domingo, 31 de enero de 2021

Había una vez... un circo... ¿el primero en Azul?

                 Había una vez… un circo… ¿el primero en Azul?


En enero de 1880, es decir, hace ciento cuarenta y un años, arribaba a nuestro pueblo la compañía del afamado Pablo Raffetto. Ese acontecimiento resulta ser el espectáculo circense más antiguo del que se tenga registro en Azul –tal vez el primero-, y se agrega como perla a la ocasión el debut de los Podestá en el interior, ni más ni menos que en nuestras tierras.

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Pablo Raffetto nació en Génova, Italia, el 23 de abril de 1841. Sus padres fueron Nicolás Raffetto y María Berta Picasso. Fue bautizado por el Reverendo Francesco Brignardello Avate, en la Parroquia genovesa de Sant Stefano, siendo sus padrinos Paolo Campodónico y Antonia Podestá.

A los 19 años fundó una Sociedad Gimnástica y se especializó en ejercicios atléticos, siendo sus maestros el luchador profesional, “Anguila” Leonard, y el experto griego en lucha romana, Sicurgo Amato.

Pablo se trasladó a Marsella donde lo contrataron en el “Real Circo” como luchador y por atracción presentó el que luego se constituiría en su número fuerte: el “Disparo de cañón”.

En cierta ocasión llegó a Marsella el francés Roger Cadet, “le roi des luttes du monde” (rey de las luchas del mundo). Pronto se concertó un encuentro entre él y Raffetto, “le cannonier” (el cañonero). Las instalaciones del “Real Circo” fueron colmadas por más de tres mil espectadores; apenas iniciada la lucha, Raffetto echó de espaldas a su antagonista venciéndolo inmediatamente.

Dos meses después, Raffetto triunfó en un campeonato realizado en Turín con luchadores de varias naciones.

Particularmente fornido, Pablo se había hecho conocido por su habilidad y afición por las “luchas romanas”. Considerado un Hércules, se ganó el apodo de “Cuarenta Onzas” dado el premio en oro que obtuvo. Hallándose en su ciudad natal, leyó unos panfletos publicados por la empresa Giovanni Chiarella en los que se anunciaba al invencible campeón francés de lucha romana, Amateur. Se presentó al empresario y cruzó con él una apuesta de cuarenta onzas (aproximadamente 1 kilo) de oro. El encuentro concertado tuvo lugar en una gran cancha conocida como “de Balón”, en los alrededores de Génova. Una gran concurrencia presenció los tres asaltos tras los cuales Raffetto dio por tierra con su adversario. El público se encendió en una ferviente ovación. Sin embargo, los jueces declararon que la espalda del vencido no había tocado el piso. Entonces, se llevó a cabo un nuevo asalto y a los cuatro minutos Raffetto venció a su contrincante. Pero no lo soltó; lo tuvo tendido en el suelo varios minutos con los brazos abiertos, mientras vociferaba que si no le entregaban el premio no lo dejaría levantarse. Los jueces no tuvieron otra alternativa...

 Un próspero horizonte…

A fines de 1867 contrajo matrimonio con su coterránea Luisa Tasso, apenas tres años menor que él. Y al poco tiempo, buscando nuevos horizontes, ambos decidieron viajar a América. La joven pareja llegó a Buenos Aires el 19 de diciembre de 1869 y se hospedaron en el Hotel Marítimo.

Meses más tarde Pablo arrendó el “Teatro Alcázar”. En aquel teatro porteño realizó diecinueve espectáculos programados con exhibiciones de “lucha romana”, ejercicios y su popular número del cañón.

Asimismo, en 1870 nació su primer hijo, Antonio.

Terminada la temporada se embarcó hacia Río de Janeiro, donde trabajó con gran éxito. Cuando retornó al Plata, vivió un tiempo en Montevideo.

Pablo y su familia volvieron a la ciudad de Buenos Aires. Él reapareció en el “Teatro Rivadavia” de Barracas, exhibiendo sus particulares habilidades como “forzudo”, pasando luego al “Teatro de París” en la Boca y posteriormente al “Circo Italiano de Chiarini”, instalado en Plaza del Parque.

Pablo andaba por Rosario cuando nació su primera hija, Juana Victoria, que llegó al mundo el 6 de junio de 1872.

Raffetto actuó casi tres años consecutivos en el circo de Chiarini. Allí prosperó económicamente e incursionó como empresario trayendo celebridades mundiales y buscando renovar constantemente los atractivos para el público. Ya como propietario de un circo viajó nuevamente a Brasil y a Montevideo.

De regreso a Buenos Aires alquiló el terreno de Corrientes y Paraná. Allí presentó una gran compañía y con buena fortuna reavivó el interés que había en los espectadores porteños por los espectáculos de lucha.

 Invencible…

Algunos entusiastas del deporte decidieron hacer venir desde Francia al famoso luchador Ceferino “Rayo” Capdevila, para que enfrente a Raffetto. El encuentro entre ambos alcanzó gran resonancia en la juventud porteña. La lucha se llevó a cabo ante la inusitada concurrencia de unas tres mil personas. La nueva hazaña de Raffetto hizo crecer la admiración que por él sentían los amantes de este tipo de exhibiciones.

Una comisión de caballeros le entregó una medalla de oro con la siguiente inscripción en el anverso: “Al hércules italiano Pablo Raffetto. Sus amigos y admiradores.”, mientras que en el reverso rezaba: “En honor de haber volteado al famoso luchador francés Ceferino Capdevila. Buenos Aíres, Enero 7 de 1874.”.

Al siguiente domingo, Pablo luchó y venció al inglés John “El Gigante” Farrel y en breve venció a “El Polaco” Iván

El 4 de febrero de 1874 nació en la ciudad de Buenos Aires su hija Agustina.

A fines de este mismo año Raffetto hizo una rápida visita a Montevideo, invitado a luchar con un francés tenido por invencible: Batailler. Al derrotarlo, Raffetto ya no tuvo contrincante en el Plata y, para no dejar enfriar el entusiasmo de sus admiradores, ofreció un considerable premio al que lo venza. Como nadie lo lograba, el interés comenzó a mermar, entonces la imaginación del genovés concibió la posibilidad de una lucha con un animal pesado. Así, compró un oso y lo adiestró para ejercicios de lucha; al poco tiempo lo presentó al público y ofreció 50 pesos oro al que fuera capaz de voltearlo. El número en el circo de las calles Europa y Piedras constituyó un resonante éxito.

