El audaz Francisco Salamone
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
Francisco
Salamone nació en Leonforte, provincia de Enna, Sicilia,
Italia, el 5 de junio de 1897. Sus padres fueron el arquitecto
Salvatore Salamone y Antonia D'Anna, quienes además tuvieron otros tres hijos. La familia llegó a Buenos Aires cuando Francisco tenía poco más de cinco años de edad.
Después de egresar del Colegio Otto Krause de Buenos Aires decidió seguir los pasos de su padre en el oficio de la construcción. Inició sus estudios en la Universidad Nacional de La Plata y los finalizó en la Universidad de Córdoba. En 1917 egresó con los títulos de arquitecto e ingeniero civil.
En 1919 obtuvo dos medallas como reconocimiento a sus diseños en exposiciones de Milán y Barcelona.
En la década del ’20, los primeros trabajos de Salamone fueron viviendas particulares y construcciones menores en la provincia de Córdoba. Al mismo tiempo, incursionó brevemente en la política en 1923, perdiendo las elecciones internas de la Unión Cívica Radical para representar al Departamento de Punilla en el senado provincial.
Entre otros
lugares de la provincia trabajó en Villa María haciendo allí una obra de
pavimentación, un matadero, parque del cementerio, algunas plazas (como la
denominada Centenario).
En 1928,
Francisco contrajo matrimonio con Adolfina Vlieghe de Croft, de
ascendencia austríaca, con quien tuvo cuatro hijos: Ricardo, Roberto, Ana María
y Stella Maris.
Más tarde
Salamone comenzó a trabajar en la provincia de Buenos Aires, en buena medida
gracias a su amistad con el gobernador provincial, el conservador Manuel
Antonio Fresco, del Partido Demócrata Nacional. Éste le encomendó la
tarea de edificar distintos edificios públicos, dándole carta blanca para sus
proyectos. En consecuencia, Salamone llegó a construir más de 60 grandes obras
en pocos años, y otras tantas obras menores.
Su
característica principal fue el monumentalismo, estilo muy en boga en la década
del ’30. La espectacularidad es un rasgo distintivo de sus construcciones, que
llegaban a elevarse a unos treinta metros, en comparación con el entorno urbanístico
que las rodeaba, que generalmente no superaba los cinco metros de altura. Su trabajo se caracterizó por tres
tipos de construcciones principales: municipalidades, portales de cementerios y
mataderos. También realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior de
los palacios municipales, veredas y luminarias para mantener la coherencia de
su estilo monumental.
Sembró sus obras
en diversos municipios, entre ellos: Azul, Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch,
Tornquist, Puan, Alberti, Laprida, Adolfo Gonzales Chaves, Vedia, Coronel
Pringles y Saldungaray.
Casi de Sala, pero al final de Salamone…
Después de una
década de existencia, en 1935, se demolió la antes celebrada “Pirámide de Julio” de la Plaza Colón
(actual San Martín) de Azul para darle paso a un nuevo proyecto.
Con
la aprobación del Concejo Deliberante, se encargó la estatua ecuestre del
General José de San Martín, que sería fundida en los Talleres del Arsenal de Guerra
“Esteban De Luca”.
Inmediatamente,
en 1936, se le encomendó el nuevo diseño de la Plaza Colón al
paisajista Ángel Sala, quien fuera el gran hacedor del Parque Municipal y
resultara nombrado -al año siguiente- Director Técnico de Ramblas y Paseos
Municipales.
Sin
embargo, los vientos de cambio soplarían a favor de otro hombre que por
entonces comenzaba a ganar gran reconocimiento en el ámbito de la obra pública…
En 1937 también
durante la intendencia del doctor Agustín J. Carús se incluyó la
“modernización” absoluta de la
Plaza Colón en el paquete de obras a ejecutar por el
ingeniero y arquitecto Francisco Salamone. Antes de
comenzar la obra el proyecto fue expuesto en las vidrieras de la tienda “Gath
& Chaves”.
La audacia de Francisco Salamone
El sábado 9 de
julio de 1938, el diario “El Tiempo” presentaba en sus páginas
centrales un extenso informe con la reproducción de los bocetos de las cuatro
imponentes obras que estaba desarrollando por entonces el ingeniero y
arquitecto Francisco Salamone en nuestra ciudad. Asimismo, el artículo se
inicia con una interesante descripción de la gestión como intendente del doctor
Agustín
J. Carús:
“El audaz modernismo de las obras
municipales da una nueva fisonomía a la centenaria ciudad.
DEFICIENCIAS
LOCALES
El
Intendente Municipal Dr. Carús y sus colaboradores inmediatos, analizaron con
espíritu amplio y visión acertada las deficiencias que presentaba ediliciamente
la ciudad y pensaron en las obras que contribuirían con mayor efecto a darle la
nueva fisonomía que anhelaban.
La vieja plaza
Colón, vetusta, inhospitalaria, con una perspectiva desastrosa, estaba allí
como deprimiendo el espíritu de progreso del pueblo azuleño.
El
Cementerio Central contrastaba con su vieja portada con la magnificencia de sus
panteones y mientras subsistía una inútil plazoleta enfrente, cada día era más
evidente la necesidad de su ampliación.
Los
Mataderos no significaban ninguna garantía para la salud pública. Los
existentes eran poco menos que una ruina y tan elementales y anti-higiénicos
que no vaciló un instante en resolver su sustitución.
El
Parque Municipal tenía una modestísima entrada nada digna por cierto de la
belleza del paseo que enorgullece legítimamente al pueblo azuleño.
Cacharí
y Chillar, las progresistas localidades del partido de Azul, reclamaban con
todo derecho edificios para las Delegaciones Municipales que funcionaban en
locales alquilados e incómodos y Mataderos con los que no contaban con ninguna
clase.
