La exquisita Lía Cimaglia
En su hogar, la música era
costumbre esencial de la mano de su padre, nacido en Italia y arribado a la
Argentina a finales del siglo XIX. Próspero era flautista, guitarrista, pianista,
director de orquesta y hasta compositor de tangos. Desde antes del nacimiento
de sus hijas, dirigió su propio conservatorio “Primera Academia de Mandolín, Violín y Solfeo”, formando también
un Terceto y grabando con la discográfica “Columbia
Records”.
Llevando la música en la sangre, desde pequeña, Lía
comenzó a mostrar su gran talento innato. Su primer maestro fue Alberto
Williams, el afamado compositor argentino, director, editor, pedagogo y
pianista que se destacó como una de las figuras más representativas de su
generación, fundando y dirigiendo el “Conservatorio
de Música de Buenos Aires”, donde tuvo discípulos que pronto se
distinguieron como la propia Lía.
Asimismo,
la jovencísima pianista estuvo bajo la guía y tutela del argentino Celestino
Piaggio, también gran compositor, director de orquesta y pianista, que
había estudiado en la “Schola Cantorum”
de París, y falleciera con apenas 44 años de edad en 1931.
Demostrando
su talento en cada ejecución, Lía también estudió con el polaco Jorge
de Lalewicz, quien antes de arribar a la Argentina había iniciado sus
estudios musicales en su país natal, profundizándolos en Rusia con grandes
maestros y consagrándose a la docencia en los conservatorios de Odessa
(Ucrania), Cracovia (Polonia) y Viena (Austria). En Buenos Aires sucedió en la
Cátedra Superior de Piano del “Conservatorio
Nacional de Música y Arte Escénico” al maestro Ernesto Drangosch. En su
estudio se formaron reconocidos pianistas como la mismísima Lía Cimaglia, Pía
Sebastiani, Silvia Eisenstein, Flora Nudelman, Pedro Alejo Sáenz Amadeo, Juan
Schultis, entre otros.
Contando con apenas 14 años de edad, en 1920, Lía realizó su primera aparición pública dando un recital que incluyó la “Fantasía cromática y Fuga”, de Bach; la “Sonata Nº 2” de Beethoven; una rapsodia de Liszt, y varias obras de Chopin. Sin embargo, su presentación profesional fue en un recital para la “Asociación Wagneriana” de Buenos Aires.
En
1927 obtuvo
el Primer Premio Municipal por su obra “Tres canciones argentinas”. Por
entonces, comenzó a recorrer el interior de la
provincia de Buenos Aires, deleitando a los espectadores de ciudades como Azul,
Olavarría, Benito Juárez y Tres Arroyos. También visitaría Tandil y el “Teatro
Español” de Coronel Pringles, dejando maravillados a los espectadores.
Lía
Cimaglia contrajo matrimonio con el arquitecto José Espinosa,
domiciliándose en Tacuarí Nº 756 de la ciudad de Buenos Aires.
Su luz comenzó a agigantarse y abrirse paso en
los escenarios de todo el país. En 1938 actuó como solista por primera
vez en el Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires, en un concierto
dirigido por Juan José Castro.
Sus selectos temas y la forma de
“deslizarse” por el piano con sus gráciles manos reflejaron siempre sus
cualidades y modales refinados. Su coquetería era llamativa, y aun participando en
reuniones de sus más íntimos amigos y familiares hacía gala de un cuidadoso
arreglo personal. Su fina estampa y su precisa y exquisita conversación
convertían a cada recital en un momento único e incomparable, transmitiendo
siempre una enorme paz interior ya fuera en una sala colmada o un acotado público.
Melodías para Azul
Los
días 2
y 3 de diciembre de 1938, ese mismo y magnífico año para sus recuerdos,
Lía estuvo en Azul por tercera vez, acompañada por su madre ya que su esposo
por razones laborales no pudo seguirla como habitualmente lo hacía. En la
estación del ferrocarril la esperaron numerosos miembros de la Agrupación
Artística Maná y vecinos en general, entre ellos María Aléx Urrutia Artieda, Alberto
López Claro, Emilia Betinelli, Bartolomé Cirioli, Víctor Mayer, Mercedes Ramos
Mejía, Pedro Ramírez Drake, Nélida Saint André, Leticia Ciancio, Isabel
Marquestau, Julio Ramongassie y “Tito” Saubidet Gache.
