domingo, 28 de marzo de 2021

Música, fotos y moral...

                    Música, fotos y moral…


La otrora Plaza Colón, hoy San Martín, supo ser escenario de múltiples sucesos de la historia azuleña. La música amenizaba las tardes y algún fotógrafo capturó mágicos momentos. Pero también en ella, como cuenta alguna crónica de la época, se actuaba de forma poco habitual…


Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

 

El sábado 8 de febrero de 1902,  desde la redacción de “El Imparcial” se planteaba una simpática observación y se hacía un requerimiento que tiempo después se tomaría como una costumbre:

En la Plaza-. Anteanoche no fue tan numerosa como era de esperar la concurrencia que asistió al Paseo Colón.

A propósito de la plaza debemos hacer una observación a la banda de música, y es que no debe tocar casi siempre las mismas piezas.

También sería bueno que el director de la banda hiciera conocer del público cada domingo y jueves las piezas que se tocarán en la noche.”

Poco más tarde, en los periódicos de la época se tornaría habitual que se dieran a conocer los programas completos que se ejecutarían por las noches en las retretas, aunque los temas se siguieron repitiendo…

 

El primer fotógrafo

 

El siempre inquieto periódico “El Imparcial”, en una nota del 20 de octubre de 1903, pintó en pocas palabras una tarde de domingo... Pero una en la que particularmente Domingo Di Ferrante había salido con su cámara a “preservar en el tiempo” simplemente momentos...

            Di Ferrante se había afincado en el Azul en marzo de 1883. Considerado “el primer fotógrafo”, por muchas décadas se dedicó a retratar la vida social azuleña y sus lugares:

“Con toda la animación que era de esperarse y favorecido por una hermosísima tarde primaveral tuvo lugar el domingo el acostumbrado paseo de la plaza Colón.

Un considerable número de damas de nuestra alta sociedad hizo acto de presencia en ella, contribuyendo eficazmente a darle mayor animación y brillo, la banda de música municipal que dirige el profesor señor Bertolini.

El conocido fotógrafo Sr. Di Ferrante tomó algunas vistas desde los altos del Teatro Español. Igualmente fueron tomadas algunas instantáneas de interesantes grupos de niñas y caballeros por los ‘dilectanti’ de la revista ilustrada “La Lectura”, haciéndonos presumir que el número próximo de la misma saldrá muy interesante.

Vimos en dicho paseo a las familias de Olmos, Arana, Garay, Bellocchio, Somigliana, Uzos, Bertolini, De Marzo, Blasco, Montes, Giménez, Dindart, Martínez, Reger, Lufrano, Castellár, Gallardo, Lavat, Arrastia (F.), Basterra, Loustau, Funicelli, Crespi, Donadio, Gómez, de la Torre, Clou, Fredes, Bayle, Dhers, Arrastia (M.), Parmigiani, Milleiro, Daugá, López Segovia, Pouyssegur, Trotta, Mainini, Paillé, Piazza (L.) (…).

 

Valorando un gran tesoro

 

El 29 de enero de 1909, el periódico “El Imparcial” de los hermanos Darhanpé realizaba un simpático comentario sobre la plaza:

 

            La Plaza Colón-. El Azul puede enorgullecerse y con razón de poseer una de las más hermosas plazas de las ciudades de la provincia.

El director de paseos públicos de la Capital Federal señor Thays fue quien hizo el plano de nuestra plaza, allá por el año 1902, y quien trajo al excelente y hábil jardinero que hasta la fecha es el encargado de la conservación y arreglo de la plaza, don Pedro Amada, el cual llena su cometido a satisfacción de todos.

Ayer uno de nuestros redactores, en plenas funciones reporteriles, pasó por la plaza y ya sea por el hermoso día, por el aspecto “de nuevo” que presentaban las plantas lavadas por las recientes lluvias, ó por su romanticismo, decidió subir al salón de baile de la municipalidad y de allí absorberse contemplando el hermoso conjunto de la inmensa variedad de plantas y de los senderos limpios, blancos…

La plaza tal cual está hoy es como la ideó el señor Thays, un verdadero jardín, pero un jardín artístico. (…)”.

 

Una rara costumbre azuleña

 

El 17 de febrero de 1914, “El Orden” publicaba una nota singular en la cual se daba cuenta de la extraña costumbre de los jóvenes azuleños al caminar por la Plaza Colón, haciéndolo los varones en una dirección y las jovencitas en otra opuesta. Un lector, bajo el pseudónimo de “Un Forastero” le plantea a la dirección del periódico la confección de una encuesta entre los lectores para conocer las razones de aquella acción:

 

-Para las niñas-

Hemos recibido ayer la siguiente carta, la que transcribimos en obsequio a las niñas azuleñas, dado que a ellas interesa directamente y son las llamadas a responder del porqué de ese hábito.

