lunes, 26 de diciembre de 2022

El largo camino de un Hombre de Fe

 

El largo camino de un Hombre de Fe


            Miguel Esteban Hesayne nació el 26 de diciembre de 1922. Sus padres fueron Elías Hesayne, natural del Líbano, y Josefa Mármol, de Argentina. Tuvo tres hermanos: Alcira Victoria (1911), Nazira (1913) y Graciano Raúl (1925).

            Fue bautizado por el padre César A. Cáneva, el 23 de septiembre de 1928, en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. En el Acta de Bautismo Nº 408, entre otros datos, se consigna que la fecha de nacimiento del niño fue el 25 de diciembre de 1922, que sus padrinos fueron Abraham Hesayne y Margarita Baldovino, y que sus padres sólo estaban casados por Civil.

  

El comienzo de un fructífero camino…

  

            El 12 de diciembre de 1948, en el Seminario San José de La Plata, fue ordenado sacerdote por el arzobispo de La Plata, Tomás Juan Carlos Solari.

            Ejerció como profesor en la cátedra de humanidades, castellano, historia de la literatura española y argentina e historia universal y latín en el Seminario de Azul y más tarde también se desempeñó como Rector. Fue  destinado como cura párroco en varias parroquias de la provincia de Buenos Aires: Tapalqué, 25 de Mayo, General Lamadrid y Las Flores.

            Luego fue designado por quince años como capellán auxiliar no militar en el Regimiento de Azul y en la Base Naval Azopardo de la Armada Argentina. En tiempos del Concilio Vaticano II cursó estudios de Teología Pastoral en la Universidad de Lille, en Francia, y de eclesiología con el teólogo Yves Congar en París.

            El Instituto Cristífero tuvo sus inicios en 1954 en la ciudad bonaerense de 25 de Mayo por iniciativa de la joven Beatriz Abadía y del padre Hesayne que se desempeñaba como vicario de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Merced a la guía del Padre, Beatriz aceptó la propuesta de iniciar una experiencia de vida consagrada en el mundo y para el mundo, experiencia que fue muy pronto compartida por otras jóvenes movidas por el mismo deseo.

El 16 de diciembre de 1957 este Instituto, con la previa autorización de la Curia Romana, recibió de parte del obispo de Azul, monseñor Manuel Marengo, la aprobación de los primeros Estatutos y el 22 de junio de 1964 se erigió en Pía Unión Cristífera.

En 1960 el padre Enrique Ciao dejó el rectorado del Seminario. Inmediatamente, el padre Hesayne, que en ese momento era el cura párroco de Catedral, ejerció el rectorado interino para luego ser sucedido por el padre Emilio Plinio Monni.

Desde aquél mismo año, fue asesor diocesano de Pastoral Rural.

Hesayne fue uno de los adherentes por la diócesis de Azul al manifiesto de los Dieciocho Obispos del Tercer Mundo, publicado el 15 de agosto de 1967.

            El 5 de abril de 1975, fue elegido Obispo de la Diócesis de Viedma, provincia de Río Negro, por el papa Pablo VI. Y recibió la plenitud del sacerdocio en el Orden Episcopal el 4 de junio en la Catedral de Azul por Manuel Marengo, obispo de Azul (co-consagrantes Eduardo Francisco Pironio, obispo de Mar del Plata y Miguel Ángel Alemán, obispo de Río Gallegos). Se instaló en la Diócesis de Viedma el 8 de julio del mismo año.

  Por los Derechos Humanos

            A lo largo de su vida ha sido un reconocido promotor y defensor de los Derechos Humanos,  con una constante actividad social desde la Iglesia que le ha valido reconocimientos a nivel nacional e internacional.

            Tuvo un rol episcopal intenso durante el régimen dictatorial del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” que gobernó entre 1976–1983, siendo uno de los pocos miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica de Argentina en criticar abiertamente sus abusos y crímenes sobre los derechos humanos, tales como el asesinato (enmascarado como un siniestro de tránsito) del obispo Enrique Angelelli por una “fuerza de tareas militar” en 1976.

            Tras enviar varias cartas privadas a los responsables de las Juntas Militares –al general Jorge Rafael Videla, al general Albano Harguindeguy, al general Roberto Viola- y no obtener una respuesta acorde al tema de la violencia, de las torturas, a las graves violaciones a los derechos humanos, a las desapariciones, decidió hacerlas abiertas y públicas antes de recibir varias amenazas concretas de muerte: en 1976, luego del asesinato del obispo Angelelli; en 1981, en ocasión de acompañar al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, fundador del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) en una recorrida por la diócesis.

            En aquellos años enfrentó al Terrorismo de Estado y a la Doctrina de la Seguridad Nacional en sintonía con los obispos Jorge Novak y Jaime de Nevares desde los Organismos de Derechos Humanos, especialmente desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

            En el año 1979 con Miembros de varios Institutos Seculares fundó la Junta Nacional de Institutos Seculares (JISA). Fue durante varios años Asesor y luego Delegado Episcopal de esta Junta Nacional. Participó de los Congresos Mundiales de Institutos Seculares realizados en Roma en los años 1980 y 1984 y en Brasil en 1996. De los Latinoamericanos realizados en Buenos Aires en 1978, en Colombia en 1982, en Chile en1986 y en México en 1990.

 

La multiplicación…


Durante su gestión episcopal en Viedma (1975-1995) convocó el primer Sínodo pastoral diocesano (1983-1984), recibió la visita apostólica del Papa Juan Pablo II en abril de 1987, y propició la creación de los obispados de Alto Valle y Bariloche.

            Fue obispo de Viedma por 20 años, hasta el 28 de junio de 1995, cuando renunció por su edad -pronto a cumplir 75 años-, en una audiencia conferida por el Papa Juan Pablo II. Luego de su retiro, volvió a radicarse en Azul, en la sede del Instituto Secular Cristífero, desde donde continuó con su labor pastoral, centrado en la formación integral del laicado.

            Fue asesor de la Obra Kolping Argentina (así llamada en referencia a Adolfo Kolping) por varios años.

            Entre 1995 y 1997 fue invitado por sacerdotes de Alemania a dar varios cursos en Europa sobre Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Junto al obispo metodista Aldo Etchegoyen fue miembro fundador de la “Asociación Jaime de Nevares”, destinada a la formación sociopolítica del laico a nivel nacional.

