Alicia Moreau, luchadora contra molinos de viento
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Alicia Moreau
nació en Londres, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, el 11 de octubre de
1885. Sus padres fueron Armando Moreau y María
Denanpont. Tuvo dos hermanos mayores: Santiago y Luisa.
La familia llegó
a la Argentina hacia 1890, instalándose en Sansinena, al noroeste bonaerense.
Luego se trasladaron a la ciudad de Buenos Aires donde, en 1896, Armando
instaló una librería. Alicia acompañaba a su padre frecuentemente a las
reuniones socialistas, inclusive iba con él cuando llevaba libros a los
enfermos del Hospital Francés.
Alicia realizó
sus estudios secundarios en la Escuela Normal Nº 1, donde conoció a Hipólito
Yrigoyen, quien trabajaba como profesor de Moral e Instrucción Cívica,
entablando con él una estrecha relación.
En 1902, la
inquieta joven tomó contacto con las hermanas Mariana,
Adela y Fenia Chertkoff, fundadoras del Centro Socialista Femenino
(que desempeñaba la divulgación de los saberes filosóficos y sociológicos de la
época), y las acompañó en la Asociación Pro-Educación Laica que se organizó en
Morón y en la tarea de inaugurar bibliotecas populares y jardines maternales.
En 1904 egresó
de bachiller en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1906, cuando
contaba con 20 años, Alicia Moreau fundó el Movimiento Feminista. Durante la
celebración del Congreso Internacional del Libre Pensamiento, organizado por la
Masonería,
que se realizó entre los días 20 y 23 de septiembre en la ciudad de Buenos
Aires, expuso un informe titulado Educación y Revolución (se publicó
en el primer número de la Revista Socialista Internacional). En la oportunidad,
la republicana española Belén Sárragade Ferrero sugirió que
las argentinas debían organizar un movimiento en favor de los derechos
políticos de la mujer. Allí, Alicia conoció a los líderes del Partido
Socialista José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea y Ángel Giménez.
Entonces, Moreau propuso la idea de Sárraga en una de las reuniones del
Congreso y junto a otras mujeres como Sara Justo, fundaron el Centro
Feminista de Argentina y el Comité Pro-Sufragio Femenino.
Por entonces,
Alicia visitó Azul…
Alicia Moreau en Azul
Después de las deliberaciones
producidas tras el Congreso Internacional del Libre
Pensamiento en la Capital, en Azul se desarrolló una disertación de idéntico tinte. En
la oportunidad llegaron a nuestra ciudad Belén Sárraga de Ferrero, el
periodista Juan Miccheli, el ingeniero Alejandro Verri y la joven Alicia
Moreau.
Ante un Teatro Español absolutamente
repleto, hallándose entre el público varias docentes azuleñas y la mayoría de
los miembros de la Logia masónica “Estrella del Sud” N° 25 -principales
interesados en la conferencia-, Moreau fue la primera en disertar.
El periódico azuleño “El
Comercial”, dirigido por Gervasio Pastor, en su edición del 2 de
octubre de 1906, bajo el título “La Conferencia del Libre-Pensamiento”
describió: “La muy ilustrada, racional,
mesurada y culta palabra de los oradores que hablaron en la conferencia
verificada anoche en el Teatro Español, ha dejado nuestro ánimo fuerte y
agradablemente impresionado. La simpática señorita profesora Alicia Moreau, con
su encantadora sencillez, ha demostrado dotes poco comunes para transmitir sus
avanzadas ideas en pro de la emancipación de la mujer argentina, dejando al
público en general que la escuchaba, la grata impresión del convencimiento.”.
Más adelante el artículo prosigue:
“Fue la señorita Alicia Moreau quien
primero se dirigió al público. Con voz pausada, con una naturalidad que hacía
más sugestiva la palabra, fue desarrollando elocuentemente las ideas
librepensadoras. ‘Nos trae la fuerza
de una idea que une las generaciones. Estas ideas y aspiraciones del
libre-pensamiento, mejorarán la situación del hombre y formaran el mundo ideal,
cuando no doblegue su cerviz ante los dogmas.’. Trató después de la
inferioridad que se atribuye a la mujer. En un Concilio llegó la Iglesia a
poner en tan bajo nivel, que hasta le
negó el derecho de tener alma. Si alguna inferioridad tiene la mujer sobre el
hombre, es en la educación; enseñanza que debemos conseguir para ponernos al
nivel de ellos.