Azul, Marzo 22 de 1914.

Señor Director de El Orden:

¿Por qué en las reuniones que se realizan en la Plaza Colón los jueves y los domingos las señoritas dan vuelta en una dirección y los hombre en otra, como impulsados por fuerzas contrarias?

En una ciudad progresista y de cultura social evidente, es esa una nota discordante.

Abra una encuesta entre sus gentiles lectoras con el objeto de conocer la opinión de cada una respecto del asunto que provoca mi crítica y espere los resultados.

Con seguridad que casi todas las lindas azuleñas, si responden a la consulta sinceramente, le dirán que sería mucho más agradable reunirse en la plaza con los representantes del sexo feo cada noche de moda para conversar con ellos, en vez de tenerlos como ahora condenados a contemplarlas y admirarlas a la distancia.

Las contestaciones favorables o adversas, con sus fundamentos, resultarían de interés y podría publicarse en la sección “Día Social” de “El Orden”.

Anuncie la admisión de respuestas firmadas con pseudónimos y bien pronto quedará convencido del éxito de dicha encuesta.

Saluda al señor director muy atentamente. UN FORASTERO.

 

N. de la R. – En un todo de acuerdo con la carta transcripta queda abierta una encuesta hasta el primero de Abril próximo, de la que podrán participar todas las señoras y niñas azuleñas, enviándonos su opinión antes de la fecha indicada.

Las respuestas pueden venir firmadas, o con pseudónimo, prometiendo reserva a quienes así lo solicite.

 

Las respuestas no se hicieron esperar. Entre todas sobresale una, que vale la pena rescatar y que fuera publicada el 29 de marzo:

 

-Encuesta-

Azul, Marzo 26 de 1914.

Señor Director de El Orden:

También yo voy a molestar la atención de sus amables lectores, emitiendo mi opinión con motivo de la encuesta abierta en su diario. (…). Yo no soy señorita, soy madre con hijas casaderas (con dote) ¡ojo!, pero eso no me inhabilita para manifestar mi opinión, opinión que no ha de diferir en mucho de las que hasta la fecha he visto en “El Orden”.

Todas estamos convencidas que la culpa del aislamiento entre ambos sexos es del hombre y no de la mujer.

El “forastero” que firma la encuesta ha notado, como todos los que vienen de afuera, el feo papel que hace nuestra juventud.

En el Azul, debido a la falta de mayor sociabilidad, se quedan muchas niñas, lindas, educadas y con dote, sin unir su existencia a la de un hombre que las haga dichosas, pues no es justo que ellas salgan en busca de él.

¿Cuántas bellas azuleñas han pasado de la edad de la ilusión, y que, contando en su abono las más preciosas cualidades, no han conseguido formar el amoroso nido a que las leyes humanas nos empujan!...

Todas las familias azuleñas comentamos favorablemente la iniciativa de su diario “El Orden”, y mucho esperamos que ha de influir para modificar el feo hábito de de unión que hoy impera entre ambos sexos.

El peor castigo que se les inflinge a los azuleños, es que viene un forastero y escoge para esposa la mejor flor del jardín azuleño y los azuleños, para no dar lugar a habladurías, los jóvenes no conocían a sus futuras compañeras en la vida, y viceversa, únicamente lo que el interesado quería dejar traslucir; las uniones que eran la resultante de ese estado de cosas daban lugar en el menage ya formado a muchas sorpresas.

Sin ir más lejos, en este tema escabroso, yo creo que la moralidad y la civilización bien entendidas ganarían mucho en dejar a la juventud más libertad tomando ejemplo de la simple naturaleza que la mezcla todo sin dar lugar a inmoralidad.

Nuestra plaza se presta admirablemente a un ensayo decoroso.

Que cosa más natural y práctica ver en ella las parejas mezclarse según sus gustos, atracciones y simpatías, estudiando mutuamente los caracteres para poder, antes de unirse en indisolubles lazos, conocerse mutuamente completándose entre ambos y poder afrontar juntos la lucha por la vida.

Lo reputo, a mi juicio, el primer paso, es un progreso. Hagamos lo posible para ampliarlo echando al suelo los prejuicios imbéciles que se oponen a que la humanidad sea algo más dichosa. FEMINISTA.




La Plaza Colón, hoy San Martín, fue remodelada por el paisajista Carlos Thays y tuvo en su centro un grupo escultórico mal llamado “Nereidas” siendo en verdad “Náyades”.


domingo, 21 de marzo de 2021

Vicente Porro, el señor de la Historia

 Vicente Porro, el señor de la Historia

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Vicente Julio Juan Porro nació en Azul, el 12 de febrero de 1887. Sus padres fueron Vicente Porro y Raquel Adelaida Galli, ambos inmigrantes de las afueras de Milán, Italia, quienes se habían instalado en tierras de Shaw, en el Partido de Azul, a mediados de la década del ’60. Vicente tuvo seis hermanos mayores: Teresa Elisabeth, Elisa del Carmen, Teresa Luisa, Rosa Elisa, Ana María y Juan Bautista Santiago.

