martes, 19 de enero de 2021

Tiro Federal de Azul


Tiro Federal de Azul

 

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

  

El país transitó distintos procesos políticos y en nuestra ciudad, al igual que en varias localidades del interior, a finales del siglo XIX, los inmigrantes suizos fueron los primeros en mostrar un gran interés por la práctica deportiva del tiro al blanco.

Algunos de los iniciadores de la actividad estaban definitivamente convencidos que, si todos los ciudadanos cumplían una práctica constante de tiro al blanco, sería más fácil consolidar la Defensa Nacional.

Hacia los comienzos de la década del ’90, la comunidad se movilizó para tener su propio polígono de tiro, a imagen y semejanza del que ya poseía el Club Recreativo Suizo -dedicado tanto a actividades deportivas como de defensa-, ubicado en la esquina Este de las calles San Martín y Bahía Blanca (actual Intendente Manuel Castellár).

Los impulsores consideraban fundamental que esta nueva institución se rija con prescindencia completa y absoluta de toda cuestión política y electoral, y que tenga como único fin la instrucción de tiro con armas de guerra y de uso civil para preparar a la milicia y la ciudadanía, para la defensa de los supremos intereses de la Nación.

El periódico local “El Pueblo”, dio cuenta de las innumerables adhesiones que recibió el día 11 de diciembre de 1890 el señor Manuel Chans, reconociéndosele su interés para instalar una sociedad de tiro al blanco en terrenos cedidos por un hacendado de la zona en las cercanías de Azul. Así inició tibiamente sus actividades la incipiente “Liga Patriótica Azuleña”.

 

 

Todos al Centro…

 

 Merced a diversas idas y vueltas, el 19 de febrero de 1895, se fundó el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”. La Comisión Directiva constituida para tal fin estuvo formada por Alejandro Brid como presidente, secundado por destacados vecinos como Emiliano Astorga, Paulino Rodríguez Ocón, Enrique Squirru y Aurelio S. Abeberry  que oficiaron respectivamente de vicepresidente, secretario, prosecretario y tesorero. Luis Arieu, José Vitón, Ricardo Gaviña, Mateo S. Boado, Leonardo Dulbecco y Albino Fernández fueron elegidos como vocales.

En la sesión de Comisión Directiva del 28 de febrero de 1895 se nombró a los generales Francisco Leyría y Zacarías Suspisiche como representantes del Centro ante las autoridades militares para gestionar armas e instructores, además de un terreno apropiado para “el establecimiento de un polígono de tiro para la instrucción de la Guardia Nacional. Asimismo, el primer instructor designado fue el subteniente Echenagucía, reemplazado luego por el capitán Yáñez.

Antes de finalizar el año, asumió la presidencia del Tiro Federal Argentino de Buenos Aires (que había sido fundado el 28 de septiembre de 1891), el general Luis María Campos, quien solicitó al Ministerio de Guerra la autorización correspondiente para enviar fusiles Máuser a las sociedades de tiro del interior, para el cumplimiento de los fines institucionales. Así se hizo y la institución azuleña recibió su primer equipamiento.

  

Tiempos turbulentos

 

         A fines del siglo XIX, las relaciones limítrofes entre Argentina y Chile comenzaron a tornarse complejas y ambas naciones quedaron a un paso de desencadenar una lucha armada por la soberanía sobre extensos territorios.

Consecuencia del clima emergente de tal situación, como así de las sugerencias del gobierno nacional, fue que reapareció en escena, recobrando protagonismo, la “Liga Patriótica Azuleña”, desarrollando actividades concordantes y concurrentes a un mismo fin: “Defender la Patria.

Con dicho objetivo, la Liga encarriló sus esfuerzos hacia la creación de un polígono de tiro, en cuyas instalaciones pudieran realizar prácticas, no solo los integrantes de la Guardia Nacional, cuya formación promovió, sino también todo ciudadano capaz de manejar uno de los fusiles adquiridos en Europa a la sazón por el creador del moderno ejército argentino, el destacado coronel Pablo Riccheri.

La Comisión Directiva de la naciente sociedad de tiro quedó presidida por Manuel Chans, secundado por Paulino Rodríguez Ocón y Eugenio Dupleix quienes asumieron como secretario y tesorero, respectivamente, acompañados por los vocales Enrique R. Frers, Luis J. Vázquez y Domingo D’Alesandro.

El periódico “El Pueblo”, que había fundado y dirigía el señor Manuel Chans, contaba en sus publicaciones de 1898 quienes erigieron el proyecto de polígono. El 13 de marzo de dicho año, publicó un llamado a la reflexión: “Queda algo por llenar que corresponde a la iniciativa popular, a todos los habitantes de este país: es la instrucción general y particular en las armas de guerra que proporcionan las sociedades de tiro, instrucciones que deben merecer nuestra especial preocupación”.