Hizo un llamado a las madres y a las maestras para que eduquen a sus hijos
y a sus discípulos, fuera de los sofismas religiosos que atrofian su tierna
inteligencia”.
El artículo continúa con la
transcripción parcial de los discursos de Verri, Miccheli y Sárraga, y
finaliza: “Ovación indescriptible, bien
merecida por cierto, coronó el discurso de la libre-pensadora”.
Aquella ocasión fue la primera
vez que Alicia Moreau estuvo en nuestra ciudad, faltando apenas diez días
para que la joven llegara a los 21 años de edad, lo cual no le
impidió demostrarle a los azuleños (y a los argentinos) que estaba destinada a
“hacer historia”.
Por la salud, la educación y la paz
En 1907, después
de estudiar psicología durante un año, ingresó a la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires, en una época en que la sociedad veía con
rechazo que las mujeres estudiasen una profesión universitaria.
Mientras se
desempeñaba en el Hospital de Clínicas, donde comenzó a consolidarse como
socialista, instaló un consultorio ginecológico en la ciudad de Buenos Aires,
para poder atender de forma gratuita a las mujeres de bajos recursos y
prostitutas.
Entre 1906 y
1914, además de organizar el primer congreso femenino internacional e iniciar
una campaña para crear escuelas para inmigrantes, escribió varios artículos
sobre educación y política en la Revista Socialista Internacional dirigida por Enrique
del Valle Iberlucea. Por entonces, expuso su tesis sobre la “Escuela
nueva”, en la que cuestionaba profundamente a la educación pública
argentina, sosteniendo que los padres, la Iglesia y el Estado no pueden
imponerles sus convicciones a los niños.
En 1910, junto a
Berta
W. de Gerchunoff y su padre Armando Moreau, fundó el Ateneo
Popular con el fin de promover la extensión de la educación secundaria
y universitaria.
En 1914, obtuvo
su diploma universitario de honor como médica, habiendo publicado la tesis
titulada “La función endócrina del ovario”, y especializándose en
enfermedades femeninas. Seguidamente, publicó el libro “Evolución y educación”
y comenzó a dar clases como profesora de fisiología en la Universidad Nacional
de La Plata.
Al iniciarse la
Primera Guerra Mundial, inició un amplio movimiento pacifista luego de que el
Poder Ejecutivo presentó un proyecto de ley por el cual se establecía la
instrucción militar en las escuelas, colegios e institutos de enseñanza. A
mediados de agosto de 1915, se multiplicaron las conferencias públicas
pacifistas que culminaron en grandes mítines y la presentación al Congreso
Nacional de un petitorio en el cual se solicitaba la absoluta oposición al
proyecto.
En 1919, dejó de
publicarse Humanidad Nueva tras diez años de ediciones pero a su vez apareció “Nuestra
causa”, una revista mensual fundada por Alicia dedicada a exaltar la
acción de la mujer en la cultura, el arte, y la política; por otra parte, fue
designada por las organizaciones feministas argentinas como delegada en el Congreso
Internacional de Obreras celebrado en Washington, Estados Unidos.
Durante el mismo viaje participó también como delegada en el Congreso
Internacional de Médicas, donde se destacó por su crítica a la prostitución y
su defensa sobre la moral única para ambos sexos. Como resultado de este último
Congreso se fundó la Asociación Internacional de Mujeres Médicas, resultando
electa para integrar su Comité Ejecutivo.
La familia socialista y el amor…
En 1920, fue una
de las fundadoras de la Unión Feminista Nacional (UFN) con
el fin de unificar las distintas organizaciones feministas que existían en ese
entonces, como el Centro Socialista Femenino, la Agrupación Socialista Femenina
y el Consejo Nacional de Mujeres. Su acción política resultó decisiva para
apoyar la sanción de diversas leyes de reconocimiento de los derechos de la
mujer, de protección del trabajo femenino y la defensa de la madre soltera.
Esta organización estaba dirigida, entre otras mujeres, por Alicia Moreau,
quien fue elegida presidenta, contando entre sus concurrentes con la poetisa Alfonsina
Storni.
Más tarde, la
Unión Feminista Nacional estableció una alianza con el Comité Pro-Derechos de
la Mujer, presidido por Elvira Rawson de Dellepiane, para
reclamar activamente el reconocimiento del derecho a votar de las mujeres y apoyar
al Partido Feminista Nacional que impulsaba la candidatura a diputada nacional
de Julieta
Lanteri.