Asistió a la Escuela Normal Mixta de Azul. El secundario lo realizó en el Instituto Popular de Enseñanza de Azul, que era incorporado al Colegio Nacional de La Plata.

En 1905, junto a su amigo Félix Liceaga –que en febrero de ese año participó activamente, aunque sin demasiado éxito, en la Revolución Radical-, fundó el Centro de Estudiantes Nacionales de La Plata, convirtiéndose en su primer presidente. También fue socio fundador de las Sociedad de Socorros Mutuos de Azul.

Al año siguiente estuvo unos meses estudiando Medicina en La Plata, sin embargo, casi inmediatamente, muy apesadumbrado, decidió abandonar la carrera.

Instalado en Azul, con apenas 19 años, Vicente fundó en el ’06 la revista ilustrada “Juventud”, dedicada a temas sociales y literarios de actualidad.

Acompañado por su hermano Juan Bautista Santiago, un poco mayor que él y ya militante ferviente, Vicente se afilió a la Unión Cívica Radical y también al Movimiento de Libre Pensamiento.

En otro ámbito, poco después, fue uno de los fundadores de la Sociedad de Fotógrafos Aficionados.

En 1908 hizo el servicio militar en el Regimiento 2 de Zapadores Pontoneros. Más tarde, se instaló en el campo que su familia tenía en Shaw para abocarse a las tareas rurales.

 

Paleontología, arqueología y otros gustos…

 

Junto a su amigo y cuñado, César Pelle (esposo de Rosa Porro), habitualmente salían de excursión para rescatar fósiles en cercanías del Arroyo Azul (en La Ysidora, de Adrogué; en la Laguna La Barrancosa; y hasta en cercanías de Sierras Bayas).

En 1918 se incorporó formalmente a la “Biblioteca Popular de Azul”, en la que ocupó distintos cargos y para la que confeccionó el índice analítico de Paleontología y Arqueología.

Conocidos como “El grupo Ameghino”, Vicente con sus amigos Bartolomé J. Ronco, Luis Robin, César Pelle, Mildoneo Sánchez y Luis Ducós, entre otros, en 1921, fundaron la “Asociación Florentino Ameghino” donde intercambiaban ideas acerca de la paleontología y la arqueología. De dicha Asociación fue designado Secretario.

Ese mismo año, con César Pelle, escribió “Contribución al Estudio de la Paleontología y Arqueología Azuleñas”, trabajo que fue expuesto mediante una conferencia en la Biblioteca Popular.

Como parte de su inquieta actividad, brindó diversas disertaciones sobre arqueología y paleontología, publicando, asimismo, artículos en los periódicos azuleños “El Comercial” y “El Ciudadano” y en el diario “El Tiempo”.

 

Política e historia

 

Gracias a su militancia partidaria, Vicente fue propuesto como candidato a concejal por el Partido de Azul, representando a la Unión Cívica Radical. Efectivamente, en 1925, fue electo Concejal.

Al concluir su primer año en el cuerpo deliberativo, publicó un folleto titulado “Ordenanzas y proyectos presentados al H.C. Deliberante de Azul”. Sin embargo, más allá de su intensa labor en el Concejo, el año 1927 sería sumamente ajetreado para su actividad política.

Dado el deterioro abrupto de su salud, el intendente Juan José Mujica –quien fallecería el 5 de diciembre del mismo año, en Capilla del Monte, Córdoba-, dimitió en favor de Venancio Eduardo Berdiñas, quien asumió definitivamente el día 2 de mayo de 1927 para culminar el mandato de su antecesor. Dicha situación comenzó a agitar las internas partidarias para discernir al mejor candidato para encabezar el Ejecutivo Municipal.

Con el respaldo del diputado nacional y presidente del Comité azuleño, Dr. Juan Prat, la lista del radicalismo quedó encabezada por el concejal Vicente Porro como candidato a Intendente.

Por el otro lado, los conservadores encabezaron su lista con el ya intendente, Venancio Eduardo Berdiñas.

Los comicios se realizaron el domingo 27 de noviembre de 1927. El escrutinio arrojó como resultado la victoria de los conservadores, quienes alcanzaron los 3.480 sufragios, mientras que el radicalismo se alzó con 3.206 votos. Berdiñas obtuvo el respaldo necesario para su mandato como intendente por el período 1928-1930. Al ser tan ajustada la diferencia, finalmente asumieron cuatro concejales por cada partido, sin lugar para las minorías.

Su afición por la historia lo llevó, en 1928, a ser nombrado Director del Archivo de Azul que se había iniciado dentro de la Biblioteca Popular de Azul. Al año siguiente, publicó un trabajo al que tituló La Biblioteca Popular de Azul desde su fundación”, obra que recopiló aspectos sumamente trascendentes para la historia institucional y local.