Dio Conferencias en Universidades de Buenos Aires, Mar del Plata, La Plata, Azul, Olavarría, etc. En la Municipalidad de Azul y de Saladillo. Dictó cursos en Buenos Aires, San Antonio de Arredondo (Córdoba), Río Cuarto, y otras localidades del país.

También fue titular de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, y en 2001 recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

  Libros y reconocimientos…

 

            Desde su retiro fue autor de varios libros: “Una voz del Sur” (1995), “Cartas por la vida” (1996), “Hambre de dignidad: apuntes para una sociedad basada en la Justicia hecha en el amor” (2005), “Jesucristo, Vida para el Pueblo: apuntes para ser Iglesia de Jesús en la vida ciudadana” (2006), “Desde los pobres a todos: apuntes para celebrar la vida” (2007) y “Perfil cristiano” (2012). Asimismo, redactó diversos artículos periodísticos para distintos medios, siendo, por su parte, colaborador de diario “El Tiempo”, con la publicación de las homilías dominicales.

            Junto a la Madre de Plaza de Mayo Olga Aredez, en 2004, recibió el premio “Azucena Villaflor”, como reconocimiento a su incansable lucha en defensa de los Derechos Humanos.

            Fue miembro emérito de la “Comisión Provincial por la Memoria con sede en La Plata.

            En el año 2007, fue declarado Ciudadano Ilustre de Azul, por parte del Concejo Deliberante del Partido de Azul.

            El 27 de enero 2012, en la Iglesia Catedral, se cumplió la ceremonia religiosa en la que se concretó la aprobación pontificia del Instituto Cristífero. Estuvieron presentes el cardenal arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, el obispo de la diócesis de Azul Hugo Manuel Salaberry, y el obispo emérito de Viedma, Hesayne.

            El 10 de noviembre de 2019 sufrió un ACV isquémico -que le afectó el lado izquierdo del cuerpo y el habla-, del que logró recuperarse. Sin embargo, sería el principio del fin… Días después tuvo un infarto y su estado se deterioró sensiblemente.

            Miguel Esteban Hesayne falleció el 1 de diciembre de 2019, a los 96 años de edad, en Azul. Fue velado en el Instituto Cristífero y, posteriormente, en la Iglesia Catedral, templo en el que sus restos fueron depositados en el “Mausoleo de los Obispos”.



Hace exactamente un siglo nacía Miguel Esteban Hesayne





domingo, 23 de octubre de 2022

Argentina Diego: amor por los niños


                                    Argentina Diego: amor por los niños

  


Cecilia Argentina Diego nació en Azul, el 22 de noviembre de 1888. Sus padres fueron el español Luis Diego (hijo de Luis y Guadalupe Coronado, ambos españoles) y la argentina Graciana Uhalde (hija del francés Juan Uhalde y la argentina Eusebia Iribarren), quienes habían contraído matrimonio en la Iglesia Parroquial de Azul el 15 de enero de 1888. La pequeña fue bautizada el 28 de enero de 1889, y sus padrinos fueron los españoles José M. Marañón y Eusebia Iribarren. Fue la mayor de un total de once hermanos: María Guadalupe Luz (1890), Juan Luis (1891), Herminia Eulalia (1893), Orfilia (1895), Saúl Luis (1897), Adolfo Dámaso (1899), Celia (1901; falleció poco después), María Celia (1902), Manuel (1903) y Aníbal Jesús (1905).

            Cecilia Argentina egresó con su flamante título de maestra normal, precisamente de la Escuela Normal de Azul, el 14 de noviembre de 1907.

Al año siguiente comenzó a desempeñarse como maestra rural en Miraflores. Allí su labor fue denodada, pero marcada por un enorme amor hacia los niños que recibían las primeras enseñanzas de la educación formal. Cuatro años más tarde fue trasladada a la Escuela N° 28, establecimiento que la tendría como directora y una docente icónica y caracterizada por su bondad. Allí se desempeñó hasta 1930, año en que se jubiló.

            Paralelamente a su tarea docente presidió la “Sociedad Protectora de Niños Pobres” entre 1925 y 1929, y luego entre 1932 a 1969, ganando siempre las elecciones correspondientes.

            Tal como rescatara Luis M. Lafosse en su libro “Bartolomé Ronco, fervor de Azul”, en un discurso de 1930, el reconocido abogado, coleccionista y filántropo (entre otras tantas características virtuosas), afirmó: “(…) La piedad y la caridad tienen distintos campos de acción y atañen a otros problemas sociales, porque no bastan, por sí solas, para financiar el arraigo de fuentes de trabajo permanentes y remuneratorias. Ya, esos sentimientos tienen su órbita propia en otros esfuerzos y éstos, a su vez, trascienden brillantemente aquí en Azul, como lo demuestran los asilos que aquí se sostienen y esa bendecida institución que se llama Sociedad Protectora de Niños Pobres a cuyo frente se encuentra esa bendita mujer que se llama Argentina Diego.”.

Junto a Sor Asunción, Josefa “Cofa” A. Elizagaray, María Aléx Urrutia Artieda, Luisa L. Herrero, María del Carmen Ducós y Ana Menvielle, Argentina fue distinguida en 1967 como una de las “Mujeres azuleñas más meritorias” por la “Asociación Remedios de Escalada de San Martín de Azul” con motivo del Día de la Mujer.

En 1974, por razones de salud debió dejar la presidencia de la “Sociedad Protectora de Niños”. Entonces también se recluyó en su hogar…

Cecilia Argentina Diego falleció en la madrugada del 19 de agosto de 1975, a los 86 años de edad.             El diario “El Tiempo”, en su edición del miércoles 20 de agosto, reprodujo las palabras pronunciadas en el funeral. En primera instancia habló la Sra. Honelia Elva Orbea de Bogliolo:

“Argentina, nuestra querida presidenta, se nos ha ido, y la comisión directiva de la Sociedad Protectora de Niños de Azul está aquí a su lado, en este lugar de descanso, donde el silencio sepulcral tanto nos dice en su mudo lenguaje, que hace estremecer los corazones de angustia, al ver que un alma buena, toda caridad, y que nos era muy querida, ha terminado su paso por la tierra, para remontar el vuelo para ir a ocupar su destino en el infinito eterno de los cielos.

El dolor humano de la separación forzosa por ley suprema, lo compartimos resignadamente todos los que bien la quisimos, pero el duelo y dolor sincero para la Sociedad Protectora de Niños de Azul a la que tú estuviste siempre consagrada, por ese amor que tuviste para la niñez menos afortunada del querido Azul.