Hacia 1921,
decidió afiliarse al Partido Socialista a pesar de que se
definía como una socialista revolucionaria y no reformista. También se unió con
su fundador y creador de la Cooperativa “El Hogar Obrero”, Juan Bautista Justo
(viudo de Mariana Chertkoff, con quien había tenido seis hijos), con quien tuvo
tres hijos: Alicia Marta, Juan Roberto y Luis Nicolás.
En 1925, las
feministas obtuvieron su primer triunfo parlamentario al lograr la sanción de
la Ley
11.317 reglamentando el trabajo femenino e infantil, en la que se
establecía que las mujeres no podrían trabajar más de ocho horas diarias y 48
horas semanales. También se decretaba la prohibición del trabajo nocturno,
tareas insalubres, el trabajo de niños menores de 12 años y el despido de
mujeres embarazadas, y se agregó la licencia para amamantar y la obligación de
las empresas de tener guarderías.
Momento difíciles, Peronismo mediante
En 1926,
obtuvieron la Ley de Derechos Civiles de la Mujer que instauraba que los
derechos entre hombres y mujeres debían ser equiparados. Junto a su marido, en
1927, fundó la Casa del Pueblo, una de las bibliotecas con mayor cantidad de
volúmenes en el país.
El 8 de enero de
1928, víctima de un síncope cardíaco, su esposo Juan Bautista falleció a los 62
años.
En 1932, elaboró
un proyecto de ley de sufragio femenino que fue presentado por el diputado
socialista Mario Bravo y que obtuvo la aprobación de los diputados,
habiendo una amplia movilización de mujeres y presión de las organizaciones
feministas. Sin embargo el proyecto fue rechazado por el Senado, donde
predominaban ampliamente los conservadores.
Durante la
década, se desempeñó activamente en las campañas de solidaridad argentina en
apoyo a la Segunda República Española durante la Guerra Civil. En 1936, cuando
se realizó en Buenos Aires la Conferencia Panamericana de Cancilleres, organizó
en forma paralela la Conferencia Popular por la Paz en América.
Con la aparición
del Peronismo
y durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, Alicia manifestó
una clara posición opositora al movimiento, criticando los aspectos no
democráticos y autoritarios del gobierno.
A lo largo de su
mandato, Moreau, junto con otros socialistas, sufrió la persecución que la obligó
a trabajar en forma clandestina; sin embargo, el gobierno de Perón sancionó
muchas de las leyes propuestas por los socialistas en la Cámara de Diputados y
Senadores años antes.
El 23 de
septiembre de 1947, durante un acto frente a la sede de la CGT, Perón firmó el
decreto presidencial que le dio valor institucional a la Ley 13.010, que les
otorgó a las mujeres de todo el país el derecho al voto.
Un año antes,
había escrito su libro “La mujer en la democracia”, en el
que analizó las vicisitudes recorridas por la mujer Argentina para lograr el
sufragio, y en 1949 fue sancionada una nueva Constitución que establecía la
igualdad plena de la mujer y el hombre y la responsabilidad compartida frente a
la patria potestad. A pesar de su oposición al Peronismo, Alicia apoyó
rotundamente ese tipo de decisiones, que concretaban el objetivo por el que
había luchado durante cuarenta años.
Como parte de su
larga lucha pacifista, en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial,
fundó la filial argentina del Acuerdo Mundial por la Paz. A su vez, fue
representante de Argentina en el Congreso Mundial Femenino que se celebró en
París ese año.
Cuando en 1951, las
mujeres argentinas pudieron por primera vez votar y ser votadas para
cargos nacionales, Alicia Moreau fue elegida junto a otras mujeres para
integrar la lista de candidatos a diputados nacionales socialistas, pero en el
marco de la persecución política del gobierno peronista fue detenida y, luego
de ser liberada debió silenciarse, por lo que no pudo votar. El 15 de abril de
1953, con total pasividad policial fueron atacados locales opositores al
gobierno, incluyendo la Casa del Pueblo, que fue incendiada.
Divisiones y reuniones
Después del golpe
militar encabezado por Pedro Eugenio Aramburu, el Partido Socialista se dividió
internamente en dos grupos: uno encabezado por Américo Ghioldi que
apoyaba al gobierno militar y exigía una drástica represión al Peronismo y
otro, encabezado por Alfredo Palacios y Alicia
Moreau de Justo, que pretendía establecer buenas relaciones con un
Peronismo democratizado. Por entonces ella sostenía que los peronistas y
antiperonistas debían unirse para transformar la sociedad, que estaba basada en
la desigualdad económica.