 

El campo, otra gran pasión…

 

Desde muy pequeño, Vicente demostró su pasión por el campo y todas las actividades vinculadas a la producción rural. De hecho, buena parte de su sustento económico provenía de sus variadas labores productivas.

Era una persona muy emprendedora y progresista. En su granja criaba gallinas y pollos. Además, tenía vacas lecheras, produciendo en su tambo quesos, manteca y crema. Todos lo producido en su establecimiento, frecuentemente, lo llevaba en carro hasta la estación del ferrocarril de Shaw para luego transportarlo hasta Azul.

Por otro lado, en 1924 Porro participó como iniciador y fundador de la Cooperativa Granjera Azuleña; también fue promotor de las bibliotecas ambulantes para las escuelas rurales y siempre hacía donaciones de libros.

En 1926 se inició, dentro de la Sociedad Rural de Azul a la que pertenecía desde tiempo atrás, como Jurado de Avicultura y Granja, por 9 años consecutivos, y Jurado de Admisión de Bovinos, por un lustro.

            En 1939 fue designado delegado al XVII Congreso de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y de La Pampa.

Fue secretario de la Comisión Pro-Fomento Vial Municipal.

 

Fecha fundacional del Azul

 

Ante la falta de documentación fehaciente que indicara la fecha precisa de la fundación del Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul, hasta aquel entonces el pueblo festejaba su “cumpleaños” en el mes de octubre, durante lo que se conocía como la “Semana de Azul” en torno al “Día de la Raza” (12 de Octubre).

Dado que se aproximaba el centenario del pueblo, en 1925 tuvieron entrada en el Concejo Deliberante dos proyectos: uno, de los concejales radicales Juan Prat, Luis Ducós, Claudio Aquerreta y Vicente Porro, y otro del intendente municipal interino, Pedro Guiraut. El primero era previo y más completo; propiciaba el llamado a concurso para fijar la fecha de fundación de Azul y sus orígenes. El segundo pedía formar una comisión para programar los festejos del centenario. Estos proyectos fueron tratados en la sesión del 20 de junio y el Concejo autorizó la conformación de una Comisión Especial del Centenario, cuya presidencia recayó en el Dr. Bartolomé José Ronco, secundado por Porro, Venancio Eduardo Berdiñas, Hugo Campagnale y Agustín J. Carús.

Después de varios años de trabajo, en marzo de 1932, el entonces intendente Dante Bernaudo le solicitó a Ronco un informe con los resultados de la investigación que se le había encomendado a la Comisión. La respuesta no se hizo esperar; en una extensa carta el filántropo abogado y coleccionista entregó un resumen de todo el trabajo realizado en el que se destacaba:

“(…) la expedición fundadora de Azul, llegó al sitio de su destino antes del 20 de Diciembre de 1832, pudiendo haber llegado desde el día 14 hasta la fecha máxima indicada.

Con esta conclusión final de que la expedición fundadora de Azul ha debido llegar entre los días 14 y 20 de Diciembre de 1832 y no existiendo ninguna constancia escrita sobre la fecha cierta de esa llegada, considero, que tal fecha debe fijarse presuntivamente, el término medio de ese lapso de tiempo, o sea el día DIEZ Y SEIS DE DICIEMBRE DE MIL OCHOCIENTOS TREINTA Y DOS (…).

Esta nota, con toda la documentación mencionada, fue pasada por el Intendente Municipal al Concejo Deliberante, cuerpo que, el 31 de agosto de 1932, mediante una Ordenanza con fuerza de ley, fijó definitivamente al 16 de diciembre de 1832 como fecha fundacional de Azul.

 

Amada familia…

 

Vicente se unió en matrimonio con Arcelia Murgiarte. Con ella tuvo dos hijas Violeta (1940) y Angélica (1942).

 

Archivo Histórico

 

Desde 1953 y hasta su muerte fue director del Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru”. Dentro del Museo, fundado por el Dr. Bartolomé J. Ronco –que había fallecido en 1952-, se dedicó principalmente a la prolija y personal organización del Archivo y su gran contribución fue que clasificó por año, por letra y por tema, en carpetas separadas, todos los documentos existentes (en la actualidad, el Archivo Histórico lleva el nombre “Vicente Porro”).

Como difusión de su labor investigativa, a lo largo de muchos años de labor, fue publicando diversos folletos o pequeños cuadernillos, dando a conocer investigaciones sumamente relevantes. Vale mencionar: “Coronel Don Pedro Burgos”, Folleto Nº 1 (1957); “Documentos poco conocidos de Azul”, Folleto Nº 2 (1962); “Catálogo General Ilustrado”, Folleto Nº 3 (1963) y “Antecedentes del Centenario de Azul” (1964), siendo éste último de suma relevancia como testimonio de la vasta información sobre Azul y su época fundacional.

