Ricardo Balbín,
apóstol de la Democracia
Por Eduardo
Agüero Mielhuerry
Ricardo Balbín nació en la ciudad de
Buenos Aires el 29 de julio de 1904. Sus padres, inmigrantes españoles, fueron
la andaluza Encarnación Morales y el asturiano Cipriano Balbín. Tuvo tres
hermanas mayores, Encarnación, María Luisa y Ángela; y un hermano menor, Armando.
Cipriano
trabajaba en el Ferrocarril del Sud, en la sección confiterías, siendo el
encargado del coche comedor. Al poco tiempo del nacimiento de Ricardo, la
empresa decidió su traslado al interior bonaerense.
Aunque
por poco tiempo, la familia Balbín se radicó en Azul.
Más tarde, también por razones
laborales, se mudaron a Laprida. Allí Cipriano instaló un
bar. Asimismo, en dicha localidad, el 10 de enero de 1909 nació Armando
Rodolfo, el quinto y último hijo del matrimonio. Poco después del
nacimiento, Encarnación viajó a España por serios problemas de salud donde
finalmente falleció al cabo de un tiempo.
Apesadumbrado, junto a sus hijos, Cipriano
se trasladó a Ayacucho, Estación Solanet, para atender los
negocios de un familiar que había fallecido recientemente. En aquella
localidad, Cipriano instaló un almacén de ramos generales.
En Ayacucho, Ricardo fue pupilo del Colegio
San Luis Gonzaga. En 1916, ingresó al Colegio San José de los Padres
Bayonenses de la
Capital Federal. En 1921 egresó como bachiller, con diploma de honor, e ingresó en la Universidad de
Buenos Aires para estudiar Medicina. Sin embargo, al poco tiempo, debió
abandonar la carrera por cuestiones económicas.
En 1922 se afilió a la Unión Cívica
Radical. Asimismo, en dicho año, por problemas familiares, se trasladó
a La Plata ,
donde finalmente residirá el resto de su vida. En la Capital bonaerense comenzó
a estudiar en la Facultad
de Derecho, recibiéndose de abogado en 1927. Poco antes de alcanzar su título,
dada su activa militancia político estudiantil, Ricardo fue temporalmente expulsado
de la facultad. Sin embargo, con su última materia aprobada a finales del ’26,
fue reincorporado y se graduó.
Ese mismo año, falleció su padre Cipriano,
que se hallaba radicado en España desde finales de 1924.
En 1928, Ricardo contrajo matrimonio
con Indalia
Ponzetti, con quien tendría tres hijos: Lía Elena, Osvaldo y Enrique.
Aquel mismo año, participó
activamente en la campaña política que condujo a Hipólito Yrigoyen, por segunda
vez, a la presidencia de la
Nación. Poco más tarde, fue designado Fiscal del Crimen por la
intervención federal de la provincia de Mendoza, a cargo de Carlos Borzani.
Balbín retornó a La Plata y, en 1930, fue electo
presidente del Comité de la
Unión Cívica Radical de la Sección Primera.
En
1931 fue electo Diputado por la Provincia
de Buenos Aires, pero el presidente de facto, José F. Uriburu, anuló
los comicios frente a lo que había resultado un abrumador triunfo radical.
Durante la década del
’30, Balbín desarrolló una intensa actividad política contra el régimen fraudulento
imperante, lo que lo llevó a ser perseguido y encarcelado.
Fue un destacado
orador en las campañas de Marcelo Torcuato de Alvear, de hecho, en agosto de
1937 estuvo junto al por entonces ex Presidente, en el Teatro Español de Azul. Asimismo,
orientó al Movimiento Revisionista de la Unión Cívica Radical bonaerense junto a
Alejandro Leloir y Luis Cetrá.
En 1940 Balbín fue
nuevamente electo Diputado por la
Provincia de Buenos Aires, pero renunció a su banca
debido a que los comicios habían sido escandalosamente fraudulentos, cumpliendo
con su promesa de campaña en la que había afirmado que no asumiría si las
elecciones no eran “limpias”.
