lunes, 6 de marzo de 2023

La gloria de Don Enrique

 La gloria de Don Enrique


La Capilla ubicada en el centro del complejo edilicio del Asilo, es conocida por los azuleños como de “El Buen Pastor”, pero su verdadero nombre es Sagrado Corazón de María, como lo atestigua la blanca escultura entronizada en su fachada y la consagración de su Altar Mayor.

El 13 de marzo de 1944, comenzó su construcción, bajo el amparo de Santa Teresita del Niño Jesús, a quien se le encomendó su especial protección. Aquél día, monseñor César A. Cáneva bendijo el terreno y se colocó la piedra fundamental.

Para la erección del templo hicieron sus aportes económicos: la señora Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta, los veintiún Monasterios del Buen Pastor del país, los de Montevideo (Uruguay) y monseñor Santiago Rava. Pero también la comunidad azuleña realizó diversas y grandes contribuciones.

     En hornacinas elevadas, se hallan cuatro imágenes de gran porte, realizadas en escayola policromada (yeso fino calcinado, de alta calidad y pureza), con algún armazón de madera u otro material. Fueron adquiridas a la “Casa Majó”, de la Capital Federal, salvo la de Santa Teresita del Niño Jesús que fuera traída desde Barcelona, España.

La primera imagen que se halla en la nave principal del Templo, a la derecha, corresponde a San Enrique II de Alemania. Justamente, el esposo de Josefina de Anchorena, la principal donante que tuviera la obra, era Enrique Rodríguez Larreta, famoso escritor conocido como Enrique Larreta.

Sobre el mismo muro sigue San Miguel Arcángel (estatua donada por la familia Bazaldua en 1942) y, enfrente, primero se encuentra la ya mencionada Santa Teresita del Niño Jesús y luego San José Obrero. Para realzarlas, las cuatro imágenes fueron colocadas sobre pedestales de madera, confeccionados por el carpintero Manuel Fernández, de la ciudad de Buenos Aires.

San Enrique II el Santo, también conocido como Enrique II de Alemania o San Enrique Rey, nació el 6 de mayo de 973. Fue rey alemán y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, el último del linaje del emperador Otón I y de la dinastía Sajona.

Dentro de la Iglesia católica se destacó por su actividad misionera y reformista. Fue oblato de la Orden de San Benito y es patrono de todos los oblatos de la orden benedictina y de los que no tienen hijos (él y su esposa, Santa Cunegunda, no tuvieron descendencia).

Enrique II apoyó el poder de los obispos frente al clero monástico. Se interesó por cuestiones de la administración de la Iglesia, y fue partidario del celibato eclesiástico como medio para evitar el dominio de los territorios de la Iglesia por linajes familiares.

En 1014, con motivo de su coronación como emperador, solicitó al papa Benedicto VIII la recitación del Credo con la inclusión del Filioque (en latín, que se traduce como “y del Hijo”, es una cláusula insertada por la teología cristiana en la versión latina del símbolo niceno-constantinopolitano del Concilio de Constantinopla I del año 381. No está presente en el texto original griego, en el que simplemente se lee que el Espíritu Santo procede “del Padre”), que era la fórmula popularmente aceptada en sus territorios francos y germanos. El Papa accedió a su petición, con lo que por primera vez en la historia el filioque se usó en Roma.

Enrique II murió el 13 de julio de 1024 y fue enterrado en la catedral de Bamberg, Alemania.

El papa Eugenio III lo canonizó en 1146. La conmemoración canónica fue incorporada en el calendario católico de 1631, en el día 13 de julio. Posteriormente, la fiesta fue llevada al 15 de julio, en el año 1668. Sin embargo, en 1969, Pablo VI trasladó la fiesta a su fecha primigenia.


                                 
                                                     San Enrique (foto Nacho Correa)


DON RODRÍGUEZ LARRETA

 Enrique Rodríguez Larreta nació en Buenos Aires, el 4 de marzo de 1875. Sus padres fueron Carlos Rodríguez Larreta y Adela Maza Oribe (nieta del presidente uruguayo Manuel Oribe).

Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Luego estudió Derecho y se graduó en la Universidad de Buenos Aires, y también tuvo una licenciatura en Ciencias Sociales.

En 1896, en la revista “La Biblioteca”, dirigida por su amigo y maestro Paul Groussac, apareció su primera obra literaria, la novela “Artemis”, ambientada en la Grecia antigua. Desde el año siguiente, dictó las cátedras de Historia Medieval y Moderna en el Colegio Nacional.

