Juan Bautista Justo en Azul
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Juan Bautista
Justo
nació en el barrio de San Telmo, Buenos Aires, el 28 de
junio de 1865. Sus padres fueron Juan Felipe Justo Olavarría y Aurora
María Castro Ramírez. Tuvo nueve hermanos: María Aurora, Magdalena
Martina, Francisco Domingo, Ricardo Félix, Manuela Victorina, Sara, Alina Sixta,
Luis Felipe y Jorge.
Tenía apenas un
año de edad cuando su familia se radicó en una estancia llamada “El
Mirador”, entre las vecinas localidades de Tapalqué y Las
Flores. En aquella estancia, el puesto más apartado y a la vez el más
avanzado, se llamaba “La Vanguardia”, donde se
instalaron.
En 1876 ingresó al
Colegio
Nacional de Buenos Aires y posteriormente, en 1882, a la Universidad
de Buenos Aires para seguir sus estudios de medicina. Para costear sus
estudios, ingresó a la redacción de “La Prensa” para escribir crónicas
parlamentarias, empapándose prontamente de las diversas y complejas cuestiones
políticas de la época y sus variopintos actores.
Cursando el
cuarto año, en 1886, fue designado practicante en el Hospital de Clínicas. En
esa misma época se incorporó a una misión de voluntarios que fue a combatir una
alarmante epidemia de cólera que amenazaba gravemente a Tucumán.
En 1888, recibió
su título
de doctor en medicina con notas sobresalientes y Diploma de Honor. Su
tesis de graduación, que contó con la tutoría del doctor Ignacio Pirovano, se
titulaba: “Aneurismas arteriales quirúrgicos” y fue calificada por el
decano de la facultad de medicina, Dr. Avelino González, como “el estudio más acabado y perfecto que puede
hacerse sobre el tema”.
Vanguardista
Justo era un apasionado
investigador e interesado por el desarrollo científico, al punto tal que
introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las
operaciones quirúrgicas y el uso de la cocaína como anestésico. Así fue
como, por sus investigaciones, la Facultad de Medicina lo premió con una
medalla de oro y le otorgó, además, un viaje de estudios por las principales
capitales europeas.
Durante su
estadía en Europa, a donde arribó con apenas 23 años, tomó contacto con las ideas
socialistas, y pudo leer y concretar la primera traducción al
castellano de “El Capital” de Carlos Marx, que se publicaría años
más tarde en Madrid.
En 1890, regresó
al país y fue designado Jefe de Clínica del Servicio de Cirugía del Hospital
San Roque (actual Hospital de Agudos José María Ramos Mejía). Por aquel
entonces, también se desempeñó como profesor de Clínica Quirúrgica en la
Facultad de Medicina. E inmerso en un mundo de inquietudes, a principios de la
década comenzó a escribir en el periódico socialista “El Obrero”.
Poco después,
Justo fue involucrándose en los círculos obreros y en las corrientes
socialistas… Y con este estímulo y sus convicciones por delante, en abril de
1894 fundó junto a un grupo de compañeros de ideas -entre los que se contaban Augusto
Kühn, Esteban Jiménez e Isidro Salomó-, el periódico
socialista “La Vanguardia” (nombre que tomó del campo donde vivió su
infancia). Para afrontar los gastos vendió el coche que utilizaba en sus
visitas de médico y empeñó la medalla de oro que le había otorgado la Facultad
de Medicina.
El periódico se
giraba a diversas localidades, entre ellas Azul, donde era, por ejemplo, puesto
a disposición del público en la Sala principal de la Biblioteca Popular y
luego preservado en sus archivos.
El Partido de los trabajadores
En 1895 Justo
viajó a los Estados Unidos y a su regreso publicó dieciocho notas en “La
Vanguardia” referidas a sus impresiones. Para entonces, las instalaciones del
periódico se habían transformado en el ámbito natural de reunión de los
socialistas de Buenos Aires.
El 28 y
29 de junio de 1896, un grupo de delegados de agrupaciones socialistas
y gremiales encabezados por Juan B. Justo, se reunieron en el
local de la agrupación alemana “Vorwarts”
en lo que fue el Congreso Constituyente del Partido Socialista, que coronaba el
proceso organizativo del socialismo argentino. En su carta orgánica proclamaba:
“El Partido Socialista es ante todo el
partido de los trabajadores, de los proletarios, de los que no tienen más que
la fuerza de su trabajo; las puertas del partido están, sin embargo, abiertas
para los individuos de otras clases que quisieran entrar, subordinando sus
intereses a los de la clase proletaria. Lo que es importante es patentizar
nuestra independencia de todo interés capitalista o pequeño burgués”.