Cuando los sectores
alvearistas comenzaron a propugnar una coalición electoral con otras fuerzas
políticas, Balbín se opuso rotundamente y trabajó activamente para nuclear a
todos los sectores radicales intransigentes. En 1945 se cumple su objetivo
cuando funda, junto a dirigentes como Arturo Frondizi, Moisés Lebensohn, Crisólogo
Larralde, Héctor Virgilio Noblía, Antonio Manuel Sobral, entre otros, el Movimiento
de Intransigencia y Renovación (M.I.R.).
En las elecciones de
1946 cuando triunfó el peronismo sobre la
Unión Democrática , integrada por la UCR y otras fuerzas, Balbín
fue electo Diputado Nacional siendo elegido por sus pares presidente de
que se conocería como “Bloque de los 44” .
“¡Hay que ir a escuchar a Balbín!”
En los cortos momentos que le
otorgaban previo a las campañas electorales desde la tribuna podía hacer sus
anuncios y propuestas, sin distinción de partidos. Los ciudadanos amantes de la
libertad acudían a los mitines y boca a boca transmitían: “¡Hay que ir a escuchar a Balbín!”.
Sin carteles, bombos ni banderas, las
multitudes se formaban silenciosamente alrededor de la tribuna de madera que se
armaba en Parque Rivadavia, Plaza Constitución o al amparo del Cid Campeador en
la equina de Parral y Gaona. Los socialistas acostumbrados a similares
discursos de Alfredo Palacios, con espíritu solidario concurrían para unirse a
la lucha contra el autoritarismo. Las respuestas con pañuelos blancos se unían
a una ovación para que cada uno liberara su bronca reprimida frente a funcionarios
delatores, sindicalistas prepotentes, deportistas “chupamedias”,
represores perversos y hasta profesores alcahuetes.
Balbín pedía calma, aunque algunos
vociferaban: “¡Pegales duro, Chino!”. El tribuno respondía con
su voz grave: “Quieren que nuestros hijos crezcan en la
adulación, que aprendan a decir Perón y Evita antes que pronunciar el nombre de
sus padres”. “No advierten que, tarde o temprano, darán cuenta a la historia de
sus fechorías”.
Encarnaba a Palacios, Repetto,
Sánchez Viamonte, entre algunos de los tantos presos por disentir.
En Azul…
El
8
de octubre de 1949 se desarrolló en el Teatro Español el VII Congreso
Provincial Juvenil de la
Unión Cívica Radical, al que concurrieron delegados
de todas las secciones electorales. Disertaron los dirigentes Ricardo Balbín y
Moisés Lebensohn. Además, participaron Juan Prat, Federico Meijide, Eduardo
Plani y Alfredo Sarno, entre otros destacados correligionarios.
Candidato preso
Ricardo Balbín desarrolló una firme acción opositora
contra el gobierno de Juan Domingo Perón. Su ferviente defensa de la libertad
lo llevó a tener varios procesos por “desacato
a la figura presidencial”. En 1949 tildó al gobierno de “dictatorial”, tras
lo cual, el bloque oficialista promovió su expulsión de la Cámara de Diputados para
someterlo a proceso penal.
El 12 de marzo de
1950 se realizaron elecciones generales en la provincia de Buenos Aires, siendo
los primeros comicios que se celebraban desde la reforma constitucional del ’49
que, entre muchas otras cosas, habilitaba la reelección inmediata para la
mayoría de los cargos y establecía un período provisorio para los gobernadores
en el que el mandato duraría dos años (4 de junio de 1950 - 4 de junio de 1952)
para que los siguientes comicios colindaran con las elecciones presidenciales
venideras.
Teniendo permitida la
reelección, el gobernador Domingo Mercante, del Partido
Peronista, se presentó para el período provisorio. Su vicegobernador, Juan
Bautista Machado, no se presentó a la reelección, por lo que en su lugar José
Luis Passerini fue el compañero de fórmula de Mercante. Su principal competidor
sería Ricardo Balbín, acompañado por el doctor Héctor Virgilio Noblía
como candidato a vicegobernador.