El 15 de noviembre de 1900 contrajo matrimonio con Josefina Anacleta Anchorena, de 24 años de edad, con quien finalmente tendría cinco hijos: Mercedes, Enrique, Josefina, Agustín María y Fernando Carlos.

Como regalo de casamiento, su suegra, les obsequió un palacio construido en 1886 por el arquitecto Ernesto Bunge, ubicado en el barrio de Belgrano.

Los recién casados viajaron en su luna de miel a España y él quedó prendado de aquellas tierras y su cultura a las que tanto había estudiado, y que en ese momento vivenciaba con enorme placer.

Fascinado, comenzó a profundizar sus estudios sobre la cultura española, volcando sus conocimientos y aprendizajes en exquisitos trabajos literarios. De hecho, en 1907, regresó a España con los manuscritos de “La gloria de don Ramiro”, novela histórica que publicó en 1908 y se constituyó en una pieza de referencia. La obra causó gran sensación en los ambientes literarios europeos y americanos, convirtiendo a su autor en un personaje famoso y, por sus características, motivó que - según Rubén Darío - se convirtiera en la obra cumbre de la prosa modernista, “un referente para los escritores de ambos lados del Atlántico”. La novela fue traducida a numerosos idiomas; el afamado novelista y periodista Remy de Gourmont, la tradujo al francés, siendo editada en 1910 por el Mercure de France.

Después de un rotundo éxito literario, cosechando el reconocimiento del mundo de las letras y acumulando una gran fama, cuando en 1910 Enrique Larreta (tal como era su “nombre artístico”) estaba a punto de regresar a la Argentina, el entonces presidente de la Nación, Roque Sáenz Peña, lo nombró ministro plenipotenciario en Francia, volcándose así Larreta a la actividad diplomática.

Por aquellos años residió en Biarritz, Francia, y frecuentó Ávila, en España, donde se vinculó con el escritor y filósofo Miguel de Unamuno, a quien admiraba profundamente.

Ya en Argentina, en 1916, Enrique puso en manos del arquitecto Martín Noel (además, fue historiador del arte hispanoamericano, ensayista y político, e impulsor del estilo neocolonial en Argentina), la remodelación de la propiedad que le había obsequiado su suegra con la intención de darle a la casaquinta el aspecto de un “palacio castellano”, de estilo neocolonial, con un exquisito jardín andaluz. Tenía la inquebrantable decisión de replicar en suelo argentino todo aquello que lo había cautivado en el “viejo continente”. Y lo logró… En la actualidad, esa casa se ha constituido en el Museo de Arte Español “Enrique Larreta”.

            Para acrecentar su patrimonio, por ejemplo, Enrique compró al comerciante de arte belga George Joseph Demotte, en París, muchas cosas en momentos de probables bombardeos durante la Primera Guerra Mundial. Por entonces, los anticuarios se deshacían de sus piezas más fabulosas. Entre otras obras importantes, adquirió el retablo de Santa Ana, del siglo XVI, proveniente de la iglesia de San Nicolás de Sinobas, que instaló en la capilla de su mística casa de la calle Juramento, en el barrio de Belgrano de la Capital.

 “Los Manantiales” es una estancia azuleña, atravesada por la Ruta Nacional N° 3, a la altura del kilómetro 345, en el Valle de Manantiales, y a la vera del Arroyo homónimo afluente del Arroyo Azul. Comúnmente conocida como “Los Manantiales de Larreta”, había sido un puesto de “San Ramón”, es decir, parte de sus 12 leguas cuadradas. Al fallecimiento de Mercedes Castellanos de Anchorena, su hija Josefina heredó ésta fracción de 16.500 hectáreas y otra en el Partido de Tandil.

Este campo, al estar separado de “San Nicolás” –devenido en “Acelain”-, que representaba el principal atractivo para Enrique, estuvo por muchos años rezagado con respecto a las otras propiedades familiares. Recién en 1939 decidieron darle impulso a la producción y contrataron a Ignacio Oyarzábal, que contaba con una amplia experiencia en la materia rural. Su tarea se prolongaría en la estancia por 30 años consecutivos, logrando óptimos resultados, logrando destacarse la producción ganadera en las exposiciones rurales de Palermo.