Chans promovió entonces remozar el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”, que había quedado prácticamente abandonado. De inmediato, un importante conjunto de vecinos se sumó a la “Liga Patriótica Azuleña”, conviniendo como primera resolución ordenar aceleradamente los trabajos de construcción del polígono. Hicieron donaciones de importancia los señores Alejandro Brid, Ángel Pintos, Francisco Leyría, los hermanos Federico y Héctor Urioste, Antonio Aztiria, Manuel Patiño, Carlos Ángel Boll, Francisco M. Rodríguez, Isidoro Sayús, Belisario Zapata, Guillermo Purvis, Luis Dhers, Rosa Ávila y Pablo Laclau, entre otros.

 

 

El fruto del esfuerzo

 

 

“El Pueblo” publicaba habitualmente los nombres de los donantes de dinero, materiales y mano de obra, intentando así su Director demostrar el enorme agradecimiento que sentía hacia la comunidad que de alguna u otra manera lo ayudaba a concretar un anhelo tan suyo como de los vecinos. Además, hacía referencia a las cartas y telegramas de apoyo que recibía de las autoridades provinciales y nacionales, entre las que vale la pena destacar la nota del Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires: “Agradezco vivamente su atención. Nada tiene que agradecerme La Liga Patriótica al iniciar los trabajos del polígono, pues no he hecho otra cosa que prestar concurso del ministerio para una obra altamente benéfica y de positiva utilidad para el país. Lo saluda su compatriota, Adolfo Saldías, ministro de obras públicas”.

Como corolario, la Municipalidad  le concedió el 13 de agosto un subsidio de $1000 moneda nacional “para cubrir el presupuesto de gastos que le ocasionará la construcción de un polígono de tiro”.

El 19 de septiembre de 1898 se iniciaron los trabajos de construcción con la cooperación voluntaria y entusiasta de la juventud azuleña entre los que se destacaron: Pedro Castex, Mariano Ludueña, Miguel Tablar, Bernardo Naulé, Manuel Elizagaray, Luis Landerretche, Horacio Traversi, Francisco López, Eduardo Berdiñas y Luis Riviére.

Asimismo, los domingos prestó su asistencia la Guardia Nacional, que concurría con sus cuatrocientos hombres dando gran impulso a los trabajos. Los primeros espaldones fueron terminados en octubre como así también las obras complementarias que quedaron en condiciones de ser utilizadas el 20 de noviembre de 1898. Entretanto, la Gran Compañía Lírica del Teatro Español llevó a cabo una función (el día 11) a beneficio de la “Liga Patriótica Azuleña” para ayudarla a solventar los costos de tan ambiciosa obra.

 

 

Cerveza, caña y un nuevo objetivo

 

 

Para llevar a cabo los festejos inaugurales se hicieron detonar un buen número de bombas, hecho éste que alertó a la población, atrayéndolos al lugar del polígono. Cuentan las crónicas de aquellos días que para la ocasión se brindó con cerveza de fabricación azuleña de los hermanos Piazza y también con caña doble La Primitiva de Azul”, de la destilería local de Aquiles Poyssegur y Luis Giffoni.

El coronel Pablo Riccheri, siendo ministro del presidente Julio A. Roca tuvo que interrumpir la misión que estaba cumpliendo en Europa para hacerse cargo del Ministerio de Guerra. La situación de tirantez creada por aquella época entre la Argentina y Chile a raíz de disputas fronterizas, le obligó a formar una fuerza militar moderna. Hasta entonces el Ejército estaba constituido solamente por la Guardia Nacional, empero el 6 de diciembre de 1901 fue sancionada la Ley N° 4.031, llamada “Ley de Riccheri”, por la cual se estableció el servicio militar obligatorio. Así nació el Ejército Argentino moderno y entre otras importantes iniciativas dividió la república en siete regiones militares y fomentó el Tiro Federal Argentino.

Pese a las celebraciones suscitadas y a la intensa actividad desplegada en las instalaciones del flamante polígono, las obras de perfeccionamiento se prosiguieron sin pausa y recién en 1902 se procedió a la inauguración oficial de las mismas.

