lunes, 28 de septiembre de 2020

El dandi y una dama llamada Usina

 El dandi y una dama llamada Usina

  

Jorge Alejandro Newbery nació el 29 de mayo de 1875 en Buenos Aires. Fue un “destacado deportista: pionero aeronauta, imbatible en box, excelente remero, hábil esgrimista, campeón del yachting, futbolista dotado, as del automovilismo, eximio nadador y aventajado competidor de lucha grecorromana. Además en las pistas de baile cosechaba elogios por su plasticidad en el tango”.

Fue ingeniero electricista (alumno en Estados Unidos de Thomas Alva Edison), funcionario público y hombre de ciencia. Junto al mexicano Alberto Braniff y al peruano Jorge Chávez fue uno de los primeros aviadores iberoamericanos, siendo considerado como el artífice y fundador de la Aeronáutica Militar Argentina.

Fue Director del Servicio de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Era partidario de la municipalización del servicio de alumbrado, en contra de lo que se realizaba por entonces que consistía en la concesión del servicio a empresas privadas.

Entre 1903 y 1904 se produjo en Buenos Aires un amplio debate sobre la conveniencia del sistema público o del sistema de concesión privada. Newbery participó activamente en dicho debate y llegó a escribir un extenso informe titulado “Consideraciones generales sobre la municipalización del servicio de alumbrado”, que fue publicado en los Anales de la Sociedad Científica Argentina, en los números de abril, mayo y junio de 1904.

 

 

En el Azul…

 

 

En los albores del siglo XX, en Azul, comenzó a gestarse la idea de dar un salto cualitativo en cuanto al desarrollo urbano de la ciudad. El pueblo (devenido en ciudad a partir de 1895), había transitado por diversos métodos para iluminar sus hogares y calles, pasando del alumbrado a velas -elaboradas desde 1875 por Lorenzo Piazza y luego en “La Estrella del Sud” de Lorenzo Piazza y Hermanos-, al de kerosene, llegando hasta el costosísimo intento de alumbrado a alcohol o bien el efímero y poco seguro gas.

La intención del Municipio era unificar toda la ciudad bajo el moderno sistema de iluminación eléctrica, empero, dada la extensión de la misma, no fue fácil lograr unanimidad de criterio.

El 14 de abril de 1903, el periódico azuleño “El Porvenir”, publicó una simpática pero a la vez durísima carta cuestionando la implantación del servicio eléctrico en la ciudad:

“¿Habrá gato encerrado? De tiempo en tiempo se pone sobre el tapete la cuestión del alumbrado eléctrico. Seríamos muy miopes si no quisiéramos ver que hoy en día es el alumbrado mejor, pero de esto a que sea una necesidad para Azul, hay una gran diferencia. Sobre todo porque se habla de la necesidad de que contribuya la Municipalidad con una gruesa suma de dinero y el vecindario, por acciones. ¿Está aquí el gato encerrado? ¿Y si no, porque querer mezclar a los vecinos en un negocio que se pondera como bueno? Creemos que para implantar el alumbrado eléctrico no es necesario recurrir a capitales europeos. Aquí hay capitales suficientes. Alguno está ya haciendo cálculos con la prima que le otorgarán si se hace el negocio, como pasó ya hace con otra persona iniciadora, cuando vino el representante de una casa de Buenos Aires. El público azuleño debe abrir bien los ojos y hacer oídos de mercader si se presenta en su casa algún propagandista, haciendo ver con papeles y muchas cifras que es lo mismo 8 que 80. Todavía está fresco el fracaso del alumbrado a gas, cuya cañería se encuentra perdida en nuestras calles.”

En la sesión del Concejo Deliberante del 16 de noviembre de 1903, presidida por Manuel Castellár se autorizó al Departamento Ejecutivo para llamar a licitación al servicio de alumbrado público a luz eléctrica, de acuerdo con el pliego de condiciones aprobado.

El intendente Federico Urioste demostró que los recursos municipales eran insuficientes para el cambio inmediato del sistema. Sin embargo, tras varias idas y vueltas, se planeó dotar a buena parte de la ciudad de luz eléctrica, instalando unos 900 focos de arco voltaico, manteniendo, de todas maneras, el sistema a querosene para “las afueras del pueblo”.

