lunes, 13 de abril de 2020

Alicia Moreau, luchadora contra molinos de viento

Alicia Moreau, luchadora contra molinos de viento



Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Alicia Moreau nació en Londres, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, el 11 de octubre de 1885. Sus padres fueron Armando Moreau y María Denanpont. Tuvo dos hermanos mayores: Santiago y Luisa.
La familia llegó a la Argentina hacia 1890, instalándose en Sansinena, al noroeste bonaerense. Luego se trasladaron a la ciudad de Buenos Aires donde, en 1896, Armando instaló una librería. Alicia acompañaba a su padre frecuentemente a las reuniones socialistas, inclusive iba con él cuando llevaba libros a los enfermos del Hospital Francés.
Alicia realizó sus estudios secundarios en la Escuela Normal Nº 1, donde conoció a Hipólito Yrigoyen, quien trabajaba como profesor de Moral e Instrucción Cívica, entablando con él una estrecha relación.
En 1902, la inquieta joven tomó contacto con las hermanas Mariana, Adela y Fenia Chertkoff, fundadoras del Centro Socialista Femenino (que desempeñaba la divulgación de los saberes filosóficos y sociológicos de la época), y las acompañó en la Asociación Pro-Educación Laica que se organizó en Morón y en la tarea de inaugurar bibliotecas populares y jardines maternales.
En 1904 egresó de bachiller en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1906, cuando contaba con 20 años, Alicia Moreau fundó el Movimiento Feminista. Durante la celebración del Congreso Internacional del Libre Pensamiento, organizado por la Masonería, que se realizó entre los días 20 y 23 de septiembre en la ciudad de Buenos Aires, expuso un informe titulado Educación y Revolución (se publicó en el primer número de la Revista Socialista Internacional). En la oportunidad, la republicana española Belén Sárragade Ferrero sugirió que las argentinas debían organizar un movimiento en favor de los derechos políticos de la mujer. Allí, Alicia conoció a los líderes del Partido Socialista José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea y Ángel Giménez. Entonces, Moreau propuso la idea de Sárraga en una de las reuniones del Congreso y junto a otras mujeres como Sara Justo, fundaron el Centro Feminista de Argentina y el Comité Pro-Sufragio Femenino.
Por entonces, Alicia visitó Azul


Alicia Moreau en Azul


Después de las deliberaciones producidas tras el Congreso Internacional del Libre Pensamiento en la Capital, en Azul se desarrolló una disertación de idéntico tinte. En la oportunidad llegaron a nuestra ciudad Belén Sárraga de Ferrero, el periodista Juan Miccheli, el ingeniero Alejandro Verri y la joven Alicia Moreau.
Ante un Teatro Español absolutamente repleto, hallándose entre el público varias docentes azuleñas y la mayoría de los miembros de la Logia masónica “Estrella del Sud” N° 25 -principales interesados en la conferencia-, Moreau fue la primera en disertar.
El periódico azuleño “El Comercial”, dirigido por Gervasio Pastor, en su edición del 2 de octubre de 1906, bajo el título “La Conferencia del Libre-Pensamiento” describió: “La muy ilustrada, racional, mesurada y culta palabra de los oradores que hablaron en la conferencia verificada anoche en el Teatro Español, ha dejado nuestro ánimo fuerte y agradablemente impresionado. La simpática señorita profesora Alicia Moreau, con su encantadora sencillez, ha demostrado dotes poco comunes para transmitir sus avanzadas ideas en pro de la emancipación de la mujer argentina, dejando al público en general que la escuchaba, la grata impresión del convencimiento.”.
Más adelante el artículo prosigue: “Fue la señorita Alicia Moreau quien primero se dirigió al público. Con voz pausada, con una naturalidad que hacía más sugestiva la palabra, fue desarrollando elocuentemente las ideas librepensadoras. ‘Nos trae la fuerza de una idea que une las generaciones. Estas ideas y aspiraciones del libre-pensamiento, mejorarán la situación del hombre y formaran el mundo ideal, cuando no doblegue su cerviz ante los dogmas.’. Trató después de la inferioridad que se atribuye a la mujer. En un Concilio llegó la Iglesia a poner en tan bajo nivel,  que hasta le negó el derecho de tener alma. Si alguna inferioridad tiene la mujer sobre el hombre, es en la educación; enseñanza que debemos conseguir para ponernos al nivel de ellos.
Hizo un llamado a las madres y a las maestras para que eduquen a sus hijos y a sus discípulos, fuera de los sofismas religiosos que atrofian su tierna inteligencia”.
El artículo continúa con la transcripción parcial de los discursos de Verri, Miccheli y Sárraga, y finaliza: “Ovación indescriptible, bien merecida por cierto, coronó el discurso de la libre-pensadora”.
Aquella ocasión fue la primera vez que Alicia Moreau estuvo en nuestra ciudad, faltando apenas diez días para que la joven llegara a los 21 años de edad, lo cual no le impidió demostrarle a los azuleños (y a los argentinos) que estaba destinada a “hacer historia”.