Es que los seres nobles y generosos tienden siempre a expandir toda la grandeza que encierran en su corazón, para d          arlo en frutos de bien hacia sus semejantes.

Hablar de tu obra en estos momentos no es necesario. Todo el Azul la conoce y valora, porque estuviste dotada de cualidades poco comunes, de creadora inteligencia dejando a tu paso huellas de tu corazón generoso.

Para evocarte sólo bastará nombrar el Hospital de de Niños que fue la obra máxima en la que pusiste toda tu buena voluntad y tu tesonero dinamismo, para ofrendar al Azul algo tan necesario para bienestar de la niñez que es el futuro de la patria... Y así trabajando siempre hasta agotar tus fuerzas te fuiste, dejándonos un gran vacío en nuestras filas, pues tuvimos en ti a un elemento de inteligente iniciativa y a una compañera cuya exquisita cultura nos hacia grata tu compañía.

Argentina: tu nombre queda no solamente ligado a la Sociedad Protectora de Niños, sino a todo el Azul, por todo el bien que hiciste y en todos perdurará tu recuerdo como el aroma de un perfume, y por toda la belleza de tu obra hoy también podemos decirle al olvido: los seres que respondiendo a la nobleza de su alma saben elevarse y derramar por los senderos que cruzan en la tierra, sin ahorrar sacrificios, la semilla de la caridad, encuentren siempre quienes cubran sus sepulcros con las siemprevivas del recuerdo.

Argentina: en nombre de la Sociedad Protectora de Niños de Azul dejo sobre tu tumba nuestras flores, lágrimas y oraciones, pidiendo al buen Dios de las misericordias paz para tu alma. Adiós para siempre Argentina. ¡Adiós!”.

Posteriormente, hizo uso de la palabra el doctor Juan A. Miranda:

“En nombre del cuerpo médico que acompañamos a Argentina Diego en su larga y ponderable labor, vengo a expresar mis palabras de despedida.

Esta mujer admirable, quien con ese grupo de damas consustanciadas en su infatigable tarea de hacer el bien, trabajó incansablemente al frente de la Sociedad Protectora de Niños, brindando tantas satisfacciones a miles de niños que desfilaron por esa casa, encontrando gratas horas de alegría. Pero, Argentina Diego, mujer de nobles y auténticas ambiciones, aspiró a dar algo más que alegría: quiso dar atención médica a tantos que la necesitaban y así organizó el Consultorio Médico en esa vieja casona de la calle 9 de Julio (Dispensario de Niños) que contó desde su iniciación con la colaboración desinteresada de los Dres. Hernán Zubiri, Manuel Galdós, Juan Carlos Musso, Agustín Iturria, Julio Cordeviola, Ernesto Ferro y en el Laboratorio Pedro Arrouy Prat; cabiéndome el honor de integrar esa familia de profesionales que identificados con esa altruista obra trabajamos con el entusiasmo y pasión de aquel pasado tan grato e inolvidable!

En esa trayectoria profesional, vayan mis palabras de recuerdo a las damas que acompañaron en todos los consultorios. Pero, frente al éxito de esa iniciativa y a la afluencia cada vez más numerosa de esa niñez, nuevamente Argentina Diego acaricia otra idea. Y no descansa pensando en algo tan soñado!: el Hospital de Niños. Y así, al frente de ese grupo de compañeras, algunas aquí presentes, trabajó todo cuanto podemos decir para que ella llegase a feliz término. No hay un político, de cualquier sector, ni ministerio que deje de visitar; con la persistencia que sólo poseen mujeres como ella, va en busca de llevar a feliz término esa iniciativa. No fueron pocos los escollos que debió superar para su concreción.

Brevísima reseña histórica del Hospital de Niños, motivo de orgullo para Azul y nuestra provincia. Allí seguimos trabajando con muchas dificultades financieras. Vinieron tiempos difíciles para su mantenimiento. Y ella con gran aspiración de que continuara su obra, la ofrece en el año 1956 al gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Sería desleal al afecto y consideración que he sentido siempre por Argentina Diego, si no dijera en el momento de su partida, que para ella constituyó un gran desprendimiento tener que despojarse, por circunstancias conocidas, de algo que era para ella su verdadero hijo.

Argentina Diego siguió su obra en la Sociedad Protectora hasta que el peso de los años la recluyó en su hogar.

En este instante que llama a la auténtica y noble reflexión, es hacer justicia expresar que Argentina será una de las mujeres más cariñosa y respetuosamente recordadas. Dio espontáneamente sin esperar nada. Sintió el inmenso placer de dar todo cuando pudo a lo más preciado de la vida: los niños.

¡Cuánto ha hecho! Y cuánto merece para que su hospital, su obra cumbre, lleve en el futuro su nombre!

Argentina Diego, que Dios le de la paz que usted merece.”.

Finalmente, escueto, pero contundente en la carga emocional de sus palabras, habló Marcelo Baudrón:

“La Cooperadora del Hospital de Niños de Azul quiere brindar en estas pobres palabras su homenaje emocionado a quien fue, es y será su ejemplo e inspiración.

Argentina Diego, la maestra, la madre de todos los niños azuleños, se aleja físicamente de nosotros. Pero la muerte pierde hoy su negro manto, para convertirse en el tránsito glorioso a la inmortalidad de una mujer que vivió para la infancia. De una mujer que se enorgullecía de sus ex alumnos. De una mujer que con su tesón convirtió un modesto dispensario en el segundo hospital pediátrico de la Provincia de Buenos Aires. De una mujer cuya vida se puede condensar en cuatro letras: Amor.

Es por eso, que en este Año Internacional de la mujer, nosotros proponemos el nombre de Argentina Diego, para que quede grabado al frente del Hospital de Niños.

Los actuales integrantes de la Cooperadora del Hospital de Niños, los de esta nueva generación que no tuvimos la suerte de poder tratarla y conocerla, queremos seguir teniendo en su recuerdo, la fuerza que nos anime a seguir su lucha.

Hoy que usted ha partido, Argentina –que hasta su nombre suena a gloria-, hoy que usted ha partido, sabemos que las manos de mil niños la llevarán hasta el Señor; y cuando llegue, le pedimos, Argentina, por favor: ruegue usted por nosotros.”.



         

El querido "Vasco" Iturria

El querido "Vasco" Iturria

 

 Agustín Juan Iturria nació en Azul, el 19 de julio de 1914. Sus padres fueron Agustín Iturria y Josefa Sagardía. Fue bautizado el 17 de enero de 1920, día en el que también bautizaron a su hermana menor, Leonor Elsa.

