La inolvidable “Inundación del ’80”
Por
Eduardo Agüero Mielhuerry
Se
podría decir que después de cuarenta años “ha corrido mucha agua debajo del puente”.
Pero, seguramente, luego de aquella y otras tantas inundaciones de las que fue
víctima la ciudad de Azul, la frase no suena simpática…
Abril
de 1980 había comenzado con las celebraciones de Semana Santa. El entonces
obispo de la Diócesis de Azul, monseñor Manuel Marengo, se hallaba muy
contento por la reciente reapertura del Seminario Diocesano, ese anhelado
“semillero” de su antecesor monseñor César Antonio Cáneva. En consecuencia,
realizó una fuerte exhortación pastoral ante la Jornada Mundial de Oración por
las Vocaciones Sacerdotales y la Semana Diocesana Vocacional. Su llamado estuvo
destinado a los jóvenes, “la porción
predilecta de la Iglesia y la más querida del Obispo. Jesús, mis queridos
jóvenes, los invita a seguirle. Como en otro tiempo en Palestina, su tierra
natal, su voz sigue resonando y diciéndoles: vengan conmigo y síganme' yo los
haré pescadores de hombres...”.
Su alegría ante la obra reiniciada
en el Seminario lo llevó a poner en procesión a la Virgen de Nuestra Señora de Luján,
imagen que monseñor César A. Cáneva había traído en el invierno de 1903 cuando
llegara a Azul por primera vez. Pero toda su algarabía se trastocaría en
preocupación frente a la imparable fuerza de la naturaleza…
El 26 de
abril de 1980, tras un período de intensas lluvias, un inesperado
aluvión de agua y barro se precipitó sobre la ciudad. Azul comenzó a sufrir los
embates de la peor inundación de su historia.
Las aguas
comenzaron a avanzar sobre el casco urbano. Inmediatamente el intendente
designado, teniente coronel Carlos Manuel Ricardes, reunió a sus
colaboradores más cercanos para evaluar las acciones a tomar. Sin embargo, no
había mucho que hacer…
La
inundación alcanzó a gran cantidad de viviendas, lo que obligó a las
autoridades a improvisar lugares alternativos de evacuación. El triste panorama
que ofrecía la ciudad también se extendió a la localidad de Cacharí,
multiplicando las pérdidas materiales de miles de hogares.
Por
primera vez en su historia, las aguas del Arroyo llegaron a cubrir
con varios centímetros la totalidad de la plaza San Martín. Esto fue un
hecho inédito que dejaba al descubierto la tragedia que azotaba a la ciudad.
Cuando
el agua bajó y el Arroyo retomó su cauce normal, las escenas desoladoras se
repitieron en cada esquina. Quedó a la vista el desastre…
Para
realizar una recorrida por los lugares más afectados, y organizar el envío de
materiales de construcción, medicamentos y víveres en general, el 3 de
mayo llegaron a Azul el presidente de facto de la Nación, teniente
general Jorge Rafael Videla, y el gobernador de facto de la Provincia de Buenos
Aires, general de brigada Ibérico Manuel Saint Jean. Fueron recibidos
por el intendente designado Ricardes y el obispo monseñor Manuel Marengo, entre
otros.
El aspecto que
ofrecía la ciudad luego de la gran inundación era deplorable, y tal vez por
ello, las autoridades apenas estuvieron una hora en Azul…
El recuento de
los daños y las pérdidas fue enorme. Desde historias simples guardadas en
álbumes familiares arrastradas por las incontenibles aguas por las calles de la
ciudad, hasta la salud y la calma de decenas de azuleños que desde entonces no
volvieron a ser los mismos… El
patrimonio histórico de la comunidad también se vio afectado. El Museo
Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” perdió parte de las
piezas exhibidas en sus salas. Y hasta la hoy conocida como Hemeroteca
“Juan Miguel Oyhanarte”, que por entonces estaba en el subsuelo de la
Biblioteca Popular “Bartolomé J. Ronco” en la calle Burgos entre Bolívar y San
Martín, se vio afectada considerablemente.
Los paseos públicos también sufrieron los embates de las aguas. El Balneario
Municipal “Almirante Guillermo Brown” perdió el puente (construido por
Pagano y Santillán) que se hallaba a la altura del sector conocido como “La Terraza ”, y vio seriamente
dañado al puente “Moto Arias” construido sobre las compuertas. En el Parque
Municipal “Domingo F. Sarmiento” el viejo y maltrecho “Puente
Amarillo”, donado muchos años antes por Celedonio Pereda, fue destruido
completamente. Y finalmente el puente de piedra que conectaba la ya
desaparecida isla a la altura de la calle 9 de Julio, también sucumbió ante la
imparable crecida. Y la lista podría seguir…
Según el informe
de diciembre de 2013 titulado “Sequías e inundaciones en la provincia de Buenos
Aires y su distribución espacio-temporal”, realizado para el Boletín del Instituto de Geografía:
“Se considera como una de
las peores inundaciones la que se registró en 1980, dado que en este año
llovieron 30.000 millones de litros de agua que anegaron 37 partidos
bonaerenses y cubrieron cuatro millones de hectáreas. La Cuenca del Río Salado
es una región bonaerense muy característica, su superficie alcanza los 170.000
km2 ubicados en la franja central y noroeste de la provincia, donde
se obtiene el 25% de la producción agrícola-ganadera nacional.”.
Fotos Archivo Diario "El Tiempo"
(El presente artículo es una escueta síntesis de “El corazón de Azul. De Plaza Mayor a
General San Martín; recortes de una larga historia…” y “El ‘Semillero’ de Monseñor Cáneva. Breve historia del Seminario
Diocesano de Azul”, editados por el autor de la nota; y del libro a
editarse “Balneario Municipal de Azul”.)
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