El dandi y una dama llamada Usina
Jorge Alejandro Newbery nació el 29 de mayo de 1875 en Buenos Aires. Fue un “destacado deportista: pionero aeronauta,
imbatible en box, excelente remero, hábil esgrimista, campeón del yachting,
futbolista dotado, as del automovilismo, eximio nadador y aventajado competidor
de lucha grecorromana. Además en las pistas de baile cosechaba elogios por su
plasticidad en el tango”.
Fue ingeniero electricista (alumno en Estados Unidos de Thomas Alva
Edison), funcionario público y hombre de ciencia. Junto al mexicano Alberto
Braniff y al peruano Jorge Chávez fue uno de los primeros aviadores
iberoamericanos, siendo considerado como el artífice y fundador de la
Aeronáutica Militar Argentina.
Fue Director del Servicio de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires. Era partidario de la municipalización del servicio de
alumbrado, en contra de lo que se realizaba por entonces que consistía en la
concesión del servicio a empresas privadas.
Entre
1903 y 1904 se produjo en Buenos Aires un amplio debate sobre la conveniencia
del sistema público o del sistema de concesión privada. Newbery participó
activamente en dicho debate y llegó a escribir un extenso informe titulado “Consideraciones
generales sobre la municipalización del servicio de alumbrado”, que fue
publicado en los Anales de la Sociedad Científica Argentina, en los números de
abril, mayo y junio de 1904.
En el Azul…
En los albores del siglo XX, en Azul, comenzó a gestarse la idea de dar un
salto cualitativo en cuanto al desarrollo urbano de la ciudad. El pueblo
(devenido en ciudad a partir de 1895), había transitado por diversos métodos
para iluminar sus hogares y calles, pasando del alumbrado a velas
-elaboradas desde 1875 por Lorenzo Piazza y luego en “La
Estrella del Sud” de Lorenzo Piazza y Hermanos-, al de kerosene, llegando hasta
el costosísimo intento de alumbrado a alcohol o bien el efímero y poco
seguro gas.
La intención del Municipio era unificar toda la ciudad bajo el moderno sistema
de iluminación eléctrica, empero, dada la extensión de la misma, no fue fácil
lograr unanimidad de criterio.
El 14 de abril de 1903, el periódico azuleño “El Porvenir”, publicó
una simpática pero a la vez durísima carta cuestionando la implantación del
servicio eléctrico en la ciudad:
“¿Habrá gato
encerrado? De tiempo en tiempo se pone sobre el tapete la cuestión del
alumbrado eléctrico. Seríamos muy miopes si no quisiéramos ver que hoy en día
es el alumbrado mejor, pero de esto a que sea una necesidad para Azul, hay una
gran diferencia. Sobre todo porque se habla de la necesidad de que contribuya
la Municipalidad con una gruesa suma de dinero y el vecindario, por acciones.
¿Está aquí el gato encerrado? ¿Y si no, porque querer mezclar a los vecinos en
un negocio que se pondera como bueno? Creemos que para implantar el alumbrado
eléctrico no es necesario recurrir a capitales europeos. Aquí hay capitales
suficientes. Alguno está ya haciendo cálculos con la prima que le otorgarán si
se hace el negocio, como pasó ya hace con otra persona iniciadora, cuando vino
el representante de una casa de Buenos Aires. El público azuleño debe abrir
bien los ojos y hacer oídos de mercader si se presenta en su casa algún
propagandista, haciendo ver con papeles y muchas cifras que es lo mismo 8 que
80. Todavía está fresco el fracaso del alumbrado a gas, cuya cañería se
encuentra perdida en nuestras calles.”
En la sesión del Concejo Deliberante del 16 de noviembre de 1903, presidida
por Manuel
Castellár se autorizó al Departamento Ejecutivo para llamar a
licitación al servicio de alumbrado público a luz eléctrica, de acuerdo
con el pliego de condiciones aprobado.
El intendente Federico Urioste demostró que los recursos municipales eran
insuficientes para el cambio inmediato del sistema. Sin embargo, tras varias
idas y vueltas, se planeó dotar a buena parte de la ciudad de luz eléctrica, instalando
unos 900 focos de arco voltaico, manteniendo, de todas maneras, el
sistema a querosene para “las afueras del
pueblo”.