Muy emprendedor y lleno de inquietudes, cuando se retiró como luchador, se convirtió en director de pista y luego en empresario circense. Su castellano sumamente precario y mezclado con su italiano natal, hacía que la gente se riera enfáticamente en sus graciosísimos diálogos con los payasos en la pista.

Pero nada se comparaba con su “Disparo del cañón”. Se colocaba un pequeño cañón de aproximadamente 250 kilogramos de peso en forma cruzada sobre sus hombros, lo cargaban con un proyectil y con algo más de medio kilogramo de pólvora. Entonces se producía el disparo… Nadie pudo, salvo él, repetir aquella hazaña tan promocionada en los periódicos de la época.

            Hacía 1877, Raffetto se trasladó hacia Canelones, Uruguay, donde realizó numerosas presentaciones con variadas repercusiones. Tiempo después, enterado del éxito obtenido por los hermanos Podestá en las funciones que brindaron en el Jardín Florida, viajó desde Dolores a la ciudad de Buenos Aires para reunirse con ellos.

Prácticamente sin mayores prolegómenos, Raffetto y los Podestá hicieron un arreglo para trabajar juntos por seis meses en la provincia de Buenos Aires. El ferrocarril entonces solo llegaba hasta el Azul y ese fue el destino elegido.


Raffetto y los Podestá en el Azul

 Finalizaba el primer mes del año cuando llegó a nuestra ciudad la Compañía de Raffetto. Lo primero que hizo el matrimonio fue bautizar a la pequeña Luisa Josefa, que había nacido en Lobos el 4 de julio del año anterior. La ceremonia se llevó a cabo el 30 de enero de 1880, en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario y el Sacerdote que la bautizó fue Pedro Castro Rodríguez (sacerdote que pasaría a ser recordado como el asesino de sus propias esposa e hija en Olavarría).

En esos días de calor, la compañía comenzó a recorrer el pueblo para promocionar “de boca en boca” el show. Una nota publicada en el periódico local “El Eco del Azul”, el día 1 de febrero de 1880, describe el espectáculo que pronto se estaría brindando en el pueblo:

“Circo Olímpico de Raffetto - Dirigido por el invencible Hércules italiano Pablo Raffetto, a beneficio del Hospital de las infatigables ‘Damas de la Caridad’.

1° Apertura por la Banda de Música

2° La batuta elástica por varios artistas de la compañía, con la presencia de José Suárez en la peligrosa prueba del doble salto mortal o sea dar dos vueltas en el aire antes de tocar el suelo.

3° Gran volteo a caballo por la niña de 5 años, Agustina Raffetto en la petisa ‘Vicenta’.

4° Sorprendentes trabajos de fuerza por el invencible Pablo Raffetto.

5° Acto principal por el niño Luis Fenegra saltando lienzos, arcos y toneles en su caballo “Colonia”.

6° Gran volteo terrestre por varios artistas.

7° Tranca española por el niño Antonio Raffetto.

8° Percha indiana ejecutada por Enrique Monfran y su esposa María.

 Intervalo de 10’

 9° Apertura por la Banda de Garibaldi

10° La sin rival traga espada, en la peligrosísima prueba de tragarse una bayoneta colocada en el fusil.

11° ‘El negro esclavo Lilo Grandisse’, a caballo por el Sr. Francisco.

12° Aéreo volante por el equilibrista José Suárez.

13° Caballo en libertad con el petiso ‘Loreste’, por el domador Emilio Fernández.

14° La grandiosa prueba de la cuerda fija por Enrique Monfran.

15° La gran corrida sobre el globo subiendo por un tablón a una altura de 15 pies, por la gran equilibrista Luisa Raffetto.

16° Terminada esta grandiosa  función con el interesante clarinete.

El baile de máscaras

A las 8 y 30 en punto nota del gracioso clown de la compañía en honor del acto filantrópico que se obsequiará al pueblo con las escogidas piezas de su jocoso repertorio.

Si por mal tiempo u otra causa imprevista tuviese que suspenderse la función será realizada en la noche del día siguiente.”

 

Sin lugar a dudas, el payaso al que se hace referencia es al personaje de José “Pepe” Podestá, quien poco después se convertiría en el célebre “Pepino el 88”.

            En septiembre de 1880 los Raffetto y los Podestá dejaron Azul en varias carretas tiradas por caballos. El siguiente destino era Tandil...

 Familia de artistas

 Pablo y su esposa recorrieron los principales puntos poblados del país, siendo siempre muy bien recibidos y con un destacado éxito en cada una de sus presentaciones. Al mismo tiempo, la familia se fue agrandando. El 19 de diciembre de 1880, en Ranchos –actual General Paz, Buenos Aires- nació Luisa Rosa; en la ciudad de Buenos Aires nacieron los últimos tres hijos de la pareja: el 6 de febrero de 1882 nació Magdalena, al año siguiente nació Margarita y, finalmente, el 17 de septiembre de 1884, Ángel. Éste último, con el paso del tiempo continuó la tradición familiar convirtiéndose en un verdadero gran artista integral de circo.

En los años que estuvieron juntos, Pablo y Luisa tuvieron un total de dieciséis hijos, de los cuales solamente sobrevivieron ocho.

Con el tiempo, la familia íntegra se incorporó al circo. Su mujer, doña Luisa, antigua ecuestre, pasó en la vejez a la boletería. Sus hijos: Ángel, Agustina, Josefa, Rosa y Margarita, desarrollaban en el circo las más diversas actividades: pruebista, malabarista y gimnasta, el primero; écuyères, prestimanos y pantomimos, las mujeres.

 Por aquí y por allá…

 En Rosario Pablo administraba el llamado “Politeama Humberto I” (habilitado en 1882),  que básicamente era un galpón, ubicado detrás de un gran patio abierto, donde se presentaron casi todos los circos que pasaron por la ciudad.