Por la salud, la educación y la paz


En 1907, después de estudiar psicología durante un año, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, en una época en que la sociedad veía con rechazo que las mujeres estudiasen una profesión universitaria.
Mientras se desempeñaba en el Hospital de Clínicas, donde comenzó a consolidarse como socialista, instaló un consultorio ginecológico en la ciudad de Buenos Aires, para poder atender de forma gratuita a las mujeres de bajos recursos y prostitutas.
Entre 1906 y 1914, además de organizar el primer congreso femenino internacional e iniciar una campaña para crear escuelas para inmigrantes, escribió varios artículos sobre educación y política en la Revista Socialista Internacional dirigida por Enrique del Valle Iberlucea. Por entonces, expuso su tesis sobre la “Escuela nueva”, en la que cuestionaba profundamente a la educación pública argentina, sosteniendo que los padres, la Iglesia y el Estado no pueden imponerles sus convicciones a los niños.
En 1910, junto a Berta W. de Gerchunoff y su padre Armando Moreau, fundó el Ateneo Popular con el fin de promover la extensión de la educación secundaria y universitaria.
En 1914, obtuvo su diploma universitario de honor como médica, habiendo publicado la tesis titulada “La función endócrina del ovario”, y especializándose en enfermedades femeninas. Seguidamente, publicó el libro “Evolución y educación” y comenzó a dar clases como profesora de fisiología en la Universidad Nacional de La Plata.
Al iniciarse la Primera Guerra Mundial, inició un amplio movimiento pacifista luego de que el Poder Ejecutivo presentó un proyecto de ley por el cual se establecía la instrucción militar en las escuelas, colegios e institutos de enseñanza. A mediados de agosto de 1915, se multiplicaron las conferencias públicas pacifistas que culminaron en grandes mítines y la presentación al Congreso Nacional de un petitorio en el cual se solicitaba la absoluta oposición al proyecto.
En 1919, dejó de publicarse Humanidad Nueva tras diez años de ediciones pero a su vez apareció “Nuestra causa”, una revista mensual fundada por Alicia dedicada a exaltar la acción de la mujer en la cultura, el arte, y la política; por otra parte, fue designada por las organizaciones feministas argentinas como delegada en el Congreso Internacional de Obreras celebrado en Washington, Estados Unidos. Durante el mismo viaje participó también como delegada en el Congreso Internacional de Médicas, donde se destacó por su crítica a la prostitución y su defensa sobre la moral única para ambos sexos. Como resultado de este último Congreso se fundó la Asociación Internacional de Mujeres Médicas, resultando electa para integrar su Comité Ejecutivo.


La familia socialista y el amor…


En 1920, fue una de las fundadoras de la Unión Feminista Nacional (UFN) con el fin de unificar las distintas organizaciones feministas que existían en ese entonces, como el Centro Socialista Femenino, la Agrupación Socialista Femenina y el Consejo Nacional de Mujeres. Su acción política resultó decisiva para apoyar la sanción de diversas leyes de reconocimiento de los derechos de la mujer, de protección del trabajo femenino y la defensa de la madre soltera. Esta organización estaba dirigida, entre otras mujeres, por Alicia Moreau, quien fue elegida presidenta, contando entre sus concurrentes con la poetisa Alfonsina Storni.
Más tarde, la Unión Feminista Nacional estableció una alianza con el Comité Pro-Derechos de la Mujer, presidido por Elvira Rawson de Dellepiane, para reclamar activamente el reconocimiento del derecho a votar de las mujeres y apoyar al Partido Feminista Nacional que impulsaba la candidatura a diputada nacional de Julieta Lanteri.
Hacia 1921, decidió afiliarse al Partido Socialista a pesar de que se definía como una socialista revolucionaria y no reformista. También se unió con su fundador y creador de la Cooperativa “El Hogar Obrero”, Juan Bautista Justo (viudo de Mariana Chertkoff, con quien había tenido seis hijos), con quien tuvo tres hijos: Alicia Marta, Juan Roberto y Luis Nicolás.
En 1925, las feministas obtuvieron su primer triunfo parlamentario al lograr la sanción de la Ley 11.317 reglamentando el trabajo femenino e infantil, en la que se establecía que las mujeres no podrían trabajar más de ocho horas diarias y 48 horas semanales. También se decretaba la prohibición del trabajo nocturno, tareas insalubres, el trabajo de niños menores de 12 años y el despido de mujeres embarazadas, y se agregó la licencia para amamantar y la obligación de las empresas de tener guarderías.