Dentro
de las numerosas coberturas periodísticas realizadas en la ciudad, la del “Diario
del Pueblo” -del sábado 3 de diciembre- resulta la más
abundante en ricos en detalles:
“Realizóse anoche el concierto de piano de Lía Cimaglia Espinosa. La visitante fue objeto de muchas atenciones.- Un magnifico aporte para la cultura artística local se ha cumplido anoche con la presentación de la celebrada pianista argentina señora Lía Cimaglia Espinosa que realizó su anunciado concierto en la sala del Teatro Español, ante nutrida concurrencia.
Para los que gustamos seguir las
actividades del arte, el solo anuncio de la visita de la destacada ejecutante,
nos aseguró una velada de categoría, pues ya la conocíamos así como a su
ascendente foja musical que es suficientemente categórica para consagrarla
entre los privilegiados en el actual medio artístico argentino.
Si, por lo contrario, lo ignoráramos
al escucharla anoche hubieran bastado las primeras notas con que responde el
teclado a la bien graduada presión de sus manos, para advertir que se está en
presencia de una artista de elevado rango con una personalidad y talento
netamente definidos.
Nuestro público conocía ya a la
pianista que nos ocupa, pues hace ya años nos visitó en dos oportunidades: la
primera, recién dejada la adolescencia, actuó como solista, y la segunda en
calidad de acompañante de la conocida cantante argentina señora Pini de
Chrestía, inolvidables recitales ellos auspiciados por dos instituciones
culturales hace tiempo desaparecidas.
Los que hemos asistido anoche al
desarrollo de su labor admiramos emocionados esa vocación musical tan bien
orientada y cultivada que autorizadas críticas han consagrado muchas veces.
Esta feliz ejecutante disfruta del
completo dominio de sus medios interpretativos, mostrándonos su técnica
depurada que nos da la pauta de su inobjetable jerarquía, su fina musicalidad,
su sentir, todas pruebas de un deseo de superación constante, producto del arte
cultivado robando horas al reposo y lo que es más, luchando a veces contra la
mediocridad de cierto público que, como no sabe diferenciar valores, no da a
cada uno el lugar que corresponde.
Y es su personalidad toda de esa
cautivante sencillez y simpatía que no sabe de recursos impresionistas, porque
el arte de Lía Cimaglia Espinosa es para los que van a conciertos en busca de
emoción y no para asombrarse.
Artista respetuosa de las obras que ejecuta no deja librado su decir a sus
notables condiciones, sino que las estudia prolijamente y trata de
compenetrarse con el espíritu del autor para ofrecerlo con suma fidelidad,
siendo así que no hay sonido que emitan sus dedos fuera del matiz y acento
exactos para los que el autor meditó y escribió, llegando a la feliz
comprobación de haberse estado anoche frente a una escala de valores y efectos,
rica, sutil y delicada que no muchos intérpretes poseen y que en nuestro medio
hace ya tiempo no nos era dado disfrutar.
El programa compuesto de autores
clásicos, románticos y modernos fue cumplido con exquisita justeza: la primera
parte constaba íntegramente de una sonata en la que Chopin nos dice sus
delicadas confidencias a través de sus cuatro movimientos detallados con suma
maestría. Luego escuchamos al gran romántico de ‘Carnaval’, Schumann, del que
la concertista tradujo: ‘Elevación’ y ‘Novelletten’, conocidas páginas de rica
inspiración vertidas con fina calidad. Y después Debussy, el gran músico
francés, uno de los más firmes puntales de los creadores modernos. Tenemos una
admiración especial para el compositor de ‘L’aprés midi d’un faune’ que
reaccionó contra el virtuosismo del piano, arrancando al teclado sonoridades y
efectos nuevos engendrando una escuela que reina hoy en toda audición de
categoría. Escuela que caracteriza la aperlada digitación y empleo inteligente
del pedal secreto de sonoridades fundidas y aterciopeladas. Del autor se
ofrecieron: ‘La niña de los cabellos de lino’, ‘Fuegos de artificio’ y
‘Minstrels’, en las que Lía Cimaglia Espinosa impuso en grado sumo su arte
singular, contando con los mejores sufragios de la sala.
En la parte final hizo: ‘Habanera’ y
el hermoso ‘Juegos de agua’ de Ravel, confirmando en estas páginas del
contemporáneo autor de ‘Bolero’ sus valores múltiples. Con tres ‘Danzas’
finalizó el material programado: una del genial Iturbi, y previa versión de
otra de Halffter, la intérprete nos ofrece una suya (‘Danza’ de ‘Impresiones
Argentinas’) mostrándose en su aspecto de compositora que tiene en su haber
obras de positivo valor: ‘Homenaje a Debussy’ y emotivas canciones folklóricas:
‘Botoncito’, ‘Dame la mano’, ‘Vidala’, ‘Idilios’, etc. y ‘La canción del
Chingolo’ que ella nos hizo conocer en aquel lejano concierto con la señora
Chrestía.