En pleno San Telmo levantó hacia 1886 otro local -galpón de hierros y chapas-, en la intersección de las calles Europa y Piedras, donde ya en otras ocasiones había plantado su carpa de lona. Y también habilitó el Politeama Gálvez, en Santa Fe, y otro establecimiento en Rosario.

En 1887 debutó en el Politeama la “Imperial Compañía Japonesa”. Para promocionar el show, Raffetto y los japoneses paseaban por las calles de la ciudad en dos grandes jardineras (especie de carruaje abierto y con toldo), acompañados por una banda de música.

Hacia 1890 triunfó la obra “Juan Moreira” en Buenos Aires, iniciando la “época de oro” del circo criollo. Poco después se hizo una versión con actrices en los roles masculinos en el Circo San Carlos. La crítica de “El Diario” del 22 de marzo de 1893 opinaba: “Agustina Raffetto hizo un Juan Moreira al pelo y todas sus hermanitas contribuyeron al éxito de la pieza. Juan Moreira representado por mujeres era lo único que nos faltaba ver. Esta noche se repite”.

La Compañía pasó por La Plata, Rosario y Córdoba.

En abril de 1900 el afamado Raffetto llegó a Tandil. Sus artistas promocionaron el espectáculo por las calles y los equilibristas hicieron lo propio caminando en la altura sobre una cuerda metálica tendida entre los edificios públicos. El acróbata italiano Santin Vanzella se subió a la monumental “Piedra Movediza”, hizo su número de acrobacia y se colocó cabeza abajo y se sostuvo unos instantes con un solo brazo. En la edición del 5 de mayo de aquél año, la revista “Caras y Caretas” publicó la fotografía de ese momento tomada por Pedro Momini.

A principios del siglo XX recorrieron provincias como Santa Fe y Entre Ríos, para llegar finalmente en 1905 hasta Jujuy.

 

El cielo Azul…

 Con 67 años de edad y su Compañía a cuestas, Pablo Raffetto volvió a Azul en enero de 1909. Aquel pueblo que había conocido, de casas bajas y humildes, ya no era el mismo; ahora ostentaba elegantes casonas de dos pisos, una delicada plaza que separaba un bello Palacio Municipal de estilo francés de un exquisito teatro y una gigantesca iglesia neogótica que aún se estaba construyendo… las calles adoquinadas… El progreso en cada esquina evidenciaba el esfuerzo conjunto de la ciudad y el campo. Pero algo no había cambiado y eso era el afecto que los azuleños dispensaban por los espectáculos circenses.

Las funciones fueron sucesivas y muy concurridas. Todas ellas mostraban una particularidad: Raffetto había incluido en su circo, tal vez volviendo a sus raíces, espectáculos de “luchas romanas”.

Cuando el trashumante cirquero dejó atrás la ciudad, íntimamente tal vez se despidió definitivamente de aquella tierra que tantas satisfacciones le había dado. Y siguió su camino por el interior de su Patria adoptiva…

La compañía recorrió Corrientes, Córdoba y en 1912 Raffetto adquirió un terreno en Tucumán, donde construyó un local de espectáculos circenses.

            
            Pablo Raffetto, uno de los pioneros del Circo Criollo argentino, a los pocos días de haber cumplido 73 años de edad, falleció en la ciudad de Córdoba el 6 de mayo de 1914.





El célebre Pablo Raffetto estuvo en Azul con su compañía por primera vez en 1880. Ante la carencia de otros registros y dado que anteriormente la zona era relativamente insegura por los conflictos militares y los malones, es posible afirmar que se trató de la primera compañía circense en visitar nuestras tierras.





Dedicado a la memoria de Alfredo Pablo Raissiguier Oddo, descendiente directo del gran Pablo Raffetto, quien me facilitara mucha información para redactar el presente artículo.


domingo, 24 de enero de 2021

Arquitecto de un universo propio

Arquitecto de un universo propio



Por Eduardo Agüero Mielhuerry



            Juan Carlos Di Bernardi nació en Azul, el 24 de junio de 1935. Sus padres fueron Salvador Di Bernardi y Julia Esther Villa Ibarborda. Tuvo dos hermanos: Raúl José y Lilia Edith.

            Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Esteban Echeverría”, del cual egresó como Bachiller.



El ejemplo del padre…

 

 

         Salvador Di Bernardi, siendo muy joven, en 1928, había fundado una empresa constructora (con escritorio en la calle Entre Ríos Nº 312) y poco después abrió un corralón de materiales de construcción con fábrica de mosaicos, herrería, carpintería de obra y hasta horno de ladrillos. Los emprendimientos de Di Bernardi marcaron el pulso de la ciudad. De hecho, la empresa constructora llegó a ser la segunda en importancia de Azul con un extenso rosario de obras edificadas.

           Entre los años 1949 y 1961, Juan Carlos integró la oficina técnica de la Empresa Constructora de su padre. Y una vez graduado, dedicaría sus primeros diez años de arquitecto a la dirección, en carácter de copropietario, del corralón de venta y distribución de materiales para la construcción.

En el invierno de 1952, Alberto López Claro creó la “Peña de Almas Pan”, integrada por unos quince jóvenes atraídos por su personalidad y bajo su influjo paternal, quienes se reunían para reflexionar sobre el arte en su hogar de la avenida Mitre Nº 410. Juan Carlos formó parte de ese selecto grupo…

Por aquellos años, Juan Carlos había iniciado la carrera de arquitectura, pues ya desde pequeño el ejemplo de su padre, estrechamente vinculado con la construcción, lo había maravillado. A pesar de ser un alumno brillante, pues alcanza con destacar que durante cuatro años consecutivos mantuvo el promedio más alto de la carrera, vio demorado su egreso por dos razones fundamentales: por un lado el trabajo y por el otro, por sobre todo, el cuidado de sus padres y la consolidación de su propia familia.

En su condición de estudiante avanzado logró que uno de sus trabajos fuera seleccionado para ser presentado al Congreso Mundial de Arquitectura. Gracias a su talento y su enorme capacidad integró diferentes cátedras universitarias.