Momento difíciles, Peronismo mediante


En 1926, obtuvieron la Ley de Derechos Civiles de la Mujer que instauraba que los derechos entre hombres y mujeres debían ser equiparados. Junto a su marido, en 1927, fundó la Casa del Pueblo, una de las bibliotecas con mayor cantidad de volúmenes en el país.
El 8 de enero de 1928, víctima de un síncope cardíaco, su esposo Juan Bautista falleció a los 62 años.
En 1932, elaboró un proyecto de ley de sufragio femenino que fue presentado por el diputado socialista Mario Bravo y que obtuvo la aprobación de los diputados, habiendo una amplia movilización de mujeres y presión de las organizaciones feministas. Sin embargo el proyecto fue rechazado por el Senado, donde predominaban ampliamente los conservadores.
Durante la década, se desempeñó activamente en las campañas de solidaridad argentina en apoyo a la Segunda República Española durante la Guerra Civil. En 1936, cuando se realizó en Buenos Aires la Conferencia Panamericana de Cancilleres, organizó en forma paralela la Conferencia Popular por la Paz en América.
Con la aparición del Peronismo y durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, Alicia manifestó una clara posición opositora al movimiento, criticando los aspectos no democráticos y autoritarios del gobierno.
A lo largo de su mandato, Moreau, junto con otros socialistas, sufrió la persecución que la obligó a trabajar en forma clandestina; sin embargo, el gobierno de Perón sancionó muchas de las leyes propuestas por los socialistas en la Cámara de Diputados y Senadores años antes.
El 23 de septiembre de 1947, durante un acto frente a la sede de la CGT, Perón firmó el decreto presidencial que le dio valor institucional a la Ley 13.010, que les otorgó a las mujeres de todo el país el derecho al voto.
Un año antes, había escrito su libro “La mujer en la democracia”, en el que analizó las vicisitudes recorridas por la mujer Argentina para lograr el sufragio, y en 1949 fue sancionada una nueva Constitución que establecía la igualdad plena de la mujer y el hombre y la responsabilidad compartida frente a la patria potestad. A pesar de su oposición al Peronismo, Alicia apoyó rotundamente ese tipo de decisiones, que concretaban el objetivo por el que había luchado durante cuarenta años.
Como parte de su larga lucha pacifista, en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, fundó la filial argentina del Acuerdo Mundial por la Paz. A su vez, fue representante de Argentina en el Congreso Mundial Femenino que se celebró en París ese año.
Cuando en 1951, las mujeres argentinas pudieron por primera vez votar y ser votadas para cargos nacionales, Alicia Moreau fue elegida junto a otras mujeres para integrar la lista de candidatos a diputados nacionales socialistas, pero en el marco de la persecución política del gobierno peronista fue detenida y, luego de ser liberada debió silenciarse, por lo que no pudo votar. El 15 de abril de 1953, con total pasividad policial fueron atacados locales opositores al gobierno, incluyendo la Casa del Pueblo, que fue incendiada.


