Símbolo de redención
Hoy se cumplen 95 años de la trágica muerte de Santiago Monetti, quien fuera el artífice y principal hacedor de la Cruz entronizada en la cúspide de la torre de nuestra Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario”. Mucho se ha dicho, pero la verdad es una…
Por
Eduardo Agüero Mielhuerry
El
anteúltimo día de marzo de 1927, el “Diario del Pueblo” brindaba
detalles de las obras que se ejecutaban en la Iglesia “Nuestra Señora del
Rosario” (futura Catedral):
“La
torre de la Iglesia.- Ya se ha colocado parte del esqueleto que forma parte
de la obra de ampliación, en mayor altura, que se efectúa en la torre de la
iglesia parroquial, pudiéndose apreciar la altura que adquirirá, por cierto
bien apreciable, ya que ésta tiene 9 metros, fuera de la cruz, que tiene
aproximadamente 5 metros.
Como ya hemos informado, estos armazones han
sido hechos en la acreditada herrería del señor Alfonso Bugallo, siendo la cruz
muy artística, por lo que ha de ofrecer en realidad un aspecto magnífico.”.
La
actual Cruz fue construida en la Herrería de Alfonso Bugallo, y en
ella trabajaron Alejandro Boggi, José Calandra, José Ciano, Miguel Greco,
Cataldo Barbieri, Carmelo Greco, José Lavolpe, Raúl Borneo y Santo Valicenti,
dirigidos por el experto en hierro, Santiago Ricardo Monetti. Tiene dos
metros y medio de alto y es una admirable obra de herrería
artística.Las aristas están adornadas con flores estilizadas.En un artículo en
el diario“El Tiempo”, del sábado 19 de octubre de 1968, titulado “La
Cruz de nuestra Catedral”, se cuenta:
“(…) es una obra admirable de herrería
artística realizada en los talleres de una empresa genuinamente azuleña, que ya
no existe. Nos referimos a la Herrería Bugallo, que cerró sus puertas el 19 de
marzo de 1948, después de 53 años de intensa actividad, durante los cuales
fueron hechos innumerables trabajos que el transeúnte de hoy puede apreciar en
puertas, balcones, verjas, etc. de diversas construcciones antiguas de nuestra
ciudad.
La Cruz de nuestra Catedral (…) fue construida
cuando ya la Herrería Bugallo –con el señor Alfonso Bugallo al frente- estaba
instalada en la calle Moreno entre 9 de Julio y Roca, adonde se trasladó
después de ocupar un local de las calles Bolívar y Moreno. Con anterioridad la
herrería estuvo ubicada en las calles Bolívar y Rivadavia, donde comenzó su
cincuentenaria trayectoria bajo la dirección de su fundador, don Antonio
Bugallo. Trabajaron el hierro las habilísimas manos de un experto en la
materia: Santiago Monetti, secundado por Alejandro Boggi y José Calandra, todos
bajo la vigilante mirada de don Alfonso Bugallo. (Por rara coincidencia,
Monetti –verdadero artista del hierro- murió la misma noche en que la Cruz
salida de sus manos brillaba en la noche, cual un segundo lucero, en la cumbre
de la majestuosa Catedral).”.
El
destino del artista
El “Diario del Pueblo”, en su edición
del viernes 8 de abril de 1927, describía el episodio que se desarrolló en
la noche anterior que terminara con la trágica muerte del herrero Monetti,
principal realizador de la Cruz encomendada a la Herrería Bugallo:
“Anoche fue muerto un hombre de un puñetazo. Pormenores del suceso y
declaraciones de testigos presenciales.- Anoche, en el
almacén y despacho de bebidas que el señor Enrique Garavaglia tiene instalado
en la esquina de las calles Burgos y Entre Ríos ocurrió un suceso que pasamos a
relatar en todos sus pormenores:
Eran las 23:30 horas
y se hallaban en el negocio su propietario señor Enrique Garavaglia, su hijo y
dependiente José Garavaglia, y los parroquianos César Dulbecco, Santiago
Monetti, Urpiano Martínez y Benjamín Negrini.
Parece que entre los
dos primeros, que se hallaban en evidente estado de ebriedad se produjo un
altercado por el pago de las copas y luego se discutió sobre el poder de las
trompadas, diciendo Monetti que él era capaz de voltear un hombre de una
trompada. A estas palabras contestó Dulbecco con una formidable trompada que
dio en la sien izquierda de Monetti, quien cayó pesadamente en el suelo y sin
pronunciar palabra alguna. Al concurrir las demás personas en auxilio del caído,
se comprobó que Monetti por el efecto de la trompada había fallecido.