  

Construyendo una familia

 

 

El sábado 26 de enero de 1963, en la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario, Juan Carlos contrajo matrimonio con Nilda Nidia Pitrelli (hija de Salvador Filiberto Pitrelli y Rosa Álvarez).

La pareja tuvo cuatro hijos: Carlos Alejandro (18 de febrero de 1964), Adriana María Silvia (7 de mayo de 1965), Gabriela María José (14 de enero de 1967) y Guillermo Federico (8 de mayo de 1974).

 

Construyendo un universo…

 

El 19 de abril de 1968 se recibió de arquitecto en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

Asimismo, algunos años más tarde fue invitado a conformar uno de los estudios más prestigiosos de Santiago de Chile. Sin embargo, ante el delicado estado de salud de su padre y para consolidar su propia familia, declinaría la tentadora oferta.

Los hermanos Juan Carlos y Raúl José Di Bernardi conformaron un “Estudio de Arquitectura”, del cual fue un importante colaborador Oscar Enrique Disalvo.

Juan Carlos fue coautor y autor de más de cuatrocientas obras, participando como director técnico y/o ejecutivo en más de la mitad de ellas, entre las que se destacaron viviendas familiares y multifamiliares; complejos hoteleros, hospitalarios y deportivos; centros comerciales, clubes de campo, plantas industriales, silos y construcciones rurales, entre otras obras de planeamiento e infraestructura extendidas por Azul, Chillar, Cacharí, Tandil, Olavarría, Necochea, Tapalqué, Benito Juárez, Las Flores, Coronel Suárez, Mar del Plata, General Lamadrid, San Isidro, Claromecó y Capital Federal.

Tan sólo en Azul construyó más de un centenar de viviendas familiares y remodeló otras tantas, cifras a las que añadió más de una docena de edificios de departamentos que todavía se destacan en la geografía urbana azuleña.

Ante el impulso que diera la Caja de Previsión Social para Abogados -con asiento en La Plata- a los Colegios Departamentales, en 1964, se convocó a concurso para el Anteproyecto del edificio del Colegio de Abogados de Azul. Resultó ganador el proyecto diseñado por Juan Carlos, quien como aún no se había recibido de arquitecto, pudo participar mediante la ayuda de su hermano Raúl José, quien firmó los planos y se inscribió bajo el pseudónimo “Collegi degli Ávoccatti”.

Además, participó en obras relevantes como las antiguas Galerías Alsina y Piazza, pioneras para la época. También fueron significativas las reformas que realizó en el Balneario Municipal de Azul, las cuales derivaron en la creación de la isla, y la ampliación del sector de bañado.

 


Obras y proyectos por la salud

 

 

En 1971 Juan Carlos se incorporó al plantel de la Zona Sanitaria IX, con sede en Azul. El equipo de trabajo estaba conformando por los doctores Antonio Leopoldo Lapenta (Coordinador), Julio Eugenio Cordeviola (secretario Técnico), José María D’Alessandro (secretario Administrativo), Olga Carmen Del Riego (jefe de Estadística).

Siendo jefe del Departamento de Mantenimiento desde 1972, tuvo a su cargo mejoras y otras construcciones en edificios e instalaciones hospitalarias de los partidos de Azul, Bolívar, General Alvear, General Lamadrid, General Laprida, Las Flores, Olavarría y Tapalqué.

Por su iniciativa se conformó el Departamento de Construcciones Hospitalarias del Ministerio de Salud, siendo supervisor de obras y proyectos en los ocho partidos de la jurisdicción, más tarde extendidos a diez con la inclusión de Rauch y Coronel Suárez.

Con múltiples obras ejecutadas en una veintena de hospitales públicos, contribuyó claramente en aspectos de infraestructura, pero desde ellos procuró incidir favorablemente en las prestaciones de salud. Entendiendo que aún en situaciones críticas y/o terminales, vinculadas a los tradicionales tratamientos que se brindan en áreas de terapia intensiva, toda persona debe poder estar rodeada de sus familias y afectos, se dedicó a proyectar con una lógica distinta a la entonces imperante. Así, pensó en las personas que por motivos sanitarios debían usar las instalaciones, pero centradas en sus contextos familiares.



A.P.A.N.DE.

 

Con empeño, responsabilidad y dedicación fue cofundador en 1968 e integrante de la comisión -hasta 1980- de la Asociación Pro-Ayuda al Niño Deficitario (A.P.A.N.DE.).

En dicha institución fue asesor y vicepresidente en dos períodos. Bregó por la compra y restauración del edificio que actualmente ocupa la Escuela Especial Nº 504, demostrando siempre su responsabilidad y respeto por el alumno diferente.

Más tarde, en asamblea, fue designado Presidente Honorario de la institución a la que en definitiva, de una u otra manera, siempre estuvo vinculado.

  

Internas radicales…

 

En medio de complejos vaivenes políticos, el presidente de facto teniente general Alejandro Agustín Lanusse convocó a elecciones. Así, una luz de esperanza comenzó a vislumbrarse a finales de 1972.

El domingo 26 de noviembre se realizaron comicios internos en la Unión Cívica Radical. Dos precandidatos a intendente se presentaron representando a diferentes vertientes del radicalismo. Por un lado Pedro Armando López, quien encabezó la lista por el Movimiento de Renovación y Cambio, y Juan Carlos Di Bernardi, representando al Movimiento Cambio en Paz.

Los comicios dieron como resultado la victoria de Di Bernardi, tras lo cual, para el armado de la lista de la U.C.R. -para las elecciones del 11 de marzo del año siguiente- cada dos candidatos de la lista triunfante fue intercalado uno de la que resultó vencida. Asimismo, la lista de candidatos a diputados provinciales del la Séptima Sección quedó compuesta en primer y tercer término por los azuleños Balbino Pedro Zubiri del Movimiento Renovación y Cambio, y Antonio Héctor Deluca del Movimiento Cambio en Paz, respectivamente.

 

Dinámicas del contexto…

  

En una breve campaña, los azuleños Juan Carlos Peralta Reyes -por el justicialismo-, y Juan Carlos Di Bernardi, se enfrentaron en encendidos discursos buscando alcanzar la intendencia del Partido de Azul. Por su parte, Amelia Esther Prat encabezó la lista de candidatos a concejales y Néstor M. Ronchetti como primer candidato a consejero escolar, ambos por el radicalismo.

