lunes, 13 de abril de 2020

Juan Bautista Justo en Azul

Juan Bautista Justo en Azul



Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Juan Bautista Justo nació en el barrio de San Telmo, Buenos Aires, el 28 de junio de 1865. Sus padres fueron Juan Felipe Justo Olavarría y Aurora María Castro Ramírez. Tuvo nueve hermanos: María Aurora, Magdalena Martina, Francisco Domingo, Ricardo Félix, Manuela Victorina, Sara, Alina Sixta, Luis Felipe y Jorge.
Tenía apenas un año de edad cuando su familia se radicó en una estancia llamada “El Mirador”, entre las vecinas localidades de Tapalqué y Las Flores. En aquella estancia, el puesto más apartado y a la vez el más avanzado, se llamaba “La Vanguardia”, donde se instalaron.
En 1876 ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires y posteriormente, en 1882, a la Universidad de Buenos Aires para seguir sus estudios de medicina. Para costear sus estudios, ingresó a la redacción de “La Prensa” para escribir crónicas parlamentarias, empapándose prontamente de las diversas y complejas cuestiones políticas de la época y sus variopintos actores.
Cursando el cuarto año, en 1886, fue designado practicante en el Hospital de Clínicas. En esa misma época se incorporó a una misión de voluntarios que fue a combatir una alarmante epidemia de cólera que amenazaba gravemente a Tucumán.
En 1888, recibió su título de doctor en medicina con notas sobresalientes y Diploma de Honor. Su tesis de graduación, que contó con la tutoría del doctor Ignacio Pirovano, se titulaba: “Aneurismas arteriales quirúrgicos” y fue calificada por el decano de la facultad de medicina, Dr. Avelino González, como “el estudio más acabado y perfecto que puede hacerse sobre el tema”.


Vanguardista


Justo era un apasionado investigador e interesado por el desarrollo científico, al punto tal que introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones quirúrgicas y el uso de la cocaína como anestésico. Así fue como, por sus investigaciones, la Facultad de Medicina lo premió con una medalla de oro y le otorgó, además, un viaje de estudios por las principales capitales europeas.
Durante su estadía en Europa, a donde arribó con apenas 23 años, tomó contacto con las ideas socialistas, y pudo leer y concretar la primera traducción al castellano de “El Capital” de Carlos Marx, que se publicaría años más tarde en Madrid.
En 1890, regresó al país y fue designado Jefe de Clínica del Servicio de Cirugía del Hospital San Roque (actual Hospital de Agudos José María Ramos Mejía). Por aquel entonces, también se desempeñó como profesor de Clínica Quirúrgica en la Facultad de Medicina. E inmerso en un mundo de inquietudes, a principios de la década comenzó a escribir en el periódico socialista “El Obrero”.
Poco después, Justo fue involucrándose en los círculos obreros y en las corrientes socialistas… Y con este estímulo y sus convicciones por delante, en abril de 1894 fundó junto a un grupo de compañeros de ideas -entre los que se contaban Augusto Kühn, Esteban Jiménez e Isidro Salomó-, el periódico socialista “La Vanguardia” (nombre que tomó del campo donde vivió su infancia). Para afrontar los gastos vendió el coche que utilizaba en sus visitas de médico y empeñó la medalla de oro que le había otorgado la Facultad de Medicina.
El periódico se giraba a diversas localidades, entre ellas Azul, donde era, por ejemplo, puesto a disposición del público en la Sala principal de la Biblioteca Popular y luego preservado en sus archivos.


