Algunos apuntes sobre el Palacio Municipal
Por
Eduardo Agüero Mielhuerry
En 1875 pasó por Azul el explorador argentino Francisco Pascasio Moreno que diría en sus apuntes: “...Azul es todo dinero y carísimo (...) éste pueblo en vez de llamarse Azul debería ser Farmacia, por la abundancia de boticarios y galenos...”. A pesar de las apreciaciones del investigador, a punto de cumplir medio siglo de existencia, el pueblo no contaba, con importantes edificios privados y mucho menos públicos. De hecho, las instituciones administrativas funcionaron mucho tiempo en casas “alquiladas” a particulares o usurpadas…
La Corporación Municipal, en sesión del
26
de abril de 1872, había resuelto tomar posesión de la Casa Parroquial,
para establecer allí sus oficinas y las del Juzgado de Paz. Y así había
empezado un largo conflicto que se extendió más de una década. El por entonces Sacerdote
argumentaba ante el atropello: “...informo al Señor Arzobispo de Buenos
Aires respecto del terreno en que está situada la casa actualmente ocupada por
la Municipalidad, anexa y apoyada a la iglesia actual, que en dicho terreno
estaba la iglesia anterior a la que hoy existe y además había unos ranchos en
que vivieron en pacifica posesión los Curas de la Sota, Riccardi, Robles y
Martini, pues no se encuentra en este Archivo
Parroquial ningún escrito que diga que la Iglesia haya sufrido alguna
interrupción en su pacífica posesión del expresado terreno ni tampoco que se
haya despojado de él. Que también dice la voz general de este pueblo ser
terreno de la Iglesia (...).
Sin
embargo, a pesar del sólido argumento del Párroco, hasta el Telégrafo
del Estado funcionó en la casa perteneciente a la Iglesia. El 25 de
noviembre de 1884, el sacerdote José María Cambra y Rivas le envió una
nota al arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros, en la que al final
menciona: “(…)...apelo a Ud. suplicando interceda ante el señor Gobernador
para recuperar la Casa Parroquial, pues ya hace tiempo que está concluido el
Palacio Municipal...”.
No se sabe exactamente en qué momento se trasladaron
las autoridades municipales a su nueva sede, pero el 31 de diciembre de 1884 el
pueblo asistió a la inauguración del flamante Palacio Municipal, frente al
cual, luego del Te Deum celebrado a las 10:30, se entonó el Himno Nacional
ejecutado por la Banda Garibaldi.
Durante la
“Década Usurpada”
En
medio del conflicto con la Iglesia, recién en 1876 había surgido la idea de realizar
una suscripción pública para recolectar fondos y lograr así erigir un edificio
acorde para el asiento de las autoridades municipales. A tal fin se había
conformado una comisión que culminó presidida por el inquieto vecino Ceferino
Peñalva, a quien acompañaron los no menos conocidos y destacados Ignacio
Rivas, Matías B. y Miñana y Celestino Muñoz.
Mientras
los reclamos de la Iglesia eran ignorados y apenas subsanados con el pago del
alquiler de una “piecita” para el Sacerdote en la calle Alsina N° 110 (actual
Yrigoyen), la comunidad respondió positivamente y en muy poco tiempo se llamó a
concurso para el nuevo edificio comunal.
El
arquitecto francés Emilio B. Coutaret (Thiers, Francia, 10 de abril de 1863;
Tras
varias y largas sesiones en el Concejo, finalmente el proyecto del nuevo
edificio quedó en manos del ingeniero arquitecto Juan Martín Burgos,
involucrado poco antes en el diseño de la capital bonaerense, al frente de la
cual estaba el Departamento de Ingenieros, con Pedro Benoit a la cabeza.
Los
planos y el presupuesto fueron aprobados por
Algunas
características arquitectónicas
El
arquitecto Augusto Rocca, en su extraordinario libro “Historia de la arquitectura de
Azul” describe con precisión el edificio:
“El Palacio Municipal es un edificio ecléctico que combina su predominante estilo renacentista italiano con una afrancesada cubierta de pizarra de gran pendiente que no llega a cubrir toda la superficie de planta. Esta hibridación es típica del eclecticismo de la época, que ya se orientaba hacia las formas francesas. Por detrás de la empinada techumbre emerge la torre, que alude al carácter municipal del edificio, siguiendo el modelo de los ayuntamientos medievales. Cabe mencionar que en el proyecto original la torre se hallaba –como es lógico- delante de la cubierta de pizarra, apoyando sobre el pórtico de acceso. Quizás por razones estructurales, el constructor resolvió ubicarla detrás del edificio; para ello debió darle mayor altura de lo contrario apenas hubiera sido visible desde la calle.
