jueves, 30 de abril de 2020

Ricardo Balbín, apóstol de la Democracia

Ricardo Balbín, apóstol de la Democracia


Por Eduardo Agüero Mielhuerry

Ricardo Balbín nació en la ciudad de Buenos Aires el 29 de julio de 1904. Sus padres, inmigrantes españoles, fueron la andaluza Encarnación Morales y el asturiano Cipriano Balbín. Tuvo tres hermanas mayores, Encarnación, María Luisa y Ángela; y un hermano menor, Armando.
        Cipriano trabajaba en el Ferrocarril del Sud, en la sección confiterías, siendo el encargado del coche comedor. Al poco tiempo del nacimiento de Ricardo, la empresa decidió su traslado al interior bonaerense.
            Aunque por poco tiempo, la familia Balbín se radicó en Azul.
Más tarde, también por razones laborales, se mudaron a Laprida. Allí Cipriano instaló un bar. Asimismo, en dicha localidad, el 10 de enero de 1909 nació Armando Rodolfo, el quinto y último hijo del matrimonio. Poco después del nacimiento, Encarnación viajó a España por serios problemas de salud donde finalmente falleció al cabo de un tiempo.
Apesadumbrado, junto a sus hijos, Cipriano se trasladó a Ayacucho, Estación Solanet, para atender los negocios de un familiar que había fallecido recientemente. En aquella localidad, Cipriano instaló un almacén de ramos generales.
En Ayacucho, Ricardo fue pupilo del Colegio San Luis Gonzaga. En 1916, ingresó al Colegio San José de los Padres Bayonenses de la Capital Federal. En 1921 egresó como bachiller, con diploma de honor, e ingresó en la Universidad de Buenos Aires para estudiar Medicina. Sin embargo, al poco tiempo, debió abandonar la carrera por cuestiones económicas.
En 1922 se afilió a la Unión Cívica Radical. Asimismo, en dicho año, por problemas familiares, se trasladó a La Plata, donde finalmente residirá el resto de su vida. En la Capital bonaerense comenzó a estudiar en la Facultad de Derecho, recibiéndose de abogado en 1927. Poco antes de alcanzar su título, dada su activa militancia político estudiantil, Ricardo fue temporalmente expulsado de la facultad. Sin embargo, con su última materia aprobada a finales del ’26, fue reincorporado y se graduó.
Ese mismo año, falleció su padre Cipriano, que se hallaba radicado en España desde finales de 1924.
En 1928, Ricardo contrajo matrimonio con Indalia Ponzetti, con quien tendría tres hijos: Lía Elena, Osvaldo y Enrique.
Aquel mismo año, participó activamente en la campaña política que condujo a Hipólito Yrigoyen, por segunda vez, a la presidencia de la Nación. Poco más tarde, fue designado Fiscal del Crimen por la intervención federal de la provincia de Mendoza, a cargo de Carlos Borzani.
Balbín retornó a La Plata y, en 1930, fue electo presidente del Comité de la Unión Cívica Radical de la Sección Primera.
            En 1931 fue electo Diputado por la Provincia de Buenos Aires, pero el presidente de facto, José F. Uriburu, anuló los comicios frente a lo que había resultado un abrumador triunfo radical.
            Durante la década del ’30, Balbín desarrolló una intensa actividad política contra el régimen fraudulento imperante, lo que lo llevó a ser perseguido y encarcelado.
            Fue un destacado orador en las campañas de Marcelo Torcuato de Alvear, de hecho, en agosto de 1937 estuvo junto al por entonces ex Presidente, en el Teatro Español de Azul. Asimismo, orientó al Movimiento Revisionista de la Unión Cívica Radical bonaerense junto a Alejandro Leloir y Luis Cetrá.
            En 1940 Balbín fue nuevamente electo Diputado por la Provincia de Buenos Aires, pero renunció a su banca debido a que los comicios habían sido escandalosamente fraudulentos, cumpliendo con su promesa de campaña en la que había afirmado que no asumiría si las elecciones no eran “limpias”.
            Cuando los sectores alvearistas comenzaron a propugnar una coalición electoral con otras fuerzas políticas, Balbín se opuso rotundamente y trabajó activamente para nuclear a todos los sectores radicales intransigentes. En 1945 se cumple su objetivo cuando funda, junto a dirigentes como Arturo Frondizi, Moisés Lebensohn, Crisólogo Larralde, Héctor Virgilio Noblía, Antonio Manuel Sobral, entre otros, el Movimiento de Intransigencia y Renovación (M.I.R.).
            En las elecciones de 1946 cuando triunfó el peronismo sobre la Unión Democrática, integrada por la UCR y otras fuerzas, Balbín fue electo Diputado Nacional siendo elegido por sus pares presidente de que se conocería como “Bloque de los 44”.