Desde los 9 años comenzó a jugar al futbol en las inferiores de Alumni Azuleño. El “Vasco” Iturria formó parte del equipo de futbol de Alumni, que en 1932 se consagró “Campeón del Centenario” (de la ciudad), al ganar el Campeonato Mayor de la Liga Azuleña de Foot-Ball y la Copa Competencia.

El 6 de octubre de 1935 debutó en la división superior de Estudiantes de La Plata, en un partido en el que su equipo venció a Tigre 5 a 1, con 4 goles suyos. Jugó como centro delantero en medio de los reconocidos Manuel “Nolo” Ferreira y Daniel Cornelio Sabio. Fue en su momento el primer jugador de la historia del fútbol profesional que debutó en Primera convirtiendo 4 goles: “Conquistar cuatro goles en un partido y siendo debutante, no es cosa de lograrlo en todas esas ocasiones. Una prueba de ello es que en la historia escrita debidamente documentada es donde se hace presente que desde el nacimiento del profesionalismo y hasta estos momentos, sólo en cinco oportunidades los debutantes obtuvieron cuatro tantos, toda una proeza. Y el caso del ‘Vasco’ Iturria se distingue más por cuanto fue el único jugador de divisiones inferiores que lo logró. En cuanto a los otros cuatro jugadores que hicieron esa hazaña ya eran jugadores de primera división.”. Jugando en 1938 para el Club Argentino de Quilmes logró el ascenso del equipo a primera división.

En 1939 abandonó el fútbol para dedicarse a culminar su carrera profesional. Dos años más tarde, en 1941, se graduó de médico en La Plata. Temporalmente, ingresó a las filas del Ejército como oficial médico de reserva.

Luego se radicó en Azul, dando sus primeros pasos en el Sanatorio Azul. Fue uno de los fundadores de la “Sociedad Argentina de Pediatría”, filial Centro. Tuvo, además, una importante participación en el “Circulo de Médicos” y en el “Colegio de Médicos de Azul”. Más tarde trazaría una magnífica trayectoria, por varias décadas, como pediatra en el “Dispensario Infantil” y luego en el Hospital de Niños. Alguna vez, la querida Argentina Diego expresó: “Creo un deber al hablar del funcionamiento del Dispensario, mencionar al Dr. Agustín Iturria que con toda inteligencia y solicitud suple al Dr. Zubiri en sus ausencias, haciéndolo con tal cariño y saber que hablan elocuentemente de la vocación que vive en el espíritu del joven galeno.”.

Contrajo matrimonio con la platense Leonor Cano (nacida el 6 de junio de 1920; hija de Roberto Cano y Juana Fontan), con quien tuvo dos hijos: Susana y Juan Carlos.

Fue activo colaborador y dirigente de Alumni Azuleño y socio vitalicio del Jockey Club de Azul. También profesó su pasión por Estudiantes de La Plata, siendo partícipe y uno de los mentores de la creación del Micro Estadio “Mariano Mangano” de la filial Azul del Club, inaugurado el 11 de marzo de 1971, en la esquina sur de España y Córdoba (actual Malére), en lo que hoy es el gimnasio del Colegio Sagrada Familia.

El “Vasco” Iturria falleció en Azul, el 17 de noviembre de 1991. Sucintamente, el diario “El Tiempo”, en su edición del lunes 18, reseñó su vida:

Ha fallecido el doctor Agustín Juan Iturria.- Uno de los artífices del Hospital de Niños de Azul, y con la convicción de lo que es la responsabilidad y el deber en la noble profesión de la medicina, y más especialmente en la atención de los niños, dejó de latir su corazón en la tarde de ayer.

El doctor Agustín Juan Iturria desde 1943 hasta estos días, a pesar de haberse acogido a los beneficios de la jubilación hace pocos años fue el médico de niños de Azul. Y en esa especialidad se brindó con ahínco, tratando de no ver a un niño llorar y que se crearan las condiciones necesarias para la mejor atención de ellos y de sus padres.

Por eso era el médico que llegaba antes de la hora en que empezaba a atender en el Hospital para que así las madres pudieran regresar a sus hogares rápidamente. También era el médico que cuando lo creía conveniente, sin que lo llamen concurría a los domicilios a atender y controlar a niños enfermos, sin importarle el día ni el horario ni tampoco la retribución económica que muchas veces se “olvidaba” de enviar la factura.

En la medicina era un obsesivo del sacrificio que depara esta profesión en la sociedad. Esta postura lo llevó muchas veces a tener amarguras porque colegas -según su criterio- no actuaban como debían.

En su juventud practicó futbol, llegando a jugar en la primera división del Club Estudiantes de La Plata, previo paso por Alumni Azuleño y luego en otros clubes, pero su amor futbolístico era Estudiantes de La Plata, a quien seguía cuando podía en las campañas a nivel nacional e internacional.

Su otra pasión era la pesca -‘por prescripción médica’, expresaba él- y muchos lo recuerdan visitando todo el país para buscar la mejor presa.

En la actividad política militó en el Partido Conservador.

También era el médico amigo, consejero y orientador. Y ese pensamiento lo transmitió a sus hijos, ambos profesionales de la medicina.

En fin es imposible poder en pocas líneas reflejar la actividad y la conducta puesta de manifiesto, ya sea al frente del Hospital de Niños de Azul, como así también en la profesión y en otras actividades que desarrolló, todas en forma brillante, del doctor Agustín Juan Iturria.”.



Agustín Juan Iturria


domingo, 10 de julio de 2022

José Ferreyro, el Ciudadano

 José Ferreyro, el Ciudadano

  

José Santiago Ferreyro nació en 1874, en la ciudad de Buenos Aires. Sus padres fueron Diego Ferreyro y Josefa Moldes, ambos de origen español. Tuvo al menos dos hermanos: Adolfo, nacido en Uruguay -que fuera el primer destino de sus padres al emigrar-, y Elvira, porteña como él. Poco tiempo después del nacimiento de su hermana, la familia se trasladó al Azul.

Desde muy joven, José fue un partícipe decidido de la Unión Cívica Radical, desempeñando varias funciones dentro del partido como miembro inquieto y creativo del Comité del Azul y como Delegado al Comité Nacional.