Justo jamás se
definió como marxista. Adhería a la corriente socialista iniciada por Eduardo
Bernstein conocida como “revisionista”, ya que se proponía
revisar las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos posteriores a
la publicación de los libros básicos de los padres del socialismo científico.
Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras más notable del
socialismo de la época, Jean Jaurès -con quien tomó contacto
en Copenhague en 1910 durante un congreso socialista y a quien invitó a viajar
a Buenos Aires-.
Con la fundación
del Partido Socialista, el periódico “La Vanguardia” se convirtió en su órgano
oficial.
El debut
político del Partido Socialista no fue muy auspicioso. Juan B. Justo se
candidateó a diputado por primera vez en las elecciones legislativas del 8 de
marzo de 1896, empero a pesar del esfuerzo y los extensos discursos
partidarios, apenas obtuvo 138 votos.
Sin detenerse en
un “traspié” -como consideraba a la votación-, en 1898 fundó la Sociedad Obrera
de Socorros Mutuos, la Biblioteca Obrera y la Sociedad Luz y más de un centenar
de bibliotecas anexadas a los centros socialistas.
Soy el más vulgar de los hombres…
En 1899, Justo
contrajo matrimonio con Mariana Chertkoff Demirov, una joven
inmigrante rusa de origen judío. Al año siguiente, se trasladaron a Junín
donde nacieron sus primeros hijos: Andrés, Daniel, Leticia
y Aurora.
En dicha
localidad bonaerense estudió de cerca el problema agrario y se convirtió en médico
rural. Allí mismo fundó una biblioteca pública y el Centro Social
Democrático; también se desempeñó como director del Hospital local, y alentó la
creación de una sociedad de socorros mutuos y de una cooperativa. Como
consecuencia de su estadía en el interior, Justo redactó el programa agrario
que fue adoptado por su partido en 1901.
El 13 de marzo
de 1904, el doctor Alfredo Palacios fue electo por el barrio de La Boca como el
primer diputado socialista de toda América.
Tras la
designación de Justo como profesor titular en la Facultad de Medicina de Buenos
Aires, la familia se trasladó a la Capital. En los tres cursos que dictó, se
destacó por su didáctica y excelencia. Pero no abandonó la militancia ni
sacrificó sus ideas, se comprometió aún más con ellas, volvió a su vocación
primera y se dedicó a estudiar afanosamente los progresos que la cirugía había alcanzado
en los últimos años.
En un barrio obrero
instaló su consultorio médico y, mientras renovaba en la bibliografía sus
conocimientos científicos, escribía el periódico del Partido. En 1906 se alejó
de la cátedra a raíz de una disidencia con el accionar de la Academia de
Medicina.
El 30 de julio
de aquél año, fundó junto a otros once compañeros del Partido la Cooperativa
de consumo crédito y vivienda “El Hogar Obrero”. En septiembre del
mismo año, “La Vanguardia” se convirtió en diario y en un importante medio de
difusión cultural, excediendo su propósito original de difusión de las ideas
socialistas. Justo sería su director hasta su fallecimiento.
Justo nunca
hablaba de su vida privada y sólo una vez lo hizo por escrito en su columna del
diario “La Nación” definiéndose así: “Soy el más vulgar de los hombres. Si alguno de los héroes de Cervantes
figura entre mis antepasados, es seguramente Sancho. Me gustan las mujeres
hermosas, pero menos para cantar la belleza de sus formas, que porque prometen
una prole sana y vivaz”. El amor dominaba su alma, pero la tragedia
sacudiría su vida…
En 1912 su
esposa Mariana murió dando a luz al séptimo hijo de la pareja.
Profundamente afectado el líder socialista se mudó a una casona del Barrio de
Belgrano donde su madre, doña Aurora, se encargó de la crianza de sus hijos.