“¡Hay que ir a escuchar a Balbín!”

En los cortos momentos que le otorgaban previo a las campañas electorales desde la tribuna podía hacer sus anuncios y propuestas, sin distinción de partidos. Los ciudadanos amantes de la libertad acudían a los mitines y boca a boca transmitían: “¡Hay que ir a escuchar a Balbín!”.
Sin carteles, bombos ni banderas, las multitudes se formaban silenciosamente alrededor de la tribuna de madera que se armaba en Parque Rivadavia, Plaza Constitución o al amparo del Cid Campeador en la equina de Parral y Gaona. Los socialistas acostumbrados a similares discursos de Alfredo Palacios, con espíritu solidario concurrían para unirse a la lucha contra el autoritarismo. Las respuestas con pañuelos blancos se unían a una ovación para que cada uno liberara su bronca reprimida frente a funcionarios delatores, sindicalistas prepotentes, deportistas “chupamedias”, represores perversos y hasta profesores alcahuetes.
Balbín pedía calma, aunque algunos vociferaban: “¡Pegales duro, Chino!”. El tribuno respondía con su voz grave: “Quieren que nuestros hijos crezcan en la adulación, que aprendan a decir Perón y Evita antes que pronunciar el nombre de sus padres” “No advierten que, tarde o temprano, darán cuenta a la historia de sus fechorías”.
Encarnaba a Palacios, Repetto, Sánchez Viamonte, entre algunos de los tantos presos por disentir.


En Azul…


            El 8 de octubre de 1949 se desarrolló en el Teatro Español el VII Congreso Provincial Juvenil de la Unión Cívica Radical, al que concurrieron delegados de todas las secciones electorales. Disertaron los dirigentes Ricardo Balbín y Moisés Lebensohn. Además, participaron Juan Prat, Federico Meijide, Eduardo Plani y Alfredo Sarno, entre otros destacados correligionarios.


Candidato preso


            Ricardo Balbín desarrolló una firme acción opositora contra el gobierno de Juan Domingo Perón. Su ferviente defensa de la libertad lo llevó a tener varios procesos por “desacato a la figura presidencial”. En 1949 tildó al gobierno de “dictatorial”, tras lo cual, el bloque oficialista promovió su expulsión de la Cámara de Diputados para someterlo a proceso penal.
            El 12 de marzo de 1950 se realizaron elecciones generales en la provincia de Buenos Aires, siendo los primeros comicios que se celebraban desde la reforma constitucional del ’49 que, entre muchas otras cosas, habilitaba la reelección inmediata para la mayoría de los cargos y establecía un período provisorio para los gobernadores en el que el mandato duraría dos años (4 de junio de 1950 - 4 de junio de 1952) para que los siguientes comicios colindaran con las elecciones presidenciales venideras.
            Teniendo permitida la reelección, el gobernador Domingo Mercante, del Partido Peronista, se presentó para el período provisorio. Su vicegobernador, Juan Bautista Machado, no se presentó a la reelección, por lo que en su lugar José Luis Passerini fue el compañero de fórmula de Mercante. Su principal competidor sería Ricardo Balbín, acompañado por el doctor Héctor Virgilio Noblía como candidato a vicegobernador.
            El día de las elecciones, Balbín fue repentinamente detenido en su domicilio, poco después de emitir sufragio. Lo trasladaron a Rosario, a San Nicolás y finalmente a la cárcel de Olmos. Por aquel entonces pronunció aquella frase histórica: “A veces es necesario que entren algunos dignos y libres a la cárcel para conocer dónde irán después los delincuentes de la República.
            A fines del mismo año fue indultado por el presidente Perón, medida que Ricardo rechazó, solicitando que continúe el proceso, ya que en la causa  no había recaído sentencia firme contra él. Poco después fue liberado.  La Convención Radical proclamó a Balbín como candidato a presidente de la República, acompañado en la fórmula por Arturo Frondizi, para las elecciones de noviembre de 1951.
            A pesar de la derrota electoral, Balbín más tarde apoyaría en 1954 la elección de Frondizi como presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical.