En su casa del campo, cerca de la Estación de Shaw, Vicente poseía una vitrina llena de puntas de flechas y restos de huesos, los cuales fueron casi en su totalidad destinados al Museo Etnográfico “Enrique Squirru”. En una de sus tantas travesías, en inmediaciones del Arroyo Azul, descubrieron los restos de un gliptodonte al que armaron pieza por pieza y finalmente lo regalaron al Colegio Nacional “Esteban Echeverría”.

 

Presidente de la Rural

 

En Asamblea General Ordinaria, del día 30 de enero de 1955, Vicente fue electo Presidente de la Sociedad Rural de Azul. Lamentablemente para el destacado azuleño, le tocó conducir a la institución en uno de sus períodos más complejos. Justamente, las medidas del gobierno Nacional, encabezado por el general Juan D. Perón, ponían al campo en una compleja situación, haciendo decaer notoriamente su producción y acarreando un sinfín de problemas a los cuales no lograban darle cauce.

            Asimismo, la salud de Porro comenzó a mostrar ciertos resquebrajamientos que lo impulsaron a renunciar en el mes de septiembre del mismo año, siendo sustituido por el vicepresidente César A. Iarussi. Desde entonces, a pesar de mantener estrechos vínculos con los miembros de la Comisión Directiva y la Sociedad Rural en general, Porro se alejó definitivamente de la conducción de la institución, resignando su participación a pesar de haber sido convocado posteriormente.

 

Las calles del Azul

 

En 1955 Porro fue designado miembro de la “Comisión Municipal de Investigaciones Históricas del Partido de Azul”, en la que lo acompañaba activamente la reconocida poetisa María Aléx Urrutia Artieda. De dicha Comisión, Vicente ocupó la Presidencia desde 1957 hasta su muerte.

Pasada la mitad del siglo XX, el crecimiento poblacional y la dispersión de construcciones dentro de la forzosamente ampliada cuadrícula urbana, conllevaron a la imperiosa necesidad de trazar nuevas arterias para facilitar la circulación y desarrollar ordenadamente el ejido de Azul.

Mediante el Decreto-Ordenanza del 12 de noviembre de 1956, firmado por el Comisionado Guillermo Rodolfo Sarmiento, se le impusieron nombres a quince nuevas calles de la ciudad. La disposición fue promulgada el 27 de diciembre del mismo año a través del Decreto 23.777/56 de la Intervención Nacional y recién se hicieron efectivas las imposiciones el 3 de enero de 1957. Las denominaciones propuestas por la “Comisión Municipal de Investigaciones Históricas del Partido de Azul” fueron: De las Postas, De los Fortines, De las Carretas, Misia Magdalena Barranco, Comisario Luis Aldaz, Fuerte Federación, Francisco Mesura, Darhanpé, Martín Abeberry, Miguel Ituarte, De los Agrarios, San Serapio Mártir, San Carlos, De las Cautivas y General Manuel Escalada.

 

Transitando hacia el final, pero trabajando sin pausa

           

            Durante buena parte de su vida, fue integrante de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Azul.

            A pesar de las responsabilidades asumidas, Porro nunca dejó de lado su pasión por la historia. Así publicó diversos artículos en el diario “El Tiempo”, entre los que se destacan: “La escuela de Azul desde 1832” (26 al 30 de marzo de 1961); “Algunos antecedentes sobre el Azul antiguo” (diciembre de 1962) y “Nueve nombres de calles de Azul” (16 de diciembre de 1963).

Por su labor como historiador, en 1964 fue nombrado Miembro Correspondiente de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores.

            Vicente Porro falleció en Azul, a los 78 años de edad, el 19 de marzo de 1965.










Basado en “Generación R. Los Radicales en Azul” del autor de la nota y “El azuleño Vicente J. Porro en la cultura, la investigación y los recuerdos familiares” de Mabel Benavídez de Albar Díaz.


domingo, 14 de marzo de 2021

"Ningún hombre es más que otro si no hace más que otro"

            “Ningún hombre es más que otro si no hace más que otro”


Bien pueden servir las palabras que Don Quijote le dice a su escudero Sancho Panza en la obra del célebre Miguel de Cervantes Saavedra, para describir la trayectoria de un hombre cuya vida debería ser tomada como ejemplo por toda la comunidad azuleña.

 

 

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

 

            Pedro Armando López nació en Azul el 11 de marzo de 1915. Sus padres fueron Pedro López Bustamante y Clotilde Valentina Cuello.

            Pedro era casi un adolescente cuando la crisis pegó fuerte en el ámbito familiar. Su padre, dueño del campo La Medialuna (200 hectáreas), ubicado cerca de Cacharí, tuvo que venderlo para poder subsistir.