En mayo de 1902, Larreta había adquirido en remate el campo “Santa Rita”, de Enrique Casares, de 4.000 hectáreas, anexándolo luego a las 8.000 hectáreas heredadas por su esposa en los pagos tandilenses. Dentro de esa fusión –“San Nicolás” y “Santa Rita”- ubicó el casco de la estancia a la que bautizó como “Acelain” (“campo quebrado”), en homenaje a una pequeña aldea situada en Guipúzcoa, la tierra vasco-española de donde provenían sus ancestros de apellido Larreta. En 1905 la familia pasó allí su primer verano y recién en 1924 quedó culminado el magnífico castillo diseñado y construido por el arquitecto Martín Noel, contando con importante jardín de cuyo trazado se ocupó el paisajista alemán, Hermann Bötrich.

A pesar de que regresaron en varias oportunidades a Europa, Enrique, Josefina y sus hijos repartían esencialmente sus días entre la casa de Belgrano y la estancia “Acelain”, en Tandil, yendo esporádicamente al campo que poseían en Alta Gracia, Córdoba, llamado “Potrerillo de Larreta”. A alguno de estos tres destinos iban los tesoros que él encontraba: cristales venecianos, armas, tapices, lozas, reposteros, el juego de naipes de oro regalo de la princesa Carlota Joaquina a su favorito Contucci y muebles casi siempre severos, entre otros tantos objetos.

Sobradas son las pruebas de las innumerables donaciones y obras de beneficencia que hiciera la familia Anchorena en diversos puntos del país. También Enrique Larreta y su esposa continuaron con ese legado de caridad y, por ejemplo, según subraya el historiador Alberto Sarramone: “La más importante donación para el futuro Hospital de Chillar, de él provino”.

Enrique Larreta publicó varias novelas, entre ellas “Zogoibi” (1926) y “Gerardo o La torre de las damas” (1953). Sobresalen también de su producción en prosa dos libros de memorias: “Tiempos iluminados” (1939) y “La naranja” (1947). Además, escribió ensayos sobre la actualidad española, agrupados en “Las orillas del Ebro”, y el libro de sonetos “La calle de la vida y de la muerte”, en el que se percibe el impacto del clasicismo español así como la influencia del simbolismo francés. Escribió también las obras de teatro “La que buscaba don Juan”, “El linyera”, “Santa María del Buen Aire”, “Pasión de Roma” y “Las dos fundaciones de Buenos Aires”.

Fue el primer escritor que intentó hacer cine argentino al dirigir el filme “El linyera”, según un guion a partir de su obra teatral homónima, que se estrenó el 12 de septiembre de 1933 y que tuvo como protagonistas a Nedda Francy, Julio Renato, Domingo Sapelli y Mario Soffici.

Fue miembro de la Real Academia Española, de la Academia Argentina de Letras, y miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.

El historiador Enrique de Gandía, en el prólogo de las “Obras Completas”, sentencia: “Larreta, a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre él, es un gran desconocido entre nosotros. Los mismos intelectuales no han entendido su pensamiento. Han estudiado la belleza de sus frases, han clasificado sus imágenes, han disertado sobre su estilo; no han penetrado en sus ideas… Larreta ha vivido como un monje entre sus libros o un gran cardenal en lujosos salones, pero siempre con el misticismo en su espíritu…”.

            Enrique y Josefina disfrutaban sus días cada vez con mayor frecuencia y por períodos más extensos en la afamada “Acelain”. Él nunca detuvo su espíritu creativo y no solo no dejó de escribir afanosamente sino que tampoco dejó de acrecentar su patrimonio pictórico y escultórico, recreando permanentemente la estética española.

Con delicadeza y estilo, Enrique también acrecentó sus virtudes como anfitrión, atendiendo a sus amigos que lo visitaban, compartiendo extensas caminatas por los jardines. Uno de esos tantos caminantes fue el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset –que visitó Argentina en tres oportunidades-, quien se hallaba vinculado intelectualmente con el “dueño de casa”, y otros eruditos como Leopoldo Marechal, Ignacio Anzoátegui y Federico Ibarguren.

Refinado en sus costumbres, a medida que avanzaba su edad no dejaba de dedicar tiempo a la lectura. Pero todo cambió cuando enviudó en mayo de 1960. La partida de su amada Josefina lo marcó profundamente.

            Enrique Rodríguez Larreta o simplemente Enrique Larreta, murió el 6 de julio de 1961, a los 86 años, en su casa de la ciudad de Buenos Aires.



Enrique Rodríguez Larreta







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