Dulbecco
inmediatamente se dio a la fuga y después de una hora fue detenido en la calle
Guido Spano y Burgos por el cabo Blas Zárate y el agente Juan Huertas, siendo
conducido a la comisaría local donde se halla detenido e incomunicado.
El cadáver de
Monetti fue llevado al Hospital Municipal a los efectos de practicársele la
autopsia.
Dentro y frente al
negocio se reunió un numeroso público que comentaba lo ocurrido.
(…) Esta mañana visitamos a los dueños del
negocio donde se produjo el hecho, quienes nos relataron lo ocurrido en la
siguiente forma:
A las 21 horas
llegaron al negocio los jóvenes Vidal, Giménez, Lefebre y Dulbecco, quienes
después de tomar una vuelta y a invitación de Giménez pasaron al salón de
billar, jugando hasta las 21:45 horas, regresando nuevamente al despacho donde
volvieron a tomar dos vueltas y en la última, a proposición de Giménez, el
primero que hablara le correspondía jugar, resultando castigado el joven Lefebre.
En esas circunstancias llegó Monetti y se dirigió al mostrador e invitó al
grupo a tomar una vuelta que él pagaría. Solamente aceptó Dulbecco y los demás
le expresaron sus propósitos de retirarse, lo que no hicieron a pedido de
Dulbecco.
Se hallaban bebiendo
Dulbecco y Monetti y en tales circunstancias dijo el primero que Monetti no le
resistiría una trompada en el corazón, contestando el aludido que si él le
pegaría una trompada se la resistiría. Dulbecco le contestó que él se dejaría
pegar una trompada en el corazón pero en la condición que si la resistía se la
iba a contestar con una trompada en los ojos.
Viendo que la
conversación se excedía de los límites de amistad y con miras de terminar en
una pelea, intervino Giménez haciendo ver a Dulbecco que si habían ido era a
divertirse y no a salir peleando. Como Dulbecco insistiera en pelear, Giménez,
Lefebre y Vidal abandonaron el local, quedando en su interior Monetti,
Dulbecco, Martínez y Negrini, éstos dos últimos ajenos a la discusión.
Dulbecco lo desafió
a Monetti a pelear afuera en virtud de
que Garavaglia lo invitó a que se fuera. Como Monetti se quedara en el negocio,
aquél volvió y se encaró nuevamente con Monetti, diciéndole ‘Ud. no es hombre
para mí’, y Monetti le respondió ‘Yo soy hombre’ y sin pronunciar ninguna
palabra Dulbecco le aplicó un fuerte golpe de puño directo a la sien. Monetti
dio una vuelta y cayó pesadamente en el suelo, comprobándose que había
fallecido.
Nos hicieron
destacar el hecho que la muerte se ha producido por el golpe y no por haberse
golpeado en una mesa, la cual estaba distante de donde cayó Monetti y no fue
tocada para nada.
Dulbecco fue tomado
de la corbata por Garavaglia, pero logró desprenderse y se dio a la fuga y
luego fue detenido en una pieza que tiene en Guido y Spano y Burgos.
La víctima era uno
de los mejores obreros de la herrería Bugallo, donde estaba bien acreditado y
ganaba un respetable jornal. Ayer acababa de terminar la cruz de la Iglesia.
Si bien le gustaba
la bebida, poseía un carácter amable y era enemigo de discusiones y peleas.
Deja a su familia que la forman 11 hijos a la cual mantenía con el fruto de su
honrado trabajo. (…)”.
Santiago Ricardo Monetti, era un destacado herrero que había tenido su propio taller y luego
se había unido a la reconocida herrería de Alfonso Bugallo. Como cuentan las
crónicas de la época, el mismo día que culminó la realización de la artística
Cruz que finalmente se colocó tiempo después en la futura Catedral, perdió la
vida en un absurdo episodio en el que “ambos
contendientes se hallaban beodos”, como titulara algún periódico.
Soltero, estaba en pareja con Concepción Villa. A los 41 años de
edad, era padre de 11 hijos (tres más fallecieron pequeños). La numerosa
familia vivía en un modesto hogar en la calle Salta entre la avenida 25 de Mayo
y Moreno.
Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Central, el 8 de abril de
1927. Según el registro del Cementerio la causa del fallecimiento fue “Hemorragia cerebral traumática por
homicidio”. Su féretro fue depositado en la sepultura 72, SEC. 4, TAB. 1,
SER. 2.
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