En aquel mismo
año, en el marco de la limpieza electoral impuesta por la Ley Sáenz Peña, a los 46
años de edad, Juan B. Justo -junto a Alfredo Lorenzo Palacios-, fue
electo Diputado Nacional (mediante unos 25.000 sufragios). En el
Parlamento se destacó como orador y por la cantidad de proyectos presentados,
casi todos ellos vinculados a los derechos de los trabajadores. En 1913 logró
su primera banca en el Senado de la Nación en la figura de Enrique del Valle Iberlucea.
Durante 1914
Juan Bautista Justo recorrió distintas localidades del país. Entre ellas visitó
Azul, transitando sus calles y tomando contacto con la realidad un
tanto particular de nuestro medio…
Por
las callecitas del Azul
En
su obra “Juan B. Justo y las Luchas
Sociales en la Argentina”, Dardo Cúneo describe la que fuera
una de las visitas del líder socialista a nuestra ciudad:
“Regulares
viajes de reconocimiento del país realizaba por tierras y ciudades del
interior. Todo el país recorre. En el conocimiento de su tierra y de su hombre,
de su necesidad y de su problema, Justo se identifica a la Argentina, y se hace
la imagen de un nuevo país, el del socialismo.
A
sus compañeros de viaje los sorprende a preguntas mientas el ferrocarril los
lleva a los interiores de la República. (...). Guardará en su memoria recuerdos
de sus giras y de sus viajes. A los provincianos amigos que llegan a la Capital
les reclama noticias sobre sus ciudades, sus pueblitos, sus habitantes (…).
Un
día va a Azul. Los pocos socialistas que allí hay y que constituyen el Centro
partidario han ido por él hasta la estación. Lo conducen hasta un hotel y se
prometen volver -era ya noche- a buscarlo a la mañana siguiente para recorrer
la ciudad y sus zonas inmediatas.
Fue
lo que hicieron. A las 7 de la mañana, los estaba esperando el visitante. Los
socialistas tardaban: habían ido a una empresa de carruajes para alquilar el
coche más cómodo que en ella hubiera.
Con
ese coche, conducido por un hombre uniformado y tirado por un tronco de
caballos, llegaban al hotel en busca de Justo los socialistas de Azul. Él, que
los espera, sorprendido, sobresaltado, incómodo, señalando el enorme coche les
pregunta:
-
¿Y
esto qué es?
-
Para que pueda recorrer…
Se cortaron las palabras del que
respondía.
Justo sobresaltado, vuelve a
hablar:
-
¡Despídanlo!¡Despídanlo!
Lo hicieron.
-
Bueno,
ahora vamos a pie…
Comenzaron
a recorrer las calles de la ciudad, Justo y la comisión de afiliados
socialistas. A las siete cuadras estaba el Colegio Nacional que llevaba dos
años de funcionamiento. No habían habilitado todavía en él un aula para el
segundo curso. De esta irregularidad le dijeron al visitante:
-
¿Por
qué no trata usted – le dijo a
Justo el director del Colegio- de que el
gobierno se decida a habilitar comodidades para el segundo año?
Los
alumnos de ese segundo año debían esperar que los del primero desocuparan el
aula para recién entonces comenzar sus clases. La respuesta de Justo fue la
siguiente:
-
Yo
no gozo de simpatías en las esferas oficiales, pero llamaré al orden al
ministro como diputado de la Nación.
A la noche,
habló en el teatro local.
-
Me
siento feliz –fueron sus palabras- de haber recorrido este pueblo en la
compañía de un cochero, de un sastre y de un albañil.
Al
finalizar la conferencia los miembros de la Biblioteca lo invitaron a visitar
las instalaciones de aquella. Lo hizo. Cuando terminó la visita, le informaron
que los intelectuales de la ciudad le habían preparado una demostración en el bar principal.
-
Les
agradezco, pero desde que he pisado Azul me pertenezco a mis compañeros
–les respondió señalando al cochero, al sastre y al albañil.
-
Ellos
decidirán –agregó.
Ellos
le habían preparado en un humilde local un modesto lunch. Con ellos se fue.
(…)
Recorrerá los pueblos, las ciudades, la República. Diciendo palabra nueva,
comunicando mensaje de lucha, advirtiendo al pueblo, llamándolo a la acción.
Andanzas misioneras a través del país, de sus realidades reprimidas, de sus
hombres olvidados, sometidos. El conocimiento del país, de sus realidades, de
sus hombres es siempre programa de transformaciones urgentes, es proposición
revolucionaria.”.
