martes, 11 de febrero de 2025

La esquina del fuego

 La esquina del fuego

 

 

             Enviado con órdenes especificas del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el coronel Pedro Burgos llegó a la vera del Arroyo Azul con la intención de establecer allí un fuerte que sirviera como nueva frontera con los “dominios de los indios”.

El agrimensor Francisco Mesura fue el encargado de diseñar la cuadrícula del Fuerte. Como signo de preocupación ante los malones, la planta originaria en forma de damero, con múltiples solares, se enmarcó en profundos y anchos fosos que tenían como respaldo occidental el arroyo y abarcaban las que hoy son avenidas: Presidente Juan. D. Perón, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo.

La Plaza Mayor (conocida hoy como Plaza Gral. San Martín), no era más que un alfalfar en el cual pastaban los caballos del Ejército y se detenían las carretas de provisiones. Y en torno a ella se comenzaron a erigir los edificios necesarios para la administración y el culto, el cuartel, la habitación del cura, ranchos y tres locales comerciales. En la actual Plazoleta Alsina (a la izquierda del Palacio Comunal), se levantaba el faro de vigilia del mangrullo.

 

Voraz incendio

 

Mientras se daba la fundación del Fuerte, el clima no resultaba favorable a finales de 1832 en la pampa bonaerense. Tal como lo expresó Juan Manuel de Rosas en una carta a Burgos, tras la fundación del Fuerte: solo espero que llueva para que entre usted y yo, le demos el impulso necesario a esta buena obra”.

El 10 de enero de 1833, tras una sucesión de días secos y calurosos, se produjo un voraz incendio. El siniestro se inició accidentalmente en los campos del general Gervasio Espinosa, ubicados a un tercio de legua de la Plaza Mayor (actual Plaza San Martín). Al día siguiente, durante toda la jornada, Pedro Burgos y sus hombres hicieron todo lo posible y lograron desplazar el fuego a un lado del Pueblo, para que éste no fuese afectado. Sin embargo, cuando ya se creía que la situación había sido plenamente controlada y el fuego no haría ningún daño a la población por la distancia en que se hallaba, desgraciadamente como a las cinco de la tarde del día 12 cambió la dirección del viento reavivando las llamas.

Burgos y sus hombres emprendieron la dura tarea de abrir varios fosos para poder controlar el avance del siniestro. A pesar de los denodados esfuerzos, buena parte del caserío del poblado fue devorado por las llamas, siendo los tres más perjudicados los señores Francisco Serantes, Juan Rovira y Ramón Santillán, quienes perdieron sus viviendas, sus comercios y los productos que vendían junto a numerosas cabezas de ganado tanto bovino como ovino.

En una carta, Prudencio Rozas le describió a su hermano lo que fue el incendio y los esfuerzos para sofocarlo. Asimismo, mencionó la pérdida de cuatro “casas de trato”, lo que reafirma que las primeras mujeres que vinieron a estos pagos fueron mayoritariamente “mujeres destinadas”.

Más allá de las pérdidas materiales, desgraciadamente hubo una víctima fatal. 

Al ser analfabeto, Pedro Burgos siempre necesitó de escribientes como secretarios. Matías J. Gutiérrez fue puesto a sus órdenes por Rosas quien le recomendó a Burgos que podía “emplearlo en la enseñanza de algunos jóvenes a leer y escribir sin descuidar de ningún modo la doctrina cristiana ni excluir de la enseñanza a algunos indiecitos”.

Gutiérrez llegó a la Estancia “Los Milagros” el 10 de abril de 1831 y permaneció allí hasta fines de diciembre del año siguiente, cuando siguió al Coronel en su “aventura” hacia el interior bonaerense, es decir, hacia Azul.

Los primeros documentos y cartas en los que constan las acciones desarrolladas previa y posteriormente a la fundación del Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul, fueron escritos por Gutiérrez, quien desempeñó su labor con mucho esmero.