La Revolución de 1905

            Tras las sucesivas derrotas sufridas en las revoluciones de 1890 y 1893, y no habiéndose logrado la transparencia electoral buscada, la Unión Cívica Radical entró en una grave crisis, que se profundizó a partir del año 1896 cuando se produjo el suicidio de Leandro N. Alem y la muerte de Aristóbulo del Valle.

En 1897 Hipólito Yrigoyen, profundamente en desacuerdo con la orientación acuerdista que proponía Bernardo de Irigoyen, impulsó la disolución del Comité de la U.C.R. de la provincia de Buenos Aires, tras lo cual el radicalismo ingresó en un período de inorganicidad que se prolongó hasta 1903 cuando el mismo Yrigoyen inició la reorganización.

El 29 de febrero de 1904, el recién reorganizado Comité Nacional declaró la abstención electoral de todos los radicales de la República en las elecciones de diputados de la Nación, de senador por la capital, electores de presidente y vicepresidente de la Nación. Aquella decisión era el inicio de algo más grande…

Casi un año después, el sábado 4 de febrero de 1905, en la Capital Federal, Campo de Mayo, Bahía Blanca, Mendoza, Córdoba y Santa Fe, se produjo el alzamiento armado que se venía preparando, casi con las mismas banderas que en 1890 y 1893.

Aquél día se desató una de las rebeliones más importantes que sufrió la República, por el número de militares comprometidos, las fuerzas vinculadas y la extensión del movimiento. Se había trabajado con mucho sigilo pero, a pesar de eso, el gobierno, encabezado por Manuel Quintana, estaba avisado de la situación.

En la Capital Federal, las medidas represivas sofocaron en sus comienzos al movimiento. Los revolucionarios fallaron al no poder asegurar el control del arsenal de guerra de Buenos Aires cuando el general Carlos Smith, jefe del Estado Mayor del Ejército, desplazó a los soldados yrigoyenistas. Las tropas leales y la policía recuperaron pronto las comisarías tomadas por sorpresa y los cantones revolucionarios.

En Córdoba los revolucionarios tomaron prisionero al vicepresidente José Figueroa Alcorta a quien obligaron a tener una conferencia telegráfica con Quintana, solicitándole la renuncia a cambio de su vida. Sin embargo, el Presidente no cedió y la amenaza no fue ejecutada.

En la misma redada intentaron detener al ex presidente Julio Argentino Roca, quien prevenido, logró escapar a Santiago del Estero. En cambio, fueron detenidos su hijo, el diputado Julio Argentino Pascual Roca y Francisco Julián Beazley, ex jefe de policía de Buenos Aires.

  

Sin eco en el Azul…

 

 

En enero de 1905, el Dr. Ángel Pintos, había asumido una vez más como intendente de Azul, en representación del “Comité Popular”, de extracción mitrista. Aquellos conflictos que siempre habían estado latentes durante la administración de Federico Urioste -quien con su carácter conciliador había logrado en algunos momentos apaciguar los ánimos-, se desencadenaron cuando los férreos opositores decidieron solicitar la impugnación de las elecciones ante la Justicia del Crimen. De todas maneras, ni los radicales ni ningún otro sector político lograba “hacer fuerza” contra el sólido control de los conservadores con el carismático médico a la cabeza.

Dicha puja por el poder, en la cual aún participaban sectores del “toscanismo” (seguidores incondicionales de los conflictivos hermanos Evaristo y Manuel Toscano), tuvo su punto más álgido cuando se produjo -tiroteo mediante-, el homicidio en pleno recinto del Concejo Deliberante azuleño de su presidente, Eufemio Zavala y García, el 26 de noviembre de 1906.

En este contexto tan turbulento, la Revolución Radical de 1905, con Hipólito Yrigoyen a la cabeza, tuvo muy poca repercusión en Azul. Sin embargo, al frente de la misma se podía contar a varios destacados vecinos idealistas como José Santiago Ferreyro, Pastor Tiola (nacido en Buenos Aires, rentista, de 40 años de edad), Isidoro Sayús (quien había jugado un importante rol en la Revolución del ’93 asumiendo como intendente), Emilio Vásquez (estanciero), Félix Liceaga (íntimo amigo de Vicente Porro, otro joven radical que dejaría su huella en el Partido y la historia azuleños), Carlos Gomila (hijo del reconocido militar y político, Teófilo Carlos Gomila, quien había guardado una estrecha amistad con Leandro N. Alem), Guillermo Uhalde, César Romero, entre otros.

Las páginas de los periódicos locales reproducían apenas las escasas noticias capitalinas que se conocían mediante el telégrafo. El periódico “El Imparcial”, el mismo día de los acontecimientos, publicó:

El Decreto de estado de sitio. Buenos Aires, febrero 4 de 1905.

Habiéndose producido en el día de hoy un movimiento subversivo en distintas partes de la República y siendo necesario reprimirlo con la mayor celeridad y energía, en ejercicio de las facultades que la Constitución concede al poder ejecutivo en sus artículos 23 y 86, el presidente de la República en acuerdo general de ministros, decreta:

Art. 1º Declárase el estado de sitio en todo el territorio de la Nación por el término de 30 días.

Art. 2º Movilízanse las reservas del ejército de línea en toda la República.

Art. 3º Encárgase al ministro de guerra su organización.

Art. 4º Comuníquese.

QUINTANA. Rafael Castillo, José A. Terry, Carlos Rodríguez Larreta, Enrique Godoy, Joaquín V. González, Juan A. Martín, Damián M. Torino, Adolfo Orma.”.

  

El desenlace

  

            Las tropas sublevadas en Bahía Blanca y otros lugares -como Azul- ni tuvieron perspectiva, ni hallaron eco en el pueblo. El presidente Manuel Quintana empleó la misma táctica usada en 1893 para sofocar el movimiento radical; el estado de sitio se convirtió en ley marcial.

Sólo en Córdoba y Mendoza continuaron combatiendo hasta el 8 de febrero. Sin embargo, las divisiones del ejército, leales al gobierno, vencieron rápidamente a la revolución.

El gobierno del presidente Quintana detuvo y mandó enjuiciar a los sublevados, que fueron condenados con penas de hasta 8 años de prisión y enviados al penal de Ushuaia.

La revolución fue derrotada, pero se desencadenó una corriente de cambios institucionales dentro del oficialismo que ya no pudo ser detenida…

En 1906 con la muerte del presidente Quintana y la asunción de su vicepresidente, José Figueroa Alcorta, el Congreso dictó la Ley Nº 4.939 de amnistía general a todos los participantes de la Revolución de 1905.