Tras el llamado a licitación efectuado por la Municipalidad, se presentaron
cuatro firmas. De las propuestas, es interesante resaltar algunos puntos de la
presentada por Ángel Brumana, que finalmente resultó el elegido: “Se proyecta construir un edificio sólido,
en mampostería, dimensiones suficientes para instalar la maquinaria actual y
previsto para futuros aumentos. Chimenea de material y de dimensiones
suficientes para una capacidad triple de la maquinaria que a la presente se instalará.
Para empezar se instalarán dos motores, cada uno capaz de desarrollar 175
caballos efectivos de fuerza. Los motores serán fabricados por la casa Franco
Tosi de Legnano (…). Directamente
acoplado a cada motor habrá una dínamo a corriente continua de 120 Kw. de
capacidad fabricada por una firma de Berlín (…). Se colocarán dos calderas multitubulares, inexplosibles, de la casa
Franco Tosi de Legnano. La red de alimentación y distribución de la corriente
será aérea del sistema trifilar. Se colocarán 3 alimentadores de diferentes
sesiones cada uno de los cuales alimentará un circuito de distribuidores. (…) Tanto los alimentadores como los
distribuidores y red propiamente dicha serán aislados sobre aisladores de doble
campana. Estos serán soportados por ejes de hierro sobre ménsulas de hierro
colocadas en las paredes o en postes. Estos serán de madera, debidamente
cepillados, pintados y empatillados con madera de quebracho, colocados en el
piso con Pórtland y ladrillos. Las suspensiones de las lámparas de arco se
harán con cable metálico, roldanas y torniquetes, fijados en las paredes o
columnas (…).”.
Aconsejado por su primo e intendente de Buenos Aires, Alberto Ildefonso Casares y Urioste Molina, el intendente azuleño Federico Urioste convocó al
multifacético Jorge Newbery para que asesorara al municipio sobre los
proyectos presentados para la prestación del servicio eléctrico. “George”
Newbery, visitó nuestra ciudad y posteriormente presentó un extenso
informe aconsejando la propuesta de Brumana, a pesar de que su pensamiento
apuntaba a la municipalización del servicio (imposible en nuestro medio dadas
las razones expresadas por el Intendente).
El 29 de diciembre de 1903
se rubricó un contrato con la Compañía Brumana y Esteguy. Todo hacía
suponer que el año venidero iba a traer gran prosperidad para la ciudad, sin
embargo, algunos, un tanto pesimistas publicaban cuestionamientos como el de “El
Porvenir” del 29 de marzo:
“Bien sabemos
nosotros que el afortunado empresario de la luz eléctrica tendrá que presentar
alguna solicitud pidiendo prórroga por fuerza mayor, porque es sabido que la
mayoría de ellos lo hacen. A Brumana le empiezan a salir los obstáculos para
que también se vea obligado a hacerlo, y hasta parece que alguna maldición pesa
sobre don Federico (Urioste), a
fin de que no mueva este año la palanca que regule la corriente eléctrica
alumbrar a Azul de ese modo. Ya saben nuestros lectores que el empresario
anduvo un tiempo tanteando varias manzanas que le parecían buenas para edificar
la Usina y no ignora que varios propietarios desalmados tratan de cobrarle esas
manzanas a precio de oro, hasta que Petronila Buzzaca le vendiera en Buenos
Aires (actual Int. Prof. Rubén C. De Paula) y 9 de Julio. Ya estaban por escriturar cuando se les antoja, desde La
Plata, devolver el título, diciendo que es nulo, por falta de transcripción en
el nombramiento del Intendente. Como el Sr. Ángel Brumana tendría que
presentarse pidiendo prórroga, unimos nuestra influencia que es mucha, hacia
don Federico, a fin de que este acuerde el plazo que solicite para construir la
Usina”.
Los periódicos no daban tregua. “El Porvenir” en su edición del 24
de julio de 1904 detallaba: “Pasada la
una de la mañana, ya no se encuentra encendido sino uno que otro farol a
querosene, en distancias, a veces de seis cuadras, por cualquier lado que se
mira. Esperanzas en Brumana”. Al mismo tiempo, daba cuenta del paso del
ingeniero Newbery por nuestro medio, jugando sarcásticamente con su fama de
dandi: “… Hubo estos días en el Azul un
Ingeniero llamado por la Intendencia para inspeccionar las instalaciones del
alumbrado eléctrico y las causas de sus deficiencias, para poder luego la
Municipalidad, estar munida de razonamientos para hacerle cumplir obligaciones
a la Empresa. No dimos la noticia en su momento por no recomendarlo la
discreción, debido a sospecharse la existencia de algún tapado que servía a la
empresa para hacer de ese servicio un negoción. El Ingeniero ha llegado,
ha visitado ‘a la tal dama’, pero no por eso ha experimentado en sus ‘execrables
servicios’, alivio benéfico alguno, como puede deducirse del comportamiento de
anoche de la Empresa, que dejó al vecindario a oscuras, en medio de ‘horribles
contorsiones’.”.