El día de las
elecciones, Balbín fue repentinamente detenido en su domicilio, poco después de
emitir sufragio. Lo trasladaron a Rosario, a San Nicolás y finalmente a la
cárcel de Olmos. Por aquel entonces pronunció aquella frase histórica: “A
veces es necesario que entren algunos dignos y libres a la cárcel para conocer
dónde irán después los delincuentes de la República ”.
A fines del mismo año
fue indultado por el presidente Perón, medida que Ricardo rechazó, solicitando
que continúe el proceso, ya que en la causa
no había recaído sentencia firme contra él. Poco después fue liberado. La Convención Radical
proclamó a Balbín como candidato a presidente de la República , acompañado en
la fórmula por Arturo Frondizi, para las elecciones de noviembre de 1951.
A pesar de la derrota
electoral, Balbín más tarde apoyaría en 1954 la elección de Frondizi como
presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical.
Espectacular accidente
En 1954 se realizó
un nuevo llamado a elecciones para elegir diputados nacionales. Los comicios se
realizarían el 25 de abril, un año antes de lo que establecía el régimen
electoral de la época, en coincidencia con las elecciones a vicepresidente, con
el objetivo de ocupar el cargo vacante dejado por Hortensio Quijano
(Vicepresidente electo: 1952-1958), al fallecer antes de asumir, el 4 de junio
de 1952.
En
ese marco, el doctor Ricardo Balbín participaba activamente de la campaña
proselitista, acompañando a los candidatos a diversos actos que se realizaban
por todo el país y fundamentalmente en el interior bonaerense, brindando
encendidos discursos propios de su estilo.
En su edición
del jueves 15 de abril de 1954, el diario “El Tiempo” encabezaba su
tapa con el título: “Se salvó milagrosamente el Dr. Balbín”: “Volcó cerca de Chillar su automóvil- Todos ilesos. Chillar, 14-
(Corresponsal). A mediodía de hoy, a unas cuatro leguas de esta localidad –a la
altura del kilómetro 340, para más precisa- volcó espectacularmente el
automóvil en el cual el presidente del Comité Provincia de la Unión Cívica Radical,
el Dr. Ricardo Balbín, viajaba rumbo a Juárez en compañía de su señora esposa,
su hijo, un amiguito de éste y el diputado Parodi.
El coche conducido por el doctor Balbín aprestábase
a pasar a otro vehículo cuando inexplicablemente ya que ni siquiera rozó al
auto que le precedía, al tomar la banquina dio dos vueltas completas para
quedar en posición normal, es decir sobre sus cuatro ruedas, pero con destrozos
de gran consideración. Por obra de un verdadero milagro el Dr. Balbín y sus
acompañantes resultaron ilesos.
En el lugar del vuelco los viajeros fueron recogidos
por el automóvil del señor Nicomedes Zabalza y más tarde llegó a Chillar el
dirigente radical de Juárez doctor Actis, quien los condujo a esa ciudad, donde
almorzaron.
Durante su permanencia en Chillar el alto dirigente
del radicalismo recibió innumerables muestras de simpatía y congratulación por
el feliz desenlace del accidente.”.
Después
del suceso que fue un tremendo susto para sus actores y cuyo saldo por suerte
no fue más que algunas contusiones menores y un auto destruido mayoritariamente
del lado del conductor, la política siguió con su trajinar.
El
peronismo se impuso de manera avasallante en los comicios, logrando 161 bancas
frente a las escasas 12 que consiguió el radicalismo. Y, como era lógico que
sucediera, en la competencia por la vicepresidencia entre el peronista Alberto
Tessaire, y Crisólogo Larralde, por la Unión Cívica Radical,
venció el primero.
Visitas y divisiones
Poco
antes de la fractura del radicalismo, en 1956, Ricardo Balbín visitó Azul,
captando la atención de propios y ajenos gracias a la elocuencia de su
discurso. Prácticamente fue la contracara de la visita del por entonces presidente
de facto de la República ,
general Pedro Eugenio Aramburu.
Desde 1959, Balbín comenzó a presidir el Comité Nacional
de la Unión Cívica Radical del
Pueblo,
pues como se preveía desde bastante tiempo antes, el radicalismo se fracturó en
1957, quedando “en la otra vereda” Arturo Frondizi.