Algunas
precisiones sobre aquella visita
Dionisio
Oyhanarte, padre del reconocido periodista
Juan
Miguel, fue uno de los anfitriones en la recepción realizada al líder
partidario en el antiguo Comité Socialista de la calle Arenales
680, entre Bolívar y San Martín (actualmente la Caja de Previsión y seguro Médico de la Provincia de Buenos Aires).
Es
muy probable que el visitante se haya hospedado en el Hotel “Colón”, de Juan Cordeu,
ubicado en la esquina Este de Colón y 9 de Julio, dado que era el único que se
encontraba por entonces -tal como describe el autor- a siete cuadras del Colegio
Nacional. Por su parte, éste establecimiento educativo había
abierto sus puertas el 1 de junio de 1912, primitivamente en un edificio
ubicado en la calle Burgos entre Córdoba y Tucumán (actuales Malére y
Bogliano), perteneciente a la familia Zapata. Desde su fundación y hasta 1919
su director fue el profesor Víctor M. Herrera, quien recibiera
al Diputado en la entidad.
Tras
la negativa de Justo a asistir al ágape preparado por los miembros de la Biblioteca
Popular del Azul (hoy “Bartolomé J. Ronco”), presidida entonces por Enrique
Squirru, la comitiva de socialistas se dirigió al local ubicado en la
calle Belgrano, vereda par, a mitad de cuadra entre Arenales y Rauch, en lo que
supo ser la Sociedad de Socorros Mutuos “Garibaldina” -de corte masón y
socialista-, que actualmente son las viejas instalaciones del Club Boca Juniors.
Tiempos difíciles…
El 8 de junio de
1916, mientras salía del local de “La Vanguardia” junto a su amigo y compañero,
el doctor Enrique Dickman, un desconocido se le acercó y sin mediar
palabra le disparó un tiro. El proyectil impactó gravemente en una de sus
piernas y en la caída se hirió un hombro, pero nada detuvo su enérgica verba.
En 1918, frente
a las protestas de los estudiantes cordobeses que pedían una profunda reforma
universitaria, viajó a Córdoba y al mes siguiente, en julio, en tres sesiones
memorables de la Cámara de Diputados hizo la defensa del movimiento
universitario, proyectó una interpelación del Ministro de Instrucción Pública y
documentó la situación de la Universidad de Córdoba. Así, el Dr. Justo apoyó
los reclamos estudiantiles y participó de los debates que llevaron a la Reforma
Universitaria.
Como Diputado,
presidió la comisión investigadora de los trusts
y presentó, entre otros, numerosos proyectos de ley en materia social, contra
el juego y el alcoholismo.
Amor y política en una misma mujer
En 1920, Justo
se casó con la joven doctora Alicia Moreau -hija de refugiados
franceses de la Comuna de París- veinte años menor que él, con quien se conocía
desde hacía bastante tiempo y además compartía diversas inquietudes sociales y
políticas. El matrimonio tuvo tres hijos: Alicia Marta, Juan Roberto y Luis.
Aquél mismo año,
Justo fue reelecto por tercera vez como Diputado. Por ese tiempo abordó
frontalmente la cuestión agraria y ganadera. Le preocupaba que las estancias
ahogaran a las chacras y negaran el desarrollo social argentino; le preocupaban
las condiciones de vida del trabajador rural y de las mujeres. Su programa era
fomentar la multiplicación de unidades agrícolas, de las chacras y las quintas
para mejorar la técnica de la producción rural, para organizar mejor el trabajo
de la República y para el desarrollo de la familia.
En las
elecciones de 1924, a los 59 años de edad, Justo resultó electo Senador
por la Capital Federal. Uno de sus primeros proyectos fue el que solicitaba la separación
de la Iglesia y el Estado, desatando una fuerte polémica con las
bancadas radical y conservadora que se opusieron a que el tema fuera
considerado sobre tablas.
Un abrupto final…
En el verano de
1928, Justo, junto a su esposa Alicia y sus hijos, se establecieron en la
quinta Los Cardales -Partido de Pilar, a unos 70 Km. de Buenos Aires-
para pasar unos días de vacaciones. Sin embargo, la tragedia los
sorprendería...
El 8 de enero,
imprevistamente Juan Bautista Justo murió de un síncope cardíaco.
Juan Bautista Justo estuvo en Azul en el año
1914. En la ocasión recorrió las calles de la ciudad y finalmente disertó en el
Teatro Español.
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