Por entonces,
Alicia comenzó a dirigir “La Vanguardia”, el importante
periódico socialista que tenía en la época una tirada que rondaba los 90.000
ejemplares.
En 1958, las
diferencias entre ambos grupos era de tal magnitud que produjo la ruptura del
Partido Socialista en el 44º Congreso, del que surgieron dos ramas: el Partido
Socialista Argentino (Moreau junto a Alfredo Palacios, José Luis Romero
y Carlos Sánchez Viamonte, entre otros) y el Partido Socialista Democrático
(conformado por Ghioldi y Repetto).
Tras el
fallecimiento de Alfredo Palacios acaecido en 1965, Moreau asumió la Secretaría
general del Partido Socialista Argentino. En 1972, cuando el Partido se fusionó
con otros grupos socialistas para conformar el Partido Socialista Popular,
tras lo cual, Alicia abandonó su puesto y se alejó del mismo discrepando por su
cercanía al Peronismo.
Aguda, perspicaz
y hasta ácida, pero siempre precisa en sus apreciaciones, en un reportaje para
la revista “Gente” -en mayo de 1974-, el entrevistador le preguntó “¿Qué le gustaría que le escribieran algún
día como epitafio?”, a lo que Alicia respondió “Aquí yace una gran luchadora
contra molinos de viento”.
Por los Derechos
En 1975, a los
90 años de edad, fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos (APDH), convocada por Rosa Pantaleón, junto con
el obispo de Neuquén Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo
Carlos Gatinoni, Raúl Alfonsín, Oscar Alende, Susana Pérez Gallart, Adolfo
Pérez Esquivel y Alfredo Bravo.
La APDH
desempeñó un importante papel de resistencia al terrorismo de Estado durante la
dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983. En esos años, Alicia
acompañaba a las Madres de Plaza de Mayo, a quienes consideraba ejemplo de
mujeres valientes, en sus famosas rondas frente a la Casa de Gobierno y
presentaba peticiones de libertad a la junta militar y a los jueces. En gesto
de agradecimiento, el día de su cumpleaños 99, le obsequiaron un emblemático pañuelo
blanco, símbolo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
En 1979, cuando
la actividad política estaba prohibida, participó junto a otros dirigentes de
la Confederación Socialista Argentina y del Partido Socialista Popular en la ciudad de Buenos Aires. En 1980, fue una
de las encargadas de recibir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la OEA, una de las acciones internacionales que más dañaron al
Proceso de Reorganización Nacional. En el mismo año, como integrante de la
Comisión Permanente en Defensa de la Educación (COPEDE), Moreau, en compañía de
Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Sábato y Elías Castelnuovo,
publicó “Por una universidad gratuita” y firmó el reclamo inicial por
el secuestro y encarcelamiento de Alfredo Bravo.
En 1981, impulsó
la reunificación del Partido Socialista mediante la creación de la Unidad
Socialista en alianza con el Partido Socialista Popular y el Partido Socialista
del Chaco, siendo elegida presidenta. En 1982, fue una de las pocas dirigentes
políticas que se opuso frontalmente a la Guerra de las Malvinas, consecuente
con sus principios antimilitaristas.
Por su labor
social, en 1984 fue elegida “La Mujer del Año” por la Cámara de
Diputados de la Nación Argentina, mientras que la Universidad de Buenos Aires
la distinguió con el título de Médica del Siglo. En 1985, fue declarada
presidenta honoraria de las Primeras Jornadas de Mujeres Socialistas y
continuamente, fue designada Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos
Aires por la Legislatura porteña.
Un siglo de lucha
En 1985, Alicia
celebró el centenario de su natalicio y se le rindió un homenaje en “Unione e
Benevolenza”, en el que participó todo el arco político y social de la
Argentina, y durante el cual dio su último discurso público, especialmente
dirigido a los jóvenes y a las mujeres.
En mayo de 1986,
fue internada en el Sanatorio Antártida Argentina por una descompensación. Su
estado se agravó rápidamente y falleció a los 100 años de edad, mientras
dormía, el 12 de mayo de 1986.
Los restos de la “gran luchadora contra los
molinos de viento” fueron velados al día siguiente en el Salón
de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación (al cual asistió el
entonces presidente Raúl Alfonsín) y cremados en el Cementerio de la Chacarita.
Alicia Moreau, desde muy joven, desarrolló una
amplia carrera en la política y bregó por los derechos de las mujeres. Tras
tantos años de lucha se convirtió en un verdadero ícono.
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