Tiempo más tarde, al cumplirse 21 años de la Revolución del Parque, los jóvenes radicales azuleños realizaron un modesto acto en el cual entregaron medallas a los correligionarios -entre ellos José Santiago-, con la imagen de Leandro N. Alem en el frente y la siguiente frase en su reverso: “Comité Juventud Radical “Manuel C. Andía”. Loor y gloria a los revolucionarios caídos en el 90, 93 y 1905. Azul. 26 de julio de 1911.”.

 Para el pueblo y los radicales en especial

“El Ciudadano” nació como un órgano de la juventud yrigoyenista. Fue un semanario que pronto se hizo periódico. Fue fundado el 17 de septiembre de 1907 por Ferreyro y estuvo instalado inicialmente en la esquina Este de las calles Moreno y Bolívar; en 1909 se trasladó al cruce Oeste de Belgrano y Moreno.

En 1929 incorporó una rotoplana y fue el primer medio gráfico en disponer de una linotipo con tipos de plomo líquido al contrario de sus antecesores que se componían con tipos móviles.

En su destacado equipo de trabajo, “El Ciudadano” contó con uno de los más importantes obreros gráficos de la Provincia quien llegó a ser jefe de taller, Francisco Salvador De Paula (padre de quien sería intendente azuleño por tres mandatos consecutivos desde 1983, el profesor Rubén César “Poliya” De Paula).

El vespertino llegó a tener uno de los más significativos talleres de rotograbado, que había pertenecido a “Caras y Caretas”. Fue, además, el primer medio local en tener una cartelera donde se reunía el público, en busca de noticias, cuando era convocado mediante bombas de estruendo en los primeros tiempos o más tarde con una sirena eléctrica.

Un domingo, a principios de la década del ’40, José Santiago pasaba por el edificio de la avenida 25 de Mayo (Nº 590) entre Belgrano y Alsina (actual Hipólito Yrigoyen), cuando observó que se estaba rematando el conocido como “Palacio Ferrara” (edificio construido en 1893 por José Caputi a pedido del farmacéutico Enrique Renaud, luego devenido en “Petit Hotel”). A pesar de que el martillero, Lorenzo Palacios, insistía desde su “púlpito” emplazado en el zaguán, frente al cual se habían convocado varios vecinos, no lograba una oferta superior a $ 14.000 M/N. Tal vez incrédulo de tener éxito, José Santiago ofertó $ 560 más sobre aquella base. Y ganó.

Tras una trabajosa mudanza, a principios de 1942, el periódico empezó a funcionar en su edificio propio. En el patio del petit-hotel, Ferreyro había hecho construir un taller de avanzada para la época, que contaba con cuatro linotipos, mesas de armado y una rotoplana Marioni. “El Ciudadano” llegó a imprimir 7.000 ejemplares que oscilaban entre las 16 y las 24 páginas.

“El Ciudadano” finalmente cerrará sus puertas el 30 de junio de 1959, varios años después de la muerte de su fundador.

 

Un hogar especial

 

            En 1908, Ferreyro le encomendó al constructor José Rosati la proyección y construcción de su hogar, en un amplio solar ubicado en la calle Necochea Nº 781, entre 9 de Julio y Benito Juárez (actual General Julio A. Roca). Allí vivió con su esposa, María Albina Rodríguez, que sería su compañera por muchos años sin lograr concebir hijos.

            Junto a su hogar, José Santiago tuvo por muchos años un vecino que cobraría notoriedad en abril de 1922, y a quien tuvo que dedicarle varias tapas en su periódico. En Necochea Nº 773, vivió el tristemente célebre Mateo Banks, quien el día 18 de aquél mes y año, asesinó a ocho personas, convirtiéndose en el mayor homicida múltiple de la Argentina.

 

“El Ciudadano” versus “El Imparcial”

 

 Corría el año 1894 cuando José María Darhanpé había decidido darle vida al matutino “El Imparcial”, copiando el mismo nombre del medio que brevemente había hecho circular en Montevideo.

Su corte era político, noticioso, comercial y de intereses locales. A pesar de su nombre, sostenía las ideas de la Unión Cívica Nacional y era abiertamente anticlerical y poco después absolutamente opuesto al radicalismo.

Hacia 1906, Eduardo Darhanpé tomó la dirección y el señor Gilberto Laurensena se hizo sentir como redactor en poco tiempo.

            “El Imparcial” atravesó algunos momentos de crisis, sobre todo cuando algunas de las críticas pregonadas desde el medio se extralimitaban. A veces se defendían absurdamente intereses políticos y hasta en varios momentos quedaban en evidencia considerables contradicciones. Muchas veces, numerosos vecinos no dudaron en calificar a algunas publicaciones como “…chocantes, groseras, individualistas, puestas incondicionalmente al servicio de camarillas y caudillos politiqueros…”.

En este periódico, Paulino Rodríguez Ocón mostró su estructura periodística polémica. Sus comienzos en el medio se los puede ubicar hacia 1913 y sus reafirmaciones más rotundas -como Director- a partir del triunfo radical de 1916 y, sobre todo, tras la intervención de la provincia de Buenos Aires en 1917.

Rodríguez Ocón estaba radicado en Azul desde 1876. Había instalado su estudio de procurador y martillero de hacienda, teniendo, además, otro en la ciudad de Buenos Aires. Actuó en la Revolución del ’90 y, adherente al yrigoyenismo, portando su Winchester y con boina blanca, participó activamente de la Revolución Radical del ’93 en Azul. Posteriormente integró el Subcomité Radical “Diputado Nacional Gumersindo L. Cristobó”. Vinculado a políticos, escritores y artistas de todo tipo, poseía una vida social muy nutrida que intercalaba entre Buenos Aires y Azul. Su relación con el periodismo había comenzado mediante contribuciones esporádicas y artículos ocasionales. Así, la vocación periodística fue ganando progresivamente sus intereses hasta transformarlo, casi exclusivamente, en redactor, sucesivamente, de los periódicos “El Pueblo”, “El Imparcial” y La Razón del Azul.

El enfrentamiento político-periodístico entre “El Imparcial” y “El Ciudadano”, tuvo duras “batallas”. Alcanza con mencionar que “El Ciudadano” aludía a “El imparcial” como “el diario oficial” o “el diario africano”, fustigando al matutino por el color de piel de su director; mientras que “El Imparcial” se refería al medio de Ferreyro como “el diario vespertino”, “el que aparecía ‘entre las sombras’”. A pesar de encolumnarse ambos en el radicalismo, la lucha entre los directores fue durísima y hasta en muchos momentos pasó al ámbito personal, pues así entendían entonces al periodismo, poniendo a prueba el límite de sus temperamentos.

