Argentina Diego: amor por los niños
Cecilia Argentina Diego
nació en Azul, el 22 de noviembre de 1888. Sus padres fueron el español Luis
Diego (hijo de Luis y Guadalupe Coronado, ambos españoles) y la
argentina Graciana Uhalde (hija del francés Juan Uhalde y la argentina
Eusebia Iribarren), quienes habían contraído matrimonio en la Iglesia
Parroquial de Azul el 15 de enero de 1888. La pequeña fue bautizada el 28 de
enero de 1889, y sus padrinos fueron los españoles José M. Marañón y Eusebia
Iribarren. Fue la mayor de un total de once hermanos: María Guadalupe Luz
(1890), Juan Luis (1891), Herminia Eulalia (1893), Orfilia (1895), Saúl Luis
(1897), Adolfo Dámaso (1899), Celia (1901; falleció poco después), María Celia
(1902), Manuel (1903) y Aníbal Jesús (1905).
Cecilia
Argentina egresó con su flamante título de maestra normal, precisamente de la Escuela
Normal de Azul, el 14 de noviembre de 1907.
Al año siguiente comenzó a
desempeñarse como maestra rural en Miraflores. Allí su labor fue denodada, pero
marcada por un enorme amor hacia los niños que recibían las primeras enseñanzas
de la educación formal. Cuatro años más tarde fue trasladada a la Escuela N°
28, establecimiento que la tendría como directora y una docente icónica y
caracterizada por su bondad. Allí se desempeñó hasta 1930, año en que se
jubiló.
Paralelamente a
su tarea docente presidió la “Sociedad Protectora de Niños Pobres”
entre 1925 y 1929, y luego entre 1932 a 1969, ganando siempre las elecciones
correspondientes.
Tal como
rescatara Luis M. Lafosse en su libro “Bartolomé Ronco, fervor de Azul”,
en un discurso de 1930, el reconocido abogado, coleccionista y filántropo
(entre otras tantas características virtuosas), afirmó: “(…) La piedad y la caridad tienen distintos campos de acción y atañen
a otros problemas sociales, porque no bastan, por sí solas, para financiar el
arraigo de fuentes de trabajo permanentes y remuneratorias. Ya, esos
sentimientos tienen su órbita propia en otros esfuerzos y éstos, a su vez,
trascienden brillantemente aquí en Azul, como lo demuestran los asilos que aquí
se sostienen y esa bendecida institución que se llama Sociedad Protectora de
Niños Pobres a cuyo frente se encuentra esa bendita mujer que se llama
Argentina Diego.”.
Junto a Sor Asunción,
Josefa “Cofa” A. Elizagaray, María Aléx Urrutia Artieda, Luisa L. Herrero,
María del Carmen Ducós y Ana Menvielle, Argentina fue distinguida en 1967 como
una de las “Mujeres azuleñas más meritorias” por la “Asociación Remedios de Escalada
de San Martín de Azul” con motivo del Día de la Mujer.
En 1974, por razones de
salud debió dejar la presidencia de la “Sociedad Protectora de Niños”. Entonces
también se recluyó en su hogar…
Cecilia Argentina Diego
falleció en la madrugada del 19 de agosto de 1975, a los 86 años
de edad. El diario “El
Tiempo”, en su edición del miércoles 20 de agosto, reprodujo
las palabras pronunciadas en el funeral. En primera instancia habló la Sra. Honelia
Elva Orbea de Bogliolo:
“Argentina, nuestra querida presidenta, se nos ha ido, y la
comisión directiva de la Sociedad Protectora de Niños de Azul está aquí a su
lado, en este lugar de descanso, donde el silencio sepulcral tanto nos dice en
su mudo lenguaje, que hace estremecer los corazones de angustia, al ver que un
alma buena, toda caridad, y que nos era muy querida, ha terminado su paso por
la tierra, para remontar el vuelo para ir a ocupar su destino en el infinito
eterno de los cielos.
El dolor humano de la separación forzosa por ley suprema, lo
compartimos resignadamente todos los que bien la quisimos, pero el duelo y
dolor sincero para la Sociedad Protectora de Niños de Azul a la que tú
estuviste siempre consagrada, por ese amor que tuviste para la niñez menos
afortunada del querido Azul.
Es que los seres nobles y generosos tienden siempre a expandir
toda la grandeza que encierran en su corazón, para d arlo en frutos de bien hacia sus semejantes.
Hablar de tu obra en estos momentos no es necesario. Todo el
Azul la conoce y valora, porque estuviste dotada de cualidades poco comunes, de
creadora inteligencia dejando a tu paso huellas de tu corazón generoso.
Para evocarte sólo bastará nombrar el Hospital de de Niños que
fue la obra máxima en la que pusiste toda tu buena voluntad y tu tesonero
dinamismo, para ofrendar al Azul algo tan necesario para bienestar de la niñez
que es el futuro de la patria... Y así trabajando siempre hasta agotar tus
fuerzas te fuiste, dejándonos un gran vacío en nuestras filas, pues tuvimos en
ti a un elemento de inteligente iniciativa y a una compañera cuya exquisita
cultura nos hacia grata tu compañía.