En aquel contexto, Juan Carlos Di Bernardi, de 37 años de edad, lejos estuvo de contar con un escenario ideal. Finalmente, el domingo 11 de marzo todos los argentinos concurrieron a las urnas para expresar su voluntad. El doctor Peralta Reyes consiguió 14.099 votos contra los 8.321 sufragios de su competidor inmediato, Di Bernardi. En la contienda local, es importante subrayar la participación del Partido Socialista, cuya lista llevó como candidato a intendente al médico cardiólogo Eduardo Cohen Arazi, quien tuvo una destacada actuación siendo el tercer candidato más votado.

Por su parte, en la provincia triunfó el peronista azuleño Dr. Oscar Raúl Bidegain, y en la Nación Héctor Cámpora (quien en breve renunciaría para dar lugar a un nuevo llamado a elecciones presidenciales y el anhelado triunfo del general Perón).

La asunción de las nuevas autoridades se produjo el 25 de mayo de 1973, en un marco de grandes celebraciones…

 

Un matrimonio de Rotarios


En 1972 Juan Carlos se había incorporado al Rotary Club de Azul. En su trayectoria, cubrió funciones de secretario, tesorero, director de asuntos de interés público, director de servicios, y presidente de la comisión de asesores del Rotaract (“Rotare in Action”, jóvenes entre 18 y 30 años de edad), siendo vicepresidente de la entidad en 1976, y presidente en los años 1977/78 y 1984/85. Tuvo oportunidad de ser gobernador distrital, y fue representante del Gobernador Distrital en los años 1980 y 1987.

Su paso por el Rotary Club fue acompañado de su esposa, Nilda Nidia Pitrelli, quien compuso la entonces Rueda Femenina, desde donde impulsó el espacio de juegos para niños en la Plazoleta “Adolfo Alsina”, como así también el llamado “Banco de anteojos”.

Juan Carlos se retiraría de la entidad por razones de salud, siendo designado como Socio Honorario y recibiendo, además, la distinción “Paul Harris”, un reconocimiento que la institución brinda en carácter de homenaje y agradecimiento a quienes realizan contribuciones notables y de envergadura mundial.

 

¿A la mesa de Mirtha?

  

            Los hermanos Di Bernardi participaron activamente en la realización de las IX Jornadas Nacionales de Arquitectos, concretadas en Azul en el año 1978.

            Juan Carlos fue un ferviente impulsor y trabajador, y Raúl José fue el vicepresidente de la Comisión organizadora, la cual contó con la Presidencia Honoraria de Amancio Williams (1913 - 1989), arquitecto del Movimiento Moderno Argentino, uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XX, conocido por sus realizaciones teóricas y por haber diseñado la Casa sobre el arroyo (“Casa del Puente”), en Mar del Plata.

            Las actividades se desarrollaron durante siete días consecutivos y contaron con la participación de más de trescientos profesionales de todo el país.

            Así como había sucedido al tiempo de haberse inaugurado el Colegio de Abogados de Azul, la ya famosa Mirtha Legrand invitó a Juan Carlos por segunda vez a su programa televisivo “Almorzando con Mirtha Legrand”. Sin embargo, él nuevamente declinó la propuesta…

  

De cara a la comunidad

  

En su afán progresista, también contribuyó al desarrollo de diversas entidades de bien público, siendo integrante y/o asesor de organizaciones tales como la Comisión Municipal de la Avenida Costanera, la Comisión Municipal Cementerio y la Comisión de Apoyo al Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru”, entre otras similares.

Fue docente de las cátedras de Arquitectura y Geometría Descriptiva en el Ciclo Superior de la Escuela Nacional Técnica N° 1 de Azul durante 1976 y 1977, años en los que además asumió condición de jefe del Departamento de Docentes.

En 1978 se creó mediante el Decreto Nº 202 la Comisión de Apoyo a la Comisión Administradora del Teatro Español. Su misión primordial era cubrir aspectos técnicos de la obra de restauración que se estaba llevando a cabo.

Estuvo integrada por profesionales de la arquitectura y la ingeniería locales. Funcionó hasta realizar un dictamen del estado de las instalaciones, luego fue continuada por los distintos directores técnicos de la obra. En ella estuvieron los hermanos Juan Carlos y Raúl Di Bernardi, entre otros tantos profesionales destacados.

También Juan Carlos fue tasador del Banco de la Provincia de Buenos Aires desde 1968. Fue cofundador de la Sociedad de Arquitectos de Azul en 1977, y presidente de la entidad en 1979. En reiteradas ocasiones, círculos profesionales de pertenencia lo eligieron para misiones de relevancia, por ejemplo en el marco de jornadas nacionales de desarrollo arquitectónico.

Fue fundador y asesor técnico de dos cooperativas de vivienda.

 

Entre Salamone y Di Bernardi

 

Entre sus labores, se destaca el diseño del entorno del Cristo (realizado por Santiago Chiérico, siguiendo modelos diseñados por el ingeniero y arquitecto Francisco Salamone) y el Vía Crucis que presiden el acceso principal a la ciudad desde Ruta Nacional N° 3 por avenida Piazza. El Vía Crucis fue impulsado y donado por el Rotary Club de Azul, y para el cual convocó al artista plástico Francisco Ingrasiotano.

La obra fue inaugurada en 1982 para la celebración del sesquicentenario de la fundación de la ciudad. En la oportunidad, se guardaron documentos en el cofre que se ubica dentro de la pieza fundamental, dejados allí para su apertura en los festejos del bicentenario de la ciudad.

 

Trazos finales


En 1988, Juan Carlos debió ser intervenido quirúrgicamente. Producto de aquella operación sufrió un cuadro de salud complejo, que le restringiría fuertemente el habla, y le provocaría primero una extendida hemiplejia, que más tarde daría lugar a una situación todavía más difícil.

Retirado ya del ejercicio de su profesión y de todos sus círculos sociales de pertenencia, en el año 2000 se mudó con su esposa Nilda Nidia a la ciudad de La Plata, donde ya vivían sus cuatro hijos.