 

Un contundente editorial

 

            Ante la crisis que vivía el radicalismo local, dado el conflicto entre los seguidores de Gumersindo Cristobó y quienes se oponían a su férrea conducción, Ferreyro publicó un contundente editorial en su periódico, el día lunes 10 de diciembre de 1917:

            Una mistificación peligrosa: Las tendencias políticas de este diario desde que inició su vida, hace diez años, no son negadas ni por los adversarios de cualquiera especie que los tengamos. Toda la vida fuimos radicales intransigentes y tenemos el alto honor de decir que en Azul habrá contados, o tal vez ninguno, que pueda superar la eficiencia de nuestros esfuerzos en pro de aquellos ideales pues, hasta en las horas inciertas y amenazantes cuando fue peligroso ser radical y exponer públicamente sus ideales, estuvimos firmes y valientes en la pedana defendiendo las integridades del partido.

Vaya esta aclaración como necesario introito a lo que vamos a tratar en presencia del mal que aqueja al radicalismo azuleño desde que lo hirieron ambiciones desmedidas, de los que , cuando nosotros luchábamos con cara de frente al adversario enconado e irremisible, bregaban confundidos entre los fariseos  de esa escuela, alcanzando el anatema a que se hacían acreedores esos cultores liberticidas que no renunciaban ni al crimen individual ni colectivo cuando era preciso –Recuérdense los funestos sucesos del 26 de noviembre de 1906 en que en plena sesión del Concejo Deliberante fue asesinado su presidente Don Eufemio Zabala y García, muerto el cochero Marotta y heridos varios, después de haberse disparado más de setenta tiros, incrustados todos en las paredes del recinto-.

Y bien, en calidad de radicales insospechables y en la persuasión patriótica de que prestamos un servicio a la causa y cumplíamos un deber ineludible, gritamos bien alto, con toda la fuerza de nuestros pulmones, que importa una mistificación peligrosa hacer creer a los jefes de nuestro partido que en Azul ganaremos las elecciones próximas en todas sus jurisdicciones abonando esta falsa premisa con elementos que no resisten el menor análisis, tal cual resulta con la confección de un censo mandado levantar aquí por el cual se demuestra –nominalmente como todos los cálculos alegres- que existe una incontrastable mayoría radical y con la peregrina situación del Comité Radical el cual permanece acéfalo hace un año careciendo en su jefatura y composición, de elementos de representación y de valía.

            No calumniamos; ¿Quiénes son los que componen el Comité radical de Azul? ¿cuál es su ascendiente, su prestigio y su influencia cuando no tienen ni la virtud de atraer a los radicales de significación, debiendo valerse de otros elementos para simular su existencia?

            Esto que decimos es una verdad meridiana, el Azul todo lo sabe y el adversario se siente reconfortado y seguro de su triunfo.

            ¿Por qué no están en el pseudo comité ni adheridos siquiera prestando el esfuerzo de sus valimientos inexcusables, correligionarios como Esteban Louge, Emilio Vásquez, Luis F. Daneo, Félix Etchepare, doctor Bartolomé J. Ronco, Pastor Tiola, Aníbal Astesiano, Dr. Martín J. Arriada, Dr. Federico Remondeau, Dr. Augusto Rivas, José M. Louge, capitán Teodosio Ocampo, Amaranto J. Labat, Arturo Fernández, Juan Palermo, Agustín Castro, Alejandro Mate, Pedro Canova, Juan B. Porro, Guillermo Bernasconi, Pedro Pardeilhan, Juan M. Pardeilhan, José Fiscalini, etc.?

            La verdad debe abrirse paso; los sagrados intereses del radicalismo en estas horas delicadas porque atraviesa amenazada su existencia y su obra proficua a la vera del complot más heterogéneo que registra la historia política argentina, a punto de culminarse, exige actitudes enérgicas francas y el Azul, eslabón de la gran cadena radical, llamado a secundar la alta política del señor Presidente de la República, no debe quedar rezagado para ofrecer a la opinión un fruto que no sea el del triunfo más calificado y decisivo.

            En tal situación “El Ciudadano” se promete bregar incesante hasta que las cosas vuelvan a su cauce proscribiendo la mentira siempre funesta y negativa y jamás consentida por el radicalismo.”.

  

Incitando a un amigo

  

            Ante el desorden generalizado en el que se encontraba el radicalismo local, Ferreyro apeló a mencionar en aquél artículo de diciembre del ’17 a varios correligionarios y amigos, esperando que comprometieran su participación en la reorganización del Comité local.

            De hecho, uno de los mencionados es el doctor Bartolomé José Ronco, un joven e idealista abogado de la Capital que hacía algunos años se había radicado en Azul tras casarse y formar familia con una lugareña.

            Ambos habían trabado una férrea amistad y siempre Ferreyro respondió afectuosamente a aquél vínculo dándole un lugar preferencial en su periódico a las diversas actividades que desarrollaría en el Azul aquel porteño apasionado por la cultura en general y la literatura en particular.

            Lamentablemente, Ronco no respondió debidamente a aquella solicitud. Más allá de su conocida simpatía con el radicalismo, el joven abogado nunca se volcó decididamente a la militancia política; de hecho, en años posteriores mostraría afinidades con otras fuerzas como el incipiente Peronismo.

  

Otros radicales…

  

            Sin dudas, en el cénit de los periódicos azuleños de la época se hallaba “El Ciudadano”. Sin embargo, muchos otros medios fueron surgiendo en derredor -aunque ninguno tuvo una larga existencia-, muchos de ellos siguiendo y defendiendo los ideales del radicalismo.

            El periódico La Democracia fue fundado en 1912 por David Fiori, como órgano del radicalismo intransigente (tal como se autodefinía). Tuvo una vida breve siendo absorbido por “El Ciudadano”.

            También el medio fundado por Pascual Llorente, La Acción, hizo campaña a favor de la candidatura presidencial de Hipólito Yrigoyen, cesando su labor en 1918, con la satisfacción del deber cumplido. En la misma línea, su hermano, Tomás F. Llorente, fundó La Tarde que llevaba como subtítulo: “Opositor al viejo y oprobioso régimen imperante”.