Argentina: tu nombre queda no solamente ligado a la Sociedad
Protectora de Niños, sino a todo el Azul, por todo el bien que hiciste y en
todos perdurará tu recuerdo como el aroma de un perfume, y por toda la belleza
de tu obra hoy también podemos decirle al olvido: los seres que respondiendo a
la nobleza de su alma saben elevarse y derramar por los senderos que cruzan en
la tierra, sin ahorrar sacrificios, la semilla de la caridad, encuentren
siempre quienes cubran sus sepulcros con las siemprevivas del recuerdo.
Argentina: en nombre de la Sociedad Protectora de Niños de Azul
dejo sobre tu tumba nuestras flores, lágrimas y oraciones, pidiendo al buen
Dios de las misericordias paz para tu alma. Adiós para siempre Argentina.
¡Adiós!”.
Posteriormente, hizo uso
de la palabra el doctor Juan A. Miranda:
“En nombre del cuerpo médico que acompañamos a Argentina Diego
en su larga y ponderable labor, vengo a expresar mis palabras de despedida.
Esta mujer admirable, quien con ese grupo de damas
consustanciadas en su infatigable tarea de hacer el bien, trabajó
incansablemente al frente de la Sociedad Protectora de Niños, brindando tantas
satisfacciones a miles de niños que desfilaron por esa casa, encontrando gratas
horas de alegría. Pero, Argentina Diego, mujer de nobles y auténticas
ambiciones, aspiró a dar algo más que alegría: quiso dar atención médica a
tantos que la necesitaban y así organizó el Consultorio Médico en esa vieja
casona de la calle 9 de Julio (Dispensario de Niños) que contó desde su
iniciación con la colaboración desinteresada de los Dres. Hernán Zubiri, Manuel
Galdós, Juan Carlos Musso, Agustín Iturria, Julio Cordeviola, Ernesto Ferro y
en el Laboratorio Pedro Arrouy Prat; cabiéndome el honor de integrar esa
familia de profesionales que identificados con esa altruista obra trabajamos
con el entusiasmo y pasión de aquel pasado tan grato e inolvidable!
En esa trayectoria profesional, vayan mis palabras de recuerdo a
las damas que acompañaron en todos los consultorios. Pero, frente al éxito de
esa iniciativa y a la afluencia cada vez más numerosa de esa niñez, nuevamente
Argentina Diego acaricia otra idea. Y no descansa pensando en algo tan soñado!:
el Hospital de Niños. Y así, al frente de ese grupo de compañeras, algunas aquí
presentes, trabajó todo cuanto podemos decir para que ella llegase a feliz
término. No hay un político, de cualquier sector, ni ministerio que deje de
visitar; con la persistencia que sólo poseen mujeres como ella, va en busca de
llevar a feliz término esa iniciativa. No fueron pocos los escollos que debió
superar para su concreción.
Brevísima reseña histórica del Hospital de Niños, motivo de
orgullo para Azul y nuestra provincia. Allí seguimos trabajando con muchas
dificultades financieras. Vinieron tiempos difíciles para su mantenimiento. Y
ella con gran aspiración de que continuara su obra, la ofrece en el año 1956 al
gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Sería desleal al afecto y consideración que he sentido siempre
por Argentina Diego, si no dijera en el momento de su partida, que para ella
constituyó un gran desprendimiento tener que despojarse, por circunstancias
conocidas, de algo que era para ella su verdadero hijo.
Argentina Diego siguió su obra en la Sociedad Protectora hasta
que el peso de los años la recluyó en su hogar.
En este instante que llama a la auténtica y noble reflexión, es
hacer justicia expresar que Argentina será una de las mujeres más cariñosa y
respetuosamente recordadas. Dio espontáneamente sin esperar nada. Sintió el
inmenso placer de dar todo cuando pudo a lo más preciado de la vida: los niños.
¡Cuánto ha hecho! Y cuánto merece para que su hospital, su obra
cumbre, lleve en el futuro su nombre!
Argentina Diego, que Dios le de la paz que usted merece.”.
Finalmente, escueto, pero
contundente en la carga emocional de sus palabras, habló Marcelo Baudrón:
“La Cooperadora del Hospital de Niños de Azul quiere brindar en
estas pobres palabras su homenaje emocionado a quien fue, es y será su ejemplo
e inspiración.
Argentina
Diego, la maestra, la madre de todos los niños azuleños, se aleja físicamente
de nosotros. Pero la muerte pierde hoy su negro manto, para convertirse en el
tránsito glorioso a la inmortalidad de una mujer que vivió para la infancia. De
una mujer que se enorgullecía de sus ex alumnos. De una mujer que con su tesón
convirtió un modesto dispensario en el segundo hospital pediátrico de la
Provincia de Buenos Aires. De una mujer cuya vida se puede condensar en cuatro
letras: Amor.
Es por eso, que en este Año Internacional de la mujer, nosotros
proponemos el nombre de Argentina Diego, para que quede grabado al frente del
Hospital de Niños.
Los
actuales integrantes de la Cooperadora del Hospital de Niños, los de esta nueva
generación que no tuvimos la suerte de poder tratarla y conocerla, queremos
seguir teniendo en su recuerdo, la fuerza que nos anime a seguir su lucha.
Hoy que usted ha partido, Argentina –que hasta su nombre suena a
gloria-, hoy que usted ha partido, sabemos que las manos de mil niños la
llevarán hasta el Señor; y cuando llegue, le pedimos, Argentina, por favor:
ruegue usted por nosotros.”.
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