a Santo
Domingo. Así lo hizo, con absoluta devoción.
Su ardua tarea fue continuada por,
precisamente, Jacobo Sprenger, fundador y prior del convento de los dominicos
en Colonia.
En el siglo
XVI, el Papa Pío V instauró una celebración anual para el rezo del rosario
cada 7
de octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde
las fuerzas cristianas derrotaron -por intercesión de la Virgen, según se le
atribuía-, a los turcos que invadían Europa. Dicha festividad fue denominada “Nuestra
Señora de las Victorias”; además, agregó a la letanía de la Virgen el
título de “Auxilio de los Cristianos”.
Su sucesor, el
Papa Gregorio
XIII, cambió el nombre de la solemnidad por el de “Nuestra Señora del Rosario”.
Como
consecuencia de la victoria en la Batalla de Temesvár en 1716,
atribuida por Clemente XI a la imagen, el Papa ordenó que su fiesta se
celebrase por la Iglesia universal.
León XIII,
cuya devoción por esta advocación hizo que fuera apodado el “Papa
del Rosario”, escribió unas encíclicas referentes al rosario,
consagrando el mes de octubre al rosario e incluyó el título de “Reina
del Santísimo Rosario” en la letanía de la Virgen.
En la actual Catedral, inaugurada
parcialmente el 7 de octubre de 1906, en la parte superior del antiguo Altar
Mayor se entronizó la imagen de Nuestra Señora del Rosario traída por el Padre Eduardo
Martini desde Italia en 1863. Es una pieza de bulto, de madera maciza y de una
dureza especial, policromada, a la que se le incorporó una corona de plata, que
lleva grabadas la fecha “20 de mayo de
1865” y la frase “Devoción de Pedro
Zabala”, quien ha sido el donante de la misma.
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