El
4
de octubre de 1964, junto a Juan Prat, Ricardo Balbín, ante una nutrida
concurrencia, colocó una ofrenda floral a los pies del monumento del General
José de San Martín, en la plaza homónima de nuestra ciudad.
El
4
de marzo de 1965, Balbín volvió a Azul para pronunciar un encendido
discurso, defendiendo la endeble democracia que evidenciaba una marcada crisis.
Con la compañía de un azuleño
En marzo de 1960, siendo secretario
general de la Juventud
de la Provincia
de Buenos Aires de la
Unión Cívica Radical del Pueblo, Balbino Pedro Zubiri, con
apenas 22 años de edad, acompañó al doctor Ricardo Balbín en una gira por el
interior bonaerense que abarcó entre otras las ciudades de Bragado, Carlos
Casares, Chivilcoy y Pehuajó.
Además, el joven dirigente azuleño
hizo uso de la palabra en las localidades de Tres Arroyos y Orense, destacándose
como elocuente orador, compartiendo tribuna con Crisólogo Larralde,
construyéndose lentamente en un destacado dirigente para nuestro medio.
Despidiendo a un amigo
Posiblemente apesadumbrado por lo que
acontecía en el país y en nuestra propia
ciudad, Juan Prat murió de un infarto en la puerta de su Estudio
Jurídico, en la tardecita del 4 de julio de 1966.
En medio de la nutrida concurrencia que
había asistido al Cementerio local a despedir a un ciudadano ejemplar, el
doctor Ricardo Balbín realizó una sentida semblanza de su amigo y
correligionario: “Yo vengo acá en nombre
del radicalismo del país, afirmativo, vigente, inextinguible, a decir la
palabra del adiós a don Juan Prat. Hablar de él, es hablar de las mejores
cosas. En la política, en el hogar, en la profesión, en la amistad. Hay hombres
que pasan y hay hombres que dejan el ejemplo vigoroso de su vida, la conducta permanente
de sus ideas, el sentir profundo de las convicciones. Muchos somos iguales,
pero hay distintos. Estos son los distintos. Los que cuando mueren empiezan a
enseñar definitivamente. Nuestra causa, que él sirvió con pasión, nuestro sentido religioso de la
vida política, encontró a este monje del radicalismo, fuerte, levantado,
altivo, imbatible. Y cuando una generación joven vio caer hace muchos años a
Yrigoyen, vinimos a él y con él iniciamos en Buenos Aires la gran cadena
inmortal del pensamiento, de la acción, de la altivez sin claudicaciones. Sin
ambiciones, abrió lugar para todos y sus dolores los amasaba para adentro. Tal
vez los dolores del país fueron gastando su salud. Y la última alevosía lo
encontró herido y la angustia lo dejó muerto en la calle. Ejemplo de vida, de
virtud y de decencia. Cariñoso, además, en el pueblo. Virtuoso de la ley.
Justo, como debe ser la democracia de los argentinos. Él se va hoy, amasando la
última angustia argentina. Y nosotros nos quedamos hoy para liberar al país de
la última angustia. Yo no diré la palabra común, que siempre parece el rito de
estas ceremonias. Que descanse en paz y volveremos a darle la nueva buena.
Algunos llegarán. El los acompañará permanentemente”.
Una vez más en Azul
El doctor Ricardo Balbín visitó
nuestra ciudad el 5 de diciembre de 1968 siendo recibido por un importante
número de partidarios radicales, quienes buscaban en él al conductor confiable
hacia una salida de la compleja situación política que atravesaba la Argentina. Con su inconfundible
estilo conciliador, sin embargo, fue categórico en su discurso al afirmar que: “…la
eclosión habrá de producirse, inevitablemente…”. Y, lamentablemente, frente
a los atropellos del gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía, Balbín
no se equivocó...
La última visita “oficial”…
El
6
de febrero de 1973, Ricardo Balbín visitó “oficialmente” nuestra ciudad
en plena campaña electoral.