EL
INGENIERO SALAMONE
El
prestigio de un Estudio de la Capital Federal , el del Ingeniero Francisco
Salamone, era conocido por las autoridades municipales de Azul y frente a la
decisión de encarar la construcción de esas obras públicas, fue invitado a
presentar proyectos y condiciones. Determinaron el comentario elogioso de la
opinión pública y el Concejo Deliberante lo designó entonces Director Técnico
de las Obras Públicas Municipales quedando a su cargo todo lo referente
asesoramiento en la licitación así como también la dirección técnica de esas
obras de cuyos proyectos era autor.
EL
MODERNISMO DE LAS OBRAS
El
Ingeniero Francisco Salamone, distinguido técnico especializado en urbanismo,
pertenece a la nueva generación de los creadores.
El
audaz modernismo de sus proyectos tiene, indudablemente, opositores pero la
inmensa mayoría de la opinión pública, y así ha ocurrido en Azul, sabe estar a
tono con la evolución en materia arquitectónica y ve con agrado el estilo
impreso en sus obras.
Celoso
defensor de los intereses del vecindario, el Ingeniero Salamone ejerce un
estricto control de la construcción de las obras que dirige y exige a la
empresa constructora el cumplimiento exacto del pliego de condiciones.
Muy
adelantadas están las obras de construcción de la Plaza Colón (…). El costo total de esa magnífica plaza que
enorgullecerá con justo motivo al pueblo azuleño, es de 112.000 pesos y como detalle interesante debe destacarse
que en ella se plantarán alrededor de cinco mil rosales finos que habrán de
darle una fisonomía bellísima. En el centro de la Plaza será colocada una gran
estatua ecuestre del General San Martín que está siendo fundida en los talleres
del Arsenal de Guerra y que sólo costará a la Comuna el precio del material a emplearse, esto
es, unos doce mil pesos.
PORTADA
Y AMPLIACION DEL CEMENTERIO
Las
obras que se realizan en el Cementerio Central y que están próximas a ser
terminadas, ofrecen una característica singular y halagadora. En efecto,
mediante la ampliación que se realiza, resulta aumentado el patrimonio
municipal en una suma superior al costo total de todas las obras públicas que
se llevan a cabo.
Las
cifras hablan elocuentemente: al ampliarse el Cementerio Central por iniciativa
del Ingeniero Salamone abarcando gran parte de la plazoleta que existía
enfrente, se ha ganado una extensión de cinco mil varas cuadradas de ubicación
inmejorable puesto que están a la entrada misma del Cementerio lo que valoriza
mucho ese terreno y lo hace de fácil colocación. El precio actual es de
doscientos pesos el metro cuadrado y suponiendo que no se aumentase resulta que
esas cinco mil varas representan para la Comuna una riqueza de varios centenares de miles
de pesos que, tarde o temprano, habrán de ingresar a sus arcas.
La
portada del Cementerio que comprende todas las comodidades y dependencias
necesarias en un establecimiento de esa índole es (…) de singular importancia y belleza.
LOS
MATADEROS MODELOS
Otra
de las grandes obras públicas que se están realizando es la de los Mataderos
Modelos, proyectos como los anteriores, del Ingeniero Salamone, y que brindará
las mayores comodidades que pueden pedirse en establecimientos de esa índole.
EL
COSTO Y EL PAGO DE LAS OBRAS
El
plan originario de obras públicas que se encargó al contratarse el empréstito
del millón y medio de pesos, no comprendía una entrada monumental en el Parque
Municipal. El intendente doctor Carús lamentaba tener que demorar esa obra
reclamada por la importancia y belleza de nuestro Parque y fue entonces que el
Ingeniero Salamone, gentilmente, obsequió a la Comisión con un proyecto
interesante y financiable con sólo 20 o 30 mil pesos. El estado de las finanzas
comunales permitía la inclusión en presupuesto de la suma necesaria para
realizar dicho proyecto y así fue que se llamó a licitación y ya está casi
terminada esa entrada monumental al Parque que cuesta sólo 27.000 (…)”.
La gran inauguración
El
jueves 12 de octubre de 1939 Azul vivió una verdadera fiesta. Todos
los medios de la ciudad cubrieron los actos y las diversas actividades de los
visitantes y la comunidad en general. Con las presencias del vicepresidente de
la Nación, Dr. Ramón Castillo, el gobernador de la provincia de Buenos
Aires, Dr. Manuel Fresco, y el arquitecto e ingeniero Francisco
Salamone, acompañados por numerosas comitivas y una gran concurrencia
de vecinos azuleños, el intendente Agustín J. Carús y los ilustres
visitantes procedieron a la inauguración de la Plaza San Martín
(nombrada así ad referéndum del Concejo Deliberante que no se había puesto de
acuerdo para cambiarle el nombre a la Plaza Colón).
Un
final olvidado
Cuando terminó
la administración del gobernador Fresco en 1940, Salamone se trasladó con su
familia a la ciudad de Buenos Aires.
En 1943 se tuvo
que exiliar en Uruguay después de ser acusado de corrupción en una obra de
pavimentación en San Miguel de Tucumán. Luego de que los cargos fueran
retirados, volvió a la
Argentina donde dirigió múltiples obras de pavimentación
urbana y solamente proyectó dos edificios de estilo racionalista y una vivienda
particular.
Francisco
Salamone falleció el 8 de agosto de 1959. Sus restos
descansan en el cementerio Jardín de Paz.
Inaugurada el 12 de octubre de 1939, la Plaza
San Martín de Azul es una de las obras más destacadas del arquitecto Salamone y
modificó sustancialmente el aspecto del centro de reuniones de la comunidad.
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