Juan Carlos Di Bernardi falleció el 3 de julio de 2009, a los 74 años de edad. Sus restos fueron sepultados en el Cementerio de La Plata.






martes, 19 de enero de 2021

Tiro Federal de Azul


Tiro Federal de Azul

 

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

  

El país transitó distintos procesos políticos y en nuestra ciudad, al igual que en varias localidades del interior, a finales del siglo XIX, los inmigrantes suizos fueron los primeros en mostrar un gran interés por la práctica deportiva del tiro al blanco.

Algunos de los iniciadores de la actividad estaban definitivamente convencidos que, si todos los ciudadanos cumplían una práctica constante de tiro al blanco, sería más fácil consolidar la Defensa Nacional.

Hacia los comienzos de la década del ’90, la comunidad se movilizó para tener su propio polígono de tiro, a imagen y semejanza del que ya poseía el Club Recreativo Suizo -dedicado tanto a actividades deportivas como de defensa-, ubicado en la esquina Este de las calles San Martín y Bahía Blanca (actual Intendente Manuel Castellár).

Los impulsores consideraban fundamental que esta nueva institución se rija con prescindencia completa y absoluta de toda cuestión política y electoral, y que tenga como único fin la instrucción de tiro con armas de guerra y de uso civil para preparar a la milicia y la ciudadanía, para la defensa de los supremos intereses de la Nación.

El periódico local “El Pueblo”, dio cuenta de las innumerables adhesiones que recibió el día 11 de diciembre de 1890 el señor Manuel Chans, reconociéndosele su interés para instalar una sociedad de tiro al blanco en terrenos cedidos por un hacendado de la zona en las cercanías de Azul. Así inició tibiamente sus actividades la incipiente “Liga Patriótica Azuleña”.

 

 

Todos al Centro…

 

 Merced a diversas idas y vueltas, el 19 de febrero de 1895, se fundó el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”. La Comisión Directiva constituida para tal fin estuvo formada por Alejandro Brid como presidente, secundado por destacados vecinos como Emiliano Astorga, Paulino Rodríguez Ocón, Enrique Squirru y Aurelio S. Abeberry  que oficiaron respectivamente de vicepresidente, secretario, prosecretario y tesorero. Luis Arieu, José Vitón, Ricardo Gaviña, Mateo S. Boado, Leonardo Dulbecco y Albino Fernández fueron elegidos como vocales.

En la sesión de Comisión Directiva del 28 de febrero de 1895 se nombró a los generales Francisco Leyría y Zacarías Suspisiche como representantes del Centro ante las autoridades militares para gestionar armas e instructores, además de un terreno apropiado para “el establecimiento de un polígono de tiro para la instrucción de la Guardia Nacional. Asimismo, el primer instructor designado fue el subteniente Echenagucía, reemplazado luego por el capitán Yáñez.

Antes de finalizar el año, asumió la presidencia del Tiro Federal Argentino de Buenos Aires (que había sido fundado el 28 de septiembre de 1891), el general Luis María Campos, quien solicitó al Ministerio de Guerra la autorización correspondiente para enviar fusiles Máuser a las sociedades de tiro del interior, para el cumplimiento de los fines institucionales. Así se hizo y la institución azuleña recibió su primer equipamiento.

  

Tiempos turbulentos

 

         A fines del siglo XIX, las relaciones limítrofes entre Argentina y Chile comenzaron a tornarse complejas y ambas naciones quedaron a un paso de desencadenar una lucha armada por la soberanía sobre extensos territorios.

Consecuencia del clima emergente de tal situación, como así de las sugerencias del gobierno nacional, fue que reapareció en escena, recobrando protagonismo, la “Liga Patriótica Azuleña”, desarrollando actividades concordantes y concurrentes a un mismo fin: “Defender la Patria.

Con dicho objetivo, la Liga encarriló sus esfuerzos hacia la creación de un polígono de tiro, en cuyas instalaciones pudieran realizar prácticas, no solo los integrantes de la Guardia Nacional, cuya formación promovió, sino también todo ciudadano capaz de manejar uno de los fusiles adquiridos en Europa a la sazón por el creador del moderno ejército argentino, el destacado coronel Pablo Riccheri.

La Comisión Directiva de la naciente sociedad de tiro quedó presidida por Manuel Chans, secundado por Paulino Rodríguez Ocón y Eugenio Dupleix quienes asumieron como secretario y tesorero, respectivamente, acompañados por los vocales Enrique R. Frers, Luis J. Vázquez y Domingo D’Alesandro.

El periódico “El Pueblo”, que había fundado y dirigía el señor Manuel Chans, contaba en sus publicaciones de 1898 quienes erigieron el proyecto de polígono. El 13 de marzo de dicho año, publicó un llamado a la reflexión: “Queda algo por llenar que corresponde a la iniciativa popular, a todos los habitantes de este país: es la instrucción general y particular en las armas de guerra que proporcionan las sociedades de tiro, instrucciones que deben merecer nuestra especial preocupación”.

Chans promovió entonces remozar el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”, que había quedado prácticamente abandonado. De inmediato, un importante conjunto de vecinos se sumó a la “Liga Patriótica Azuleña”, conviniendo como primera resolución ordenar aceleradamente los trabajos de construcción del polígono. Hicieron donaciones de importancia los señores Alejandro Brid, Ángel Pintos, Francisco Leyría, los hermanos Federico y Héctor Urioste, Antonio Aztiria, Manuel Patiño, Carlos Ángel Boll, Francisco M. Rodríguez, Isidoro Sayús, Belisario Zapata, Guillermo Purvis, Luis Dhers, Rosa Ávila y Pablo Laclau, entre otros.

 

 

El fruto del esfuerzo

 

 

“El Pueblo” publicaba habitualmente los nombres de los donantes de dinero, materiales y mano de obra, intentando así su Director demostrar el enorme agradecimiento que sentía hacia la comunidad que de alguna u otra manera lo ayudaba a concretar un anhelo tan suyo como de los vecinos. Además, hacía referencia a las cartas y telegramas de apoyo que recibía de las autoridades provinciales y nacionales, entre las que vale la pena destacar la nota del Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires: “Agradezco vivamente su atención. Nada tiene que agradecerme La Liga Patriótica al iniciar los trabajos del polígono, pues no he hecho otra cosa que prestar concurso del ministerio para una obra altamente benéfica y de positiva utilidad para el país. Lo saluda su compatriota, Adolfo Saldías, ministro de obras públicas”.