En las elecciones del 11 de marzo, Balbín obtuvo
algo más del 22% de los votos siendo derrotado por la fórmula del FRE.JU.LI., Héctor
Cámpora - Vicente Solano Lima.
Tras el regreso definitivo de Perón al país, Cámpora, objeto de
múltiples presiones y como parte del orquestado plan de “retorno del General”, renunció a la presidencia. Su sucesor Raúl
Alberto Lastiri convocó a comicios presidenciales para septiembre de
1973.
Se realizaron varias conversaciones interpartidarias para lograr una
fórmula presidencial de unidad nacional “Perón-Balbín”, pero fracasaron. El
binomio radical se conformó con Balbín como cabeza de fórmula, acompañado por
el joven senador Fernando De la Rúa
como aspirante a vicepresidente.
Sin embargo, el triunfo de Juan Domingo Perón –acompañado en la
fórmula por su tercera esposa María Estela Martínez, conocida como
“Isabelita”-, fue abrumador.
La
algarabía popular duró poco. Lentamente Argentina entraba en el tramo más
oscuro y nefasto de su historia. El 1 de julio de 1974 falleció Perón y en su
sepelio, fue Balbín quien realizó el más sentido homenaje al pronunciar una
frase histórica: “Este viejo adversario, despide a un amigo”.
La ineptitud al gobierno
Inmediatamente se creó un clima de inestabilidad.
Perón había intentado corregir el rumbo tras la forzada renuncia del gobernador
bonaerense, el azuleño Oscar Raúl Bidegain. Sin embargo, la
violencia había ganado las calles. Y tras la muerte del líder, su sucesora,
“Isabelita”, poco pudo hacer ante su propia ineptitud.
Balbín intentó convencer a la Presidenta de la
necesidad de cambiar el rumbo del país, no solo por los problemas económicos
que afloraban, sino por sobre todo frente a la violencia inusitada que asolaba
las calles donde se convertían en moneda corriente los atentados con
explosivos, los tiroteos y los secuestros extorsivos.
Pero no fue posible. A mediados de marzo Balbín se
dirigió al país por televisión llamando a la unidad nacional y a apoyar la
legalidad. Sin embargo, no lo entendieron o no quisieron hacerlo. El 24 de
marzo de 1976 la presidenta María Estela “Isabelita” Martínez de Perón
fue derrocada, se clausuró el Congreso y quedaron proscriptos los partidos
políticos. Así comenzó el nefasto “Proceso de Reorganización Nacional”.
Sin ver los
frutos de su lucha
Durante la dictadura militar, Balbín intentó afanosamente mantener la
unidad del radicalismo…
En 1980 viajó al Vaticano. Allí se entrevistó con el Papa Juan Pablo
II y a su regreso, impulsó el nacimiento de la Convocatoria
Multipartidaria , recreando el espíritu de unidad nacional que
venía pregonando desde varias décadas atrás.
En una
entrevista, el 24 de octubre de 1980, Ricardo expresó: “… se está especulando suciamente con la cooperación mía con Perón.
Había que dar ejemplos y amigar al pueblo, y nada más que por eso fui a hablar
con Perón. Entre él y yo no hubo ninguna alianza, pero el pueblo se dio la mano.
Y para hacerlo tuve que dejar de lado muchos dolores míos. Yo lo combatí. No
participé de sus modos políticos. Causamos profundas separaciones en el pueblo.
Pero dejé mucho de lo mío, y tal vez haya dejado algo de lo de él para poder
conversar. Esa conversación, lo sigo creyendo, fue una de las buenas cosas que
ocurrieron en la Argentina ”.
A pesar de todos sus esfuerzos, la
Argentina se disgregaba… y se desangraba.
Ya por entonces
comenzó a tener dolencias físicas que lo llevaron a reducir su actividad política.
Sin embargo, nunca dejó de ser una fuente importante de consejos para sus
correligionarios o cualquier otro político que recurriera a visitarlo en su
hogar.
Ricardo Balbín falleció en
la ciudad de La Plata
el 9
de setiembre de 1981. Murió sin ver los frutos de su lucha…
Ricardo Balbín