Espectacular accidente


En 1954 se realizó un nuevo llamado a elecciones para elegir diputados nacionales. Los comicios se realizarían el 25 de abril, un año antes de lo que establecía el régimen electoral de la época, en coincidencia con las elecciones a vicepresidente, con el objetivo de ocupar el cargo vacante dejado por Hortensio Quijano (Vicepresidente electo: 1952-1958), al fallecer antes de asumir, el 4 de junio de 1952.
            En ese marco, el doctor Ricardo Balbín participaba activamente de la campaña proselitista, acompañando a los candidatos a diversos actos que se realizaban por todo el país y fundamentalmente en el interior bonaerense, brindando encendidos discursos propios de su estilo.
En su edición del jueves 15 de abril de 1954, el diario “El Tiempo” encabezaba su tapa con el título: “Se salvó milagrosamente el Dr. Balbín”: “Volcó cerca de Chillar su automóvil- Todos ilesos. Chillar, 14- (Corresponsal). A mediodía de hoy, a unas cuatro leguas de esta localidad –a la altura del kilómetro 340, para más precisa- volcó espectacularmente el automóvil en el cual el presidente del Comité Provincia de la Unión Cívica Radical, el Dr. Ricardo Balbín, viajaba rumbo a Juárez en compañía de su señora esposa, su hijo, un amiguito de éste y el diputado Parodi.
El coche conducido por el doctor Balbín aprestábase a pasar a otro vehículo cuando inexplicablemente ya que ni siquiera rozó al auto que le precedía, al tomar la banquina dio dos vueltas completas para quedar en posición normal, es decir sobre sus cuatro ruedas, pero con destrozos de gran consideración. Por obra de un verdadero milagro el Dr. Balbín y sus acompañantes resultaron ilesos.
En el lugar del vuelco los viajeros fueron recogidos por el automóvil del señor Nicomedes Zabalza y más tarde llegó a Chillar el dirigente radical de Juárez doctor Actis, quien los condujo a esa ciudad, donde almorzaron.
Durante su permanencia en Chillar el alto dirigente del radicalismo recibió innumerables muestras de simpatía y congratulación por el feliz desenlace del accidente.”.
            Después del suceso que fue un tremendo susto para sus actores y cuyo saldo por suerte no fue más que algunas contusiones menores y un auto destruido mayoritariamente del lado del conductor, la política siguió con su trajinar.
            El peronismo se impuso de manera avasallante en los comicios, logrando 161 bancas frente a las escasas 12 que consiguió el radicalismo. Y, como era lógico que sucediera, en la competencia por la vicepresidencia entre el peronista Alberto Tessaire, y Crisólogo Larralde, por la Unión Cívica Radical, venció el primero.