Divergencias entre los miembros de la flamante institución hicieron que, curiosamente, se conformaran dos comisiones directivas. Ambas presididas por el Dr. Enrique Ocampo y el Sr. José R. Paleari, respectivamente, estaban integradas por los siguientes caballeros: Eduardo Plot, Rosa V. Ávila, Ceferino Peñalva, Juan Beheretche, Pastor Tiola, Silvano Bonnet, Eugenio Dupleix, Marcial Portarrieux, Pedro L. Ramírez, Isidoro Sayús, Antonio Samigliana y Manuel E. Toscano. El señor Miguel Bossola fue designado Comisario de Tiro, secundado por los señores Luis Riviere, Siverio Cabone, José R. Motti, Juan N. Navas, Gregorio Motti, F. Eduardo Berdiñas y Horacio Clair.

 

 

El ministro Pablo Riccheri en Azul

 

 

El proyecto del edificio primitivo, que tenía la apariencia de una fortificación pétrea y almenada, fue realizado ad honorem por el ingeniero Ignacio Aztiria. Antes de comenzar la construcción, los planos fueron expuestos en el almacén, ferretería y puesto “El Progreso”, ubicado en la esquina Este de Belgrano y Buenos Aires (luego Gral. Uriburu, actual Intendente Prof. Rubén C. De Paula). Los trabajos de delineación del terreno también los hizo ad honorem el agrimensor Antonio Regueral y la construcción de la obra fue adjudicada al Sr. Esteban Wagnat. Los trabajos comenzaron en febrero de 1902 y fueron inaugurados con una importante celebración el 9 de julio de ese mismo año.

El ministro de guerra de la Nación, coronel Pablo Riccheri, aceptó la invitación que se le formulara para trasladarse a nuestra ciudad e inaugurar las obras. Fue en tal circunstancia que debió enfrentar como parte de los homenajes que se le prepararon, dos banquetes el mismo día y al mismo horario, como consecuencia de las diferencias antes mencionadas. El coronel Riccheri no se amedrentó por la contingencia pues almorzó en una mesa y tomó el café y los postres en la otra.

Cabe destacar que en la oportunidad el Coronel fue nombrado como “Padrino del polígono de Azul”.

No menos de cuatro mil personas asistieron a la inauguración, iniciándose de inmediato el primer concurso de tiro que finalizó con el triunfo del joven José B. Iturburu.

 

 

Un nuevo edificio…

 

 

A comienzos de 1915 se inició una transformación total del polígono. El actual edificio, más amplio y confortable, fue construido a pocos metros de la calle. El proyecto fue realizado por los arquitectos Héctor Pourtalé y Victorio Lavarello.

La construcción fue adjudicada por licitación a José H. Brumana, quien, al ser socio de la “Liga Patriótica Azuleña” (de la que más tarde fue Presidente), gentilmente como donación hizo una rebaja del 10%, quedando el costo total de la obra establecido en $ 13.081 moneda nacional. Finalmente, quien dirigió las obras del polígono de tiro resultó el ingeniero Corti.

Las obras, que incluían la construcción de nuevos fosos y la demolición del edificio original que, al estar ubicado en el centro del terreno, reducía el campo de tiro, comenzaron en agosto de 1915 y fueron concluidas en enero del año siguiente.

Poco después se terminaron los espaldones, para cuya construcción colaboró el Batallón 2 de Ingenieros. La conclusión definitiva de las obras se realizó el 14 de mayo.

Con una interesante concurrencia de tiradores –profesionales y amateurs- y público en general, el 9 de julio de 1916, en concordancia con los actos celebratorios del Centenario de la Declaración de la Independencia Argentina, se inauguraron oficialmente las obras.

Fue durante la presidencia de Juan N. Navas que se construyó el actual edificio del polígono, merced a la generosa contribución del pueblo en general. Por su corredor de tiro desfiló en el tiempo un vasto sector de la juventud azuleña, que gustaba de practicar un deporte forjador de virtudes esenciales para la lucha por la vida: carácter, tenacidad, serenidad, espíritu de lucha y sentido caballeresco de la militancia deportiva.

El edificio emula una especie de fortaleza medieval con la combinación arquitectónica de elementos característicos ingleses y normandos. Su corriente ecléctica fue muy desarrollada en nuestro país hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, teniendo siempre como punto de referencia a “la vieja Europa”. En el ámbito local, a la multiplicidad estilística se sumó la interpretación de los arquitectos azuleños (Lavarello y Pourtalé).

Todo el frente está realizado en combinación de muros revocados y ladrillos vistos. Las cornisas salientes muestran modillones aislados debajo de las mismas y el coronamiento de la mampostería cuenta con ornatos esféricos -imitando balas de cañón- y almenas. Una almena (o merlón), es un elemento típico de la arquitectura militar medieval. Se trata de cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros perimetrales de castillos, torres defensivas, etc. Los espacios abiertos que se encuentran entre las almenas se denominan usualmente cañoneras, ya que por ellos asomaban las bocas de los cañones.

Todos esos detalles se combinan con algunos elementos del pintoresquismo vernaculista inglés, como los “pans de bois” (que son los listones de madera que se ven en las partes altas del edificio).

Posteriormente, el perímetro de la fachada fue rodeado por un piso de lajas donado por el ingeniero Mario L. Negri (30 toneladas obsequiadas a la institución en 1948) y zócalos imitando los relieves de esta piedra.

En el frente, sobre el arco de acceso, se pintó, al igual que en la gran mayoría de los polígonos de tiro diseminados por el país, el lema “AQUÍ SE APRENDE A DEFENDER LA PATRIA. En algún momento de la historia institucional -que no podemos precisar-, el mismo fue retirado; de todas maneras, en la actualidad en el interior del polígono un cartel reza la misma leyenda.

 

 

El final de la “Liga Patriótica Azuleña”

 

 

En enero de 1921, durante la presidencia de José H. Brumana (1919-1921), con el acuerdo de su Comisión Directiva, la institución dejó su nombre de “Liga Patriótica Azuleña” para pasar a convertirse oficialmente en “Tiro Federal de Azul”. De esta manera, la Liga, que durante muchísimos años fue el principal sostén de la institución, desapareció.

Cabe aclarar que la Liga Patriótica de nuestra ciudad no tuvo ninguna vinculación con la ultraderechista “Liga Patriótica Argentina”, que tuvo a Manuel Carlés como presidente vitalicio, y que naciera a finales de 1918, para pronto concretar una repudiable actuación en lo que se conoció como la Semana Trágica (7 al 14 de enero de 1919) y la posterior Patagonia Rebelde.

La entidad contó en todo tiempo con dirigentes capaces que fueron sumando esfuerzos y fomentando con concursos asiduos en las temporadas de tiro el entusiasmo de la juventud. Fue así como en 1935 surgió la figura extraordinaria de un gran tirador que, rebasando las posibilidades de Argentina y de América, se consagró en 1947, en Estocolmo, Suecia, Campeón mundial de tiro al blanco con pistola en equipo: el Dr. Oscar Raúl Bidegain, que no solo brindaba tan amplias satisfacciones a sus muchos admiradores en el deporte, sino que, sumando a ello su alta capacidad dirigente, imprimió a la entidad un interesante ritmo de progreso. El desarrollo deportivo de Bidegain estuvo ligado estrechamente al Tiro Federal de Azul -al cual presidirá-, transitando un rico camino que se fue llenando de diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales…

Hacia 1936, el Tiro Federal de Azul contaba con un local de Tiro Reducido, el cual era único en su tipo en el país, pensándose por entonces en instalar uno de similares características en la ciudad de Buenos Aires.

En 1942, en el Torneo de Tiro, la institución local recibió el Diploma de Honor y el Dr. Oscar Bidegain obtuvo el Primer puesto entre setenta participantes, con 538 puntos.

 

 

Vientos de cambio…

 

 El 18 de diciembre de 1972, un violento tornado se abatió sobre Azul produciendo diversos daños. Varias viviendas sufrieron la voladura de sus techos y el Parque Municipal vio la caída de un importante número de árboles. Sin embargo, los daños más significativos -y que resultaron irreversibles- se produjeron en la Catedral y el Tiro Federal. La primera perdió una de sus cuatro torrecillas (quedando otra débil y deteriorada la cual fue removida de inmediato y más tarde las dos restantes), y el segundo perdió la cúpula de su acceso, la cual quedó absolutamente destrozada.

Después de un largo paréntesis durante el último gobierno de facto, en que los polígonos permanecieron totalmente cerrados, un número considerable de aficionados se abocaron a la restauración del edificio y el campo de tiro, logrando así volver a poner en funcionamiento a la institución dedicada al noble deporte. Como presidente de esta nueva etapa fue designado el ingeniero agrónomo Luis Lázaro, quien aportó todos sus conocimientos para sacar a flote a la entidad, contando con el apoyo valiosísimo de varios colaboradores. Luego lo sucedieron en la dirección los señores Domingo Dante Fesler, Carlos Pagliaro, Carlos Stornini, Andrés Oscar Arla, Walter Gallese, Daniel M. Arrastúa, entre otros.

            Con idas y vueltas, con varios nombres en el camino y muchas vicisitudes, pero por sobre todo con muchos hombres de bien en su historial, en la actualidad, el Tiro Federal de Azul sigue siendo un importante referente regional en la práctica deportiva.






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