Divisiones y reuniones


Después del golpe militar encabezado por Pedro Eugenio Aramburu, el Partido Socialista se dividió internamente en dos grupos: uno encabezado por Américo Ghioldi que apoyaba al gobierno militar y exigía una drástica represión al Peronismo y otro, encabezado por Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo, que pretendía establecer buenas relaciones con un Peronismo democratizado. Por entonces ella sostenía que los peronistas y antiperonistas debían unirse para transformar la sociedad, que estaba basada en la desigualdad económica.
Por entonces, Alicia comenzó a dirigir “La Vanguardia”, el importante periódico socialista que tenía en la época una tirada que rondaba los 90.000 ejemplares.
En 1958, las diferencias entre ambos grupos era de tal magnitud que produjo la ruptura del Partido Socialista en el 44º Congreso, del que surgieron dos ramas: el Partido Socialista Argentino (Moreau junto a Alfredo Palacios, José Luis Romero y Carlos Sánchez Viamonte, entre otros) y el Partido Socialista Democrático (conformado por Ghioldi y Repetto).
Tras el fallecimiento de Alfredo Palacios acaecido en 1965, Moreau asumió la Secretaría general del Partido Socialista Argentino. En 1972, cuando el Partido se fusionó con otros grupos socialistas para conformar el Partido Socialista Popular, tras lo cual, Alicia abandonó su puesto y se alejó del mismo discrepando por su cercanía al Peronismo.
Aguda, perspicaz y hasta ácida, pero siempre precisa en sus apreciaciones, en un reportaje para la revista “Gente” -en mayo de 1974-, el entrevistador le preguntó “¿Qué le gustaría que le escribieran algún día como epitafio?”, a lo que Alicia respondió “Aquí yace una gran luchadora contra molinos de viento”.


Por los Derechos


En 1975, a los 90 años de edad, fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), convocada por Rosa Pantaleón, junto con el obispo de Neuquén Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo Carlos Gatinoni, Raúl Alfonsín, Oscar Alende, Susana Pérez Gallart, Adolfo Pérez Esquivel y Alfredo Bravo.
La APDH desempeñó un importante papel de resistencia al terrorismo de Estado durante la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983. En esos años, Alicia acompañaba a las Madres de Plaza de Mayo, a quienes consideraba ejemplo de mujeres valientes, en sus famosas rondas frente a la Casa de Gobierno y presentaba peticiones de libertad a la junta militar y a los jueces. En gesto de agradecimiento, el día de su cumpleaños 99, le obsequiaron un emblemático pañuelo blanco, símbolo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
En 1979, cuando la actividad política estaba prohibida, participó junto a otros dirigentes de la Confederación Socialista Argentina y del Partido Socialista Popular en  la ciudad de Buenos Aires. En 1980, fue una de las encargadas de recibir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, una de las acciones internacionales que más dañaron al Proceso de Reorganización Nacional. En el mismo año, como integrante de la Comisión Permanente en Defensa de la Educación (COPEDE), Moreau, en compañía de Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Sábato y Elías Castelnuovo, publicó “Por una universidad gratuita” y firmó el reclamo inicial por el secuestro y encarcelamiento de Alfredo Bravo.
En 1981, impulsó la reunificación del Partido Socialista mediante la creación de la Unidad Socialista en alianza con el Partido Socialista Popular y el Partido Socialista del Chaco, siendo elegida presidenta. En 1982, fue una de las pocas dirigentes políticas que se opuso frontalmente a la Guerra de las Malvinas, consecuente con sus principios antimilitaristas.
Por su labor social, en 1984 fue elegida “La Mujer del Año” por la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, mientras que la Universidad de Buenos Aires la distinguió con el título de Médica del Siglo. En 1985, fue declarada presidenta honoraria de las Primeras Jornadas de Mujeres Socialistas y continuamente, fue designada Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña.


Un siglo de lucha


En 1985, Alicia celebró el centenario de su natalicio y se le rindió un homenaje en “Unione e Benevolenza”, en el que participó todo el arco político y social de la Argentina, y durante el cual dio su último discurso público, especialmente dirigido a los jóvenes y a las mujeres.
En mayo de 1986, fue internada en el Sanatorio Antártida Argentina por una descompensación. Su estado se agravó rápidamente y falleció a los 100 años de edad, mientras dormía, el 12 de mayo de 1986.
Los restos de la “gran luchadora contra los molinos de viento” fueron velados al día siguiente en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación (al cual asistió el entonces presidente Raúl Alfonsín) y cremados en el Cementerio de la Chacarita.





Alicia Moreau, desde muy joven, desarrolló una amplia carrera en la política y bregó por los derechos de las mujeres. Tras tantos años de lucha se convirtió en un verdadero ícono.

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