El Partido de los trabajadores


En 1895 Justo viajó a los Estados Unidos y a su regreso publicó dieciocho notas en “La Vanguardia” referidas a sus impresiones. Para entonces, las instalaciones del periódico se habían transformado en el ámbito natural de reunión de los socialistas de Buenos Aires.
El 28 y 29 de junio de 1896, un grupo de delegados de agrupaciones socialistas y gremiales encabezados por Juan B. Justo, se reunieron en el local de la agrupación alemana “Vorwarts” en lo que fue el Congreso Constituyente del Partido Socialista, que coronaba el proceso organizativo del socialismo argentino. En su carta orgánica proclamaba: “El Partido Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los proletarios, de los que no tienen más que la fuerza de su trabajo; las puertas del partido están, sin embargo, abiertas para los individuos de otras clases que quisieran entrar, subordinando sus intereses a los de la clase proletaria. Lo que es importante es patentizar nuestra independencia de todo interés capitalista o pequeño burgués”.
Justo jamás se definió como marxista. Adhería a la corriente socialista iniciada por Eduardo Bernstein conocida como “revisionista”, ya que se proponía revisar las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos posteriores a la publicación de los libros básicos de los padres del socialismo científico. Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras más notable del socialismo de la época, Jean Jaurès -con quien tomó contacto en Copenhague en 1910 durante un congreso socialista y a quien invitó a viajar a Buenos Aires-.
Con la fundación del Partido Socialista, el periódico “La Vanguardia” se convirtió en su órgano oficial.
El debut político del Partido Socialista no fue muy auspicioso. Juan B. Justo se candidateó a diputado por primera vez en las elecciones legislativas del 8 de marzo de 1896, empero a pesar del esfuerzo y los extensos discursos partidarios, apenas obtuvo 138 votos.
Sin detenerse en un “traspié” -como consideraba a la votación-, en 1898 fundó la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos, la Biblioteca Obrera y la Sociedad Luz y más de un centenar de bibliotecas anexadas a los centros socialistas.


Soy el más vulgar de los hombres…


En 1899, Justo contrajo matrimonio con Mariana Chertkoff Demirov, una joven inmigrante rusa de origen judío. Al año siguiente, se trasladaron a Junín donde nacieron sus primeros hijos: Andrés, Daniel, Leticia y  Aurora.
En dicha localidad bonaerense estudió de cerca el problema agrario y se convirtió en médico rural. Allí mismo fundó una biblioteca pública y el Centro Social Democrático; también se desempeñó como director del Hospital local, y alentó la creación de una sociedad de socorros mutuos y de una cooperativa. Como consecuencia de su estadía en el interior, Justo redactó el programa agrario que fue adoptado por su partido en 1901.
El 13 de marzo de 1904, el doctor Alfredo Palacios fue electo por el barrio de La Boca como el primer diputado socialista de toda América.
Tras la designación de Justo como profesor titular en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, la familia se trasladó a la Capital. En los tres cursos que dictó, se destacó por su didáctica y excelencia. Pero no abandonó la militancia ni sacrificó sus ideas, se comprometió aún más con ellas, volvió a su vocación primera y se dedicó a estudiar afanosamente los progresos que la cirugía había alcanzado en los últimos años.
En un barrio obrero instaló su consultorio médico y, mientras renovaba en la bibliografía sus conocimientos científicos, escribía el periódico del Partido. En 1906 se alejó de la cátedra a raíz de una disidencia con el accionar de la Academia de Medicina.
El 30 de julio de aquél año, fundó junto a otros once compañeros del Partido la Cooperativa de consumo crédito y vivienda “El Hogar Obrero”. En septiembre del mismo año, “La Vanguardia” se convirtió en diario y en un importante medio de difusión cultural, excediendo su propósito original de difusión de las ideas socialistas. Justo sería su director hasta su fallecimiento.
Justo nunca hablaba de su vida privada y sólo una vez lo hizo por escrito en su columna del diario “La Nación” definiéndose así: “Soy el más vulgar de los hombres. Si alguno de los héroes de Cervantes figura entre mis antepasados, es seguramente Sancho. Me gustan las mujeres hermosas, pero menos para cantar la belleza de sus formas, que porque prometen una prole sana y vivaz”. El amor dominaba su alma, pero la tragedia sacudiría su vida…
En 1912 su esposa Mariana murió dando a luz al séptimo hijo de la pareja. Profundamente afectado el líder socialista se mudó a una casona del Barrio de Belgrano donde su madre, doña Aurora, se encargó de la crianza de sus hijos.
En aquel mismo año, en el marco de la limpieza electoral impuesta por la Ley Sáenz Peña, a los 46 años de edad, Juan B. Justo -junto a Alfredo Lorenzo Palacios-, fue electo Diputado Nacional (mediante unos 25.000 sufragios). En el Parlamento se destacó como orador y por la cantidad de proyectos presentados, casi todos ellos vinculados a los derechos de los trabajadores. En 1913 logró su primera banca en el Senado de la Nación en la figura de Enrique del Valle Iberlucea.
Durante 1914 Juan Bautista Justo recorrió distintas localidades del país. Entre ellas visitó Azul, transitando sus calles y tomando contacto con la realidad un tanto particular de nuestro medio…