Como corolario, la Municipalidad  le concedió el 13 de agosto un subsidio de $1000 moneda nacional “para cubrir el presupuesto de gastos que le ocasionará la construcción de un polígono de tiro”.

El 19 de septiembre de 1898 se iniciaron los trabajos de construcción con la cooperación voluntaria y entusiasta de la juventud azuleña entre los que se destacaron: Pedro Castex, Mariano Ludueña, Miguel Tablar, Bernardo Naulé, Manuel Elizagaray, Luis Landerretche, Horacio Traversi, Francisco López, Eduardo Berdiñas y Luis Riviére.

Asimismo, los domingos prestó su asistencia la Guardia Nacional, que concurría con sus cuatrocientos hombres dando gran impulso a los trabajos. Los primeros espaldones fueron terminados en octubre como así también las obras complementarias que quedaron en condiciones de ser utilizadas el 20 de noviembre de 1898. Entretanto, la Gran Compañía Lírica del Teatro Español llevó a cabo una función (el día 11) a beneficio de la “Liga Patriótica Azuleña” para ayudarla a solventar los costos de tan ambiciosa obra.

 

 

Cerveza, caña y un nuevo objetivo

 

 

Para llevar a cabo los festejos inaugurales se hicieron detonar un buen número de bombas, hecho éste que alertó a la población, atrayéndolos al lugar del polígono. Cuentan las crónicas de aquellos días que para la ocasión se brindó con cerveza de fabricación azuleña de los hermanos Piazza y también con caña doble La Primitiva de Azul”, de la destilería local de Aquiles Poyssegur y Luis Giffoni.

El coronel Pablo Riccheri, siendo ministro del presidente Julio A. Roca tuvo que interrumpir la misión que estaba cumpliendo en Europa para hacerse cargo del Ministerio de Guerra. La situación de tirantez creada por aquella época entre la Argentina y Chile a raíz de disputas fronterizas, le obligó a formar una fuerza militar moderna. Hasta entonces el Ejército estaba constituido solamente por la Guardia Nacional, empero el 6 de diciembre de 1901 fue sancionada la Ley N° 4.031, llamada “Ley de Riccheri”, por la cual se estableció el servicio militar obligatorio. Así nació el Ejército Argentino moderno y entre otras importantes iniciativas dividió la república en siete regiones militares y fomentó el Tiro Federal Argentino.

Pese a las celebraciones suscitadas y a la intensa actividad desplegada en las instalaciones del flamante polígono, las obras de perfeccionamiento se prosiguieron sin pausa y recién en 1902 se procedió a la inauguración oficial de las mismas.

Divergencias entre los miembros de la flamante institución hicieron que, curiosamente, se conformaran dos comisiones directivas. Ambas presididas por el Dr. Enrique Ocampo y el Sr. José R. Paleari, respectivamente, estaban integradas por los siguientes caballeros: Eduardo Plot, Rosa V. Ávila, Ceferino Peñalva, Juan Beheretche, Pastor Tiola, Silvano Bonnet, Eugenio Dupleix, Marcial Portarrieux, Pedro L. Ramírez, Isidoro Sayús, Antonio Samigliana y Manuel E. Toscano. El señor Miguel Bossola fue designado Comisario de Tiro, secundado por los señores Luis Riviere, Siverio Cabone, José R. Motti, Juan N. Navas, Gregorio Motti, F. Eduardo Berdiñas y Horacio Clair.

 

 

El ministro Pablo Riccheri en Azul

 

 

El proyecto del edificio primitivo, que tenía la apariencia de una fortificación pétrea y almenada, fue realizado ad honorem por el ingeniero Ignacio Aztiria. Antes de comenzar la construcción, los planos fueron expuestos en el almacén, ferretería y puesto “El Progreso”, ubicado en la esquina Este de Belgrano y Buenos Aires (luego Gral. Uriburu, actual Intendente Prof. Rubén C. De Paula). Los trabajos de delineación del terreno también los hizo ad honorem el agrimensor Antonio Regueral y la construcción de la obra fue adjudicada al Sr. Esteban Wagnat. Los trabajos comenzaron en febrero de 1902 y fueron inaugurados con una importante celebración el 9 de julio de ese mismo año.

El ministro de guerra de la Nación, coronel Pablo Riccheri, aceptó la invitación que se le formulara para trasladarse a nuestra ciudad e inaugurar las obras. Fue en tal circunstancia que debió enfrentar como parte de los homenajes que se le prepararon, dos banquetes el mismo día y al mismo horario, como consecuencia de las diferencias antes mencionadas. El coronel Riccheri no se amedrentó por la contingencia pues almorzó en una mesa y tomó el café y los postres en la otra.

Cabe destacar que en la oportunidad el Coronel fue nombrado como “Padrino del polígono de Azul”.

No menos de cuatro mil personas asistieron a la inauguración, iniciándose de inmediato el primer concurso de tiro que finalizó con el triunfo del joven José B. Iturburu.

 

 

Un nuevo edificio…

 

 

A comienzos de 1915 se inició una transformación total del polígono. El actual edificio, más amplio y confortable, fue construido a pocos metros de la calle. El proyecto fue realizado por los arquitectos Héctor Pourtalé y Victorio Lavarello.

La construcción fue adjudicada por licitación a José H. Brumana, quien, al ser socio de la “Liga Patriótica Azuleña” (de la que más tarde fue Presidente), gentilmente como donación hizo una rebaja del 10%, quedando el costo total de la obra establecido en $ 13.081 moneda nacional. Finalmente, quien dirigió las obras del polígono de tiro resultó el ingeniero Corti.

Las obras, que incluían la construcción de nuevos fosos y la demolición del edificio original que, al estar ubicado en el centro del terreno, reducía el campo de tiro, comenzaron en agosto de 1915 y fueron concluidas en enero del año siguiente.