           Lamentablemente, el primer secretario del Coronel, Matías J. Gutiérrez, falleció el 12 de enero de 1833, en el primer incendio de Azul intentando sofocarlo.

 

El comercio de Serantes

 

         En el reparto de solares, a Francisco Serantes le había correspondido la esquina Sur del cruce de las actuales calles San Martín y Burgos, es decir, donde se encuentra la sucursal del Banco de la Nación Argentina. Allí Serantes instaló su pulpería con una nutrida dotación de productos que fueron completamente consumidos por el voraz incendio que casi borró definitivamente del mapa al incipiente poblado del Azul.

            Ante su desgracia, Serantes fue compensado con una suerte de estancia, siendo luego juez de Paz del pueblo en 1836. Años más tarde, terminaría siendo socio de Manuel Vega Belgrano (sobrino nieto y yerno del general Manuel Belgrano), teniendo una importante casa comercial en Azul.

 

La historia se repite…

 

Aniceto Angulo nació en España en el año 1871. Llegó a nuestro país en 1886. Como muchos inmigrantes trajo tantos sueños como ganas de prosperar… Comenzó a trabajar como empleado de Gregorio Olaso en la ciudad de Tandil, que resultara su primer destino.

En 1896, la firma “Gregorio Olaso y Cía.” fundó en Azul la tienda “La Pampa Florida”. Apenas dos años más tarde, gracias a su esfuerzo y tesón, el comercio pasó a manos de la firma “Alonso, Angulo, Ormazabal y Cía”; y aunque temporalmente estuvo en manos de “Casas, Villanueva, López y Cía.”,  para 1911 era plena propiedad de Aniceto Angulo. La gran tienda se ubicó en la calle Burgos Nº 651 esquina San Martín, es decir, la misma esquina donde años antes Francisco Serantes había tenido su local comercial...

Con ritmo vertiginoso, “La Pampa Florida” progresó y se “instaló” en la sociedad azuleña, destacándose por los ramos explotados y sus “instalaciones elegantes y vastísimo y variado surtido”.

Asimismo, la tienda se consolidó con diversas ramificaciones como el “Bazar del Teatro” situado frente por frente del local que ocupara “La Pampa Florida”, ocupaba un local de 10 por 35 metros, comprendiendo en su vasto surtido todos los artículos de bazar, librería, juguetería, joyería, relojería, objetos para regalos, novedades, grafófonos y discos de las mejores marcas, taller de marcos para cuadros y retratos, de los cuales tiene gran variedad de modelos, haciendo en su taller de relojería, composturas en general de relojes, fonógrafos, etc. La tienda “San Juan”, otra de las propiedades de Angulo, fundada por éste en 1908, en Olavarría, ocupaba un edificio cuya superficie es de metros 13 por 34, en las calles Vicente López esquina General Paz, comprendiendo los ramos de tienda, sastrería, zapatería, mercería, talabartería y anexos. Por su parte, la sucursal de Cacharí, denominada también “La Pampa Florida”, estaba instalada en un local de 25 por 25 metros, teniendo un surtido completo de tienda, zapatería y talabartería.

Lamentablemente, en 1912, “La Pampa Florida” azuleña sufrió un descomunal incendio que redujo sus instalaciones completamente a cenizas. De alguna manera, la historia se repitió en dicha esquina…


Años más tarde...

 

             El 12 de abril de 1969, llegó la noticia a Azul –que reprodujo “El Tiempo”- que la casa central del Banco de la Nación Argentina tenía previsto construir un nuevo edificio para la sucursal Azul en el terreno de la esquina sur de San Martín y Burgos. Poco tiempo después fue inaugurada.



Aniceto Angulo fue propietario de la famosa e importante tienda “La Pampa Florida”.



“La Pampa Florida” se ubicó en la calle Burgos Nº 651 esquina San Martín, es decir, la misma esquina donde años antes Francisco Serantes había tenido su local comercial... Ambos locales desaparecieron consumidos por las llamas.


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