            Ante esa situación, aprovechando la existencia de una máquina de coser en su casa, Pedro comenzó a dar las primeras puntadas para contribuir a la economía familiar, acercándose por primera vez a lo que sería su pasión por el resto de su vida. Siendo discípulo de Roquino Toscano, a comienzos de la década del ’30 comenzó a aprender formalmente el oficio de sastre.

Al mismo tiempo, guiado por su pasión futbolera, con la camiseta albinegra debutó en primera -como marcador central derecho- cuando don Felipe Ricci era presidente del Club Alumni Azuleño. Años más tarde, las vueltas de la vida hicieron que Pedro Armando López llegase a ser presidente de Alumni; luego estuvo al frente de la Liga de Fútbol de Azul por más de una década y, al mismo tiempo, fue también vocal del Consejo Federal de Fútbol Argentino.

         El 21 de agosto de 1943, Pedro Armando contrajo matrimonio con María Antonia Moschini, de 22 años de edad, hija de Guillermo Moschini y Raimunda Balsamello. La joven pareja tuvo cinco hijos: Virginia, Guillermo, Cristina, Analia y Adriana.

  

Política para la comunidad

 

Desde muy temprana edad, Pedro Armando comenzó a militar en la Unión Cívica Radical.

Junto a otros distinguidos ciudadanos de Azul, en 1955, tras el Golpe de Estado de la autoproclamada “Revolución Libertadora”, como “castigo” por los ideales cívicos que sustentaba, fue privado de su libertad en la Comisaría de Azul, luego en el Departamento de Policía de la ciudad de La Plata y luego en el Penal de Sierra Chica durante 18 días. Sin embargo, no dejó jamás de enarbolar las banderas de la libertad, aferrándose más aún a su convicción política.

Muchas veces con el Partido como respaldo, Pedro Armando desarrolló una ardua y fructífera tarea en beneficio de la comunidad. Asimismo, desempeñó en la U.C.R. cargos de relevancia, siendo secretario de la Comisión Directiva de la Convención Provincial y uno de los ejecutores de la idea de fundar la Casa Radical de calle Burgos 711.

 

Manos a la obra…

 

Todo lo que se pueda decir en adelante de Pedro Armando López puede sonar a una mera enumeración de funciones, sin embargo, no es más que la prueba cabal de los intereses que poseía, inmiscuyéndose en cuanto espacio le fuese posible para lograr, como se dijo, el desarrollo social de los azuleños.

Fue Intendente zonal de Vialidad de la Provincia, que abarcaba doce distritos; presidente y vocal del Centro de Educación Cívica Mariano Moreno; miembro de la Comisión de Honor del Sesquicentenario de Azul; miembro e inclusive presidente de la Comisión de la calle Yrigoyen; vocal de la Comisión de Turismo de la Ciudad; vicepresidente de la Comisión de la Provincia de Buenos Aires, presidente y vocal de la Comisión de Carnaval.

Fue vocal de la Federación de Cooperadoras Escolares de la Provincia de Buenos Aires; Representante legal del Jardín de Infantes Bichito de Luz; Tesorero del Comedor Escolar de la Cooperadora de la Escuela N° 13; vocal de la Comisión de la Escuela 45; vocal de la Cooperadora de la Escuela N° 2; Presidente de la Comisión de Deportes del Consejo Escolar de Azul; Secretario del Sindicato de Cortadores y Sastres...

Además fue vicepresidente de la Unión Obrera de Azul; interventor de la Confederación General del Trabajo, donde reorganizó y dio autoridades a 34 gremios y compró la casa gremial de Azul. También participó en la creación del Sindicato de Empleados de Casa de Familia; fue miembro zonal de la Cooperativa Eléctrica de Azul; presidente de la Primera Comisión de Básquet de Alumni Azuleño; vicepresidente de la Liga Independiente de Azul; presidente de la Liga de Fútbol de Azul durante 11 años y vocal del Consejo Federal Argentino, donde ejerció la representación de 74 Ligas de la Provincia de Buenos Aires. Presidió: la Comisión de la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos, la Comisión Centro de la Provincia de Buenos Aires-Mutual, la Federación Mutualista de la Provincia de Buenos Aires y la Confederación Argentina de Mutualistas.

Como corolario, fue el Presidente del IV Congreso Nacional de Mutualismo Argentino y  Director del Instituto Nacional de Acción Mutual en representación  del Poder Ejecutivo Nacional.

            Y aunque jamás descuidó a su familia, su vocación de servicio lo llevó a desempeñarse en muchas otras instituciones intermedias, donde logró, gracias a su arduo trabajo, revertir la compleja situación de muchos chicos carenciados y/o con capacidades diferentes. Entre tantas obras se destacan el trabajo que, junto a otros colaboradores, realizó en CADRAL (Centro Azuleño de Recreación y Ayuda al Discapacitado), de la misma manera que lo hizo en la Junta Coordinadora Escolar y en el Jardín Bichito de Luz.