Por las callecitas del Azul


En su obra “Juan B. Justo y las Luchas Sociales en la Argentina”, Dardo Cúneo describe la que fuera una de las visitas del líder socialista a nuestra ciudad:
“Regulares viajes de reconocimiento del país realizaba por tierras y ciudades del interior. Todo el país recorre. En el conocimiento de su tierra y de su hombre, de su necesidad y de su problema, Justo se identifica a la Argentina, y se hace la imagen de un nuevo país, el del socialismo.
A sus compañeros de viaje los sorprende a preguntas mientas el ferrocarril los lleva a los interiores de la República. (...). Guardará en su memoria recuerdos de sus giras y de sus viajes. A los provincianos amigos que llegan a la Capital les reclama noticias sobre sus ciudades, sus pueblitos, sus habitantes (…).
Un día va a Azul. Los pocos socialistas que allí hay y que constituyen el Centro partidario han ido por él hasta la estación. Lo conducen hasta un hotel y se prometen volver -era ya noche- a buscarlo a la mañana siguiente para recorrer la ciudad y sus zonas inmediatas.
Fue lo que hicieron. A las 7 de la mañana, los estaba esperando el visitante. Los socialistas tardaban: habían ido a una empresa de carruajes para alquilar el coche más cómodo que en ella hubiera.
Con ese coche, conducido por un hombre uniformado y tirado por un tronco de caballos, llegaban al hotel en busca de Justo los socialistas de Azul. Él, que los espera, sorprendido, sobresaltado, incómodo, señalando el enorme coche les pregunta:
-          ¿Y esto qué es?
-           Para que pueda recorrer…
Se cortaron las palabras del que respondía.
Justo sobresaltado, vuelve a hablar:
-          ¡Despídanlo!¡Despídanlo!
Lo hicieron.
-          Bueno, ahora vamos a pie…
Comenzaron a recorrer las calles de la ciudad, Justo y la comisión de afiliados socialistas. A las siete cuadras estaba el Colegio Nacional que llevaba dos años de funcionamiento. No habían habilitado todavía en él un aula para el segundo curso. De esta irregularidad le dijeron al visitante:
-          ¿Por qué no trata usted – le dijo a Justo el director del Colegio- de que el gobierno se decida a habilitar comodidades para el segundo año?
Los alumnos de ese segundo año debían esperar que los del primero desocuparan el aula para recién entonces comenzar sus clases. La respuesta de Justo fue la siguiente:
-          Yo no gozo de simpatías en las esferas oficiales, pero llamaré al orden al ministro como diputado de la Nación.
A la noche, habló en el teatro local.
-          Me siento feliz –fueron sus palabras- de haber recorrido este pueblo en la compañía de un cochero, de un sastre y de un albañil.
Al finalizar la conferencia los miembros de la Biblioteca lo invitaron a visitar las instalaciones de aquella. Lo hizo. Cuando terminó la visita, le informaron que los intelectuales de la ciudad le habían preparado una demostración  en el bar principal.
-          Les agradezco, pero desde que he pisado Azul me pertenezco a mis compañeros –les respondió señalando al cochero, al sastre y al albañil.
-          Ellos decidirán –agregó.
Ellos le habían preparado en un humilde local un modesto lunch. Con ellos se fue.
(…) Recorrerá los pueblos, las ciudades, la República. Diciendo palabra nueva, comunicando mensaje de lucha, advirtiendo al pueblo, llamándolo a la acción. Andanzas misioneras a través del país, de sus realidades reprimidas, de sus hombres olvidados, sometidos. El conocimiento del país, de sus realidades, de sus hombres es siempre programa de transformaciones urgentes, es proposición revolucionaria.”.