El público acogió a Lía Cimaglia
Espinosa otorgándole aplausos calurosos, solicitando composiciones fuera de
programa dándonos una versión de ‘Vals en Do sostenido menor’, de Chopin, la
‘Cajita de música’ de que es autora y un ‘Estudio’ también de Chopin.
La notable pianista embarca el 20
para Europa a disfrutar una beca cedida a sus méritos, y donde se perfeccionará
al lado de los mejores maestros del viejo mundo, haciendo conocer allá nuestra
música poco difundida, misión que creemos está en muy buenas manos.
Esfuerzos como el realizado al
gestionar la visita de la señora Cimaglia Espinosa merecen el aplauso que
otorgamos a todos los que en él pusieron sus calidades y entusiasmos. (…).
Anoche, luego de su brillante
concierto, la señora Cimaglia fue invitada a concurrir al Refugio de Maná donde
la recibieron calificadas familias integrantes de la entidad, quienes le hicieron
objeto de significativos homenajes. Ofertó la recepción la señora Nélida Saint
André de Ramírez Drake, en oportunos conceptos, agradeciendo la obsequiada,
realmente emocionadas, con palabras de afecto para los manaistas y,
particularmente, dijo, para la señorita Leticia Ciancio, a quien le une
profunda amistad. Luego, el doctor Ronco y su señora esposa brindaron una
recepción a la distinguida visitante en su residencia, concurriendo muchas
familias y escuchándose a la brillante pianista en varias ejecuciones vocales
de especial característica folklórica, brindándose finalmente una copa de
champagne.
Esta mañana a las 11 realizó un
breve concierto en la residencia de la señorita Ciancio, para el alumnado de
ésta, y más tarde concurrió al Casino del Regimiento Nº 2 de Artillería, donde
le brindaron una recepción el jefe del cuerpo, Tte. Cnel. Moreno, y la
oficialidad.
Partió en el tren vespertino hacia
Buenos Aires, despidiéndola una nutrida comitiva de admiradores”.
Como
se anticipaba en la nota, finalizando diciembre de 1938, por medio de una
beca de la Comisión Nacional de Cultura, viajó a Francia para continuar
sus estudios en París y perfeccionarse con los pianistas Ives Nat, Alfred
Cortot e Isidoro Phillipp. En la parisina Sala Pleyel obtendría un brillante éxito interpretando los Veinticuatro Preludios de Debussy, autor
por el que sintió desde siempre profunda afinidad.
Por el mundo…
Derrochando magnificencia, fue
esencial la difusión que hiciera en la Argentina de obras fundamentales como
los conciertos Nº 1 de Brahms, dirigido por Fritz Busch (1942); el Nº 2 de Rachmaninov con
dirección de Fitelberg; “Rapsodia
portuguesa” de Ernesto Halffter (1944); los conciertos Nº 2 y 3 de Francis Poulenc, con dirección de Alberto Wolff (1953);
el de Benjamin Britten; “Concierto a
Cinque” de Respighi; el “Choro” de Camargo Guamieri.
Entre su repertorio se encontraba casi
toda la obra pianística de Fauré, así como sus Cuartetos y Quintetos con piano;
la integral de “Romanzas sin palabras”,
de Mendelssohn; o los Preludios de Debussy. Asimismo, fue permanente su
preocupación por incluir en sus conciertos obras de compositores argentinos y
ello le significó estrenar numerosas producciones de sus compatriotas y
difundirlas en el exterior. Visitó buena parte de América y Europa, habiendo
actuado en Francia, España, Reino Unido, Italia, Alemania, Austria, Bélgica,
Estados Unidos, México, Venezuela, Chile, Uruguay, Perú y Paraguay.
También fue destacado su trabajo
como compositora, con obras de cámara, para piano sólo o distintas
agrupaciones, y más de cuarenta canciones para voz y piano, por algunas de las
cuales recibiría el “Premio Municipal a
la Interpretación y a la Composición”, poniendo música a poemas de su
cuñado, el catamarqueño Juan Oscar Ponferrada, o de la
afamada escritora chilena Gabriela Mistral.