 

 Momentos álgidos…

            

         Poco antes de las elecciones de 1962, el Presidente electo Arturo Frondizi declaró que, frente a un triunfo peronista, no les entregaría el poder y ante algunos éxitos electorales eligió correr el riesgo de enfrentar al peronismo en elecciones abiertas. El 18 de marzo los candidatos justicialistas ganaron ampliamente en las principales provincias y municipios.

         En nuestra ciudad, Juan Carlos Pourtalé se presentó como candidato al frente de la Unión Popular, partido en el cual se encolumnó el Justicialismo. La elección, aunque le dio el triunfo, fue bastante reñida: Pourtalé obtuvo 7.776 votos, mientras que el radical Juan Iturralde lograba 6.450 sufragios.

         Lo ocurrido en Azul se repitió en casi todo el país y fue un claro ejemplo de que el peronismo conservaba aún su fuerza.  Ante dicha situación Frondizi decidió intervenir las provincias en las que el peronismo había ganado, cambió todo su gabinete y encargó a Aramburu una mediación con los Partidos políticos, quienes se mostraron indiferentes ante los problemas del Presidente. Esta fue la señal que los militares esperaban, y el 28 de marzo de 1962 depusieron a Frondizi, quien organizó su reemplazo por el Presidente del Senado, José María Guido, intentando así salvar la democracia.

         Apenas tres meses después, los militares, que habían asumido por completo su función tutelar, impusieron un nuevo gabinete totalmente antiperonista. Pero aún las condiciones para subsanar los conflictos no estaban dadas. Y ellos contemplaban el panorama esperando volver a “golpear”.

         Desde el Gobierno Nacional se convocó a elecciones para el 7 de  julio de 1963. En el plano nacional Arturo Umberto Illia, candidato por la Unión Cívica Radical del Pueblo, obtuvo un pobre triunfo con apenas el 21% de los votos (buena parte del peronismo votó en blanco),  y en nuestra ciudad ganó el señor Pedro Armando López, perteneciente a las filas de Illia, también con un pobre margen de sufragios.

 

Un verdadero Intendente del Pueblo

  

         El comisionado Enrique Carlos Squirru le entregó el poder al flamante Intendente electo la mañana del 12 de octubre de 1963, iniciándose un nuevo período constitucional que redundó en numerosos beneficios para todos los azuleños.

         Pedro Armando López, que ya había actuado desde el Concejo Deliberante como presidente de la bancada radical, logró hallar el respaldo de buena parte de la comunidad que veía en él a un hombre honesto, formado desde la humildad de un sastre que todo lo había conseguido trabajando. López era del pueblo. Basta con mencionar su infatigable accionar desde la presidencia de la Junta Coordinadora Escolar y su comedor centralizado que acogía a más de quinientos niños en situación de vulnerabilidad.

         En 1964 se inauguró el servicio de redes cloacales, beneficiando la calidad de vida de la comunidad a través de esta importante mejora sanitaria.

         Con el apoyo del Poder Ejecutivo Municipal, comenzaron sus actividades la Industria Papelera Azuleña (IPA), el Frigorífico Azul para Frutos del País y Sudamtex S.A., que se dedicaba a la producción de hilados plásticos. A su vez, también comenzaron a trabajar el Frigorífico Regional Azul y la Curtiduría Azul.

            Con financiamiento provincial y municipal, se proyectó y construyó el puente emplazado en la Avenida Mitre y Costanera Cacique Catriel, el cual sería fundamental para el desarrollo del Barrio Banco Provincia (actual “Gral. Martín Miguel de Güemes”).

         A fines del mes de diciembre de 1964 concluyó la existencia del tradicional Segundo Grupo de Artillería Montada acantonado en Azul desde 1936, presidiendo la ceremonia de disolución de la Unidad su último jefe, comenzando a la vez el historial del nuevo Grupo de Artillería Blindado Uno, dotado del más moderno armamento de la época.

         Por otra parte, la agencia ROAS, que había entrado en una etapa comercialmente compleja, realizó un ofrecimiento a través del cual se le otorgarían al Municipio por un precio mínimo los talleres y oficinas, ubicados en la avenida Bartolomé Mitre entre Moreno y Uriburu (hoy De Paula), para construir allí la Estación Terminal de Ómnibus.

         Quizás por consejos de su Partido (ya que el ofrecimiento se hacía por parte de gente identificada al Partido Conservador), o por decisión del mismo López, se rechazó la oferta. Idéntico ofrecimiento se le efectuó años después al intendente designado Francisco Toscano, quien tampoco aceptó la oferta por razones técnicas.