Visitas y divisiones


            Poco antes de la fractura del radicalismo, en 1956, Ricardo Balbín visitó Azul, captando la atención de propios y ajenos gracias a la elocuencia de su discurso. Prácticamente fue la contracara de la visita del por entonces presidente de facto de la República, general Pedro Eugenio Aramburu.
            Desde 1959, Balbín comenzó a presidir el Comité Nacional de la  Unión Cívica Radical del Pueblo, pues como se preveía desde bastante tiempo antes, el radicalismo se fracturó en 1957, quedando “en la otra vereda” Arturo Frondizi.
            El 4 de octubre de 1964, junto a Juan Prat, Ricardo Balbín, ante una nutrida concurrencia, colocó una ofrenda floral a los pies del monumento del General José de San Martín, en la plaza homónima de nuestra ciudad.
            El 4 de marzo de 1965, Balbín volvió a Azul para pronunciar un encendido discurso, defendiendo la endeble democracia que evidenciaba una marcada crisis.


Con la compañía de un azuleño


            En marzo de 1960, siendo secretario general de la Juventud de la Provincia de Buenos Aires de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Balbino Pedro Zubiri, con apenas 22 años de edad, acompañó al doctor Ricardo Balbín en una gira por el interior bonaerense que abarcó entre otras las ciudades de Bragado, Carlos Casares, Chivilcoy y Pehuajó.
            Además, el joven dirigente azuleño hizo uso de la palabra en las localidades de Tres Arroyos y Orense, destacándose como elocuente orador, compartiendo tribuna con Crisólogo Larralde, construyéndose lentamente en un destacado dirigente para nuestro medio.


Despidiendo a un amigo


Posiblemente apesadumbrado por lo que acontecía en el país y  en nuestra propia ciudad, Juan Prat murió de un infarto en la puerta de su Estudio Jurídico, en la tardecita del 4 de julio de 1966.
En medio de la nutrida concurrencia que había asistido al Cementerio local a despedir a un ciudadano ejemplar, el doctor Ricardo Balbín realizó una sentida semblanza de su amigo y correligionario: “Yo vengo acá en nombre del radicalismo del país, afirmativo, vigente, inextinguible, a decir la palabra del adiós a don Juan Prat. Hablar de él, es hablar de las mejores cosas. En la política, en el hogar, en la profesión, en la amistad. Hay hombres que pasan y hay hombres que dejan el ejemplo vigoroso de su vida, la conducta permanente de sus ideas, el sentir profundo de las convicciones. Muchos somos iguales, pero hay distintos. Estos son los distintos. Los que cuando mueren empiezan a enseñar definitivamente. Nuestra causa, que él sirvió  con pasión, nuestro sentido religioso de la vida política, encontró a este monje del radicalismo, fuerte, levantado, altivo, imbatible. Y cuando una generación joven vio caer hace muchos años a Yrigoyen, vinimos a él y con él iniciamos en Buenos Aires la gran cadena inmortal del pensamiento, de la acción, de la altivez sin claudicaciones. Sin ambiciones, abrió lugar para todos y sus dolores los amasaba para adentro. Tal vez los dolores del país fueron gastando su salud. Y la última alevosía lo encontró herido y la angustia lo dejó muerto en la calle. Ejemplo de vida, de virtud y de decencia. Cariñoso, además, en el pueblo. Virtuoso de la ley. Justo, como debe ser la democracia de los argentinos. Él se va hoy, amasando la última angustia argentina. Y nosotros nos quedamos hoy para liberar al país de la última angustia. Yo no diré la palabra común, que siempre parece el rito de estas ceremonias. Que descanse en paz y volveremos a darle la nueva buena. Algunos llegarán. El los acompañará permanentemente”.


Una vez más en Azul


            El doctor Ricardo Balbín visitó nuestra ciudad el 5 de diciembre de 1968 siendo recibido por un importante número de partidarios radicales, quienes buscaban en él al conductor confiable hacia una salida de la compleja situación política que atravesaba la Argentina. Con su inconfundible estilo conciliador, sin embargo, fue categórico en su discurso al afirmar que: “…la eclosión habrá de producirse, inevitablemente…”. Y, lamentablemente, frente a los atropellos del gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía, Balbín no se equivocó...