Poco después se terminaron los espaldones, para cuya construcción colaboró el Batallón 2 de Ingenieros. La conclusión definitiva de las obras se realizó el 14 de mayo.

Con una interesante concurrencia de tiradores –profesionales y amateurs- y público en general, el 9 de julio de 1916, en concordancia con los actos celebratorios del Centenario de la Declaración de la Independencia Argentina, se inauguraron oficialmente las obras.

Fue durante la presidencia de Juan N. Navas que se construyó el actual edificio del polígono, merced a la generosa contribución del pueblo en general. Por su corredor de tiro desfiló en el tiempo un vasto sector de la juventud azuleña, que gustaba de practicar un deporte forjador de virtudes esenciales para la lucha por la vida: carácter, tenacidad, serenidad, espíritu de lucha y sentido caballeresco de la militancia deportiva.

El edificio emula una especie de fortaleza medieval con la combinación arquitectónica de elementos característicos ingleses y normandos. Su corriente ecléctica fue muy desarrollada en nuestro país hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, teniendo siempre como punto de referencia a “la vieja Europa”. En el ámbito local, a la multiplicidad estilística se sumó la interpretación de los arquitectos azuleños (Lavarello y Pourtalé).

Todo el frente está realizado en combinación de muros revocados y ladrillos vistos. Las cornisas salientes muestran modillones aislados debajo de las mismas y el coronamiento de la mampostería cuenta con ornatos esféricos -imitando balas de cañón- y almenas. Una almena (o merlón), es un elemento típico de la arquitectura militar medieval. Se trata de cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros perimetrales de castillos, torres defensivas, etc. Los espacios abiertos que se encuentran entre las almenas se denominan usualmente cañoneras, ya que por ellos asomaban las bocas de los cañones.

Todos esos detalles se combinan con algunos elementos del pintoresquismo vernaculista inglés, como los “pans de bois” (que son los listones de madera que se ven en las partes altas del edificio).

Posteriormente, el perímetro de la fachada fue rodeado por un piso de lajas donado por el ingeniero Mario L. Negri (30 toneladas obsequiadas a la institución en 1948) y zócalos imitando los relieves de esta piedra.

En el frente, sobre el arco de acceso, se pintó, al igual que en la gran mayoría de los polígonos de tiro diseminados por el país, el lema “AQUÍ SE APRENDE A DEFENDER LA PATRIA. En algún momento de la historia institucional -que no podemos precisar-, el mismo fue retirado; de todas maneras, en la actualidad en el interior del polígono un cartel reza la misma leyenda.

 

 

El final de la “Liga Patriótica Azuleña”

 

 

En enero de 1921, durante la presidencia de José H. Brumana (1919-1921), con el acuerdo de su Comisión Directiva, la institución dejó su nombre de “Liga Patriótica Azuleña” para pasar a convertirse oficialmente en “Tiro Federal de Azul”. De esta manera, la Liga, que durante muchísimos años fue el principal sostén de la institución, desapareció.

Cabe aclarar que la Liga Patriótica de nuestra ciudad no tuvo ninguna vinculación con la ultraderechista “Liga Patriótica Argentina”, que tuvo a Manuel Carlés como presidente vitalicio, y que naciera a finales de 1918, para pronto concretar una repudiable actuación en lo que se conoció como la Semana Trágica (7 al 14 de enero de 1919) y la posterior Patagonia Rebelde.

La entidad contó en todo tiempo con dirigentes capaces que fueron sumando esfuerzos y fomentando con concursos asiduos en las temporadas de tiro el entusiasmo de la juventud. Fue así como en 1935 surgió la figura extraordinaria de un gran tirador que, rebasando las posibilidades de Argentina y de América, se consagró en 1947, en Estocolmo, Suecia, Campeón mundial de tiro al blanco con pistola en equipo: el Dr. Oscar Raúl Bidegain, que no solo brindaba tan amplias satisfacciones a sus muchos admiradores en el deporte, sino que, sumando a ello su alta capacidad dirigente, imprimió a la entidad un interesante ritmo de progreso. El desarrollo deportivo de Bidegain estuvo ligado estrechamente al Tiro Federal de Azul -al cual presidirá-, transitando un rico camino que se fue llenando de diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales…

Hacia 1936, el Tiro Federal de Azul contaba con un local de Tiro Reducido, el cual era único en su tipo en el país, pensándose por entonces en instalar uno de similares características en la ciudad de Buenos Aires.

En 1942, en el Torneo de Tiro, la institución local recibió el Diploma de Honor y el Dr. Oscar Bidegain obtuvo el Primer puesto entre setenta participantes, con 538 puntos.

 

 

Vientos de cambio…

 

 El 18 de diciembre de 1972, un violento tornado se abatió sobre Azul produciendo diversos daños. Varias viviendas sufrieron la voladura de sus techos y el Parque Municipal vio la caída de un importante número de árboles. Sin embargo, los daños más significativos -y que resultaron irreversibles- se produjeron en la Catedral y el Tiro Federal. La primera perdió una de sus cuatro torrecillas (quedando otra débil y deteriorada la cual fue removida de inmediato y más tarde las dos restantes), y el segundo perdió la cúpula de su acceso, la cual quedó absolutamente destrozada.

Después de un largo paréntesis durante el último gobierno de facto, en que los polígonos permanecieron totalmente cerrados, un número considerable de aficionados se abocaron a la restauración del edificio y el campo de tiro, logrando así volver a poner en funcionamiento a la institución dedicada al noble deporte. Como presidente de esta nueva etapa fue designado el ingeniero agrónomo Luis Lázaro, quien aportó todos sus conocimientos para sacar a flote a la entidad, contando con el apoyo valiosísimo de varios colaboradores. Luego lo sucedieron en la dirección los señores Domingo Dante Fesler, Carlos Pagliaro, Carlos Stornini, Andrés Oscar Arla, Walter Gallese, Daniel M. Arrastúa, entre otros.

            Con idas y vueltas, con varios nombres en el camino y muchas vicisitudes, pero por sobre todo con muchos hombres de bien en su historial, en la actualidad, el Tiro Federal de Azul sigue siendo un importante referente regional en la práctica deportiva.