Tras el llamado a licitación efectuado por la Municipalidad, se presentaron cuatro firmas. De las propuestas, es interesante resaltar algunos puntos de la presentada por Ángel Brumana, que finalmente resultó el elegido: “Se proyecta construir un edificio sólido, en mampostería, dimensiones suficientes para instalar la maquinaria actual y previsto para futuros aumentos. Chimenea de material y de dimensiones suficientes para una capacidad triple de la maquinaria que a la presente se instalará. Para empezar se instalarán dos motores, cada uno capaz de desarrollar 175 caballos efectivos de fuerza. Los motores serán fabricados por la casa Franco Tosi de Legnano (…). Directamente acoplado a cada motor habrá una dínamo a corriente continua de 120 Kw. de capacidad fabricada por una firma de Berlín (…). Se colocarán dos calderas multitubulares, inexplosibles, de la casa Franco Tosi de Legnano. La red de alimentación y distribución de la corriente será aérea del sistema trifilar. Se colocarán 3 alimentadores de diferentes sesiones cada uno de los cuales alimentará un circuito de distribuidores. (…) Tanto los alimentadores como los distribuidores y red propiamente dicha serán aislados sobre aisladores de doble campana. Estos serán soportados por ejes de hierro sobre ménsulas de hierro colocadas en las paredes o en postes. Estos serán de madera, debidamente cepillados, pintados y empatillados con madera de quebracho, colocados en el piso con Pórtland y ladrillos. Las suspensiones de las lámparas de arco se harán con cable metálico, roldanas y torniquetes, fijados en las paredes o columnas (…).”.

Aconsejado por su primo e intendente de Buenos Aires, Alberto Ildefonso Casares y Urioste Molina, el intendente azuleño Federico Urioste convocó al multifacético Jorge Newbery para que asesorara al municipio sobre los proyectos presentados para la prestación del servicio eléctrico. “George” Newbery, visitó nuestra ciudad y posteriormente presentó un extenso informe aconsejando la propuesta de Brumana, a pesar de que su pensamiento apuntaba a la municipalización del servicio (imposible en nuestro medio dadas las razones expresadas por el Intendente).

            El 29 de diciembre de 1903 se rubricó un contrato con la Compañía Brumana y Esteguy. Todo hacía suponer que el año venidero iba a traer gran prosperidad para la ciudad, sin embargo, algunos, un tanto pesimistas publicaban cuestionamientos como el de “El Porvenir” del 29 de marzo:

“Bien sabemos nosotros que el afortunado empresario de la luz eléctrica tendrá que presentar alguna solicitud pidiendo prórroga por fuerza mayor, porque es sabido que la mayoría de ellos lo hacen. A Brumana le empiezan a salir los obstáculos para que también se vea obligado a hacerlo, y hasta parece que alguna maldición pesa sobre don Federico (Urioste), a fin de que no mueva este año la palanca que regule la corriente eléctrica alumbrar a Azul de ese modo. Ya saben nuestros lectores que el empresario anduvo un tiempo tanteando varias manzanas que le parecían buenas para edificar la Usina y no ignora que varios propietarios desalmados tratan de cobrarle esas manzanas a precio de oro, hasta que Petronila Buzzaca le vendiera en Buenos Aires (actual Int. Prof. Rubén C. De Paula) y 9 de Julio. Ya estaban por escriturar cuando se les antoja, desde La Plata, devolver el título, diciendo que es nulo, por falta de transcripción en el nombramiento del Intendente. Como el Sr. Ángel Brumana tendría que presentarse pidiendo prórroga, unimos nuestra influencia que es mucha, hacia don Federico, a fin de que este acuerde el plazo que solicite para construir la Usina”.

Los periódicos no daban tregua. “El Porvenir” en su edición del 24 de julio de 1904 detallaba: “Pasada la una de la mañana, ya no se encuentra encendido sino uno que otro farol a querosene, en distancias, a veces de seis cuadras, por cualquier lado que se mira. Esperanzas en Brumana”. Al mismo tiempo, daba cuenta del paso del ingeniero Newbery por nuestro medio, jugando sarcásticamente con su fama de dandi: “… Hubo estos días en el Azul un Ingeniero llamado por la Intendencia para inspeccionar las instalaciones del alumbrado eléctrico y las causas de sus deficiencias, para poder luego la Municipalidad, estar munida de razonamientos para hacerle cumplir obligaciones a la Empresa. No dimos la noticia en su momento por no recomendarlo la discreción, debido a sospecharse la existencia de algún tapado que servía a la empresa para hacer de ese servicio un negoción. El Ingeniero ha llegado, ha visitado ‘a la tal dama’, pero no por eso ha experimentado en sus ‘execrables servicios’, alivio benéfico alguno, como puede deducirse del comportamiento de anoche de la Empresa, que dejó al vecindario a oscuras, en medio de ‘horribles contorsiones’.”.

            “El Imparcial”, el 26 de octubre de 1904, informaba: “Continúan con toda actividad los trabajos de instalación de la Usina Eléctrica. Dentro de pocos días quedará instalada la red de calles que unirán a las dínamos con los 110 focos que han de funcionar. La maquinaria se instala con gran prolijidad. La Empresa cree que antes de un mes y medio empezará el servicio. Hemos leído en un importante diario porteño y en una revista técnica que las instalaciones eléctricas de campaña más perfectas, del punto de vista de la maquinaria y demás son las de Tucumán y Azul. Contestando a las preguntas que dirige un vecino de la Av. Mitre, le hacemos saber que los pilares que sostendrán los focos en esa avenida deben ser de fierro pero de distinta forma de los que estaban colocados en Plaza Colón”.

            Con entusiasmo, el mismo periódico comunicaba el 1 de diciembre: “Han comenzado con resultado satisfactorio los ensayos de luz eléctrica. Los focos encendidos las últimas noches han funcionado sin tropiezos dando una luz clara, fija y bastante intensa. Los ensayos se prolongarán un par de días y luego empezará el servicio público que recibirá la Intendencia. Se habla de organizar una pequeña fiesta para conmemorar el feliz acontecimiento”.

            Seis días más tarde, el señor Ángel Brumana se dirigió mediante nota formal al intendente, Federico Urioste, manifestándole que la instalación del alumbrado público estaba terminada y que después de varios ensayos diarios con un resultado satisfactorio como era público y notorio, la empresa, por lo tanto, consideraba poder librar el alumbrado al servicio público.

Respaldando la decisión tomada por el Concejo Deliberante y el Departamento Ejecutivo, aunque el primero pretendiera desacreditar la importante injerencia en el asunto del segundo, el ingeniero Jorge Newbery, asesor técnico de la Intendencia del Azul, manifestó en un extenso informe que el precio de la Empresa Brumana no podía ser más módico y agregaba “… Leyendo las tarifas de la Cía. Alemana de Buenos Aires, paga por cada foco igual a los nuestros $ 23,26, y si se tiene en cuenta la diferencia de flete de los motores de la Usina y sobre todo del carbón, resulta que en Azul se paga relativamente la luz más barata que allí, pues la diferencia de precio en el carbón cuesta $ 6 más por tonelada. Deducida esa diferencia, cada foco resultaría a $ 21,30, dos pesos menos que en Buenos Aires.”.

A pesar de los inconvenientes acaecidos, el año 1905 encontraría a Azul iluminado con “luz eléctrica”.

 

La última dama…

 

 

En el capítulo “El San Martín de los aires”, de su libro “Historias insólitas de la historia argentina”, el periodista e historiador Daniel Balmaceda cuenta:

“…viajó a París para comprar un motor que le permitiera cumplir una hazaña que lo situaría en lo más alto del pedestal de héroes contemporáneos en aquella década de aventureros: quería ser el primero en cruzar los Andes en avión. (…) En la madrugada del 10 de febrero de 1914, Newbwry logró la marca mundial de altura (6.225 metros) partiendo del aeródromo de El Palomar. (…). Resolvió viajar a Mendoza –sin su avión- para familiarizarse con el lugar. (…) En Mendoza se hallaba Teodoro Fels, intrépido como sus amigos, quien le prestó su avión. Newbery alternó los vuelos diurnos con los carnavales nocturnos. (…).

El 1° de marzo era el día indicado para regresar a Buenos Aires. (…). A media mañana, al volver al Grand Hotel para preparar las valijas (…) Merceditas Noailles le rogó a George que volara esa tarde, antes de emprender el viaje en tren. En un principio, Newbery se disculpó. Ya estaban organizando el regreso y no tenían en mente hacer más ascensiones. Por más que Merceditas insistiera, no era posible: el único avión disponible, el de Teodoro Fels, había sido desarmado esa misma mañana para embalarlo y depositarlo en un tren con destino a Buenos Aires.

            Pero la insistente Merceditas logró su objetivo, ayudada por un hecho fortuito: el mecánico de Fels se había acostado tarde, por el baile de Carnaval. Por lo tanto, el avión no estaba desarmado. Newbery y cerca de un centenar de personas se trasladaron a Los Tamarindos, en las afueras de la ciudad. Desde allí despegó George a las 18:40, junto con su amigo Tito Jiménez Lastra. Newbery –que por primera vez volaba sin el cabalístico retrato de su madre- hizo acrobacias asombrosas. Pero fallaron la máquina y el piloto: a sólo 500 metros de altura, el hombre del récord de los 6.225 metros no logró enderezar el aparato, que, recostado sobre su ala izquierda, se lanzó en picada hacia el fatídico centro de gravedad. Sus últimas palabras fueron: ‘¡Agarrate, Tito!’. Murió al instante.”




Jorge Newbery


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