            En 1918, de la mano del periodista Cipriano Víctor Moreno, nació “Diario del Pueblo”, medio que poseía una orientación definitivamente radical y absolutamente crítica del oficialismo local conservador. Curiosamente este periódico, al pasar su dirección al periodista Pedro L. Cirigliano, en 1922, cambió su orientación siendo primeramente independiente y luego abiertamente conservador, al punto tal de apoyar el golpe de Estado de 1930.

  

La forzosa independencia de “El Ciudadano”

  

José Santiago Ferreyro fue, además de su labor local, por muchos años, al igual que su hermano, corresponsal titular ad-honorem del periódico capitalino La Prensa.

En sus años de lucha, Ferreyro probó los sinsabores de las amarguras y tuvo que sortear serios incidentes callejeros, que no hicieron más que estimularlo con renovado ímpetu. Tuvo así diversas alternativas en la lucha periodística, pero también las satisfacciones del deber cumplido, que le llegaron para reanimarlo en la tarea emprendida y en la que sin pausa pudo hasta estructurar definitivamente su periódico en el Azul donde fue un veraz medio informativo al servicio de acciones generosas.

Después de tantos años batallando en favor del radicalismo, en 1930, “El Ciudadano” fue clausurado por el gobierno de facto del general José Félix Uriburu, por el término de tres meses. Sin embargo, siguiendo su espíritu inquieto y “radical”, Ferreyro editó “El Heraldo”.

Superando las presiones gubernamentales, tras una extensa proclama, Ferreyro logró la reapertura de su querido periódico y se vio forzado a declararlo “independiente” para poder combatir la desazón que se ancló en el espíritu de muchos azuleños preocupados por el devenir del país y la ciudad.

En apariencia, el polémico periodista dio por terminada su batalla; sin embargo, simplemente optó por una defensa más velada y sofisticada de su Partido. Nunca dejó de lado su militancia en la Unión Cívica Radical, por el contrario, siempre se mantuvo afianzado en los ideales y doctrinas proclamadas en las raíces mismas de la U.C.R., desde sus líderes Alem e Yrigoyen, de quienes en diversas oportunidades se ocupó reseñándolos en las páginas de su periódico.

 

Una familia dedicada al periodismo

 

 Adolfo Ferreyro, cuya profesión era la de tipógrafo (persona que tiene por oficio imprimir textos o dibujos, a partir de tipos o moldes en relieve que, entintados, se aplican sobre el papel), colaboró en “El Ciudadano”, siendo además corresponsal de La Prensa y empleado de la Municipalidad de Azul. Tuvo un hijo natural, Héctor Armando Ferreyro, de cuya madre no se conoce ningún dato. Precisamente, Héctor Armando fue, en muchos sentidos, hijo en el afecto de su tío José Santiago y finalmente será él quien herede y continúe su obra periodística, nombrando asimismo al Dr. Germinal José Solans como director del periódico.

 

 Punto final

 

 A los 69 años de edad, viudo, José Santiago Ferreyro falleció en su domicilio de Necochea Nº 781 de Azul, a la 1:15 de la madrugada del 8 de junio de 1943.

Por la mañana, apenas se supo la noticia del deceso, se reunió en sesión extraordinaria la Comisión de Secretaría del Comité Central de la Unión Cívica Radical, resolviendo en homenaje a la memoria del extinto, que había sido un invariable y entusiasta afiliado del partido y que ocupara cargos de responsabilidad en la Comisión Directiva del mismo, enviar nota de pésame a la familia, remitir corona de flores a la capilla ardiente, designar al doctor Ángel M. Santopaolo para que en nombre del partido haga uso de la palabra en el acto del sepelio y concurrir al mismo en pleno invitando a los afiliados a hacerlo también. 

La Capilla ardiente se instaló en una de las salas de su amado periódico, viéndose el edificio colmado en su totalidad por quienes quisieron dar su último “Adiós” a un verdadero valuarte del periodismo y la ciudad.

En el Cementerio hicieron uso de la palabra el subdirector de “El Ciudadano”, Dr. Germinal Solans, quien con emocionadas y sentidas frases despidió en nombre del periódico los restos de su fundador y director, destacando la personalidad del extinto; luego habló el doctor Santopaolo, que con brillante palabra puso de relieve el civismo de Ferreyro; en nombre de los amigos el doctor Jorge García Quiroga quien elocuente y sentidamente se refirió al batallador periodista; en nombre de los obreros de los talleres de “El Ciudadano” habló el señor Gregorio Laboratto (hermano de Irma Italia, dama que se destacaría en la docencia y en la militancia radical), quien se refirió con emoción a lo que había significado “Don José” para ellos; y finalmente, en nombre de los periodistas que trabajaron o se formaron junto al extinto habló Carmelo Maletta.

  

El “Adiós” de dos amigos

  

En las crónicas sobre el deceso de Ferreyro, dos en particular marcan la despedida de amigos entrañables del periodista. Por un lado, la del correligionario profesor Reynaldo G. Marín, quien fuera uno de los mentores y directivo del Colegio Nacional de Azul y a quien Ferreyro ayudara decididamente desde las páginas de su periódico para concretar magnánima obra para la ciudad. Con dolor expresó: “La más honda pena embarga mi alma, esta amarga desaparición del fraternal amigo, el recio luchador que desde el periodismo puso toda la viril nobleza de su alma al exclusivo servicio del interés público”.

Por otra parte, también sobresalieron las palabras del doctor Ronco: “Dolorosamente sorprendido por el fallecimiento del leal amigo y digno y valiente luchador hago llegar mis más expresivos y sinceros sentimientos de pesar al diario de sus nobles y perseverados afanes inspirados siempre en cálidos y levantados propósitos de interés público y bienestar colectivo mantenidos con inquebrantable y austera firmeza y sobrepuestos a todas las incomprensiones e injusticias. Bartolomé J. Ronco.”.


Último homenaje


Cuando “El Ciudadano” arribó a sus cincuenta años de existencia, el 17 de septiembre de 1957, el equipo de trabajo del periódico le rindió homenaje a su fundador, José Santiago Ferreyro, descubriendo un busto a su memoria en la sala de redacción, obra del escultor azuleño Roberto Santoro.

Casi dos años después “El Ciudadano” cerraba sus puertas…




Av. 25 de Mayo N° 590, último e icónico edificio donde funcionó "El Ciudadano"

Detalle del frente del edificio conocido como "El Ciudadano"





José Santiago Ferreyro (foto gentileza Hemeroteca J.M.Oyhanarte)