La última visita “oficial”…


         El 6 de febrero de 1973, Ricardo Balbín visitó “oficialmente” nuestra ciudad en plena campaña electoral.
En las elecciones del 11 de marzo, Balbín obtuvo algo más del 22% de los votos siendo derrotado por la fórmula del FRE.JU.LI., Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima.
Tras el regreso definitivo de Perón al país, Cámpora, objeto de múltiples presiones y como parte del orquestado plan de “retorno del General”, renunció a la presidencia. Su sucesor Raúl Alberto Lastiri convocó a comicios presidenciales para septiembre de 1973.
Se realizaron varias conversaciones interpartidarias para lograr una fórmula presidencial de unidad nacional “Perón-Balbín”, pero fracasaron. El binomio radical se conformó con Balbín como cabeza de fórmula, acompañado por el joven senador Fernando De la Rúa como aspirante a vicepresidente.
Sin embargo, el triunfo de Juan Domingo Perón –acompañado en la fórmula por su tercera esposa María Estela Martínez, conocida como “Isabelita”-, fue abrumador.
La algarabía popular duró poco. Lentamente Argentina entraba en el tramo más oscuro y nefasto de su historia. El 1 de julio de 1974 falleció Perón y en su sepelio, fue Balbín quien realizó el más sentido homenaje al pronunciar una frase histórica: “Este viejo adversario, despide a un amigo”.


La ineptitud al gobierno


Inmediatamente se creó un clima de inestabilidad. Perón había intentado corregir el rumbo tras la forzada renuncia del gobernador bonaerense, el azuleño Oscar Raúl Bidegain. Sin embargo, la violencia había ganado las calles. Y tras la muerte del líder, su sucesora, “Isabelita”, poco pudo hacer ante su propia ineptitud.
Balbín intentó convencer a la Presidenta de la necesidad de cambiar el rumbo del país, no solo por los problemas económicos que afloraban, sino por sobre todo frente a la violencia inusitada que asolaba las calles donde se convertían en moneda corriente los atentados con explosivos, los tiroteos y los secuestros extorsivos.
Pero no fue posible. A mediados de marzo Balbín se dirigió al país por televisión llamando a la unidad nacional y a apoyar la legalidad. Sin embargo, no lo entendieron o no quisieron hacerlo. El 24 de marzo de 1976 la presidenta María Estela “Isabelita” Martínez de Perón fue derrocada, se clausuró el Congreso y quedaron proscriptos los partidos políticos. Así comenzó el nefasto “Proceso de Reorganización Nacional”.


Sin ver los frutos de su lucha


Durante la dictadura militar, Balbín intentó afanosamente mantener la unidad del radicalismo…
En 1980 viajó al Vaticano. Allí se entrevistó con el Papa Juan Pablo II y a su regreso, impulsó el nacimiento de la Convocatoria Multipartidaria, recreando el espíritu de unidad nacional que venía pregonando desde varias décadas atrás.
En una entrevista, el 24 de octubre de 1980, Ricardo expresó: “… se está especulando suciamente con la cooperación mía con Perón. Había que dar ejemplos y amigar al pueblo, y nada más que por eso fui a hablar con Perón. Entre él y yo no hubo ninguna alianza, pero el pueblo se dio la mano. Y para hacerlo tuve que dejar de lado muchos dolores míos. Yo lo combatí. No participé de sus modos políticos. Causamos profundas separaciones en el pueblo. Pero dejé mucho de lo mío, y tal vez haya dejado algo de lo de él para poder conversar. Esa conversación, lo sigo creyendo, fue una de las buenas cosas que ocurrieron en la Argentina. A pesar de todos sus esfuerzos, la Argentina se disgregaba… y se desangraba.
Ya por entonces comenzó a tener dolencias físicas que lo llevaron a reducir su actividad política. Sin embargo, nunca dejó de ser una fuente importante de consejos para sus correligionarios o cualquier otro político que recurriera a visitarlo en su hogar.

Ricardo Balbín falleció en la ciudad de La Plata el 9 de setiembre de 1981. Murió sin ver los frutos de su lucha…



Ricardo Balbín

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