“El Imparcial”, el 26 de
octubre de 1904, informaba: “Continúan
con toda actividad los trabajos de instalación de la Usina Eléctrica. Dentro de
pocos días quedará instalada la red de calles que unirán a las dínamos con los
110 focos que han de funcionar. La maquinaria se instala con gran prolijidad.
La Empresa cree que antes de un mes y medio empezará el servicio. Hemos leído
en un importante diario porteño y en una revista técnica que las instalaciones
eléctricas de campaña más perfectas, del punto de vista de la maquinaria y
demás son las de Tucumán y Azul. Contestando a las preguntas que dirige un
vecino de la Av. Mitre, le hacemos saber que los pilares que sostendrán los
focos en esa avenida deben ser de fierro pero de distinta forma de los que
estaban colocados en Plaza Colón”.
Con entusiasmo, el mismo
periódico comunicaba el 1 de diciembre: “Han
comenzado con resultado satisfactorio los ensayos de luz eléctrica. Los focos
encendidos las últimas noches han funcionado sin tropiezos dando una luz clara,
fija y bastante intensa. Los ensayos se prolongarán un par de días y luego
empezará el servicio público que recibirá la Intendencia. Se habla de organizar
una pequeña fiesta para conmemorar el feliz acontecimiento”.
Seis días más tarde, el
señor Ángel Brumana se dirigió mediante nota formal al intendente,
Federico Urioste, manifestándole que la instalación del alumbrado público
estaba terminada y que después de varios ensayos diarios con un resultado
satisfactorio como era público y notorio, la empresa, por lo tanto, consideraba
poder librar el alumbrado al servicio público.
Respaldando la decisión tomada por el Concejo Deliberante y el Departamento
Ejecutivo, aunque el primero pretendiera desacreditar la importante injerencia
en el asunto del segundo, el ingeniero Jorge Newbery, asesor técnico de la
Intendencia del Azul, manifestó en un extenso informe que el precio de la
Empresa Brumana no podía ser más módico y agregaba “… Leyendo las tarifas de la Cía. Alemana de Buenos Aires, paga por cada
foco igual a los nuestros $ 23,26, y si se tiene en cuenta la diferencia de
flete de los motores de la Usina y sobre todo del carbón, resulta que en Azul
se paga relativamente la luz más barata que allí, pues la diferencia de precio
en el carbón cuesta $ 6 más por tonelada. Deducida esa diferencia, cada foco
resultaría a $ 21,30, dos pesos menos que en Buenos Aires.”.
A pesar de los inconvenientes acaecidos, el año 1905 encontraría a Azul
iluminado con “luz eléctrica”.
La
última dama…
En el capítulo “El San Martín de
los aires”, de su libro “Historias insólitas de la historia argentina”,
el periodista e historiador Daniel Balmaceda cuenta:
“…viajó a París para
comprar un motor que le permitiera cumplir una hazaña que lo situaría en lo más
alto del pedestal de héroes contemporáneos en aquella década de aventureros:
quería ser el primero en cruzar los Andes en avión. (…) En la madrugada del 10
de febrero de 1914, Newbwry logró la marca mundial de altura (6.225 metros)
partiendo del aeródromo de El Palomar. (…). Resolvió viajar a Mendoza –sin su
avión- para familiarizarse con el lugar. (…) En Mendoza se hallaba Teodoro
Fels, intrépido como sus amigos, quien le prestó su avión. Newbery alternó los
vuelos diurnos con los carnavales nocturnos. (…).
El 1° de marzo era
el día indicado para regresar a Buenos Aires. (…). A media mañana, al volver al
Grand Hotel para preparar las valijas (…) Merceditas Noailles le rogó a George
que volara esa tarde, antes de emprender el viaje en tren. En un principio,
Newbery se disculpó. Ya estaban organizando el regreso y no tenían en mente
hacer más ascensiones. Por más que Merceditas insistiera, no era posible: el único
avión disponible, el de Teodoro Fels, había sido desarmado esa misma mañana
para embalarlo y depositarlo en un tren con destino a Buenos Aires.
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