         Hacía años que la Avenida Piazza, el principal acceso a nuestra ciudad desde la Ruta Nacional N° 3, había entrado en un proceso de desgaste tal que prácticamente era imposible transitarla, dando un aspecto deplorable a los visitantes y un dolor de cabeza a los vecinos azuleños. Sin embargo, gracias a la insistente gestión de López, la avenida fue inaugurada en 1965 totalmente repavimentada, incluyendo su ensanche, iluminación y entubamiento hidráulico. Y más destacable aún resulta el hecho de que los vecinos no debieron abonar ni un centavo. Poco después, la Avenida Carlos Pellegrini fue también pavimentada repitiéndose la misma metodología de “costo cero” para la comunidad.    

         Desde el gobierno comunal se llevó adelante una intensa labor de recuperación y mejora de los paseos fundamentales de nuestra ciudad, realizándose diversos trabajos en varias plazas y fundamentalmente en el Parque Municipal “Domingo F. Sarmiento” y el Balneario Municipal “Almirante Guillermo Brown”.

         Asimismo, al momento de la concreción de obras también tuvo en cuenta -como hacía mucho tiempo no sucedía en el Partido de Azul-, a las diversas localidades, realizándose innumerables mejoras en espacios educativos, hospitalarios y recreativos en Cacharí, Chillar, 16 de Julio, Ariel y Parish.

         López no solo concretó muchas obras sino que dejó proyectadas otras tantas, siendo tal vez las más destacadas las que planteaban la construcción del Centro Cívico sobre la plazoleta “Adolfo Alsina” (obra incluida y con partida asignada en el presupuesto provincial de 1966) y la pavimentación de la prolongación de la Avenida 25 de Mayo desde la Avenida Mujica hasta su cruce con la Ruta Nacional N° 3 (obra que de haberse concretado hubiera significado un importante desarrollo urbanístico para nuestra ciudad).          

         Pese al escaso respaldo que López había alcanzado en las urnas, su brillante gestión logró conquistar a la comunidad azuleña, dándole una legitimidad más que amplia, inclusive siendo respaldado y respetado por aquellos que participaban de la oposición. Sin embargo, pese a su labor, lo que sucedía a nivel nacional terminó repercutiendo en nuestros pagos.

            A las 7 de la mañana del 28 de junio de 1966, fue a su despacho en la Municipalidad como cada día. Un llamado telefónico durante la madrugada le había advertido con qué escenario se encontraría. En su escritorio se hallaba el teniente coronel Augusto Benjamín Rattenbach que era su amigo y, antes de relevarlo del cargo, le dijo: “Quédese tranquilo Don López. Esto sabe que debo hacerlo porque cumplo órdenes, pero usted tenga la seguridad que lo estimo porque sé cómo ha trabajado y también conozco el cariño que le ha tenido al pueblo”.

            Aquél día, las Fuerzas Armadas habían depuesto al Presidente electo Arturo U. Illia y le habían entregado la presidencia al general Juan Carlos Onganía.

         Don Pedro Armando López abandonó el Palacio Municipal tras intercambiar unas palabras con Rattenbach quien, minutos más tarde, puso en funciones al comisionado coronel (RE) Pedro Cremona.

         Los amigos de López y los partidarios de la Unión Cívica Radical del Pueblo que concurrieron al acto, entonaron las estrofas del Himno Nacional a los pies del monumento al General José de San Martín en la Plaza. Luego se dispersaron con la profunda amargura de saber que otra vez el futuro de los argentinos se ennegrecía.

            El 30 de junio quedó disuelto el Concejo Deliberante. Luego, el 3 de julio, se prohibieron las actividades políticas en todo el país, ordenándose, desde el Gobierno Nacional, la venta de los bienes de los partidos políticos y la intervención de las Universidades en todo el país. Así se hizo también en Azul.


 Puntadas finales

 

            Su trayectoria fue multifacética y con actividades superpuestas, que el demandaban mucho tiempo. Sin embargo, a pesar de tanto, nunca se permitió abandonar su vocación como sastre y continuó vistiendo a miles de hombres desde la tradicional “Casa Toscano” (que pasó a ser de su propiedad y de Juan Carlos Pérez). Mantuvo esa pasión mientras la salud se lo permitió…

            En 1998, por resolución del Concejo Deliberante, fue declarado Ciudadano Ilustre del Partido de Azul. Tres años más tarde, en 2001, el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas de Azul, lo distinguió con el premio Estribo de Plata “Dra. Celia Tau de Zandoná”.

Tras una larga dolencia, el 10 de julio de 2005, Pedro Armando López falleció en Azul a los 90 años de edad. Así se apagó, tras una extensa carrera, la llama de un hombre que todo entregó por su gente.

            Aquellos dos reconocimientos apenas logran sintetizar una parte de su dilatada trayectoria como sastre, deportista, político y dirigente que, por sobre todas las cosas, amó a su pueblo.