Inició el homenaje el historiador azuleño profesor Ricardo Piccirilli,
miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, con su conferencia
‘La obra histórica, filológica y bibliográfica del Dr. Bartolomé J. Ronco’,
donde dijo respecto del homenajeado: ‘Él vive entre sus libros y papeles como otros en el taller o en los
predios poblados de ganados’, lo consideró ‘azuleño por antonomasia’ y
‘sembrador que, con el sol alto todavía, está en el surco’, para finalmente
calificarlo como ‘Señor de Callvumapuleovu’ y ‘caballero cruzado de las
letras’.
Después, la concertista Lía Cimaglia Espinosa ejecutó al piano dos
‘Estudios’ de Chopin (op. 10, núms. 3 y 6); el ‘Scherzo’ de Félix Mendelssohn;
‘Loreley’ y ‘Estudio appassionato’ de Franz Liszt; ‘Claro de Luna’ y ‘Preludio’
en la menor de Claude Debussy, ‘Nocturno’ en mi bemol mayor, e ‘Impromptu’ en
fa menor de Gabriel Faure y, concluyó con el impactante ‘Estudio Patético’ del
compositor ruso Alexander Scriabine.
Finalizado el concierto, María Alex Urrutia Artieda dijo su poema ‘Mensaje
cordial’, Enrique Carlos Squirru leyó su discurso y ofrenda en nombre de la
comisión de homenaje, y el propio Ronco cerró el acto con sus palabras (…)”.
Consagrada
Toda
su vida estuvo dedicada con pasión a la música, no solamente en su carácter de
pianista, sino también como compositora y pedagoga. Entre sus composiciones se
destacan composiciones para piano la “Suite
Argentina”; tres preludios en Homenaje a Debussy; la suite “Recuerdos de mi tierra”, un poema para
violín y piano, una leyenda para violoncelo y una égloga religiosa para coro,
voz solista y órgano, así como más de cuarenta canciones para voz y piano.
Compartió su
actuación artística con la docencia, y desde sus cátedras en el Conservatorio Nacional de Música “Carlos
López Buchardo” y en el Conservatorio
de Música de Buenos Aires “Alberto Williams” contribuyó con especial
dedicación a la formación de jóvenes pianistas, compartiendo con ellos toda su
calidad artística e innata vocación.
A los numerosos
premios y distinciones obtenidos, pueden sumarse el “Premio internacional en el Año
de la Mujer” por el Órgano Ejecutivo y Directivo del Congreso
Universal, “Premio al Mejor Disco Argentino” de Buenos Aires otorgado por
la crítica, “Premio Héctor Villa Lobos” por el museo que lleva su nombre y
el Ministerio de Cultura y Educación del Brasil, y en 1982, recibió el “Gran
Premio de Honor” de la O.E.A., en Washington, como reconocimiento a su
carrera otorgado por primera vez a un intérprete argentino.
También fue miembro del Directorio
de la Sociedad de Autores y Compositores.
El
mismo “Círculo Femenino de Buenos Aires” que en 1969 distinguiera su
trayectoria con la “Venus Dorada”, el 26 de agosto de 1972, en el Teatro
Coliseo, le realizó un sentido homenaje al cumplir sus Bodas de Oro con la Música.
Adiós…
“Tango 70” se trata de una de las últimas
obras compuestas por Lía, luego de casi 20 años de inactividad compositiva. Fue
publicada en 1975 por el Instituto Lucchelli Bonadeo. La obra
consiste en un tango estilizado que posee “secciones
de ritmo uniforme, progresiones armónicas por quintas y segundas descendentes, usando
un color armónico con reminiscencias al impresionismo francés, una textura
polifónica con fragmentos imitativos, un planteo cíclico de la forma de tipo
rondó, y el uso de la tercera de picardía para concluir, mostrando elementos de
filiación y herencia barroca”.
En
1994
ofreció su concierto de despedida, en el “Círculo Italiano”, maravillando con
la pulcritud de su estilo y sus cálidas y concisas palabras. Seguía teniendo la
gracia y precisión de aquella jovencita que sólo cosechaba elogios y despertaba
admiración.
Lía Cimaglia Espinosa
o simplemente Lía Cimaglia falleció,
a los 92 años de edad, el 1 de
noviembre de 1998. Sus restos fueron velados en su domicilio de la
calle Tacuarí, y fueron sepultados en el Cementerio Jardín de Paz.
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(AGRADECIMIENTO ESPECIAL A VIVIANA SAGARNA POR SU
COLABORACIÓN PARA LA CONCRECIÓN DEL PRESENTE ARTÍCULO)
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