Algunas precisiones sobre aquella visita


Dionisio Oyhanarte, padre del reconocido periodista Juan Miguel, fue uno de los anfitriones en la recepción realizada al líder partidario en el antiguo Comité Socialista de la calle Arenales 680, entre Bolívar y San Martín (actualmente la Caja de Previsión y seguro Médico de la Provincia de Buenos Aires).
Es muy probable que el visitante se haya hospedado en el Hotel “Colón”, de Juan Cordeu, ubicado en la esquina Este de Colón y 9 de Julio, dado que era el único que se encontraba por entonces -tal como describe el autor- a siete cuadras del Colegio Nacional. Por su parte, éste establecimiento educativo había abierto sus puertas el 1 de junio de 1912, primitivamente en un edificio ubicado en la calle Burgos entre Córdoba y Tucumán (actuales Malére y Bogliano), perteneciente a la familia Zapata. Desde su fundación y hasta 1919 su director fue el profesor Víctor M. Herrera, quien recibiera al Diputado en la entidad.
Tras la negativa de Justo a asistir al ágape preparado por los miembros de la Biblioteca Popular del Azul (hoy “Bartolomé J. Ronco”), presidida entonces por Enrique Squirru, la comitiva de socialistas se dirigió al local ubicado en la calle Belgrano, vereda par, a mitad de cuadra entre Arenales y Rauch, en lo que supo ser la Sociedad de Socorros Mutuos “Garibaldina” -de corte masón y socialista-, que actualmente son las viejas instalaciones del Club Boca Juniors.


Tiempos difíciles…


El 8 de junio de 1916, mientras salía del local de “La Vanguardia” junto a su amigo y compañero, el doctor Enrique Dickman, un desconocido se le acercó y sin mediar palabra le disparó un tiro. El proyectil impactó gravemente en una de sus piernas y en la caída se hirió un hombro, pero nada detuvo su enérgica verba.
En 1918, frente a las protestas de los estudiantes cordobeses que pedían una profunda reforma universitaria, viajó a Córdoba y al mes siguiente, en julio, en tres sesiones memorables de la Cámara de Diputados hizo la defensa del movimiento universitario, proyectó una interpelación del Ministro de Instrucción Pública y documentó la situación de la Universidad de Córdoba. Así, el Dr. Justo apoyó los reclamos estudiantiles y participó de los debates que llevaron a la Reforma Universitaria.
Como Diputado, presidió la comisión investigadora de los trusts y presentó, entre otros, numerosos proyectos de ley en materia social, contra el juego y el alcoholismo.


Amor y política en una misma mujer


En 1920, Justo se casó con la joven doctora Alicia Moreau -hija de refugiados franceses de la Comuna de París- veinte años menor que él, con quien se conocía desde hacía bastante tiempo y además compartía diversas inquietudes sociales y políticas. El matrimonio tuvo tres hijos: Alicia Marta, Juan Roberto y Luis.
Aquél mismo año, Justo fue reelecto por tercera vez como Diputado. Por ese tiempo abordó frontalmente la cuestión agraria y ganadera. Le preocupaba que las estancias ahogaran a las chacras y negaran el desarrollo social argentino; le preocupaban las condiciones de vida del trabajador rural y de las mujeres. Su programa era fomentar la multiplicación de unidades agrícolas, de las chacras y las quintas para mejorar la técnica de la producción rural, para organizar mejor el trabajo de la República y para el desarrollo de la familia.
En las elecciones de 1924, a los 59 años de edad, Justo resultó electo Senador por la Capital Federal. Uno de sus primeros proyectos fue el que solicitaba la separación de la Iglesia y el Estado, desatando una fuerte polémica con las bancadas radical y conservadora que se opusieron a que el tema fuera considerado sobre tablas.


Un abrupto final…


En el verano de 1928, Justo, junto a su esposa Alicia y sus hijos, se establecieron en la quinta Los Cardales -Partido de Pilar, a unos 70 Km. de Buenos Aires- para pasar unos días de vacaciones. Sin embargo, la tragedia los sorprendería...

El 8 de enero, imprevistamente Juan Bautista Justo murió de un síncope cardíaco.




Juan Bautista Justo estuvo en Azul en el año 1914. En la ocasión recorrió las calles de la ciudad y finalmente disertó en el Teatro Español. 

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