La planta del Palacio antes de sufrir
los múltiples agregados que la iban desfigurando presentaba una bien definida
forma de “U”, formada por el bloque principal, paralelo a la calle Yrigoyen, y
las dos alas que se extienden en sentido perpendicular hacia el fondo del
terreno. Esta “U” encierra un patio que queda flanqueado por galerías con
columnas y que en noviembre se tiñe de lila con la floración del más espléndido
jacarandá de la ciudad. Las alas que forman la “U” no figuraban en el proyecto
original; de hecho fueron agregadas por Caputi, quien también cambió de lugar
la ubicación de la escalera.
El edificio fue concebido para ubicarse
entre medianeras, por lo que muestra un único frente diseñado, el cual es
simétrico, presentando dos leves salientes hacia los extremos y un cuerpo
central bien adelantado que, abarcando los dos niveles, conforma un jerárquico
acceso en planta baja y el balcón de la sala de sesiones, en planta alta. La
planta baja de este cuerpo central, conformada por pilares y columnas toscanas,
está inspirada en los pórticos del Palazzo degli Uffizi, en Florencia”.
De la gran
inauguración a los intentos de demolición…
Finalmente,
luego de casi tres años de trabajo, el último día del año 1884, se realizó la
inauguración oficial del Palacio Municipal de Azul mediante una serie de actos.
A cargo de la celebración estuvo una Comisión Especial, integrada por Eduardo
Plot, Gonzalo Doblas, Juan Luciani, Bernardino Clérici, Bartolomé Gaviña,
Cristóbal del Campo y Ricardo Dominique. Los señores Ruperto Dhers y Francisco
Echevarría fueron designados para el recibimiento y alojamiento de muchos
invitados.
Actuaron
varias bandas musicales de las que tenía la ciudad, dándole brillo y marco a
los acontecimientos, sobresaliendo la Banda Garibaldi y la Banda Infantil
Municipal, con veinte ejecutantes, bajo la dirección del maestro Vicente
Genovesi.
Pasaron los
años y “pasaron cosas”, y el Palacio
Municipal fue testigo estoico de: “La Revolución de los Médicos”, “La
Revolución Radical del ’93”, el homicidio del presidente del Concejo
Deliberante, Eufemio Zavala y García, romances inapropiados, Golpes
Militares, “ladrones de guantes blancos” y políticos extraordinarios, proyectos
brillantes cajoneados y cortinas de humo... Debates sobre el reloj en su torre
(asentados en el Libro de Actas del Concejo Deliberante de los años 1886 y
1887), y la queja del “Diario del Pueblo”
del 30 de diciembre de 1926 en la que se sentencia que “ningún reloj público funciona”, sin olvidarse del fracasado gas
acetileno con el que se lo iluminó -y a la Plaza Colón (hoy San Martín)-,
el 25 de mayo de 1902 y algún breve tiempo más…
Hacia
1932, el intendente Dante Bernaudo, presentó un importante proyecto para la
demolición del actual Palacio Municipal y la construcción de uno mucho más
amplio y funcional, atendiendo a las sucesivas críticas que se venían dando
desde la administración, la comunidad y la prensa en general, la cual no dudaba
en catalogar al edificio como “vetusto y
poco funcional” desde hacía varias décadas. El proyecto de Bernaudo incluía
la remodelación y ensanchamiento de
Poco
más tarde, finalizando la década del ’30, surgió otro proyecto de la mano del
ingeniero y arquitecto Francisco Salamone. El nuevo y
monumental edificio apenas quedó en bocetos, pues nunca se lograron los
consensos necesarios para las partidas presupuestarias.
Y los
años pasaron… y el Palacio Municipal continúa como uno de los símbolos
edilicios de nuestro Azul. Lo flanquean las plazoletas “Adolfo Alsina” y “Coronel
Pedro Burgos”, aunque muchos se empecinen en llamarlas corrientemente “de la calesita” o “de la Madre”. Y sus escalinatas estaban engalanadas con sendos
bustos de ambos personajes históricos, controversiales, pero altamente
relevantes para la historia y el desarrollo del pueblo devenido en ciudad. Aún
los nichos siguen vacíos y mancillada la obra de la destacada Susana
Vilardebó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario