El benefactor que Azul olvidó
Por
Eduardo Agüero Mielhuerry
Adolfo Alsina nació el 4 de enero de 1829, en la ciudad de Buenos Aires. Sus padres
fueron Antonia Maza (hija de Manuel Vicente Maza) y el dirigente unitario
Valentín Alsina.
Tras la segunda asunción de Juan Manuel de Rosas como
Gobernador bonaerense (el 13 de abril de 1835), la familia Alsina debió emigrar
a la República
Oriental del Uruguay para establecerse en Montevideo, debido
al endurecimiento de las políticas del nuevo mandatario.
Luego de la
Batalla de Caseros (1852) y la consecuente caída de Rosas,
Valentín Alsina regresó -junto a su familia-, para convertirse en Ministro del
Gobernador Vicente López y Planes. Por su parte, Adolfo continuó en Buenos
Aires con sus estudios en Derecho que había iniciado en Montevideo, graduándose
en breve como jurisconsulto.
Comenzando su incursión por el mundo político, se
incorporó a las filas de los “pandilleros”, uno de los bandos en los que se
dividieron los vencedores de Caseros, enfrentado al grupo de los “chupandinos”
en el cual se agruparon los militantes federales.
En 1860, tras la batalla de Cepeda y el “Pacto
de San José de Flores”, formó parte de la comisión que llevó a cabo la
reforma de la Constitución
Nacional.
Dos años más tarde fue electo Diputado y cuando en el
Congreso se trató la
Federalización de la ciudad de Buenos Aires (iniciativa impulsada
por Bartolomé
Mitre que se concretó veinte años después), se puso al frente de la
oposición a esa medida, lo que provocó la división del Partido Unitario. Así
fundó el Partido Autonomista.
En los inicios del flamante Partido, Adolfo Alsina fue
padre político y maestro de Leandro N. Alem, a pesar que su
padre fue uno de los que condenó a muerte al suyo. La unión entre ambos se
afirmaba en el posicionamiento opositor que tenían frente al Partido Nacional
de Bartolomé Mitre, integrado en su mayoría por gente de la alta sociedad y
elite porteña.
De Gobernador a Vicepresidente
En 1866 Adolfo Alsina fue electo Gobernador de Buenos
Aires, cargo desde el cual fundó una quincena de pueblos en el interior de la
provincia. Durante estos años, a pesar de querer expulsarlos, se dedicó a
mantener la paz en la frontera con los indios, ya que la mayor parte del
Ejército había sido enviado a la
Guerra del Paraguay.
Hacia 1867 se asoció con Mateo Luque y Nicasio Oroño,
gobernadores de Córdoba y Santa Fe respectivamente, y lanzó su candidatura a
Presidente, pero la retiró al notar poco apoyo en el resto del país; de hecho,
sus dos aliados perdieron violentamente sus gobernaciones.
Antes de las elecciones, Mitre escribió la “Carta de
Tuyú-Cué” dirigida a José María Gutiérrez, donde descalificaba las
postulaciones de Alsina y Justo José de Urquiza (candidato por el federalismo).
Empero, al ganar las elecciones Domingo F. Sarmiento, éste lo
convocó a Alsina como Vicepresidente.
Lamentablemente, para decepción de Alsina, su papel en
el gobierno se tornó secundario –al menos para el Presidente, quien no dejaba
de propinarle una enorme sucesión de desplantes- y se encaminó a realizar
diversos viajes por el interior, recorriendo buena parte de las poblaciones que
se habían fundado durante su gobernación.
El Ministerio del PAN
Finalmente, poco antes de culminada la presidencia del
sanjuanino, Alsina se alió férreamente con Nicolás Avellaneda y crearon el Partido
Autonomista Nacional (PAN). Las elecciones presidenciales fueron
particularmente fraudulentas, y provocaron una revolución dirigida por
Bartolomé Mitre, que fracasó tras una corta pero sangrienta guerra civil. A
pesar del descontento mitrista, Avellaneda llegó a la Presidencia y Alsina
asumió el Ministerio de Guerra y Marina.
En los tres años de trabajo ministerial, Alsina
redobló su apuesta para ampliar las fronteras y obligar a los pueblos
originarios a desplazarse y, además, incorporó el telégrafo a las
comunicaciones militares. Al solicitar al Congreso los fondos necesarios para
el tendido de 771 km
de línea hacia las comandancias de frontera decía Avellaneda “Son incalculables en la práctica los
inconvenientes y perjuicios que origina la falta del telégrafo" y
Alsina explicaba que "el telégrafo
sirve tanto en la paz como en la guerra, para que el gobierno este al habla con
el Ejército, y el Ejército al habla con el Gobierno”. Sin más dudas, Alsina
dispuso que se creara la “Escuela Telegráfica” en el Colegio Militar.
A finales de 1875, los pueblos originarios del “desierto”,
principalmente mapuches, se organizaron y reaccionaron contra el avance de la
frontera sur. Alsina dirigió la defensa del país (aunque se concentró, sobre
todo, en la frontera de la provincia de Buenos Aires). Al año siguiente inició
la construcción de la llamada “Zanja de Alsina”, como una posición defensiva,
por la que fue duramente criticado.
La “Zanja de Alsina”
La “Zanja de Alsina” fue un sistema de fosas y fortificaciones
construidas en el centro y sur de la Provincia de Buenos Aires como defensa de los
territorios bajo el control del gobierno federal en la avanzada sobre
territorio aborigen.
Nadie aseguraba que el proyecto de Alsina sería
militarmente exitoso, pero cumpliría una función defensiva evitando los arreos
de ganado y, de esa forma, lograba que el ataque de los mapuches resultara
infructuoso, ya que podían ingresar pero el ganado no superaría la zanja.
Su estrategia marcó la primera fase de la ampliación
hacia el sur de las fronteras efectivamente ocupadas por el Estado argentino.
Los trabajos se iniciaron en 1876 y finalizaron un año
más tarde con 374
km de zanja construida entre Italó
-en el sur de Córdoba- y Nueva Roma, al norte de Bahía
Blanca. La ejecución de la obra estuvo a cargo del Coronel Conrado Villegas
con los soldados de la
División Norte. La dirección de las obras fue confiada al Ingeniero
Alfredo
Ebelot. Entre Guaminí y Trenque Lauquen trabajaron dos regimientos de
guardias nacionales y una cuadrilla de 60 a 80 peones; hacia el norte, hasta Italó, se
contrató a una empresa privada que empleaba 300 personas.
La zanja tenía 2 metros de profundidad y
3 de anchura y un parapeto de 1
metro de alto por 4,50 m de ancho.
Se levantaron ciento nueve fortines sobre la nueva
línea de la frontera, la cual estaba a
cargo de seis comandancias con sus fuertes respectivos: Bahía Blanca, Puan,
Carhué, Guaminí, Trenque Lauquen e Italó (Córdoba).
La compleja relación de Alsina con Azul
El doctor Adolfo Alsina estuvo en Azul en reiteradas
oportunidades, ejerciendo diferentes cargos gubernamentales.
Las primeras visitas que realizó fueron como
Gobernador de Buenos Aires (1866 – 1868). Más allá de que optó por una política
de defensa pasiva de las fronteras, su intención era sacar de la vecindad
azuleña las tribus que aquí convivían desde la fundación de Villa Fidelidad
(1856) por parte del general Manuel Escalada y, por sobre todo
quería expulsar las tolderías entre Azul y Tapalqué, las que hacían
improductivas las Suertes repartidas en la zona. Sin embargo, esta posición dividía
a la sociedad azuleña, pues buena parte de ella vivía del comercio con los
pueblos originarios.
Como Vicepresidente de la República anduvo por
estos pagos varias veces casi de incógnito, despertando igualmente el encono de
sus opositores. Aunque había en nuestro pueblo un sector identificado profundamente
con él, el resto de los azuleños miraba con recelo al político que poseía un
fuerte perfil populista, perfil el cual provocaba el resquemor de muchos.
En el complejo proceso de integración que marcó a la Nación y en particular a
Azul, alcanza con señalar que desde un sector, en este caso los “mitristas”,
que habían hecho del Cacique Cipriano Catriel un mártir,
pasaron a defender a sus hermanos -que lo habían ajusticiado a lanzazos- por el
simple y absurdo objetivo de oponerse políticamente a Alsina. En Azul las aguas
estaban divididas… y así siguieron…
Varios escritos de la época concuerdan en que Azul
respondía a la presencia de Alsina con cierta antipatía (nuestro pueblo fue
originariamente “rosista” y luego “mitrista”), empero a pesar de la dicotomía
planteada, Alsina prosiguió con su plan y acabó beneficiando a nuestra
comunidad con dos avances “tecnológicos” que marcaron un punto de inflexión en
nuestros pagos. De la mano del Ministerio de Guerra y Marina -que él conducía- llegaron
el Telégrafo y el Ferrocarril.
El servicio telegráfico a Azul había sido posible por
un acuerdo firmado, el 10 de octubre de 1875 entre el Ministro Alsina y el
representante de la empresa ferroviaria, Guillermo Moore. Tras la victoria
del teniente coronel Lorenzo Vintter sobre un sector aborigen,
dos días después, el Ministro de Guerra y Marina, decidía que era hora de echar
mano a la tecnología y el 1º de enero de 1876, desde Azul hizo saber al Presidente
Nicolás Avellaneda, la necesidad urgente de contar con líneas
telegráficas.
El 1 de febrero fue designado el Mayor Santiago Buratovich para
realizar, dirigir y operar los trabajos de línea. Mientras procedía al tendido
del hilo telegráfico, Buratovich y su tropa debieron enfrentarse en diversas
oportunidades con los nativos que los hostigaban para detener la construcción.
Los originarios, en principio no dejaban de derribar los postes y de cortar los
hilos; pero como la interrupción misma de la corriente señalaba inmediatamente
el punto y el momento preciso de su corte, el sistema era siempre reparado y
“los milicos” terminaban sabiendo por dónde andaban los aborígenes terminando
en sucesivas represiones.
El día 11 de abril de 1876 el Ministro de Guerra y Marina, Dr. Adolfo
Alsina, se hizo presente en Azul para habilitar la Oficina Telegráfica. La línea de telégrafo arrancaba desde el Ministerio
de Guerra, hasta la
Plaza Constitución del F.C.S. y desde allí hasta la Estación de Azul, recorriendo
en total 317
kilómetros y 875 metros .
Al mismo tiempo, se inició la etapa previa en el proceso de construcción
de los ramales ferroviarios entre el Ministerio de Guerra - Estación
Constitución y Estación Azul- Comandancia de frontera.
El arribo del tren se dio el 9 de julio del mismo año.
La comunidad se “revolucionó” considerablemente. Durante los meses previos se
dieron muchos debates sobre el lugar exacto donde debía instalarse la Estación , llegando muchos
a pretender que estuviese en la
Plaza Mayor (hoy Plaza San Martín). Por otra parte, el
Municipio ordenó el arreglo de las calles IX y X (San Martín e Yrigoyen), e
incitó a los vecinos a blanquear los frentes de sus viviendas.
Aquél día todos los azuleños se agolparon para ver el
arribo del tren en una fría mañana invernal que terminó con un almuerzo a la
criolla. Azul no volvió a ser la misma…
El abrupto final
En una de sus recorridas por los fortines, cerca de
Carhué, Alsina contrajo una intoxicación que afectó a sus riñones. El 29 de
diciembre de 1877, con apenas 48 años, el Ministro de Guerra y Marina falleció
en Carhué, pueblo que en ese momento ya se llamaba Adolfo Alsina en su honor.
Adolfo Alsina
MUY INTERESANTE ,ME REFRESCO LA MEMORIA EN CUANTO A ALSINA EN AZUL, NO RECORDABA , GRACIAS
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